18 de marzo de 2013

CON LOS ALEJADOS



 ¿Con los alejados?

Por Paolo Mastrolilli

Droga, violencia, enfermedad, pobreza. Cualquiera de los problemas que nos pasen por la cabeza lo podríamos encontrar entre los callejones de las “villas miserias”, las “favelas” de Buenos Aires. «En cambio, nuestro sentimiento –jura el padre Toto– es la alegría, porque el padre Jorge se ha convertido en Papa y ahora los humildes tienen un amigo en Roma».

La leyenda de Francisco hay que venir a buscarla aquí, en el garage tapizado de murales que alberga la parroquia de Nuestra Señora de Caacupé, la Iglesia dedicada a la Virgen de los inmigrantes paraguayos. En Charrúa también está la de Copacabana, venerada por los “bolitas” (los inmigrantes bolivianos), o la argentina de Luján. «La última vez que Bergoglio estuvo aquí –cuenta el padre Toto– fue el 8 de diciembre del año pasado. Nunca faltaba a la fiesta de la Virgen. Era uno de casa, celebraba misa, daba los sacramentos, bendecía hasta las fotos, y después comía con nosotros el locro». A Jéssica Araujo se le humedecen los ojos cuando recuerda el pasado 10 de noviembre: «la Primera comunión de mi hijo Maxi. Las cosas que pasan... quedé embarazada a los 15 años y me cambió la vida; tuve que dejar los estudios. Llegó este señor vestido normal, debió haber llegado en autobús, porque nunca vi coches lujosos afuera. Y luego se vistió de sacerdote. Entonces lo reconocí: Padre Jorge, que había venido a darnos la Primera comunión».

Como ella hay decenas de personas en la pequeña oficina de la parroquia con techo de lámina: una enseña la foto del entonces cardenal con su marido en la escuela nocturna; otra la confirmación de una joven muchacha ciega. «Uno de nosotros», insiste el padre Toto: «Un religioso de corazón, sin oropeles.

Imagínese, ayer le habló al arzobispo para felicitarlo por el cumpleaños de una empleada. La pobrecita se conmovió y se puso a balbucir: “¡ya no sé ni cómo llamarlo! ¿Es él, padre Jorge, no?”. Cuando ibas a su oficina, veías algunos paquetes de spaghetti cerca del escritorio, porque comía ahí y normalmente se cocinaba solo. La última vez que lo busqué, antes del Cónclave, me servía su firma urgentemente para un documento: “de acuerdo, me dijo, pero tienes diez minutos de tiempo para explicarme todo, porque estoy por partir hacia Roma”».

Este es el espacio de la misión de Francisco, entre estas calles en las que la policía tiene miedo de pasar la noche. «Nació en el barrio popular de Flores –cuenta el fraile franciscano Carlos Trovarelli– y nunca ha dejado de ser un hombre del pueblo». 

Aquí también nacieron sus problemas, con todo y las acusaciones por no haber obstaculizado lo suficiente a la dictadura militar. Dos sacerdotes jesuitas, Orlando Yorio y Franz Jalcis, justamente trabajando en las villas, atrajeron la atención del gobierno que los mandó secuestrar. Según los que critican a Bergoglio, como Horacio Verbitsky, el no siempre los defendió, tal vez por divergencias políticas bastante comunes durante la época del tercermundismo y de la teología de la liberación; según los que lo defienden, como el Nobel por la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, trabajó en silencio para liberarlos, e incluso llegó a pedir al cura de Rafael Videla que se fingiera enfermo para sustituirlo durante la misa y así poder entrar a la casa del dictador para tratar de convencerlo. 

«En esa época –dice el padre Facundo Beretta Lauria, orgullosamente calabrés– yo era un chico. Lo que vi con mis ojos fue cómo reaccionó cuando los narcos amenazaron de muerte a mi colega el padre Pepe, porque quería alejar de nuestras calles el “paco”, la droga que se hace con los residuos de la cocaína y que se la dan a los muchachos. Alzó la voz y después dijo “llámenme en cualquier momento, para lo que sirva, porque de esta historia me ocupo yo personalmente”».

Francisco cambió la historia entre estos callejones: «Hace tiempo –dice el padre Facundo, que lleva sandalias, pantalones de mezclilla y una camisa de sacerdote desabotonada hasta el cuello– había malos entendidos: la política se mezclaba un poco por todas partes. Ahora, cuando viene a vernos, Bergoglio insiste siempre en la misma cosa: “No se cansen nunca de ser misericordiosos”. Y tiene razón, porque cuando unes la fe a la solidaridad, incluso en las villas miseria, comienza la fiesta». 

Toto, Pepe, Facundo hacen de todo: misas, bautismos, matrimonios nocturnos, educación nocturna, excursiones, partidos de fútbol, asistencia médica, peticiones para acceder a la electricidad, comedores... Todo en nombre de la misericordia, que no necesita etiquetas políticas para hacer milagros. 

«Cuando Bergoglio se convirtió en arzobispo –explica Facundo–, en Buenos Aires había en total 6 curas villeros, es decir sacerdotes que vienen a vivir a los barrios de mala fama. Ahora son 24, porque él nos apoya con hechos, y viene a trabajar en medio de la calle con nosotros. Celebra misas para prostitutas en la Plaza Constitution, visita a los enfermos de Sida, y también tiene relaciones con las familias de los desaparecidos, esperando que la verdad nos haga libres. Pero, como dijo Francisco, no somos una Ong, y todo esto hay que hacerlo en nombre de los principios de la fe».

Cuentan que una vez Bergolgio fue a estos barrios y le preguntó a los fieles: «¿La Iglesia solo es un lugar abierto para los “buenos”?». La respuesta, como ovación: «¡Nooooooooo!». «¿También hay sitio para los “malos”?». Respuesta: «¡Síííííííííííí!». «¿Echamos a alguien de aquí porque es malo? No, al contrario, lo acogemos con más afecto. ¿Por qué? Nos lo enseñó Jesús». «Es por eso –dice el padre Toto– que nosotros los humildes estamos alegres. La Iglesia necesita redescubrir este espíritu».

Foto: http://www.revistacriterio.com.ar/

Remitido por Sonia Agüero

EL MITO DE LA SANIDAD CUBANA


Hspital de Placetas, Provincia de Villa Clara

El mito de la sanidad cubana

El mito de la sanidad cubana se desmorona a la misma velocidad que sus desvencijados hospitales, frustrados profesionales y el régimen comunista en general, sobre todo desde que le faltan los subsidios de la antigua URSS. La revolución castrista de 1959 implantó unos servicios sanitarios en teoría gratuitos y universales pero, como en el bloque soviético, muy básicos y plagados de carencias. El gran éxito del Sistema Nacional de Salud cubano, coinciden los expertos, es que «la propaganda oficial los ha convertido en los mejores del mundo», mientras sus médicos y enfermeros son los peor pagados. El problema no es tanto si su nombre es Hugo Chávez, Fidel Castro o cualquier otro miembro del partido único o del Gobierno, que acuden a centros especiales. El problema de verdad lo tienen los trabajadores que malviven con quince dólares mensuales o los presos.

«La sanidad en Cuba es pésima para el ciudadano de a pie por la falta de recursos. Existe un apartheid que favorece a la élite gobernante y a los extranjeros que pagan en dólares, mientras se les niega atención médica a los presos y algunos disidentes por motivos políticos», explica María Werlau, directora de Archivo Cuba, una organización sin ánimo de lucro con sede en EE.UU., que investiga este falso mito de potencia médica que proporciona a la dictadura ingentes réditos políticos y económicos.

Misiones en Venezuela

Darsi Ferret, un médico cubano refugiado político en Estados Unidos desde 2012, asegura que el sistema de atención primaria está «prácticamente desarticulado, las consultas están vacías, sus profesionales han sido enviados a las lucrativas misiones internacionales», sobre todo a Venezuela. Este exprisionero de conciencia de 43 años fue expulsado en 2006 del policlínico Luyanó, en el municipio habanero de 10 de Octubre, por su labor opositora. Como médico de urgencias sabe lo que es trabajar en instalaciones semiabandonadas, con falta de higiene, dificultades para encargar un electrocardiograma, sin medicinas básicas como un antipirético o de material como una bolsa para la orina.

A este deprimente cuadro se unen profesionales desmotivados que perciben entre 16 y 23 dólares mensuales, dependiendo de si es un especialista; frustrados por no poder atender a sus pacientes como es debido por la falta de recursos e iniciativa. Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, relata cómo muchos de estos médicos —no todos, precisa— aceptan regalos «bajo cuerda» a cambio de una mejor atención. «Están necesitados, el salario no les alcanza para vivir», justifica. Técnica en microbiología, trabajó hasta 2009 en el hospital América Arias de El Vedado, hoy «semicerrado». Soler sostiene que «la sanidad no es gratuita: eso es un mito; a veces los profesionales sugieren que pidas las medicinas a familiares en el exilio» si no las encuentran en las desabastecidas farmacias.

Cuba produce medicinas y material, pero no para sus ciudadanos

Cuba produce medicinas y material sanitario, pero no para sus ciudadanos. Archivo Cuba ha recabado testimonios de médicos cubanos que desertaron en las misiones enVenezuela, que explican cómo en ese país se tiran a la basura medicinas y material para pacientes inexistentes pero pagados por el Gobierno de Caracas al de La Habana.

No todos los cubanos tienen que ir al hospital con sus propias sábanas, toallas, alimentos, agua, productos de aseo personal y limpieza, bombilla o colchón. Los extranjeros y los altos cargos del régimen reciben otro trato en hospitales o clínicas como Cimeq, Cira García, Ciren, la 43 y Kohly, o en plantas especiales del Hermanos Ameijeiras y Frank País. El país que tuvo a un nominado al Nobel de Medicina antes de la llegada de los Castro, ahora manipula las estadísticas para camuflar la involución en la salud de los cubanos.

El hospital de Castro y Chávez

C. M.
El Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas (Cimeq) es el hospital de referencia en Cuba, dependiente del Ministerio del Interior y solo accesible a la elite del régimen y a los extranjeros. Hugo Chávez estuvo ingresado en el área especial que utiliza Fidel Castro desde que enfermó en 2006. Próximo a la casa del dictador, el centro se fundó este siglo. En su página web afirma que posee «las más avanzadas técnicas diagnosticas y terapéuticas» 

ABC, Madrid

SEVICIOS CATÓLICOS NECESITAN LIBERTAD DE CONCIENCIA EN EEUU


Servicios católicos necesitan

libertad de conciencia en EEUU


 ROMA, 17 Mar. 13 / 05:02 pm (ACI).- El Arzobispo de Boston, Cardenal Séan O´Malley, hizo un llamado a los miembros del Congreso de Estados Unidos para que apoyen la protección a la libertad religiosa, y pidió aprobar la ley de los derechos de libertad de conciencia en cuidado de la Salud 2013.

En una reciente carta, el Cardenal O´Malley señaló que si se produce “una falla en la protección al derecho de conciencia, podría debilitar el acceso de los estadounidenses a una atención médica de calidad".

El Purpurado escribió que "los agentes que ofrecen o adquieren un seguro de salud, no deberían enfrentar la inaceptable opción que los lleva a decidir entre preservar su integridad moral y religiosa, o participar en el sistema de salud".

El Cardenal O´Malley, quien también preside el Comité próvida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), explicó que la garantía de la libertad religiosa en el cuidado de la salud "tiene importancia especial para la Iglesia Católica que a diario contribuye al bienestar de la sociedad estadounidense, a través de una red de escuelas, servicios sociales, hospitales y centros de vida asistida".

Además, al ser aprobada la norma protegería a los trabajadores de salud que por convicciones religiosas no obedecerían el mandato del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que obliga a las empresas a otorgar a sus empleados planes de salud que incluyan esterilizaciones, anticonceptivos y fármacos abortivos.

El Cardenal O'Malley indicó que la objeción de conciencia no es un asunto partidista, y que las "instituciones, que han sido parte del ministerio de la Iglesia desde los primeros días de la república, surgieron de la convicción religiosa", y por lo tanto no son entidades seculares.

“Las protecciones legales que nos permiten cumplir con nuestra obligación de servir a los demás, sin comprometer nuestras convicciones morales o religiosas, son esenciales para la continua vitalidad de estos ministerios", dijo el Arzobispo.

"La solución de este problema beneficiaría nuestro trabajo en conjunto con nuestro país para servir a los más necesitados", concluyó. 
Remitido por Ramón H. Ramos

FRASE DE SABIDURÍA

«Cuando un pueblo se olvida de cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, es un pueblo triste. Cuando en una familia se olvidan de acariciar al anciano, ya anida la tristeza en su corazón».
- Papa Francisco

17 de marzo de 2013

LOS DIEZ PENSAMIENTOS DEL PAPA FRANCISCO


Los diez pensamientos
del papa Francisco

Aborto y defensa de la vida
«Es preciso poner la cara para defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural». «Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo».

«Sin estas tres actitudes, ternura, esperanza, paciencia, no se puede respetar la vida y el crecimiento del niño por nacer. La ternura nos compromete, la esperanza nos lanza hacia el futuro, la paciencia acompaña nuestra espera en el cansino pasar de los días. (...) Cuando estas actitudes no están, entonces el niño pasa a ser un ‘objeto’ alejado de su padre y de su madre y muchas veces ‘algo’ que molesta, alguien intruso en la vida de los adultos, de quienes pretenden vivir tranquilos, replegados sobre sí mismos en un egoísmo paralizante».

La familia y el papel de los ancianos
«Cuando un pueblo se olvida de cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, es un pueblo triste. Cuando en una familia se olvidan de acariciar al anciano, ya anida la tristeza en su corazón».

«Lo que sembrás vos con tu ejemplo es lo que vas a cosechar de tus hijos. Cuidá a los viejos, cuidá la vida de los viejos porque eso es ser familia. Y no entrés en la moda de que a los viejos se los guarda y se los desprecia. Cuidá a los chicos. Enseñáles a crecer bien para que sean retoños llenos de vida, que den flor y fruto en la vida».

Bodas homosexuales
«Está en juego la identidad y la suprevivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándoles de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones».

(Carta durante la presentación en Argentina del proyecto de matrimonio homosexual, convertido en ley en julio de 2010): «Aquí está la envidia del demonio, que pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la Tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo, sino de una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios».

Papel de los padres
«Es necesario que salgan ustedes para dialogar, para abrirse a sus hijos, para jugar con ellos, para que los chicos no se sientan abandonados por sus padres. Eso cansa, es verdad, pero es la cruz que ustedes como padres católicos deben cargar; es, sin embargo, una cruz fecunda».

Derecho a la educación
«El hijo del gaucho, el migrante del interior que llegaba a la ciudad, y hasta el extranjero que desembarcaba en esta tierra (argentina) encontraron en la educación básica los elementos que les permitieron trascender la particularidad de su origen para buscar un lugar en la construcción común de un proyecto. También hoy, desde la pluralidad enriquecedora de propuestas educadoras, debemos volver a apostar: a la educación, todo».

Papel de los laicos en la Iglesia
«Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos -no todos pero muchos- nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser clericalizado. El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, lo cual lo habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma sociedad, para crear y sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un púlpito sino desde su vida cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le dio Dios para eso».

Trabajo y justicia social
«La dignidad la tenemos por el trabajo, porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente alta. Pero cuando el trabajo no es lo primero sino que lo primero es la ganancia, la acumulación de dinero, ahí empieza una catarata descendente de degradación moral. Y termina esta catarata en la explotación de quien trabaja. Esta frase no es mía, la dijo ayer el Papa (por Benedicto XVI) en una audiencia (...) Justicia por estos hombres y mujeres sometidos a la trata de personas en cualquiera de los rubros: talleres clandestinos, prostitución, chicos sometidos en trabajos de granjas y los cartoneros que no han podido todavía unificarse, como algunos de ustedes lo han podido hacer gracias a Dios».

Afán de dinero
«El poder y el dinero son como la ginebra en ayunas: marean. La altura marea. Por eso cuanto más grande seas, cuanto más poder, más dinero, más prestigio tengas, más humilde tenés que ser. Los que se creen dueños de la vida no pueden convivir en la sociedad. El único dueño de la vida es Dios».

El pecado de la vanidad
«Como ejemplo de lo que es realmente la vanidad con frecuencia digo: mirad a un pavo real, si lo miras de frente es muy bonito. Pero si da algún paso y lo ves por detrás, te das cuenta de la realidad. Quien cede a esa vanidad en el fondo esconde una miseria muy grande».

Apostolado cristiano
«Buscamos el contacto con las familias que no acuden a las parroquias. En lugar de ser sólo una Iglesia que recibe, tratamos de ser una Iglesia que sale a la calle y va hacia los hombres y mujeres que no vienen, que no la conocen, que se han ido y que son indiferentes. Para ello organizamos misiones en las plazas donde se reúne mucha gente, rezamos, celebramos la misa, proponemos el bautismo que administramos después de una pequeña preparación. Es el estilo de las parroquias y de la misma diócesis».
ABC, Madrid