4 de febrero de 2013

LA CELEBRACIÓN CAMAGÜEYANA EN LA ERMITA


  
La celebración camagüeyana 
 en la Ermita

Ana Dolores García

La celebración de los camagüeyanos en Miami, el pasado sábado, fue bien emotiva. La Ermita de la Caridad a tope participando todos con mucho fervor en la Eucaristía presidida por Mons. José Grau. Antes de empezar la Misa, era tal el barullo del entusiasmo que ni siquiera podía escucharse la voz de la monitora, la señora Noelia Ferrer, pidiendo silencio para dar comienzo a la Eucaristía. Tuvo que ir en su auxilio la potente voz de Andrés Trujillo, que sí logró hacer cesar el parloteo…. No podíamos dejar de mostrar nuestra idiosincracia cubana, pero la Misa, repito, fue muy emotiva, participada devotamente por todos los presentes.

Mons. Grau comenzó su homilía con un breve recuento de la historia diocesana y de los cuatro obispos que sucesivamente fueron sus pastores hasta el actual arzobispo Mons. Juan García Rodríguez. Nuestra presencia, lo decía luego en sus palabras, demostraba ese amor que siempre los camagüeyanos hemos demostrado a nuestra Patrona y a nuestra Iglesia local, pero que también significaba algo mas: nuestra solidaridad con los hermanos en Cuba que no cesan de profundizar en la fe, para lo cual reparan templos y levantan -con igual tesón que sacrificio- casas de misión en barrios periféricos y rurales.

Concelebró la Misa, para sorpresa de la gran mayoría de los presentes, un joven sacerdote camagüeyano, el P. Jorge Rojas SJ, que acaba de ser destinado al colegio de Belén en Miami, y quien, para reafirmar su condición agramontina, fue ordenado sacerdote en la Iglesia de la Soledad, de la que es párroco Mons. Grau.  La música y cantos fueron animados por Andrés Trujillo.

Proclamaron las Lecturas Ramón Ramos y Toñin Señas. El Salmo Responsorial lo dirigió el yerno de Carmen Bango.  Nuestro diácono Pablito Fernández leyó el Evangelio y Noelia Ferrer dirigió las plegarias de la  Oración de los Fieles.

Se encargaron de portar las ofrendas hasta el altar Rafael Ángel Quevedo y su esposa Sonia y, antes de concluir la Misa, Lorenzo Ferrer anunció la presentación  a la Candelaria de tres símbolos de estos 100 años: Fe, la Esperanza y la Caridad: presididos por el escudo de nuestra ciudad de Camagüey; representando la FE entró con un gran rosario confeccionado por Julito Rodríguez en Camaguey con barro del terruño , portado por Margarita Collante, hermana de nuestro Arzobispo Mons. Juan García Rodríguez. Seguidamente qué mejor símbolo de la CARIDAD en Camagüey que el edificio de San Juan de Dios pintado en un gran óleo por Rosa de Varona y presentado por Vicente Tomé y sus esposa.   Finalmente Lorenzo Ferrer compartió que la Esperanza no iba a ser traida como un símbolo, sino una realidad:  "somos todos nosotros presente aquí hoy en los que el Señor ha puesto su esperanza para llevarlo a todos los hombres, donde quiera que se encuentren".

El compartir en hermandad y la animación continuaron posteriormente en el Salón P.Félix Varela, contiguo a la Ermita, donde a más de un espléndido piscolabis de bocadillos cubanos, -desde croqueticas y papas rellenas a los infaltables pastelitos de guayaba- (gracias a la gentileza de Pancho Peláez y Rafael A. Quevedo), disfrutamos nuevamente de las amenas ocurrencias de Mons. Grau y de la proyección de parte de dos videos enviados por Osvaldo Gallardo desde Camagüey: la Misa 100 Aniversario al aire libre en la Plaza de la Caridad, y La Gala en el Teatro Principal de la ciudad, donde participaron solistas y grupos musicales y la Escuela de Ballet Vicentina de la Torre con la representación del Padre Nuestro y del Via Crucis.
Copia del video fue distribuída entre las familias presentes. LLegó el momento de la despedida.  Cada uno llevábamos a casa la emoción del momento vivido y el mensaje de Fe, Esperanza y Caridad que durante 100 años la diócesis de Camagüey ha sembrado en el corazón de todos nosotros.
Mi agradecimiento a Ramón H. Ramos y a Lorenzo Ferrer por su colaboración para esta reseña.

MUY ESPONTÁNEA

MUY ESPONTÁNEA

Por Alfonso Ussía

Lo mejor de las manifestaciones que convocan y organizan las gentes de Rubalcaba y Lara es la espontaneidad. Eso, el impulso individual que coincide con otros impulsos individuales, y que da como resultado una concentración en la calle Génova contra el Partido Popular. 

Lo curioso del caso es que muchos impulsos individuales coincidieron en las pancartillas que portaban, que eran idénticas. El mismo tamaño, el mismo mensaje, la misma impresión, el mismo tipo de letras y similar palo de madera. 

Pura coincidencia en la espontaneidad. Y como no podía ser de otra manera, banderas tricolores de la efímera Segunda República, señeras estrelladas de Cataluña, y alguna gallega con la estrella roja de cinco puntas. Todo ello, producto de la casualidad, consecuencia del legítimo derecho a manifestarse contra el PP, porque contra el PSOE o Izquierda Unida ese derecho no existe por considerarse una provocación fascista.
Ya lo he contado. Magna manifestación estudiantil en tiempos de Franco ante la Embajada del Reino Unido. El motivo, la ocupación inglesa de Gibraltar. Gritos patrióticos. El fuego interior que se contagia y de los gritos patrióticos pasan los manifestantes a liarse a pedradas contra las ventanas de la Embajada. Y el señor Embajador de Su Majestad la Reina Isabel II, alarmado por la creciente iracundia popular, llama al ministro de la Gobernación. –Señor ministro, están apedreando la Embajada-; -¿Quiere el señor Embajador que le mande más policías-; - No es necesario. Bastaría con que me enviara menos manifestantes-. Otro ejemplo de espontaneidad reivindicativa.
Benito Mussolini, el héroe de Berlusconi, visita Florencia. Advierte un detalle preocupante durante su encendido discurso de afirmación del Fascio. En una esquina hay manifestantes vestidos de paisano, de calle, a su manera. Se interesa por ese rincón que rompe la estética de las camisas negras, que ahora sólo usan los del cine español y los colaboradores de Prisa para sus anuncios de promoción. Su yerno, el conde Ciano –al que fusilaría posteriormente–, le aclara la situación. «Para que la prensa extranjera repare en la presencia del pueblo». Un nuevo ejemplo de espontaneidad manifestante.
Mucha gente, escorada a la derecha y a la izquierda, se pregunta por qué la espontaneidad de la indignación sólo surge cuando el Partido Popular es el que gobierna con el apoyo de los votos, que no de los gritos. Y la respuesta es muy sencilla. Porque los de la derecha son malísimos y los de la izquierda buenísimos, como se ha demostrado palpablemente en los últimos ocho años. 

He llegado a esa conclusión por falta de respuestas convincentes a la pregunta en cuestión. Los buenísimos son tan encantadores que no pueden aceptar ser gobernados por los malos, aunque los malos consigan algunos millones más de votos. Y entonces organizan las indignadas algaradas. 

Se trata de llevar a la práctica un sistema político llamado «Democracia Discrecional». Se admite el valor de los votos cuando las izquierdas triunfan y se anula ese mismo valor cuando son las malvadas derechas las que ganan las elecciones. Un sistema, por lo tanto, justo y equilibrado, cuyo máximo representante e ideólogo es el señor Rubalcaba, siempre apoyado por la empresa Prisa, salvada de la quiebra por el PP y de la que es presidente un falangista rebotado que gana al año 12 millones de euros, y pone en la calle a centenares de sus trabajadores cuando no les rebaja el sueldo «porque ya no podemos vivir tan bien como antes».
Todo, muy espontáneo.

Reproducido de La Razón, Madrid

QUÉ EN CUBA NO HAY DROGA?




¿Qué en Cuba no hay droga?

 Yoani Sánchez

Tenía yo una queratitis [inflamación de la córnea] bastante agresiva en el ojo izquierdo. Era el resultado de la poca higiene del albergue y de las sucesivas conjuntivitis mal cuidadas. Me recetaron un complejo tratamiento, pero después de un mes de colirios seguía sin notar ninguna mejoría. Me ardían los ojos al mirar las paredes pintadas de blanco y las zonas donde se proyectara la luz del sol. Los renglones de las libretas se mostraban borrosos y observar mis propias uñas era un imposible.

Yanet, la muchacha que dormía en la litera de enfrente, me contó lo que ocurría. «Te roban la homatropina para tomársela, cogen tremendo vuele y después te rellenan el frasco con otra cosa», me dijo en un susurro frente a las duchas. Así que me puse a vigilar cada noche mi taquilla y comprobé que era verdad. La medicina que debía curarme la consumían algunas de mis colegas de albergue mezclada con un poco de agua … no en balde mi córnea no sanaba.

Elefantes azules, caminos de plastilina, brazos que se alargaban hasta el horizonte. Escapar, volar, saltar por la ventana sin hacerse daño… hacia el mismísimo abismo, eran las sensaciones que perseguían muchas de aquellas adolescentes alejadas de sus padres y que vivían bajo los pocos valores éticos que nos transmitían los profesores.

Algunas noches, los varones hacían en el área deportiva un infusión de la flor conocida como “campana”, la droga del pobre le decían. 

Al final de mi décimo grado, comenzaron a entrar también a aquel preuniversitario en el campo los polvos para inhalar y la “hierba” en paquetes pequeños. Los traían principalmente los estudiantes que vivían en el paupérrimo barrio de El Romerillo. Risitas en las aulas las mañanas después de la ingesta, miradas extraviadas que traspasaban el pizarrón y la libido exacerbada con todos aquellos “alicientes para vivir”. Con dosis regulares ya no se siente ni el ardor del hambre en el estómago, me confirmaban algunas amigas ya “enganchadas”. Por suerte, nunca me he dejado tentar.

Al salir de la beca, supe que afuera de los muros de aquel lugar se repetía la misma situación, pero a mayor escala. En mi barriada de San Leopoldo, aprendí a reconocer los párpados semiabiertos de los “colocados”, la flaqueza y la piel mortecina del consumidor empedernido y la agresiva actitud de algunos que después de darse “un toque” se creían los reyes del mundo.

Cuando llegaron los años dos mil aumentaron las ofertas en el mercado de la evasión: melca, marihuana, coca —esta última actualmente a unos 50 pesos convertibles el gramo— pastillas EPO; Parkisinol rosado y verde, piedra, Popper y todo tipo de psicotrópicos. 

Los compradores son de muy variados estratos sociales, pero en su mayoría buscan escapar, pasar un buen rato, salirse de la rutina, dejar atrás la asfixia cotidiana. Inhalan, beben, fuman y después se les ve bailar toda la noche en una discoteca. 

Pasada la euforia se quedan dormidos frente a esa misma pantalla de televisión donde Raúl Castro asegura que “en Cuba no hay droga”.

Reproducido de ultimostiempos.com

FRASE DE SABIDURÍA

El sabio convive con la gente sin criticar, el necio critica sin convivir.
- Anónimo

3 de febrero de 2013

MI TÍO POROTO


Mi tío Poroto

(mensaje de su sobrino)


Mi tío Poroto se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, mi tía Porota, a instancias de su hija, mi prima Tota, le dijo:

-Poroto, vas a cumplir 80 años, es hora de que te hagas una revisión médica.
-¿Y para qué?, si me siento muy bien.
-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes joven-, contestó mi tía.

Por eso mi tío Poroto fue a consultar al médico. El médico, con buen criterio, le mandó a hacer exámenes y análisis de todo tipo y que el medicare pagase. A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó:
            
Atorvastatina Grageas para el colesterol.
Losartán para el corazón y la hipertensión.
Metformina para prevenir la diabetes.
Polivitamínico, para aumentar las defensas.
Norvastatina para la presión,
Desloratadina para la alergia.            

Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó también Omeprazol y Diurético para los edemas.

Mi tío Poroto fue a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación por varias cajitas primorosas de colores variados.

Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón iban durante o al terminar las comidas,  volvió al médico. Este  lo notó un poco tenso, por lo que le agregó Alprazolal y Sucedal para dormir.  

Mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor. Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla. A la semana, el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que él usaba  le regaló un termómetro, un frasco estéril para análisis de orina y un bolígrafo con el logo de la farmacia.

Tan mala suerte tuvo mi tío Poroto, que a los pocos días se  resfrió y mi tía Porota lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además del té con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era  nada, pero le recetó Tapsín día y noche y Sanigrip con efedrina. Como le dio taquicardia le agregó atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 por 10 días. Le salieron hongos y herpes y le indicacon Fluconol con Zovirax.

Para colmo, mi tío Poroto se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas  terribles.  No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón de cosas espantosas. Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.

-Tranquilo, Don Poroto, no se excite -le dijo el médico mientras le hacía una nueva receta con Rivotril con un antidepresivo Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le dieron diclofenaco.

En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación, iba a la farmacia donde ya lo habían nombrado cliente VIP. Esto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos. Llegó un momento en que al pobre de mi tío Poroto las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.

Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió. Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.

Aún hoy, mi tía Porota afirma que menos mal que lo mandó al médico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.

Este mensaje está dedicado a todas mis amistades, ya sean médicos o pacientes…  Ah, si no hubiera tomado nada y hubiese seguido con su régimen sanito con pollo sin piel, pavo, lentejas, porotos, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, poca sal y nada de azúcar (stevia o sucralosa, no aspartame), y con una copita de vino tinto cabernet sauvignon  o rioja y caminando 6 mil pasos diarios estaría vivito y  coleando.
(Fdo.) Totico,  sobrino de Poroto.
            
NOTA: Circula por emails de modo anónimo. Enviado por un médico amigo, Fifo Bejarano,  con el único propósito de que nos riamos un rato.

OTRA ADVERTENCIA: Cualquier semejanza con algún caso conocido, es pura coincidencia...