Martha Pardiño
20 de marzo de 1932 –
15 de noviembre de 2015
Juntas para siempre
A mi querida madre,
que al despedirme de ella
cuando abandoné la isla en junio de 1962,
le prometí que nos veríamos pronto,
y nunca más pudimos abrazarnos.
No fue más que la sombra fugaz de la alegría,
lo que duró el tiempo vivido con mi madre.
¡Al dejarla sentí que la perdía, que si regresaba
a mi patria algún día, ya no iba a encontrarla!
Y las horas se volvieron días y los días años;
y nuestras cartas, como golondrinas, como mariposas,
iban y venían, y unas con llanto, otras con alegrías,
¡convertidas en rosas, perfumaban tus sienes madre mía!
Recuerdo aquella Habana luminosa y bullanguera,
aquel café con leche cotidiano, el portal de
mi casa en Vista Alegre, el arroz con pollo dominguero,
los programas de radio, tu amor y tus desvelos.
Cuando estemos juntas en el cielo, te hablaré del exilio,
de tus nietos, de Cuba, del dolor de perderte,
y la alegría de poder abrazarte nuevamente…
¡y en esa nueva vida diferente,
te prometo, querida madre mía,
que viviremos juntas para siempre!
Mayo 9, 2011
Una fiesta en La Habana
Para mi
nieta Sofía
Quiero hacerte una fiesta allá en mi
Habana:
Una fiesta de luces y colores,
Bajo el cielo azul del patrio suelo,
Con espuma de mar, versos y flores.
Quiero hacerte una fiesta allá en mi
Habana:
Con música de guitarras y pregones,
Con melcocha, almendra y tamarindo,
Ajonjolí, arroz con leche y chicharrones.
Quiero hacerte una fiesta allá en mi
Habana:
Y en tu vestido de gasa azul celeste
Se reflejarán con envidia los luceros,
Y mariposas blancas adornarán tu pelo.
Quiero hacerte una fiesta allá en mi
Habana:
Que guardes, Sofía, en tu pupila joven,
Y quede grabada en tu amoroso pecho,
Como recuerdo vivo de cuanto yo te
quiero.
Quiero hacerte una fiesta allá en mi
Habana:
Cuando sin amo, libre al fin, ondee mi
bandera.
Cuando no existan cárceles ni verdugos ni
cadenas,
Y en un círculo de amor cantemos los
cubanos.
Tu abuela que te quiere,
Martha