11 de febrero de 2014

Shirley Temple, la niña prodigio del cine


Shirley Temple,
la niña prodigio del cine


Pablo Pazos, abc.es

La actriz y diplomática estadounidense Shirley Temple niña prodigio del cine, ha muerto a los 85 años, según ha anunciado su familia a través de un comunicado difundido por la agencia Reuters.

Su muerte se produjo ayer lunes en su hogar de Woodside, California, por causas naturales. «Queremos recordarla por haber tenido una vida de grandes logros como actriz y como diplomática... Nuestra querida madre, abuela y bisabuela», reza el comunicado emitido por la familia.

Shirley Temple alcanzó la fama de forma precoz como actriz en los años 30 con películas como Ojos cariñosos, La simpática huerfanita y La pequeña princesa. En 1935, antes de cumplir los 7 años, recibió un Oscar especial «en agradecimiento por su extraordinaria contribución» a la gran pantalla. En plena era de la Gran Depresión, atrajo a los cines a millones de personas y se convirtió en un símbolo nacional, hasta el punto de generar una corriente de mercadotecnia desconocida en la época: muñecas con su aspecto, vestidos y toda una corriente de jóvenes actrices que buscaban replicar su éxito.

Dio sus primeros pasos en el mundo artístico con sólo 3 años, después de que su madre la apuntara a una escuela de danza y fuera descubierta por un cazatalentos. Tras aparecer en Stand up and cheer, su primer gran éxito llegó en 1934, con Ojos cariñosos. Actuaba, cantaba y bailaba con apenas cinco años de edad.

Le siguieron títulos como La pequeña coronela, La simpática huerfanita, Pobre niña rica, La mascota del regimiento, Heidi  y La pequeña princesa. Su imagen, con su gesto risueño y su pelo rizado, y sus pegadizas canciones, especialmente On the good ship lollipop, se convirtieron en icónicas para un país que intentaba levantar cabeza después del crack del 29.

La precoz actriz trabajó durante su carrera con directores como David Butler,   Walter Lang o John Ford y junto a actores como Cary Grant, John Wayne, Randolph Scott, Lionel Barrymore   y Jimmy Durante.   

En 10 años rodó 40 filmes y alcanzó un estatus de estrella que no conseguía asimilar. «Haces feliz a la gente», le explicaba su madre cuando le preguntaba por qué era tan aclamada. Su fama comenzó a declinar en la década de los 40, aunque continuó estrenando filmes de forma regular, como Quiero ser mujer, El solterón y la menor y Fort Apache.  

En 1949 dejó el mundo de la actuación, con sólo 21 años; todo iba muy rápido en su vida. Regresó a la pequeña pantalla en 1958 con la serie Shirley Temple's Storybook. En 1963 puso fin definitivamente a su etapa artística.

CARRERA POLÍTICA

Tras el intento fallido de reflotar su carrera en la pantalla, Temple orientó sus pasos hacia la política. Se había sentido atraída después de que su marido fuera convocado en Washington para retomar su labor en la Marina.

Involucrada en el Partido Republicano, en 1967 Temple se presentó sin éxito al Congreso por el estado de California. A pesar de este intento fallido, la exactriz ayudó a recaudar más de dos millones de euros en la campaña de reelección del presidente Richard Nixon.

Nixon la designó delegada ante Naciones Unidas en 1969, y en 1974 fue nombrada embajadora de Estados Unidos en Ghana, cargo que ocupó hasta 1976. Ese año se convirtió en la primera mujer que ostentaba el puesto de Jefa de Protocolo de su país. En 1989 regresó a la carrera diplomática, como embajadora en Checoslovaquia.

«No tengo ningún problema en ser tomada en serio como mujer y diplomática», declaró al tomar posesión de su cargo en la Embajada Checa. «Mis únicos problemas han sido con personas que, al principio, se negaban a creer que había crecido desde mis películas». Su llegada al país centroeuropeo no estuvo exenta de fricciones: al presidente Gustav Husak no le gustaba que Temple hubiera presenciado en 1968 la represión de la Primavera de Praga. Había acudido a una conferencia sobre la esclerosis múltiple.

VIDA PERSONAL

Shirley Temple estuvo casada en dos ocasiones. La primera en 1945, con solo 17 años, con John Agar, militar que dio el salto al cine y compartió rodajes con su esposa en Fort Apache  y Aventura en Baltimore”.  El matrimonio, fruto del cual nació una niña, se rompió en 1949. En 1950 Temple se volvía a casar con un hombre de negocios, Charles Alden Black, a quien conoció en Hawai y con quien permaneció casada durante 54 años hasta la muerte de éste en 2005. Habían tenido dos hijos.

En 1972 le fue diagnosticado cáncer de pecho, que superó de forma satisfactoria mediante una mastectomía. Una operación de la que habló en público, convirtiéndose en una de las primeras mujeres que divulgaban detalles sobre esta enfermedad. En 1988 publicó su biografía, Child Star.

 On the good ship lollipop:

Los amores de Calisto y Melibea

 
 
Los amores de Calisto y Melibea

Ana Dolores García
 
Los amores de Calisto y Melibea han sido comparados por muchos con los de Romeo y Julieta.
 
“La comedia de Calisto y Melibea” fue el título original de un drama teatral  de 16 actos atribuido a Fernando de Rojas,  publicado en 1499  (o al menos esa es la primera edición conocida), que ha alcanzado más popularidad como "la Celestina", uno de sus personajes. 
 
Tres años después, en 1502, apareció otra edición, esta vez con el nombre de “Tragicomedia de Calisto y Melibea”  y con cinco actos adicionales. Las dos versiones marcaron en gran medida  la aparición de la novela y el teatro modernos en nuestro idioma. 
 
Sin embargo, “La Celestina” –uno de los personajes  de la obra— ha prevalecido a partir del siglo XVI como el título más conocido. La historia, comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea ha pasado a un segundo y casi ignorado término. 
 
De cualquier modo, no importa mucho cuál es el personaje que se ha impuesto a la posteridad, porque la obra en sí puede catalogarse como una de las más importantes de la literatura española.
 

"La Celestina", óleo, Pablo Picasso, 1903
 
 Wikipedia nos facilita su argumento:
 
"La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón que se le ha escapado  y le declara su amor.  Ella lo rechaza, pero ya es tarde, Calisto ha se ha enamorado perdidamente de Melibea.
 
Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.
 
El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.
 
Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual son detenidos y luego ajusticiados.
 
Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero éste en realidad solo armará un alboroto. Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto salta el muro de la casa de su amada, cae y se mata. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija."
 
Como vemos, la semejanza entre Calisto, Melibea, Romeo y Julieta, sólo podemos encontrarla en la suerte trágica de sus amores.
 
La Celestina fue tema repetido de Pablo Picasso, y su historia y la de los dos amantes fue llevada exitosamente al cine español en 1996.

Un año de la renuncia de Benedicto XVI


Un año de la renuncia
de Benedicto XVI

Hoy, 11 de febrero, se cumple el primer aniversario del tan sorprendente como profético anuncio de Benedicto XVI de renunciar al ministerio apostólico petrino. Los sentimientos que hace un año expresábamos, presurosos y conmovidos, en esta misma página editorial – “respeto, agradecimiento, reconocimiento y confianza”- han ido adquiriendo a lo largo de este año un mayor significación, si cabe.

Si entonces éramos conscientes del calado histórico de aquella decisión, si la vislumbrábamos como un generosísimo ejercicio de responsabilidad, si confiábamos plenamente en que es Dios quien guía a su Iglesia y le hace suscitar en cada momento las respuestas, las personas, las actitudes y las acciones necesarias, ahora todo aquello recobra mayor perspectiva, plenitud y sentido.

Como ya hemos escrito en ecclesia, con aquel gesto, Benedicto XVI, el Papa sabio y maestro, nos ofrecía una ulterior y penúltima lección, lección magistral –como todas las suyas-, lección profética e interpeladora. Y es que situó la misión y el ejercicio del poder en la Iglesia en sus justas dimensiones que no son otras que las de la evangelización y las del servicio.

Nos ayudó a adentrarnos más en el misterio de lo que la Iglesia es y poder reconocer quién es su único Señor. Nos dio también ejemplo para saber, desde el discernimiento y la oración, cuándo llega la hora de la retirada y que nada peor en la Iglesia que el enrocarse en los propios intereses, en las apariencias y en los oropeles.

A lo largo de los casi ocho años de su luminoso ministerio apostólico, Benedicto XVI se encaminó en numerosas ocasiones hacia la puerta grande la historia de la Iglesia. Con su renuncia, ha quedado en ella para siempre. Y ahora, desde su retiro y “ocultamiento del mundo”, nos sigue brindando otra espléndida lección: la del saber estar, la del valor del silencio y de los gestos y la de la fuerza de la oración y de la ofrenda de la debilidad –en este caso, ancianidad- y de su enorme potencial salvífico y ejemplarizante.

El cardenal electo Müller anunció recientemente en Valencia que el Papa emérito podría escribir sus memorias. Bienvenidas serán. Como bienvenidos fueron su ministerio, su renuncia y su actual servir, en el ámbito de Pedro, y junto a la Cruz. ¡Gracias, querido Benedicto XVI! ¡Cuánto debemos todos seguir aprendiendo de él!

Editorial de Ecclesia
revistaecclesia.com

10 de febrero de 2014

La despedida del soldado




Historias de amores

La despedida del soldado

En la primavera de 2012, en excavaciones en lo que antaño fue el fortín español de Monte Arruit (a unos 30 km de Melilla) apareció el cuerpo momificado de un soldado español. Según cuentan los arqueólogos y antropólogos, las condiciones climáticas de la zona han hecho posible la buena conservación del cuerpo así como la de alguna de sus pertenencias y restos del uniforme.

Entre sus pertenencias destaca una pitillera de cuero y metal con las iniciales P.G., una foto de una mujer joven, una pequeña moneda de plata con la efigie de Alfonso XIII y una extensa carta todavía legible. Todos los indicios, y sobre todo por el lugar del hallazgo y datación de la carta, apuntan a que este hombre fue una de las víctimas de la matanza de españoles acaecida el 9 de agosto de 1921 en Monte Arruit. Es uno de los episodios más lamentables ocurridos en la Guerra del África.

Los investigadores quedaron asombrados al leer la carta que portaba este soldado. El papel amarillento, compuesto por dos páginas y doblado por la mitad estaba metido en un sobre. Los datos personales no han sido revelados por las fuentes investigadoras. En el sobre dice:

Hermano de armas, si lees esto será porque yo habré muerto. Por favor, cumple la última voluntad de este soldado español que ha caído por la Patria y haz llegar esta carta a María […] que vive en Málaga en la calle […]. Sus padres se llaman Manolo y Antonia.

En la carta se puede leer:

Mi dulce María,
Nunca pensé escribir esta carta, pero lo preocupante de la situación me lleva a ello. Llevamos días atrincherados y defendiendo Monte Arruit, apenas tenemos agua y comida. Los moros nos cercan y nos hacen fuego, cada día tenemos nuevas bajas, ya sea por causa enemiga o por efecto del calor, y no tenemos medicamentos ni medios de asistencia sanitaria. Según dicen, el General Berenguer le ha prometido a Navarro que mandarán refuerzos desde Melilla, pero la ayuda nunca parece llegar […] 

En el campamento tratamos de animarnos los unos a los otros; por su parte, día tras día, los oficiales nos recuerdan lo que implica ser un soldado español con arengas patrióticas, pero lo que más nos reconforta, dentro de lo que se puede, es la camaradería que hacemos todos en estos difíciles momentos. La verdad que no sé por qué te estoy contando esto, supongo que por egoísmo al desahogarme con este papel.

No quiero robarte más líneas, ya que esta carta es para ti: la dulce niña de mis ojos, mi morena, mi malagueña, mi razón de vivir, mi anhelo, la estrella que me guía en las noches, la única persona por la cual suspiro día tras día y me reconforta pensar que pronto te veré, que pronto te abrazaré, que pronto te besaré y que pronto me casaré contigo.

Dios sabe lo mucho que te quiero. Aún me acuerdo de la primera vez que te vi, con aquel vestido azul, tu pelo negro azabache recogido en un coco, esos ojos verde esmeralda que son capaces de cegar más que este sol africano y convertir a cualquier hombre en estatua de sal con sólo regalarle una mirada tuya.

Me acuerdo de la canasta de mimbre llena de pescado que llevabas pues venías del mercado y como yo, apoyado en la pared de la calle de mi casa, quedé absorto ante tu belleza. Te eché un piropo cuando pasaste por delante mío, no pensé que me hicieras caso, ya que tal hermosura tiene que estar acostumbrada a que te los digan, pero giraste tu preciosa cara, me miraste y me sonreíste. Bendito piropo aquel.

Te pedí acompañarte a casa para hablarte por el camino y me lo permitiste. Desde entonces fuimos inseparables, me costó que tu padre me aceptara, pero ya sabes que la insistencia siempre ha sido mi virtud. Aún me tiemblan las piernas cuando me acuerdo de aquel primer beso que te robé en la puerta de la casa de tu tía, se nos paró el mundo alrededor en ese instante.

En fin, hay tantas cosas que podría contar… Seguro que mientras lees esto estás esbozando una sonrisa. En estas líneas que llevo hablando de ti se me ha olvidado momentáneamente todo lo que estoy pasando aquí. Siempre serás mi mejor medicina y el remedio de todos mis males. Ya sabes que al comienzo de esta carta te dije que nunca pensé escribirla. Es de despedida, mi amor. Si recibes esta carta será porque yo ya no estaré. No quiero ser egoísta y por ello te pido que no me guardes luto, que no te apenes por mí, que rehagas tu vida lo más pronto posible y que no me eches en falta pues yo siempre estaré contigo en cada momento de tu vida. 

Que seas muy feliz y que hagas realidad todos tus sueños, ya que los míos se cumplieron cuando me dejaste amarte. Quiero que sepas que mis últimos pensamientos son para ti y que siempre te querré y cuidaré allá donde esté.

Monte Arruit a 8 de agosto de 1921.
De tu soldadito,
Pedro.

Según narran las fuentes investigadoras, el 9 de agosto el General Navarro parlamentó la entrega de Monte Arruit con los jefes tribales marroquíes. Las condiciones fueron que los españoles entregaban las armas y saldrían del fortín sin hostigárseles y, además, se proporcionaría transporte a los heridos. Así pues, los soldados españoles desarmados comenzaron a salir de Monte Arruit en columna, pero al poco tiempo los moros, de manera inesperada, atacaron a los españoles desde distintos flancos produciéndose una enorme matanza. De un contingente de 3000 hombres, sólo 60 lograron sobrevivir.

A veces el destino y la suerte se unen. Aunque no ha sido fácil, según revelan los investigadores, se ha podido localizar a familiares de la destinataria (María) de la carta. Antonio, un nieto de esta mujer ha contado que su abuela, aunque se casó años después de lo acontecido en Monte Arruit, siempre tuvo en su mesita de noche la foto de un joven soldado con un rosario sujeto en la esquina del marco.

Durante muchos de años, incluso ya casada y con hijos, día tras día acudía al puerto de Málaga con la esperanza de que llegara el barco que habría de traerlo. Mi abuelo siempre respetó a mi abuela y supo que jamás ocuparía el puesto de aquel primer novio. No obstante, fueron un matrimonio feliz. Falleció en 1987, a la edad de 85 años. Pidió ser enterrada con la foto de su primer amor y el rosario entre las manos.

Reproducido de http://27puntos.blogspot.com