26 de diciembre de 2013

Las mulas, la economia oculta de Cuba



Las “mulas”
la economía oculta de Cuba


La Habana/ Ivan Garcia/ Especial Para Dla

En un cuaderno, Romelio anota detalladamente los encargos que varios clientes le han hecho para su próximo viaje. Desde teléfonos inteligentes, tabletas, laptops, televisores de pantalla plana y videojuegos hasta ropa exclusiva.

Ya de antemano ha acordado el precio y la marca. A la semana, Romelio regresa con el encargo. En el domicilio de un usuario del municipio Diez de Octubre, acaba de entregar un televisor de 42 pulgadas, comprada por 267 dólares en un mercado cercano al Canal de Panamá. A su cliente habanero se lo vende en 550 pesos convertibles (CUC), poco más de 600 dólares.

“En cada viaje traigo tres televisores, igual número de videojuegos y hasta diez móviles inteligentes. Trabajo en una firma y suelo viajar dos veces al mes. Existen disposiciones aduanales sobre la importación de televisores, cocinas y lavadoras. Pero por debajo del tapete, cuando usted le pasa un billete de cien dólares al aduanero, el hombre mira hacia otro lado”, cuenta el negociante.

Según su relato, en un contenedor dispone de un metro cuadrado para traer cosas. Por ese espacio paga 250 pesos, 10 cuc, una vez al año.

“Importo de acuerdo a las necesidades de mis clientes: electrodomésticos, luces LED, pisos de cerámica. Hacer de ‘mula’ me reporta en cada viaje, descontando los pagos aduanales y sobornos, dos mil cuc limpios de polvo y paja”, cuenta Romelio.
No solo decenas de cubanoamericanos residentes en la Florida se dedican a trasegar con pacotilla textil o industrial. Empresarios, compradores, intelectuales, médicos, pilotos y azafatas, entre otros ciudadanos cubanos, se dedican de manera ilegal a la importación de artículos por encargos.

A pesar de pagar elevados gravámenes aduanales, el negocio deja beneficios suculentos. Yanelis, aeromoza, además de servir tragos y emparedados a los pasajeros de Cubana de Aviación, desde hace seis años se dedica a importar electrodomésticos, ropa y cosméticos de calidad.

“Con el dinero que he ganado monté una paladar, me compré un piso en el Vedado y pude arreglarle la casa a mi madre y mis hermanos”, expresa la aeromoza.

A ninguna de estas dos ‘mulas’, les preocupa las nuevas prohibiciones a los trabajadores particulares que venden prendas de vestir y artículos de ferretería, y que obligarán a cerrar cientos de pequeños negocios el próximo 31 de diciembre. Mientras el Estado mantenga precios exagerados en sus mercancías siempre habrá terreno fértil para el negocio.
Pablo, economista, opina que debido a la habitual escasez y sobre todo los altísimos impuestos de circulación -entre 240 y 400%- con los cuales el gobierno grava las mercancías ofertadas en moneda dura, siempre habrá importación de contrabando.

“Calculo que las ‘mulas’ de la isla, los cubanos que viven en Estados Unidos, Europa o América Latina, y los cooperantes que laboran en el extranjero, mueven de tres a cuatro mil millones de dólares anuales en mercancías. Las ‘mulas’ son una especie de ratones, constantes y laboriosos, que van desarticulando el embargo y los abusos comerciales que practican las autoridades cubanas”, argumenta el economista.

Osniel, dueño de un negocio de dulces, le compró a Romelio un televisor de pantalla plana para regalarle a su esposa. Según Osniel, “muchos dueños de cafeterías, bares y paladares adquirimos luces LED, televisores y bebidas mediante las ‘mulas’, ya sean de Miami o cubanos que trabajan en empresas. El precio entre unas ‘mulas’ y otras no varía demasiado. Y por supuesto, siempre es más barato que el Estado”.

Luego de dejar el televisor en casa de Osniel, Romelio revisa su cuaderno. Mira el reloj: “Aún debo hacer siete entregas más. Dos televisores, un videojuego y cuatro Samsung Galaxy. Para salir de la rutina, iré una semana a Varadero con mi familia”.

En Cuba, al igual que las monedas, desde hace 55 años cohabitan dos economías: la estatal, improductiva y mal remunerada, y la sumergida, donde usted por catálogo puede adquirir artículos Made in USA.

Diario Las Américas, Miami

24 de diciembre de 2013

Un filme para ver de nuevo por Navidad



Un filme para ver de nuevo
en este tiempo navideño:
“Feliz Navidad”

(“Joyeux Noël”, o “Noche de Paz”)
  
Francia (2005). Basada en un hecho real, narra cómo durante una Navidad de la Primera Guerra Mundial, concretamente en diciembre de 1914, soldados alemanes, franceses y escoceses entierran sus diferencias y sus muertos, y se ponen a jugar al fútbol. Un film candidato por Francia al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en aquel año.

El día que Cromwell abolió la Navidad



El día que Cromwell
abolió la Navidad


La indulgencia, los excesos o la rimbombante decoración derivada de las celebraciones navideñas que inundan el ambiente en Reino Unido durante estos días no siempre han contando con el beneplácito de la clase política. Quizá una de las consecuencias menos analizadas de las guerras civiles inglesas en el siglo XVII   es la abolición de la Navidad, auspiciada por el dictador regicida, Oliver Cromwell.

Durante 13 años, en Londres no se pudo entonar un villancico, colocar una guirnalda o preparar un copioso festín para celebrar el nacimiento del Niño Dios.

A mediados del año 1645, un movimiento antinavidad comenzó a fraguarse entre el ala más purista de la sociedad que consideraba inmoral cualquier celebración externa a los servicios religiosos. Justo dos años después, el Parlamento inglés declaraba ilegal los actos asociados al Día del Jolgorio de los paganos, como se referían al 25 de diciembre.

Celebraciones inmorales

El míster Scrooge detrás de esta animadversión a la Navidad fue el puritano Oliver Cromwell, quien en 1653 se convirtió en Lord Protector (título para jefes de Estado)   y aplicó ferozmente la medida. Criado en un ambiente protestante y puritano, consideraba las celebraciones de Pascua inmorales e indignas de celebrar durante la única república inglesa de la historia.

Los árboles se guardaron o quemaron, los adornos acumulaban polvo año tras año en sus cajas y las luces sólo duraban unos minutos encendidas, antes de que el Ejército las destruyera. Otorgó poderes a los soldados para confiscar todas las comidas preparadas para las fiestas, además de imponer un férreo silencio en torno a los Christmas carols.

«No sólo se cancelaron las celebraciones debidas al nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, sino que, para consternación general, se ordenó tratarlo como cualquier otro día laborable. El propio Parlamento celebró sesión en el mismo día de Navidad entre 1644 y 1656», afirma el escritor e investigador inglés Desmond Morris, en su libro Tradiciones de Navidad.

La obsesión por sofocar cualquier elemento vinculado a la festividad, le instó incluso a prohibir por ley la fabricación de los tradicionales mince pies,   un dulce típico de la Navidad británica a base de hojaldre relleno de frutas, pasas, almendras, especias y licor.

La irritación popular de los detractores de la ilegalización de la Navidad acabó por desencadenar disturbios en muchas ciudades, como Canterbury, donde los que se atrevían a burlar la prohibición colgando acebo de sus puertas se enfrentaban a las violentas reprimendas de los aliados de Cromwell. La Navidad no volvió hasta dos años después del fallecimiento de Cromwell  en 1658. Nada más asumir el poder, el rey Carlos II reinstauró la celebración de la Navidad con más esplendor que nunca.

El Museo de la National Army de Londres  aún conserva el cartel de la prohibición.

ABC, Madrid

Navidad, fiesta del sol invicto naciente



Navidad:
fiesta del sol invicto naciente

José Barros Guede

Nuestros antiguos antepasados, en sus ansias de vencer las tinieblas y la oscuridad de la noche y disfrutar de la vida, la luz y calor, celebraban la fiesta del Sol Invicto Naciente con manifestaciones de cantos y bailes y con reuniones comensales de familiares y amigos, en la noche del 24 al 25 de diciembre, al ver que los días aumentaban y las noches menguaban.

Hasta el siglo IV, la Iglesia celebraba su nacimiento en el día 6 o 7 de enero como la epifanía o manifestación del Jesús, salvador del mundo. La Iglesia ortodoxa griega y rusa lo sigue celebrando en dichos días. Pero a partir de dicho siglo, la Iglesia católica traslada la fecha de nacimiento de Jesús de Nazaret a la noche del 24 y 25 de diciembre para cristianizar la fiesta pagana del Sol Invicto Naciente. Pues bien, para nosotros cristianos el Sol Invicto Naciente es Jesús de Nazaret que nació en Belén  para darnos vida eterna, luz y calor moral y espiritual a los humanos que creemos y esperamos en él.

En la Navidad resuenan en nuestros oídos las palabras del ángel que dirigió a los pastores que velaban sus rebaños en las cercanías de Belén : “Os anuncio una gran alegría para todo el pueblo, nos ha nacido, hoy, el Salvador, Cristo, el Señor, en la ciudad de David, Belén. Esta es la señal: Encontrareis un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre” (Lc. 2.10-12). Nosotros debemos responder diciendo o cantando: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2. 14).

En la Navidad, pues, celebramos la victoria del día sobre la noche, de la vida sobre la muerte, de la luz sobre la oscuridad y las tinieblas, del calor sobre el frío, de la alegría sobre la tristeza, del amor sobre el odio, del perdón sobre la ofensa y de la humildad sobre la soberbia
José Barros Guede