13 de febrero de 2014

Los amantes de Teruel



Historias de amores

Los amantes de Teruel


Ana Dolores García

La leyenda de los Amantes de Teruel procede de una antigua tradición de esa ciudad medieval en la región aragonesa de España. En el año 1555 se descubrieron en la Iglesia de San Pedro de aquella ciudad los restos entrelazados de un hombre y una mujer que yacían sepultados en una de sus capillas. 

Junto a ellos, y tal como lo atestiguó un notario que presenció el descubrimiento, se encontraba un documento antiguo en el cual se relataba la historia de la que habían sido protagonistas. 

La leyenda, -o hecho real-, ha traspasado siglos, y de ella se conocen diferentes versiones aderezadas más o menos con los detalles conmovedores propios de cualquier historia romántica.

Estamos a comienzos del siglo XIII. Diego de Marcilla, (o Juan Diego Martínez de Marcilla, pues el verdadero nombre se hace borroso con el paso de los siglos), e Isabel de Segura crecen juntos en el Teruel medieval. Con la pubertad, el compañerismo infantil se torna en amor apasionado. 

Pero Isabel era de familia pudiente y Diego no. Era noble aunque sin muchas monedas. El padre de Isabel astutamente ofrece al joven un plazo de cinco años para que aumente sus bienes y pueda así obtener a Isabel en matrimonio.

Diego parte a buscar fortuna, prestigio y fama, y regresa a Teruel tras haberlos obtenido. Encuentra la ciudad engalanada y en fiestas y se entera que el motivo es la boda de Isabel que acaba de celebrarse, apremiada por la insistencia del padre en que desposara a un prominente personaje de la ciudad.

El apesadumbrado pretendiente logra entrevistarse con su amada y ante la ineludible realidad que ya los separa, sólo le pide un beso de despedida. Ella se niega. 

Aunque también lo ama y ha ido al matrimonio obligada por su familia, no puede cometer ese acto de infidelidad a su ya esposo. Ofuscado por tal negativa, Diego se desploma y cae muerto.

Al día siguiente se celebran los funerales de Diego en la iglesia de San Pedro, la misma donde pocas horas antes se desposara su amada. Isabel también se presenta. Se acerca al féretro, aparta el velo de su cara y da al cadáver el beso que había negado al hombre. Los rostros quedan unidos por tanto tiempo que los asistentes comienzan a murmurar ante tal desfachatez. Padre y esposo se acercan para separar a Isabel. Lo hacen fácilmente: está muerta.

Hay quienes afirman que esta leyenda tiene demasiada similitud con una de las historias del Decameron, pero lo cierto es que ha sido objeto de más de veinte poemas por parte de escritores prestigiosos como Tirso de Molina y Juan Eugenio de Harzenbusch. 

También Tomás Bretón compuso una ópera con libreto basado en la obra de Harzenbusch. Además, el hallazgo de sus restos mortales la atestigua.

Estos restos reposan hoy bajo un hermoso mausoleo obra del escultor Juan de Ávalos, sufragados por las donaciones de los enamorados de España, y visitados anualmente por cientos de curiosos turistas.

Teruel celebra cada año alrededor de la fecha del 14 de febrero una quincena de fiestas que han llamado "Las Bodas de Isabel". 

A más de representaciones teatrales de esta bella y trágica historia de amor, los turolenses escenifican torneos de caballeros medievales y espectáculos de danzas, preparan las comidas de la época y reviven con sus vestimentas a un Teruel desfasado pero orgulloso de su tradición.

adgarcia©2008-2014
Ilustración: Google

12 de febrero de 2014

Existieron en realidad Romeo y Julieta?


Historias de amores


¿Existieron en realidad
Romeo y Julieta?
 
Ana Dolores García

La trágica historia de sus amores viene siendo narrada desde hace casi medio milenio pero, ¿sucedió todo así como nos lo cuentan? ¿Cuánta variación puede haber respecto a los hechos, si es que de verdad éstos ocurrieron? ¿Cuánto de adorno, de elementos poéticos y hasta sublimes se agregó a una historia original que pudo no haber sido una tragedia tan romántica?

En el fondo no se trata sino de uno más de los muchos romances que se conocieron y se cantaron en toda Europa, y que sin duda estuvieron basados en hechos reales aunque adulterados. Cada país tenía los suyos, en verso o en prosa, que corrían de boca en boca o se cantaban por juglares, y que fueron conservándose y convirtiéndose en rústicas obras teatrales representadas en atrios de iglesias o plazas públicas.

La primera noticia «cierta» de los famosos amantes ha trascendido gracias a Matteo Bandello (1490-1560), un autor italiano del Renacimiento que recogió de la tradición oral y escribió más de doscientos cuentos o novelas cortas relatando romances y crímenes pasionales, tal vez imitando el conjunto recogido por Bocaccio en su Decameron. Uno de esos cuentos fue precisamente la novela de Julieta y Romeo.

Un editor francés, Pierre Boaistuau, la incluyó en 1559 en el conjunto de Histoires tragiques de Bandello, traducidas al francés. En esta traducción se basó el autor inglés Arthur Brooke para publicar en 1562 su «Historia Trágica de Romeo y Julieta».

Es entonces cuando aparece William Shakespeare (1564-1616) y, recogiendo datos de lo escrito por Bandello en italiano, traducido al francés por Boaistuau y luego al inglés por Brooke, y unido esto a otra obra paralela y sobre mismo tema escrita en prosa por William Painter en 1562, arma su universalmente aclamado drama teatral «Romeo y Julieta», concluido en 1597.

Sobre la veracidad de hechos y personajes persisten las dudas. Se menciona la afirmación de un italiano contemporáneo de Shakespeare de que los jóvenes vivieron realmente en la época medieval. Precisa la fecha: 1303, pero es su palabra solamente. El hecho no ha podido ser comprobado. Se tienen datos de la existencia de las familias Montesco y Capuleto, aunque no hay seguridad de que hayan vivido en Verona. En esa ciudad se conserva y se exhibe una casa en que se dice vivieron los Capuletos, con un balcón muy a propósito para las escenas que contiene el drama.

Lo cierto es que la obra de Shakespeare ha inmortalizado la historia. Basándose en ella, la misma trágica suerte de los dos amantes ha sido contada en óperas, ballets, poemas sinfónicos y versiones cinematográficas. En óperas, se cuentan al menos veinticuatro versiones, la más conocida de ellas es «Roméo et Juliette», de Charles Gounod, estrenada en 1867. Entre los ballets sobresale el que compuso Sergei Prokofiev en 1935. Berlioz le creó una sinfonía en la que solistas y coros interpretan pasajes de la obra. Y Pedro Ilich Chaikovsky estrenó en 1869 la obertura «Romeo y Julieta», que es en realidad un extenso poema sinfónico. No puede dejar de mencionarse la partitura musical del filme «West Side Story», basado en una adaptación del drama shakesperiano al ambiente de las pandillas juveniles en la ciudad de Nueva York.

Las versiones cinematográficas que se han realizado con el argumento de «Romeo y Julieta», suman ya mas de trece desde 1912.  La primera adaptación de mérito la realizó George Cukor en 1936; Renatto Castellani produjo en 1954 la primera versión en colores, y los rusos filmaron el ballet de Prokofiev en 1955.

No faltó Cantinflas con su parodia de 1943. En 1962 se filmó la originalísima «West Side Story» ya mencionada, con música de Leonard Bernstein. La versión cinematográfica más lograda es probablemente la que realizó con su maestría habitual Franco Zeffirelli en 1968.

De los archivos de Palmas Amigas.

11 de febrero de 2014

Shirley Temple, la niña prodigio del cine


Shirley Temple,
la niña prodigio del cine


Pablo Pazos, abc.es

La actriz y diplomática estadounidense Shirley Temple niña prodigio del cine, ha muerto a los 85 años, según ha anunciado su familia a través de un comunicado difundido por la agencia Reuters.

Su muerte se produjo ayer lunes en su hogar de Woodside, California, por causas naturales. «Queremos recordarla por haber tenido una vida de grandes logros como actriz y como diplomática... Nuestra querida madre, abuela y bisabuela», reza el comunicado emitido por la familia.

Shirley Temple alcanzó la fama de forma precoz como actriz en los años 30 con películas como Ojos cariñosos, La simpática huerfanita y La pequeña princesa. En 1935, antes de cumplir los 7 años, recibió un Oscar especial «en agradecimiento por su extraordinaria contribución» a la gran pantalla. En plena era de la Gran Depresión, atrajo a los cines a millones de personas y se convirtió en un símbolo nacional, hasta el punto de generar una corriente de mercadotecnia desconocida en la época: muñecas con su aspecto, vestidos y toda una corriente de jóvenes actrices que buscaban replicar su éxito.

Dio sus primeros pasos en el mundo artístico con sólo 3 años, después de que su madre la apuntara a una escuela de danza y fuera descubierta por un cazatalentos. Tras aparecer en Stand up and cheer, su primer gran éxito llegó en 1934, con Ojos cariñosos. Actuaba, cantaba y bailaba con apenas cinco años de edad.

Le siguieron títulos como La pequeña coronela, La simpática huerfanita, Pobre niña rica, La mascota del regimiento, Heidi  y La pequeña princesa. Su imagen, con su gesto risueño y su pelo rizado, y sus pegadizas canciones, especialmente On the good ship lollipop, se convirtieron en icónicas para un país que intentaba levantar cabeza después del crack del 29.

La precoz actriz trabajó durante su carrera con directores como David Butler,   Walter Lang o John Ford y junto a actores como Cary Grant, John Wayne, Randolph Scott, Lionel Barrymore   y Jimmy Durante.   

En 10 años rodó 40 filmes y alcanzó un estatus de estrella que no conseguía asimilar. «Haces feliz a la gente», le explicaba su madre cuando le preguntaba por qué era tan aclamada. Su fama comenzó a declinar en la década de los 40, aunque continuó estrenando filmes de forma regular, como Quiero ser mujer, El solterón y la menor y Fort Apache.  

En 1949 dejó el mundo de la actuación, con sólo 21 años; todo iba muy rápido en su vida. Regresó a la pequeña pantalla en 1958 con la serie Shirley Temple's Storybook. En 1963 puso fin definitivamente a su etapa artística.

CARRERA POLÍTICA

Tras el intento fallido de reflotar su carrera en la pantalla, Temple orientó sus pasos hacia la política. Se había sentido atraída después de que su marido fuera convocado en Washington para retomar su labor en la Marina.

Involucrada en el Partido Republicano, en 1967 Temple se presentó sin éxito al Congreso por el estado de California. A pesar de este intento fallido, la exactriz ayudó a recaudar más de dos millones de euros en la campaña de reelección del presidente Richard Nixon.

Nixon la designó delegada ante Naciones Unidas en 1969, y en 1974 fue nombrada embajadora de Estados Unidos en Ghana, cargo que ocupó hasta 1976. Ese año se convirtió en la primera mujer que ostentaba el puesto de Jefa de Protocolo de su país. En 1989 regresó a la carrera diplomática, como embajadora en Checoslovaquia.

«No tengo ningún problema en ser tomada en serio como mujer y diplomática», declaró al tomar posesión de su cargo en la Embajada Checa. «Mis únicos problemas han sido con personas que, al principio, se negaban a creer que había crecido desde mis películas». Su llegada al país centroeuropeo no estuvo exenta de fricciones: al presidente Gustav Husak no le gustaba que Temple hubiera presenciado en 1968 la represión de la Primavera de Praga. Había acudido a una conferencia sobre la esclerosis múltiple.

VIDA PERSONAL

Shirley Temple estuvo casada en dos ocasiones. La primera en 1945, con solo 17 años, con John Agar, militar que dio el salto al cine y compartió rodajes con su esposa en Fort Apache  y Aventura en Baltimore”.  El matrimonio, fruto del cual nació una niña, se rompió en 1949. En 1950 Temple se volvía a casar con un hombre de negocios, Charles Alden Black, a quien conoció en Hawai y con quien permaneció casada durante 54 años hasta la muerte de éste en 2005. Habían tenido dos hijos.

En 1972 le fue diagnosticado cáncer de pecho, que superó de forma satisfactoria mediante una mastectomía. Una operación de la que habló en público, convirtiéndose en una de las primeras mujeres que divulgaban detalles sobre esta enfermedad. En 1988 publicó su biografía, Child Star.

 On the good ship lollipop:

Los amores de Calisto y Melibea

 
 
Los amores de Calisto y Melibea

Ana Dolores García
 
Los amores de Calisto y Melibea han sido comparados por muchos con los de Romeo y Julieta.
 
“La comedia de Calisto y Melibea” fue el título original de un drama teatral  de 16 actos atribuido a Fernando de Rojas,  publicado en 1499  (o al menos esa es la primera edición conocida), que ha alcanzado más popularidad como "la Celestina", uno de sus personajes. 
 
Tres años después, en 1502, apareció otra edición, esta vez con el nombre de “Tragicomedia de Calisto y Melibea”  y con cinco actos adicionales. Las dos versiones marcaron en gran medida  la aparición de la novela y el teatro modernos en nuestro idioma. 
 
Sin embargo, “La Celestina” –uno de los personajes  de la obra— ha prevalecido a partir del siglo XVI como el título más conocido. La historia, comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea ha pasado a un segundo y casi ignorado término. 
 
De cualquier modo, no importa mucho cuál es el personaje que se ha impuesto a la posteridad, porque la obra en sí puede catalogarse como una de las más importantes de la literatura española.
 

"La Celestina", óleo, Pablo Picasso, 1903
 
 Wikipedia nos facilita su argumento:
 
"La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón que se le ha escapado  y le declara su amor.  Ella lo rechaza, pero ya es tarde, Calisto ha se ha enamorado perdidamente de Melibea.
 
Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.
 
El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.
 
Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual son detenidos y luego ajusticiados.
 
Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero éste en realidad solo armará un alboroto. Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto salta el muro de la casa de su amada, cae y se mata. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija."
 
Como vemos, la semejanza entre Calisto, Melibea, Romeo y Julieta, sólo podemos encontrarla en la suerte trágica de sus amores.
 
La Celestina fue tema repetido de Pablo Picasso, y su historia y la de los dos amantes fue llevada exitosamente al cine español en 1996.