5 de agosto de 2009
El últrimo aldabonazo
PRIMERA PARTE
Hoy se cumplen 58 años del «último aldabonazo» que Eduardo Chibás se propuso dar a la conciencia cubana. Su muerte causó verdadera conmoción en nuestro pueblo e hizo llorar a miles de cubanos seducidos por la repetida frase «vergüenza contra dinero». El hastío ante la corrupción, el nepotismo y el latrocinio por una parte, y por otra sus fogosas arengas fueron motivo suficiente para que muchos depositaran en él una fe ciega. Cuando el disparo que se auto infringió resultó mortal, quienes lo tenían por loco no se atrevieron a decirlo. Se hizo de él un ídolo. El culto hacia su persona fue un antecedente del culto semejante que se rendiría años después hacia los líderes de la revolución castrista.
Transcurridos ya tantos años, cabe enfocar su vida desde una perspectiva más serena. Lo que sigue tal vez no encierre toda la verdad sobre ella, pero no deja de referirse a detalles de su carácter que pueden bajarlo del pedestal al que fue ascendido y colocarlo en un plano más realístico. Este análisis o recuento, escrito por Luis Sánchez y tomado del blog «La Nueva Cuba» será presentado en varias partes debido a su longitud. Es sólo una opinión, la impresión personal que emite quien lo escribe. (adg)
Tenia cuarenta años, era hijo de una familia rica, religiosa y bien relacionada de Guantánamo. Su abuela era una Agramonte. Su padre, Ingeniero, formó parte del gobierno de Carlos M de Céspedes: Eduardo Justo Chibás, que prosperó por haber sido uno de los propietarios de la Guantánamo Ice and Electric Company, director de tranvías y electricidad en Santiago y propietario de un cafetal en Yateras.
Educado en el colegio de Dolores en Santiago y en Belén, los dos colegios más famosos de Cuba, había viajado por Europa y Estados Unidos, y desde su juventud había gozado las ventajas del privilegio, siendo uno de los miembros del Havana Yacht Club.
Sin embargo, desde los veinte años había estado comprometido con la política radical y se tenia por revolucionario, siendo a esa edad un miembro destacado (tesorero) del Directorio Estudiantil opuesto a Machado. Como le había pasado a la mayoría de los de su generación, la experiencia de la lucha como conspirador revolucionario, -cosa que no había dejado de hacer entre 1927 y 1933-, fue inolvidable.
Chibás se pasó en el destierro casi todo ese tiempo, y en la cárcel desde enero de 1931; se opuso, sin embargo, al terrorismo del ABC.
Había sido un destacado líder estudiantil y frecuente orador durante los debates extraordinarios que llevaron a la formación del gobierno del doctor Grau San Martín, a quien verdaderamente él había nombrado para la presidencia. En los numerosos discursos que pronunció en público durante el primer mandato de Grau, explicó insistentemente que la lucha contra Machado no había sido simplemente una revuelta, sino una «revolución que trata de cambiar la estructura económica del régimen […] destruir los grandes monopolios extranjeros, eliminar sus servidores indígenas, y devolver al pueblo las propiedades que le han robado políticos sin escrúpulos».
Su oratoria era siempre demagógica, inspirando emociones y creando deseos que él no podía satisfacer plenamente. Su lenguaje estaba entreverado de marxismo, Siempre, en sus discursos o sus escritos, habló de la «revolución cubana», como si fuera un proceso continuo. Expulsado de Izquierda Revolucionaria por abogar en pro de la unificación con Grau, llegó a ser conocido, a finales de la década de 1930 y en la de 1940, como un contendiente incontrolable, que luchó en varios duelos. Para el doctor Grau San Martín supuso una gran ayuda y un ligero estorbo; pero Chibás se convirtió en su principal discípulo en las elecciones de 1939 y 1940, así como en las de 1944.
Chibás no entró a formar parte del gobierno de Grau, pero durante dos años fue su principal defensor. Sin embargo, estuvo siempre rodeado de un grupo de amigos, una camarilla de devotos admiradores, dispuestos a luchar por Chibás en sus duelos o a defenderlo de sus enemigos. Desde 1945, Chibás se había estado ganando muchos partidarios gracias a sus discursos por radio, siendo uno de los primeros políticos del mundo que empleó este instrumento.
En ellos atacaba valerosamente la corrupción y el gangsterismo, y no temía hacer acusaciones personales de asesinato cuando conocía los nombres de los culpables. Por otra parte cada vez era más evidente que a pesar de sus dotes radiofónicas la irracionalidad se iba agudizando con fases de ayuno, y permanecía horas enteras metido en la bañera, telefoneaba a los amigos de modo frenético, y sus discursos tenían cada vez más la histeria de la locura que genialidad.
Cada vez se vio metido en más escándalos y crisis: el presidente del Senado lo acusó de instigar a las multitudes contra el legislativo; atacó personalmente a Blas Roca a puñetazos y en sus mítines había siempre incidentes violentos; sin embargo, no dejó de hablar de la continuación de la «revolución cubana», de playas públicas para el pueblo y de poner fin a la corrupción en el gobierno. Su fama en toda la nación y el no estar manchado evidentemente por la corrupción, lo convirtieron en el posible sucesor de Grau como presidente.
Pero se le opusieron los auténticos, cosa que de modo lento pero seguro llevó a la división en el movimiento auténtico: los auténticos de siempre temían a Chibás, del que desconfiaban por considerado un megalomaníaco, mientras que los amigos de Chibás veían en él al salvador de la nación.
(Continuará)
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