ANÁLISIS COMPARATIVO
DE LAS OBRAS DE DOS ESCRITORES CUBANOS:
CECILIA VALDÉS, DE CIRILO VILLAVERDE
Y SAB, DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA
Mayra Montes
Lo que pretendo analizar en este trabajo son las similitudes y diferencias entre los principales temas expuestos en ambas obras; las novelas Cecilia Valdés y Sab. Pero, para entender mejor las circunstancias en las que estos autores escribieron estas obras, tenemos que tratar de entender primero el contexto en el que ambas fueron escritas.
En la primera mitad del siglo XIX, en Cuba existían varios factores que dificultaban obtener la unidad nacional, elemento indispensable para derrotar al dominio español. Uno de esos factores era tratar de alcanzar la integración racial.
En aquella época existía una paranoia entre los blancos después de haber presenciado la sangrienta revolución de 1804 en Haití que auspició la huida de los blancos de aquel país y la consiguiente dominación de los negros haitianos. En consecuencia, los mercaderes de esclavos traían más y más esclavos negros para Cuba ya que no existían mercados accesibles en las otras islas del Caribe (citado por Shea, 72).
Cuando la élite blanca de Cuba se dio cuenta de que era una minoría, el miedo ante una rebelión negra que siguiera el ejemplo haitiano se hizo evidente. Debido a que la riqueza de la minoría blanca dependía de la empresa azucarera, en la que se necesitaban a los esclavos para que fuera productiva, su reacción fue violenta contra los que promulgaban reformas en el sistema agrario esclavista; peor para los que querían la abolición y mucho peor para los negros que participaron en rebeliones (citado por Shea, 73).
No es hasta 1886 que Cuba logra abolir la esclavitud, unos 12 años antes de que pudiera obtener su independencia total de España, el 20 de Mayo de 1902. El hecho de que los luchadores resultaran un factor decisivo en la victoria final de los cubanos sobre los españoles indica que la independencia de Cuba estaba íntimamente ligada a la causa de los que luchaban por la reforma o la abolición de la esclavitud (citado por Shea, 73).
En los años treinta del siglo XIX, en Cuba se formó un grupo élite de intelectuales blancos determinado, si no a abolir, por los menos a reformar, la esclavitud. Este grupo, conocido por el nombre de su patrocinador, Domingo del Monte, se hizo famoso por sus declaraciones en contra de los abusos de los terratenientes blancos hacia sus esclavos.
Del Monte tuvo conexiones con abolicionistas en Inglaterra, que en ese tiempo había prohibido la trata de esclavos y especialmente con Madden, un intelectual abolicionista inglés, que publicaba manuscritos censurados en Cuba.
Fue Madden el que publicó la única autobiografía conocida escrita por un esclavo negro en el siglo XIX en Hispanoamérica, “El Diario de Juan Francisco Manzano”.
Aunque no vamos a tratar aquí las motivaciones que tuvo Del Monte para que el esclavo escribiera su autobiografía, Manzano, al finalizar su obra, adquirió su libertad.
Esta introducción sirve para establecer el argumento de las dos novelas escritas por escritores exiliados cubanos en el siglo XIX.
Cirilo Villaverde pertenecía al grupo de Del Monte cuando publicó en Cuba, en 1839 y en forma de cuento, la primera versión de Cecilia Valdés. Sin embargo, residía en Nueva York, en 1882, cuando se publicó la versión final de Cecilia Valdés, esta vez en forma de novela; Gertrudis Gómez de Avellaneda residía en España, en 1841, cuando se publicó Sab.
Estas novelas, que en primera instancia han tenido fama como obras abolicionistas, en realidad encierran muchos otros temas que proyectan el desenvolvimiento de la sociedad colonial en un periodo específico de la historia cubana del siglo XIX.
Cada una de las novelas puede ser estudiada desde diferentes puntos de vista. En ambas podemos discernir múltiples temas, tales como el abolicionismo de la esclavitud; el papel de la mujer en la sociedad colonial cubana; el mestizaje como símbolo de la identidad nacional; la naturaleza como espejo del amor a la patria; la corrupción del sistema de gobierno colonialista español; el incesto y muchos otros de menos relevancia, y que seria imposible cubrir en este trabajo.
Esta pluralidad de información no confunde sus discursos sino que sirve para unificar los textos, aportando una diversidad de posibilidades que dan cohesión a los mismos. En mi análisis comparativo de ambas obras, trataré de explicar dos de las similitudes y dos de las diferencias más relevantes, según mi criterio.
El tema principal y el primer paralelismo que encontramos en ambas novelas es el tema abolicionista como ya hemos citado anteriormente, donde se conecta la independencia de Cuba con la integración racial, para la cual era necesaria la abolición de la esclavitud. En las dos novelas se ve cómo se establece lo que William Luis ha llamado una cultura nacional antes de la independencia (Luis, Literary Bondage 3-4).
La estructura social reflejada en Cecilia Valdés manifiesta la vida privada y pública de la sociedad habanera retratadas por Villaverde donde se exponen situaciones cotidianas en la que blancos, mulatos, negros, amos, libertos y esclavos se enfrentan entre sí, luchan, se compenetran, fuerzan el mestizaje, pugnando cada uno por obtener su propia supervivencia y mejora social, pero atrapados todos en la esfera cultural de la región y de la época.
La mulata Cecilia Valdés es el eje central de la obra elegida por Cirilo Villaverde para desarrollar el relato narrativo de la novela. Cecilia es producto del mestizaje existente en Cuba, realidad biológica imposible de continuar si no es ocultándola, intentando que pase inadvertida sin asumir la postura debida ante este hecho (citado por López Cruz, 52).
Cecilia es la que encarna el protagonismo de la decadencia y la corrupción de un sistema esclavista, ya que ella es el resultado de una unión sexual clandestina entre un terrateniente blanco y una negra.
El reconocimiento público de una unión entre un blanco y una negra no era aceptable en una sociedad racista y esclavista. Este es el error de Cecilia. El que la hizo caer en la misma trampa en que cayó su madre y participando en el mismo esquema racista: ella espera que Leonardo Gamboa, el hombre a quien ella ama (e hijo de su propio padre) la eleve en la escala social, casándose con ella y así “blanqueando” y mejorando su raza (citado por Shea, 76). Sin embargo, Leonardo está comprometido en matrimonio con Isabel Ilincheta, la hija blanca y aristócrata de un terrateniente rico.
Leonardo juega con ambas; prefiere sexualmente a Cecilia, pero respeta a Isabel. En contraste con Cecilia, que sobrevive como puede en las calles de la Habana, Isabel vive tranquilamente en una finca con su padre, donde los negros son tratados con humanidad y viven contentos. En contraste, en el ingenio infernal de los Gamboa se maltrata, tortura y hasta se asesina a sus esclavos. Contraponiendo estos dos retratos, aunque exhibiendo una actitud paternalista, benévola y a veces hasta derogatoria hacia los negros esclavos, Villaverde nos ofrece una alternativa al criticar fuertemente a la institución de la esclavitud y el abuso de los terratenientes crueles.
Por el secreto de su origen, Cecilia cae en una relación incestuosa con su medio hermano bajo los dictámenes que su madre y la sociedad de la época exigían, bajo los cuales Leonardo se casaría con Isabel, blanca y de su misma clase social. Al verse rechazada, Cecilia acude a su fiel amigo José Dolores Pimienta para que liquide a Isabel.
Pimienta, sin embargo, por equivocación o por celos, mata a Leonardo y no a Isabel a la entrada de la iglesia del Santo Ángel donde contraerían matrimonio. Al igual que su madre, Cecilia, como resultado de la muerte de Leonardo, termina abandonada, loca, presa, con una hija ilegítima aunque, eso sí, más blanca (citado por Shea, 77).
La inclusión del mulato en el círculo social donde se desenvuelve el blanco ocurre en el momento en que Cándido Gamboa tiene la hija ilegítima, Cecilia, con la mulata Rosario Alarcón. Sin embargo, el asesinato de un blanco rico, Leonardo Gamboa a manos de un mulato libre, José Dolores Pimienta confirma el tema de la inclusión del mulato en la identidad nacional cubana.
Lo que superficialmente puede considerarse como una riña por celos, es en realidad la pugna de José Dolores Pimienta por encontrar su identidad y el espacio social que su raza necesita y poco a poco reclama (citado por López Cruz, 59).
Este sentimiento lo observamos cuando José Dolores Pimienta en un momento de angustia, le comenta a su amigo, el sastre Uribe:
«…es muy duro, durísimo, insufrible que ellos nos arrebaten las de color, y nosotros no podemos ni mirar para las mujeres blancas. […] ¿no tienen los blancos bastante con las suyas? ¿Por qué han de venir a quitarnos las nuestras? ¿Con qué derecho hacen ellos eso? ¿Con el derecho de los blancos? ¿Quién les ha dado semejante derecho?» (104).
El incesto viene a reafirmar la aceptación de una unión entre blancos y mulatos; la voz del negro en la sociedad ya comienza a escucharse (citado por López Cruz, 53). La muerte de Leonardo Gamboa a manos de José Dolores Pimienta constituye la destrucción de una familia esclavista y perpetúa el tema de la fusión racial y la identidad nacional. (citado por López Cruz, 59).
Sab, la poca conocida novela de Gertrudis Gómez de Avellaneda, antecede por diez años a la muy conocida novela abolicionista Uncle Tom’s Cabin (La cabaña del tío Tom), de la norteamericana Harriet Beechet Stowe.
Al igual que en Cecilia Valdés, en esta novela de Gómez de Avellaneda ya se vislumbran las posibilidades e imposibilidades de una integración racial en Cuba. Sab es un esclavo que trabaja en la finca de un azucarero blanco, Don Carlos, en la provincia de Puerto Príncipe, en el interior de Cuba.
Sab ha cometido el pecado imperdonable de enamorarse de Carlota, la hija de Don Carlos, pero como él entiende muy bien que no existen esperanzas para su amor, se esfuerza sin embargo en asegurar la felicidad de Carlota.
Al final, Sab se sacrifica para entregar a su amor, Carlota, en los brazos del hombre que él aborrece, su novio Enrique, y al cual, después de casarse, Carlota también despreciará. En un final dramático, Sab, después de rechazar a otra mujer blanca, Teresa, prima de Carlota, muere de apoplejía, o sea, que su corazón “se quiebra” por un amor imposible.
A diferencia de Cecilia Valdés, que se puede definir como “una novela de costumbres cubanas”, donde el autor encapsula un periodo de la historia de la isla y muestra la decadencia, corrupción y falta de moralidad de la alta sociedad de aquel entonces, que subyuga a la población mayoritaria negra, Sab aunque expone las mismas críticas de la sociedad predominante, es una novela esencialmente romántica. Este es el primer contraste que encontramos entre ambas novelas.
Este elemento romántico es evidente no sólo en el pasaje descrito anteriormente, sino a través de toda la obra. El sentimentalismo es obvio cuando leemos que Sab, el héroe y protagonista, es el hijo de una princesa africana y posiblemente del hermano de Don Carlos, el cual, al morir la madre de Sab, lo cuida y educa en su casa. De ser esto cierto, Sab y Carlota son primos hermanos, lo que explicaría la piel clara del esclavo y su físico noble descrito tanto en la obra.
Con este posible parentesco, Gómez de Avellaneda introduce el tema de la fusión racial en su novela, ya que Sab representa la integración de las razas en Cuba y el rechazo de la esclavitud de los seres que ya forman parte de los cubanos con una herencia mezclada, noble y digna de libertad.
Lo que está ausente en este paradigma sentimental antes mencionado, es el hecho de que Sab, el esclavo, es también el mayoral de la finca, o sea, que consciente o inconscientemente, él pertenece a la estructura de opresión existente en la isla. Al ser mayoral, Sab se separa del grupo racial de los esclavos cuyo sufrimiento utilizaría para dar voz a su propio infortunio (citado por Branche,15).
Aunque no lo pide, Sab obtiene su libertad antes del tiempo estipulado por Don Carlos, el cual le pensaba otorgar la libertad a los 25 años. Sab obtiene su libertad por intermedio de Carlota, para pagarle el hecho de salvarle la vida a su novio, Enrique, cuando éste, en medio de una tormenta, cae de su caballo.
Esta naturaleza noble de Sab, aunada a su mestizaje y a su amor imposible por Carlota la hija blanca del terrateniente, hacen que esta novela sea considerada abolicionista lo cual representa la piedra angular para la tolerancia racial, que a su vez representa un modelo positivo para la creación de la nación cubana (citado por Thomas Ward, 38).
Aunque como vemos, Sab no es el típico esclavo, en realidad Gómez de Avellaneda describe la raza de Sab como “una mezcla única”, ni indio, ni negro, ni blanco y según las palabras de Carlota, “no tiene nada de la abyección y la grosería que es común en gentes de su especie; por el contrario, tiene aire y modales muy finos” (128).
Gómez de Avellaneda, quizás evocando su propio elitismo social, hace de Sab un ser único, y aunque nunca se pronuncia a favor de una solución o acción para poner fin a la esclavitud cubana, el mensaje de la injusticia social prevalece a través de la novela.
Sin embargo, en el contexto local y aún en el contexto peninsular, sus convicciones feministas son las que priman a través de ésta y muchas otras de sus obras, lo que coloca a la autora a la vanguardia de los escritores cubanos; hombres y mujeres. Este contexto feminista contrasta con el concepto de la mujer que Cirilo Villaverde expone en Cecilia Valdés.
En la sociedad cubana del siglo XIX era aceptable que la raza blanca ejerciera su dominación sobre la raza considerada inferior, tomando como amante a una mujer de piel oscura, como en el caso de Cecilia. Pero no era aceptable que un esclavo negro quisiera acercarse a una mujer blanca, mucho menos a una de la clase alta; con esa posibilidad se podría “contaminar” la sangre pura de la aristocracia blanca y oscurecer la descendencia patriarcal (citado por Shea, 76).
Por eso, en la novela de Gómez de Avellaneda, la unión entre un esclavo negro y una mujer blanca de la clase dominante y terrateniente, no es posible. El resultado es que Carlota se casa con un extranjero inglés, interesado casi exclusivamente en su fortuna, y no con el hombre que realmente la ama.
Por otra parte, Teresa, la prima de Carlota, es huérfana y dependiente de su familia adoptiva. Pero cuando Sab, en un momento desesperado, le cuenta sobre su amor por Carlota a la prima (la cual estaba enamorada de Enrique, el novio de Carlota), ésta se le ofrece, no solamente para huir ambos de sus penas y sus amores imposibles, sino también porque Teresa está tan impresionada con el discurso apasionado de Sab que en ese momento le ve únicamente como un hombre noble, olvidando de que es negro y esclavo.
En este pasaje, vemos que la novela rompe con los estereotipos tradicionales en cuanto al sexo en aquella época con la forma de actuar de Teresa. Igualmente, en la carta que le escribe Sab a Teresa cuando está moribundo, hay una condena muy fuerte a la situación esclavizante de la mujer y en particular, a la institución del matrimonio, que Sab manifiesta como “peor que la esclavitud de los negros”. Sab proclama:
«Oh!! ¡Las mujeres! ¡Pobres y ciegas víctimas! Como los esclavos, ellas arrastran pacientemente su cadena y bajan la cabeza bajo el yugo de las leyes humanas. Sin otra guía que su corazón ignorante y crédulo, eligen un dueño para toda la vida. El esclavo al menos puede cambiar de amo.
Puede esperar que juntando oro comprará algún día su libertad; pero la mujer, cuando levanta sus manos enflaquecidas y su frente ultrajada, para pedir libertad, oye el monstruo de voz sepulcral que le grita: En la tumba» (270)…
Así que Gómez de Avellaneda logra presentarnos una crítica aguda de la sociedad cubana esclavista; en un modo bastante avanzado para su época, nos conecta la opresión del negro con la de la mujer.
Pero contrario a la novela de Cirilo Villaverde, Gómez de Avellaneda no menciona a la mujer negra, aunque como sabemos es ella la que encarna las dos formas de opresión que señala la autora en su novela: la de la raza y el sexo. Ausente en esta obra está la mujer esclava sufriendo esta doble opresión, que se vuelve triple si consideramos también su situación económica (citado por Shea, 78).
En Cecilia Valdés, la triple opresión de la mujer mulata y negra es representada en varias figuras, pero especialmente, en Maria de Regla, esclava de la familia Gamboa y nodriza, no solamente de la hija de los Gamboa sino también de Cecilia Valdés.
Los paralelismos entre la situación que describen Cirilo Villaverde en su novela costumbrista y Gertrudis Gómez de Avellaneda en su novela romántica son claros: la revelación del funcionamiento de un sistema patriarcal blanco que subyuga al negro y a la mujer. Esta subyugación conlleva la fusión racial, que se convierte a su vez en el catalítico que propulsa a los mambises cubanos -negros y blancos- a la independencia.
Para esto se comprende claramente que la abolición de la esclavitud era una condición necesaria.
La dualidad del propósito de Villaverde como de Gómez de Avellaneda se hace evidente: la combinación entre la denuncia esclavista y la inclusión del negro en la sociedad (citado por López Cruz, 53).
Las diferencias entre el costumbrismo representado por Cirilo Villaverde y el romanticismo expuesto por Gertrudis Gómez de Avellaneda son sutiles, pero evidentes: la pasión que siente Leonardo por Cecilia es puramente sexual. Ella representa para él un capricho amoroso, un reto hacia la autoridad de su padre que es poderoso y blanco.
Leonardo logra, aunque ilícitamente, formar un hogar con Cecilia la cual le corresponde con un amor sincero. Ella termina su vida abandonada. El termina muerto.
La pasión que siente Sab por Carlota es sensualmente espiritual. Ella representa algo imposible de obtener para un esclavo negro el cual nunca osa comunicarle sus sentimientos a su amada. Carlota es una obsesión, sin embargo, ella no le corresponde porque no le ama; no hay reciprocidad en esta relación. Ella termina su vida acongojada y triste al enterarse de los sentimientos de Sab hacia ella. El termina muerto.
Igualmente, la diferencia entre el feminismo retratado por Gertrudis Gómez de Avellaneda en los caracteres de su novela y la ausencia de este elemento en los caracteres de la obra de Cirilo Villaverde es clara.
En Sab, este feminismo se manifiesta en la dualidad del discurso apasionado de Sab a Teresa que es el de sentirse atrapado en una piel y clase que no lo dejan ser lo que él es realmente o quiere ser, y el de compartir esta amargura con una mujer blanca la cual se le ofrece y él rechaza por otra mujer blanca (citado por Davies, 53).
Por el contrario, en Cecilia Valdés el mensaje sobre el papel de la mujer es esencialmente el de una mujer subyugada tanto por el sistema de la esclavitud como por el sistema patriarcal blanco. En este sistema vacío, hipócrita y racista participa también la mujer blanca y quizás por falta de opciones, hasta la mujer negra como en el caso de la madre y abuela de Cecilia Valdés.
Mayra Montes
Miami Beach, Fl
12/2/2006
NOTAS
Para propósitos de este estudio, todas las citas y observaciones relacionadas con la novela Cecilia Valdés fueron tomadas de la edición de Raimundo Lazo, de Porrúa. Y todas las citas y observaciones relacionadas con la novela Sab fueron tomadas de la edición de José Servera, de Cátedra.
Puerto Príncipe cambió de nombre a principios del siglo XX. Su nombre actual es Camagüey.
Mambises, nombre que se le daba a los combatientes cubanos en las guerras de independencia.
OBRAS CITADAS
Branche, Jerome. “Ennobling Savagery? Sentimentalism and the Subaltern in Sab.”
Afro-Hispanic Review, 17:2 (1998 Fall), pp. 12-23 (Journal article).
Davis, Catherine. “The Gift in Sab.” Afro-Hispanic Review,22:2 (2003 Fall), 53 (Journal article).
Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Sab. [1841]. Editorial Cátedra, 2001.
Luis, William. Literary Bondage. Austin, Texas: University of Texas Press, 1990.
Shea, Maureen. “La opresión racial y sexual en dos escritores cubanos del siglo diecinueve: Sab (1841) de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Cecilia Valdés (1882) de Cirilo Villaverde.” E. SECOLAS Annals: Journal of the Southeastern US on Latin American Studies, 25 (1994 Mar), pp. 72-79 (Journal article).
Villaverde Cirilo. Cecilia Valdés. [1882]. Editorial Porrúa, 1886. Ward, Thomas. Hispanofila, 126 (1999 May), pp. 25-40 (Journal article).