23 de septiembre de 2013

La sombra de los Alba enfrió "la boda del año"





Un poco de cotilleo


La sombra de los Alba
enfrió "la boda del año"


Beatriz Cortázar, ABC, Madrid.  

 La boda de Francisco Rivera Ordóñez y Lourdes Montes, celebrada el pasado 14 de septiembre en una finca de Ronda, estuvo marcada por las ausencias y la polémica. Una semana después, y cuando aún no se ha apagado la controversia sobre la filtración a los medios de varias imágenes que reventaron su exclusiva con «¡Hola!», el enlace sigue dando mucho que hablar.  

Y es que fueron notables las deserciones en esa celebración con chistera y chaqué, tal y como rezaba el dress code, y con un alcalde de Sevilla (Juan Ignacio Zoido) oficiando en Ronda no se sabe muy bien qué. De hecho, la auténtica boda había tenido lugar días antes en el Ayuntamiento sevillano, lo que explica que en el reportaje de «¡Hola!» Zoido tan sólo apareciera en una foto muy pequeña. Mientras, el pasado sábado la duquesa de Alba se dejaba ver en Salamanca junto a su esposo, Alfonso Díez.

La sombra de doña Cayetana es muy alargada, su poder es notable, y eso explicaría los poquísimos nombres conocidos que quisieron acompañar a los novios  en lo que algunos se han empeñado en llamar la «boda del año» y la mayoría, el “reventón de la temporada”. Se vio a Manuel Díaz «El Cordobés», César Cadaval, Farruquito, Jesús Quintero, José María García y poco más. Pero ¿dónde estaban los Morante, Conde, Ponce, Litri, Camino, Talavante, Perera, Jesulín, Espartaco o Romero, entre otras figuras del toreo? Mutis por el foro. Quien más y quien menos puso una excusa.

Esta semana, por Sevilla se ha escuchado de todo. De entrada, a Zoido ya le han dedicado varios artículos a propósito de su “oficio” como alcalde sevillano en una localidad malagueña y en una celebración polémica. Por otro lado, se asegura que muchos declinaron ir a la fiesta de Fran por el enfado que existe  en el seno de la Casa de Alba, especialmente por parte de la duquesa, quien consideró una traición que su exyerno solicitara por vía judicial la custodia de la pequeña Cayetana Rivera Martínez de Irujo.

En un pueblo de Madrid
Eso es al menos lo que se cuece por la capital hispalense, donde también se destaca la ausencia de Kiko Rivera, hermano del novio, quien esa noche prefirió actuar como DJ en un pueblo cercano a Madrid. Según sus amigos, la relación entre Fran y Kiko no es tan cordial ni frecuente como se presumía. Por otro lado, el hijo de Isabel Pantoja “pasaba” de ponerse chaqué y chistera, y prestarse a ser el hazmerreír de muchos.

Ni los Rivera, ni los Dominguín, ni la prima Belén, hija de la desaparecida Belén Ordóñez; ni tan siquiera el tío Curro Vázquez. Faltaron todos los esperados. Entretanto, en silencio, evitando llamadas y ofertas millonarias para dar su opinión sobre la boda de su exmarido, Eugenia Martínez de Irujo ha hecho lo que suele cuando se siente agobiada y presionada: coger las maletas y largarse de España.

Por eso, durante los fastos del enlace civil, la duquesa de Montoro se ha quitado de en medio, que es lo más recomendable en estos casos. Me consta que el hecho de que Fran se haya casado con Lourdes a ella le ha dejado totalmente indiferente. Esa etapa ya la superó hace mucho; incluso, se habría alegrado por él si no hubiera sido por la demanda que Fran le puso hace un año para cambiar el régimen de custodia de Tana.

Aunque Fran perdió en los tribunales, la herida sigue abierta. De aquellos movimientos llegó la ruptura con los Alba y el enorme disgusto para la duquesa, su auténtica protectora durante muchos años Cayetana se había desvivido por Fran,  apoyándole en todo: en su carrera como torero, acudiendo siempre a Ronda o a las plazas donde lidiaba; frente a las críticas públicas que contra él vertieron José Tomás o Morante de la Puebla, quienes se indignaron cuando en 2009 se otorgó a Rivera Ordóñez la Medalla al Mérito de las Bellas Artes; y hasta con sus novias de turno, como la bailarina Cecilia Gómez o la propia sobrina de doña Cayetana, Blanca Martínez de Irujo. Ahí estaba siempre la duquesa, a pesar de los enfados de su hija Eugenia, pues jamás entendió la relación de su prima con su exmarido. Pero lo de su nieta Tana nunca lo hubiera imaginado la duquesa. El día que se enteró de la demanda por la custodia, se quitó la venda de los ojos y renegó de su exyerno para siempre.

La otra protagonista
Hoy está triste no por la boda en sí, sino porque considera que se ha utilizado a su nieta. A Tana le han dado un papel protagonista en esa celebración y en las imágenes publicadas se la ve de espaldas, de perfil, a contraluz y hasta con medio rostro al descubierto. Se la vistió de largo, y eso que aún no ha cumplido los 14 años, y también se la ha retratado brindando. Da igual que a su madre no le guste, porque ahí están las imágenes. Por eso, en Sevilla se escucha de todo. Por ejemplo, hay quienes ya hacen comparaciones de esta boda con la de Belén Esteban. A diferencia de Fran, Belén no sólo no vendió la exclusiva de su enlace, sino que jamás se ha prestado a posar con su hija Andrea.

Frase de sabiduría

Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.
- Isaac Newton (1642-1727)

22 de septiembre de 2013

El escudo y el lema del papa Francisco



El Escudo y el Lema
del papa Francisco

EL ESCUDO

En los rasgos esenciales, el Papa Francisco ha decidido conservar su escudo anterior, elegido desde su consagración episcopal y caracterizado por una sencillez lineal.

Sobre el escudo, azul, se hallan los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los que deseó el predecesor, Benedicto XVI (mitra entre llaves de oro y plata, entrelazadas por un cordón rojo). En lo alto se refleja el emblema de la Orden de procedencia del Papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante y llameante con las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. Encima de la letra h se halla una cruz; en la punta, los tres clavos en negro.

En la parte inferior se contempla la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, simboliza a la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; la flor de nardo indica a san José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, san José se representa con un ramo de nardo en la mano. Al incluir en su escudo estas imágenes el Papa desea expresar su especial devoción hacia la Virgen Santísima y san José.

EL LEMA

El lema del Santo Padre Francisco procede de las Homilías de san Beda el Venerable, sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme)».

Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina y se reproduce en la Liturgia de las Horas de la fiesta de san Mateo. Reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del Papa. En efecto, en la fiesta de san Mateo del año 1953, el joven Jorge Bergoglio experimentó, a la edad de 17 años, de un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después de una confesión, sintió su corazón tocado y advirtió la llegada de la misericordia de Dios, que, con mirada de tierno amor, le llamaba a la vida religiosa a ejemplo de san Ignacio de Loyola.

Una vez elegido obispo, monseñor Bergoglio, en recuerdo de tal acontecimiento, que marcó los inicios de su total consagración a Dios en Su Iglesia, decidió elegir, como lema y programa de vida, la expresión de san Beda miserando atque eligendo, que también ha querido reproducir en su escudo pontificio:  “Lo miró con misericordia y lo eligió”.

Reproducido de revistaecclesia.com

21 de septiembre de 2013

Alzheimer


Alzheimer

Su nombre es muy mencionado actualmente e incluso pensamos en él cada vez con más frecuencia.  Para muchos es un personaje familiar, aunque ellos ya no se den cuenta.  Otros hablamos de él como si ya fuéramos amigos, aunque le temamos. Pero… ¿conocemos su cara?  ¿Quién era y cómo era?  

Hoy, que internacionalmente se celebra el día de la enfermedad que lleva su nombre, acerquémonos a él para conocerle mejor,  ya que este alemán se empeña tanto en acompañarnos.
 
Aloysius Alois Alzheimer nació en Marktreit, ciudad de Baviera, Alemania el 14 de junio de 1864 y murió en Breslavia, (ciudad alemana entonces, hoy enclavada en Polonia) el 19 de diciembre de 1915. Miembro de una familia numerosa, creo bajo la férrea disciplina de su padre, quien insistió se educara en los mismos colegios católicos donde él lo hiciera. 

Fue un psiquiatra y neurólogo alemán que identificó por primera vez los síntomas de lo que luego se conocería como enfermedad de Alzheimer.
  
Alzheimer asistió a las universidades de Tubinga, Berlin y Wurzburgo, donde se licenció en Medicina en 1887.  Al año siguiente estuvo cinco meses asistiendo a enfermas mentales, antes de ocuparse de una consulta en un asilo mental de Frankfurt.  

Allí conoció al neurólogo Franz Nissl (1860-1919). Gran parte del trabajo de Alzheimer en patología cerebral se basa en el método de Nissl, que consistía en una tintura de plata de las secciones histológicas. Fue cofundador y copublicador de una revista científica, aunque no escribió nunca una obra en solitario.
  


En abril de 1894 Alzheimer se casó con Cecilia Geinsenheimer, una acomodada viuda judía con la que tuvo tres hijos: Gertrud, Hans y Maria. Cecilia murió en 1901  con sólo 41 años. 

El 25 de noviembre de 1901, Alzheimer se reunió con la paciente que lo haría famoso: Auguste Deter. Su marido la había llevado al hospital por los cambios drásticos que ella había experimentado en un año. Se había convertido en celosa de las cosas más simples en el hogar que ya no podía realizar, veía objetos ocultos, se sentía perseguida y molestada por vecinos fastidiosos. Alzheimer publicó en 1906 los descubrimientos que hizo al examinar postmorten su cerebro. 

En diciembre de 1915 Alzheimer enfermó durante un viaje en tren a Vratislavia. 

Probablemente le afectó una infección  que le provocó fiebre e insuficiencia renal. Murió a los 51 años de un ataque al corazón.

La construcción del mito



La construcción del mito

Por Roberto Madrigal

La participación de los intelectuales cubanos fue uno de los elementos fundamentales en la construcción del mito revolucionario. No solamente adoptaron y ajustaron su discurso y su lenguaje, sino que además se prestaron a servir de propagandistas y promotores de ilusión, trabajando en la captación de escritores y artistas extranjeros. Estuvieron entre los cómplices estrella de la manufacturación de la época épica, de los años de la utopía.

En 1970, el poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal viajó a Cuba para participar como jurado del concurso literario Casa de las Américas. Su experiencia en la isla fue luego reflejada en su libro En Cuba, publicado en 1972 por la editorial argentina Lohlé y que hasta donde tengo noticia, no ha sido jamás reeditado. El libro circuló en Cuba de una manera tan clandestina y vigilada como Tres Tristes Tigres. Es curioso que un libro que está hecho con el propósito de cantar loas al gobierno revolucionario, nunca se editó, ni se vendió, ni se divulgó en Cuba.

Lo cierto es que a pesar del propio Cardenal, si uno lee un poco entre líneas y con una sana suspicacia (y los censores leen entre líneas, entre letras, entre comas y entre comillas), en el texto se narran cosas que eran inaceptables entonces en Cuba (y muchas lo siguen siendo). A Cardenal se acercó mucha gente. Se la pasó rodeado de intelectuales, agentes de la seguridad y unos cuantos atrevidos que fueron a decirle lo que pensaban sobre la revolución.

Personalmente solo tuve un contacto muy indirecto con Cardenal durante un episodio que ya he contado en otra parte, en el cual mi amigo Roberto Yanes lo imprecó y lo emplazó a que explicara como conciliaba marxismo con catolicismo. Fue durante una charla pública y mi amigo fue inmediatamente retirado del acto por dos amables compañeros de la seguridad del estado. Otros dos amigos míos sí se acercaron a Cardenal y fueron mencionados en las páginas de En Cuba. Eran los poetas Rogelio Fabio Hurtado, quien aún reside en la isla, y el difunto Joaquinito Ordoqui. Por diferentes razones, ninguno tenía miedo. A través de uno de ellos me llegó prestado el libro y lo leí entonces con mucho interés. Aunque está disponible en muchas bibliotecas americanas, no he vuelto a ver esa obra en los últimos 40 años.

Revisando el segundo volumen de la autobiografía de Cardenal, titulado Las ínsulas extrañas, noto que dedica un capítulo a resumir lo que narró en En Cuba a la vez que añade algunos hechos y revela algunos nombres. No hay ninguna confesión que haga temblar la tierra, pero al leer sobre esta visita tantos años después uno ve la bajeza y el fariseísmo de algunos escritores.

Según cuenta el propio poeta, este viaje, que fue para él como una “segunda conversión”, lo hizo, tras dudarlo mucho, invitado por Roberto Fernández Retamar y Haydée Santamaría. La razón de su reticencia anterior (Retamar lo había invitado varias veces), fue que como sacerdote católico, no pensaba que podía acercarse al comunismo. Quien lo convenció fue el poeta Cintio Vitier.

Cuenta que “años antes le había escrito a Cintio Vitier, preguntándole si mi visita a Cuba no sería utilizada para propaganda del régimen y, me contestó que evidentemente la utilizarían. Pero ahora él me había recomendado que fuera”. Más adelante, sin intención, subraya el penoso mimetismo de Vitier, cuando apunta: “Hablé con Cintio a solas… Me contó Cintio que ahora él estaba completamente con la revolución…” y que lo que finalmente lo había convencido era “la ida a cortar caña…esto terminó de identificarlo con el pueblo y con la revolución…se había hecho miliciano…firmaba todos los manifiestos”. El poeta como vocero.

Más adelante, cuando pregunta por qué las vidrieras de las tiendas están vacías, Cintio le dice que en Cuba “…todo el mundo tiene más dinero que el que puede gastar”, un argumento que apuntala el poeta uruguayo Mario Benedetti dando una de las explicaciones más puerilmente absurdas sobre las diferencias entre capitalismo y socialismo. Según Benedetti, a quien cita Cardenal: “En Uruguay hacen 1000 carteras de señoras y son carísimas y nadie las puede comprar y por eso las tiendas de mi país están llenas de carteras. Aquí… tienen que hacer 40,000 y todo mundo las compra y por eso no hay carteras”.

El nicaragüense, quien luego fuera Ministro de Cultura del primer gobierno sandinista, tiene mucho de ingenuo y de creyente que insiste en ver la realidad a través de sus ideas. También tiene mucho de cómplice que quiere defender un proceso en el cual quiere creer. De otra forma no se explica su pasiva aceptación de esos disparates. Esas razones también explican los problemas en los cuales se metió con los sandinistas, cómo fue manipulado por los dirigentes más aliados a los cubanos, como Carlos Fonseca y Tomás Borge y finalmente su expulsión del sandinismo, cuyos dirigentes lo han perseguido por años con afán de venganza.

Un dirigente católico, el ya fallecido Raúl Gómez Treto, quien fuera uno de los redactores de la primera constitución castrista, le resume que al triunfo de la revolución solamente “los obreros acomodados reaccionaron contra la revolución más fuertemente que la aristocracia…los altos obreros con deseos de ser ricos”. Después suelta la andanada de cifras y excusas que nadie puede confirmar (porque son mayormente falsas), “calculo que hubo 800 o 1000 fusilamientos, lo cual me parece que no es mucho” (claro a él no lo fusilaron), ya que “hay que tomar en cuenta que en la época de Batista hubo 20,000 asesinatos”. Otro cliché repetido hasta el cansancio y que ya se sabe fue inventado como consigna por Miguel Ángel Quevedo, entonces director de Bohemia, de quien se cuenta que luego en el exilio vivió agobiado por esa mentira.

El arzobispo Oves, al enterarse de que como jurado del premio Casa viajará a Isla de Pinos, con mucha diplomacia le informa de los católicos que fueron enviados a la UMAP, le dice que trate de ver “a unos seminaristas que estaban allí en una unidad de lacra social, con marihuaneros, homosexuales y delincuentes”. Resulta tragicómico como luego al pedir Cardenal reunirse con los seminaristas, tras insistir varias veces sin recibir respuesta, le informan que llamó “el teniente Rabasa. No se puede visitar a los seminaristas porque están en prácticas militares”. Cardenal insiste y le dicen que vaya y espere en La Habana, pero “nunca me volvieron a mencionar el asunto, y yo no insistí más”. Luego se encuentra con uno de esos seminaristas quien le dice: “Si le dijeron que estábamos en prácticas militares fue que no quisieron que los viera… esa unidad nunca ha hecho prácticas militares”.

También narra cómo se le acercaron varios jóvenes, quienes se le presentaban como revolucionarios (no había otra forma de acercarse al poeta, entre ellos estaban mis amigos) pero que querían informarle de la otra realidad de Cuba. Le hablan de la represión por llevar el pelo largo, escuchar jazz o vestirse a la moda hippie, de la UMAP, le cuentan que las noticias son suprimidas diciéndole: ¿Está bien que los dirigentes reciban diariamente un boletín con todos los cables y el pueblo no? …lo que quieren es que uno escriba ciencia ficción en vez de la realidad… mitología y no realidad es lo que vamos a hacer”. Le añade con certeza que cuando les dicen que no es tiempo de criticar porque no es oportuno se cuestiona: “¿Será dentro de veinte años, cuando ya todo haya pasado y ya no haya necesidad de criticarlo?” Por su parte, sobre el mismo tema Cintio se vuelve esquivo.

Hay mucho otros ejemplos en los que otros personajes se esmeran en crear un laberinto de espejos alrededor de Cardenal, pero la cosa llega a sus niveles más ridículos cuando Cardenal le pregunta a Cintio si habrá puerco el 26 de julio, porque ha oído hablar que la cena de Navidad se celebra ahora en esa fecha y el cubano le contesta: “Si hay para todos los cubanos, lo darán. Si no hay para todos, no.” Quisiera poder imaginar la expresión facial con la cual Cintio acompañó su discurso. Pero no se detiene ahí, sino que agrega que “una de las cosas más bellas de la Revolución es que todos comemos los mismo”, algo que una visita a cualquier casa de protocolo o a la de algún dirigente, desmentía de inmediato.

Sin embargo, para contrarrestar estas declaraciones de Cintio, voy a utilizar un poema, que no aparece en este libro, que leí un par de veces en el parque de la funeraria Rivero y que mantengo en la memoria. Lo escribió un personaje a quien conocí como Rudi, quien me cuentan que ahora vive por estas playas. Hace por lo menos cuarenta años que no veo a Rudi y ni sé si es su verdadero nombre, pero él mismo contaba que se le apareció a Cardenal con sus poemas para que lo antologara junto a Cintio, Retamar, Padilla y Eliseo Diego si algún día se decidía a reunir a poetas cubanos y le leyó el siguiente poema, cuya ortografía creo respetar en mi memoria. Se titulaba “El verbo espaguetizar”, era de cuando por un tiempo en Cuba lo único que se conseguía para comer eran espaguetis.

Yo espaguetizo
Tú espaguetizas
EL, NO espaguetiza
Nosotros espaguetizamos
Vosotros espaguetizáis
ELLOS, NO espaguetizan.

Cuentan que Cardenal quedó estupefacto y no pudo dar respuesta. Se limitó a tomar en sus manos una copia del poema y a despedir cortésmente a su autor. No sé qué explicación le dio Cintio.

Roberto Madrigal, Cincinatti.
Reproducido de su blog penultimosdias.com