LA HISTORIA DOCUMENTADA
ES HISTORIA REAL
Por Amelia M. Doval
La costumbre de curiosear en la cinematografía que
nos rodea más allá del común intelecto y la diversión, me introdujo en dos
realizaciones que aunque distantes, en idea, tiempo y región, procuran mostrar
una manera diferente de observar la realidad a la que todos estamos
acostumbrados cuando leemos, escuchamos y repetimos.
No es un intento de polemizar sobre el bombardeo de
Israel al Líbano sino la historia humanizada a través de una mujer que
recorre el sur del país, después del bombardeo, buscando a su hijo de 9 años. “Under
the Bombs”, es un reclamo del mundo, un alarido de rabia contenida, una
alerta ante las consecuencias insospechadas en los más inocentes. El dolor
detrás de la guerra.
Dos personajes totalmente contradictorios se unen en un
solo sentimiento, recuperar a un niño perdido entre las bombas. Las guerras no
tienen rostros y los rostros que se miran reflejan siempre la imagen de otro
humano que siente dolor, tristeza, devastación en el alma. Lo material se
repone, lo espiritual y lo humano se pierden por siempre, ese es el
mensaje desesperado.
La siguiente, muestra busca el contenido detrás de una
foto repetida, escondiendo la mentira, una foto contraria a lo que expresa, una
foto que es nombre, es asesino, es un criminal, un hombre sin escrúpulos
vendido como eslogan y concepto. Una imagen que difiere de la realidad. “La
verdad del Ché”, es un recorrido en marcha cadenciosa sobre una
historia que se desconoce porque lo incierto ha tenido más presencia.
Lo creíble de la historia cubana contemporánea, se
pone en duda por quienes no tienen acceso a la verdad. Según avanza el
documental, las preguntas se confabulan entre sí dentro de nuestro cerebro. ¿Cómo
es posible que los cubanos más cercanos a este monstruo no lo identificaran
desde mucho antes de 1959? ¿Qué impidió que ante la avalancha de actos de odio
contra el cubano, ningún soldado fuese rebelde e intentara ajusticiarlo?
¿Qué paso fue el que transformó a un asesino en líder? ¿Por
qué estando en La Cabaña, fusilando a nuestro pueblo, destrozando corazones de
madre, sus más allegados no atentaron contra su vida? ¡¿ Qué servilismo cruel
deshizo la osadía de enfrentarlo?!
Ahora se comprende mejor porqué la humanidad lo
sobrevalora, una respuesta simple lo demuestra, si el pueblo que asesinó y
humilló lo eleva a categoría de héroe, entonces el resto del mundo ¿qué puede
pensar? Tantos engaños se asumen como verdades. El Ché no nació como criminal
después de la Sierra. Ese hombre venido de otras tierras, capaz de escribir sin
remilgos el rechazo evidente a nuestro pueblo, fue siempre un asesino que creó
sus víctimas, humilló la moral, hirió la conciencia. Un hombre rodeado de
déspotas mediocres.
El esfuerzo que La Casa del Preso, en manos de
Abel Nieves Morales, ha invertido para crear esta joya histórica, merece
nuestro respaldo como cubanos. Necesitamos exponer a todos las imágenes que
vienen evidenciadas con palabras de historia popular y documentos que no
permiten dudas. El Ché, un criminal transformado en héroe, un engendro
que sólo se doblega en gestos ante el poder de Fidel, ¿Será verdad? O,
como tantas tergiversaciones cubanas, la carta de despedida es una fabricación
casera, una justificación, una prueba de poder. Nuestra historia necesita ser
mostrada y estos videos deben circular a otros espacios. Las razones no se
esconden en armarios, se deben repetir una y otra vez, sin descanso.
Amelia M. Doval
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