5 de agosto de 2014

20 años del Maleconazo




20 años del “Maleconazo”


Iliana LaVastida, Diario Las Américas

Iván Camejo Picón tenía 22 años el 5 de agosto de 1994 cuando el Malecón habanero se convirtió en un hervidero de gente que de repente perdió el miedo.  Vivía en Guanabacoa, pero los días de descanso los pasaba en casa de una amiga en la calle Industria. Por eso la revuelta que pasó a la historia como el Maleconazo lo sorprendió en los alrededores de la avenida  que bordea el litoral habanero.


“Desde el 4 de agosto comenzó el rumor de que un barco griego anclado en la bahía de la Habana, recogería gente para sacarla de Cuba. Por eso muchos se acercaron al Malecón”, recordó Camejo en entrevista con Diario Las Américas.  “La Policía trató de dispersarlos, pero al día siguiente la cantidad creció, los oficiales se dieron cuenta de que no podían contener al grupo, comenzaron a atacar a la gente y ahí rompió la protesta”.

“Se ha dicho que cuando Fidel Castro apareció allí, los mismos que estaban gritando ¡Libertad!, comenzaron a aplaudirlo y eso no es cierto”, aseguró. “Lo que pasa es que él llegó rodeado de su aparato de seguridad y habían infiltrado entre los manifestantes a trabajadores de la construcción [integrantes del contingente Blas Roca] que dieron golpes y rompieron vidrieras. Pero era fácil diferenciarlos porque estaban vestidos y llevaban gorras puestas. Los que se lanzaron a protestar andaban en short y camisetas e incluso muchos iban descalzos”.

A la vuelta de 20 años Camejo rememora la fecha que cambió su vida para siempre “con una mezcla de sentimientos encontrados”. “Porque yo fui uno de los que tomó la decisión de lanzarse al mar en una balsa hecha con gomas de tractor y un tanque metálico de 55 galones y sobreviví. Pero además de los 32.000 que llegaron a la base de Guantánamo, al menos 15.000 perdieron la vida ahogados en el mar o comidos por los tiburones”, apuntó.

El entrevistado, residente de Miami, que nunca más ha vuelto a Cuba y está estrechamente vinculado a la disidencia interna de la isla, asegura que además de la cifra oficial informada [37.000 personas que emigraron a través de ese éxodo], “hay que recordar que en el censo realizado después de 1994, a la población cubana le faltaban 50.000 personas”.

“Aunque se ha dicho que murieron ahogados unos 15.000, a cada uno de los que llegamos con vida a la base se nos murió un amigo o un familiar en el intento”. “La balsa en lo que yo viajaba por ejemplo, rescató a un muchacho que en la travesía perdió a toda su familia. Durante los 4 días que estuvimos en el mar, hasta que nos rescató el buque madre, vimos muchas personas ahogadas, hasta la mitad de un cuerpo. El barco estadounidense que rescataba a los náufragos, según los iba recogiendo, hundía las balsas, las embarcaciones de fabricación cacera en el mar, parecían automóviles en una autopista”.

Aunque desde el propio 5 de agosto en un discurso improvisado en los sucesos del Malecón, Fidel Castro anticipó que “no le seguiría cuidando las fronteras al imperialismo”, e inmediatamente después los cubanos comenzaron a lanzarse al mar, el llamado éxodo de los balseros de 1994 no fue autorizado por el Gobierno cubano hasta el 12 agosto después del intento de secuestro a de un tanquero.

El 19 de agosto, el entonces presidente Bill Clinton anuncia que los balseros rescatados en el mar serían enviados a la base naval de Guantánamo en el oriente de Cuba. El 9 de septiembre ambos países firman un acuerdo migratorio a través del cual EEUU otorgaría cada año 20.000 visas a cubanos.

El 13 de septiembre de 1994 Fidel Castro levante el permiso a las salidas ilegales. El 2 de mayo se añaden medidas al acuerdo migratorio que establecen la repatriación de todos los viajeros interceptados en el mar. A partir de ese acuerdo, en mayo de 1995, la fiscal general de EEUU, Janet Reno anunció que los cubanos refugiados en la base que no tuvieran antecedentes penales serían recibidos en territorio estadounidense. A finales de enero de 1996 con la salida de los últimos cubanos de Guantánamo, se cerró una de las más grandes crisis migratorias vividas bajo el régimen de Fidel Castro.

20 años después

Para Iván Camejo Picón, cada aniversario de la aventura que le abrió el camino a ser una persona libre, además del sentimiento de gratitud hacia EEUU también conlleva una profunda “sensación de tristeza”. “Porque me separé de mi familia, mi madre, mi abuela, mis hijos. Por los 15.000 que se ahogaron. Porque no nos quedó otra opción de irnos y perderlo todo. Me hubiera gustado criar a mis hijos, nos fuimos porque prácticamente nos botaron de nuestro país”.

Reproducido del Diario Las Américas, Miami.

4 de agosto de 2014

Los programas de USAID en Cuba



¿Quién está detrás de los reportes a AP
sobre los programas de USAID en Cuba?

Por Mauricio Claver-Carone*

Esta mañana, la agencia Associated Press (AP) lanzó el tercer capítulo   de su colaboración con el ex analista de la CIA y ex empleado del Senado, Fulton Armstrong, sobre la manera de desprestigiar a los programas de democracia en Cuba de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID).

Los programas de democracia de USAID en todo el mundo, ya sea en Irán, Siria, Bielorrusia o Cuba, tienen como objetivo fomentar y apoyar la sociedad civil independiente en sociedades cerradas.

Estados Unidos nunca debe pedir disculpas por ayudar a las víctimas de las dictaduras brutales alrededor del mundo. Por el contrario, es emblemático de los mejores momentos de nuestra nación en el siglo XX, a partir de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría.

Sin embargo, por alguna razón, en el caso de Cuba, el apoyo a la sociedad civil independiente ha disgustado mucho a Armstrong, y ahora a AP. En cambio, está   abogó para que Estados Unidos colaborara con el régimen de Castro y (absurdamente) le diera autoridad discrecional sobre los programas de la USAID sobre Cuba.

Con Ana Belén Montes

Armstrong tiene una larga historia de trabajar internamente contra la política de Estados Unidos hacia Cuba. Durante su tiempo en la CIA, Armstrong fue autor, junto con su ex colega en la Agencia de Inteligencia de Defensa, Ana Belén Montes, de un informe muy citado de 1998, que argumentó que Cuba ya no representaba una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Irónicamente, sólo tres años más tarde (en el 2001), Montes fue identificada como una espía cubana, detenida y condenada, y ahora está cumpliendo una setencia de 25 años en una prisión federal.

Como miembro del personal de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Armstrong se opuso fervientemente a cualquier proyecto que promoviera la libertad para el pueblo cubano, ya fuese a través de los programas de democracia de la USAID, Radio y TV Martí, o una simple resolución del Senado para pedir la liberación de los presos políticos. Lo que al régimen de Castro le disgusta, lo mismo ocurre con Fulton Armstrong.

Su estrategia (y ahora de la AP) en el caso de los programas de democracia de la USAID es simple: utilizar pequeños hechos y regurgitar los términos “encubierta”, “cambio de régimen” y “soberanía” una y otra vez.

El primer capítulo de la colaboración AP-Armstrong intentó retratar al contratista estadounidense (y rehén del régimen de Castro) Alan Gross como una especie de “super-espía” que pasó de contrabando los sistemas de comunicación altamente sofisticados en Cuba. (Después de todo, si Alan Gross es un “espía”, entonces podría ser intercambiado por otros espías. ¿De acuerdo?)

Denunciando el Zunzuneo

Por supuesto, el hecho es que Alan Gross fue a Cuba para ayudar a la comunidad judía a tener acceso sin restricciones a la internet. Nada más y nada menos. Por otra parte, había declarado toda la tecnología que llevaba con él a la Aduana General de Cuba.

El segundo capítulo de la colaboración AP-Armstrong intentó retratar a un popular programa diseñado para proporcionar a los cubanos el acceso no detectado a una plataforma de medios sociales al estilo de Twitter (“Zunzuneo”) como un complot para derrocar al régimen de Castro.

El hecho es que el programa de Twitter cubano (“Zunzuneo”) simplemente trató de proporcionar a los cubanos programas similares como lo hacen en otras sociedades cerradas, con acceso a una plataforma de medios sociales que les permitieran intercambiar todo tipo de contenido sin censura.

El capítulo de hoy de la colaboración AP-Armstrong afirma que la USAID envió jóvenes latinoamericanos para reclutar jóvenes cubanos con el propósito de derrocar al régimen de Castro.

Jóvenes insatisfechos

También buscaba resaltar un reciente punto favorito (de la propaganda) de que los jóvenes cubanos pueden estar insatisfechos y marginados para hablar, pero que están a favor de Castro. Con ese fin, la AP envió a su propia periodista en Cuba, con vínculos conocidos con el régimen, a “encontrar” a uno de los jóvenes cubanos que fue “manipulado” por los extranjeros.

El hecho es que el programa de la USAID simplemente buscó apoyar los diferentes proyectos sociales y campañas de activistas jóvenes en Cuba, independientes del régimen de Castro. En este caso, el apoyo fue proporcionado por sus pares latinoamericanos.

Téngase en cuenta que cada capítulo de esta colaboración ha sido escrito por el mismo equipo de reporteros de AP y todos ellos se apoyan en información que data de 2009-2011, cuando Armstrong se encontraba todavía en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

Tal vez en su próximo capítulo, el AP puede investigar cómo recuperar la objetividad en la presentación de reportes sobre Cuba.

*Director ejecutivo de Cuba Democracy Advocates y editor del sitio digital Capitol Hill Cubans,  Este artículo se publica en CaféFuerte con el consentimiento expreso de su autor.

Reproducido de cafeFuerte.com

Encarnación Aróstegui, la primera fotógrafa cubana




Encarnación Arostegui,
la primera fotógrafa cubana
 
Marlene María Pérez Mateo

El 3 de enero de 1841 llegó a Cuba la técnica fotográfica del daguerrotipo, siendo el segundo  país en el mundo en tenerlo, después de Inglaterra, y el primero de América Latina. La técnica había sido patentada  ese mismo año por su inventor William Henry Talbot.

Encarnación Arostegui (Aristegui), natural de Bilbao, y nacionalizada cubana, con su esposo el fotógrafo y pintor gallego Pedro Arias en 1853 establecieron su estudio fotográfico con la mencionada técnica en La Habana, mas concretamente en la Calle O'Reilly 60 entre Villegas y Berganza, cerca de la Puerta de Monserrat.

Ambos habían paseado su arte por Galicia y el País Vasco retratando paisajes fundamentalmente.  Arias enseñó a su esposa y a su hijo Vicente y adicionó a su magisterio la habilidad comercial y mercantil. El  potencial  económico de la Isla de Cuba les animó a emigrar y establecerse en ella.

El estudio de Arostegui y Arias prestaba servicios de retratos, álbumes, retratos de cadáveres y publicaciones.  Se anunciaban en el Diario de la Marina, La Gaceta de La Habana, guías de negocios, directorios y anuarios de la época.

Encarnación se convierte así en la primera fotógrafa cubana. A la cual le asiste la primicia de su profesión además del dominio de iluminación y el cuidado del detalle en la fotografía.
Marlene María Pérez Mateo