22 de abril de 2013

ENTREVISTA DE BAYLY A ROSA MARÍA PAYÁ


Rosa María no llorará en cámara

MIAMI, Florida, 18 de abril de 2013, www.cubanet.org.- Impactante la entrevista que emitió anoche Mega TV, de Miami, con Rosa María Payá, hija del opositor cubano Oswaldo Payá, quien murió el año pasado en un extraño accidente de tránsito.

Luego de comparecer en Ginebra, reunirse con políticos españoles y, al final, compartir ideas en Miami con miembros del partido que fundó su padre y viejos exiliados, Rosa María apareció sorpresivamente en el programa de Jaime Bayly, en una emisión grabada, cuando ella estaba de regreso a la isla.

El programa de Bayly habitualmente es en directo. Allí estuvo antes Yoani Sáchez y otro bloguero mucho más irreverente, Orlando Luis Pardo Lazo, pero no esperábamos que apareciera en ese programa Rosa María, ya decimos, porque se había marchado de esta ciudad y había twitteado su llegada a La Habana, y, sobre todo, porque la personalidad de esta atractiva joven de 24 años, sosegada, reservada, enérgica, clara, parecía no tener nada que ver con el perfil mayormente frívolo del programa de Bayly.

Sin embargo, el presentador peruano la llevó a su parcela con todo el oficio que éste posee en televisión y también con el debido respeto a una mujer que lucha sin pausa por la democracia de Cuba, y que ha perdido a su padre recientemente en un turbio “accidente” de carretera.

Las comillas del “accidente” no son de quien escribe. Son producto de la interpretación del discurso de Rosa María. Bayly, como es usual, no utilizó el lenguaje indirecto. Fue agresivo hasta que se dio cuenta -¿no lo sabía desde antes?- que el tono y la intención de la joven no ronda sobre el enfrentamiento frontal, sino sobre la presunción de inocencia con que ella ha decidido beneficiar a la dictadura.

Es su línea y también fue la línea de su padre, sobre la base del cristianismo que ya sabemos, a veces, roza el estilo de la sumisión. En todo caso, hay que respetar su estrategia o simplemente la “estética” del Movimiento Cristiano Liberación, que, aclaró Rosa María, ella no dirige.

La concentración de Rosa María para lograr el objetivo final es increíble. Algo poco visto a día de hoy. Su intención de regresar, aun amenazada de muerte, es sumamente admirable.

Su ética –Bayly la puso a prueba cuando le preguntó lo que pensaba acerca de Yoani Sánchez- es de aplaudir, más en estos tiempos en los que aparentemente todo vale.

Rosa María se perfila como una líder política extraordinaria, con posibilidades de manejar el equilibrio en una transición muy necesaria y urgente.

Se va del estereotipo de “lo cubano” y esta idea, esta realidad, como le gusta decir a ella, siembra muchas ilusiones.

Bayly tuvo delante una historia terrible de amor y muerte, un “culebrón” perfecto para Miami pero se vio obligado, sobre la marcha, a transformar su estilo inquisitorio y aparentemente suave, con el que se vale para conseguir respuestas, que generalmente las consigue.

Hubo un momento en que parecía torturar a su entrevistada, en que se empeñaba en arrancar una lágrima. Sin embargo, no lo logró.

Rosa María debe haber llorado mucho en particular –¡y todavía lo que le falta!-, pero no llorará en cámara.

Aceptar esta entrevista en uno de los programas nocturnos más vistos por la comunidad hispana de Miami fue todo un reto, del que salió muy bien parada. Mucho más que eso, nos dejó un mensaje:

Los perfiles bajos pueden mover mundos.
El sentimiento existe.

Vea la entrevista en YouTube:

Nota: La entrevista consta de cuatro partes que se ofrecen por separado y no en secuencia.  Sin embargo, las cuatro partes pueden buscarse y encontrarse en las distintas presentaciones  de vídeos de Bayly en la columna de la derecha de la pantalla.

5 LEGENDARIOS PUENTES DE MADERA


Cinco legendarios
puentes de madera
que aún están en pie


Puente en madera sin clavos ni remaches 
(Puente de la lluvia y el Viento, China)
 

El puente de la Lluvia y el Viento, quizás el más emblemático de la tradición de construcción de puentes en madera del grupo étnico dong, en China, atraviesa el río Linxi y posee unos 64 metros de largo. Construido con piedras y madera incrustadas, el puente posee cinco torres y aleros, y es el epicentro de un paisaje pintoresco: los meandros del río, los árboles de té en las colinas, y los campesinos trabajando en sus campos. Cómo tantos de los pueblos Dong, la técnica constructiva es tan sorprendente que curiosamente se sostienen en pie por siglos sin haber utilizado ni clavos ni remaches.


Puente en madera de un kilómetro de largo,
 (puente U Bein en Myanmar)




Cerca de Amarapura, en Myanmar*, se despliega el puente U Bein, el puente de Teka más extenso del mundo, en pie sobre pilares desde el año 1849. En total, son 1,2 kilómetros atravesando el lago Taungthaman, un paseo utilizado tanto para recreación como para actividades como pesca, movimiento al que se suma cada vez más el turismo.

*Burma, conocida también como Myanmar, es un país soberano del sureste de Asia, que colinda con China, Tailandia, India, Laos y Banglasesh


Puente medieval de madera en Lucerna, Suiza.




En Lucerna, hay dos puentes medievales de madera que cruzan el cauce del Reuss. El puente de la Capilla (Kapellbrücke) es el más largo además de ser el puente de madera más antiguo de Europa, con 200 metros de longitud. Está en pie desde el siglo XIV (aunque una parte fue reconstruida luego de un incendio en 1993). Además, el puente es un paseo artístico ya que en su techo hay numerosas pinturas que cuentan parte de la historia de la ciudad.


Puente en madera casi siempre en reparación 
(Saphan Mon, Tailandia)







Puente en arcos de madera 
(Puente Kintai, en Japón)



Es uno de los puentes más importantes en Japón. Son cinco arcos de madera a orillas del río Nishiki, un tesoro nacional construido en 1673 como acceso al Castillo Iwakuni. Aunque el que vemos hoy es una reconstrucción (la falta de mantenimiento por las guerras y los tifones hicieron estragos). El puente Kintai es una réplica perfecta del original con los parámetros de la construcción en 1673.

Todos son ejemplos de cómo el hombre se las ingeniaba para superar las barreras naturales de los ríos, en tiempos en que las limitaciones constructivas eran acentuadas: son algunos de los ejemplos más vistosos y curiosos de puentes en madera que aún podemos atravesar en distintos puntos del planeta.

Elaborado sobre un pps enviado por Rosa Aurora Porres

ENTRE SALVADORES Y DEMAGOGOS


Entre salvadores y demagogos


Por Ángel Rivero

El populismo ha sido definido como un principio que sostiene que los problemas de las democracias, del tipo que sean, se resuelven con más democracia. La afirmación de este axioma lleva implícita la idea de que en una sociedad democrática lo legítimo es que todo esté regulado por la voluntad del pueblo y que cuando ésta no se atiende, entonces la democracia ha desaparecido. 

Como se decía en el castellano de nuestros mayores, los populistas apelan a la «voz del pueblo, voz de Dios», esto es, a que la voz del pueblo convertida en clamor no puede equivocarse y ha de escucharse.

Pero aunque los populistas pretenden que esta participación del pueblo en el gobierno significa la restauración de la democracia, la historia nos muestra que es todo lo contrario. Cuando se cambian las instituciones por el plebiscito de la calle, la democracia desaparece y es sustituida por demagogos y tiranos.

Para el populista, la voz de pueblo no sólo es sabia sino que es justa. De aquí se sigue que si una sociedad se encuentra atravesada por problemas y por conflictos, hay personas que sufren y lo pasan mal, entonces hay alguien, el enemigo del pueblo, culpable de lo que ocurre, que ha de sacrificarse para que la verdadera democracia, sin conflicto, se restaure. 

Porque para el populista la democracia no es el arreglo institucional que permite que se diriman pacíficamente los conflictos y se discuta la prelatura en la satisfacción de las necesidades sociales ,sino el instrumento de expresión de un sujeto colectivo dotado de atributos divinos: el pueblo.

Desde luego, hay muchos tipos de populismo pero todos ellos participan de esta misma idea. Así, para los populistas nacionalistas, los culpables de las dificultades por las que atraviesa una sociedad son los de otra raza, otra lengua u otra religión. Por su parte, para los populistas comunistas o socialistas, el enemigo del pueblo es el enemigo de clase: el capitalista, el burgués, la oligarquía, etc. 

Para los primeros, dar curso a la voz del pueblo implica en sus formas más dramáticas el genocidio o la limpieza étnica y en las menos, la secesión como instrumento para separarse de los que «no son como nosotros» y que, por tanto, nos amenazan. Para el populismo de izquierdas, la lucha de clases nombra la guerra permanente entre el pueblo, los pobres, y los culpables de su miseria, los ricos, la burguesía. 

Uno y otro populismo son tan viejos como el mundo: la xenofobia es un universal humano tan extendido como la idea de que si hay pobres es culpa de los ricos. De modo que los demagogos de todos los tiempos han movilizado el populismo en su propio provecho, para así convertirse en déspotas. Catilina, ese hombre de «índole malvada y perversa» en el retrato de Salustio, organizó una conjura contra la República romana, siendo cónsul Cicerón, prometiendo una quita general de las deudas privadas y movilizando así al pueblo contra sus acreedores. Cicerón respondió al populismo como político con la firmeza de las instituciones, y como pensador, con el mensaje de que no se pueden quebrar las cuentas públicas para favorecer a los particulares porque eso no es la realización de la justicia sino su destrucción. 

Así pues, el populismo es una enfermedad destructiva que anida en todas las sociedades, que se aplaca cuando ese pueblo del que tanto habla alcanza la civilidad y se gobierna con instituciones estables y eficientes. Cuando falta uno de estos dos ingredientes, la madurez cívica o la estabilidad institucional, entonces el populismo tiene el campo abierto para destruir la democracia. Porque por mucho que los populistas apelen a una democracia real frente a una falsa democracia de los políticos, el populismo es sencillamente la negación de la democracia. 

Esto es así porque ese pueblo al que apelan para acosar a los políticos y a las instituciones de la democracia no existe, es un sujeto abstracto, una marioneta, cuya voz es apropiada por el demagogo. El populista no necesita ser responsable de sus actos políticos y la transfiere a su criatura: «No puedo eludir el clamor de la calle». 

La política no ha muerto

Pero para que haya democracia de verdad, hacen falta instituciones que organicen la representación de la voluntad del pueblo, que no es una sino plural, y para ello son necesarias instituciones que velen, entre otras cosas, por los derechos de los individuos, para que puedan expresarla públicamente.

 De modo que los populistas, cuando acusan a la democracia de haber secuestrado la voluntad del pueblo con sus instituciones y sus derechos, y cuando prometen acabar con la ley de hierro de la oligarquía haciendo que la voz del pueblo se convierta en acción política, necesariamente necesitan de la comunión de un sujeto mesiánico con esa presunta voluntad popular, creada y manipulada por él, y entonces la democracia se acaba.

Porque la esencia del populismo es, precisamente, la anti política, esto es la idea de que la política, con sus instituciones, sus partidos, sus eternos rifirrafes, no sólo es prescindible sino que es el principal obstáculo para el desarrollo de la democracia.

 Pero no es así. Es justamente todo lo contrario, porque cuando se acaba con esta democracia lo que sobreviene no es una democracia mejor, sino el totalitarismo que, en nombre del pueblo, dice: «Alemania es Hitler y Hitler es Alemania», o las democracias populares comunistas, con sus dirigentes sagrados, déspotas sanguinarios, que momificados y enterrados en pirámides siguen dando voz a sus pueblos.

*** Ángel Rivero es profesor de Ciencia Política de la UAM (Universidad Autónoma de Madrid).
Reproducido de La Razón, Madrid

FRASE DE SABIDURÍA


Reflexiona sobre tus bendiciones presentes, de las que todo hombre posee muchas; no sobre tus pasadas penas, de las que todos tienen algunas.
- Charles Dickens, escritor inglés (1812–1870)