30 de julio de 2014

V Centenario de Santa Teresa de Jesús de Ávila




Ávila celebrará 15 de octubre el inicio
del V Centenario del Nacimiento
de santa Teresa de Jesús

MADRID, 29 Jul. 14 / 04:20 am (ACI).- El próximo 15 de octubre se iniciarán las actividades de celebración del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús con una Misa multitudinaria en Ávila a la que está previsto que asistan unas 6.000 personas.

Las personas con discapacidad y los abulenses recibirán invitaciones de las parroquias de todas las provincias a partir del 1 de septiembre y tendrán prioridad en el evento. Será la única eucaristía que podrá celebrarse en la capital durante la mañana de ese día y una vez concluida se iniciará la procesión con la imagen de la santa por las calles de su ciudad natal. Ante la gran afluencia de personas prevista se colocará una pantalla gigante en otro punto de la ciudad para que todo el que lo desee pueda seguir la celebración de la Misa.

La Eucaristía comenzará a las 11 horas y a ella asistirá un representante de la Conferencia Episcopal Española que aún está por concretar. En el caso de que este representante fuera un obispo sería el encargado de presidir la misa. En caso contrario, el encargado de hacerlo sería el obispo de Ávila, Mons. Jesús García Burillo.

El altar de la misa de inauguración de las actividades del Centenario se ubicará delante de la Puerta del Alcázar de acceso a la Muralla en la ciudad de Ávila ya que es la imagen más representativa de la ciudad. Junto a él se colocarán tanto la imagen de la Santa como la de la Virgen de la Caridad.

Con esta eucaristía se iniciará también el Año Jubilar que se ha concedido a todas las diócesis españolas. A continuación se celebrará la tradicional procesión que según está previsto partirá de la plaza de Santa Teresa y cuyo recorrido final está aún por definir. Si las condiciones meteorológicas son adversas la eucaristía se celebraría en la Catedral de El Salvador.

29 de julio de 2014

La cubanía: peculiar calidad de una cultura

La cubanía:
peculiar calidad de una cultura

Mauricio Vicent

Hagamos caso de los sabios, y entre los que más al etnólogo Fernando Ortiz (1881-1969) y al poeta Gastón Baquero (1914-1997):  la cubanidad o cubanía no se define por la tierra cubana donde se nació ni por la ciudadanía política que se goza (o se sufre), menos aún por el concepto de raza, ya que no existe una raza cubana.

La cubanía, dice Ortiz, “es principalmente la peculiar calidad de una cultura, la de Cuba”, y esta viene determinada por numerosos factores, entre los principales la mezcla.  Cuba es liga, reunión, confluencia de raíces…  Y también desarraigo, provisionalidad, refundación constante.

Los primeros en llegar, los indios precolombinos, viajaron en canoa desde tierras continentales del Amazonas y Yucatán y de otras islas del Caribe.  Mucho después, los españoles y otros europeos (ingleses, franceses huidos de la revolución haitiana, corsarios holandeses) vinieron cargados de ambiciones y trajeron consigo al Nuevo Mundo negros esclavos de Angola, el Congo, Guinea y hasta de los puertos de Zanzíbar y Mozambique.

Había yorubas, mandingas, bantúes, carabalíes, tan distintos entre ellos como un austriaco de un andaluz, y cada uno con sus propias costumbres y religiones animistas.  A mediados del siglo XIX, algunas cantidades de culíes chinos procedentes de Cantón, Macao y Taiwán arribaron con su mundo propio y su pasión por los juegos de azar.

Las cuatro grandes razas se concentraron en esta pequeña isla del Caribe ablandada por el sol del trópico y batida por los huracanes, y esta poderosa mixtura se realizó en poco más de cuatro siglos, “nada” para la historia, recuerda Baquero.

En un ensayo clásico (Los factores humanos de la cubanidad), Fernando Ortiz comparó la cultura cubana y su formación con el ajiaco, el guiso criollo más genuino, “hecho de varias especies de legumbres” y  “de trozos de carmes diversas, todo lo cual se cocina con agua en hervor hasta producirse un caldo grueso y suculento y se sazona con el cubanísimo ají que le da el nombre”.  A lo largo de medio milenio, Cuba fue una cazuela abierta y en su interior se trabó una salsa muy sedimentada y con abundante aderezo.

Siboneyes,  Guanahacabibes, y sobre todo Taínos, dejaron alimentos y ciertas voces –incluida la palabra Cuba-, además del tabaco y su humo hechicero para comunicarse con los dioses.

España llegó y de golpe impuso 3.000 años de civilización, y con la vela, el hierro, la pólvora, la imprenta, las plantaciones, el capital y la moneda aparecieron la primera guitarra y la universidad, además del látigo.  En los barcos negreros viajó todo el dolor imaginable del destierro, pero también leyendas y orishas que al ser prohibidos se sincretizaron con los santos católicos.  Changó, divinidad dueña del trueno, se transmutó en Santa Bárbara, y la madre de las aguas Yemayá, se escondió en la Virgen de Regla.

El tambor y la guitarra se acoplaron fácilmente y enseguida el mestizaje se impuso en todos los órdenes de la vida, siendo la música, el baile y el choteo espacios francos para negros, jabaos, mulatos y blanconazos.  Asia aportó la charada china, una lotería que sigue jugándose hoy de modo clandestino en toda la Isla y en la que cada número equivale a una imagen y esta suele asociarse a un  sueño.  Uno es caballo.  Tres, marinero.  Ocho, muerto y 23, vapor (o escalera), y así hasta llegar al número 100, que es inodoro, pero también Dios y automóvil.

Dice Gastón Baquero que “los encadenamientos de la charada son totalmente poéticos”.  Si a una vieja habanera le cuentan un sueño en el que aparece “una que no es monja, pero vive siempre dentro de su casa”, a lo mejor le tira al siete, caracol, con el siguiente argumento:  “¿Ha visto usted nadie que esté más encerrado que un caracol y sin estar en un convento?”.  Este tipo de conclusiones, sostiene Baquero, “nos conducen mecánicamente a un poema de Eliot”

Esa “capacidad magnificadora” del cubano, junto a la mezcla, es otra característica principal de la cultura de Cuba.  Wifredo Lam era hijo de chino y de negra, y con sus pinceles arrastró al surrealismo toda aquella herencia y un mundo de sueños y máscaras poblado de seres sobrenaturales, a la vez humanos, animales y vegetales.  El óleo más famoso de Carlos Enríquez no es otro que El rapto de las mulatas, y de Cuba es José Martí, uno de los más grandes pensadores de América, muerto en combate contra las tropas españolas en 1895.

Sin España y el hervor del mestizaje no puede entenderse a José Lezama Lima, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante o Nicolás Guillén, songoro cosongo de mamey, sorongo la negra baila bien,  Súmense contradanzas y danzones, Ignacio Cervantes y Ernesto Lecuona, el mambo, el chachachá, el jazz afrocubano de Frank Emllio y el son del trío Matamoros y de Compay Segundo.

Decía Dulce María Loynaz (1902-1997) Premio Cervantes 1992, que en su país la política pasa y la cultura permanece (bueno, sus palabras textuales eran un poco más crudas: “Yo he vivido esta revolución como un paréntesis”, declaró tras recibir el galardón, con 90 años).

***Mauricio Vicent es un periodista español que ha vivido varios años en La Habana.  En la versión impresa de Cuadernos de Pozos Dulces (1994-2012) publicó tres artículos.  

Remitido por Gudelia Creus

La actual persecución a los cristianos

La persecución a los cristianos
avergüenza, enseña e interpela

Editorial Ecclesia

 Con presencia cristiana casi de sus albores, la actitud del islamismo radical ha obligado, en pleno siglo XXI, en plena civilización de los derechos humanos, a un vergonzoso y forzado éxodo, en buena medida silenciado por los poderes mediáticos y políticos. Las casas de los cristianos fueron previamente marcadas con un signo, como aconteciera en la trágica época de la persecución nazi a los judíos. Nuestros hermanos cristianos, diezmados y preteridos, han sido obligados a dejar sus viviendas, sus pertenencias y sus raíces, en medio de un atropello,  que tanto se aproxima al genocidio y al delito de lesa humanidad.

En el corazón de África, el grupo terrorista Boko Haram, una de las franquicias de Al Qaeda, prosigue, impune, con sus asesinatos, secuestros, extorsiones, conversiones forzadas y atentados. Y tampoco pasa nada. Y tampoco se moviliza en la medida de lo necesario la comunidad internacional.

No hay día que desde Pakistán, Afganistán, Siria, Egipto y hasta Líbano o alguno de los países del sudeste asiático más sometidos al islamismo o al comunismo, no nos lleguen noticias de nuevas y gravísimas conculcaciones de los derechos más elementales de los cristianos. Y aquí sigue sin pasar nada.

No creemos exagerar, ni contribuir a crear ningún clima de alarmismo o victimismo. Lamentablemente, lo que contamos no es ninguna novela o película, ni ninguna pesadilla onírica. Es una realidad dolorosa y vergonzosa, que no nos hemos de cansar de denunciar. Es una realidad que, a su vez, nos enseña e interpela.

El Papa Francisco, conocedor de esta situación de primera mano desde la atalaya de su misión y responsabilidad, lo señalaba claramente en la homilía de su misa en Santa Marta del lunes 30 de junio, memoria litúrgica de los protomártires romanos del siglo primero.“Hoy en día –afirmó- hay tantos mártires en la Iglesia, muchos cristianos son perseguidos. Pensemos en el Medio Oriente, los cristianos que deben huir de las persecuciones, los cristianos asesinados por sus perseguidores. También los cristianos expulsados de manera elegante, con guantes blancos: esta también es una persecución. Hoy en día hay más testigos, más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos. Y en esta misa, recordando a nuestros gloriosos antepasados, aquí en Roma, también pensamos en nuestros hermanos y hermanas que viven perseguidos, que sufren y que con su sangre hacen crecer la semilla de tantas pequeñas Iglesias que nacen. Oramos por ellos y también por nosotros”.

Sí, la tragedia de los cristianos perseguidos de ayer y de hoy –sobre todo, ya de hoy- es una lección para todos nosotros, para la entera comunidad cristiana y para la toda la sociedad. Por ello,  el encuentro del Papa  el jueves 24 de julio (ver página 45) con Mariam, la cristiana sudanesa perseguida, encarcelada y final y felizmente liberada, es un acontecimiento emblemático y extraordinario, una lección, una catequesis. Como lo son las palabras de Francisco a Mariam y a su familia: “Gracias por el testimonio cristiano, gracias por la perseverancia en la fe, gracias por el ejemplo que nos ha dado a todos".

Y es que aquí viene la segunda parte de nuestra reflexión, el sacar bienes de este inmenso mal e injusticia que es la persecución de los cristianos. Los cristianos perseguidos, claro, que nos enseñan y estimulan; claro que su ejemplo nos interpela. ¿Cómo responderíamos nosotros, en España, sin ir más lejos, si nos viéramos sometidos a circunstancias como las de Mosul o las vividas por Miriam y su familia o las que todavía vive, desde 2009, en un oscura e inicua prisión, Asia Bibi en Pakistán y tantos y tantos otros hermanos cristianos anónimos?

¿Somos conscientes en España y en Occidente del inmenso tesoro de la fe y de su vivencia y profesión en coherencia y hasta en las más adversas condiciones? ¿Cómo no dejarnos evangelizar por estos hermanos nuestros y aprender de ellos a ser fieles al don de la fe y a su testimonio público y privado? Muchos de nuestros silencios a la hora de condenar y de actuar contra la persecución de los cristianos ¿no tendrá alguna relación con que, en el fondo, no valoramos su testimonio porque no acabamos de valorar suficientemente la grandeza incalculable de la fe?

revistaecclesia.com

27 de julio de 2014

Granada, poema de Federico García Lorca



Granada
Federico García Lorca
 
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.

Las que van delante, garzas,
la que va detrás, paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la umbría
el surtidor y la rosa?

¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores redondas?

Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus bueyes
y el Dauro a sus mariposas.

La noche viene cargada
con sus colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.

¿Quién serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

Nazarenos




La vigesimoquinta letra del alfabeto árabe, “nun”, la “N” del alfabeto latino, está conociendo una difusión viral en las redes sociales, en particular en Facebook, desde la decisión de los yihadistas en Irak de utilizarla como símbolo para estigmatizar las iglesias y casas de cristianos. La iniciativa del Estado Islámico (EI) recuerda la de los nazis en los años 30, cuando marcaban con la estrella de David los escaparates de los negocios judíos en Alemania.

Muchos internautas de todo el mundo están incluyendo ahora la letra “N” en sus páginas de Facebook para mostrar su solidaridad con el sufrimiento de los cristianos en Irak. Al incluir el signo quieren afirmar "Yo también soy nazareno".
Reproucido de abc.es

26 de julio de 2014

El asalto al Cuartel Moncada

El Asalto al Cuartel Moncada,
Mi verdad

Raquel Porro Hidalgo

El asalto perpetrado al Cuartel Moncada, y en especial a su sala Militar el 26 de julio de 1952, es un trágico acontecimiento con una dimensión histórica particular, acorde con la experiencia de vida de cada uno de nosotros, los cubanos exiliados de nuestra querida y muy maltratada Patria.

Para mí, Raquel Porro Hidalgo, hija del capitán médico Mario Porro Varela, en ese momento director de la sala de enfermos, hombre justo y trabajador, cirujano ejemplar, que dedicó su vida a aliviar y salvar muchas vidas con su carrera, éste acontecimiento alcanza una dimensión extraordinaria y, aunque me resulte muy doloroso retrotraerme a dicho tiempo, considero un deber a estas alturas de mi vida (71 años) dar a conocer mi verdad y sacarla a la luz, contando los hechos tal y como los viví, de modo que su nombre, tantas veces mancillado y difamado sea justamente valorado, y su actuación como director sea comprendida en toda su extensión.

Durante un carnaval en Santiago de Cuba, aprovechando el gentío y la confusión, disfrazados con uniformes militares, el día 26 de julio de 1952, a las 4 de la mañana, los conspiradores de Castro intentaron tomar el cuartel Moncada. Iban capitaneados por Gustavo Arcos Bergnes. Asesinaron a traición a los dos guardias de la entrada penetrando así adentro del recinto del cuartel. Luego viéndose perdidos y sin escapatoria penetraron en el Hospital Militar. Allí fueron apuñalando a traición a 40 hombres dormidos en sus camas. Se trataba de enfermos que dormían plácidamente, oficiales casi todos. Los castristas asaltantes metieron los cuerpos debajo de las camas, metiéndose dentro, fingiendo que dormían.

Varios castristas siguieron el asalto hasta llegar a la habitación del médico director, Capitán Mario Porro Varela, que ya alerta, se defendió valientemente y el grupo asaltante terminó en prisión. Batista, aún presidente de Cuba, no quiso publicar el número de sus víctimas, y así comenzó una cruel represalia en la que se desangraron más de 200 estudiantes universitarios de los que seguían a Fidel en sus huelgas y otras algarabías.

A Castro le encontraron en un bohío campesino, a varios kilómetros de la masacre, llorando y pataleando en el suelo. Fue a prisión hasta que Mirta Díaz Balart, su primera mujer, y por intercesión del obispo de Santiago de Cuba, monseñor Pérez Serantes, logró el exilio.

Al capitán Mario Porro Varela se le ordenó que le pusiera arsénico en una fabada asturiana que Fidel pidió cuando estaba preso. Y fue famosa entre los militares y médicos que le conocieron, la negativa del capitán: «Yo hice el juramento de Hipócrates cuando me gradué de médico para dar vida. Me niego a cumplir esa orden».

Yo, su hija, oyendo rumores equívocos en la Universidad de La Habana, adonde también conocí a Fidel Castro, supliqué al jefe de la Aviación Militar que se me permitiera dar una sorpresa a mi padre el día de Reyes (6 de enero de 1954). Concedida mi petición, viajé en avión de tropas hasta dicho lugar. Escuché este relato de boca de una enfermera que mi padre me puso de acompañante durante  mi estancia en el cuartel Moncada. Así supe que también murieron en el asalto varios médicos, enfermeras y otros empleados.

Se me alojó en la habitación donde nació el hijo de Fidel con Mirta Díaz Balart. Tuve pesadillas de lo impresionante que me resultó observar los huecos de las balas aún en las paredes, y de conocer ésta impresionante historia. Mi padre murió el 20 de agosto de 1954 de tétanos, contraído de uno de sus enfermos. Así se salvó del río de sangre que hizo correr Castro cuando tomó el poder. En esa venganza asesina murieron cientos de militares, no todos culpables de crímenes de guerra. A mí, entonces cónsul de Cuba en Madrid, se me caía la cara de vergüenza de la salvajada que ya comenzaba a ocurrir en mi país.

Recogido en la Web en 2003

Día de los Abuelos


25 de julio de 2014

Romance del Camino de Santiago


 

ROMANCE
DEL CAMINO  DE  SANTIAGO

 
Camina que te camina,
caminito de Santiago,
con las botas bien atadas
y el morral bien abastado,
hacia Galicia camina,
sueño a sueño, paso a paso,
el eterno caminante
del camino más andado.

Camina que te camina,
caminito de Santiago,
apenas quiebran albores
las piquetas de los gallos,
allá viene el peregrino
por desiertos y poblados,
pidiendo a Dios cada día
el perdón de los pecados,
con el pensamiento puesto
en alcanzar el milagro
de llegar a Compostela,
entrar y abrazar  al Santo
y admirar la maravilla
de lugar tan admirado.

Camina que te camina,
caminito de Santiago,
ya quedan atrás los muros
de la Abadía de Samos,
ya se adivinan, al fondo,
las torres del templo santo,
ya el camino empieza a ser
todo un sueño realizado,
ya la emoción se dispara
en tierno y gozoso llanto
para dar gracias a Dios
por privilegio tan alto
de haber conseguido hacer
el Camino de Santiago.

Ahora reza el peregrino
al pie del apóstol santo,
ahora una lluvia incesante
castiga los campanarios,
ahora un murmullo de rezos
llena todos los espacios
y ahora va a llegar, por fin,
el momento del abrazo.

Francisco Vaquerizo

Señor Santiago...



Señor Santiago…

Como tú, también yo de vez en cuando
me encuentro arreglando las redes
de mi vida a las orillas de mi existencia.
¿Arreglando…o desarreglando?
¡No lo sé!
 
Sólo sé que, de cuando en vez,
siento una voz que me dice:
¿Qué haces? ¿Por qué te afanas tanto?
¿Cuánto has pescado hoy?
¿Qué has hecho hoy con tu vida?
Miro hacia arriba y, así como tú viste algo,
no siempre yo veo nada claro.
 
Me falta tu impetuosidad
y me sobra cobardía para, 
mirando hacia delante,
saber que hay un Señor 
que una y otra vez me dice:
¡Ven y sígueme! Pero ¿sabes?
Siempre respondo lo mismo:
 
¿A dónde seguirte? ¿Para qué? 
¿Por qué yo?
Y es que, Señor Santiago,
siempre pienso que eso de 
“ven y sígueme”
es para la gente cualificada
para las personas solitarias
para aquellos que son 
un poco especiales.
Y en el fondo, bien lo sabe Dios,
es miedo a mostrarme como lo que soy.
 
Digo ser cristiano, 
y me cuesta demostrarlo.
Presumo de ser bautizado,
 y a duras penas me mantengo.
Pretendo seguir a Cristo y, 
a cualquier distracción,
Prefiero quedarme parado 
en cualquier esquina.
¡Si, Señor Santiago!
 
Hoy, permíteme que te dé las gracias 
por tu gran regalo.
Por poner, en nuestra tierra, 
la primer piedra
de ese gran edificio espiritual 
de Jesús de Nazaret.
Déjame darte las gracias por tu valentía,
incluso por haber creído 
de tal manera en Cristo
que te permitiste el lujo 
de pedir un puesto privilegiado
al lado del Padre Dios.
 
Déjame, en esta tu fiesta,
sonrojarme ante la grandeza de tu fe
en comparación con la débil mía:
tú, fiel hasta dar la vida por Cristo,
yo, fiel siempre y cuando 
no me exijan tanto.
 
Déjame, Señor Santiago,
darte las gracias por habernos dejado
tu encuentro con la Virgen María.
Ella, como hace tantos siglos,
sigue estando presente y ayudando
a todo aquel, a todos aquellos
que se ponen en camino
para llevar la Buena Noticia
por todos los rincones del mundo.
¡Gracias! ¡Gracias, Señor Santiago!

Javier Leoz