10 de marzo de 2013

EL CÓNCLAVE Y EL MUNDO



El Cónclave y el Mundo


La Iglesia católica es una institución con dos mil años de historia. Comparado con ella, un país como Estados Unidos, por poner un ejemplo, acabaría de entrar en la adolescencia. Además, la Iglesia es responsable de algunos de los avances más decisivos de la historia de la humanidad. Apenas nada en Europa es inteligible sin ella: desde nuestras instituciones más básicas –universidad, hospital, parlamento– hasta el mismo calendario, diseñado por astrónomos pontificios. Quizá por ello resulten poco acertados los intentos de explicar lo que sucederá el martes, cuando se cierren las puertas de la Capilla Sixtina, en términos de pugna entre «conservadores» y «progresistas». Lo cierto es que esta dicotomía, aún útil en lo político, es completamente ajena a un cónclave. En este sentido se han pronunciado a menudo, no sólo los dos últimos papas, sino numerosos cardenales durante las congregaciones generales celebradas la pasada semana.

Este cónclave es, desde determinados puntos de vista, único. En primer lugar, porque será el que cuente con mayor número de electores de la historia, 115, venidos de las cuatro esquinas del mundo en representación de prácticamente todas las naciones y culturas del planeta; signo de la universalidad de una Iglesia que nunca ha tenido tantos miembros como ahora.

En segundo lugar, este cónclave es especial porque la atmósfera emocional en la que tendrá lugar no estará marcada por el luto por el último Pontífice. Así ha sido casi siempre y así fue en 2005, cuando Roma recibió a 74 jefes de Estado durante el funeral de Juan Pablo II (más de los que acudieron al de Winston Chur-chill, John F. Kennedy y Charles de Gaulle juntos). En aquel cónclave fue elegido Joseph Ratzinger, y qué injustos y miopes parecen –después de su humilde y ejemplar despedida– los numerosos comentarios que intentaron pintarle como «el Rottweiler de Dios».

También son ahora numerosas las voces que hablan de la «gran crisis» que atraviesa la Iglesia, asediada por un mundo que, se dice, cada vez la entiende menos y debilitada internamente por la disensión y los escándalos. Pero cabe en verdad preguntarse: ¿cuándo no ha habido crisis en la Iglesia? ¿Es más dramático el ambiente en el que se desarrollará el cónclave del próximo martes que, pongamos por caso, el de hace doscientos años, cuando Pío VII estaba preso por Napoleón? ¿O cuando su predecesor, Pío VI, lo estaba a manos del Directorio? ¿O como cuando Decio y Diocleciano reprimían a sangre y fuego a cualquier cristiano que se se preciara de serlo en público? ¿Entendía el mundo mejor a la Iglesia entonces?

Un prestigioso columnista preguntaba hace poco a sus lectores en «The Wall Street Journal»: «¿Cuándo fue la última vez que alguien leyó una noticia sobre un sacerdote católico que no estuviera en relación con los abusos sexuales?». Esta pregunta retórica pone de manifiesto la gran disparidad existente entre el trabajo realizado por millones de sacerdotes, religiosos y laicos en el mundo –llevando una palabra de consuelo, cuando no un pedazo de pan, a millones de personas de todo el mundo–, y la ínfima y muchas veces sesgada fracción de esa crucial labor que alcanza dimensión mediática. Quizá sea este trabajo callado, precisamente en nuestra España de hoy, el que ha permitido que nuestro tejido social no se haya rasgado, a pesar de estar siendo sometido a tensiones que hace tan sólo una década parecían insostenibles.

Los cardenales encargados de elegir al sucesor de Benedicto XVI no son «espíritus débiles», por utilizar la sagaz expresión usada, en otro contexto, por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, la semana pasada. Saben que esta incomprensión, más o menos acentuada, no ha faltado nunca y es, en realidad, análoga a la soportada por toda institución investida de autoridad. No deja de ser un gesto cargado de sabiduría que se encierren con llave –no otra cosa significa cónclave– para, dejando fuera el ruido del mundo, tomar la mejor decisión posible desde la serenidad. A la serenidad también invita cierta frase pronunciada por el fundador de la Iglesia cuando todos sus miembros cabían, literalmente, en una habitación y la inmensidad de la cúpula de San Pedro era un sueño inconcebible: «No temáis. Yo he vencido al mundo».

Editorial del diario La Razón, Madrid
10 de marzo de 2013

CÓNCLAVES A PAN Y AGUA


Cónclaves a pan y agua

fermín labarga / pamplona
 ABC, Madrid

Cuando comience el cónclave, los cardenales electores quedarán encerrados bajo llave (cum clavis) hasta que la fumata blanca  anuncie al mundo que ya hay Papa. No siempre ha sido así. La primera noticia que se tiene de una elección pontificia realizada con los cardenales encerrados bajo llave se remonta al año 1272.

Tras la muerte de Clemente IV y después de casi tres años de largas discusiones sin acuerdo, los cardenales se vieron urgidos a acelerar la elección por los mismos ciudadanos de Viterbo, donde estaban reunidos. Con este fin, les recluyeron bajo llave y les racionaron la comida, proporcionándoles luego solo pan y agua. Para apremiarlos aún más, levantaron el techo del palacio episcopal con el fin de exponerlos también a las inclemencias meteorológicas.

Aun así fue imposible el acuerdo, por lo que los quince cardenales electores delegaron en seis, quienes finalmente eligieron a Teobaldo Visconti y que tras su consagración tomó el nombre de Gregorio X (1272-1276).

Aleccionado por su propia experiencia, decidió regular la forma de elección pontificia, para lo que aprovechó la convocatoria del II concilio de Lyon en 1274. Por la constitución Ubi periculum maius se establecía oficialmente que el cónclave comenzaría diez días después de la muerte del Papa, se celebraría en estricta clausura en el mismo lugar donde éste hubiera fallecido, prácticamente les quedaría impedido a los cardenales contar con personal a su servicio (salvo en caso de enfermedad) y se les retirarían progresivamente los alimentos hasta alcanzar la elección: a partir del tercer día, una sola comida y, desde el octavo, a pan y agua.

Fuera de la Capilla Sixtina

Con mínimas variaciones se han ido sucediendo los cónclaves a lo largo de los últimos nueve siglos. La mayor parte tuvieron lugar en Roma, aunque algunos se convocaron en otros lugares, especialmente durante la edad media, destacando la ciudad francesa de Aviñón.

Con todo, en la historia más reciente solo puede mencionarse el cónclave que eligió a Pío VII (1800) que se celebró en Venecia pues Roma estaba ocupada por las tropas napoleónicas.

En Roma, tampoco todos los cónclaves se han llevado a cabo en el Vaticano, aunque la Capilla Sixtina esté indisolublemente unida a las elecciones papales. La última efectuada fuera de dicho recinto fue la de Gregorio XVI (1831-1846), realizada en el palacio del Quirinal.

Por lo que se refiere a la duración del cónclave, en la edad media los hay que se prolongaron durante meses e incluso años. No solo el que forzó la regulación en tiempos de Gregorio X, sino otros como el que llevó a la cátedra de Pedro al monje Celestino V en 1294, que duró dos años y tres meses. Por el contrario, los últimos cónclaves han resultado en general bastante breves, requiriendo de pocas votaciones.

FRASE DE SABIDURÍA


 Fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.
- Winston Churchill, estadista inglés

9 de marzo de 2013

NOTICIAS URGENTES PARA ENTERRAR A HUGO CHÁVEZ

Obituario

Noticias urgentes
para enterrar a Hugo Chávez

Por Carlos Alberto Montaner

Se veía venir desde hace semanas, Lo anunciaron el 5 de marzo de 2013, pero la muerte cerebral debe haber ocurrido antes. Llegó la hora del recuento.

Cuando era un adolescente, Hugo Chávez Frías soñaba con encarnar al "látigo Chávez", un extraordinario lanzador de béisbol venezolano que murió muy joven en un accidente d aviación en la década de los sesenta. No pudo. Tal vez fue una pena. Hugo jugaba con mucho entusiasmo, pero tenía un talento limitado, así que debió conformarse con resucitar el espíritu del Libertador Simón Bolívar.

En todo caso, se trataba de una personalidad mesiánica. Alguien convencido de que había sido elegido por los dioses para ocupar un lugar superior dentro de la especie. ¿Por qué? No se sabe. Misterios de la autoestima. No había nada en la inteligencia de Hugo Chávez que indicara vestigios de genialidad.

Hugo provenía de un hogar de clase media situado en provincia. Su padre, Hugo de los Reyes, exgobernador de Barinas a remolque de la popularidad de su hijo, era un maestro vinculado al partido socialcristiano COPEI. Su madre, Elena Frías, también era maestra. Su hermano mayor, Adán, mentor de Hugo, estudió física hasta obtener un doctorado y se quedó merodeando el mundo académico atrapado en las ideas comunistas. Cuando Hugo se convirtió en presidente, lo nombró embajador en Cuba y Ministro de Educación. Ahora es el gobernador de Barinas. Parece que el nepotismo no es una falta en Venezuela.

Hugo dio tumbos por diversas vocaciones hasta que carenó en el ejército y se hizo paracaidista. Era, al fin y al cabo, una carrera intelectualmente sencilla, socialmente segura y con una predecible escala salarial. En los setenta y ochenta, cuando se convierte en oficial, en América Latina mandaban muchos espadones y algunos militaban en la izquierda nacionalista-populista-antinorteamericana y prosoviética. El más popular era Omar Torrijos. El más sombrío, el peruano Juan Velasco Alvarado, asesorado por Norberto Ceresole, un argentino fascista y antisemita proveniente del peronismo de izquierda.

En la distancia, la Cuba de Fidel ya no mandaba guerrillas a destruir la frágil democracia venezolana -todas habían sido derrotadas-, pero continuaba siendo una inspiración política para muchos latinoamericanos. La influencia militar latinoamericana, el remoto efluvio cubano, las chácharas marxistas de su hermano Adán y el propio lenguaje político  -el relato, como dicen hoy día- entonces vigente en la sociedad venezolana, contribuyeron a fecundarle la promiscua musa ideológica al joven Hugo.

Por aquellos años, los de la nacionalización del petróleo durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, se suponía que le correspondía al Estado dirigir la economía, controlar los precios y corregir la injusta distribución de la riqueza. (Todos los disparates que Hugo Chávez cometió durante sus 14 años de gobierno fueron ensayados en las cuatro décadas que duró la democracia).

Con ese bagaje, Chávez y otros oficiales comenzaron a reunirse para intercambiar ideas y planear la toma violenta del gobierno. Esas maniobras no pasaron inadvertidas para la jefatura militar, pero los políticos prefirieron ignorarlas. Finalmente, en 1992 Chávez y una grupo de oficiales tratan de dar un golpe militar. El rol de Chávez era tomar la casa de gobierno y matar al presidente Carlos Andrés Pérez. Fracasa y se entrega, pero instantáneamente se convierte en una cerebridad.

Eran tan débiles los reflejos democráticos de los venezolanos que, a las 48 horas de la sangrienta intentona, las encuestas demostraron que el 65% de la sociedad respaldaba la aventura golpista.

Una combinación letal entre la corrupción, la incompetencia y las demoledoras críticas de los medios de comunicación, habían deslegitimado casi totalmente el modelo democrático. Una parte sustancial del país apostaba por la solución revolucionaria. Esperaba que unos tipos bien intencionados limpiaran el establo, como dicen popularmente los venezolanos, "a cañonazos". Chávez encarnó esa violenta fantasía regeneracionista.

A los dos años, Chávez y los suyos fueron admistiados. En esa época reaparece el argentino Ceresole -que en el camino había mezclado su fascismo original con las estupideces autoritarias del Libro Verde de Gadafi- y se convierte en su ángel guardián. A mediados de los noventa Chávez va a Cuba y cae bajo el influjo de Fidel Castro. Es amor a primera vista. Fidel lo adopta y lo adapta. Extirpa de su cabeza las ideas de Ceresole y las sustituye con el catecismo marxista y el know-how aprendido de los soviéticos.

A fines del 98 Chávez gana unas elecciones y en febrero de 1999 comienza su lento y zigzagueante trayecto hacia "el mar de la felicidad". Redacta una nueva constitución, le cambia el nombre al país y modifica el escudo. Es un refundador inquieto e incorregible. En su momento, intervendrá el poder judicial, encarcelará adversarios políticos, confiscará medios de comunicación y controlará una buena parte de ellos. En suma, recortará las libertades y aumentará inmensamente los límites de su autoridad personal en medio de un incesante torrente de palabras.

En abril e 2002 una asonada militar lo saca del poder, pero sólo por 48 horas. Regresa a Miraflores muy temeroso y cada vez más entregado a "los cubanos". Sólo confía en los Castro y en el aparato de espionaje de La Habana.

El Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami ha calculado el costo anual de esos servicios que Cuba le prestaba a Chávez: diez mil millones de dólares, incluidos 115,000 barriles diarios de petróleo que llegan a la isla para consumo y reventa. Otro cálculo, el del Dr. Carmelo Mesa Lago, padre de la cubanología, lo eleva a trece mil millones de dólares anuales: más del doble del subsidio soviético en la era de mayor esplendor.

Mientras tanto, el chavismo consolida su populariad por medio del más intenso asistencialismo-clientista. Treinta misiones instruyen, curan, operan cataratas, subsidian alimentos, prometen viviendas y regalan electrodomésticos. Santa Claus vive en Miraflores. Detrás de esas medidas ultrapopulistas subyace la idea de que Chávez gobierna para los pobres. Su gran votación está en los sectores D y F de la sociedad. Lo sostienen "los de abajo". Son estómagos agradecidos.

Chávez, además, cantaba, jugaba al béisbol, hacía chistes, insultaba a sus adversarios y vivía en la primera página de los diarios y en el prime time de la televisión. Pertenecía a la estirpe de los políticos pintorescos latinoamericanos. Era todo un espectáculo.

Pero había otra cara. La administración pública venezolana es una alcantarilla. Según Transparency, es el país más corrupto de América Latina y los padres y los cinco hermanos de Hugo son frecuentemente acusados de participar en ella. Es el país que tiene la más alta inflación (29%). Han cerrado 107,000 empresas (un 15% del total). Ha emigrado medio millón de venezolanos, casi todos educados y muchos de ellos con sus capitales. El gasto público es insostenible. La ayuda exterior una desproporcionada locura. Caracas de haitianiza y en todo el país surge ese perfil de escombros y detritus de perros típico del socialismo. Últimamente devaluaron la moneda un 32%. Tendrán que volver a hacerlo dentro de poco.

Chávez ha muerto a los 58 años de un cáncer mal curado en La Habana. Deja cuatro hijos tristes y a un tercio del país acongojado. Pero hay otro legado: durante un par de generaciones el chavismo, escindido en diversas vertientes, continuará gravitando sobre la vida pública nacional. Algo así como sucede con el peronismo en Argentina, pero peor aún.

A la nación potencialmente más rica de América Latina le esperan épocas muy malas de inestabilidad y violencia.

Remitido por Francisco Merino

HORARIO DE VERANO



 ESTA NOCHE 
TOCA  ADELANTAR LOS RELOJES 
UNA HORA

Mañana domingo 10 de Marzo de 2013 a las 02:00 de la madrugada pasarán a ser las 03:00 horas, y tenemos que adelantar una hora todos los relojes en algunos estados de EEUU.

En realidad el Domingo será un día 23 horas. Esta hora que nos “quitan” se notará sobre todo el Lunes por la mañana, ya que tendremos que madrugar más.

De este modo comienza el horario de verano. El cambio de hora en Estados Unidos se realiza dos veces al año: en Marzo y en Noviembre. Tiene como finalidad el ahorro energético, mejorando el aprovechamiento de la luz solar.

En Estados Unidos el cambio de horario se aplica progresivamente por todo el territorio: primero en la zona horaria del Atlántico, una hora más tarde en la zona Oriental, después en la zona Central, zona Montañosa, zona del Pacífico, y por último en la zona de Alaska. Hawaii y Arizona no tienen horario de verano.