1 de enero de 2014

Feliz Año 2014!


Los 55 años de una interminable pesadilla



Los 55 años
de una interminable pesadilla

Guillermo I. Martínez
Especial para Dla 

Para los partidarios de Fulgencio Batista el 1ro. de enero de 1959 fue un día nefasto. El hombre fuerte de Cuba se había fugado de la isla en la madrugada en un avión con rumbo a la República Dominicana.

Le avisó a pocos. Muchos de sus seguidores quedaron atrás. Algunos pudieron irse en yates a Estados Unidos. Otros se asilaron en embajadas latinoamericanas. Atrás quedaron muchos del mando medio del Gobierno de la figura que jugara un papel importantísimo en el historia de Cuba desde 1933 hasta 1958. Ellos pagaron caro los crímenes que habían permitido a Batista gobernar desde el 10 de marzo de 1952 hasta el último día de 1958. Muchos fueron encarcelados y otros fusilados sin mucho derecho a defenderse.

Fidel Castro impuso los paredones de fusilamiento en un país donde no existía la pena de muerte en el código penal.

Para la mayoría del pueblo cubano fue un día de fiestas. A la casa de un periodista llamaron a las 4 a.m. a decir que Batista había abandonado el poder. Poco a poco empezó a correrse la voz. Al principio lo decían con miedo: "Cayó Batista". Después gritaban a voz en cuello: "¡Huyó Batista!".

Ya temprano en la mañana habían comenzado los saqueos de casas de los batistianos. Robaban a los que ellos decían habían robado y torturado para mantener a Batista en el poder. Por todas partes aparecieron barbudos que decían que venían de la Sierra.

Ese día Fidel Castro habló por Radio Rebelde desde la Sierra Maestra. Dejó claro que no pactaría con nadie. Quería que el pueblo esperara a que él con su caravana de rebeldes llegara a La Habana para tomar el poder oficialmente. Su voz era ley.

Vale una aclaración. En aquellos días la mayor parte de los cubanos celebraban el fin de una dictadura. Los cubanos querían democracia y con mucha ingenuidad le dieron un respaldo cerrado los barbudos. Ellos llevaban rosarios colgados del cuello. No era lógico o posible pensar que Fidel era comunista.

¡Qué error más craso! La idea de que ese día Cuba había cambiado un Gobierno autoritario por una dictadura comunista totalitaria era inconcebible.

¿Quién iba a pensar que los hermanos Castro gobernarían Cuba por más de 50 años? Hoy el régimen cumple 55 años en el poder. Hoy los cubanos vivimos separados por el pequeño Estrecho de la Florida. Un pueblo dividido, con poco en común. Los que se quedaron en Cuba, sus hijos, y sus nietos, aprenden a resolver. Ellos pasan todo tipo de necesidades económicas. El sueldo promedio en Cuba es irrisorio. Los que salieron al exilio han demostrado un enorme empuje económico.

Hay muchos que todavía piensan en el regreso a su querida Cuba. Pero cada día el regreso es más difícil. Hay una generación que se nos muere. Y otras que sólo conocen cuentos de la Cuba de ayer. No es posible darle marcha atrás al reloj. Todos quisiéramos ver el final de la dictadura de los hermanos Castro. Todos quisiéramos volver a Cuba, aunque sea a visitar. Pero ya muchos han echado raíces profundas en este país. Para los más jóvenes que no la conocieron es el sueño de sus padres y abuelos.

En La Habana un grupo de blancos gobierna un país mayoritariamente negro.


El mensaje de Mandela no llegó a Cuba

En La Habana,
un reducido grupo de blancos
gobierna un país mayoritariamente negro


Por Mary Anastasia O'Grady
Wall Street Journal en Español

¿Acaso hizo Barack Obama una reverencia cuando estrechó la mano de Raúl Castro durante el funeral de Nelson Mandela  en Sudáfrica?  Eso, al menos, es lo que pareció a juzgar por la foto de la South African Broadcasting Corporation.

Por otro lado, Castro es un dictador diminuto, lo que podría explicar que el presidente haya tenido que inclinarse al nivel del dictador totalitario de los trópicos. Ojalá. Después de todo, la dictadura militar cubana, dirigida por una junta de raza blanca, encarceló y torturó al prisionero político Eusebio Peñalver durante 28 años, uno más de los que soportó Mandela.

La muerte de Peñalver en el exilio en 2005 pasó prácticamente inadvertida para el mundo. Si hubiese contado con la clase de apoyo internacional del que disfrutaba Nelson Mandela, la situación podría haber sido distinta tanto para él como para la población predominantemente negra de Cuba. Las estadísticas oficiales no son confiables, pero según un informe de 2009 en Inter Press Service News Agency, "la mayoría de los académicos cubanos estima que entre 60% y 70% de la población de la isla es negra o ‘mulata’”.

Cuba [¿?, los comunistas] no cabía de felicidad tras el encuentro con Obama.  Un comentario del 19 de diciembre firmado por Fidel Castro y publicado por los medios estatales felicitaba a Raúl por su "firmeza y dignidad" durante el encuentro con el presidente estadounidense.

No es el único motivo por el que el gobierno cubano estaba tan satisfecho con lo que pasó en Sudáfrica. El mundo aprovechó la muerte de Mandela el 5 de diciembre para recordar la valiente lucha por la equidad racial en Sudáfrica. Cuba [su gobierno actual] aprovechó para jactarse de los estrechos lazos entre Mandela y Fidel. Nadie mencionó el caso de Peñalver o los 55 años de exclusión racial bajo la dictadura militar de los Castro.

Cuba ya tenía un largo historial de discriminación racial hacia finales de los años 50, una situación no muy distinta a la de Estados Unidos. Pero después de que el dictador Fulgencio Batista pasara al exilio el 1 de enero de 1959 y Fidel Castro asumiera el poder, la situación no mejoró.  En realidad, en muchos sentidos se deterioró.

Peñalver nació en la zona central de Cuba en 1936, el mayor de seis hermanos. Tuvo que dejar de asistir al colegio a tiempo completo para trabajar. Pero estudió contabilidad por las noches y se graduó de una escuela de negocios en Camagüey.

Peñalver fue un opositor del régimen de Batista, al igual que muchos jóvenes cubanos, y luchó con el ejército rebelde con la esperanza de restaurar la democracia constitucional. Pero cuando Castro se apoderó de la revolución a título personal, Peñalver prefirió romper filas en lugar de "vender mi alma al mismo diablo que aquí en la tierra son Castro y el comunismo".

A diferencia de Mandela, Peñalver jamás planificó o lanzó ataques contra civiles. Pero se levantó en armas contra los militares de Castro en las montañas de Escambray, donde fue capturado en octubre de 1960.

Peñalver se convirtió en uno de los legendarios "plantados", los prisioneros que resistieron heroicamente la extraordinaria crueldad de quienes los custodiaban. Peñalver salió libre en octubre de 1988, después de pasar casi tres décadas en la cárcel.  Desde su exilio en Los Ángeles escribió acerca de la "brutalidad" y las palizas y hostigamientos que tuvo que soportar continuamente. "Ellos hicieron a los hombres comer hierba, los sumergieron en aguas albañales, la bayoneta nos golpeaba duro y se golpeó con postes de cercas hasta que los huesos crujían para gozo de la enajenada soldadesca".

Peñalver no portaba la tarjeta de identificación ideológica de izquierda que hizo que Castro se convirtiera en un seguidor de Mandela. (Mandela nunca lo olvidó y apoyó al dictador cubano durante toda su vida). Peñalver luchó contra dos dictaduras, pero su causa jamás fue racial.  Quería la libertad de todos los cubanos. No obstante, es evidente que sufrió más porque era negro: se interpuso en el relato revolucionario, tan crucial para la imagen internacional "progresista" de Castro, de que el régimen había emancipado a los afrocubanos.

Ángel de Fana, que es blanco, es otro de los plantados exiliados. Me escribió la semana pasada en un e-mail que durante sus numerosos años en prisión junto a Peñalver fue "testigo de cómo fue víctima de castigos 'adicionales' por la simple razón de ser negro".

Hoy, el poder político y económico en Cuba sigue residiendo con los militares y un liderazgo que sigue estando compuesto por hombres blancos. Pero el tema del racismo es tabú. Roberto Zurbano, jefe de redacción de la editorial Casa de las Américas en La Habana, escribió en marzo una columna de opinión en el New York Times titulada "Para los negros en Cuba, la revolución no ha comenzado" en la que resalta que los afrocubanos en la isla "están subrepresentados en las esferas del poder económico y político".  Fue despedido. Zurbano lo atribuyó al titular. Claro.

Al menos no terminó en la cárcel como Sonia Garro, otra afrocubana que amenaza con desbaratar la propaganda castrista de que la revolución mejoró la condición de la población negra. Se metió en problemas primero al participar en trabajos comunitarios no políticos, que no fueron autorizados por el régimen en su vecindario de La Habana donde viven muchos afrocubanos. En marzo de 2012 intentó, junto a otros, conseguir una audiencia con el Papa Benedicto durante su visita a Cuba. El gobierno allanó su casa, le disparó con balas de goma y la encarceló. Otras personas que también solicitaron una audiencia con el Papa fueron detenidas en la misma ocasión, pero sólo Garro sigue presa.

Los negros sudafricanos han ganado su batalla contra la discriminación oficial. Los afrocubanos siguen esperando.

Nota de Palmas Amigas: 
Un buen artículo de Mary O´Grady. Sólo algunas salvedades. La primera, debida simplemente a una mala traducción: “una escuela de negocios”, cuando en realidad se trataba de la Escuela de Comercio (Contabilidad) que existía en Camagüey antes del arribo al poder de Fidel Castro.

Pero hay dos incorrecciones serias.

Una, confundir “Cuba” con la tiranía que la gobierna, es un craso error.

Otra, decir que “Cuba ya tenía un largo historial de discriminación racial hacia finales de los años 50, una situación no muy distinta a la de Estados Unidos”, es algo inadmisible. Tratar de asemejar la situación de los negros en Cuba con la que existía en Estados Unidos, revela una completa ignorancia sobre el tema.

31 de diciembre de 2013

Las uvas milagrosas


Las uvas milagrosas


El 2 de enero de 1894 "El siglo futuro" de Madrid incluía un artículo del día anterior de “El imparcial” titulado "las uvas bienhechoras" en el que se hablaba de una costumbre "importada de Francia, pero que ha adquirido entre nosotros carta de naturaleza”.

Ese mismo día en “El Correo Militar” se leía: "La imperecedera costumbre de comer las uvas al oir sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio á infinidad de familias, y todos á coro gritaron: ¡Un año más!". (sic)

Y en la Nochevieja de 1895 apareció otra referencia escrita sobre las doce uvas. En esta fecha fue el Presidente del Consejo de Ministros, quien despidió el año 1895 con uvas y champán.

Sin embargo, el origen de la tradición de comer las uvas tiene un precedente, añadido a la progresiva costumbre "importada" de Francia o Alemania: un bando municipal del alcalde de Madrid, José Abascal y Carredano, de diciembre de 1882, por el que se imponía una cuota de 1 duro (cinco pesetas) a todos los que quisieran salir a recibir a los Reyes Magos. Esta tradición servía para ridiculizar a algunos forasteros que llegaban esos días y a quienes se les hacía creer que había que ir a buscar a los Reyes Magos la madrugada del 5 de enero;  se utilizaba, además, para beber y hacer cuanto ruido se quisiera.

Con este bando el alcalde José Abascal privó a los madrileños de la posibilidad de disfrutar de un día de fiesta en donde se permitiese casi todo. Esto, junto a la costumbre de las familias acomodadas de tomar uvas y champán en la cena de Nochevieja, provocó que un grupo de madrileños decidieran ironizar la costumbre burguesa, acudiendo a la Puerta del Sol a tomar las uvas al son de las campanadas. Estos son los antecedentes que dieron lugar a esta costumbre.

El inicio de esta tradición española no comienza en 1909 como se cree, sino, al menos, en diciembre de 1896 en la Puerta del Sol madrileña.

La prensa madrileña ya comentaba en enero de 1897. "Es costumbre madrileña comer doce uvas al dar las doce horas en el reloj que separa el año saliente del entrante". Al año siguiente la prensa animaba a esta tradición con un artículo titulado "Las Uvas milagrosas"

La tradición marca tomar las doce uvas a los pies del reloj de la Puerta del Sol, pero esta tradición provocó tanto interés que ya en 1903  las uvas también se comían en Tenerife y poco a poco se fue ampliando al resto de España, aunque la tradición marca que deben tomarse en la Puerta del Sol.

Aunque queda claro que la tradición está documentada desde diciembre de 1897, algunos la retraen a 1880,  pero sentando en diciembre de 1896 el inicio cierto de la tradición de comer doce uvas al compás de las doce campanadas del reloj de la Puerta del Sol.

Varios años después y ya en el siglo XX, en 1909, agricultores levantinos de Almería, Murcia y Alicante, encontrándose en ese año con excedente de uva y con objeto de sacar al mercado la producción, lograron popularizar la costumbre y darle el impulso definitivo que, desde entonces, acabaría por convertirla en consolidada tradición. Tradición que se practica ya alegremente en la mayoría de los países de Hispanoamérica.

Fuentes: LNE.es
Wikipedia.org.