2 de diciembre de 2013

En 1913... Hedy Lamarr


                 

En 1913…

Hedy Lamarr

Por Marlene María Pérez Mateo

Nació un 9 de noviembre, en Viena, entonces parte del Imperio Austro-húngaro, Hedwing Eva Maria Kiesler, posteriormente conocida como Hedy Lamarr, “la mujer mas bella de la historia del cine”.

Hija única de un matrimonio judío, de madre pianista y padre banquero. Se destacó muy tempranamente desde el punto de vista académico, llegando a iniciar sus estudios de ingeniería con solo 16 años, algo muy inusual para la época, aun hoy lo sería.

Atraída por el arte abandona la universidad y comienza su carrera histriónica bajo la dirección del director de teatro Max Reinhart. Pero fue el cine en 1937 quien la daría a conocer, con la película comercial “Éxtasis” haciendo el primer desnudo en la historia del cine.

Contradictoriamente esta primacía la llevó a lo que ella personalmente calificó “una auténtica esclavitud”: su primer matrimonio con el magnate Friedrich Mandl, que por celos hace de la unión un delirio de sometimiento y control enfermizo. El enclaustramiento impuesto por su esposo lo hace productivo para sí misma retomando  sus estudios de ingeniería. Inteligentemente se documenta de los detalles sobre la técnica armamentista muy en boga entonces. Todo ello le sirvió sobremanera para idear y patentar sus invenciones y descubrimientos años después. Con gran ingenio  logra escapar de su esposo y refugiarse en París, luego a Londres y por último a Hollywood.

Ya en Estados Unidos reanuda su carrera artística bajo la protección de Louis B Mayers, empresario de la productora  Metro Goldwyn Mayer, llegando a  trabajar ante las cámaras en  32 películas, siendo la última en 1958. En 1941 conoce al compositor vanguardista George Antheil con quien mantiene un conocido romance.

En 1942 recibió el número de patente 2.292.387, por la invención del sistema de comunicaciones secretas, versión inicial de la técnica de modulación de señales en espectro expandido.  Esta invención se ha usado en la construcción de torpedos tele-dirigidos, la crisis de los misiles en Cuba en 1962, la guerra de Vietnam y los sistemas satelitales. Ello gracias a sus conocimientos e ingenio.

Hedy Lamarr murió en el 2000 en Orlando, Florida.

Marlene María Pérez Mateo
Septiembre 29, 2013 

El barrio gótico que no es gótico



El barrio gótico
que no es gotico


Alex Gubern abc

De un lado al otro de la ciudad, sin apenas tiempo para leer más allá de las solapas de su guía de viajes, un grupo de turistas se plantaba el pasado jueves ante la fachada de la Catedral de Barcelona. Aturdidos después de un día de «tournée», sacan su cámara y con gesto maquinal capturan lo que creen es un ejemplo del gótico más depurado, o al menos eso es lo que les ha dicho su guía, casi tan desinformado como ellos.

En realidad, la fachada apenas supera el siglo de historia (la obra se hizo entre 1887 y 1912), lo que no impide que sea uno de los «highligts» turísticos de la capital catalana. La escena se repite en otros rincones de la Barcelona vieja, un Barrio Gótico que, en algunos de sus rincones más celebrados, es en realidad «neogótico» o gótico transformado.

El debate sobre el grado de «autenticidad» del Gótico de Barcelona es recurrente, una discusión que cobraba de nuevo actualidad el pasado septiembre. Ese mes, el Museo de Historia de Barcelona (Muhba) negaba a la productora de la serie «Isabel» el permiso para rodar en las escalinatas y puerta de entrada del Salón del Tinell, en el antiguo Palacio Real Mayor, residencia de los Condes de Barcelona y de los Reyes de la Corona de Aragón.

Alegando un escrupuloso rigor histórico, el Muhba, y por extensión el Ayuntamiento de Barcelona, vetaban el rodaje, en lo que desde muchos ámbitos se interpretó más bien como un episodio de censura de regusto nacionalista, el mismo caso que, con otras variantes, se reproduciría semanas después con el veto a la foto del torero Juan José Padilla.

Reproducciones

Para muchos historiadores, el purismo del Muhba resultaba infundado, casi ridículo, más teniendo en cuenta que una significativa parte del Barrio Gótico de Barcelona, incluyendo la propia sede del Muhba, es una reconstrucción más o menos fiel del original medieval, una reproducción embellecida y hasta idealizada de la Barcelona y la Cataluña pretéritas. Un conjunto formidable, cierto, pero punteado por algunos elementos que en puridad son de nueva planta, están reconstruidos o proceden de otras partes de la ciudad.

Un ejemplo paradigmático es la propia sede del Museo de Historia, que se ubica en la conocida como casa Padellàs, antiguo palacio renacentista que se salvó, junto a muchos otros elementos patrimoniales ahora repartidos por toda la ciudad, tras la apertura de la Vía Layetana a principio de siglo.

Piedra a piedra, el antiguo palacio de la calle Mercaders fue rescatado para, al fin, ser trasladado, con algún añadido embellecedor, a su actual emplazamiento en la plaza del Rey, ocupando el solar de un antiguo edificio de viviendas que, a criterio municipal, desmerecía el conjunto. La reconstrucción no se completa hasta 1943, con lo que parte de la actual vista de la plaza del Rey conforma en realidad un gótico rabiosamente contemporáneo.

«Es evidente que la labor de embellecimiento y monumentalización que se hizo en Barcelona desde finales del siglo XIX hasta los años setenta, similar al que se desarrolló en otras capitales europeas, ahora sería inconcebible, no se permitiría», explica a ABC el historiador Agustín Cócola, que en 2011 publicó «El Barrio Gótico de Barcelona. Planificación del pasado e imagen de marca» (Ed. Madroño), donde repasa el proceso de «invención» y turistificación del barrio.

El libro de Cócola, y otros estudios a menudo desconocidos para el público no especialista, no digamos ya para los pelotones de turistas desinformados, indagan en este proceso, cuyo motor inicial fue, además del deseo de armar una «marca turística» ya en el inicio del siglo XX, la voluntad política, o el intento de construcción desde el nacionalismo de una identidad basada en un pasado más o menos idealizado, más o menos glorioso.

«Con el nacimiento de los estados modernos, todas las naciones europeas se fijan en la Edad Media para fijar su origen. El nacionalismo catalán hace lo mismo», apunta Cócola, con un interés especial por proyectar una época, concretamente los siglos XIII y XIV, cuando se produce la gran expansión comercial catalana por el Mediterráneo. En Cataluña, es el movimiento de la «renaixença», en el origen del moderno nacionalismo, el que busca en esa época, y en los restos patrimoniales que legó, los orígenes de un «pasado glorioso».

Arquitectura nacional

Un personaje se adivina clave en este proceso. Josep Puig i Cadafalch (1867-1956), arquitecto y político. Primero recuperador y divulgador de otra arquitectura también idealizada, el románico, a la práctica sería el «definidor» de la arquitectura medieval catalana. Se trataba, en definitiva, de poner en valor una «arquitectura nacional», acentuando las características que distinguían por ejemplo el gótico habitual en Cataluña de Castilla. La proliferación de la típica ventana coronella, la parte más reconocible de la «casa catalana» que Puig i Cadafalch definió, es un ejemplo. Según el estudio de Cócola, hasta 82 de estas ventanas se recolocaron o hicieron de nuevo en el gótico entre 1905 y 1970.

A la par que la ciudad, con el impulso de la Exposición Universal de 1929, buscaba atraer turistas, se diseñó el plan de monumentalización del barrio, que pasaba en gran parte por la recuperación de construcciones que la apertura de la Vía Layetana (ejemplo típico de «sventramento» urbanístico) amenazaba con arrasar. Jordi Peñarroja lo explica con minuciosidad en «Edificis viatgers de Barcelona» (Llibres de l’Índex), una formidable mudanza clave para entender lo que es hoy el Barrio Gótico de Barcelona, un delicioso lugar para pasear y admirar una arquitectura que, a veces, no es tan auténtica como parece.

Otoño, tiempo de castañas



Otoño: tiempo de castañas

Durante mucho tiempo se ha creído que el castaño era originario de Oriente, y que fue introducido en Europa durante la época romana. Sin embargo, excavaciones de zonas prehistóricas sitúan la presencia de castaños en Europa desde el fin del Terciario, por lo que la planta se clasifica como indígena de las áreas mediterráneas europeas. Italia figura como pionera de su cultivo desde tiempos ancestrales.

La harina de castaña ha sido muy empleada en épocas de escasez de alimentos como sustituto de la harina de trigo en la elaboración de pan. En España, hacia mediados del siglo XVIII, la producción de castañas sufrió un duro golpe a causa de una plaga que casi hizo desaparecer este producto, lo que originó, por ejemplo, que se iniciase el cultivo de la patata en Galicia.

Las castañas  se preparaban en potaje con tocino, chorizo y morcilla y se consumían a mediodía. Las castañas, ya maduras  eran el ingrediente principal de diversos platos, haciendo el papel que posteriormente ocupó la patata.

En el «Tesoro de la lengua castellana o española» de Sebastián de Covarrubias, impreso en 1611, se dice: «Las castañas son el sustento de algunas tierras montañosas, no sólo de los brutos, pero también de los hombres; y estando secas las muelen y hacen pan de ellas. Tiénense por regalo estando asadas o cocidas».

Un recetario de cocina fechado en 1874 recoge varias recetas con este fruto, como las castañas con chorizos, un plato que se comía en caliente y que debía de ser potente, además del potaje de castañas. También se consideraban en ese recetario ideales las castañas para rellenar pavos. En la actualidad, se sigue cocinando y consumiendo el pote de castañas, hecho con diversos ingredientes.

Las primeras castañas frescas aparecen en el
mercado en otoño y, dado que se pueden conservar con facilidad, es posible encontrarlas hasta finales de invierno. De todos modos, su mayor consumo tiene lugar durante el mes de diciembre, quizá por tradición, principalmente en las dos semanas precedentes a las fiestas de Navidad y Año Nuevo.

A la hora de adquirir castañas hay que tener en cuenta el estado de la piel o cuero externo. Una corteza brillante y lustrosa es señal externa de la calidad del fruto.

 El consumo de castañas crudas no está muy extendido, ya que de esta manera resultan ásperas y duras. Se suelen someter a un tratamiento culinario previo a su consumo, asándolas o cociéndolas.

Si se van a consumir las castañas asadas, no es preciso pelarlas previamente, basta con hacerles un corte en la corteza para evitar que se revienten durante su preparación. Por el contrario, es necesario pelarlas si se van a cocer.

Las castañas constituyen un ingrediente fundamental de muchos productos de repostería. Las castañas cocidas con anís es un postre muy tradicional en España. Las castañas se emplean desde hace tiempo en diversas recetas culinarias. Enteras o en puré, suponen una excelente guarnición que combina muy bien con todo tipo de aves y carnes.  

En algunas zonas las castañas se destinan a la alimentación del ganado, siendo muy estimado el cerdo alimentado con estos frutos secos.

A partir de las castañas también se pueden obtener una serie de productos derivados, entre los que destacan las castañas desecadas, la harina de castaña, la crema de castañas,   natural o con azúcar, el marron.glacé o castañas glaseadas    y las conservas de castañas.

La harina de castañas es el producto resultante de la molienda de las castañas peladas, empleándose en diferentes preparaciones sola o mezclada con harina de otros cereales. Constituye la materia prima del pan de castañas, producto dulce de agradable aroma que puede conservarse fresco durante varios días.

El marron-glacé es una especialidad francesa de repostería, de amplia producción comercial en Galicia. Se trata de castañas peladas, confitadas y finalmente glaseadas con almíbar. Se presentan frecuentemente envasadas a modo de dulce de regalo. Un producto muy similar son las castañas glaseadas, obtenidas mediante un sistema mucho más sencillo y económico.

Por último, las conservas de castañas constituyen un método de conservación en el que las castañas se cuecen y se envasan junto con una solución azucarada o una salmuera.
Fuentes:
lne.es
www.hogarutil.com/cocina

1 de diciembre de 2013

Adviento




Adviento es una palabra de etimología latina, que significa “venida”. Es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.

El adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.   Es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya que se nos invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.

Recordar el pasado: El adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.

Vivir el presente:  El adviento es llamada a vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida, y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con nosotros, por nosotros. El adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en la justicia y en el amor. El adviento es presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien, reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.

El adviento prepara y anticipa el futuro:  Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y como Juez. El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella. El adviento es vida futura, es Reino, es escatología.

El adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas. El adviento es tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.

El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día y de cada afán.

El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.

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