3 de febrero de 2013

MI TÍO POROTO


Mi tío Poroto

(mensaje de su sobrino)


Mi tío Poroto se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, mi tía Porota, a instancias de su hija, mi prima Tota, le dijo:

-Poroto, vas a cumplir 80 años, es hora de que te hagas una revisión médica.
-¿Y para qué?, si me siento muy bien.
-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes joven-, contestó mi tía.

Por eso mi tío Poroto fue a consultar al médico. El médico, con buen criterio, le mandó a hacer exámenes y análisis de todo tipo y que el medicare pagase. A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó:
            
Atorvastatina Grageas para el colesterol.
Losartán para el corazón y la hipertensión.
Metformina para prevenir la diabetes.
Polivitamínico, para aumentar las defensas.
Norvastatina para la presión,
Desloratadina para la alergia.            

Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó también Omeprazol y Diurético para los edemas.

Mi tío Poroto fue a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación por varias cajitas primorosas de colores variados.

Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón iban durante o al terminar las comidas,  volvió al médico. Este  lo notó un poco tenso, por lo que le agregó Alprazolal y Sucedal para dormir.  

Mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor. Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla. A la semana, el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que él usaba  le regaló un termómetro, un frasco estéril para análisis de orina y un bolígrafo con el logo de la farmacia.

Tan mala suerte tuvo mi tío Poroto, que a los pocos días se  resfrió y mi tía Porota lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además del té con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era  nada, pero le recetó Tapsín día y noche y Sanigrip con efedrina. Como le dio taquicardia le agregó atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 por 10 días. Le salieron hongos y herpes y le indicacon Fluconol con Zovirax.

Para colmo, mi tío Poroto se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas  terribles.  No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón de cosas espantosas. Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.

-Tranquilo, Don Poroto, no se excite -le dijo el médico mientras le hacía una nueva receta con Rivotril con un antidepresivo Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le dieron diclofenaco.

En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación, iba a la farmacia donde ya lo habían nombrado cliente VIP. Esto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos. Llegó un momento en que al pobre de mi tío Poroto las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.

Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió. Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.

Aún hoy, mi tía Porota afirma que menos mal que lo mandó al médico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.

Este mensaje está dedicado a todas mis amistades, ya sean médicos o pacientes…  Ah, si no hubiera tomado nada y hubiese seguido con su régimen sanito con pollo sin piel, pavo, lentejas, porotos, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, poca sal y nada de azúcar (stevia o sucralosa, no aspartame), y con una copita de vino tinto cabernet sauvignon  o rioja y caminando 6 mil pasos diarios estaría vivito y  coleando.
(Fdo.) Totico,  sobrino de Poroto.
            
NOTA: Circula por emails de modo anónimo. Enviado por un médico amigo, Fifo Bejarano,  con el único propósito de que nos riamos un rato.

OTRA ADVERTENCIA: Cualquier semejanza con algún caso conocido, es pura coincidencia...

REFLEXIÓN



Y añadió:
-- Os aseguro que ningún profeta 
es bien mirado en su tierra.
Lucas, 4 21-30

Tú eres profeta, Señor,
Que nos llamas a la vida 
y nos llenas de luz
Que nos inundas de alegría 
y nos llevas a la verdad
Que nos alimentas 
y nos fortaleces con la Eucaristía
Que nos invitas a ser fuertes y firmes en la fe
Que nos animas en tiempos de dificultades
Que nos descubres el rostro de Dios.

Javier Leoz, betania.es

FRASE DE SABIDURÍA

El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla.
-  Robert Browning, (1812-1889) Poeta inglés

2 de febrero de 2013

INVITACIÓN


Mons. José Grau Adán, actual párroco de la iglesia de Ntra. Sra. de la Soledad y ViceRector del PreSeminario San Agustín, en Camagüey, se encuentra temporalmente en Miami y presidirá este sábado 2 de febrero la celebración de la festividad de la Patrona de nuestra diócesis, Ntra. Sra. de la Candelaria, y el Centenario de la creación de la diócesis de Camagüey, hoy arquidiócesis.

Mons. Grau será el celebrante principal de la Eucaristía en la Ermita de la Caridad a las 3.00 PM y después pasaremos al salón Padre Félix Varela, contiguo a la ermita, para disfrutar de un ameno rato de confraternidad.

Participemos todos para celebrar nuestra fe orando juntos por Cuba y nuestra Iglesia, conmemorar la fundación de nuestra diócesis, honrar a nuestra Patrona y, al mismo tiempo, recrear entre amigos las inolvidables vivencias del legendario terruño, que nos hemos traído en la memoria.

LAS ROSQUILLAS DE SAN BLAS


Las rosquillas de san Blas

Blas de Sebaste, venerado como san Blas, fue un médico, obispo de Sebaste en Armenia (actual Turquía).  Vivió como ermitaño en una cueva en el monte Argeus y murió mártir durante las persecuciones a los cristianos realizadas por el emperador romano Licinio en los comienzos del siglo IV. Es el patrono de Paraguay, de Dubrovnik (Croacia) y de muchas ciudades de España e Hispanoamérica. 

Se le considera también patrono de los enfermos de garganta debido a los milagros que se le atribuyen en ese sentido. Según una leyenda, san Blas salvó a un niño de morir ahogado por una espina de pescado. 
      
Por este motivo, el 3 de febrero es tradicional bendecir unos cordones de colores conocidos como "cordones de San Blas" y colocárselos en el cuello. Igualmente es tradicional en las iglesias el bendecir las gargantas mientras se hace una invocación al santo. Y no podían faltar los dulces típicos, como recipientes  de la protección de las gargantas que se atribuye al Santo, y que incluye también la bendición de los alimentos que se ingieren. Entre esos dulces típicos las que acaparan el favor popular son las rosquillas, bendecidas en muchas iglesias al término de la celebración litúrgica de ese día.  

Así ocurre en una iglesia de Jaén, Andalucía, La Magdalena, en la que se llegan a vender entre 5,000 y 6,000 bolsas al precio de un euro, que se destina a obras sociales o de  caridad. 

En el refranero español hay múltiples frases y sentencias populares que hacen referencia a san Blas:

Por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres: año de nieves.

Por san Blas: hora y media mas. (Tiempo mas que dura la luz solar al haber transcurrido ya mes y medio desde el comienzo del invierno). 

O este otro que aparte de piadoso, no deja de ser práctico:
San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito.

Dos recetas de rosquillas
(Eva Arguiñano)

Rosquillas de san Blas
Estas rosquillas cubiertas con glaseado comenzaron a popularizarse a finales del siglo XIX. Probablemente es uno de los productos más consumidos en las romerías de san Blas. Eva Arguiñano nos sugiere esta receta en la que opta por hacerlas en el horno para obtener unas rosquillas con poca grasa.

Ingredientes (25-30 rosquillas):
  • 500 gr. de harina
  • 7 huevos
  • 2 cucharadas de azúcar
  • 125 ml. de aceite virgen extra
  • 2 cucharadas soperas de anís
  • - Para el baño:
  • 4 claras de huevo
  • 400 gr. azúcar glas
  • un chorrito de anís
Elaboración de la receta de rosquillas de San Blas

Pon los huevos, el azúcar, el anís y el aceite en un recipiente amplio. Incorpora la harina (poco a poco) y amasa con las manos hasta que quede una masa homogénea.

Coge porciones del tamaño de una ciruela y, sobre la mesa ligeramente untada de aceite, haz unas tiras. Para formar las rosquillas, únelas por los extremos. Colócalas sobre papel de horno e introdúcelas en el horno (previamente calentado) a 165º C durante 20 minutos. Déjalas enfriar.

Bate las claras con una batidora de varillas eléctrica e incorpora el azúcar, sin dejar de batir. Agrega el anís y sigue batiendo hasta conseguir un merengue espeso.

Báñalas por un lado y deja que se sequen. Colócalas en una fuente y si quieres, puedes adornar las rosquillas de San Blas con un ramillete de grosellas y unas hojas de menta.

Consejo:  Las claras de huevo se montan mejor a temperatura ambiente y añadiéndoles unas gotas de zumo de limón o una pizca de sal gruesa. El recipiente y el batidor deben estar bien limpios y secos.

Vídeo: 


Rosquillas de anís
Ingredientes (4 personas):
  • 1/2 copita de anís
  • 1/2 vaso de aceite
  • 3 cucharadas de azúcar
  • 10 cucharadas de harina
  • 3 huevos
  • unos anises verdes
  • Para la glasa:
  • 100 gramos de azúcar glas
  • un chorrito de agua
Elaboración de las rosquillas de anís

Mezcla el aceite, el anís, los huevos y el azúcar. Ve añadiendo la harina y mezclando con una varilla hasta que la masa se suelte de las paredes del recipiente (puede admitirte más o menos cantidad de harina).

Después, amasa con las manos. Trabaja esta mezcla en una superficie enharinada y deja reposar unos 30 minutos. A continuación, estira un cilindro delgado y da forma a las rosquillas.

Colócalas sobre una placa de horno forrada con un papel antiadherente (o bien untada con aceite y harina). Hornea a 200 grados durante 8-10 minutos. Deja enfriar y báñalas con una glasa que habrás preparado mezclando el azúcar glas con un poco de agua.

Adorna las rosquillas con los anises y sirve.

Consejo: Las rosquillas te servirán como postre, para desayunar o merendar. Según el momento del día, la puedes acompañar con moscatel, anís, café o chocolate.

Cómo conservar las rosquillas: Las rosquillas se mantienen más tiempo frescas si una vez frías las colocas en una caja de cartón y luego las cierras con papel plástico.