28 de noviembre de 2013

Día de Acción de Gracias



Demos gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Salmo 118

¡Feliz día de Acción de Gracias
a todos los lectores y amigos!

Te damos gracias, Señor...




Te damos gracias, Señor,  por el don de la familia,
tanto por las que están con nosotros
como por los que nos quedan separados por la distancia.

Gracias también por los que están contigo
disfrutando de la gloria celestial.
Los recordamos hoy, consolados y agradecidos
por el tiempo inolvidable que vivieron entre nosotros.

Gracias, Señor, por la salud,
por el techo que nos cobija,
los recursos de que disponemos
y la felicidad de nuestra bella comunión de cristiano amor.

Especialmente, Padre, porque Tú nos sostienes,
nos acompañas tanto en el sendero sombrío
como en la tarde bañada de sol, te damos gracias

Por nuestra distante patria, hoy abatida y empobrecida,
intercedemos con espíritu entristecido
y te agradecemos la esperanza
que nos anima de verla en un cercano día,
de nuevo libre y reluciente.

Por la libertad y el respeto a nuestros derechos
que gozamos en este país que nos ha ofrecido asilo y refugio,
te damos gracias.

Gracias porque nos amas y te amamos.
Toma bajo control nuestros caminos
y condúcenos siempre con seguridad y en paz…..

¡AMÉN!

(Rev Martín N.Añorga)
 Remitido por Blanca Depriest

27 de noviembre de 2013

Hanukkah



Hanukkah

Janucá en español,   llamada también la «Fiesta de las Luces» o «Lucernarias», es una festividad hebrea.  Celebrada durante ocho días, conmemora la derrota de los helenos  y la recuperación de la independencia judía  a manos de los macabeos  sobre los griegos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén  de los iconos paganos, en el siglo II a.C.  

La tradición judía habla de un milagro, en el que pudo encenderse el candelabro del Templo durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite que alcanzaba sólo para uno. Esto dio origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender, en forma progresiva, un candelabro de nueve brazos llamado januquiá,  (uno por cada uno de los días más un brazo «piloto»).

La festividad acontece el 25 de Kislev  del calendario judío, fecha que acaece entre fines de noviembre y comienzos de diciembre del calendario gregoriano. “Hanukkah” comienza a partir del atardecer de hoy y se prolongará hasta el 5 de diciembre.  

El monumento a los Estudiantes de Medicina





El Monumento
a los Estudiantes de Medicina

…cuando se muere
en brazos de la Patria agradecida
la muerte acaba, la prisión se rompe;
empieza, al fin, la vida!
José Martí

Fue el día 28 de enero de 1909, la fecha en que el doctor Fermín Valdés Domínguez, tan íntimamente ligado a los sucesos del 27 de noviembre de 1871, pudo decir y escribir: “Icé, con mis manos la bandera que, al lado del pedazo de pared de La Punta, dice al mundo que allí está algo de nuestro corazón, que aquella sangre allí derramada hace de aquel lugar, altar donde nuestro amor a la nacionalidad nos tiene siempre de pie y dispuestos a lo que el deber nos mande hacer en honra de ella”…

Cuenta la historia que allá, a mediados del mes de julio del año 1901, el general norteamericano Leonardo Wood, a la sazón Jefe de la Intervención Norteña, había ordenado la demolición del edificio que se encontraba en los terrenos del Castillo de La Punta y que se conocía con el nombre de "Barracones de Ingenieros".

El hecho, en sí, no hubiera tenido significación ninguna, de no ser que frente a sus paredones habían sido fusilados los estudiantes que, en nuestro martirologio, responden con los nombres de: Alonso Alvarez de la Campa, Anacleto Bermúdez, José de Marcos y Medina, Angel Laborde, Pascual Rodríguez, Carlos Augusto de la Torre, Carlos Verdugo y Eladio González.

Esta circunstancia hizo que Fermín Valdés Domínguez fuera a pedir al Jefe de la Intervención que dejara para la posteridad uno de aquellos lienzos de pared, precisamente aquel en que las vidas de la juventud cubana quedó tronchada en flor, en sacrificio inicuo.

Para dar más fuerza a su actuación fue en busca de los doctores, amigos y como él compañeros de los inmolados, Ricardo Gastón y Teodoro de la Cerra y con ellos se entrevistó con el General Wood, quien ante las razones expuestas por los defensores de los valores históricos de la Patria que nacía al mundo de la civilización y convencido de sus derechos invulnerables, por lo sagrados, y ante las razones convincentes, no pudo menos de expresar: "Bien hacen los cubanos en conservar sus recuerdos históricos y mucho más cuando se trata de perpetuar la memoria de los mártires.

Como resultado de aquella entrevista el Jefe de Ingenieros encargado de la demolición de los barracones de Ingenieros recibió la orden del General Wood, no sólo dé respetar el pedazo de pared que el doctor Fermín Valdés Domínguez y sus compañeros habían pedido, sí que también de cercarlo con una reja de hierro, tal como estuvo durante mucho tiempo.

Pasaron los años y, en 1908, en el mes de noviembre precisamente, el Ayuntamiento de La Habana propuso elevar el monumento en dicho lugar y al efecto, en la Gaceta Oficial al publicarse los acuerdos de la Sesión del día 20 de noviembre se consignaba lo siguiente: "Se acuerda por unanimidad, una moción del Concejal señor Jorge Horstmann, relativa a que debe erigirse, en el Parque de La Punta, un monumento conmemorativo del Fusilamiento de los Estudiantes en 1871 y dedicado asimismo a enaltecer y perpetuar el recuerdo de los que, con elevado altruismo contribuyeron a la defensa y reivindicación de aquéllos".

Del libro “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas, editado a principios de la década de 1950.

Apuntes históricos sobre la serie "Isabel" de la tve



¿Ordenó el rey Fernando asesinar a su yerno?

Paloma G. Quirós, tve

Para una vez que vivíamos una trama bonita, alegre y tierna en un capítulo de Isabel...va Alfonso de Portugal y se nos cae del caballo.

¿Es cierto que, como nos insinúa la serie, Fernando estuvo detrás del accidente del heredero de Portugal?  

A Ángeles Irisarri, autora de “Isabel, la reina” la idea le parece descabellada:

«¿Hay que hacer de Fernando un personaje maquiavélico, cuando existen varios candidatos a ser el modelo de El príncipe? Pues no, Fernando no era César Borgia ni el cardenal Richelieu ni el marquñes de Sade,  era un rey de su época, que sabía ser magnánimo y severo cuando procedía y, según la mentalidad actual hasta cruel con sus enemigos.

El caso es que el infante Alfonso de Portugal no era su adversario, era su yerno, el marido de su hija mayor, la infanta Isabel, a la que, como buen padre que era con sus hijos legítimos y con sus bastardos, quería y, a buen seguro, que conocía el amor que se deparaba la pareja.

Además, en el supuesto de que al príncipe Juan  se lo llevaran al otro mundo las terciana o las cuartanas, la reina de Castilla y Aragón sería Isabel-hija y Alfonso sería el rey consorte y, al revés en Portugal, y si tenían un hijo, que no lo tuvieron, la criatura sería rey de Castilla, de Aragón y de Portugal, y no hubiera pasado nada malo, al contrario, la península Ibérica hubiera dependido de un solo rey, y tal vez ahora no habría que suspirar por el “iberismo”.

Además, y lo más importante de todo es que el infante Alfonso, según aseguran todos los historiadores murió de una caída del caballo, en Portugal, cuando Fernando estaba en la guerra de Granada.»

Lo que sí es seguro, así lo atestiguan las crónicas de la época, es que la princesa Isabel y Alfonso se enamoraron. Teresa Cunillera, asesora histórica de la ficción, nos cuenta divertida que debía de ser una cuestión genética: "Podemos decir que las mujeres de esta familia eran tremendas en ese aspecto. Porque Isabel  estaba enamoradísima de Fernando, su hija Isabel se enamoró muchísimo de Alfonso y eso que fue muy corto, y luego, claro, también está el caso de Juana con el archiduque Felipe. Debía de ser algo que iba en la naturaleza”.  Había cinco años de diferencia entre ellos y como nos dice Óscar Villarroel, profesor de Historia en el UCM: "Es imposible saber que había dentro de sus mentes. Pero las crónicas sí que nos transmiten eso."

Tal vez los escritos de aquella época encontraron en el dolor de Isabel por la muerte de su esposo la prueba de que realmente lo amaba. Para Irisarri no hay duda: “Para ella, a la muerte de su esposo, se acabó el mundo.  Quiso entrar en religión, su madre envió a buscarla y la infanta regresó a Castilla llorando amargas lágrimas, como las que derrama cualquier persona por el fallecimiento del amado. Muerto el rey Juan de Portugal, su madre, la señora reina, la casó con el heredero, con Manuel, e Isabel fue reina del país vecino."

Precisamente el hecho de que Isabel terminara casándose con otro portugués hace que Villarroel coincida con Irisarri. Para los historiadores es muy difícil apoyar la teoría de que Fernando quisiera asesinar a su yerno.  El profesor asegura que no tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que el de Aragón vuelve a casar a su hija con un nuevo rey de Portugal "sabiendo ya que su hijo (Juan) no está y es Isabel la heredera".

Eso sí. Teresa Cunillera, consciente de que las teorías conspiratorias son difíciles de demostrar, nos advierte que a nosotros solo nos han llegado los relatos que en aquel momento se dieron como ciertos y no siempre lo cierto era lo verdadero. Porque sí que hubo testigos portugueses, como te contamos en el vídeo principal, que hablaban de un ayo castellano que despúes del accidente desapareció.  

¿Cuál fue la 'versión oficial'? Ángeles Irisarri nos la cuenta: “Mueió de una caída de un caballo. Andaba por la ribera de un río y sucedió que el animal resbaló y el joven se encontró debajo de la bestia y con la mala suerte fue aplastado. Eran frecuentes estas muertes, ya fueran porque el caballo frenaba en seco y el jinete salía disparado por el testuz y daba con la cabeza en la dura tierra, ya fuera de una coz, ya fuera por un resbalón del bicho."

Mucho se ha hablado del luto de Juana 'La Loca', pero el de Isabel, no se quedó atrás: ¡hasta se cortó el pelo!   Ángeles Irisarri nos cuenta cómo reaccionó al perder a su marido: "Al conocer la muerte de su marido, a la infanta Isabel se le hundió la tierra bajo sus pies, lloró y lloró lágrimas sinfín; vistió de luto y de tela muy basta, de arpillera, como hacían los penitentes, y quiso retirarse de las pompas y vanidades del mundo y entrarse en religión. Pero su madre se la llevó con ella a Castilla y, al poco tiempo, la necesitó para renovar la alianza con Portugal y, a la muerte del rey Juan, la casó con su sucesor, el rey Manuel”.  

Por cierto, si esta boda era un acuerdo y garantía de paz entre Castilla y Portugal...¿no era un poco extraño que los reyes no acudiesen al enlace? Los historiadores coinciden en que esto de no acudir a la boda de los hijos era algo bastante frecuente. Villarroel nos explica que era, en gran parte, por un tema de seguridad: "Porque eso supondría la salida de los reyes del reino y eso era algo que ocurría muy pocas veces y, desde luego, no por un matrimonio”.  

Pero por supuesto, la princesa no se fue de España sin su celebración. Fernando e Isabel, como vemos en el capítulo, festejaron la boda por adelantado. Ángeles Irisarri, nos traslada en el siguiente relato, a aquellos 15 días de fiesta: "En abril de 1490, se cumplió una de las cláusulas del tratado de Alcaçobas, por el que se había ajustado el matrimonio de la infanta Isabel, hija mayor de los Reyes Católicos con el infante Alfonso, heredero del trono de Portugal. El rey Juan instó a la celebración de la boda y mandó a sus embajadores a Sevilla donde paraban los reyes. Éstos aceptaron la propuesta lusitana, después de que se firmaran las capitulaciones matrimoniales y, por poderes, se llevó a cabo el enlace, tras la misa de velación, de una novia que había cumplido veinte años y de un novio que tenía quince.

La celebración fue espléndida, pues la reina entre los regalos, la tribuna de autoridades y los entretenimientos, gastó cuatro millones de maravedís. Las fiestas, las bodas y tornabodas como se decía entonces, duraron quince días y demostraron la magnificencia de la Corte de Isabel y Fernando. Hubo justas, el propio rey lanceó los tablados; representaciones de teatro, momos, juglares y juglaresas y frailes limosneros que recitaban coplillas picantes, amén de luminarias, fuegos de artificio en el Guadalquivir y músicas de mil maneras, que disfrutaron los reyes, el príncipe, las infantas, los linajes del reino y el pueblo llano. Unos meses después, sus altezas fueron a despedir a su hija Isabel a la raya del reino, pues las bodas presenciales se celebraron en Portugal."