5 de septiembre de 2013

Visita virtual a la casa natal de Teresa de Jesús



Visita virtual a la casa natal de
 Teresa de Jesús

Los lugares relacionados con la vida y obra de Santa Teresa de Jesús (1515-1582) pueden visitarse desde ahora de forma virtual a través de una web que permite contemplar hasta el más mínimo detalle de estos emplazamientos, incluso aquellos que no se pueden apreciar a simple vista.

La web www.lugaresteresianos.com, que ha entrado hoy en funcionamiento, sólo incluye de momento una visita virtual a la casa natal de la santa de Ávila, aunque el objetivo de la comunidad carmelita es ir incluyendo los lugares relacionados con Teresa de Jesús, tanto en la capital abulense, como en aquellas por las que pasó o en las que fundó conventos.

La iniciativa responde a las peticiones que, sobre todo desde Iberoamérica, pero también desde otras partes del mundo, estaba recibiendo la comunidad carmelita de Ávila, según ha explicado en una rueda de prensa el prior del convento de La Santa, David Jiménez.

La empresa Grupo Undanet, de Salamanca, ha creado una página que permite recorrer virtualmente el convento, que se alza donde estuvo la casa natal de Teresa de Cepeda.

La visita, tal como ha explicado Mario Vicente, de Undanet, se puede realizar desde cualquier dispositivo de telefonía móvil u ordenador, e incluye las últimas novedades en este campo, como poder accederse a información y vídeos explicativos de pequeño formato desde el teléfono.

Esta posibilidad también se le ofrece al visitante que, en el mismo lugar, pueda estar contemplando alguno de los espacios del lugar elegido, lo que ha sido posible gracias a las fotografías realizadas por José Ángel Barbero, que han sido tratadas y superpuestas de tal forma que se puede contemplar un espacio realizando un giro de 360 grados.

El "hiperrealismo" conseguido ha sido tal que el visitante puede observar con nitidez detalles de ese lugar, apenas apreciables por el ojo humano, ha indicado Mario Vicente, quien ha apuntado que el resultado obtenido ha sido de tal calidad que se quieren implementar las imágenes obtenidas en sistemas como Google Street View.

Los siguientes lugares en incorporarse a la web, según las previsiones, serán el convento de La Encarnación y la primera fundación de Santa Teresa, el convento de San José o Las Madres, mientras que, fuera de Ávila, el objetivo ahora está puesto en Alba de Tormes (Salamanca), donde falleció la mística en 1582.

Estas visitas virtuales se completarán con las rutas teresianas que se están diseñando y que quieren ponerse en marcha este otoño, comenzando por la que une Ávila con Alba de Tormes (Salamanca). 

Pincha aquí para disfrutar de una maravillosa visita virtual:


Efe/La razón, Madrid
 NOTA: Cuando los carmelitas descalzos decidieron hacer memoria de este lugar sólo encontraron ruinas y, con buen acuerdo, determinaron levantar sobre el solar la iglesia y convento que hoy podemos contemplar. La construcción se concluyó en octubre de 1636, y es obra del arquitecto Fray Alonso de San José, carmelita descalzo, natural de Piedrahita (Ávila).

Madrid 2020

 
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¡BUENA SUERTE, MADRID!

Luarca y Severo Ochoa



Luarca y Severo Ochoa


Por Armando Carabias María

Luarca es conocida por algunas cuestiones como su tradición ballenera, su barrio de pescadores, la hermosura de su calles empinadísimas, como si brotaran de la propia ladera de la colina.

Los luarqueses son gentes orgullosas de su historia y en lo alto de la cima de ese otero que domina toda la bahía y la entrada del muelle, en  coloristas azulejos cerámicos narran los hechos más importantes de su historia, desde aquella primera vez en que rechazaron una incursión de vikingos… Pero no quería hablar de estos temas en este artículo…

En general, cuando uno piensa en un gran ser humano, ya sea hombre o mujer, hace memoria de aquello que le hizo importante. Pero estos grandes seres humanos (no me refiero a personas muy famosas o muy conocidas, sino a quienes en verdad han sido importantes en alguna disciplina humana), suelen ser de una pasta especial.

Una de las razones por las que Luarca puede ser visitada es porque en este pueblo marinero nacieron Severo Ochoa, uno de los grandes hombres que en verdad ha dado España al mundo, y otro gran hombre, quizá menos conocido, Álvaro de Albornoz Liminiana, que casualmente era tío del investigador y que fue Ministro de Justicia, Fomento, Primer Presidente del Tribunal Constitucional y llegó a ser Presidente de la II República Española en el exilio de 1947 a 1951  en dos gobiernos sucesivos.

Sobre el excepcional científico, guardo por referencia paterna una anécdota, ya que en alguna de sus visitas a Segovia acabó comiendo en el Restaurante Cándido, donde mi padre ha trabajado hasta su jubilación. Con sólo contar esa anécdota se podría conocer la verdadera pasta de la que estaba hecho este ser humano. Fue mi propio padre quien le presentó al chaval que por aquel entonces soñaba con estudiar medicina y que para costearse sus estudios trabajó como extra en el restaurante. El ya anciano Severo Ochoa se dirigió al joven con afabilidad y convicción diciéndole que lo de menos era el trabajo que desempeñara, porque todos los trabajos son igual de dignos e importantes para la sociedad, lo importante era hacer bien lo que uno hiciera. Y lo decía un Premio Nobel a un camarero de restaurante. Y según lo comenta quien lo vivió, lo decía con toda y absoluta convicción.

En Luarca descansan sus restos mortales junto a los de su esposa Carmen García Cobián. El cementerio de Luarca, construido sobre la cima de la colina que domina el mar, es un lugar bellísimo, austero y da impresión de eternidad, quizá porque su mirada se dirige hacia un horizonte ilimitado. Marián y yo, mientras paseábamos y contemplábamos algunas de sus tumbas, buscábamos las del Nobel de Medicina. Al fin dimos con ella. Se trata de una tumba blanca presidida por una cruz griega inserta en un círculo. Este es el epitafio labrado sobre su lápida: “Aquí yacen Carmen y Severo Ochoa. Unidos toda una vida por el amor, ahora eternamente vinculados por la muerte”.

Y uno, al leerlo, se da cuenta de que no es el oropel de la fama lo que más valoraba el doctor Ochoa. Como buen sabio que era, como buen científico, como gran investigador, creía y valoraba lo esencial de la existencia y por lo que se intuye de la muerte, aunque quizá sea esto mucho  decir.

Luarca, además, recuerda a su hijo más ilustre con una emotiva placa situada en el edificio donde nació, una calle muy céntrica del lugar, muy próxima a la iglesia parroquial y al Ayuntamiento y al muelle donde los barcos descansan. En esta placa se puede leer: “Quiso ser recordado como un hombre sencillo”. Severo Ochoa no quiso la fama postiza, ni la gloria efímera, más efímera aún que la vida. Y sin embargo desde la sencillez ha logrado esto.

Quizá ello lo aprendió de su tío, que unos metros más allá también tiene una placa dedicada por su pueblo natal, en la que se recogen sobriamente los datos que antes he citado.

Me gusta, cuando paseo por las calles de una ciudad, descubrir las placas que adornan las paredes de algunos edificios, en las que se hace mención a personas de cierta notoriedad en su ámbito.

Y cuando descubro estos testimonios, un plus de cariño hacia el lugar crece en mi interior, porque siempre he creído que algo debemos a nuestros antepasados, y que es necesario que se mantenga vivo el ejemplo de quienes nos precedieron, de quienes dieron lo mejor de sí.

Y es necesario que dejemos memoria de los que nos precedieron, porque la memoria es más frágil y quebradiza de lo que parece, porque sin estos pequeños hitos quizá pudiera suceder que creyéramos que todos los logros de hoy se deben a nuestros méritos, como si nada hubieran hecho quienes nos precedieron, cuando por el contrario, somos un eslabón de una cadena, que no debe perder conciencia de su carácter de eslabón y de su carácter de cadena.
Reproducido de www.facebook.com/Ventealuarca

4 de septiembre de 2013

El dolor sin perdón del bolero cubano



El dolor sin perdón 
del bolero cubano

Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -¿No estuvo la prohibición entre las causas por las que el bolero perdió su popularidad en Cuba? Ciertamente nunca fue prohibido, como género, pero tampoco los censores oficiales se sentaron a esperar que pasara de moda. Ya en los inicios del gobierno revolucionario empezó a ser visto, desde arriba, como un pernicioso rezago del pasado. Eso lo situaría en cuarentena. Hasta que al final fue rematado con (ahora sí) la prohibición de sus más populares intérpretes.

Así como muchos de los grandes soneros cubanos quemaron sus naves quedándose en la Isla después de 1959, subempleados, sin perspectivas, ni instrumentos, ni discos, ni giras, ni espacio en la difusión, ni salones de baile, sin un peso para el chícharo y sin un chícharo de consideración ante su peso histórico, no sucedió igual con los más famosos boleristas. Se trata de un pasaje digamos curioso de nuestra historia que quizá merezca estudio más detenido.

Hubo excepciones, como Fernando Álvarez o Lino Borges. Y hubo casos excepcionales, como los del impar Benny Moré o la muy versátil cancionera Elena Burke, como Roberto Faz, Pacho Alonso, Celeste Mendoza, Raúl Planas, Orestes Macías, Carlos Embale o Tito Gómez, entre otros que por ser grandes en todos los ritmos, lo han sido también en el bolero, aunque no se enmarquen como boleristas. Pero el resto, o sea, aquella tropa nutrida y peculiar que lo apostó todo en los años 40 y 50 por la interpretación del bolero cubano, potenciándole el rango de suceso mundial, prefirió irse con su música a otro lado. Y todos pagaron con la excomunión. Lo malo es que a la hora de tachar sus nombres, el bolero cayó también bajo la raya. Así quedaba conclusa para sentencia la primera gran síntesis vocal en la historia de nuestra música, nada menos.

Hacia finales de los años ochenta, cuando, aprovechando el ventarrón de la Perestroika, algunas emisoras en La Habana intentaron sacudirle cenizas al género, más de una generación entre nosotros desconocía totalmente el quehacer, los nombres y hasta la existencia de Olga Guillot, Orlando Vallejo, Antonio Machín, Bienvenido Granda, La Lupe, Ñico Membiela o Blanca Rosa Gil, así como de otros muchos boleristas famosos. El bolero únicamente resultaba atendible (que no reconocible) entre los jóvenes si era cantado por un tal Luis Miguel. Las pocas estrellas del género que sobrevivían en la Isla eran asumidas (que no atendidas) como fósiles, menesterosos viejitos del tiempo de antes.

La nota paradójica es que la mayoría de aquellos famosos boleristas que se marcharon de Cuba, lo hicieron guiados por el interés neto de continuar su carrera. Algunos, incluso, ya vivían en el exterior desde antes del triunfo de la revolución, y no quisieron regresar. Otros murieron de viejos soñando con el retorno. Pero todos fueron borrados por decreto de nuestra memoria y aun de la historia.

Con frecuencia se insiste en nombrar a Orlando Contreras (un magnífico cantante con un pésimo repertorio) como representación paradigmática de aquel bolero que hizo época en las victrolas cubanas, en los años vísperas de la revolución. No es un error, pero sí un reduccionismo histórico que puede conducir a la errónea subvaloración del bolero como género, sobre todo entre los jóvenes.
Los desengaños de bares y cantinas que tan buenas ganancias le reportaron a Orlando Contreras constituyen sólo una de las diversas líneas temáticas del bolero. El tango las tuvo peores, pero no por ello ha dejado de ser fuente viva de la música argentina, inspiración y modelo de casi todo lo que se canta y toca en ese país (incluidos el rock y los géneros llamados cultos), a más de ser un monumento cultural que es motivo de orgullo para los argentinos de cualquier edad.

Mientras, el bolero cubano, marginado, abolido y deshecho por quienes pretendían barrer los vicios del pasado y terminaron barriéndolo todo menos los vicios, llegó a ser pieza obsoleta en su país natal durante tres largas y sufridas décadas.

Aquel regusto a victrola de cantina lo marcó desde el primer día, agravado por la consecuente acusación de machista. Y para colmo, sucedió que no encajaba, no podía encajar en el proyecto de los fabricantes del hombre nuevo. Por motivos obvios: su filiación con los nostálgicos, los fatales, los que sufren por amor, los machos tristes que no lloran, y los que lloran pero no transigen, los perdidos que resultan perdidos por las perdidas, en fin, todo lo que somos, lo que nunca hemos dejado de ser. Pues la tragicómica moraleja de esta historia es que los cubanos jamás renunciamos a llevar el bolero en el alma, algunos más y otros menos, pero probablemente no resultaría exagerado afirmar que todos los nacidos en la Isla (incluso los censores y hasta los caciques del régimen) seguimos pensando, actuando, viviendo en tiempo de bolero. Y a la vez, cada día son menos los que viven en tiempo de Nueva Trova.

La última prueba de que el bolero cubano es capaz de resistir incólume todas las agresiones, la encontramos en su aún fresca y siempre renovable vitalidad, a pesar de que las autoridades culturales del régimen organizan sus exequias sistemáticamente, desde 1988, mediante los catacúmbicos festivales Boleros de Oro, vidriera del mal gusto, la mediocridad y la impostura, donde rara vez cantan los que son, pues los que cantan son convocados precisamente por no ser.

Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección: http://www.amazon.com

El 4 de Septiembre en la Historia de Cuba


 EL 4 DE SEPTIEMBRE 
EN LA HISTORIA DE CUBA

(La fecha de hoy en nuestros archivos)


-Al renunciar y abandonar la Presidencia el General Machado, habiendo aceptado antes la renuncia de todos los secretarios del Despacho, con la excepción del General Alberto Herrera, secretario de la Guerra, la Presidencia de la República quedó automáticamente a cargo de éste, de acuerdo con lo dispuesto en la Constitución.

La presidencia del General Herrera no fue aceptada por los revolucionarios, y en conferencias celebradas por los sectores que habían tomado parte en la mediación, se convino en que el Dr. Carlos Manuel de Céspedes y Quesada asumiese la Presidencia provisional de la República.

Los esfuerzos realizados para asegurar la transmisión legal de la Presidencia de la República, respondían al propósito de evitar que Cuba quedase sin gobierno y, según los términos del Tratado de Relaciones Permanentes en Cuba y los Estados Unidos (Enmienda Platt), se produjese de manera automática un nuevo caso de gobierno provisional de Cuba por los Estados Unidos.

Elevado a la Presidencia de la República el Dr. Céspedes en medio de las conmociones producidas por la caída del Gobierno de Machado, el reconocimiento de su Gobierno por el de los Estados Unidos era una cuestión muy importante. Quedó resuelta favorablemente al siguiente día, 13 de agosto, por una declaración del Presidente Franklyn D. Roosevelt, en la cual manifestó que la transmisión del poder de Machado a Herrera y a Céspedes se había efectuado con arreglo a las disposiciones constitucionales y que, por tal razón, el Dr. Céspedes ocupaba legítimamente la Presidencia de Cuba y no necesitaba ser reconocido.

Las demás naciones extranjeras procedieron de acuerdo con el mismo criterio que los Estados Unidos, de manera que el Dr. Céspedes no tuvo ninguna dificultad de orden internacional al asumir la Presidencia.

Los grupos revolucionarios que no habían aceptado la mediación, no se manifestaron conformes con la Presidencia del Dr. Céspedes ni con que éste actuase de acuerdo con la Constitución de 1928. También se oponían a que el Congreso, que de hecho había quedado disuelto, continuase, existiendo legalmente y a que continuasen en sus puestos los demás funcionarios electivos -gobernadores, consejeros, alcaldes, concejales y miembros de Juntas de Educación-, así como los altos funcionarios de la Administración y ciertos jefes y oficiales del Ejército.

En medio de las dificultades que creaba al Gobierno la situación anómala en que se encontraba, el Presidente Céspedes dictó varios decretos el 24 de agosto, por los cuales declaró nula la Constitución de 1928 y puso en vigor la de 1901, disolvió el Congreso y los demás organismos electivos de la República, y llevó a la práctica otras medidas importantes.

Las disposiciones dictadas por Céspedes que acaban de mencionarse, aunque dieron a su Gobierno un carácter revolucionario, no bastaron a satisfacer las miras de varias agrupaciones revolucionarias oposicionistas, las cuales siguieron considerando el Gobierno como obra de la mediación y no de la mayoría de la revolución misma, sin fuerza ni autoridad para satisfacer las aspiraciones de ésta.

No consolidado aun suficientemente en el poder, el Dr. Céspedes incurrió en el error de ausentarse de la capital con el propósito de visitar la zona de Sagua, azotada por un fuerte ciclón en los primeros días de septiembre.

La falta de unidad que existía en los sectores revolucionarios, en el Ejército se manifestaba también. Muchos jefes y oficiales eran mal vistos por los grupos revolucionarios, por considerárseles compenetrados con el Gobierno de Machado y responsables de muchas de las faltas imputadas a éste. Otros se inclinaban a éste o aquél de los sectores revolucionarios; y finalmente, algunos habían perdido el respeto y el aprecio de sus compañeros y sus subordinados por diversas causas.

En medio del malestar que creaba esta situación, cierto número de oficiales jóvenes entendió que era necesario efectuar una depuración entre los jefes y los oficiales de las Fuerzas Armadas y empezó a planear un movimiento en tal sentido. Por otra parte, entre las clases y los alistados del Ejército comenzó a agitarse la idea y a tomar cuerpo el propósito de reclamar ciertas reivindicaciones que estimaban de justicia.

La opinión de que el Gobierno del Dr. Céspedes significaba la frustración de la renovación revolucionaria a que aspiraban los grupos inconformes con la mediación, llevó a éstos a ver con simpatía los movimientos que surgían entre la oficialidad joven y las clases y los alistados de las Fuerzas Armadas. Por tal motivo, trataron de unirse a los mismos, a fin de contar con la fuerza necesaria para derrocar el Gobierno de Céspedes y sustituirlo por otro genuinamente revolucionario, sin nexo con la mediación.

El movimiento de la oficialidad joven no llegó a producirse, pero el de las clases y los alistados tomó gran fuerza y entró en acción en la noche del 4 de septiembre.

Representantes del Directorio Estudiantil, la Unión Revolucionaria, el ABC Radical, Pro Ley y justicia y algunas otras agrupaciones, se reunieron apresuradamente en el Campamento de Columbia con el grupo de sargentos que habían asumido la representación de las clases y los alistados del Ejército. Entre dichos sargentos se destacó como la personalidad más vigorosa y jefe reconocido de los mismos, el sargento Fulgencio Batista, llegándose al acuerdo, en la citada noche, de constituir la Agrupación Revolucionaria de Cuba, exigirle la renuncia al Presidente Céspedes y confiar el Poder Ejecutivo a un grupo de cinco personas (la Pentarquía), con un programa de renovación revolucionaria muy amplio.

Los acuerdos y las resoluciones tomados en el Campamento de Columbia, apoyados por la mayor parte de las Fuerzas Armadas, constituyeron el paso inicial de la llamada "Revolución de Septiembre", en el orden militar. En el orden civil, representaron el comienzo de la "Revolución Auténtica".

Transmitida la noticia de los hechos que ocurrían en Columbia al Presidente Céspedes, éste regresó rápidamente a la capital. En horas de la mañana, hallándose ya Céspedes en el Palacio Presidencial, se presentó en el mismo un numeroso grupo de los elementos revolucionarios oposicionistas a su Gobierno, al frente de los cuales se hallaban los Dres. Ramón Grau San Martín, Guillermo Portela, José M. Irisarri y los Sres. Sergio Carbó y Porfirio Franca, que habían sido designados para integrar el nuevo Ejecutivo.

Las Fuerzas Armadas, inclusive las de Policía, apoyaban el nuevo movimiento revolucionario, de manera que el Dr. Céspedes se hallaba sin fuerzas para resistir. Intimado a que renunciase la Presidencia, se negó a acceder, pero en vista de que carecía de medios para mantenerse en el ejercicio de su alto cargo, abandonó el Palacio y se retiró a su hogar, quedando la jefatura del Estado en manos de la mencionada Pentarquía.


El movimiento iniciado por las clases y los alistados que culminó en la revolución del 4 de Septiembre, alcanzó inmediatamente en lo militar resultados que fueron más allá de lo intentado y lo previsto por sus iniciadores.

Fue el primero, que las Fuerzas Armadas quedasen, de hecho, bajo la jefatura provisional de las clases de las mismas, con el sargento Fulgencio Batista reconocido como jefe superior.

El segundo, que los oficiales y jefes de las Fuerzas Armadas se negasen a cooperar en el movimiento y quedasen, también de hecho, sin el mando de las mismas.

El tercero, que la anómala situación que hubo de crearse, se resolviese en firme con un cambio completo en la organización y en el mando de las Fuerzas Armadas. La jefatura superior de las mismas se confirió por la Pentarquía al sargento Fulgencio Batista, elevado al grado de Coronel, único en la nueva organización. Todos los demás mandos y la oficialidad, de teniente coronel abajo, se confiaron a clases y alistados ascendidos a sus nuevos cargos.

Esta reorganización y transformación de las Fuerzas Armadas, se llevó a efecto con gran rapidez y un mínimo de dificultades porque los nuevos oficiales y los nuevos jefes contaban con la confianza de la tropa. Gracias a esto, la unidad y la disciplina del Ejército quedaron prontamente restablecidas.

Mientras en las Fuerzas Armadas "la Revolución de Septiembre" se llevaba a efecto inicialmente en la forma ya dicha, la Pentarquía tropezaba con insuperables dificultades para desempeñar sus funciones ejecutivas, en medio de las nuevas agitaciones internas y de las complicaciones internacionales creadas por la sustitución del Presidente Céspedes.

Las circunstancias del momento exigían decisiones rápidas y firmes del Ejecutivo, imposibles de tomar debiendo ser discutidas por cinco personas, con igualdad de facultades, cada una con sus opiniones propias, en medio de la confusión y de la agitación reinantes. La novedad de la nueva organización del Ejecutivo fue mal vista, por entenderse que se inspiraba en radicalismos exóticos, y contribuyó a la desconfianza que inspiró a muchos sectores de la opinión el nuevo gobierno.
La actitud del de los Estados Unidos, que enviaron inmediatamente varios buques de guerra a la Habana y a otros puertos de la Isla y que negaron su reconocimiento al nuevo Ejecutivo colegiado, contribuyó grandemente a que la Pentarquía no pudiese consolidarse.
Dos de los cinco pentarcas, el Dr. Guillermo Portela y el Sr. Porfirio Franca, comenzaron a manifestar vacilaciones, y cinco días después de constituida, el 10 de septiembre, la Pentarquía quedó disuelta. Fue sustituida por la Presidencia unipersonal de la República, al frente de la cual quedó el Dr. Ramón Grau San Martín, apoyado principalmente por el Directorio Estudiantil y sostenido por las Fuerzas Armadas.

Del libro "Historia Elemental de Cuba", del Dr. Ramiro Guerra. www.guije.com
FOTO: Batista, Coronel Juan Blas Hernández y el Presidente Grau en La Habana, Octubre 1933: latinamericanstudies.org / eichikawa.com

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