4 de septiembre de 2013

El dolor sin perdón del bolero cubano



El dolor sin perdón 
del bolero cubano

Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -¿No estuvo la prohibición entre las causas por las que el bolero perdió su popularidad en Cuba? Ciertamente nunca fue prohibido, como género, pero tampoco los censores oficiales se sentaron a esperar que pasara de moda. Ya en los inicios del gobierno revolucionario empezó a ser visto, desde arriba, como un pernicioso rezago del pasado. Eso lo situaría en cuarentena. Hasta que al final fue rematado con (ahora sí) la prohibición de sus más populares intérpretes.

Así como muchos de los grandes soneros cubanos quemaron sus naves quedándose en la Isla después de 1959, subempleados, sin perspectivas, ni instrumentos, ni discos, ni giras, ni espacio en la difusión, ni salones de baile, sin un peso para el chícharo y sin un chícharo de consideración ante su peso histórico, no sucedió igual con los más famosos boleristas. Se trata de un pasaje digamos curioso de nuestra historia que quizá merezca estudio más detenido.

Hubo excepciones, como Fernando Álvarez o Lino Borges. Y hubo casos excepcionales, como los del impar Benny Moré o la muy versátil cancionera Elena Burke, como Roberto Faz, Pacho Alonso, Celeste Mendoza, Raúl Planas, Orestes Macías, Carlos Embale o Tito Gómez, entre otros que por ser grandes en todos los ritmos, lo han sido también en el bolero, aunque no se enmarquen como boleristas. Pero el resto, o sea, aquella tropa nutrida y peculiar que lo apostó todo en los años 40 y 50 por la interpretación del bolero cubano, potenciándole el rango de suceso mundial, prefirió irse con su música a otro lado. Y todos pagaron con la excomunión. Lo malo es que a la hora de tachar sus nombres, el bolero cayó también bajo la raya. Así quedaba conclusa para sentencia la primera gran síntesis vocal en la historia de nuestra música, nada menos.

Hacia finales de los años ochenta, cuando, aprovechando el ventarrón de la Perestroika, algunas emisoras en La Habana intentaron sacudirle cenizas al género, más de una generación entre nosotros desconocía totalmente el quehacer, los nombres y hasta la existencia de Olga Guillot, Orlando Vallejo, Antonio Machín, Bienvenido Granda, La Lupe, Ñico Membiela o Blanca Rosa Gil, así como de otros muchos boleristas famosos. El bolero únicamente resultaba atendible (que no reconocible) entre los jóvenes si era cantado por un tal Luis Miguel. Las pocas estrellas del género que sobrevivían en la Isla eran asumidas (que no atendidas) como fósiles, menesterosos viejitos del tiempo de antes.

La nota paradójica es que la mayoría de aquellos famosos boleristas que se marcharon de Cuba, lo hicieron guiados por el interés neto de continuar su carrera. Algunos, incluso, ya vivían en el exterior desde antes del triunfo de la revolución, y no quisieron regresar. Otros murieron de viejos soñando con el retorno. Pero todos fueron borrados por decreto de nuestra memoria y aun de la historia.

Con frecuencia se insiste en nombrar a Orlando Contreras (un magnífico cantante con un pésimo repertorio) como representación paradigmática de aquel bolero que hizo época en las victrolas cubanas, en los años vísperas de la revolución. No es un error, pero sí un reduccionismo histórico que puede conducir a la errónea subvaloración del bolero como género, sobre todo entre los jóvenes.
Los desengaños de bares y cantinas que tan buenas ganancias le reportaron a Orlando Contreras constituyen sólo una de las diversas líneas temáticas del bolero. El tango las tuvo peores, pero no por ello ha dejado de ser fuente viva de la música argentina, inspiración y modelo de casi todo lo que se canta y toca en ese país (incluidos el rock y los géneros llamados cultos), a más de ser un monumento cultural que es motivo de orgullo para los argentinos de cualquier edad.

Mientras, el bolero cubano, marginado, abolido y deshecho por quienes pretendían barrer los vicios del pasado y terminaron barriéndolo todo menos los vicios, llegó a ser pieza obsoleta en su país natal durante tres largas y sufridas décadas.

Aquel regusto a victrola de cantina lo marcó desde el primer día, agravado por la consecuente acusación de machista. Y para colmo, sucedió que no encajaba, no podía encajar en el proyecto de los fabricantes del hombre nuevo. Por motivos obvios: su filiación con los nostálgicos, los fatales, los que sufren por amor, los machos tristes que no lloran, y los que lloran pero no transigen, los perdidos que resultan perdidos por las perdidas, en fin, todo lo que somos, lo que nunca hemos dejado de ser. Pues la tragicómica moraleja de esta historia es que los cubanos jamás renunciamos a llevar el bolero en el alma, algunos más y otros menos, pero probablemente no resultaría exagerado afirmar que todos los nacidos en la Isla (incluso los censores y hasta los caciques del régimen) seguimos pensando, actuando, viviendo en tiempo de bolero. Y a la vez, cada día son menos los que viven en tiempo de Nueva Trova.

La última prueba de que el bolero cubano es capaz de resistir incólume todas las agresiones, la encontramos en su aún fresca y siempre renovable vitalidad, a pesar de que las autoridades culturales del régimen organizan sus exequias sistemáticamente, desde 1988, mediante los catacúmbicos festivales Boleros de Oro, vidriera del mal gusto, la mediocridad y la impostura, donde rara vez cantan los que son, pues los que cantan son convocados precisamente por no ser.

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El 4 de Septiembre en la Historia de Cuba


 EL 4 DE SEPTIEMBRE 
EN LA HISTORIA DE CUBA

(La fecha de hoy en nuestros archivos)


-Al renunciar y abandonar la Presidencia el General Machado, habiendo aceptado antes la renuncia de todos los secretarios del Despacho, con la excepción del General Alberto Herrera, secretario de la Guerra, la Presidencia de la República quedó automáticamente a cargo de éste, de acuerdo con lo dispuesto en la Constitución.

La presidencia del General Herrera no fue aceptada por los revolucionarios, y en conferencias celebradas por los sectores que habían tomado parte en la mediación, se convino en que el Dr. Carlos Manuel de Céspedes y Quesada asumiese la Presidencia provisional de la República.

Los esfuerzos realizados para asegurar la transmisión legal de la Presidencia de la República, respondían al propósito de evitar que Cuba quedase sin gobierno y, según los términos del Tratado de Relaciones Permanentes en Cuba y los Estados Unidos (Enmienda Platt), se produjese de manera automática un nuevo caso de gobierno provisional de Cuba por los Estados Unidos.

Elevado a la Presidencia de la República el Dr. Céspedes en medio de las conmociones producidas por la caída del Gobierno de Machado, el reconocimiento de su Gobierno por el de los Estados Unidos era una cuestión muy importante. Quedó resuelta favorablemente al siguiente día, 13 de agosto, por una declaración del Presidente Franklyn D. Roosevelt, en la cual manifestó que la transmisión del poder de Machado a Herrera y a Céspedes se había efectuado con arreglo a las disposiciones constitucionales y que, por tal razón, el Dr. Céspedes ocupaba legítimamente la Presidencia de Cuba y no necesitaba ser reconocido.

Las demás naciones extranjeras procedieron de acuerdo con el mismo criterio que los Estados Unidos, de manera que el Dr. Céspedes no tuvo ninguna dificultad de orden internacional al asumir la Presidencia.

Los grupos revolucionarios que no habían aceptado la mediación, no se manifestaron conformes con la Presidencia del Dr. Céspedes ni con que éste actuase de acuerdo con la Constitución de 1928. También se oponían a que el Congreso, que de hecho había quedado disuelto, continuase, existiendo legalmente y a que continuasen en sus puestos los demás funcionarios electivos -gobernadores, consejeros, alcaldes, concejales y miembros de Juntas de Educación-, así como los altos funcionarios de la Administración y ciertos jefes y oficiales del Ejército.

En medio de las dificultades que creaba al Gobierno la situación anómala en que se encontraba, el Presidente Céspedes dictó varios decretos el 24 de agosto, por los cuales declaró nula la Constitución de 1928 y puso en vigor la de 1901, disolvió el Congreso y los demás organismos electivos de la República, y llevó a la práctica otras medidas importantes.

Las disposiciones dictadas por Céspedes que acaban de mencionarse, aunque dieron a su Gobierno un carácter revolucionario, no bastaron a satisfacer las miras de varias agrupaciones revolucionarias oposicionistas, las cuales siguieron considerando el Gobierno como obra de la mediación y no de la mayoría de la revolución misma, sin fuerza ni autoridad para satisfacer las aspiraciones de ésta.

No consolidado aun suficientemente en el poder, el Dr. Céspedes incurrió en el error de ausentarse de la capital con el propósito de visitar la zona de Sagua, azotada por un fuerte ciclón en los primeros días de septiembre.

La falta de unidad que existía en los sectores revolucionarios, en el Ejército se manifestaba también. Muchos jefes y oficiales eran mal vistos por los grupos revolucionarios, por considerárseles compenetrados con el Gobierno de Machado y responsables de muchas de las faltas imputadas a éste. Otros se inclinaban a éste o aquél de los sectores revolucionarios; y finalmente, algunos habían perdido el respeto y el aprecio de sus compañeros y sus subordinados por diversas causas.

En medio del malestar que creaba esta situación, cierto número de oficiales jóvenes entendió que era necesario efectuar una depuración entre los jefes y los oficiales de las Fuerzas Armadas y empezó a planear un movimiento en tal sentido. Por otra parte, entre las clases y los alistados del Ejército comenzó a agitarse la idea y a tomar cuerpo el propósito de reclamar ciertas reivindicaciones que estimaban de justicia.

La opinión de que el Gobierno del Dr. Céspedes significaba la frustración de la renovación revolucionaria a que aspiraban los grupos inconformes con la mediación, llevó a éstos a ver con simpatía los movimientos que surgían entre la oficialidad joven y las clases y los alistados de las Fuerzas Armadas. Por tal motivo, trataron de unirse a los mismos, a fin de contar con la fuerza necesaria para derrocar el Gobierno de Céspedes y sustituirlo por otro genuinamente revolucionario, sin nexo con la mediación.

El movimiento de la oficialidad joven no llegó a producirse, pero el de las clases y los alistados tomó gran fuerza y entró en acción en la noche del 4 de septiembre.

Representantes del Directorio Estudiantil, la Unión Revolucionaria, el ABC Radical, Pro Ley y justicia y algunas otras agrupaciones, se reunieron apresuradamente en el Campamento de Columbia con el grupo de sargentos que habían asumido la representación de las clases y los alistados del Ejército. Entre dichos sargentos se destacó como la personalidad más vigorosa y jefe reconocido de los mismos, el sargento Fulgencio Batista, llegándose al acuerdo, en la citada noche, de constituir la Agrupación Revolucionaria de Cuba, exigirle la renuncia al Presidente Céspedes y confiar el Poder Ejecutivo a un grupo de cinco personas (la Pentarquía), con un programa de renovación revolucionaria muy amplio.

Los acuerdos y las resoluciones tomados en el Campamento de Columbia, apoyados por la mayor parte de las Fuerzas Armadas, constituyeron el paso inicial de la llamada "Revolución de Septiembre", en el orden militar. En el orden civil, representaron el comienzo de la "Revolución Auténtica".

Transmitida la noticia de los hechos que ocurrían en Columbia al Presidente Céspedes, éste regresó rápidamente a la capital. En horas de la mañana, hallándose ya Céspedes en el Palacio Presidencial, se presentó en el mismo un numeroso grupo de los elementos revolucionarios oposicionistas a su Gobierno, al frente de los cuales se hallaban los Dres. Ramón Grau San Martín, Guillermo Portela, José M. Irisarri y los Sres. Sergio Carbó y Porfirio Franca, que habían sido designados para integrar el nuevo Ejecutivo.

Las Fuerzas Armadas, inclusive las de Policía, apoyaban el nuevo movimiento revolucionario, de manera que el Dr. Céspedes se hallaba sin fuerzas para resistir. Intimado a que renunciase la Presidencia, se negó a acceder, pero en vista de que carecía de medios para mantenerse en el ejercicio de su alto cargo, abandonó el Palacio y se retiró a su hogar, quedando la jefatura del Estado en manos de la mencionada Pentarquía.


El movimiento iniciado por las clases y los alistados que culminó en la revolución del 4 de Septiembre, alcanzó inmediatamente en lo militar resultados que fueron más allá de lo intentado y lo previsto por sus iniciadores.

Fue el primero, que las Fuerzas Armadas quedasen, de hecho, bajo la jefatura provisional de las clases de las mismas, con el sargento Fulgencio Batista reconocido como jefe superior.

El segundo, que los oficiales y jefes de las Fuerzas Armadas se negasen a cooperar en el movimiento y quedasen, también de hecho, sin el mando de las mismas.

El tercero, que la anómala situación que hubo de crearse, se resolviese en firme con un cambio completo en la organización y en el mando de las Fuerzas Armadas. La jefatura superior de las mismas se confirió por la Pentarquía al sargento Fulgencio Batista, elevado al grado de Coronel, único en la nueva organización. Todos los demás mandos y la oficialidad, de teniente coronel abajo, se confiaron a clases y alistados ascendidos a sus nuevos cargos.

Esta reorganización y transformación de las Fuerzas Armadas, se llevó a efecto con gran rapidez y un mínimo de dificultades porque los nuevos oficiales y los nuevos jefes contaban con la confianza de la tropa. Gracias a esto, la unidad y la disciplina del Ejército quedaron prontamente restablecidas.

Mientras en las Fuerzas Armadas "la Revolución de Septiembre" se llevaba a efecto inicialmente en la forma ya dicha, la Pentarquía tropezaba con insuperables dificultades para desempeñar sus funciones ejecutivas, en medio de las nuevas agitaciones internas y de las complicaciones internacionales creadas por la sustitución del Presidente Céspedes.

Las circunstancias del momento exigían decisiones rápidas y firmes del Ejecutivo, imposibles de tomar debiendo ser discutidas por cinco personas, con igualdad de facultades, cada una con sus opiniones propias, en medio de la confusión y de la agitación reinantes. La novedad de la nueva organización del Ejecutivo fue mal vista, por entenderse que se inspiraba en radicalismos exóticos, y contribuyó a la desconfianza que inspiró a muchos sectores de la opinión el nuevo gobierno.
La actitud del de los Estados Unidos, que enviaron inmediatamente varios buques de guerra a la Habana y a otros puertos de la Isla y que negaron su reconocimiento al nuevo Ejecutivo colegiado, contribuyó grandemente a que la Pentarquía no pudiese consolidarse.
Dos de los cinco pentarcas, el Dr. Guillermo Portela y el Sr. Porfirio Franca, comenzaron a manifestar vacilaciones, y cinco días después de constituida, el 10 de septiembre, la Pentarquía quedó disuelta. Fue sustituida por la Presidencia unipersonal de la República, al frente de la cual quedó el Dr. Ramón Grau San Martín, apoyado principalmente por el Directorio Estudiantil y sostenido por las Fuerzas Armadas.

Del libro "Historia Elemental de Cuba", del Dr. Ramiro Guerra. www.guije.com
FOTO: Batista, Coronel Juan Blas Hernández y el Presidente Grau en La Habana, Octubre 1933: latinamericanstudies.org / eichikawa.com

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3 de septiembre de 2013

Nada serio



La hija le manda un tuit a su Padre:
 
 - "Papá, estoy enamorada d 1 chico q está muy lejos d mi. Estoy n Australia y el vive n el Reino Unido. Nos conocimos en 1 sitio d citas web, nos hicimos amigos en Facebook, tuvimos largas charlas n Whatsapp, él me propuso a través de Skype y hemos tenido 2 meses d relación a través d Viber. Papá, necesito tus bendiciones y buenos deseos".

  
El padre le contesta con otro tuit:
 
 ¡¡¡Wow es realmente increíble!!!... Entonces cásate n Twitter, diviértanse n Tango, compren a sus hijos n Amazon y q t los envíen a través de Paypal, y si n algún momento t hartas d tu marido, véndelo n Ebay."

2 de septiembre de 2013

La iglesia de Baracoa es ya Basílica Menor



La iglesia de Baracoa 
es ya Basílica Menor




 Homilía de Mons. Wilfredo Pino, Obispo de Guantánamo-Baracoa, en la fiesta de la Asunción de María en Baracoa.

Queridos hijos e hijas: Una vez más,  la Iglesia elogia, en su liturgia, a una mujer de carne y hueso como todas, la Virgen María, pero que fue escogida por Dios “entre todas las mujeres”.  Cada vez que celebramos la fiesta de la Asunción de María a los cielos, se nos presenta ante los ojos la grandiosa señal de la que nos habla la primera lectura de la Misa de este día: una mujer revestida por el Sol, o sea, inmersa en la luz de Dios porque Ella habita en Él, y que tiene la luna por debajo de sus pies, como señal de que lo temporal, lo mortal, ha sido superado. Una mujer que lleva sobre su cabeza una corona de doce estrellas, que significa la salvación de toda la familia nueva de Dios, anticipada por los doce hijos de Jacob y los doce apóstoles de Jesucristo.

El evangelio nos presenta a María como la criatura a la que han llamado dichosa todas las generaciones y que, sin embargo, no busca el aparecer en primer plano. Su presencia está siempre marcada por la discreción. Ella está convencida de que quien debe hablar es su hijo Jesucristo, no ella. Ella no nos dice: “hagan lo que yo les diga”, sino “hagan lo que él les diga”. Ella no nos dice “escúchenme a mí” sino “escúchenlo a él”.

A la Virgen María le gusta ayudar. Y, además, hacerlo rápido. El evangelio nos dice que María caminó “aprisa” los 150 kilómetros de montaña para darle una mano a su prima Isabel.

Ella, como sabemos, también llegó aprisa a nuestra tierra cubana. A este lugar, en 1492, llegó el gran almirante Cristóbal Colón capitaneando una nave llamada ¡vaya sorpresa!  “La Santa María”. Y esta villa, para orgullo de todos nosotros, y especialmente de los baracoesos, lleva por nombre el de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. Si Maria se quedó con Isabel tres meses, con Baracoa, con Cuba, ella lleva ya más de 500 años.

Hace pocos días, durante el vuelo de regreso a Roma desde Brasil, el Papa Francisco habló sobre la mujer con  las más bellas palabras dichas en su breve tiempo como Papa. Más que comparar a la mujer con la Iglesia, comparó a la Iglesia con la mujer, y resaltó el papel protagónico  de la  mujer en  la Iglesia, que es, dijo, “femenina, porque es  esposa y madre”. Añadió que “no se puede entender una Iglesia sin mujeres activas en ella”. Y a la pregunta de los periodistas de por qué la Iglesia no llamaba a las mujeres a ser sacerdotes, el Papa les recordaba a todos que en la Iglesia era precisamente una mujer, la Virgen María, alguien más importante que los doce apóstoles, que todos los Papas de la historia, que los obispos y que cualquier sacerdote.
Y los invitó a todos a hacer una teología de la mujer.
Alegra saber que, entre los 33 doctores de la Iglesia, haya 4 mujeres: la española Santa Teresa de Jesús, la italiana Santa Catalina de Siena, la francesa Santa Teresita del Niño Jesús y recientemente la alemana Santa Hildegarda. ¡Ojalá que algún día haya una Doctora de la Iglesia nacida en Cuba!

Hace dos años celebramos esta misma fiesta conmemorando los cinco siglos de la fundación de Baracoa. El año pasado reinauguramos y dedicamos esta Iglesia Parroquial. Y en este 15 de agosto del 2013, celebramos esta Misa en la ahora BASÍLICA MENOR de nuestra Diócesis de Guantánamo-Baracoa. ¡Son muchos los regalos que Dios nos ha estado brindando en todo este tiempo! Y debemos hacernos merecedores de ellos. Este nombramiento recibido debe notarse aún más en nuestro comportamiento diario, porque amor con amor se paga. Si Dios no deja de hacernos el bien, nosotros tendremos que hacer lo mismo. Debemos abandonar nuestra vida de pecado para empezar a vivir la vida cristiana. Habiendo dejado a un lado los robos, los adulterios, los abortos, el alcoholismo, los suicidios, los chismes, las mentiras, los divorcios y la vida pagana, comencemos a vivir la vida cristiana a plenitud, dediquémonos a hacer el bien, comencemos a practicar la misericordia y llenemos Baracoa de amor. No olvidemos lo que nos enseña el apóstol Santiago: “Habrá un  juicio sin misericordia para quien no practicó la misericordia” (St. 2,  12)

Los cristianos seguimos las enseñanzas de Jesucristo. Los cristianos estamos llamados a vivir  una religión completa y auténtica, interior y exterior, de fe y obras, de culto y vida, de  fe y  conducta. Jesús dice no a una religión que pase por alto al hombre y el amor al hermano.

Se equivoca quien piensa que la Iglesia es sólo para el culto,  que un  título de Basílica es sólo para lo relacionado con el culto, olvidando su dimensión misionera y caritativa o de misericordia. Una cosa, por ejemplo, es tener libertad de culto y otra el tener libertad de religión. Libertad de culto es poder reunirnos para celebrar la Misa, rezar el rosario, recibir la comunión, confesarnos, etc. Libertad de religión es poder educar a los hijos en la escuela religiosa que los padres deseen, es poder anunciar el evangelio por la prensa, la radio y la televisión, es poder manifestar públicamente la fe sin temor a represalias, desconfianzas o a que se considere al creyente como alguien no-confiable o sospechoso. La libertad de religión no es un privilegio sino un derecho de los creyentes que todo país debe garantizar.

Lo que nos corresponderá a los cristianos es ser coherentes entre lo que creemos y lo que hacemos, entre liturgia y vida, entre fe  y vida.

Pongamos un  ejemplo: Supongamos que mañana se distribuye en Baracoa una copia del Código del Tránsito para cada baracoeso. Pero resulta que, al final del año, los accidentes del tránsito, en vez de disminuir, aumentaron. 
Conclusión: los baracoesos sabíamos lo que teníamos que cumplir, pero no lo cumplimos. A eso se le llama ser incoherentes. También  hoy día hay muchas, muchísimas biblias en Baracoa. ¡Nunca ha habido tantas Biblias en Cuba como hoy día! Y eso tendría que notarse en  nuestras actuaciones diarias. Por eso les cuento esta anécdota, especial para quienes creemos en  Dios, tenemos una  Biblia en nuestra casa y debemos seguir sus enseñanzas.
Queridos hijos e hijas: Nuestra Iglesia de Baracoa es ya una Basílica Menor. Y nuestra respuesta agradecida debe ser muy clara: si tenemos fe, ¡que se nos note! Si decimos que Dios debe ser el primero, ¡que se nos note! Si predicamos el amor al prójimo, ¡que se nos note! Si queremos que la gente aprenda a perdonar, ¡que seamos los primeros en  hacerlo! ¡Enseñemos a las nuevas generaciones que la grandeza de una mujer no se mide por el  número de abortos, o por la cantidad de vestidos y zapatos que tenga, o por la  belleza de su rostro! ¡Unamos a  una  Basílica Menor, un Amor Mayor!
Queridos baracoesos todos: Quiero recordarles, una vez más, lo que les dije, en aquella preciosa tarde como ésta cuando nos visitó la imagen peregrina de la Virgen de la Caridad:  

·       Los cubanos necesitamos de Baracoa para recordar nuestras raíces y para que no nos avergoncemos de nuestros orígenes, de nuestros caciques Hatuey y Guamá.

·       Cuba necesita de la Asunción de Baracoa para no olvidar cómo debe ser un pueblo de sencillo, humilde, cordial, cortés, hospitalario y apegado a la familia. Y de cómo un pueblo debe saber sobreponerse a las mil vicisitudes por las que ha pasado en su larga historia.

·       Cuba necesita de la naturaleza virgen, los limpios ríos y frondosos árboles de la Asunción de Baracoa, única en animales y plantas, para que el resto de Cuba pida perdón por haber contaminado tanta agua y arrasado tantos bosques.

·       Cuba necesita conservar su originalidad y sus tradiciones, como las ha sabido conservar la Asunción de Baracoa, con su devoción a la Virgen, su café, sus cocos y su cacao, sus cucuruchos, sus tetíes, su bacán, su frangollo, su tulanga y sus polimitas. Es muy importante que el turismo extranjero ayude, pero no corrompa a Baracoa. Que los jóvenes baracoesos nunca negocien su dignidad y sean ejemplo ante todos.

·       Cuba necesita que Baracoa cuide celosamente esta Cruz de la Parra, única que se conserva de las 29 cruces que plantó Colón en sus cuatro viajes a través de América. Esta Cruz de la Parra que debe recordar a cada cubano nuestras raíces cristianas.

Que la Virgen María de la Asunción vele celosamente por cada uno de los que aquí viven, por sus autoridades aquí presentes y por los que trabajan por este pueblo de Baracoa.

Baracoa, como dice su escudo, es la “más pequeña de las ciudades de Cuba, pero la primera en el tiempo”.  

Rezamos para que Baracoa, la ciudad primada de Cuba, sea también la primera en la fe, la esperanza y el amor.

Que así sea.

Remitido por Ramón Ramos