3 de septiembre de 2014

Es la guerra santa, idiotas

Es la guerra santa, idiotas

Arturo Pérez Reverte

Pinchos morunos y cerveza. A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta». Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra. Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo».

Mientras escucho, pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII: «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada».

Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa. Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí. Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez. Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta». Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia».

A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Roma. Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.  

Reproducido del blog www.perezreverte.com  

 

La Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba

La Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba
 Rogelio Zelada

La fuerte discusión familiar había sido agria y repleta de descalificaciones. Faltó flexibilidad, comprensión y entendimiento y el resultado fue una ruptura dolorosa e innecesaria. El hijo se fue de la casa herido y el padre se abrazó a una autoridad que él creía le daba la razón, y lo dejó marchar. La separación fue demasiado larga y los años no sanaron la ausencia. Pero, desde zonas distantes de la Isla, los dos suplicaban a la Virgen de la Caridad que lograra el reencuentro…

Esta historia se guarda entre los relatos del Santuario Basílica del Cobre. Se cuenta que el que se había marchado peregrinó ante la Virgen del Cobre para pedirle su mediación y el perdón de su padre, y que éste, que pedía por lo mismo, se encontró con él mientras subían, cada uno por su lado, las escaleras que ascienden al camerín de la Patrona de los cubanos.

La Virgen María, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, se convirtió desde el hallazgo de su imagen en las aguas de la bahía de Nipe, a comienzos del siglo XVII, en el corazón de un pueblo que la acogió por madre misericordiosa. Una presencia que inundó de identidad y cubanía a un pueblo que comenzaba una andadura histórica  llena de grandes dificultades y tropiezos, y que ella acompañó siempre y en todo momento: cuando Cuba era española y cuando comenzó a dejar de serlo.

Desde su modesto santuario en la villa de Santiago del Prado, donde estaban las minas de cobre, en la región del Oriente cubano, acogió a peregrinos de toda raza y condición social, y escuchó plegarias, lamentos y expresiones de gratitud día a día, minuto a minuto, y su imagen acompañó en la manigua al Ejército Libertador de un pueblo que, desde el dolor y el sacrificio, quería estrenar el don de la libertad y la justicia.

Por eso era de lógica natural que, cuando la Iglesia otorgó a Cuba la novedad de un episcopado nativo, fuera Mons. Francisco de Paula Barnada y Aguilar, primer Arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba, quien pidiera al Papa Pío X, el 25 de octubre de 1905 (solo tres años después de proclamada la República de Cuba) que declarara oficialmente a la Virgen de la Caridad como patrona de la joven nación; petición que se repitió, con la ayuda y el apoyo de Mons. Giuseppe Aversa, delegado apostólico de la Santa Sede, el 29 de agosto de 1906. La Sagrada Congregación de Ritos respondió el 21 de enero de 1907, pidiendo que según las normas dadas por el Papa Urbano VIII, la solicitud del obispo santiaguero debía ser “complementada por parte del clero y del pueblo, con cartas avaladas por los obispos del país, tanto de las arquidiócesis como de las sedes sufragáneas”.

La iglesia cubana comenzaba a surgir de sus cenizas después de un larga guerra de independencia, en los comienzos de una república penetrada por un fortísimo anticlericalismo. Una iglesia pobre en un país paupérrimo, necesitado de sacerdotes, educación, obras sociales y catequesis; donde todo parecía estar por hacer.

Mons. Bernada, como Arzobispo de Santiago de Cuba, era el custodio de la imagen de la Virgen y de su santuario, semiderruido por el colapso de una galería de las minas de cobre. Era un gran devoto de la Virgen Morena, cuya imagen bendita mandó colocar en su escudo episcopal, y un verdadero patriota, que encabezó con su firma el manifiesto que los 53 sacerdotes de la Isla enviaron en 1898 a León XIII para presentarle al Papa las ansias y el derecho a la lucha por la libertad del pueblo cubano.

No tuvo el obispo Barnada la dicha de obtener del Papa la declaración del patronazgo de la Virgen de la Caridad, pero su esfuerzo sembró el camino para qué el 24 de septiembre de 1915, los veteranos del Ejercito Libertador pidieran a Benedicto XV que declarara oficialmente a la Virgen de la Caridad como lo que de hecho había sido siempre para todos sus hijos: la celestial Patrona de Cuba. El Papa respondió esta vez positivamente, y firmó el documento el 10 de mayo de 1916, cuando la Arquidiócesis de Santiago de Cuba era dirigida por el salesiano Mons. Félix Ambrosio Guerra.

El próximo año del 2015 y el siguiente del 2016 celebraremos las dos grandes centenarios de este hecho histórico. Lo que inició la Iglesia y lo que finalmente obtuvo la gestión de los libertadores cubanos, los mambises, debe llenarnos de profunda gratitud y sano orgullo, porque tenemos una historia cuyo relato no puede escribirse sin la presencia profunda y compartida de la Santísima Virgen María de la Caridad del cobre, nuestra Patrona.

Director Asociado de la Oficina de Ministerios Laicos, rzelada@headom.org.
Nota del autor: Gran parte de la información ofrecida en este artículo proviene de la extraordinaria investigación del Dr. Guillermo Fernández Toledo “Los precursores del patronazgo de la Virgen de la Caridad”, publicada en la revista Verdad y Esperanza (Unión Católica de Prensa de Cuba), segunda época, año 3, no. 3, 2011, p.30/33.
“Palmas Amigas” lo ha reproducido  de “La Voz Católica”, Arquidiócesis de Miami, agosto del 2014.
 

 

2 de septiembre de 2014

Y si vas al Cobre...

Y si vas al Cobre…
P. Jorge Catasús Fernández  

¿Qué verdadero cubano no ha escuchado y/o entonado la tonada más popular dedicada a nuestra Cachita?:
 
Y si vas al Cobre
quiero que me traigas
una Virgencita de la Caridad….


Se trata de un son que aparece registrado de la autoría de Noemí Matos y fechado en 1930. El destacado musicógrafo Lino Betancourt, sustentado en testimonio de primera mano, me ha afirmado que en realidad es una composición de Miguel Matamoros (Santiago de Cuba 1894-1971), quien la regaló a la Matos, amiga de Rafelito Cueto, uno de los integrantes del célebre Trío Matamoros.

Esta destacada agrupación realizó una primera grabación. En 1959 la regrabó en La Habana Miguel Matamoros y su Cuarteto Maisí, con la cantante Juana María Casas, La Mariposa. Esta hermosa versión aparece en el cassette Dulce embeleso (EGREM 1959) e incluye en su instrumentación un piano y una trompeta que le aportan una especial impronta.

Cuando tú vayas a Oriente
Mi legendaria región
Tierra que tiembla caliente
Cuna del sabroso son
Llégate al Puerto de Boniato
Mira la Loma de San Juan
Vete al Caney por un rato
Y prueba las frutas
Que allí dulce están.

Y si vas al Cobre
Quiero que me traigas
Una Virgencita
De la Caridad.
Yo no quiero flores
Yo no quiera estampas
Lo que quiero es Virgen
De la Caridad.

Y si vas allá
Donde está Cachita
Tráeme una estampita
Para mi mamá.

Y si vas allá
Donde mi negrita
Tráeme una estampita
De la Caridad.

Cuando pienso en mi morena
Que se llama Caridad
Rezo como un alma buena
Por toda la humanidad.
Virgencita, tú eres buena
Hazme un milagro de amor
Mira que muero de pena
Si tú no mitigas
A mi cruel dolor.

La versión original del Trío Matamoros no incluía los versos del estribillo: yo no quiero flores/ yo no quiero estampa/ lo que quiero es Virgen de la Caridad, pero incluía estas estrofas de improvisación:

Y si vas al Cobre
Tráeme una estampita
Que sea bendita
De la Caridad.

Y si vas a Oriente
Tráeme de allá
Algo reluciente
De la Caridad.

Y si vas al Cobre
Busca a mi negrita
Que es mi Virgencita
De la Caridad.

El texto se presenta como petición a un supuesto viajero que se desplaza a la legendaria región oriental, con una invitación a visitar pintorescos imprescindibles lugares de Santiago de Cuba y sus alrededores, entre ellos aquél donde está el Santuario de la querida Virgen de la Caridad: El Cobre.

El objeto de la petición se desplaza desde la misma Virgen a la estampita que la representa. Hacia el final se alza una sencilla pero sentida oración no sólo pidiendo por las necesidades personales y familiares, sino también por toda la humanidad.

Fragmento de un artículo publicado originalmente en  la revista católica cubana Verdad y Esperanza (Segunda Época. Año 2, No. 2. 2010) y reproducido en el blog Gaspar, El Lugareño por cortesía de sus editores.

Reproducido del Gaspar, El Lugareño
Enviado por María del Carmen Expósito.

El trio Matamoros en la version original:
 https://www.youtube.com/watch?v=SV7UcrwvUWc

1 de septiembre de 2014

En La Habana todos los santos son buenos

En La Habana
todos los santos son buenos

Iván García, Especial para Diario Las Américas

«Ni católico ni santero. Yo soy palero», dice con orgullo Marcelo, un negro gordo con una cofia de colorines en su cabeza y rodeado de huesos humanos, presto a iniciar una ceremonia. En Cuba, el inventario de religiones y santos es amplio. Y las logias y cultos se expanden. Todavía se habla en voz baja de ciertos poderes maléficos que se le imputa al culto afrocubano del Palo.

Búsqueda spiritual 

Son frecuentes los robos de osamentas humanas en los cementerios para practicar ofrendas. «Pero ninguna religión es mala en su esencia, es el hombre el que la desvirtúa», afirma Marcelo. La ausencia de fe [¿?], el agobio de las penurias materiales y el futuro entre signos de interrogación ha llevado a muchos cubanos a aferrarse a una creencia. Cualquiera que sea.

La gente ha regresado a los templos católicos. Pero también a la santería y otras denominaciones religiosas aumentan sus devotos. Ana, ingeniera, para llenar su vacío espiritual, se enroló en una rama del evangelio predicado por brasileños.

Todas las semanas se reúnen en una casa al sur de La Habana y se especializan en el evangelio y nuevas concepciones terapéuticas. «Crecí en una sociedad atea. Fui miembro del partido comunista y hace doce años pedí la baja. Sentía que me faltaba algo espiritual. Con la práctica del evangelio me siento plena como ser humano», dice.

Es difícil caminar por las calles de la capital y no tropezarse con una persona haciendo proselitismo religioso. «La religión católica, apostólica y romana, está en un vía crucis. La pederastia de algunos cleros y la corrupción la han condenado a muerte. Usted está a tiempo de salvar su alma», augura un predicador de la secta Testigo de Jehová. Para muchos capitalinos, sobre todo los más jóvenes, las prédicas o tesis filosóficas de ciertas religiones suenan a desvaríos de lunáticos.

 Entre ritos y ceremonias 

«En una orden religiosa en Arroyo Naranjo, el municipio donde vivo, hacen cosas muy extrañas. Preconizan el fin del mundo y suelen aislarse por un tiempo en su sede. Hace unos años, unos evangélicos estuvieron varios meses encerrados en un templo de la calle Infanta. Solo creo en Yemayá, orisha que me garantiza prosperidad y salud», acota un estudiante universitario.

Una persona residente en El Cotorro, en las afueras de la ciudad, menciona un lugar satánico que entre música y gritos, los devotos se desnudan. «Aquello da miedo. A veces, cuando entran en trance, se ponen violentos. Como cuando William Munny se tomaba un trago y bajaba al pueblo a causar destrozos».

En una encuesta informal entre una docena de vecinos de la barriada habanera de La Víbora, todos dijeron que preferían la santería. «Es verdad que muchos inescrupulosos han convertido a la religión afrocubana en un negocio, pero es la que más seguidores tiene, al menos en La Habana», señala un vecino que es taxista particular.

La cantidad de niños, jóvenes y adultos, de los dos sexos y de cualquier raza, vestidos de blanco por las calles habaneras es notoria. Hacerse santo cuesta entre mil y 3 mil dólares o más. A los extranjeros les cuesta aún más caro. Los elevados precios no han impedido el auge de la santería.

Otras instituciones mutualistas en alza son la masonería y el ñañiguismo. «En particular entre la juventud. Es cierto que la secta abakuá se ha desvirtuado por la presencia de marginales y delincuentes peligrosos, igual que en algunas logias, pero la mayoría de quienes practican esos cultos intentan ser personas correctas», dice Alfonso, abakuá desde hace 58 años.

El catolicismo

El sincretismo religioso en Cuba es proverbial. A pesar de que muchos nunca acuden a misas católicas, los templos se desbordan el 24 de diciembre, día de Nochebuena, para asistir a la Misa del Gallo o el 6 de enero, Día de los Reyes Magos.

Si el 17 de diciembre usted acude al santuario de San Lázaro, por una angosta carretera de poco más de un kilómetro, observará a miles de peregrinos que arrastran grandes piedras, pagando así sus promesas al santo de los menesterosos.

Los debates académicos promovidos por la Iglesia católica a puertas abiertas en el Arzobispado de La Habana, apenas tiene seguidores entre los cubanos de a pie. La dura rutina diaria los hace decantarse por creencias más mundanas.

Palabras poderosas 

Ahora mismo, la gente te mira como un bicho raro cuando le preguntas sobre las palabras del Nuncio Apostólico en Cuba, arzobispo Bruno Masaró, quien en una misa en la localidad italiana de Vignacastrisi, se refirió a «las condiciones de absoluta pobreza y degradación humana y derechos civiles en la que vive el pueblo cubano, víctima de una dictadura socialista que les mantiene subyugados por 56 años». Y añadió que «para esta gente, la única esperanza de una vida mejor es escapar de la isla». Como era de esperar, los medios oficiales pasaron por alto esas declaraciones, las más fuertes dichas en público por un representante del Vaticano en Cuba.

Entre los doce vecinos de La Víbora encuestados, ninguno sabía de la entrevista que recientemente una emisora radial de Matanzas le hiciera al Cardenal Jaime Ortega, oriundo de esa provincia. Aunque ciertas posiciones católicas han sido muy criticadas por la disidencia cubana, para el habanero que desayuna café sin leche, Dios, en cualquiera de sus variantes teológicas y los santos que lo custodian, siempre serán buenos.

Reproducido de Diario de Las Américas, Miami.

30 de agosto de 2014

María Teresa Mora Iturralde, la reina del ajedrez cubano

Maria Teresa Mora Iturralde,
la reina del ajedrez cubano

Marlene María Pérez Mateo
 
Escuché hablar no pocas veces  sobre la doctora María Teresa, la campeona de ajedrez cubana. Se decía que había jugado con Capablanca, que era médico, que vivía en La Habana ya anciana, que estaba jubilada, que..,que..que.. En fin no certezas sobre esta persona perdida en la noche de los tiempos. Nunca supe de alguna referencia oficial a su persona o a su capacidad profesional y/o ajedrecística.

Maria Teresa Mora Iturralde  nació en La Habana un 15 de octubre de 1902. Nació con la República. Común historia compartió con muchos de los grandes del juego ciencia, fue una niña prodigio. Enseñada por su propio padre, era capaz de ganarle con solo unos pocos años de vida. Estudió el Bachillerato en Ciencias y Letras, Música y Pedagogía. Con solo 11 años participó en un torneo organizado por el Club de Ajedrez de La Habana obteniendo el primer lugar. Conquistó el  título Nacional de Ajedrez de Cuba  en 1920 y se mantuvo invicta en dicha posición por  22 años, hecho este todavía no igualado. Tal hecho ocurrió en la “Copa Dewars”, y todos los participantes a excepción de ella eran hombres. Edward Everet periodista deportivo acreditado en el evento dio cuenta de la hazaña. Con un conteo de 3 victorias, 1 derrota y 3 tablas; la cubanita coronó su triunfo.
 
En Moscú, 1950, derrotó en una de sus partidas a la entonces campeona mundial Elizabetha Bikova. El entonces presidente de la Federación Internacional de Ajedrez le otorgó la categoría de Maestra Internacional, siendo la primer mujer latinoamericana con tal distinción.

En 1921 María Teresa tocaba brillantemente el violín y la mandolin; ofreció un concierto a sus seguidores en 1921.

José Raúl  Capablanca sintió gran admiración por ella y fue la única persona que el Maestro aceptó como su discípula. La preparación de dichas clases fue una de las pocas veces que se vio al Maestro consultando libros debido a la complejidad de las mismas. El respeto hacia su discípula era especial y pidió su admisión en el Torneo de Londres de 1922 como parte de la nómina oficial de jugadores. La alumna derrotó a su profesor en 2 ocasiones e hizo una tabla en partidas de simultáneas. La “vox populis” puso en boca de la triunfadora la frase «¡Ay, que pena, como le he ganado!»

María Teresa murió en su ciudad natal el 3 de octubre de 1980.

En 1917 José González Boyolo, periodista cubano especializado en el juego ciencia, publicó en el American Chess Bulletin su trabajo bajo el titulo: “En La Habana hay otro prodigio.” En el afirma tomando como referencia a la vieja ciudad  «...no contenta con haber dado a José Raúl Capablanca al mundo, La Habana llama su atención a otro prodigio del ajedrez en la persona de la niña María Teresa Mora…» 

Marlene María Pérez Mateo
Mayo 22, 2014

Imagen de Ntra. Sra. de la Caridad del Cobre entronizada en los jardines del Vaticano.


 
ROMA, 28 Ago. 14 / 08:14 pm (ACI/EWTN Noticias) - El pasado jueves 28 de agosto fue entronizada una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en los Jardines del Vaticano. Esta imagen es una réplica en bronce de la que existía en una pequeña capilla en el área de la Bahía de Nipe, en Cuba.  Dicha capilla fue destruida durante los primeros años de la revolución castrista y la imagen de la virgen fue encontrada providencialmente años después entre unos matorrales.  Hoy se encuentra en el hostal de peregrinos anexo al Santuario del Cobre.

La réplica de la margen fue llevada a Roma por los obispos cubanos con motivo de la visita ad limina que hicieron en mayo de 2008 al entonce Papa Benedicto. La imagen es pequeña y de bronce fundido, sostiene en su mano izquierda una cruz, en la derecha al niño Jesús, y en su manto lleva grabados los escudos de las diócesis de la isla.

La entronización fue presentada por el Cardenal Bertone y en la ceremonia participaron varios obispos cubanos, junto al presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos en Cuba (COCC)  Arzobispo de Santiago de Cuba Mons. Dionisio García Ibáñez; el Presidente de la Gobernación del Estado Vaticano, Cardenal Giuseppe Bertello y el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, nuevo Arzobispo de Valencia y actual Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.  

Piloto para una guerra imaginaria

Piloto para la guerra imaginaria
LA HABANA, Cuba - CUBANET-  Yudelmis López Díaz tiene el privilegio de acariciar las nubres. Lo hace sentada en el helicóptero de combate que aprendió a pilotar en el Instituto Técnico Militar (ITM), José Martí de La Habana. Después de intensos esfuerzos la joven de 23 años de edad pudo cumplir su deseo en contra de todos los pronósticos.
 
Es la primera mujer cubana que ocupa la responsabilidad de jefa de nave. Tal vez sueñe estar presente en algún escenario bélico donde probar la eficacia de los misiles y protagonizar una de esas acrobacias aéreas en medio del fuego enemigo. Le enseñaron que los marines norteamericanos siguen al acecho y que hay que estar alertas para cuando decidan desembarcar por varios puntos de la costa norte de la Isla.

El tono de la propaganda no ha disminuido, sin embargo si de invasiones se trata, hay que limitarse a hablar de ciclones y virus provenientes de la vecindad tercermundista. Las únicas guerras son en las pantallas de los televisores, bien las de tiro real en el Medio Oriente y Ucrania, o las de balas salvas que se facturan en Hollywood.
 
En el inventario de pistoletazos que ocurren en el territorio nacional, más allá de los que acontecen en las periódicas maniobras del ejército, están los que se reportan en los barrios marginales donde el narcotráfico ha hecho metástasis o en los señoríos de algún jerarca de primer nivel, civil o militar, a causa de un incidente pasional.

Yudelmis deberá acostumbrase a apoyar desde las alturas, fumigaciones contra el mosquito transmisor del dengue, las plagas que afectan los cultivos o en la extinción de incendios forestales, entre otras actividades sin nada que ver con el arte de la guerra. De esa manera podrá aniquilar, sin tantos riesgos, a una parte de los verdaderos enemigos de la patria.

El margen para una desgracia estaría por errores en el pilotaje o por eventualidades climáticas, nunca por un cohete tierra-aire. Si en realidad busca poner a prueba su habilidad en el manejo de las armas, pues se quedará con las ganas. A Cuba no va a venir ningún soldado de la U.S Army. Lo más probable es que un futuro cercano, entren por el aeropuerto internacional José Martí o en yates de gran calado, un regimiento de empresarios estadounidenses con sus billeteras apuntando a la arruinada economía nacional

Del lugar que se esperan los cazabombarderos y las brigadas de desembarco fluyen, sin pausas, los recursos que mantienen al país a flote. Las remesas de los cubanos que residen en el país sobre el cual la jerarquía comunista descarga sus odios, han evitado el colapso de la economía. Solo los envíos de petróleo desde Venezuela superan en orden de importancia el dinero proveniente de los bolsillos de quienes optaron por abandonar el paraíso que Yudelmis se apresta a defender desde la cabina de un MI-17.

Lo más factible es que tenga que cambiar de trabajo en los próximos años. Dejar su periplo por las nubes y poner los pies sobre la tierra. En el capitalismo que se construye disimuladamente no hay tiempo para seguir fantaseando con adversarios virtuales ni otras tonterías que han provocado la dilapidación del patrimonio nacional.

Oración del V Centenario

Oración del V Centenario
 
Dios, Padre nuestro,
te alabamos y bendecimos,
porque nos concedes la gracia de celebrar
el V centenario del nacimiento
de Santa Teresa de Jesús.

Señor Jesucristo, «amigo verdadero»,
ayúdanos  a crecer en tu amistad,
para que, como Teresa, hija  de la Iglesia,
demos testimonio de tu alegría ante el mundo,
atentos a las necesidades de la Humanidad.

Espíritu Santo,
ayúdanos a avanzar,
«con limpia conciencia y humildad»
en el camino de la vida interior,
cimentados en la Verdad,
con renovado desprendimiento,
y amor fraterno incondicional.
Como Teresa de Jesús,
maestra de espiritualidad,
enséñanos a orar de todo corazón:
«Vuestra soy, Señor, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?»
Amén.

28 de agosto de 2014

Virgen de la Caridad, poema de José Martí

Virgen de la Caridad

José Martí

Madre mía de mi vida y de mi alma,
dulce flor encendida,
resplandeciente y amorosa gasa
que mi espíritu abriga.

Serena el escozor que siento airado,
que tortura mi vida.
¡Qué tirano
atormenta el alma mía!

¡Se rebela, maldice,
no quiere que yo viva
mientras la Patria amada
encadenada gima!

Un gran dolor la sigue
como al hombre la sombra fugitiva,
y los dos me acompañan
junto con la fatiga. 

Mata en mí la zozobra
y entre las nubes de mi alma, brilla…
¡El peregrino muera!
¡Que la Patria no gima!

Ilustración:
Virgen de la Caridad, óleo de Cundo Bermúdez.