8 de abril de 2014

Bisnieta de Mussolini le dice a Maduro: "Usred ni sabe qué es el fascismo"




Bisnieta de Mussolini
le dice a Maduro:
“Usted no sabe qué es el fascismo”


La bisnieta del dictador italiano Benito Mussolini, Martina Mussolini, le dedicó una carta abierta al presidente Nicolás Maduro, para asegurarle que él “no sabe muy bien qué es realmente el fascismo, pero tampoco sabe qué es el comunismo”. Martina nació en Forli, Italia, pero pasó su adolescencia en Venezuela.  

Aquí la carta completa:

Mi nombre es Martina Mussolini y mi abuelo Vittorio era el hijo de Benito Mussolini, fundador del fascismo, término que últimamente usted nombra constantemente. He entendido perfectamente, por su manera de comportarse, que no sabe muy bien qué es realmente el fascismo, pero tampoco sabe qué es el comunismo; su oratoria populista sin raíz política, sólo oportunista y deseosa de poder, ha llevado a Venezuela al caos total.

Le escribo desde Italia, donde resido desde hace más de veinte años, pero sobre todo le escribo como venezolana por adopción, ya que aunque yo no haya nacido en Venezuela, sino en Forlì (N. de Italia), he tenido la suerte de transcurrir mi adolescencia en ese maravilloso país, y en este momento tan difícil mi corazón y mis sentimientos son hacia mis hermanos venezolanos. 

He tenido que dejar el País porqué allí no había futuro y siento mucho tener que repetirle a mis hijos que no los voy a llevar a conocer los lugares de mi juventud ya que es una Nación demasiado peligrosa, donde ya no hay respeto por la vida y los que deberían garantizar la justicia muy a menudo son los primeros que la traicionan.

El estadista que ha sido mi bisabuelo, Benito Mussolini, ha luchado, amado y sufrido por su pueblo y en el momento de su muerte, cuando fue colgado por los pies en Piazzale Loreto, ¡no salió ni una moneda de sus bolsillos! Usted indica como fascistas, impropiamente, a los estudiantes y ciudadanos que manifiestan pacíficamente por una Venezuela libre, segura y con un futuro.

Señor Presidente, aunque usted aplique una política de represión dictatorial que cada vez más le vuelve coautor de crímenes, ¿qué es el fascismo? Quitando la única trágica mancha de las leyes raciales, el fascismo realizó una Italia en cada rincón, creó una identidad nacional, dio escuelas y cultura, construyó fábricas y ciudades, aún con los pocos recursos naturales de Italia, unió a un pueblo. Cruzó el Mediterráneo llevando nuestra civilización y nuestra cultura en Libia, Eritrea y Somalia, construyó también en esos países carreteras y escuelas, contrariamente a las políticas coloniales de los otros países que se limitaron esencialmente a explotar. 

Se entendió que una guerra habría sido dañina y cuando se les pidió ayuda a las naciones democráticas como Francia e Inglaterra, con su negativa, nos lanzaron en los brazos de los alemanes, tuvimos que aceptar para defendernos; escuche los discursos de mi bisabuelo que nombraba a menudo a los alemanes y lo hacía con desprecio... “gente que ignoraba la escritura… en una época en la que Roma tenía a César, Virgilio y Augusto”.

Señor Presidente, dígame ¿qué es el fascismo que usted nombra en cada discurso? El fascismo es un movimiento político revolucionario que se propone la superación del Estado liberal-democrático y del Estado comunista con una “tercera vía”, indicando en esta la construcción de un estado ético-jerárquico fundado en la alternativa corporativa que, eliminando sea la explotación capitalista que la lucha de clases, para crear una Nación y, así, un Pueblo consciente de su propia misión.

Nació en 1919 alrededor de la figura de Benito Mussolini y derivó de lo que quedaba de la “izquierda interventista” después de las batallas de la Gran Guerra, se impuso en Italia mediante el escuadrismo que aniquiló el poder del partido socialista y gracias a un acto insurreccional, la marcha sobre Roma, 27-31 octubre 1922, permitió a su fundador ser designado Primer Ministro.

El fascismo, una vez en el poder, tuvo que renunciar a su aspiración republicana y revolucionaria construyendo un “régimen dualístico” donde las prerrogativas monárquicas convivieron por largo tiempo con las instituciones del fascismo de inspiración proletaria. Después de la caída de Mussolini (25 de Julio de 1943) y la consiguiente rendición sin condiciones del Reyno de Italia, el fascismo regresó al poder por corto tiempo durante el breve período de la República Social Italiana donde pudo volver a adquirir su enfoque republicano y dar comienzo a esa revolución social que desde siempre estaba entre sus mitos fundadores.

Señor Presidente, bien o mal, esta gente ha dejado una marca en la historia, páginas de gloria que citamos con orgullo y páginas de lágrimas que con fiereza del uno y del otro frente evocamos para no olvidar.

Señor Presidente, ¿sabe usted que sobre el fascismo y de su actuación se habla todavía hoy y justamente en la Comunidad Europea, mediante insignes economistas por el progreso y el desarrollo que este tipo de movimiento puede generar? Si se aplicaran los principios fundamentales del manifiesto de Verona, Europa estaría fuera de la crisis económica; si solo pensamos que el economista ingles M. Shanks, director de la Comisión Europea, que en su libro ” What is wrong with the modern world?” traducido: “¿Que hay de equivocado en el mundo moderno?” indica justamente el Estado Corporativo de Mussolini, frente a la persistente crisis del liberalismo y del marxismo, como único modelo para salir de las contraposiciones vigentes en la Democracia Parlamentaria, concluyendo con: “no hay alternativa, o el Estado Corporativo o el colapso del Estado”, esto hace reflexionar profundamente, ya que lo afirma un economista de fama mundial en un contexto actual de crisis global.

Déjeme decir que, a esos estudiantes que usted persigue injustamente, a esas mamás, a esas mujeres, a esos comerciantes, a esos trabajadores, a todo ese maravilloso pueblo que exprime libremente su sentimiento de vivir, como pueblo unido y compacto venezolano, no interesan las ideologías de derecha, izquierda o centro. ¡Tienen hambre! Están cansados de hacer colas interminables por un pedazo de pan, desean poderse curar en su país donde no hay medicinas, están aterrados por una criminalidad en continuo aumento y que no se ve obstaculizada por las fuerzas del orden. La mayoría de ellos no logra entender su propia condición de extrema pobreza aún viviendo en un país con enormes potencialidades económicas e ilimitados recursos naturales, cosa que Italia no tenía ni tiene.

Las masas oceánicas que invaden las calles venezolanas son solamente venezolanos llevados a la exasperación por un régimen no democrático, corrupto, que fomenta un odio social sin precedentes y que no respeta los derechos humanos; es un crimen, repito es un crimen seguir de guía de un país sin ninguna dirección solo por la codicia del poder.

Doy gracias a Dios cuando escucho a los opositores llamar “hermanos” a los chavistas, cuando veo niños entregar flores a los policías alineados frente a ellos y los muchos mensajes de solidaridad de la gente común de todo el mundo. Es en este momento que me pregunto dónde está la Comunidad Internacional para intervenir, para aliviar los sufrimientos de un pueblo, dónde están las Organizaciones Internacionales que garantizan la paz, el progreso, ¿dónde están?!! El que se cansa, pierde. No me cansaré nunca de dar mi apoyo por una Venezuela libre, unida y en paz.

Martina Mussolini-Cédula de identidad venezolana nro. 81.436.585.
TOMADO DE  venezuelaaldia.com
Reproducido de Nuevo Acción
Remitido por Joe Noda

7 de abril de 2014

La Poesía


Famoso sobre todo por sus narraciones legendarias tituladas Tradiciones peruanas, Ricardo Palma (1833-1919) fue también poeta. No llegó a considerarse más que un mediano versificador y se avergonzaba de los excesos románticos de sus libros juveniles. En sus libros de madurez, como Verbos y gerundios, usó del verso para exponer su pensamiento.



LA POESIA 


¿Es arte del demonio o brujería
Esto de escribir versos? – le decía,
No se si a Campomar o a Víctor Hugo
Un mozo de chirumen muy sin jugo.

Enséñame maestro, a hacer siquiera
Una oda chapucera.

“Es preciso no estar en sus cabales,
Para que un hombre aspire a ser poeta,
Pero en fin, es sencilla la receta.

Forme usted líneas de medidas iguales
Luego en fila las junta
Poniendo consonantes en la punta”.

-¿Y en el medio?- “¿en el medio?
¡Ese es el cuento!
 

Hay que poner talento”.

Remitido por Martha Pardiño

De pionero a joven comunista



De pionero
a joven comunista
  

Alejo3399, como siempre dibujando la realidad de Cuba con su especial manera de narrar. El Timbeke reproduce este post publicado en su blog. Las foto van por cuenta propia.


 Hoy es 4 de abril y en Cuba se celebra el Día de los Pioneros y de los militantes de la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas). Yo una vez fui las dos cosas, es decir, primero una y luego la otra, y acumulo recuerdos bastante dicotómicos de ambos “perteneceres”.

A los Pioneros se entra de forma automática cuando uno tiene que abandonar su educación para comenzar a ir a la escuela… No dan allí “carneses” de ningún tipo ni hacen reuniones periódicas, de modo que lo divertido del asunto consiste en ser niños (as)…, y relacionarte casi exclusivamente con un grupo humano de intereses y experiencias más o menos similares a las tuyas.

De mi etapa como pionero— entre 1991 a 1998—, conservo los tatuajes del famelismo del Período Especial. ¡Cómo olvidar las sopas de letricas y el arroz pre-cocido a la hora del almuerzo!: jugábamos a hallar las letricas necesarias para componer nuestros nombres… pero ni para eso alcanzaba la ración y había que hurgar en la sopa de los demás… 

El arroz lo hacíamos bolitas pegajosas y las lanzábamos de una mesa de bagazo a otra, buscando impactar en el pelo de las niñas, o en los cuadros de las paredes del comedor, que paradójicamente contenían mejores comidas que nuestras bandejas de aluminio. En mi escuela se cocinaba con leña, y todo tenía un sabor a humo que llegó a parecerme sabroso.

Las meriendas eran otro problema; no había de nada pero compartíamos los panes. A través la cerca del patio una señora gorda vendía durofríos de Toki (refresco instantáneo) que ni estaban duros ni estaban fríos porque hacía tremendo calor, pero lo importante era mover las mandíbulas. Algunos niños llegaron a fabricar “refresco de tiza”: polvo de tiza disuelto en agua… y le juro por mi madre que no exagero.

En pre-escolar, como había pocos juguetes, los niños hurtaban la plastilina “medio básico” de la escuela. La sacaban de gramo en gramo, escondida debajo de las uñas de las manos, hasta que al pasar de algunos meses ya uno podía sentirse dueño de una bolita de plastilina más o menos del tamaño de un garbanzo…Una vez pensé que cuando fuera grande y tuviera dinero iba a comprar una gran cantidad de plastilina. Eso no ha pasado: ya soy grande, pero ni tengo dinero ni venden plastilina en las tiendas…

También hacíamos barquitos de papel y picúas con las hojas de las libretas, compulsivamente. Inventábamos parodias y canciones, trabalenguas. Recolectábamos porquerías del suelo como cristales, botones, piedras brillantes, etiquetas de productos, chapas de botellas; y echábamos a fajar hormigas bibijaguas a la hora del recreo. Algunos fuimos exploradores: aprendimos a hacer fogatas, a dormir en hamacas, y a comer verdolagas con sal o plátanos burros asados bajo las cenizas del carbón.

Pero el plato fuerte de mi mundo pioneril era “dar cuero”: las listas y escalas de guapería no se basaban allí en empujones o piñazos, sino en la capacidad expresiva que tuviera cada cual para “berrear” (poner bravo o hacer llorar) a otro niño. Algo cruel: no había reglas, se podía hablar de defectos físicos, de enfermedades, de la familia, todo se valía…todo menos apartarte del duelo con los ojos aguados, porque entonces perdías e ibas a parar al fondo de la lista.

Los días 4 de cada abril hacíamos una fiesta sincera en la que cada niño traía un plato de su casa: casquitos de guayaba, frutabombas en almíbar, kakes, pudines…, y había cadenetas de periódicos Granma guindando del techo del aula, y música grabada y relajito autorizado.

Eso fue para mí ser pionero, y debo confesar que todo me pareció muy divertido. Entre la escuela primaria y mi proyector soviético, fui feliz. Solo sufrí un poquito aquella vez en que no aguantaron más mis pies, que se negaban a dejar de crecer y mantenerse ajustados al tamaño impuesto por mis primeras zapatillas. Ese día la maestra tuvo que llamar a mi casa para que me trajeran otros zapatos… y cuando me quitaron las zapatillas tenía los dedos cianóticos, que inmediatamente regresaron a su lugar y se acabaron los dolores…

La UJC, por otra parte, no fue una etapa feliz. Ser de la UJC, para mí, no fue ni remotamente sinónimo de ser joven. En la secundaria le dijeron un día al grupito de los inteligentes y los disciplinados: “el 14 de junio hay que ir por la mañana a la Plaza a un acto y a recoger el carné de la Juventud…” y eso fue todo: el 15 ya era militante, y hubo reuniones y sanciones y cotizaciones y marchas de reafirmaciones y muelas bizcas de secretarios generales. Incluso los que no pertenecían a la UJC eran designados como integrantes de una cosa que se llama el “Universo Juvenil”…

Las fiestas del 4 de abril fueron fiestas poco creíbles, sin entusiasmo: obligatoriedades, seriedades, tareas, compromisos, cumplimientos de planes de diversión. Hasta lo más creativo me pareció enrarecido, esta frase por ejemplo: “¡caballero, aquí lo que hay es que darle play al combativimómetro!”…. La combatividad es una de las cualidades morales exigidas por la UJC, y por más que leo y releo el diccionario no entiendo exactamente a qué se refiere.

Los jóvenes, por naturaleza, festejarían de corazón el florecimiento de sus proyectos de vida, el avance en sus expectativas profesionales, el logro de independencia económica o las condiciones necesarias para formar una familia propia, los viajes de vacaciones, una vida culturalmente plena: no restringida al reguetón de moda, a lo que aparezca en una memoria flash o a las rimbombantes Ferias del Libro sin novelas de Padura; festejarían acaso la sintonía con los avances tecnológicos… o incluso la esperanza viva de que sucediera lo anterior en plazos racionales, y determinado por el esfuerzo y la capacidad de cada cual. Pero no creo que sea el caso ahora mismo.

Según lo veo yo, desde mi subjetiva ventana, ni las posibilidades legales para comprar carros    y casas, ni un pasaporte azul engavetado, ni una ley para atraer dinero extranjero, ni los discursos más optimistas, han logrado deshacer tantas robustas ganas de irse del país en busca de vidas mejores. Ahora mismo muchísimos jóvenes están revueltos con la noticia de la supresión de la carta de invitación para viajar a Ecuador, y tengo socios vendiendo hasta la córnea del ojo para enrolarse en la merca pacotillera…

Los que quedemos aquí, por las razones que sea, tendremos que asumir combativamente, no solo la falta de amigos y el desabastecimiento de preservativos, sino también una futura asignación de seis o siete hogares de ancianos para cada uno…

Reproducido de El timbeke

El carrito del supermercado



El carrito del 
supermercado


 Los años de experiencia como propietario de un supermercado en Oklahoma City, el “Humpty Dumpty”,  permitieron a Sylvan Goldman llegar a la siguiente conclusión: la gente no compraba más porque los cestos no eran lo suficientemente grandes. 

Inmediatamente, hizo otra deducción: si los cestos fueran muy grandes, también pesarían demasiado una vez llenos. Una noche de 1936 le llegó la inspiración: se le ocurrió poner una cesta encima de una silla plegable con ruedas en las patas. Con eso y un bastón para empujarlo concibió el primer carrito de supermercado.

Un mecánico llamado Fred Young ayudó a Goldman a construir unos carritos más sofisticados, con un cuerpo metálico y dos cestas de alambre que se podían poner y quitar. En un principio el invento no tuvo demasiado éxito porque las mujeres lo encontraban poco estético, y los hombres lo veían como una confesión pública de falta de fuerza. 

Entonces Goldman tuvo otra idea: contrató a unos cuantos figurantes, hombres y mujeres, para que se pasearan por sus supermercados con los carritos, haciendo ver que compraban. Y una amable señorita situada en la entrada del establecimiento proponía a los clientes que cogieran un carrito. A partir de entonces el invento fue sobre ruedas.

El invento de Goldman ha tenido muchas mejoras. Una la lanzó en 1946 otro norteamericano, Orla Watson, con la "puerta abatible" que permite encajar un carrito con el siguiente. Esto se perfeccionó más tarde con la cadena que une dos carritos y que se libera con una moneda.
Reproducido de http://paseandohistoria.blogspot.com