22 de abril de 2014

Porqué rezamos el "Regina Caeli" y no el Angelus en el Tiempo Pascual





¿Por qué rezamos el Regina Caeli

y no el Angelus

en el Tiempo Pascual?

LIMA, 21 Abr. 14 / 08:28 pm (ACI/EWTN Noticias).- Durante el tiempo pascual, la Iglesia Universal se une en la oración del Regina Coeli o Reina del Cielo por la alegría, junto a la Madre de Dios, por la resurrección de su Hijo Jesucristo, hecho que marca el misterio más grande de la fe católica. 



El rezo de la antífona de Regina Coeli fue establecida por el Papa Benedicto XIV en 1742 y reemplaza durante el tiempo pascual, desde la celebración de la resurrección hasta el día de Pentecostés, al rezo del Ángelus cuya meditación se centra en el misterio de la Encarnación.



De la misma manera que el Ángelus, el Regina Coeli se reza tres veces al día, al amanecer, al mediodía y al atardecer como una manera de consagrar su día a Dios y la Virgen María.



No se conoce el autor de esta composición litúrgica que se remonta al siglo XII y era repetido por los Frailes menores Franciscanos después de las completas en la primera mitad del siguiente siglo popularizándola y extendiéndose por todo el mundo cristiano.



La oración:

G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.

T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.

T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.

T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.



Oremos:

Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (tres veces)


Las cubanas y los cubanos



LAS CUBANAS Y LOS CUBANOS

Por Leonardo Padura‎  


Las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1979 o 1980 ya tenemos más de 50 años.

En más de treinta años de trabajo hemos pasado por dos rectificaciones de errores, un perfeccionamiento empresarial y ahora por el reordenamiento laboral.


Las cubanas y los cubanos que comenzamos a trabajar en 1980, aun compartimos la vivienda con nuestros padres, incluso con nuestros hermanos y sus hijos, o con mucha suerte tenemos un apartamento que compartimos con nuestros hijos y sus esposas y los hijos de nuestros hijos.


Las cubanas y los cubanos que nos convertimos en trabajadores en 1980, somos ahora destacados científicos, prestigiosos profesores, experimentados obreros, condecorados militares, campeones olímpicos, artistas de fama mundial, veteranos de guerras a miles de kilómetros de nuestras costas, pero no desembarcamos en el Granma ni estuvimos en La Sierra.


Con esa carencia, nuestro papel ha estado bien claro: trabajar duro, demostrar lo aprendido y agradecer a la Revolución y a sus dirigentes.


Las cubanas y los cubanos que comenzamos la vida laboral en 1980,crecimos y envejecimos, guiados por la misma generación, una generación que enfrentó responsabilidades y retos que van más allá de nuestra imaginación con menos edad que la que ahora tenemos nosotros, y que aprendió y ganó experiencia ensayando en nuestro pellejo por el método de prueba y error.

En 1980, había pasado Playa Girón, la Lucha contra Bandidos, la Ofensiva Revolucionaria, la Zafra de los Diez Millones, la ayuda a los movimientos guerrilleros en América Latina y la Guerra de Viet Nam.


Las cubanas y los cubanos que en 1980 nos estrenábamos como trabajadores, nos habíamos espantado con la explosión de La Coubre, habíamos cantado "Pionero soy" y el himno de la URSS, en ruso, en el patio de la escuela.


Habíamos llenado bolsitas de tierra en el Cordón de La Habana, protestado frente a la embajada de Suiza por el secuestro de los 11 pescadores, cortado caña en las frías llanuras de Camagüey y tratado de convertir, más de una vez, el revés en victoria. Pero éramos demasiado jóvenes, nos tocaba trabajar duro, demostrar lo aprendido y agradecer a la Revolución y a sus dirigentes. Nosotros, no habíamos desembarcado en el Granma ni estuvimos en La Sierra Maestra.


Las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980, alguna vez fuimos niños que comimos fritas en el puesto de Pancho, tomamos batidos en el quiosquito de Manolín o llevamos a arreglar nuestros "colegiales" al viejo remendón de la esquina, con sus espejuelos sujetos con un cordón de zapatos, su busto de Martí en la repisa y su buen trato y mejor servicio.


Fuimos alguna vez, niños que llamamos señorita a la maestra, señor al vecino de enfrente y señora a la mamá de nuestro mejor amiguito, pero ello no nos contaminó con las pestilentes miasmas imperialistas, ni nos salieron pústulas en la piel.

Las cubanas y los cubanos que integramos las plantillas en 1980, cantamos "Somos comunistas palante y palante" contagiados con la euforia de los mayores. Asistimos a la inauguración de Coppelia, vimos el Salón de Mayo en La Rampa, escuchamos por primera vez al Grupo de experimentación sonora del ICAIC, no entendimos nada de la Primavera de Praga, y nos grabamos con letras de fuego Hasta la victoria siempre. Aunque, no habíamos desembarcado en el Granma ni estado en La Sierra.


Las cubanas y los cubanos que empezamos a trabajar en el 80, teníamos 30 años cuando Carlos Varela proponía probar habilidad con la ballesta y estuvimos de acuerdo, pero una edición dominical de Juventud Rebelde nos recordó que "los niños hablan cuando la gallina mea". Se nos olvidaba que no desembarcamos en el Granma ni estuvimos en La Sierra, lo que teníamos que hacer era trabajar duro, demostrar lo aprendido y agradecer a la Revolución y a sus dirigentes.

Cuando al campo socialista europeo le sucedió lo único que le podía suceder al campo socialista europeo, las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980 teníamos más de 30 años o casi y estábamos listos para reaccionar, y sabíamos que la única salida no era la "opción cero", pero no estábamos políticamente maduros, nos faltaba la experiencia del Granma y de La Sierra. Nuestra misión seguía siendo trabajar duro, demostrar lo aprendido y agradecer a la Revolución y a sus dirigentes.


Las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980 (o cerca) ya tenemos 50 años y más de 50 también, y hemos vivido lo suficiente para ver al administrador estatal del "quiosquito" que fue de Manolín, hacerse indecentemente rico, como nunca hubiera podido ser Manolín.


Hemos visto llenarse los campos de marabú mientras los noticieros nos enseñan postales idílicas de la abundancia.


Hemos obtenido una amplia cultura de las desgracias del universo, sin podernos enterar de lo que pasa en nuestro propio municipio.


Hemos visto a Hanoi levantarse de las cenizas de la guerra mientras La Habana se cae a pedazos sin necesidad de un bombardeo masivo.

Hemos visto como se convierte el guajiro en una especie en peligro de extinción como las vacas o la caña de azúcar, y como el cine convierte a nuestro padre en el personaje ridículo del filme, con su vieja boina verde olivo y sus consignas machaconas en el raído pullover.


Los nietos de las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980, tienen ahora maestros que escriben Habana sin "H" y campiña con "n" y que declaran sin pudor no saber donde nació Antonio Maceo, porque eso no es materia de su grado.


Las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980, hemos visto proliferar pícaros y farsantes de toda laya en todos los niveles y hacer de la consigna un método y de la apariencia un culto: "Tenemos la mayor micropresa del mundo".

Por eso las cubanas y los cubanos que tenemos 50 años, recibimos regaños en la televisión a través de un anónimo calvito que nos sermonea con fondo musical de La Guantanamera.

Cargamos con el sambenito de las malas decisiones, los caprichos y la megalomanía, y la prensa nos pide ser austeros, comprensivos y desde luego, seguir trabajando duro, demostrar lo aprendido y agradecer a la Revolución y a sus dirigentes.

A las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980, nos toca desde luego, rescatar los albañiles perdidos, los maestros perdidos, la eficiencia perdida, el quiosquito perdido, incluso el respeto al prójimo también perdido cuando la palabra "compañero" igualó al trabajador y al vago, al adulto y al niño, al genio y al bruto, y sembró en la mente de mucha gente la cómoda fórmula de que todos merecemos lo mismo y no que todos tenemos iguales oportunidades.


Y otra vez se nos recuerda que nos toca seguir trabajando duro, demostrar lo aprendido y confiar en la Revolución y en sus dirigentes, porque nosotros no desembarcamos en el Granma ni estuvimos en La Sierra.

Las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980, ahora somos viejos pero somos de "mala raza" porque no hemos sabido asimilar las enseñanzas recibidas, hemos engavetado los buenos consejos y no hemos dado un solo líder, además de la propensión que tenemos todos a la corrupción y al delito.
El país necesita de "los jóvenes menores de 40", se requiere, al menos en teoría, de la sangre fresca, pero a nuestra generación, con sesenta años y un poco más y con unos cuantos años de trabajo todavía por delante, nos tocará seguir trabajando duro, demostrar lo aprendido y agradecer a la Revolución y a sus dirigentes.

Las cubanas y los cubanos que comenzamos nuestra vida laboral en 1980 somos ahora niños viejos, que necesitan una vez más ser regañados y aleccionados por las mismas personas que desde hace más de medio siglo nos regañan y aleccionan, porque hay que tener en cuenta que nosotros no desembarcamos en el Granma ni estuvimos en la Sierra Maestra.


Remitido por Chela Sanz

La Historia en ruinas: Guanabacoa




La Historia en ruinas: Guanabacoa

Por Camilo Ernesto Olivera

desde La Habana



Le decían 'Guanabacoa la Bella'.

Su centro histórico, cuyo valor patrimonial es excepcional,

se está cayendo a pedazos.



En el parque central de la Villa de La Asunción de Guanabacoa, una tarja colocada por la Comisión Nacional de Monumentos declara a la parte antigua del municipio como Monumento Nacional.



La realidad dista mucho de lo que anuncia esta tarja. El patrimonio arquitectónico de este pueblo, es uno de los peor conservados en el país. En su mayoría  está necesitado de una restauración urgente y profunda.



Un recorrido por las calles enmarcadas dentro del llamado Casco Histórico del poblado, deja como resultado una sensación de incertidumbre y tristeza.



En 2009, los jóvenes realizadores audiovisuales Hansel Leyva y Christian E. Torres, ambos vecinos de esta villa, realizaron un documental titulado Hogar, dulce hogar. En el reflejaron la triste realidad de una de las más añejas poblaciones cubanas, centrándose en el estado de decrepitud de una de las edificaciones más antiguas y valiosas del poblado, la llamada "Casa de las Cadenas".



Según la tradición oral, documentada por Elpidio de la Guardia en su Historia de Guanabacoa: "fueron resguardadas en ese lugar las imágenes religiosas de la aledaña Parroquial Mayor durante un fuerte temporal que destruyó al pueblo" en 1730. También se oficiaron allí las misas durante ese periodo. Como compensación, el dueño de la casa fue acreditado por el Rey Felipe V de España, para conceder derecho de asilo a fugitivos de la justicia.



Solamente otras dos edificaciones en todo el Imperio Español  tuvieron esta prerrogativa.



La Casa de Las Cadenas se ha sostenido en pie por más de 270 años. Sin embargo, el grado de deterioro en que se encuentra es avanzado. Los techos de madera y tejas del segundo nivel han ido colapsando por el accionar del clima y el abandono. Las raíces de arbustos y tunas atraviesan las paredes interiores a la intemperie. Las paredes exteriores están agrietadas. Varias familias residen todavía en la planta baja del inmueble.



Hace algún tiempo, las autoridades del Gobierno y Cultura municipal de Guanabacoa develaron una tarja en la casa natal de Ignacio Villa "Bola de Nieve". El gesto oficial, estuvo aderezado por  discursos para la ocasión y la presencia de la televisora local Canal Habana, que dio cobertura al evento. La tarja conmemoraba el centenario del natalicio de este notable músico cubano. La pared del portal donde la colocaron ni siquiera fue reparada o pintada.



Apenas unos días después, el techo de la sala y el recibidor de la vivienda, se vinieron abajo, junto a un tramo de uno de los dormitorios. Los inquilinos buscaron herramientas, arrancaron la tarja y se la entregaron a la dirección del Museo Municipal. "¿Para qué sirve una tarja conmemorativa, si la casa se está cayendo?", dijeron los ocupantes. Poco después parte de estos fueron evacuados hacia otra vivienda cercana, en espera de solución para el problema creado. En estos momentos la casa natal del célebre Bola de Nieve continúa deteriorándose.



Durante estos años, se han derrumbado y han sido desaparecidas, a golpe de mandarria y buldócer, las residencias de descanso de los Condes de Jaruco y de Barreto, respectivamente. La casa natal de Ernesto Lecuona fue demolida hace décadas para convertir el terreno que ocupaba en un parqueo.



La residencia Urzáis, una de las más grandes y hermosas edificaciones de la zona, aledaña a lo que desde 1962 es el Anfiteatro de Guanabacoa, fue abandonada a su suerte. Hasta inicios de la década de los ochenta, se ubicó allí un policlínico. Las autoridades de Salud Pública evacuaron el inmueble cuando no pudieron repararlo. A finales de la crítica década de los 90, solo quedaban en pie algunas paredes y además campeaban la maleza y la basura.



Otros sitios importantes como los otrora  Teatro Fausto y Casino Español "La Viña" permanecen malamente en pie. El teatro acoge en su antiguo recibidor a una peña de dominó. El resto del recinto ha sido almacén para acopio de productos agrícolas y refugio de familias. "La Viña" es un centro gastronómico. Esta era una edificación de dos pisos que fue derrumbándose quedando las paredes exteriores.



La llamada Fuente del Obispo, y los Baños de Santa Rita, están abandonados e invadidos por los matorrales y los desechos.



La hermosa Casa de Las Figuras, hoy sede de la funeraria municipal, se derrumbó. Fue sustituida por una edificación moderna. La misma suerte corrió el Hospital de Caridad, reconstruido con otro diseño y actualmente sede de un policlínico.



Los manantiales La Cotorra funcionaron bajo gestión estatal hasta inicios de 1992. Después, como consecuencia de la crisis, decayeron hasta llegar al calamitoso estado en que se encuentran hoy día. Hace un par de años el parque aledaño a las instalaciones administrativas fue medianamente restaurado. 

   

Las tradicionales casas construidas con madera, con una presencia arquitectónica notable en Guanabacoa, han ido desapareciendo como consecuencia de la falta de recursos y mantenimiento.



En estos momentos resulta difícil reconocer como un todo conservado el denominado centro histórico de Guanabacoa. Esta situación, contrasta con la de otros centros similares en otros lugares del país como Cienfuegos, Trinidad y  Camagüey.



Cada día un portón antiguo desaparece, una reja del periodo colonial es desmontada por el derrumbe. Un caserón vetusto en ruinas es convertido en una cuartería conformada por casas de ladrillos y placa.  



Guanabacoa se está muriendo, la memoria histórica que representa su capital inmobiliario se está viniendo abajo inexorablemente.


Reproducido de Diario de Cuba y remitido por Humberto Estrada.
Ilustración: casa en ruinas en la calle Maceo, Guanabacoa. (Foto: C.E.Olivera)