1 de mayo de 2013

CUBA, PRISIONES QUE SE OLVIDARON



Cuba:
prisiones que se olvidaron

Por Omar Ruiz Matoses*

En pocas horas, el gobierno cubano será sometido al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, con pronósticos mayoritarios de que el largo historial de violaciones y atropellos del régimen implantado por Fidel Castro hace 54 años pase la prueba sin una condena efectiva.

El contenido del informe cubano ya es conocido. Lo divulgó la pasada semana el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) y forma parte de la estrategia propagandística que hemos visto desgranar en estos años en los foros internacionales, atestada de alteraciones, silencios, medias verdades y burdas mentiras sobre la realidad en Cuba, en la vida pública y en sus cárceles.

Con el tradicional maquiavelismo de los personeros del régimen, la presentación del informe estuvo precedida por una inusual gira por las prisiones habaneras, a la que el Ministerio del Interior (MININT) convocó a los periodistas oficiales y corresponsales extranjeros para presentarles una imagen maquillada de la realidad penitenciaria del país.

En mayo del pasado año, el régimen cubano fue sometido a un examen similar ante la Comisión contra la Tortura (CAT) de Naciones Unidas, en Ginebra, y la respuesta del representante castrista a preguntas sobre la situación de las prisiones  se recordarán por largo tiempo como un ejemplar ejercicio de cinismo. El vicefiscal general Rafael Pino no tuvo mejor ocurrencia que aseverar que todos los casos de malos tratos en centros de detención son perseguidos penalmente en el país.

Tortura e impunidad
“En Cuba no hay, ni habrá espacio para la impunidad”, dijo entonces el fiscal Pino. Y agregó una frase que sólo un demente o un extraterrestre (y Pino no es ninguna de las dos cosas) podría lanzar sin ruborizarse: "Los actos de tortura y malos tratos están totalmente prohibidos y constituyen delitos en Cuba”.

Este es el mismo discurso del informe cubano que escucharemos hoy en Ginebra. Porque evidentemente los funcionarios castristas no hablan al parecer de las cárceles donde cumplí 17 de una condena de 20 años. Entre el sistema penitenciario que alaba el cuento de hadas del MINREX y la infamia cotidiana de las cárceles cubanas hay un abismo de contradicciones que no podrá dilucidarse en esta anunciada sesión de Ginebra.

El único recurso que tenemos las víctimas cubanas no parece ser encomendarnos hoy a Naciones Unidas, sino recordarles que tenemos la memoria intacta. Por crudos que parezcan los detalles.

Yo recuerdo en mis largos años de prisión que nunca me dieron alguna sábana, funda o almohada para taparme en las noches. Ni a mis compañeros de infortunio, tanto en la prisión de la Condesa, el área especial de Guanajay y por último en Guaicanamar.

Recuerdo que nunca me dieron colcha, mosquitero, ropa para contrarrestar el frío y la humedad de las celdas, ni a mí ni a mis compañeros de infortunio.

Once años en celda tapiada
Recuerdo que en 17 años y medio de cautiverio, 11 de ellos en una celda tapiada, apenas recibí dos o tres veces aseo personal.

Recuerdo a algunos presos comunes benéficos (los que no reciben visitas por diversos motivos) a quienes en algún momento tuve acceso. Los recuerdo con los dientes podridos y un aspecto totalmente deplorable, clamando por un poco de pasta dental para tratar de conservar las pocas piezas que les quedaban, o por un pedazo de jabón para asearse, aunque fuese una vez en largo tiempo. Los recuerdo rogando un cigarrillo.

Recuerdo también cuando se me reventó una úlcera en el área especial de Guanajay, donde permanecí casi 24 horas hasta que me pudiesen trasladar de urgencia al Hospital Nacional de Reclusos. Porque si bien existía la ambulancia, faltaban dos patrullas para poderme conducir y hasta que no vinieron, no pudieron enviarme rumbo al hospital.

Recuerdo las donaciones de sangre de los presos en La Condesa y las colas que se formaban para hacer el donativo, porque era la forma de recibir un permiso de 24-48 horas, en violación de las más elementales normas de seguridad sanitaria.

Recuerdo que si querías alumbrarte en tu celda por las noches, tus familiares tenían que proporcionarte las bombillas adecuadas.

Recuerdo las magras, fétidas raciones de alimentos que consumía la población penal; la harina de maíz con gusanos, en proporciones tan pequeñas que hasta un niño se quedaría con hambre. Un invariable desayuno que consistía en una delgada rodaja de pan, confeccionado con harina de naturaleza desconocida y agua con azúcar caliente.

Dolores sin remedio
Recuerdo que en 17 años la única proteína que consumí en la prisión me la proporcionaba la familia durante las esporádicas visitas.

Recuerdo la falta de médicos, enfermeros o personal de la salud en las prisiones, y la notoria falta de medicamentos. Daba pena ver rabiar a hombres recluidos, en condiciones totalmente infrahumanas, por un dolor de muelas, un ataque de asma, un simple dolor de cabeza, una fiebre, y que no apareciera una aspirina o el medicamento necesario en todo el recinto penitenciario.

Recuerdo los apagones en las prisiones, frecuentes y de larga duración con las consabidas vendettas, insultos y peleas entre los reos.

Recuerdo la inexistencia de grasas comestibles, pues la poca que se suministraba se la  robaba el personal de cárceles y prisiones.

Recuerdo que la familia se las agenciaba para llevarme alimentos, que era robados descaradamente en las requisas por el personal carcelario. Se llevaban también pertenencias suministradas por las familias, así como libros, revistas, periódicos, no precisamente para leerlos, sino con el mezquino afán de luego venderlos y tratar de compensar sus míseros salarios.

Recuerdo también el maltrato de obra y de palabra a los reclusos, injustificados en su inmensa mayoría.

Entre ratas y otras alimañas
Recuerdo las oprobiosas celdas de castigo donde se confunde el día con la noche, y donde se duerme en un tétrico pedazo de concreto que hace las veces de cama, esquivando ratas, ratones, mosquitos y moscas en cantidades industriales, así como otros vectores y alimañas portadoras de infecciones de todo tipo.

Recuerdo que esas magras celdas de castigo no distan mucho en condiciones de las celdas regulares.

Recuerdo las frecuentes diarreas colectivas, producidas por la ingestión de comida en mal estado, y la falta de medicamentos para contrarrestarlas.

Recuerdo que la aritmética de 53,000 presos que declara el gobierno cubano necesita ser revisada.

Solo en el Combinado del Este había albergados hasta mi salida de Cuba cerca de 9,000 reclusos y en Cuba existen decenas de cárceles de máxima seguridad con capacidades de entre 600 y 6,000  reclusos, todas con hacinamiento extremo.

En el área especial de Guanajay, donde pasé la mayor parte de mi condena en aislamiento, llegó a haber más de 150 presos entre militares, comunes y políticos, y hablamos de un recinto con capacidad de no más de 30 reclusos, según las normas mínimas internacionalmente aceptadas. Considero que el número de prisioneros oscila entre 90,000 y 10,0000 prisioneros, incluyendo las prisiones militares que regularmente se obvian, tan insalubres y con tan pésimos tratos y alimentación como las civiles.

Mentiras oficiales

Recuerdo las mentiras de funcionarios y fiscales con respecto a la presentación de las peticiones de cambio de régimen penitenciario o de libertad condicional. Una situación generalizada para los presos de carácter político. Los tribunales, en contubernio con la contrainteligencia detienen, frenan y deniegan injustificadamente las libertades a los reclusos.
Recuerdo los malos tratos a los familiares cuando van a exigir los derechos de sus seres queridos recluidos. Mi esposa reclamó alguna vez mi expediente científico, que nunca supe por qué se lo llevaron cuando requisaron ilegalmente mi casa, y estuvo a punto de recibir bofetadas.

Recuerdo la insolente conducta del teniente coronel Fernando Fernández, presidente del tribunal inquisidor que me juzgó sin la presencia de un abogado defensor. Menciono su nombre porque creo que sería oportuno que las víctimas comiencen a reunir los nombres de los funcionarios del aparato de cárceles y prisiones, de los tribunales y de la policía política o de cualquier funcionario de conducta reprobable, porque nuestra misión es impedir la desmemoria del futuro cubano.

Recuerdo que algunos de esos victimarios del castrismo están hoy paseando impunemente por España, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros paises democráticos, algunos ya retiro en mano, visitando a los hijos o parientes, sin recordar el pasado reciente que protagonizaron como represores.

Recuerdo que algunos gobiernos democráticos otorgan fácilmente visas a estos energúmenos y deben al menos conocer a quiénes le dan refugio y alberge. Si Naciones Unidas me permite insistir, los delitos por violaciones flagrantes de derechos humanos no prescriben, y los violadores pueden ser detenidos y juzgados en los países signatarios de tratados internacionales en este rubro.

Recuerdo que estoy disponible para cualquier testimonio o verificación sobre estos hechos que describo.

Todo esto he querido recordarlo con la esperanza de que el escarnio del régimen cubano no llegue a convertirse en la única palabra válida y dolorosamente aceptada ante el ilustre Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

*Ingeniero eléctrico y ex teniente coronel de las FAR y el MININT. En 1991 fue condenado a 20 años de prisión por un tribunal militar, acusado de salida ilegal del país, desacato, conducta deshonrosa, espionaje y deserción. Actualmente reside en Madrid.

Reproducido de cafefuerte.com


JUAN PONCE DE LEÓN Y EL DESCUBRIMIENTO DE LA FLORIDA



Juan Ponce de León
y el descubrimiento de La Florida


Este año no es un año cualquiera para la Florida. Hace medio milenio un europeo puso sus pies por primera vez en el territorio que, con el tiempo, se convertiría en la nación más poderosa sobre la Tierra: los Estados Unidos de América. No fue un francés, ni un inglés, ni un holandés. Aquel hito estuvo protagonizado por un bravo aventurero nacido en un pequeño pueblo de Tierra de Campos, Santervás de Campos, hoy provincia de Valladolid. Su nombre, Juan Ponce de León.  

Con la llegada de Ponce de León arranca una historia de presencia de los españoles en Norteamérica que se extendió a lo largo de más de tres siglos. Una vasta y rica parte del pasado español a menudo ignorada en la actualidad, tanto en Estados Unidos como a este lado del Atlántico. Hoy día, no son muchos los españoles conscientes de que su país estuvo presente en América del Norte hasta el 10 de julio de 1821.

Juan Ponce de León y Figueroa nació en Santervás de Campos, Valladolidse cree que el 8 de abril de 1460 y falleció en La Habana, Cuba, en julio de 1521. Fue el conquistador español de Puerto Rico y el descubridor de la Florida, por lo que España le confirió el cargo de “Adelantado” para explotar a nombre de la Corona los territorios que descubriera.  

Se dice que Juan Ponce de León pasó a explorar las Indias enrolado en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Aunque era de ilustre cuna -se cree que su padre fue Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, que dejó un reguero de hijos bastardos, viajó a América siendo un «escudero pobre», según relatan los cronistas.

En 1513, acababa de salir de Puerto Rico, isla de la que fue su primer Gobernador, y ahora encontraba ante sí otro territorio exuberante y más playas de aguas cristalinas. Era abril, los cristianos celebraban la Resurrección de Cristo, y la fecha, coincidente con la primavera, se llamaba también “Pascua Florida”. Por ello, Juan Ponce de León bautizó con el nombre de Florida aquel lugar que creía era una gran isla.    

Porque en realidad buscaba la misteriosa tierra de Bímini que ubicaba al norte de Cuba. Sin saberlo, holló el suelo sobre el que se levantaría el país más poderoso del planeta, los Estados Unidos. Desde entonces,  La Florida perteneció a la Corona española durante 308 años, más tiempo que el que lleva bajo soberanía estadounidense (237 años).

Pronto hubo escaramuzas entre los soldados castellanos y los indios. Curiosamente, la expedición cobró fama porque hizo fortuna la leyenda de que Ponce de León buscaba la fuente de la eterna juventud. Los afanes que movían al conquistador eran muy distintos.  En realidad su objetivo se reducía a acumular oro y reclutar indígenas para hacerlos trabajar.

Había escuchado hablar por primera vez a indios del Caribe acerca de una isla, llamada Bimini, en cuyas tierras brotaba un maravilloso manantial que convertía a los viejos en jóvenes. Las historias sobre una fuente con tal propiedad no eran nuevas. Circulaban por Europa ya desde tiempos de Herodoto, pero para el hidalgo escucharlas en boca de los indígenas americanos tal vez supuso una confirmación de su autenticidad. Al fin de cuentas, la mayoría de las leyendas sobre esta fuente la situaban en el Oriente, que era precisamente a donde creía Colón haber llegado.
    
Al año siguiente del descubrimiento, Ponce de León viajó a España y expuso sus andanzas ante la Corte, radicada entonces en Valladolid, como una gesta venturosa. Informaron incluso al Papa de que todo el mundo en Castilla andaba revolucionado con la noticia de que «en la isla llamada Boyuca había una fuente que rejuvenecía a los viejos». Aunque incluso después de su muerte se extendió la falsa leyenda de que Ponce de León perseguía al llegar a Florida una mítica fuente de la eterna juventud, en realidad iba en busca de nuevas riquezas y territorios.

Existen muchas dudas sobre el lugar exacto en que fondeó el expedicionario. Algunos creen que su primer punto de arribo es lo que hoy es el Cabo Cañaveral de la NASA. Otros apuntan que el desembarco aconteció en la costa de Ponte Vedra, al norte de la península de Florida, muy cerca de Jacksonville. Este paraje está próximo a San Agustín, la primera ciudad fundada por los españoles en Estados Unidos y la más antigua del país, fundada por el asturiano Pedro Menéndez de Avilés.

La hazaña de Ponce de León tiene doble mérito, pues también descubrió la Corriente del Golfo. Al incursionar en la zona sur de La Florida, los navegantes se dieron cuenta de que de una corriente poderosa desplazaba los barcos hacia atrás, con lo que se inauguró la ruta oceánica de regreso a España que posteriormente supuso el auge de La Habana y el declive del puerto de Santo Domingo.

Lo trascendental de su llegada a las costas floridanas fue que, con ella, Norteamérica entró en el mapa del mundo conocido y en la historia de Occidente. Hasta casi un siglo después, en 1607, con la fundación de Jamestown en Virginia, los ingleses no serían capaces de establecer en este continente su primera colonia permanente.

Con la llegada de Ponce de León arranca una historia de presencia de los españoles en Norteamérica que se extendió a lo largo de más de tres siglos. Una vasta y rica parte del pasado español a menudo ignorada en la actualidad, tanto en Estados Unidos como al otro lado del Atlántico. Hoy día, no son muchos los españoles conscientes de que su país estuvo presente en América del Norte hasta el 10 de julio de 1821.

Fuentes:
www.abc.es
http://sobreleyendas.com
http://www.hoy.es

FRASE DE SABIDURÍA


30 de abril de 2013

MÁXIMA, REINA DE LOS PAÍSES BAJOS




Máxima, 
Reina de los Países Bajos

La hasta hoy Máxima de Orange nació el 17 de mayo de 1971 en Buenos Aires, siendo sus padres Jorge Horacio Zorreguieta y María del Carmen Cerruti.  Tiene dos hermanos, Martín y Juan, una hermana, Inés, y tres hermanastras de un primer matrimonio de su padre, Dolores, María y Ángeles.

La nueva Reina de los Países Bajos creció en Buenos Aires, donde asistió a prestigiosos colegios, terminando sus estudios de  bachillerato en la escuela Northlands, en 1988. Siete años después se licenciaría en Economía en la Universidad Católica Argentina.  Compaginó su carrera universitaria trabajando en la empresa Mercado Abierto, en donde desarrolló una investigación sobre la aplicación de software informático al sector financiero.

Desde 1992 hasta 1995 trabajó en el Departamento de Ventas de Boston Securities, en Buenos Aires. Además durante ese periodo compaginó sus estudios con la impartición de clases de inglés a escolares y estudiantes de enseñanzas medias. Logrado el título superior, la Princesa se traslada a Nueva York para trabajar en el Banco HSBC James Capel Inc. como vicepresidenta de ventas internacionales en Hispano América. Posteriormente trabajó en la empresa Dresdner Kleinwort Benson como vicepresidenta en el departamento de mercados emergentes.

Hasta su compromiso con el príncipe Guillermo, Máxima de Holanda trabajó como vicepresidenta de ventas institucionales del Deutsche Bank en la metrópolis estadounidense y como representante del mismo banco ante la Unión Europea.

El 30 de marzo de 2001 se hizo público el compromiso de la princesa Máxima con el príncipe heredero holandés Guillermo Alejandro. Se habían conocido como turistas en una Feria de Sevilla.  El 17 de mayo recibiría la nacionalidad holandesa, requisito imprescindible para poder contraer matrimonio con el futuro Rey. El 3 de julio de 2001 las dos cámaras de representantes holandesas aprobarían una proposición de ley que autorizaba el enlace del Heredero con Máxima Zorreguieta.

«Guillermo es el gran amor de mi vida». Por él optó esta argentina por convertir Holanda en su patria adoptiva. Por él sorprendió, y mucho, cuando se dirigió a los medios en un fluido holandés (durante meses estudió con una profesora particular que quiso, sin éxito, publicar un diario con intimidades de sus clases junto a la futura Reina de Holanda); por amor, renunció al anonimato; y, finalmente, lo que tal vez más le ha dolido, aceptó la ausencia de su padre en su boda. 

El hecho de que Jorge Zorreguieta fuera Ministro de Agricultura durante la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla encontró importantes detractores a esta boda dentro del Parlamento holandés. Al final, el sí de todos permitió que Guillermo y Máxima se dieran el sí quiero el 2 de febrero de 2002 en la capital holandesa.

El alcalde de Ámsterdam, Job Cohen, presidiría en el edificio de la Bolsa de Berlage la ceremonia civil de matrimonio de los Príncipes. La boda religiosa se celebraría ese mismo día en la iglesia Nieuwe Kerk, siendo oficiada por el pastor C.A. ter Linden.

En la primavera de 2003 los Príncipes se trasladarían a su actual casa Eikenhorst, situado en la finca De Horsten, en la localidad de Wassenaar.

El 7 de diciembre de 2003 nacería el primer retoño de los Príncipes, la princesa Catharina-Amalia. El 26 de junio de 2005, la princesa Máxima daría a luz a su segunda hija, la princesa Alexia. La familia de los Herederos se completaría con la llegada de la princesa Ariane, el 10 de abril de 2007. Todas ellas nacieron en el Hospital Bronovo de La Haya.

La princesa Máxima se mostró desde su primer contacto con la sociedad neerlandesa involucrada con su nuevo país. Por ello decidió inscribirse en los cursos de cultura y lengua que todos los inmigrantes en Holanda deben seguir para obtener la ciudadanía holandesa, completándolos en 2005. Ha sabido ganarse el cariño y la admiración de los ciudadanos de su país de adopción. Su espontaneidad, su simpatía y su elegancia le han colocado en una posición privilegiada dentro de la realeza europea.

Máxima mantiene una importante agenda de trabajo. Entre las funciones que ostenta está la de ser miembro del Consejo de Estado desde 2004, así como madrina del Fondo Orange, la fundación de la Familia Real que financia proyectos de inclusión social en Holanda. Además la Princesa es también presidenta de la Cátedra Príncipe Claus.

La nueva Reina de Holanda, que habla cuatro idiomas: español, inglés, italiano y neerlandés, se ha fundido a la perfección con la sociedad holandesa y ha sabido devolverle con su dedicación todo el cariño que ésta le ha dado. Desde 2009 es asesora del secretario general de la ONU en materia de finanzas inclusivas, su especialidad y pasión. Su entrega a la promoción de la necesidad de hacer accesibles las herramientas financieras a todos los ciudadanos, especialmente a aquellos que viven en países en vías de desarrollo, ha sido total, como demuestran los innumerables viajes y congresos que ha visitado en los últimos años en su calidad de asesora. Desde junio de 2011 es además presidenta de honor del programa de finanzas inclusivas del G20 y no hay acto al que acuda en el que no acabe contagiando a todos los presentes su alegría.
 
Reproducido de http://www.hola.com