6 de mayo de 2014

Vas a acordarte de mi, poema de Félix Pagés



Vas a acordarte de mi ...

Félix Pagés


Vas acordarte de mi cuando llegue el invierno
y se cubra de nieve el verde de tu huerto...
cuando tus pesares te parezcan eternos,
cuando te parezca que todo se ha muerto

Vas a acordarte de mi cuando el agua del rio
ya no quiera mas reflejar tu rostro...
y vas a acordarte de los besos míos
cuando estés en los brazos del otro.

Vas a acordarte de mi... yo estoy en tu destino...
ya tu vida sin mi... nunca te será igual
ni en los parques, ni por los caminos,
ni cuando nos amamos en aquel trigal.

Vas a acordarte de mi cuando cruces el puente
que siempre cruzábamos en el atardecer
mirando como el río llevaba en su corriente
los pétalos de rosas que dejabas caer.

Vas a acordarte de mi, verás con desatino
como tu misma puerta te cerró el umbral...
y de aquella copa en que los dos bebimos
y que con tus besos falsos manchaste el cristal.

Vas a acordarte de mi... un día de repente...
cuando llame a tu puerta alguien que te siguió,
y aunque todos los hombres somos diferentes
por alguna razón... pensarás que fui yo.

Recaditos de la RAE



 Recaditos de la RAE

****  Brasil y su gentilicio -  Esta es la única grafía válida en español del nombre de este país de América; no debe usarse la forma inglesa Brazil. El gentilicio recomendado y mayoritario en todo el ámbito hispánico es brasileño.  Esta forma alterna en algunos países de América con brasilero, adaptación del gentilicio en portugués brasileiro. Es impropio usar carioca como gentilicio de Brasil.  

  **** En español, a diferencia de otras lenguas, los gentilicios se escriben con minúscula inicial: mexicano, brasileño, español, cubano.

5 de mayo de 2014

El Llanto del Papa




El Llanto del Papa

por José Moreno Losada



Hace tiempo que me interpela el hecho de bautizar, a la vez que me alegra y me renueva. Me provoca desde el contexto actual en el que vivimos -claramente pagano-, donde la fe no es un bien preciado y conlleva sus dificultades. Puede apreciarse este detalle en la gran masa de bautizados paganos, es decir, personas que no llegaron nunca a poner en activo su cristianismo; hombres y mujeres que, al fin y al cabo, no han conocido realmente a Jesús. Otros se han ido alejando del camino casi sin darse cuenta, pero ya están demasiado lejos como para avistar ni uno solo de sus pasos.



Ayer lloraba el Papa Francisco, y aunque éstas no eran las dificultades que le hacían sollozar al mismísimo obispo de Roma, las lágrimas estaban provocadas por testimonios como éstos de los últimos días en Siria:



“Si quieren ejemplos, en Maaloula crucificaron a dos jóvenes porque no quisieron decir la shahada (fe musulmana). Les dijeron: ‘Entonces quieren morir como su amo en el que creen. Tienen una opción: recitan la shahada o serán crucificados’. Y les crucificaron. Hubo uno que fue crucificado delante de su padre. Incluso mataron a su padre. Esto ocurrió por ejemplo en Abra, en la zona industrial en las afueras de Damasco”.



“En cuanto entraron en la ciudad, comenzaron a matar a hombres, mujeres y niños. Y, después de la masacre, se llevaron las cabezas y jugaron al fútbol con ellas. En cuanto a las mujeres, les sacaron a sus bebés y los ataron a los árboles con sus cordones umbilicales. Afortunadamente, la esperanza y la vida es más fuerte que la muerte”.



En nuestra sociedad, el problema no es que nos crucifiquen por ser cristianos, es, más bien, casi lo contrario: la indiferencia indolora, individualista, consumista y placentera crucifica la fe y nos lleva a la acedia humana y a la mediocridad reflexiva, ahogando la vida del Espíritu que nos da el Bautismo. Cuando eso ocurre, entonces la sal se vuelve sosa –como dice el Evangelio- y sólo sirve para tirarla fuera, para que la pise la gente; así, la fe queda desvirtuada y la propia Iglesia pierde su sentido más auténtico, que es ser transmisora de la vida de la fe. Y esto vale, como dice el propio Papa, para él, para los cardenales, para la curia vaticana, para los obispos, para los sacerdotes, para los religiosos y para el último monaguillo o bautizado.



Por eso, como sacerdote, me compromete a mí administrar el Bautismo, me hace preguntarme si de verdad asumo ministerialmente el compromiso de ayudar a Isabel –a quien bautizamos ayer-  a crecer como creyente en su vida, de propiciarle una comunidad de fe en la que pueda alimentarse y experimentar al Dios de la vida y su palabra, conocer internamente a Jesucristo para amarle y seguirle con la alegría del Evangelio. Me hace mirar mi propio Bautismo y su espiritualidad para descubrir si estoy en la búsqueda de ser fiel a aquél que fue crucificado por mí, si estoy dispuesto yo a llevar la cruz de la autenticidad y de la originalidad, aunque me cueste. Me interrogo si vivo y deseo vivir en las claves del Evangelio en medio de esta realidad, o hasta qué punto confieso la fe de un “dios mamón”, a la medida de los baales, acomodado a lo fácil, a lo seguro, a la riqueza… a todo ese mundo que sólo viste lo cristiano como marca y que no es de origen ni auténtica.



Por eso ayer, al bautizar a Isabel, lo hice con el corazón puesto en los crucificados de Siria donde el Evangelio me está pidiendo, con ternura y misericordia, que vuelva al amor primero de encuentro y seguimiento de Jesucristo. Hoy, al compás de esa melodía que ansío hacerla mía hasta el fin de mis días, quiero renovar mi bautismo al celebrar el suyo, quiero sentirme lavado, perdonado, liberado, animado para ser más cristiano y más auténtico. Quiero ser compañero de Isabel, en el camino para sentir a Dios con su inocencia y su ternura, recibir su mirada y su sonrisa como la caricia de Dios, que me perdona y me dice:



¡Ánimo, no temas, soy yo! Estoy contigo y con Isabel, me fío de vosotros y os daré mi espíritu a raudales para que llevéis el Evangelio de la vida. Os ayudaré para que no tengáis miedo al que pueda crucificar vuestros cuerpos, porque nada podrá hacer a vuestros espíritus de vida y esperanza. Mirad a Siria, a los crucificados de hoy, no lo utilicéis como razón para el enfado y la violencia, ni siquiera para victimaros como cristianos en el mundo y exigir respeto; miradlo, más bien, como una llamada para salir de la mediocridad, un grito para creer que es posible ser fieles con radicalidad en medio del mundo, que se puede vivir el Evangelio y que no os va a faltar el Espíritu de Cristo si os abrís y lo buscáis dentro de vosotros.



Y ahora, Señor, me silencio ante ti para acoger tu palabra. Deseo entrar de nuevo en mi propio Bautismo, volver a su originalidad, sus aguas puras y vivas, su vestidura blanca, su luz deslumbrante, su crisma de pertenencia, su cruz de identidad, su nombre de santidad, su óleo de fuerza y sus exorcismos para poder salir de la inercia de la tibieza que nos puede quitar la alegría y la esperanza. Ayúdanos Señor, a volver a Ti como único absoluto y a desligarnos de todos nuestros endiosamientos que nos impiden nacer de nuevo. Sólo Tú eres nuestro Señor y nuestra vida, ¡sólo Tú! Sin miedo, enraizado a cada lágrima del Papa, hoy miro al cielo para gritar: ¡mártires cristianos, crucificados en Siria, rogad por nosotros!



José Moreno Losada es sacerdote en Badajoz, España  

4 de mayo de 2014

Historia de la Baraja


Historia de la Baraja



La palabra baraja quiere decir riña, pelea y viene de barajar, que significaba pelearse. Por su parte Naipe viene del catalán naíp, y este quizá del árabe ma'íb, censurable.

        Hay diferencias de opiniones sobre si los naipes se originaron en la India o si se usaron primero en China o Egipto, aunque la opinión mayoritaria es que habrían sido creadas en el siglo XII, en China.  

     Lo mas probable es que los naipes llegasen a Europa desde Oriente, introducidos por los árabes a través de sus territorios en España, aunque también se dice que fueron traídos por los cruzados.   

     La primera versión puede apoyarse en que la baraja mas antigua sea la llamada española, y que los palos de la baraja árabe eran monedas, copas, cimitarras (especie de sables usados por turcos y persas) y bastones, que evolucionarían después a oros, copas, espadas y bastos.

     Al parecer, el Consell de Cent (Cataluña), prohibió los juegos de cartas en 1310  en Barcelona,  siendo esta la mención mas antigua del juego de naipes en Europa, y que prueba que ya llevaba años existiendo para que se llegara a la prohibición.

       También en otras partes de España eran conocidos los naipes, pues los estatutos de la Orden de Caballería de la Banda, fundada por don Alfonso XI de Castilla en 1331, prohibían a los caballeros jugar a los naipes. Igual prohibición dictó don Juan I de Castilla en 1387.  

       Del reino de Aragón los naipes pudieron pasar a Italia a partir de la conquista de Sicilia por Pedro III de Aragón (1282). Efectivamente, los italianos dicen haberlos conocido ya en 1299 y, si como creen algunos, los naipes dieron ocasión al grabado sobre madera, también a los italianos debería atribuirse esta invención, pero lo más seguro es que, si vinieron de Oriente, también vino con ellos el modo de impresión.

    En Francia, en 1337,  en las constituciones de la Abadía de San Víctor en Marsella   se menciona prohibiéndolo a los frailes un juego que llaman “páginas” que podría referirse a los naipes.  En agosto de 1381, el hijo de un mercader de Marsella a punto de embarcar para Alejandría promete abstenerse de los juegos de azar, entre los que nombra la baraja.  

       El padre jesuita Menéstrier (1631-1705), en un artículo publicado en 1702 en el “Journal del Trévoux”,  expone que las primeras cartas francesas   se fabricaron en España en 1392 para entretenimiento del rey Carlos VI, aquejado de ataques de “melancolía”.  

          Un decreto del Senado de Venecia de 1441  prohibiendo la introducción de naipes en la Señoría indica que su fabricación, después de haber sido floreciente, se hallaba en decadencia por las importaciones de barajas extranjeras. 
    Los naipes del siglo XV que se conservan en Venecia y otras ciudades son más grandes que los de hoy y de un cartón grueso parecido al papel de algodón de los antiguos manuscritos.   Las figuras resaltan sobre campo de oro y son: tres reyes, dos mujeres y dos sotas, una de ellas a caballo. Cada figura lleva un bastón, una espada o una moneda.  

         En algunos naipes antiguos se pintaban mujeres en lugar de hombres sobre los caballos. En algunas zonas de Andalucía, los ases estaban representados en forma de muchachos desnudos. Una nueva teoría es que los ases de ciertas barajas están directamente inspirados en las monedas romanas llamadas Aces.

          Si bien es muy discutible, parece que la primera baraja distinta de la española fue la baraja alemana,  con cuatro palos –campanas, hojas, corazones y bellotas-, con  diez números y tres figuras. Con el tiempo perdió los números 2 al 5, ambos inclusive, quedando una baraja de treinta y seis cartas.

       Tal como la alemana, la baraja francesa sustituye los números de las figuras por letras, R (roi), D (dame) y V (valet), soslayando así el maleficio del número trece y, también como la alemana y la española más moderna, deja reducidas las figuras a tres. Sus palos son picas, corazones, tréboles y diamantes.

   La inglesa deriva de la francesa, cambiando los nombres de las figuras, J (jack), Q (queen) y K (king) y también del as (A).



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3 de mayo de 2014

La Cruz de Caravaca






La Cruz de Caravaca

La Cruz de Caravaca es, según la tradición, una reliquia de la Cruz en la que Jesucristo fue crucificado y que encontró la emperatriz santa Elena.   Se conserva en un relicario con forma de cruz patriarcal de doble brazo horizontal  en la Basílica del Real alcázar de la Vera Cruz en Caravaca de la Cruz (Región de Murcia).    

     Según la leyenda, la Cruz –originalmente perteneciente al primer patriarca de Jerusalén tras la conquista de la ciudad a los musulmanes– fue milagrosamente llevada al castillo-santuario de Caravaca por dos ángeles, los cuales también forman parte de la imaginería que compone la cruz.  

      Corrían los primeros años del siglo XIII.  La taifa de Murcia  extendía su poder por gran parte de Al-Andalus y como llegase a Caravaca una partida de cautivos cristianos, el gobernador almohade Abu Zeit pidió al clérigo Ginés Pérez de Chirinos, que venía entre ellos, una demostración de la liturgia cristiana. Cuando el clérigo iba a comenzar la misa se dio cuenta de la ausencia de una cruz. Entonces, dos ángeles entraron en la sala a través de la ventana, portando la Vera Cruz de Caravaca. Los musulmanes reaccionaron ante el milagro mediante su conversión al cristianismo.

    Once años después de la aparición de la Cruz, el reino murciano pasó al vasallaje del rey castellano Fernando III el Santo (1243-1244). La Cruz sirvió de bandera y talismán contra ulteriores ataques musulmanes. Con ello, Caravaca se consolidaría como bastión de la frontera hispano-árabe. Durante la invasión napoleónica, la Cruz permaneció oculta por miedo a la rapiña que caracterizó a las tropas francesas.

     La Cruz fue objeto de un robo sacrílego en 1934. Los ladrones sólo hurtaron la sagrada astilla, dejando abierto el relicario cruciforme. Jamás se descubrió la autoría del hecho. Tras la Guerra Civil Española, el papa Pío XII concedió a Caravaca un nuevo Lignum crucis. Era el año de 1945. La ciudad celebró con grandes fiestas el restablecimiento de la reliquia.

    La ciudad de Caravaca de la Cruz celebra las fiestas en honor a la Vera Cruz de Caravaca del 1 al 5 de mayo, reproduciendo con actos, procesiones y desfiles de Moros y Cristianos, el pasado medieval y religioso de la ciudad.