En
Madrid, calles donde se escriben versos
Como decía García Lorca, «la poesía es algo que anda por
las calles». ¿Y qué es la poesía sino vida? Así es el Barrio de las Letras de
Madrid, un sitio que intenta interpretar la vida de manera distinta. En la
Plaza de Santa Ana, una escultura en bronce representa al poeta a tamaño
natural, levemente inclinado para dar impulso al vuelo de una alondra que entre
sus manos se dispone a volar.
Conocido como Barrio de las Letras, de los Literatos
o de las Musas, crea con su arquitectura un espacio que se asemeja a un pequeño
pueblo en cuyo interior todo tiene cabida: arte –en la fachada de sus edificios
y esculturas–, moda –en pequeños comercios que muestran un estilo bohemio
atribuido a los artistas–, gastronomía... Se trata de un barrio en el que, ante
todo, late la vida, permitiendo así tomar el pulso a una capital única.
La mayoría de sus edificaciones pertenecen al siglo XIX y XX, aunque conserva
algunas construcciones del Siglo de Oro español, periodo en el que el barrio
dio hospedaje a reconocidos escritores y artistas como Quevedo, Lope de Vega,
Góngora o Cervantes, quien habitó de alquiler al menos en tres casas de las
calles que lo conforman, muriendo empobrecido en una de ellas.
Cada una de las citas literarias incrustadas en el suelo de una de sus
vías, la Calle de las Huertas, es como un capítulo abierto a experiencias que
tientan por las emociones que implican: amor, valentía, esperanza, ternura...
Como la buena literatura, pasear sobre las letras doradas que caracterizan al
barrio desvela otros mundos... y hasta a pensar estimula.
Con anterioridad a ser bautizado como Barrio de las Letras, era
conocido únicamente como “Huertas”. Aunque la razón de esta denominación recibe explicaciones muy
variadas, probablemente fuera debido a la existencia de huertos en la
zona. Barrio pobre y poco poblado, el aumento de la población hizo que
habitaran en él aquellos personajes poco pudientes que no
podían vivir en los aledaños del Palacio Real, pero que querían estar cerca de la Corte. Entre estos ciudadanos
se encontraba, como ya apuntamos, un gran número de escritores y
dramaturgos de gran fama como Francisco de
Quevedo, Luis de
Góngora, Lope de Vega
o Miguel de Cervantes. Los restos
de estos dos últimos descansan en la zona, el primero en la Iglesia de San Sebastián y el segundo en el Convento de
las Trinitarias Descalzas.
En el número 11 de la calle Cervantes se
encuentra la Casa-Museo Lope de Vega.
Evidentemente, en vida del escritor este no era el nombre de la calle, ya que,
a buen seguro si hubiera sido así no habría vivido en el edificio, habida
cuenta de la mala relación entre ambos. En este inmueble habitó Lope de Vega
durante los últimos 25 años de vida, y en él se
recrea la vida del madrileño, descubriendo sus secretos y centrando su mirada
en su obra. Paradas obligatorias son también los edificios religiosos de
Convento de las Trinitarias, lugar de descanso de Miguel de Cervantes, y la
Basílica de Jesús de Medinacelli.
Además de por sus habitantes, el barrio alcanzó gran fama debido a la existencia en sus calles de dos importantes Corrales de Comedia, el de la Cruz y el del Príncipe (actual Teatro Español), y del llamado Mentidero de Comediantes, lugar de
encuentro de los dramaturgos donde se leían y discutían sus nuevas creaciones.
Además, en la calle Atocha se encontraba una de las imprentas más
famosas de la historia, la de Juan Cuesta, lugar donde se editó por primera vez la primera parte de El ingenioso
hidalgo don Quijote de La Mancha. Sus calles
en la actualidad homenajean a sus antiguos inquilinos con placas y
versos repartidos por edificios y asfalto
de toda la zona.
El epicentro del emblemático barrio se sitúa en la Plaza de Santa Ana. Aquí, bajo
la atenta mirada de un Federico García Lorca convertido en estatua, se sitúa el Teatro Español en el número 25 de la calle del Príncipe.
En general,
el barrio provoca la añoranza de una época pretérita.
En una pintoresca callejuela, la de Álvarez
Gato, conocida como el Callejón del Gato, un suceso curioso dio origen a que el
escritor Valle-Inclán alumbrara un nuevo estilo teatral y narrativo: el
esperpento. Hoy el callejón evoca esa
historia en su fachada. Con la intención de atraer clientes, una ferretería
colocó dos espejos, uno cóncavo y otro convexo. El resultado fue que se
convirtiera en un entretenimiento popular el contemplar las figuras deformes
que proyectaba el reflejo. Inspirado en aquella reacción, Valle-Inclán plasmó
en su obra “Luces de Bohemia” una
«deformación grotesca de la realidad».
Mucho
se ha escrito acerca de esos
dos espejos. Hay quien asegura que el cóncavo reflejaba a Don Quijote –afilado
cual espíritu justiciero– y el convexo a Sancho Panza, figura más oblonga y
terrenal. Lo cierto es que el mundo puede ser percibido de muchas maneras y que
se trata de una elección personal el cristal con el que se mire. Así es el
Barrio de las Letras, un sitio que intenta interpretar la vida de manera
distinta.
Otro lugar que no debe pasarse por alto es la floristería conocida como El Jardín del Ángel, antiguo
cementerio en el que estuvo enterrado Lope de Vega. En su centro, un
anciano olivo habla de
otras vidas y un viejo pozo profundiza en una tierra que a la
muerte pertenecía...
No sólo conmueven los versos y las citas escritas en las calles, también
asombra mirar hacia lo alto. Un inolvidable impacto visual es el que causa el
jardín vertical de CaixaForum, ya en el Paseo del Prado, pues en él las plantas crecen y se agarran a
la pared, alegoría de las alas que por aquí otorgan las musas. En la Plaza de
las Cortes, sujetando al tiempo, un carillón goyesco ofrece con sus figuras un
pequeño espectáculo cuatro veces al día.
Además de
por su oferta cultural e histórica, el Barrio de las Letras se ha ganado un
hueco en la oferta de ocio y gastronomía de Madrid. Por sus calles se
respira uno de los mejores aromas de tapeo en la
capital, además de destacar la presencia de varios restaurantes con una carta
muy recomendable, como es el caso del Restaurante Terramundi ubicado en el número 32 de la calle Lope de Vega. El ambiente
nocturno es también uno de los más
frecuentados de la ciudad.
Tiendas de antigüedades, moda o literatura no
podían faltar en una zona tan cultural, pero además todas ellas se reúnen cada
mes en el Mercado de las Ranas, un reclamo para los comerciantes de la zona que sacan sus
productos a las puertas de sus establecimientos, repitiendo este ritual el
primer sábado de cada mes.
En el Barrio de las Letras de Madrid, las calles rinden homenaje a sus
ilustres y antiguos vecinos con placas y
versos para
perpetuar su memoria conservándola en añeja y evocadora pátina.
Fuentes: https://www.larazon.es/blogs/viajes1
BarrioLetras.com