6 de noviembre de 2013

Recuerdos de mi niñez, por Adel Sánchez



Recuerdos de mi niñez

Por Adel Sánchez

En el distrito histórico de Tampa, Estado de la Florida, en la Avenida 8 del municipio de Ybor, está localizado un parque dedicado a la memoria del Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí. Cuando yo era niño, me paseaba con mi padre por esa misma calle donde había una casa abandonada y muy deteriorada por falta de pintura.

Al pasar frente a ella, mi padre me dijo: «En esa casa vivió José Martí», Años después me enteré que Martí venía a Tampa y a Cayo Hueso en busca de apoyo y ayuda económica para la guerra de independencia cubana. Durante esa misma época en los 1890´s, mi abuelo Gerardo Sánchez fue herido en una de las muchas batallas contra los españoles en Cuba.

En esta foto de noviembre del 1893 se puede ver a Martí rodeado de obreros en una de las tabaquerías de Tampa. En el 1895 Martí regresó a Cuba por última vez, donde se inmoló en Dos Ríos.

La casa abandonada en la Avenida 8 era de la familia Pedroso, quienes eran afro-cubanos y colaboradores de Martí. En esa casa Martí solía quedarse en sus viajes a Tampa, prueba de que Martí no tenía prejuicios raciales. No sólo predicaba la igualdad de las razas sino la practicaba con el ejemplo.



La casa de Pedroso cambió de manos varias veces hasta que en 1956 fue donada al Estado Cubano. Arrasaron la casa y en su puesto erigieron una estatua de José Martí con la bandera de los EE.UU. a la izquierda y la bandera cubana a la derecha. Hoy en día los que mantienen ese Parque Amigos de José Martí siguen cultivando dos rosales blancos, uno a cada lado de la estatua de Martí.

Igual que en cualquiera embajada en el mundo, este parque es legalmente propiedad de Cuba y por eso se puede decir que es el único pedacito de tierra cubana que sigue siendo libre. 

* Adel Sánchez es un cubano residente en la zona Metropolitana de Washington D.C. Actualmente es un renombrado trompetista de la Orquesta Sinfónica Nacional, con la que ha actuado en varias oportunidades como solista en las presentaciones de esta orquesta en el Kennedy Center.    

Nuevo libro de Guillermo Cabrera Infante



La última Cuba que vio Cabrera Infante

Se edita nuevo libro
de Guillermo Cabrera Infante.

Gema Pajares,
La Razón, Madrid

Revisó su vida, quizá de una manera como antes nunca lo había hecho, tan personal. Y se quedó en el tintero, huérfana, sin publicar, sin que viera la luz. La obra que ahora recupera Galaxia Gutemberg narra el último viaje a La Habana que realizó Guillermo Cabrera Infante (Gibara, provincia de Oriente, Cuba, 1929-Londres, 2005) allá por 1965 cuando trabajaba en la Embajada de Cuba en Bélgica.

Ya intuía, y eran más que intuiciones lo que percibía el autor de «Tres tristes tigres», que el viento soplaba de espaldas, que el aire resultaba tan enrarecido, que las cosas se habían dado la vuelta definitivamente para él. Cuando puso el pie en La Habana para visitar a su madre enferma, Zolia, a quien ya no pudo ver viva al aterrizar en la isla, vivió en carne propia las represalias de un régimen hostil, lo que le determinaría a no volver jamás a poner el pie en su tierra, de ahí que el autor de la edición se refiera al libro como «Triste, melancólico.

Es la historia de un gran desengaño, el espectáculo de la delación permanente». Es tras este viaje a su tierra de nacimiento por el fallecimiento de su madre cuando comienza una pesadilla que Antoni Munné, autor de la edición, define como «kafkiana, digna de una película, porque él desea marcharse pero le marean y le retienen durante cuatro meses allí. Parece imposible que eso pueda suceder, pero pasó. Y lo increíbles es poder leerlo en primera persona, saber que eso le sucedió a él y que tal como le sucedió se decidió a escribirlo», asegura a este diario. Es durante ese tiempo infernal «en el que quiere marcharse y no le dejan cuando asistirá a la confirmación de sus premoniciones más terribles: la decadencia de La Habana y la destrucción de todo un país bajo el peso asfixiante del totalitarismo».

Este «Mapa dibujado por un espía» es «la versión de un texto, lo que se suele denominar un ''undertext'', sobre el cual el autor prefirió ir trabajando, aunque de forma discontinua, para darle una nueva redacción y no para volver sobre el mismo tal como estaba», escribe el editor, quien desvela que «es un texto que me impresionó una barbaridad, porque aunque no estaba completamente elaborado literariamente, se nota que tiene su ritmo, la cadencia del autor, los diálogos de la vida cotidiana. Yo he respetado la edición y sólo he añadido los acentos a las palabras, pues él lo escribió en una máquina que no los tenía; incluso las repeticiones de palabras las he dejado tal cual figuraban», comenta.

¿Cómo aparecen estos papeles? Tras la muerte del escritor en 2005, su viuda, Miriam Gómez, halla una cantidad de textos inéditos, además de los que habían sido publicados en revistas y diarios. Así lo explica Munné: «Había varios libros acabados, dos de los cuales, ''La ninfa inconstante'' y ''Cuerpos divinos'', ya vieron la luz en esta misma editorial. Sin embargo, el libro que el lector tiene entre manos posee una particularidad que lo diferencia de aquellos».

Texto literario de la disidencia

De hecho, «Mapa dibujado por un espía» podría no haber existido nunca: su autor lo escribió y lo depositó en un sobre que no se volvería a abrir hasta muchos años después de su muerte. «Es más, en una entrevista de las que concedió a lo largo de su vida, Cabrera confesó seguir trabajando con "Cuerpos divinos", aunque sin duda con menos constancia que en este último». El manuscrito estaba en un sobre «y Miriam sabía que muchas de las cosas que Guillermo había escrito en aquellos papeles no le iba a gustar leerlas. Nunca lo abrió, y me dejó a mí que lo hiciera porque estaba convencida de que algo podría perturbarla. Yo accedí a esos papeles, los leí y me afectó, y de qué manera, su lectura. Accedí entonces a publicar un libro que yo defino como bastante atípico, escrito en un momento concreto de dolor.

Su testimonio es demoledor. No sé si quizá lo hubiese elaborado. En cualquier caso, resulta impresionante, sobre todo por la dimensión humana del retrato que traza, porque da datos personalísimos y al tiempo nos refleja la descomposición de un régimen, pero desde su vivencia, porque lo que narra y lo que escribe es lo que vive. De ahí que resulte el relato en ocasiones tremendo de asimilar», dice para añadir que «de los textos que he tenido entre manos de Cabrera Infante éste es, sin duda, el que más me ha llegado por su narración y por lo que afecta humanamente. Cuando se va de la isla es consciente de que es su último viaje, de que no va a regresar nunca más. Es uno de los textos más ricos escritos por un disidente, una verdadera pieza literaria de envergadura, comparable, por ejemplo, a lo que escribe Gide al dejar la Unión Soviética».

5 de noviembre de 2013

Apuntes históricos sobre la "Isabel" de la tele

 

Apuntes históricos
sobre la “Isabel” de la tele

¿Es cierto que Isabel tuvo mellizos?

¡Qué difícil ha sido el nacimiento de María! Qué mal lo ha pasado la reina en ese parto tan complicado. Hemos querido saber más, ¿cómo fue en realidad aquel momento? ¿Es cierto que Isabel alumbró dos bebés? ¿Es cierto que el que no sobrevivió era un varón?

De lo que sí se tiene constancia, nos lo asegura Irisarri, es de que la pequeña María llegó a ser reina de Portugal y que terminó pasando por el mismo trance que su madre, pero con menos fortuna: "Casó en el año 1500 con el rey de Portugal Manuel el Afortunado, dándole numerosa descendencia. Falleció en 1517, de sobreparto, como muchas mujeres en aquella época. Su hija Isabel casaría con Carlos I de España y sería emperatriz".
 
¿Tuvo que pasar Isabel el trago de conocer a los bastardos de Fernando?

A cuadros nos ha dejado la reina cuando le ha pedido a su marido conocer a los hijos que ha tenido con otras mujeres. En la serie hemos visto a Aldonza de rodillas delante de la reina y nosotros hemos querido saber si ese encuentro se produjo realmente.

Óscar Villarroel, profesor de Historia de la UCM, cree que el encuentro podría haberse producido: "Entra dentro de la lógica que acabase conociendo o hiciera por conocer a algunos de los hijos de su marido. Sobre todo cuando alguno va a acabar desempeñando cargos relevantes como virrey de Nápoles."

Teresa Cunillera, asesora histórica de Isabel, apuesta por el interés de la reina. Asegura que probablemente la reina conociera a los hijos de Aldonza. Y no solo eso. La de Castilla fue más allá, ya que Cunillera nos explica que " También cuidó de otras hijas bastardas que tuvo Fernando. Las Marías que estaban en Madrigal de las Altas Torres en un convento."

Le hemos hecho la misma pregunta a Ángeles Irisarri, autora de Isabel, la reina y no está tan de acuerdo en eso del interés de la reina por conocer a los bastardos de su marido: "No creo que Isabel pusiera mucho empeño, pues ni hablaba ni permitía que le hablaran de ellos, pese a que estaba sabedora de las aventuras de Fernando. A algunos de los bastardos tuvo que conocerlos en actos de Corte. Así a los hijos de Aldonza de Iborra, a Alonso, cuando visitó el reino de Aragón con Fernando en 1481, porque éste, un niño de siete años, era ya arzobispo de Zaragoza, y también a Juana porque casó con Bernardino Fernández de Velasco, condestable de Castilla, un cargo relevante. En cuanto a las hijas de la infidelidad de su esposo, no conoció a María, hija de la noble vasca Toda de Larrea, ni a la otra María, hija de una noble portuguesa, porque estas dos Marías profesaron en el convento de Santa María de Gracia en Madrigal, y no supieron que eran hijas del rey hasta la muerte de Isabel."

Fernando mandaba en Castilla, 
pero ¿mandaba Isabel en Aragón?

Nos llama la atención al ver el capítulo la cantidad de tiempo que pasaban los reyes separados. Demasiados negocios que atender en dos lugares con costumbres bastante diferentes. Sabemos, y hemos visto, que Fernando ejercía su poder de rey en Castilla, pero a Isabel la hemos visto poco por Aragón ¿Eso del tanto monta, monta tanto era real?

Para saber en qué medida se implicó un monarca en el reino de otro basta echar un vistazo al dato que nos proporciona Ángeles Irisarri: "Fernando estuvo poco más de tres años en Aragón, habiendo reinado treinta y siete, e Isabel unos meses".

La historiadora nos explica cómo fue aquella estancia de la reina: "Después de una larga estancia en Sevilla, donde nació el príncipe Juan, los reyes visitaron las tierras aragonesas y fueron recibidos espléndidamente. Precisamente en este viaje, Fernando publicó una carta en la que nombraba a Isabel corregente, administradora y otro yo en el reino de Aragón, con ello cumplía lo acordado en la Concordia de Segovia, y también en estos reinos se implantó la diarquía, pero Isabel no ejerció, pues no congenió con el carácter aragonés. No obstante, presidió Cortes y, no voy a anticipar acontecimientos, pero en estas latitudes se ensañó con ella el cruel destino."

Beatriz Galindo, “La Latina”

Seguramente alguna vez hayas paseado y tapeado por uno de lo barrios más castizos de Madrid. La Latina tiene historia en cada uno de sus rincones, ¡empezando por su nombre! ¿Sabes que se llama así por Beatriz Galindo, la recomendada a la reina por su confesor Hernando de Talavera  para servir en la corte?   ¿Sabes que la “profesora” de Isabel se terminó casando con un conocido madrileño?

Ángeles Irisarri lo sabe: “Estuvo casada con Francisco Ramírez, de Madrid, conocido como “El Artillero”,  que además fue escribano de la Corte en tiempos de Enrique IV y luego secretario de los RR.CC. Fue llamada “La Latina”, gozó de abundante fama por haber sido profesora de latín de la reina Isabel y de las infantas Juana y María, y por fundar dos hospitales y un convento en Madrid. Hoy da nombre a un barrio de la capital.”
Paloma G. Quirós, TVE

Semblanza de Fidel Castro (9º Entrega y final)


SEMBLANZA
DE FIDEL CASTRO

(9ª Entrega y final)

Por José Ignacio Rasco

 A MODO DE CONCLUSIÓN

El hecho de que Castro sea un bribón sagaz, con todas las buenas y malas capacidades que posee, es un índice de que hizo lo que quería, es decir establecer un país comunista. Lo que hizo en Cuba fue, pues, lo que más ambicionó. Pudiera haber sido un gran reformador constructivo si hubiera querido. 

Si en esto de la comunización los siguieron tantos -unos por tontos, otros por vivos- es porque sucumbieron ante el hechizante brujo de tribu que fue este gran actor y autor de teatro que se propuso llevar a Cuba hacia el escenario comunista internacional.

Los viejos socialistas, marxistas, o comunistas cubanos, como quiera llamárseles, jugaron con Castro y Castro con ellos. En definitiva eran dos mitades de la misma cosa. Ambos hicieron bien su papel en busca de un poder absoluto, totalitario.

Castro más hábil y carismático, se impuso con recursos nacionales e internacionales. Se aprovechó de la guerra fría para dar rienda suelta a su ancestral odio al «imperialismo yanqui», no obstante la ayuda que los vecinos del Norte le prestaron cuando decidieron alejarse del corrupto régimen de Fulgencio Batista. 

Y los tontos útiles, o inútiles, se plegaron a la manipulación castrista que tan pronto se presentaba como humanista, tercermundista, antiimperialista o en otros términos. El hijo de Birán manipulaba esos conceptos políticos y los enrojecía a su capricho. Esto es esencial para entender el complejo y difícil crucigrama cubano.

Muchos biógrafos y autores al escribir sobre Castro tratan de esconder todavía su manipulación traidora y su credo marxista, encandilados por la indiscutible personalidad de quien rompió con los signos que marcaban la geopolítica y la historia de Cuba. No parece que la historia lo absolverá como adujo en su discurso famoso en el juicio por el ataque al Moncada. 

Acaso ningún hombre en toda la historia cubana pudo haber hecho tanto por su país, ya que contaba con un pueblo totalmente fascinado con su personalidad y estaba consciente de las reformas democráticas que se anhelaban. Lejos de eso Castro torció el rumbo hacia la izquierda socialistoide de un modo alocado y deletéreo fusionando la revolución con su propio absurdo modo de ser.

LOS RASGOS CARACTERÍSTICOS DEL PERSONAJE

¿Cuál es la personalidad psicológica de nuestro personaje? ¿Cuál es su patrón de conducta más permanente?

Para describir el carácter y el temperamento de esta figura singular acudiremos al testimonio de algunos buenos conocedores del personaje y de la psicología humana.

Al principio de la Revolución, en el año 1960, el Dr. Rubén Darío Rumbaut -brillante médico psiquiatra- trazó la silueta sociopática de Castro con «muchos fuertes rasgos paranoides» lo que lo lleva siempre a necesitar enemigos, «que cuando no los tiene los crea».

«Parece cumplir -dice Rumbaut- lo que en psicología se llama «profecía autorrealizada»: anuncia sin más pruebas que determinado sector es su enemigo e inmediatamente empieza a funcionar sobre esa suposición, atacando y ofendiendo a su pretenso rival… anuncia triunfalmente al mundo que su «profecía» había estado correcta, que aquel había sido siempre su enemigo, sin percatarse de que él mismo es quien se ha convertido en tal».

«El lenguaje de Castro -añade- gira alrededor de esos conceptos y de esa actitud ante la sociedad. Sus palabras favoritas son: enemigo, conjura, campaña, ataque, agresión, lucha, muerte, maniobra traición.»

Y para corroborar su aserto, Rumbaut brinda una lista de nombres de los agredidos (ya en 1960): el Directorio Revolucionario, su invitado de honor José Figueres, el Presidente Urrutia, el Embajador de España Lojendio, la Iglesia Católica, la Masonería, los norteamericanos…..           

Otro estudio acucioso sobre la psicopatología de Castro se lo debemos al eminente psiquiatra, Dr. Humberto Nágera, quien en su «Anatomía de un tirano» acusa también a Castro de «desorden paranoico» y lo retrata de este modo:

«Altamente dotado, en verdad extraordinariamente dotado, personalidad de gran desorden narcisista y megalomaniático con rasgos psicopáticos. Debe enfatizarse que su narcisimo y megalomanía son de proporciones gigantescas… un ser humano extraordinariamente inteligente, con una notable habilidad política así como para manipular grandes masas de gente. Lo que recuerda a Hitler y Mussolini».

Y continúa el Dr. Nágera:
«… Posee serios desajustes en la formación de su super ego lo que implica que es altamente corruptible, es decir, sus creencias éticas no son estables y frecuentemente cambian para acomodarse a sus deseos… lo que lo convierte en un individuo extraordinariamente peligroso».5

Y el ilustre psiquiatra comprueba su diagnóstico con la osadía de Castro al llevar al mundo a una confrontación nuclear cuando la crisis de los cohetes. Y recuerda cómo ha podido agraviar y supervivir a nueve presidentes norteamericanos: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan. Busch, Clinton.

Nágera, Rumbaut y otros autores, han destacado las actitudes violentas de Castro hacia su padre y la doble reacción que proyecta ante la fuerza paterna y la humildad materna que provoca anárquicamente irregulares patrones de conducta en un hogar de difíciles relaciones. Su fría indiferencia ante la muerte de su padre Don Ángel Castro y aun de su propia madre doña Lina Ruz. Su modo extraño de tratar a todas las mujeres y su hipocresía para con sus propios compañeros de lucha.

El narcisismo de Fidel lo lleva a no interesarse por nada ajeno. Sólo le importa y ama lo que concierne a su persona. Esto explica el porqué casi todo el grupo original revolucionario de los primeros tiempos desapareció misteriosamente (tal es el caso de Camilo) o fue preso, fusilado, o escapó al exilio. «Alejandro» fue el seudónimo con que el mismo se bautizara en su época clandestina, seudónimo que anuncia sus afanes de guerrero y conquistador y posee un alto nivel de autoestima.

Por otra parte la megalomanía de Castro lo hizo pensar que la Isla de Cuba le quedaba pequeña para sus ambiciones políticas mundiales. De ahí su conocido afán de exportar la revolución a cualquier esquina del planeta y para ello formar un ejército descomunal para el tamaño del país y su población entonces (1959) de poco más de seis millones. Con lo cual, superó con creces el militarismo batistiano, asunto puntual de la oposición.

Según el psiquiatra Nágera el caudillo criollo sintió una gran identificación con Primo de Rivera, Franco, Hitler y Mussolini, pero también, paradójicamente, con José Martí y Antonio Guiteras, a los cuales ha tratado de imitar parcial y maliciosamente.

En la obra del Dr. Julio Garcerán de Vall, titulado «Perfil Psiquiátrico de Fidel Castro Ruz» su autor reitera los rasgos patológicos en la psicología del líder cubano, acentuando la nota paranoica que se revela en toda su actuación. En un serio recorrido por sus aristas personales, Garcerán señala explícitamente los rasgos más notables del carácter y del temperamento castrista: desconfianza, megalomanía, egoísmo, poca afectividad, antisocial, desajuste social, intelectualidad, egocentrismo, emotividad, ingratitud, hostilidad, irritabilidad teatral, posición defensiva ante el mundo, complejo de superioridad, subestimación y negación de otros, inseguridad, intimidación, astucia, suspicacia, orgullo, proyección de su conducta en otros, racionalización, agresividad, causticidad, mitomanía.6

Aunque larga la lista del Dr. Garcerán tampoco es exhaustiva. Y lo interesante es que el propio autor enriquece su enumeración con hechos reales y anécdotas bien conocidas que avalan su juicio, imposibles de relatar dada la brevedad de este trabajo.

El Dr. José Ignacio Lasaga, afamado psicólogo, me señaló en cierta ocasión, que además de la tendencia paranoide, tan visible en el perfil castrista, existían también rasgos esquizoides que lo alejaban de las realidades más visibles y que los agrandaba con su tropical imaginación. 

Recuérdese el caso, bastante reciente, en que propuso a un grupo de sus expertos ganaderos la necesidad de «inventar» una vaca doméstica, concebida en un laboratorio genético, que resolviera, a nivel familiar, las aspiraciones nutricias de la leche, el queso y la carne, ante la escasez que se produjo en el país como consecuencia de su absurdo sistema económico.

 Alguien de su equipo, con espíritu de sorna, comentó, clandestinamente, al final de la insólita disertación del Comandante: «Esto es increíble, Fidel no se ha dado cuenta que ya eso está inventado y es la chiva…»

En los días iniciales de la revolución, la megalomanía y el narcisismo se alentaban por el propio Comandante en Jefe, al que todo el mundo, tirios y troyanos, le reconocían un gran carisma, pero también lo consideraban un tanto chiflado. La sabiduría popular sintetizaba de este modo su confusa personalidad: «es un loco que en sus momentos lúcidos es comunista».

Sin embargo, todos los especialistas coinciden que no es realmente lo que se dice un orate. De haber sido un verdadero esquizofrénico- paranoide habría que exonerarlo de toda responsabilidad ética en sus desafueros. 

Sus rasgos neuróticos y psicopáticos no constituyen un índice de verdadera demencia, sino una deformación de su personalidad que contribuye a la hipérbole patológica de su pensar, decir y actuar en un odioso juego de espejos, cóncavos y convexos, que desfiguran toda realidad.