26 de diciembre de 2012

SECRETOS DE LA NAVIDAD (6)


 SECRETOS DE LA NAVIDAD

El secreto de la noche de Navidad: la paz


San Agustín  definió la paz como la "tranquilidad del orden". La paz es un resultado. Algo que encontramos al final del esfuerzo. Quien renuncia a la prisa, confía en la Providencia, se ejercita en la espiritualidad, vive el silencio, madura su esperanza, forja su humildad y pobreza, su docilidad y su fe, seguramente hallará paz.

Parecen demasiados pasos. En realidad, el camino no es tan largo. Porque todos estos esfuerzos son vasos comunicantes. Quien trabaja en un aspecto, termina por crecer también en los demás. No hay hombre que ore sin ejercitar su fe, su abandono en Dios, su pobreza y humildad. Por eso, más que ver una lista de tareas, tomemos al menos un secreto de la Navidad y empecemos a vivirlo con empeño e interés. Cualquiera de ellos tiene toda la virtualidad para cambiarnos la vida y mejorarla notablemente.

Y no olvidemos que el verdadero centro de la Navidad es Jesús mismo. Él es el Príncipe de la Paz, como lo llama la Iglesia. En Él y sólo en Él encontraremos la paz. En Él posemos nuestra mirada, confiada y segura. Quizá el "mundo feliz" que algunos han profetizado no es tan utópico como pareciera. Porque en realidad no se necesita quién sabe qué nivel de desarrollo científico y técnico para clonar a la gente y diseñar una perfecta ingeniería social. Si queremos una sociedad postmoderna "feliz" -hasta donde es posible en esta vida-, sólo hay que redescubrir algunos secretos esenciales, poner a Cristo al centro de cada familia y dejarlo reinar.



CONTRADICCIONES DE LA VIDA



CONTRADICCIONES DE LA VIDA

Elsa M. Rodríguez


-Las fiestas de Navidades, Año Nuevo y Reyes son para mí las más bonitas del año, ¿no te parece, mi amor?- El estaba sentado en el salón mirando la televisión ya que en esos momentos estaban mostrando un despliegue de casas y calles adornadas con luces, muñecos, arbolitos, nacimientos y todo tipo de artilugio propio de las fechas en las que se encontraban. Era víspera de Nochebuena y como siempre toda la familia se reuniría para celebrar esa noche que siempre ha sido el símbolo de la unión familiar.


Su mujer desde la cocina, donde preparaba los frijoles negros, que era la parte de los platillos que disfrutarían la noche siguiente y que como todos consideraban que ella les daba un toque especial, era lo que todos los años le tocaba hacer como su aporte a la celebración. Otros traerían el lechón asado, el arroz lo hacía la mamá dueña de la casa donde se reunirían así como la ensalada, también habría gallinita guinea que al tío le gustaba tenerlas en Navidad porque le recordaban a Cuba donde era tradicional en su casa. Otros traerían vinos y licores, otros los turrones, y otros dulces que les gustaba comer ese día como la clásica torreja que era algo que siempre ponía en su mesa la abuela que ya no estaba con ellos.


-Sí, definitivamente son unas fechas muy bonitas y muy familiares- seguía diciendo él desde su sofá.


Su esposa dejó por un momento lo que hacía en la cocina y le preguntó:-¿De verdad lo crees así?-, -Desde luego, no hay más que ver la alegría que hay en las calles y toda la gente comprando sus regalos para el día 25 y preparando su celebración de Nochebuena-. –Entonces ¿porqué yo no me siento tan feliz, será porque estamos solos tú y yo, porque no tenemos hijos ni nietos a quienes presentarles una mesa de Nochebuena y ofrecerle unos regalos por Navidad?


-Bueno, mujer, yo se que siempre en estas fechas te da por pensar lo mismo. Es cierto no tenemos hijos, y muchos pensarán que lo hicimos por egoísmo juvenil cuando al principio de nuestro matrimonio pudimos tenerlos, pero tú sabes bien que no podíamos correr ese riesgo, estábamos aquí en un país que no es el nuestro, nuestra situación no estaba muy clara ya que como yo no soy cubano no podía acogerme a esa ley que les protege a ustedes los cubanos y que aunque no hubiesen nacido aquí, pueden quedarse en el país y llegar a ser residentes legales y luego hacerse ciudadanos. 


-Si, lo sé pero es que total al final ya somos ciudadanos, estamos en el mismo país y estamos solos-, se lamentaba la mujer a la que poco le faltaba para echar unas lagrimitas.


-No, nos tenemos el uno al otro, además nosotros no queríamos traer un hijo al mundo sin estar seguros de que podíamos darle un futuro seguro y sin problemas.


-Si, pero fíjate hoy todos se reúnen con sus hijos y nietos y nosotros tenemos que depender de que la familia se acuerde de que existimos y nos inviten a pasar la Nochebuena con ellos. 


–Te olvidas de algo, aunque nosotros no tenemos hijos, hay quienes teniéndolos hoy no pueden estar con ellos, recuerda el hijo de tu hermano que murió tan joven y de tu amiga que está aquí pero tiene a toda su familia en Cuba, además no solamente son problemas de personas allegadas a nosotros, también este año hay una veintena de familias en este país que no podrán disfrutar de la alegría de estas fiestas, porque un loco que su madre había traído al mundo, posiblemente llena de ilusiones, no solamente la mató a ella sino que mató también a un montón de niños y otros adultos en esa escuela del Norte.


-Sí, tienes razón, puede que hayamos sido egoístas desde el punto de vista de no haber traído hijos al mundo, o que lo seamos ahora pensando que estamos solos, cuando en realidad traer hijos al mundo no se hace para que nos cuiden y nos den compañía en nuestra vejez, porque ellos también tendrían que vivir su vida.


-Claro, mujer, alegra esa cara y disfruta la compañía de la familia que aún nos queda y oremos por los menos afortunados que nosotros que tuvieron hijos, para perderlos después. Como ves, la vida toda es una contradicción. 


Elsa M. Rodríguez,
Hialeah

POR ESO Y MUCHAS COSAS MÁS



Por eso y muchas cosas mas…

Marlene María Pérez Mateo

Los villancicos nacieron en la península ibérica hacia el siglo XV. Su origen netamente  en las villas campesinas  que le dieron su nombre. Eran composiciones profanas y populares; mayoritariamente coplas.

Latino-América asumió el cristianismo como religión e igualmente todo el entorno que ello conllevaba. En el nuevo contexto se incorporaron otros elementos rítmicos aborígenes y africanos. Cuba no fue la excepción. Yo recuerdo algunos  villancicos bellos y sencillos como Flores de Pascua; Guajiros de Cuba y Arbolito, arbolito. Esteban Salas, notabilísimo músico, siglos atrás escribió en su estilo barroco un villancico para misa.

Luis Aguilé en la España de los 60-70 del siglo XX, inspirándose en la soledad de los cubanos recién emigrados cantó “Ven a mi casa esta Navidad”
                
Cubanos por origen o adopción, el villancico unas veces calladamente o no, ha estado en la memoria y desde allí nos sigue acompañando.

Marlene María Pérez Mateo
Diciembre 22, 2012

Youtube: Luis Aguilé en "Ven a mi casa esta Navidad":

  

FRASE DE SABIDURÍA

Es preferible ser dueño de un duro que esclavo de dos.
- Proverbio griego

24 de diciembre de 2012

SECRETOS DE LA NAVIDAD (5)


Secretos de la Navidad

El secreto del pueblo judío: la esperanza

Nuestra sociedad tiende al pesimismo. No sin razón. Basta hojear cualquier periódico para lamentar lo mal que están las cosas. Y así, a fuerza de tragedias y decepciones, han bajado mucho nuestras reservas de optimismo.

En el fondo, hemos perdido esperanza. Y tal vez por eso nos hemos vuelto más superficiales. La superficialidad es la enfermedad de los que no esperan nada. De los que viven en un mundo sin profundidad, sin relieve, sin montañas que conquistar ni misterios que penetrar. J.P. Sartre escribió: «La vida es una derrota, nadie sale victorioso, todo el mundo resulta vencido; todo ha ocurrido para mal siempre y la mayor locura del mundo es la esperanza». Pues precisamente, esa locura del mundo, la esperanza, fue por siglos el gran secreto del mundo antes de Cristo; el que lo puso en una sana tensión, en una espera de Dios que no fue defraudada.

Cuando esperamos algo nos polarizamos, nos cargamos de ilusión. La esperanza mete un centro de gravedad en nuestra vida, y así nos saca de la superficialidad. La espera de Cristo ha sido la más grande que el mundo ha tenido y tiene, pues ahora esperamos su segunda venida. La Navidad nos lo recuerda cada año. S. Grygiel definió la esperanza como la memoria del futuro. Conviene recordar siempre que lo mejor está por venir; que Cristo está por venir. Es el núcleo del mensaje del Adviento litúrgico.

Catholic.net

ENTREVISTA A MAYRA GOMEZ KEMP



Mayra Gómez Kemp:
«Le he perdido el respeto a la muerte»

(Entrevista a la actriz cubana radicada en España)

Mayra  Gómez  Kemp es hija de dos famosos artistas cubanos, Ramiro Gómez Kemp y Velia Martínez. En 1960 su familia se trasladó a vivir a Puerto Rico y después Venezuela y Miami. En los años setenta,  llegó a España, donde   es especialmente conocida por ser la presentadora más duradera del concurso “Un, dos, tres”, al frente del cual estuvo cuatro etapas durante seis años.

Su voz murió, se fue con el cáncer de lengua, y ahora tiene una voz nueva hecha a pulso con el trabajo de muchas horas ante el espejo practicando los ejercicios propuestos por el logopeda y el fisioterapeuta. Es la voz de su fuerza de voluntad, de su lucha. Cuando el médico le anunció un segundo cáncer, el de garganta, Mayra gritó: «¡Otra vez no!», para inmediatamente preguntar: «¿Y qué vamos a hacer ahora?». Radioterapia y quimioterapia, le dijo. «¿Y cuándo empezamos? ¿ayer?», soltó con el arrojo de quien ya sabe que toda queja es pérdida de tiempo y energía. Inútil.

–Ha ganado dos veces. Van a verla como una especie de superwoman...

–Espero que no, porque no lo soy. No soy una mujer extraordinaria ni santa Mayra. Sólo he tenido mucha suerte y buenos médicos. Y la reacción popular me ha ayudado mucho en las horas bajas.

–Hablemos de las altas. Quedará para la historia, marcada a fuego, como Mayra, la del «Un, dos, tres...». ¿Eso es bueno o es malo?

–Es bueno y malo. Nunca pensé que 30 años después me seguirían recordando por un programa. Quizá el «Un, dos, tres...» fue el último que vio toda la familia, y así el recuerdo ha perdurado en varias generaciones. Es malo porque te encasilla: parece que no sabes hacer otra cosa. Y sabes.

Actriz, cantante y presentadora, lo que de verdad le hubiera gustado es hacer documentales, «pero he tenido que ganarme la vida con otras cosas y ahora ya es tarde...» Otra espinita: hacer más teatro. Gracias a su primera película en Miami (una de serie B) se pudo pagar seis meses de universidad: periodismo y publicidad. En el 70 llega a España. Para ella era la reconquista, volver a la tierra de todos sus abuelos: «En Miami el futuro era limitado y además no quería ser ciudadana de segunda, parte del gueto cubano; no me gustan los guetos de ningún sitio».

–¿Y cómo es la España que ve?

–Otro planeta. Yo venía de EE UU, de hacer campañas por los derechos de los negros, etc. Aquí existía la censura. Trabajé en una agencia de publicidad y tuve que hacer el anuncio de un sostén sin mostrarlo en el cuerpo de una mujer: sólo tres segundos sobre un maniquí. Y estaba John Wayne hablando español, doblado. Era surrealista. Pero la gente me pareció maravillosa desde el principio. Nunca me sentí extraña.

Interpretando «Rocky Horror Show» conoció a su marido, Alberto Berco. Cuarenta años de matrimonio llenos de amor, paciencia... «Nunca pensé en divorciarme, pero sí en matarlo», dice riendo. Trabaja en el «Un, dos, tres...» como actriz. En su primer papel hace de hurí de «Las mil y una noches» y aún recuerda sin esfuerzo sus líneas: «Somos las huríes, hijas del sultán, nosotras premiamos al buen musulmán». Prodigiosa memoria, le digo. «Tengo muchos datos en mis neuronas que no me sirven de nada, quisiera borrarlos; eso sí: soy muy buena jugando al Trivial».

–Y llegó el trío Acuario, con María Durán y Beatriz Escudero.
–Sólo duré un año, porque José Antonio Plaza me hizo una oferta que no podía rechazar: presentar «625 líneas». Pensé que valía la pena. No hacíamos el tipo de canción que me gustaba, todo era comercial y basado en tres chicas vistosas. Yo venía del esfuerzo en el estudio, no podía basar mi vida en el físico. A mi marido lo ligué con el cerebro. Era una buena cantante, pero sólo eso. Y hay que tener algo más, está claro.

–El éxito está a veces donde menos lo esperamos...

–Cierto. Yo lo esperaba en el teatro musical. Nunca me vi como presentadora de un concurso. Además, los concursos eran entonces un feudo masculino, un mundo de hombres. Yo rompí con eso.

Seis años en el «Un, dos, tres...» y tres TP de Oro. Chicho Ibáñez Serrador pensó, después de hacer muchas pruebas, que la única forma de que la gente no comparara al nuevo presentador con Kiko Ledgard (había tenido un accidente) era recurriendo a una presentadora. «Me eligió por ser mujer, y por mi buena memoria, y por ser actriz». Después, estuvo en Antena 3, las autonómicas, Canal 7...Y en 2009, el cáncer de lengua. A los seis meses ya hablaba. «No podía pasar mi vida con una pizarra en la mano para comunicarme, había que luchar; me deprimía, sí, pero no me duraba mucho: me cabreaba conmigo misma por deprimirme». Fumó cajetilla y media al día durante 30 años; ahora anima a dejar el tabaco.

–Se puede decir que ha mirado a los ojos a la muerte...

–Sí, y es más amable de lo que creen. Pero, en fin, le he perdido el respeto a la muerte: no me llevará fácilmente.

Se tiene que hacer pruebas cada tres meses. Las últimas dijeron que todo estaba bien. Va cada semana a Aragón TV. Ha aprendido que casi todas las cosas que tanto nos importan, en realidad no importan. Y que su futuro es hoy. «Mañana será otro día», dice. Y sonríe.