50 años sin el Beny
Por Pepe Forte*
Es La
Habana de los bruñidos colepatos de
Detroit rodando por el Malecón y la Quinta Avenida, La Habana de las grandes
salas de cine y, en los barrios, las bodegas y bares y cafetines -que lo mismo
que por separado a veces podían ser dos de esas cosas o las tres a la vez-, con
las victrolas peseteras que no paraban de tocar música desde temprano en las
mañanas hasta bien tarde en la noche, y cuyas canciones sólo eran acalladas por
el resoplido de la cafetera expreso que anunciaba la colada de turno.
Era La Habana de los magníficos
clubes y cabarets. Éranse los años 50 y había una vez en La Habana el Alí Bar,
que su dueño Alipio García abrió en la barriotera Calle Dolores, lejos del
fulgurante y neonesco Vedado. Y allí,
en las noches, se escuchaba la misma voz que resonaba grabada en las
tragamonedas de aquel o este antro como dirían los mexicanos, pero que en ese
escenario se presentaba en vivo, en su propio traje de carne hueso -acaso más
de huesos que de carne.
Esa voz, bajo un sombrero
tejano, con un bastón-batuta en la mano -¿era eso?-, calzada con zapatos de dos
tonos, y enfundada en un pantalón bataólico
que tenía tanta tela que de él, ya para los años 60, habrían podido sacarse
tres para cada uno de Los Beatles.
Beny Moré…
“El Beny”, como todo el mundo le llama en la vida y en la muerte, como si todo
el mundo le conociese y se tomase un café cada mediodía con todo el mundo.
Claro ¿cómo no? Cubanazo, carijo… o sea, curda, mujeriego, jodedor y cualquier
otra cosa que junto con ser buena gente represente un modo de disipación y de
tirar, como aquel que dice, la vida a relajo.
Primera memoria
El Beny, ajustándome ahora al concepto americano de lifetime no entra muy por la puerta
ancha que digamos en el marco de mi existencia. El Beny es más de las
generación de mis padres… a pesar de que lo recuerdo más o menos back then.
Cuando eres el nieto mimado de
tu abuela, estás en primer grado cuya sesión vespertina comienza a la una de la
tarde después del almuerzo y la convences para que no te lleve a la escuela
porque simplemente no quieres ir, entonces te quedas en casa y en el noticiario
de televisión de esa hora ves el corto fílmico en blanco y negro a través de la
pantalla ovalada de un televisor DuMont, el entierro de un artista llamado Beny
Moré, que se murió “de tomar mucho” -¿y eso, qué cosa es?
Pero… ¿agua?-, y tu abuela está
seria como una misa porque sabe -eso lo comprendes más tarde en la vida cuando
se te muere George Harrison- que se ha ido uno de los íconos de -eso mismo- su lifetime. Debe
haber sido el 21 de febrero, eso sí, del año 63 -el mismo en que nació Fito
Páez- y creo que para entonces todavía yo no había abandonado el chupete.
Esa es mi primera memoria de Benny Moré, paradójicamente su última. Hace dos
días, el 19 de febrero, se cumplieron 50 años de la muerte de Beny Moré.
Con el récord humano único de haber supervivido -como Hemingway- a dos
accidentes aéreos, el Beny sin embargo cayó a tierra por su hígado que ya no
toleraba una línea más de aguardiente. Desde finales de 1962 la salud del
cantante había ido empeorando y por eso declinó una gira por Europa. El 31 de
diciembre de ese año y el 1ro. de enero de 1963 el Benny actuó junto a su
orquesta en Fomento, en Las Villas. Su última actuación fue en Palmira en la
misma provincia el 16 de febrero… y su primer vómito de sangre al día siguiente
en Colón, y de ahí se fue a a La Habana a acabar de morirse antes de lo que
había pensado.
El 18, muy mal cuidado -por
años- amanece peor y tiene que ser llevado como se dice en Cuba, a la carrera,
al Hospital de Emergencias. Estando en la Sala H en la cama 22 entró en coma y
así el martes 19 a las 9:15 de la mañana murió Beny Moré de cirrosis hepática.
A las 12:15 pm del mismo día fue trasladado al por entonces llamado SINTAE, en
Prado y Ánimas. El 20 de febrero a las 4 de la tarde, fue sepultado en su natal
Santa Isabel de las Lajas, querida.
Guateque guajiro y percusión
africana
Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez nació el 24 de agosto de 1919 a las 7 de
la mañana en el barrio de Pueblo Nuevo en la ciudad donde fue enterrado 43 años
más tarde, en la jurisdicción de Cienfuegos. Era uno de 18 hermanos. Sus padres
fueron Virginia Moré y Silvestre Gutiérrez, y por sus venas corría la sangre
esclava de Tá Ramón Gundo Paredes.
Beny cursó hasta el cuarto grado en la escuela pública local José de la Luz y
Caballero. Y al igual que todo cantante o instrumentista, desde muy temprano
dio muestras de inclinación a la música. Pero había que trabajar y contribuir
al sostén de la familia.
En Beny Moré funden precozmente el guateque cubano y la percusión africana. Y
ese cóctel es difícil de reprimir. El Beny empezó a tocar guitarra…
En 1936, de polizón en un tren, se va a La Habana donde vende vegetales mustios
y yerbas medicinales. Sí, el yerberito…
Vuelve a Lajas con las manos lo mismo de vacías, pero en 1940 regresa a la
capital y desde entonces puede comenzar a trazarse las raíces del éxito
ulterior de Beny Moré. No mas legumbres voceadas, sino intentar vivir de lo que
sabe que puede lograr: cantar en bares y cantinas. Y pasar el sombrero.
Por suerte, la CMQ crea el concurso La Suprema Corte del Arte que animaba
Germán Pinelli. [¿O José Antonio Alonso?] El Beny se presenta y, claro que tenía que
ganar… pero en la segunda vuelta.
Un accidente prodigioso
Poseedor de una magnífica voz de tenor, llena, y capaz de grandes y afinados
agudos, el Beny no tenía instrucción musical de academia ninguna. No importaba.
Luego, cuando tuvo su propia orquesta, de una manera elemental instruía a sus
músicos para que tocaran lo qué y cómo él lo quería, y los resultados eran tan
magistrales como los que pudo haber obtenido un arreglista o un compositor que
hubiese pulido sus talentos en un conservatorio.
Mas el arranque en serio del Beny está en un accidente: En 1942, Ciro
Rodríguez, uno de los integrantes del Trío Matamoros escuchó cantar al Beny y
quedó impresionado con su voz. Tres años después, en 1945 Miguel Matamoros,
regresa de México afónico, y necesitaba urgentemente un reemplazo para la
inminente actuación del trío en el terruño, mientras se recuperaba. El
recomendado es Beny Moré. Con su amplio catálogo de cualidades interpretativas,
que iban desde el bolero hasta la guaracha, el Beny era capaz de hacer son y…
¡bingo!
Incluso la carrera discográfica del Beny comienza con Los Matamoros. Sus
primeros registros sonoros en discos de 78rpm se pueden hallar en grabaciones
para el trío. Y de aquí le sale su primer viaje a México, país crucial en el
florecimiento de la carrera profesional del Beny. Con Los Matamoros en íntegro
se presentó en varias plaza públicas mexicanas, pero lo que más y mejor lo
expone allí -obvio- son sus presentaciones a través de la antológica emisora
XEW, “la catedral de la Radio Mexicana”.
Es en México además donde nace el nombre de Benny Moré. Rafael Cueto, un
Matamoros, le aconseja al Beny que no se haga llamar en tierras aztecas Bartolo
como siempre le conocieron porque, “aquí Bartolo son los tacos. Así que búscate
otro nombre”. Al’right then: Beny, Beny Moré.
Bonito y sabroso
Y allí también conoce a Pérez Pardo, con cuya orquesta graba para RCA “Bonito y
Sabroso”, “Pachito el che”, y “La Múcura”, hasta un total de alrededor de una
veintena de piezas. Igualmente, la voz del Beny le da vida a la orquesta de
Mariano Mercerón, con la que graba la célebre pieza de Los Panchos “Me Voy pa’l
Pueblo”.
El Beny sería voz también para
casi una partida innumerable de orquestas y conjuntos como los de Lalo Montané,
Arturo Núñez, Rafael de la Paz, Jesús "Chucho" Rodríguez, Ernesto
Duarte, y Bebo Valdés. Precisamente con la orquesta de éste último se presenta
en el show de RHC Radio Cadena Azul de Amado Trinidad, y es allí que el
presentador Ibrahím Urbino lo bautiza como El Bárbaro del Ritmo -bárbaro, en
‘cubano’, no significa salvaje, sino tremendo, espectacular.
Para 1952 el Beny todavía no es profeta en su tierra. Es una estrella en
México, Venezuela, Panamá, Colombia, Brasil y Puerto Rico, pero virtualmente
desconocido en Cuba. Se presenta pues en Radio Progreso con la Orquesta de
Ernesto Duarte, y más tarde graba con la Aragón. Está bueno ya: Beny Moré
necesitaba su propia orquesta…
Así nació su Banda Gigante.
Ocurrió en el programa del Jabón Candado en la CMQ en 1953.
Con 16 músicos -grande para la época-, la orquesta de Beny Moré era comparable
a la de Xavier Cugat o la de Pérez Prado… pero más vigorosa. Inmediatamente,
por su sonido y por su bien empastada cuerda de vientos, se hizo inmensamente
popular. “Beny Moré, qué banda tiene usted”.
Una banda para los cielos
La Banda Gigante de Beny Moré estaba integrada por Cabrerita al piano; los
saxos de Miguel Franca, Santiaguito Peñalver, Roberto Barreto, Celso Gómez y
Virgilio; las trompetas de Chocolate, Rabanito y Corbacho; el trombón de José
Miguel; el contrabajo de Alberto Limonta, y la percusión de Rolando Laserie,
Clemente Piquero "Chicho”, y Tabaquito. El acompañamiento vocal era de
Fernando Dos-Gardenias-Para-Ti Álvarez, y Enrique Benítez.
Cuando el Beny estaba de gira por Cuba, a menudo contrataba músicos locales si
la banda en pleno no se podía desplazar a provincia.
La popularidad del Beny Moré y su Banda Gigante creció mucho y más rápidamente
en apenas tres o cuatros años, mucho más de lo que lo hizo reptando cuesta
arriba desde principios de los 40. Hasta tocó en la ceremonia de los Oscar en
los Estados Unidos en esa época. Sin embargo, si hay una ausencia notable de la
voz del Beny es en la Sonora Matancera.
En 1956 puso su residencia en San Miguel del Padrón y empezó a presentarse con
su show en el Ali Bar. El Beny recorrió Cuba entera, y en La Habana se presentó
en night clubs y cabarets como Tropicana, Sierra, La Campana, Night & Day y
en los hermosos jardines de las cervecerías La Tropical y Polar.
Una característica interesante de la cancionística
de Beny Moré es que como nadie, le cantó a ciudades pueblos y barriadas de
Cuba. Casi se puede hacer un recorrido por la Carretera Central de Este a Oeste
comenzado por Guantánamo y terminando en Marianao, de puntos de la geografía
nacional, como Santiago de Cuba, Palma Soriano, Manzanillo, Vertientes,
Camagüey, Florida, Morón, Cienfuegos, y su natal Santa Isabel de las Lajas.
Un enigma político
Teniendo en cuenta la triste historia de Cuba de los últimos 50 años, es
imposible dejar de hacer por lo menos una especulación política sobre la vida
de Beny Moré. Desde temprano en los años 60, tras apoderarse Fidel Castro del
Poder en 1959, grandes artistas cubanos como Ernesto Lecuona, Celia Cruz, Olga
Guillot, Fernando Albuerne y Ñico Membiela, optaron por el exilio. El Beny se
quedó…
¿Por voluntad expresa o fue que no tuvo más remedio? ¿Simpatizaba Benny Moré
con la Revolución Cubana? Murió demasiado temprano para saberlo.
Pero midiendo la ausencia de comentarios entusiastas suyos sobre el proceso,
hay quienes creen que no lo veía con buenos ojos, y algunos que le conocieron
de cerca certifican esa dirección. Incluso se dice que su negativa a la gira
por Francia so pretexto de su enfermedad casi en la etapa final, no se debió a
ello sino a que él sabía que las autoridades castristas le impedirían hacer ese
viaje porque desconfiaban de su fidelidad al sistema y temían que se quedara
allá.
Y hay un indicador que nos hace recelar: aunque ahora se le elogia y ensalza
allá -acaso para tapar la prominencia de Celia Cruz-, durante los años 60 y 70
-y esto sí lo recordamos nítidamente- la exposición del Beny en los medios no
fue tan marcada ni briosa como mereciera. Es cierto que después de 1959, con la
casi aniquilación de la industria discográfica y su mercado, resulta fácil
decir que la presencia del Beny fue nula en este aspecto precisamente por las
limitaciones… como lo fue para todos los demás artistas, porque grabar y
distribuir discos era casi una quimera. Pero...
Alrededor de 1980, después de
mucho tiempo, se editó un LP del Beny con alrededor de una decena de sus
mejores canciones.
Vindicación de Oscar D'León
En realidad quien reflota y borda con hilo dorado al Beny en Cuba es Oscar
D’León durante su presentación al Festival Internacional de Varadero en octubre
de 1983. La pasión y la emoción con que D’León se refirió al Beny desde su
llegada a La isla -visita en la que en honor a la pura verdad no le escuchamos
ni una sola declaración elogiosa al sistema ni a su “máxima figura”-, no sólo
fueron sinceras sino legítimas, y todo cubano, fuera o dentro del país debe
agradecerle eso.
La veneración nuestra al Beny Moré, lamentablemente puede manifestarse -y así
lo ha hecho- sólo dentro de un marco estrecho, el de sus compatriotas en Cuba o
lejos de ésta.
Como el Beny no se fue -o no
pudo irse- del país porque la muerte se lo impidió, las alas de vuelo internacional
que en Celia Cruz crecieron, él no las pudo desarrollar. De haberse establecido
fuera, se habría elevado tan alto como la Guarachera de Cuba, y quien sabe si
así como ella lo fue de la Salsa, el habría sido el Rey de ese ritmo o del
bolero.
A 50 años de la muerte de Beny Moré, por lo menos a escala de tiempo su voz, su
orquesta, sus notas y sus canciones, desbordan el de aquella Gran Habana de las
rutilantes marquesinas de los cines y teatros y de los lumínicos animados de
neón de sus clubes y cabarets, y nos llegan hasta hoy. Ha pasado el tiempo,
medio siglo. Pero a quien el alma le vibró al escuchar alguna de sus melodías
en un disco de 78rpm, puede experimentar el mismo estremecimiento cuando le oye
afinadísimo decir Vidaaaaaa… en un formato MP3 en su iPod en pleno 2013, a
cinco décadas de su desaparición física.
Contigo, Beny, hoy como ayer...
*Artista gráfico y periodista especializado en
temas de música y automovilismo. Editor del Canal de Autos de
iFriedEgg.com y
conductor del programa
El Atico de Pepe,
que se transmite por Univisión Radio.