11 de junio de 2013

LA ORDEN DE LOS MERCEDARIOS REGRESA A CAMAGÜEY



La Orden de los Mercedarios
regresa a Camagüey


LA HABANA, 15 May. 13 / 01:14 am (ACI/EWTN Noticias).- Luego de 103 años de ausencia, la Orden de la Merced regresó a la Diócesis de Camagüey (Cuba), a través de los sacerdotes Marco Saavedra Delgado y Francisco Márquez Orozco, para quien la Iglesia  en la isla «es una Iglesia que está renaciendo y creo que además hay futuro».

Esta Orden se había establecido en Cuba en el año 1601 de la mano de Fr.Luis Fernández y Fr. Gaspar de la Rocha. En Camagüey levantaron la iglesia de La Merced, la de más tamaño en la ciudad. Sin embargo, en 1910 falleció el último mercedario en Camagüey, Fr. Felipe de la Cerda. La iglesia de la Merced y su contiguo convento acogieron entonces a los sacerdotes y hermanos de la Orden de Carmelitas Descalzos, quienes permanecieron a cargo de ambos y de la atención de la feligresía hasta el año 1961. En esa oportunidad, el P. Ramón Claper, Escolapio, permaneció viviendo en el convento (convertido hoy en Casa Diocesana) y haciéndose cargo del templo.  Cabe aclarar que la Iglesia de la Merced nunca ha sido sede parroquial.  

Luego de más de un siglo, el 28 de abril de 2013 dos frailes mercedarios peruanos llegaron a Camagüey para hacer renacer esta Orden. Se trata del P. Marco Saavedra Delgado y Francisco Márquez, recibidos oficialmente el domingo 5 de mayo, en una Misa   presidida por el Arzobispo Mons. Juan de la Caridad García; y donde estuvo presente el P. Juan Carlos Saavedra, Consejero General de Vida  Religiosa y encargado de la festividad por los 800 años de la Orden Mercedaria, que se cumplen en este año, ya que la Orden fue fundada el 10 de agosto de 1218.

«Este domingo es un día especial por la llegada misionera de los padres Francisco y Marcos a esta ciudad», afirmó el P. Juan Carlos Saavedra, según informó el sitio web de la Conferencia Episcopal Cubana (CEC).

«Ha sido un proceso de dos años de preparación para llegar a redimir a los cautivos. Hoy regresamos a la ciudad de Camagüey después de varios años y le agradecemos al arzobispo, monseñor Juan y a todo el pueblo de Dios por habernos recibido, para ponernos al servicio de la caridad, aquí y en la ciudad de Minas. Gracias por la acogida de todos ustedes», expresó el Padre Marco Saavedra.

Por su parte, en declaraciones a ACI Prensa, el P. Francisco Márquez indicó que «la Iglesia en Cuba  es una Iglesia que está renaciendo y creo que además hay futuro». Explicó que su labor «es atender la parroquia de La Merced y posteriormente visitar a los internos en las cárceles».

«Estamos muy contentos en este país, con deseos de poder participar de la mejor manera y contribuir con lo que nosotros podamos; y si Dios quiere, pronto llegar también al interior de las cárceles para poder llevar la Buena Noticia a los internos e internas, pues es la esperanza que muchos desean (...). No dudamos que va a ser de beneficio para ellos y de igual forma para nosotros», afirmó.

BREVE HISTORIA DE LA MÚSICA CUBANA (FINAL)


Breve Historia
de la Música Cubana
(3ª Parte y final)

 Por el Dr. Aurelio de la Vega


Florecimiento en el Siglo XX

Pero es en el siglo veinte que la música cubana finalmente florece. Hasta los años de la Segunda Guerra Mundial, toda una falange de compositores cubanos de música popular habían creado enormes colecciones de canciones, danzones, sones, boleros, guajiras, guarachas, pregones, sones montunos, guaguancós, cha, cha, chás, mambos, rumbas, congas y tangos congos. De Jorge Ankermann (1877-1941), María Cervantes (1885-1981), Manuel Corona (1880-1950), Osvaldo Farrés (1902-1985), Sindo Garay (1887-1968), Eliseo y Emilio Grenet (1893-1950 y 1901-1941, respectivamente), Miguel Matamoros (1894-1971), Benny Moré (1920-1963), Dámaso Pérez Prado (nacido en 1922), Rodrigo Pratts (1910-1980), Antonio María Romeu (1876-1955), Moisés Simons (1844-1944) y René Touzet (nacido en 1916) a Celia Cruz, Willy Chirino, Paquito D'Rivera, Chano Pozo, Israel López (Cachao) y Gloria Estefan, la cantidad, variedad, resonante éxito e influencia de los miles de obras por ellos compuestos, y las tendencias estilísticas que han creado con sus actuaciones como cantantes y/o instrumentistas, son realmente notables.

Antes de explorar el mundo de la música de arte cubana deben mencionarse dos compositores quienes, aunque primordialmente actuaron dentro de las fronteras de la música popular y comercial, se aventuraron a crear obras musicales de mayor envergadura y quienes por tanto, ocasionalmente, se adentraron en el campo de la música cubana clásica. Fueron ellos Gonzalo Roig (1890-1970), cuya opereta cubana "Cecilia Valdés" (1932) y cuyo "Quiéreme mucho" (1911) han circunnavegado el globo, y Ernesto Lecuona (1895-1963), cuyas obras de teatro lírico crearon una importante colección de zarzuelas cubanas, y cuyas mejores piezas para piano se han hecho mundialmente famosas.

Es también dentro del marco del siglo veinte que la música de arte cubana se desarrolló como una de las contribuciones importantes a la historia de Cuba. Los dos primeros compositores cubanos de música de arte que abrazaron las técnicas contemporáneas (en este caso la música de Stravinsky y de Bartók) son Amadeo Roldán (1900-1939) y Alejandro García Caturla (1906-1940), cuyas ricas y atrevidas paletas armónicas, su uso de las grandes formas sinfónicas, y su magnética manipulación de las fuerzas orquestales lograron situar por vez primera a la música cubana dentro de la música de arte contemporánea universal. Los dos ballets de Roldán "La Rebambaramba" (1928) y "El Milagro de Anaquillé" (1929), y el poema sinfónico de Caturla "La Rumba" (1933) permanecen siendo imponentes y valiosísimos documentos de la música de arte cubana.

Del binomio Roldán-Caturla al presente, la música culta cubana ha continuado creciendo en poder e imaginación, despertando un creciente respeto y admiración internacionales. Tras estos dos compositores mencionados, la música de arte cubana se mueve a través de los años de actividad de José Ardévol (1911-1981), compositor catalán radicado en Cuba desde los años 30 que fue fundador y mentor del primer grupo integral de compositores cubanos de música de arte. Ardévol y este grupo de compositores jóvenes compartían credos estéticos y técnicos comunes, creando así una verdadera escuela de compositores que se agruparon bajo el nombre de Grupo de Renovación Musical.

 El Grupo de Renovación incluyó a algunos de los compositores que actualmente son los decanos de la música de arte cubana. Muchos de ellos permanecieron en Cuba tras el triunfo de la revolución castrista, y entre éstos hay que mencionar al también musicólogo y crítico musical Edgardo Martín (nacido en 1915); a Harold Gramatges (nacido en 1918), quien recientemente fue galardonado con un prestigioso premio internacional creado por la Sociedad General de Autores y Editores de España; a Gisela Hernández (1912-1971); a Hilario González (nacido en 1920); y a Argeliers León (1918-1988), quien fue también un importante musicólogo e investigador.

Dos compositores que crearon su música independientemente de los postulados estéticos de Ardévol y su grupo, son Julián Orbón (1925-1991), quien vivió en Ciudad México y Nueva York, y murió en Miami, y Aurelio de la Vega (nacido en 1925), quien reside en Los Angeles desde 1959. Ambos son, según afirma el musicólogo Gérard Béhague, los dos más conocidos compositores cubanos de música de arte de la segunda mitad del siglo veinte. Orbón, de modo muy efectivo e interesante, mezcló Canto Gregoriano, viejas formas musicales españolas, modalidad, avanzadas armonías contemporáneas y melo-ritmos cubanos para crear una música poderosa enmarcada por una magnífica y refinada excelencia técnica. Entre otros honores, Orbón fue elegido como miembro de la prestigiosa Academia Norteamericana de Artes y Letras. De la Vega escribió las primeras composiciones cubanas atonales y de inmediato dodecafónicas, y ha compuesto varias obras electrónicas e importantes obras sinfónicas que son tocadas muy a menudo por numerosas orquestas a través de todo el mundo.

Dos veces, De la Vega ha sido galardonado con el codiciado Premio Friedheim del Kennedy Center for the Performing Arts.

Otro compositor cuyas actividades profesionales tuvieron lugar fuera de Cuba es Joaquín Nin-Culmell (nacido en 1908), clasificado por muchos como un compositor cubano-español. Creador prolífico, sus obras, de corte neo-clásico, incluyen ballets, óperas, música coral, música de cámara, música vocal y composiciones para piano, guitarra y órgano.
Un valioso y variado grupo joven de compositores cubanos de música de arte continúan la tarea de expandir la dimensión y el alcance de este tipo de música. Constituyen una generación profundamente afectada por el triunfo de la revolución castrista. 

Este nuevo contingente de compositores cubanos de música culta incluye a Sergio Fernández Barroso (nacido en 1946), residente del Canadá por muchos años, cuya música para computadoras le ha traido mucho reconocimiento y triunfo; a Tania León (nacida en 1943), quien vive en Nueva York, es consejera de numerosas orquestas sinfónicas e instituciones musicales norteamericanas, actúa asimismo continuamente como directora de orquesta, y es autora de una ópera que se estrenó en Ginebra en 1999; y a Raúl Murciano, Orlando Jacinto García, Julio Roloff, Armando Tranquilino y Viviana Ruiz, todos residentes en Miami.

Entre los que permanecen en Cuba hay que mencionar a Leo Brouwer (nacido en 1939), quien reside por períodos de tiempo en Córdoba, España, donde fundó y dirige una orquesta, y cuya importante carrera internacional como guitarrista y director de orquesta iguala su fama como compositor; a Alfredo Diez Nieto (nacido en 1918), cuyas composiciones incluyen obras sinfónicas, música de cámara y obras vocales; a Carlos Fariñas (nacido en 1934), cuyas composiciones orquestales son poderosas y bien realizadas; a Roberto Valera (nacido en 1938), creador de excelentes obras corales, y a Juan Piñera (nacido en 1950), autor de importantes obras para piano.

Estilísticamente, todos estos multifacéticos compositores cubanos de música de arte, de Roldán al presente, han colocado a Cuba en la vanguardia de la composición musical universal de nuestros días, utilizando politonalidad, atonalidad, procedimientos seriales, elementos aleatorios, medios electrónicos, formas abiertas, notación proporcional y gráfica, y medios de expresión post-seriales y post-modernistas.

Por encima de tendencias, modos de hacer, postulados estéticos y actitudes histórico-políticas, tanto dentro del marco de la música popular como dentro del de la música de arte, la música cubana permanece vigorosa, activa, pujante, importante, potente e influyente. Si se toma en cuenta las dimensiones físicas de Cuba y la cantidad de sus habitantes, contando todos los que están dentro y fuera de la isla, el número de compositores, instrumentistas, cantantes y conjuntos musicales que ha producido Cuba es realmente notable.

Es de esperar que la intensidad y la expresividad de la música cubana y el prestigio mundial de que goza continúen creciendo en años venideros. Baste señalar que, en el presente, la música de Cuba, en todas sus manifestaciones, constituye una poderosa revelación de la originalidad de la cultura cubana.

(De la Vega es un compositor cubano de amplia y reconocida trayectoria creativa y profesional. Muchas de sus obras están editadas y grabadas comercialmente en discos, y a partir de 1960 casi todas sus composiciones han sido comisionadas por orquestas, grupos de cámara, instrumentistas y cantantes de reconocida fama internacional, instituciones y mecenas. En la actualidad es Profesor Emérito Distinguido del Sistema Estatal Universitario de California (Cal State). Su ficha biográfica aparece en Contemporary Composers y en The New Grove Dictionary of American Music).

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MULTIPLICACIÓN DE LAS EMPANADAS.


¿Multiplicación de las empanadas
o preocupación por los presentes?

(Una anécdota del papa Francisco en Buenos Aires
contada por su biógrafa Evanelina Himitian)


ROMA, 06 de junio de 2013 (Zenit.org) - “Una vez lo vi multiplicar los alimentos, como hizo Jesús con los panes y peces. Era octubre de 2012”. Lo cuenta Evangelina Himitian, biógrafa de Bergoglio, que escribió el libro "Francisco, el Papa de la Gente", en un artículo del diario vaticano L'Osservatore Romano titulado "La multiplicación de las empanadas".

Se trata de empanadas, claro, y podría ser que las que recogió entre los presentes hubieran bastado para saciar a los periodistas que llegaron tarde. De todos modos, más allá del “milagro”, del que la autora se muestra convencida, es claro que el entonces arzobispo prestaba atención a todos los presentes, incluso los que llegaron tarde, y se prodigaba en servirlos.

“Colaboraba con la oficina de prensa de los encuentros entre católicos y evangélicos -escribe Himitian- del cual el padre Bergoglio era uno de los organizadores. En el estadio en el que se realizaba, la administración no dejaba introducir comida, por lo que durante las pausas, los presentes tenían que comprar para comer allí en el lugar. No había mucho para elegir: solamente había empanadas”.

Precisa la autora que era un día de fiesta nacional y no había en programa otros eventos. Alguien invitó a Bergoglio a almorzar en la zona bastante exclusiva de Puerto Madero, a pocos pasos del estadio. Pero el cardenal de Buenos Aires dijo que prefería quedarse con todos los participantes.

“Cuando nosotros los periodistas nos tomamos una pausa para almorzar ya era un poco tarde y no había quedado casi nada. Mientras recorríamos la sala en donde se servían los alimentos, Bergoglio se acercó y nos saludó a cada uno.

Nos habíamos sentado en la última mesa. La camarera nos trajo un plato con cinco empanadas, pero nosotros éramos ocho. Alguno tomó la iniciativa y empezó a cortarlas por la mitad. Compartir era el espíritu del encuentro y además no había otra posibilidad”. E Himitian prosigue: “Bergoglio que estaba en una mesa de la otra parte de la sala vio nuestros movimientos y entendió. Se levantó y le preguntó a los otros si habían terminado de almorzar. Recuperó de las manos de los pastores y sacerdotes las últimas empanadas, las reunió en un plato y nos las trajo. Conmovidos por su gesto premuroso, nos sentimos elogiados y anonadados”. La autora no tiene dudas: “Había multiplicado el alimento”.

"Aquel pequeño ‘milagro’ suyo nos quedó impreso en el corazón. El hombre que hoy ocupa el solio de Pedro había visto una necesidad y la había llenado, mientras ningún otro se había dado cuenta", concluye la biógrafa.

FRASE DE SABIDURÍA


10 de junio de 2013

RECORDANDO A OSVALDO FARRÉS

 

Recordando  a  Osvaldo  Farrés

Armando López

No se puede hablar del bolero sin Osvaldo Farrés. Nuestros padres se amaron con sus poemas cantados; nosotros nos enternecemos con sus sencillas melodías. Quizás, quizás quizás, Toda una vida, Tres Palabras y Acércate más, han hecho amarse al mundo, en las voces de Nat King Cole, Doris Day, Bing Crosby, Johnny Mathis, Maurice Chevalier, Plácido Domingo, Edith Piaff, Katina Ranieri, Pedro Vargas, Toña La Negra, Lucho Gatica, Olga Guillot, Sara Montiel…

Y lo insólito es que, medio siglo después, esas canciones se siguen cantando en todo el mundo. Lo demuestran los reportes de derechos de autor de la SACEM (Asociación de Autores y Compositores y Editores de Música) y las interpretaciones de Luis Miguel, Paloma San Basilio, Enrique Iglesias, por sólo mencionar algunos reincidentes de estos inmortales boleros.

La banda sonora del filme de Almodóvar La Mala Educación lo reafirma. Farrés sigue de moda.

Y no griten los cultos de conservatorio (y los envidiosos del talento ajeno), si afirmo que uno de los compositores más interpretados de Cuba (más de 300 canciones) no sabía escribir música, ni tocaba ningún instrumento, que fue un muchacho de poca escuela, del pueblito de Quemado de Güines, a quien su maestra de tercer grado le reprochó: "tú no naciste para el campo". Y corrió a La Habana, con una maleta de madera repleta de sueños, a ganarse la vida a cómo podía: de mensajero en bicicleta, de pone muelles en colchonerías, decorador de vidrieras de El Encanto, y hasta como pintor de paisajes.

«Porque todos esos óleos de guaracheras y cubanas palmas que asoman en las paredes de mi casa en Nueva Jersey —aclara Fina del Peso, novia, esposa y musa inspiradora del compositor— los pintó Farrés sin recibir una sola clase de pintura»
.
¿Un artista total? ¿Un genio del Renacimiento?, pregunto a su fiel enamorada. «Un simple hombre, -responde-, pero tocado por Dios».

Los recuerdos de Fina

«Conocí a Osvaldo cuando yo acompañaba a mi hermana, la actriz Asunción del Peso, hasta la CMQ de Monte y Prado -el rostro de Fina se ilumina-. Por entonces, era el jefe de Publicidad de la cerveza Polar, y yo casi una niña. Ya había compuesto su popular guajira Mis cinco hijos (Pedro, Pablo, Chucho, Jacinto y José), tan popular en la voz de Miguelito Valdés, cuando nos volvimos a encontrar. Yo había terminado el Instituto, Farrés se me acercó y me dijo con picardía: “Señorita, ¿esas piernas las pidió prestadas o son suyas?”.

Como en La Habana los piropos vuelan, mi papá puso el grito en el cielo: Farrés era un hombre mucho mayor que yo, y estaba divorciado (pecado mortal para la época). Me enviaron a Santa Clara, con mi tía, pero de nada valió. Hasta allá Farrés me mandó a decir que escuchara La Hora Polar, donde Pedro Vargas estrenaría la canción que él había escrito para mí. Cuando El Tenor de las Américas cantó: “Toda una vida, me estaría contigo, no me importa en qué forma ni dónde, ni cómo, pero junto a ti…”, sabía que ya amaba a aquel hombre que me llevaba 30 años, y para siempre.

Cuando en 1946 Farrés lanzó El Bar Melódico, en Radio Cadena Azul, me pidió que fuera la coordinadora del programa. Pronto pasamos a CMBF TV y de ahí a CMQ Televisión en horario estelar, los miércoles a las nueve de la noche. Osvaldo, con su desenfado campesino, entrevistaba a los artistas, contaba anécdotas de la farándula, pero a veces me llamaba frente a las cámaras, y hasta me ponía a cantar (Fina había ganado interpretando boleros en La Corte Suprema del Arte ).

Trece años permaneció El Bar Melódico en los primeros lugares de popularidad. La Habana era plataforma de lanzamiento artístico. Para triunfar en América, había que conquistar La Habana. Por El Bar Melódico pasaban todas las estrellas que nos visitaban, desde Josephine Baker hasta Nat King Cole, Maurice Chevalier y Sarita Montiel. Y hacíamos cultura.

Una vez al mes, celebrábamos La Sala de Conciertos, con las grandes figuras líricas: Manolo Álvarez Mera, y hasta la orquesta de Paul Tsonka, con 101 músicos. En Nochebuena, celebrábamos La Cena de las Estrellas, cubanísima, con puerco asado, y fricasé de guanajo (pavo). Por allí desfilaron Rita Montaner, Alicia Alonso, Lola Flores, y no sólo artistas, también pintores, escritores, y gente de pueblo, que Farrés decía que no había grandes ni chiquitos; le encantaba mezclarlos a todos".

Una voz misteriosa

¿Cómo componía Farrés? Por inspiración, letra y música le venían juntas, -afirma Fina del Peso. Y eso ocurría en un santiamén, como si una voz misteriosa le dictara sus canciones. Luego, corría hasta mí, texto en mano, para que me aprendiera la melodía y se la cantara a una pequeña grabadora. De ahí, llamaba a un músico de escuela para que le escribiera las notas en el pentagrama. Podía ser Fernando Mulens, su entrañable amigo, u otro cualquiera.

Tenía un oído musical muy especial. Si a la hora del arreglo los orquestadores le equivocaban una nota, de inmediato saltaba. ¿Habría algo mágico en sus canciones? Porque de sólo oírlas, el público las repetía, las hacía suyas. Pocos compositores cubanos tuvieron tantos éxitos como Osvaldo, lo que producía envidia, rumores de que compraba sus canciones, bajezas, y es que sólo Lecuona, Roig y Farrés pudieron vivir en Cuba de sus derechos de autor.

Era un hombre tierno, con disposición para las letras amorosas, pero su producción abarcaba todos los géneros, desde guarachas y rumbas hasta zarzuelas, -agrega la albacea de los recuerdos del compositor. ¿Quién no recuerda En el Mar… la vida es más sabrosa…, que popularizó el filme de Cantinflas Sube y Baja? ¿Su canción preferida? Sin duda, Madrecita , que le dedicó a su madre, a quien adoraba; canción tan sencilla, directa y hermosa, que los niños de Cuba y muchos países de Latinoamérica aún cantan el Día de las Madres en las escuelas, colocando en su pecho una flor roja, o blanca si son huérfanos: “aunque amores yo tenga en la vida, que me llenen de felicidad, como el tuyo jamás madre mía, como el tuyo no habré de encontrar…”

Pero fueron sus boleros románticos los que alcanzaron mayor fama internacional. ¿Cómo surgió Tres Palabras? —pregunta la coordinadora de El Bar Melódico. Pues la mexicana Chela Campos, muy de moda, le insistió en que le hiciera una canción. Farrés le respondió que a veces no le llegaba la musa, y pasaba meses sin escribir. Y Chela ripostó: “Ay, maestro, no se me haga el difícil, que con tres palabras se hace una canción”. Y aunque Farrés protestó: “¡No me llames maestro” (se decía maestro de nada), llegó a la casa y escribió su inmortal: “son tres palabras solamente mis angustias y esas palabras son: cómo me gustas'".

Una vez, en Judea, rumbo a Belén, -Fina muestra fotos de aquel viaje- a donde habíamos ido a conocer los lugares sagrados del cristianismo (Farrés era muy creyente), un chofer de barba negra y espesa puso en su grabadora Quizás, quizás, quizás, cantada en hebreo".

Quedé atónita, y después que cerré la boca no me contuve y tuve que confesarle: “¡Mi esposo es el autor!”. Y qué emoción, ese hombre bajaba y subía la cabeza, como rezando, en señal de respeto, y allí mismo, en medio del desierto, detuvo el auto frente a un pastor de ovejas, intercambiaron palabras y a dúo comenzaron a cantar en hebreo: “Yo siempre me pregunto que cuándo, cómo y dónde/ tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás”.

Pero fue en el famoso Lido de París, cuando tocaron Acércate más y Tres Palabras , que lo empujé a saludar al director de la orquesta. Y hubo que ver lo colora'o que Osvaldo se puso cuando tocaron la fanfarria de trompetas, encendieron las luces, y el animador anunció en francés, inglés, alemán y español que se encontraba presente el famoso compositor cubano Osvaldo Farrés, y el enorme cabaret se vino abajo en aplausos.

La comunión perfecta

Farrés no lo querría, pero era una celebridad. Las populares orquestas de la BBC de Londres, de Mantovanni, de Henry Mancini (por citar unas pocas), grababan su música. Sus temas se cantaban en veinte idiomas. Cantinflas enamoraba con sus boleros en el cine mexicano, Esther William en Hollywood, Charles Aznavour en Francia, Elio Pinza en Italia, y hasta pajarillos caricaturizados silbaban la melodía de Tres Palabras en la película Música Maestro, de Walt Disney.

El mismo Farrés no se explicaba tanta fama. Quizá se deba a que en la canción, la poesía se logra de la comunión entre letra y música, y en los boleros de Farrés esta comunión es perfecta. Tal vez porque nunca le cantó al amor fatal, fracasado, imposible, como tantos boleros cubanos y mexicanos de la época.

En algunos coqueteó con la tristeza, pero sin disfrutarla, como en sus bolerones de vitrola Para que sufras, No me vayas a engañar y Estás equivocada , tan populares en las voces guaposas de Celeste Mendoza y Rolando Laserie. Los textos del autor de Acércate más son en su gran mayoría alegres, optimistas, para que los enamorados se quieran más.

¿La política? Cuando Prío se postuló a la presidencia (1948), le pidió a Farrés el tema de campaña, y él le compuso la conga: “Ahí viene la aplanadora con Prío adelante y el pueblo atrás”. El ex líder estudiantil ganó abrumadoramente y, poderoso agradecido, le dijo: “pide por esa boca” (costumbre de la época), pero Farrés le respondió: “se la escribí al amigo, no al presidente”.

El golpe de Estado de Batista fue un golpe bajo, al que sobrevivimos -Fina vuelve a empuñar sus recuerdos- pero cuando Fidel llegó a la Habana, Farrés me advirtió: “Tenemos que irnos, esto será un desastre”. ¿Cómo escapamos de Cuba? Por un contrato en España, para escribir una zarzuela. Pero no regresamos. Y saquearon nuestra casa de la Avenida Calzada. Toda la música, las fotos con los más grandes artistas del mundo, los discos atesorados por décadas, los quemaron en medio de la calle. El compositor premiado por la Orden Carlos Manuel de Céspedes, la más alta que otorgaba Cuba, se convirtió en traidor por el único delito de querer vivir en libertad.

Osvaldo Farrés vivió hasta su muerte en West New York añorando volver a su patria. En 1980, escribió para Selecciones de Reader Digest: "La música, al igual que los perfumes, es portadora de elementos intangibles que, unidos a una mirada, o al roce de una manos, hacen posible el nacimiento de un romance que, extendiéndose más allá de ese momento, puede prolongarse toda una vida".

Entiendo por qué Fina del Peso, la musa inspiradora de Toda una vida, una de las más hermosas canciones que se hayan escrito, nunca se volvió a casar, y nos invite a una misa en memoria del compositor, amante esposo, consejero y amigo, en la Ermita de la Caridad, templo del exilio cubano, el jueves 22 de diciembre, a las ocho de la noche.

Armando López, NJ
Para Cubaencuentro.com, Madrid / Diciembre 22, 2005
Reproducido de
http://baracuteycubano.blogspot.com

«Madrecita» en la voz de Rocío Jurado:
 http://www.youtube.com/watch?v=LyWmqZgHq4c