20 de diciembre de 2012

DOMINGO DE SILOS, SANTO



 20 de diciembre

Domingo de Silos, santo


Nace alboreando el siglo XI en Cañas, cerca de Nájera, en el reino de Navarra, España; no se sabe si de cuna noble o del pueblo llano, ni si rico o pobre. Sí se le conoce pastoreando cuando niño y dado a compartir comida y leche de oveja con los viandantes. Es apacible de carácter y muestra cierta inclinación al estudio; quizá por eso sus padres le orientan hacia la clerecía que es, en su tiempo, un modo de conseguir honores y riquezas, casi tanto como las armas, aunque él piensa más en su santificación y en la gloria de Dios que en los triunfos humanos.

El obispo lo ordena sacerdote. Pero Domingo Manso llega a sentirse indigno y nota pavor porque es duro y muy difícil vivir en solitario tan sublime ministerio. Después de año y medio se retira. Ya no hay eremitas; la quintaesencia se busca en los monasterios. Entra en el antiguo y observante cenobio de San Millán de la Cogolla, tomando el hábito negro de San Benito. Recibe y da ejemplo.

Encargado del priorato de Santa María, lo rehace. Los monjes de San Millán vuelven los ojos a él y le piden sea su prior. Pasa de "pastorcillo" a "pastor". Y mientras cumple este encargo, el rey don García de Navarra, duro de carácter y tenaz, conocido como "el de Nájera", le pide los tesoros del cenobio; pero da con un compatriota que también lleva en la sangre lo que dan la tierra y la época en cuanto se refiere a tozudez y firmeza. Pone cara al rey y defiende lo que es patrimonio de su casa y de su iglesia. Esta actitud le valió el destierro voluntario a las tierras de Castilla donde reina el hermano de don García.

El bondadoso rey Fernando, le encomienda poner en pie el monasterio -por entonces en ruinas- de San Sebastián de Silos que fundó o restauró Fernán González en el 909 y que sobrevive casi deshabitado. Fue una obra gigantesca que en España ayuda a la configuración de la gran Castilla en cuanto llega a convertirse en un foco civilizador en el lugar por donde poco antes andaban los sarracenos. Llegan más y más gentes al calor del monasterio. Entre el ruido de los martillos de canteros, las sierras de carpinteros, los cinceles de los escultores, los cencerros de las vacas y las esquilas de las mulas, también suenan las campanas que llaman a Vísperas, a Misa y a los rezos. Con ello, se escucha la alabanza de los monjes que va aprendiendo el pueblo. Las tierras son bien labr adas y hay horno de pan dispuesto. Ovejas y bueyes pastan por los amplios campos llanos. Se va haciendo arte al terminar las obras con esmero. Y el estudio de los monjes requiere libros que se guardan como tesoro sin precio.

Murió el santo abad -"Abad de santa vida, de bondad acabado", según escribe su cantor- que supo vivir de oración y penitencia el 20 de diciembre del año 1073 dejándole al monasterio de Silos su nombre como título.

*El Monasterio de Santo Domingo de Silos es actualmente una abadía benedictina   ubicada en la provincia de Burgos, España. Su claustro es una de las obras maestras del románico  español. Hoy es lugar de afluencia de quienes saben apreciar las bellezas de su claustro románico y del canto gregoriano con que se acompañan los oficios religiosos.

Fuente: Arquidiócesis de Madrid

PRIVILEGIO QUE AGRADEZCO AL CIELO...


Privilegio que agradezco al cielo               


Marlene María Pérez Mateo


Un incurable enamorado de la luna invitaba con insistencia una y otra vez al espectáculo casi sublime de la contemplación  devota de las lunas de junio. Eran en su opinión las mas bellas de todo el año. Este agudo observador era un mexicano y con ello es de inferir un heredero de una tradición milenaria en todo lo relacionado a  dicho astro. Llamamos aun hoy los terrícolas, como lo hicieran los antiguos, Selena, a nuestro satélite natural.
             
 Ya un poco alejados del mes consagrado a la diosa Juno recordé sus palabras y el motivo de tan celeste observación, fue un hurto o un hallazgo. Uno de esos hechos que solo  la magia de la poesía y su perpetuación en el tiempo pueden disculpar e incluso prescribir sin la menor duda. El responsable de tal hecho fue José Dolores Quiñones, nacido en Artemisa, Pinar del Río, Cuba, un 22 de marzo de 1918. Según los que le conocieron, un hombre elegantísimo y de un porte y carisma arrollador, además de poseer indiscutible  talento musical.

No se si con todo lo anterior he dicho mucho o poco. Mas lo cierto es que hacia 1955 un sábado en una casona de la  Calle Cuarteles, sede entonces de “La Casa de los Poetas”, en La Habana, estrenó de su autoría el tema que le catapultaría y le diera a conocer “Los aretes de la la luna”. Hasta nuestros días ha sido cantado infinidad de veces, mas la palma sin dudas pertenece a Vicentico Valdés con la Sonora matancera hacia 1958. Tal era la coincidencia mas la cual hice referencia inicialmente.

A Quiñones debemos la autoría de: Camarera de del amor, Que me haces daño, Cien mil cosas, No llores mas corazón, El columpio del amor, Vagar entre sombras, Flores de papel y muchos mas. Fácil resulta encontrarle en el repertorio de Benny More, Tona la Negra y muchos de las mejores voces de su época.

Quiñones murió no hace mucho en Toulouse, Francia, en una residencia para ancianos. Uno de los que tan tristemente dejan tras de si un bello legado de una cultura innecesariamente fragmentada.

Dejemos con la voz de Valdés; y la ayuda de la ciberespacio, sea pues lo primoroso de tal bolero esa amalgama invisible que una y sane tan preciosos pedazos  de la identidad cubana. 

Marlene María Pérez Mateo
Noviembre 24, 2012
Serie Música Cubana
Youtube: Vicentico Valdés “ Los aretes  de la luna”
http://www.youtube.com/watch?v=IalGso0_lR4

LOS SECRETOS DE LA NAVIDAD (2)


Los secretos de la Navidad

 El secreto de José: la providencia

Nuestra sociedad se ha vuelto demasiado racional. El concepto viene del latín "reor, ratum", que significa calcular. En otras palabras, hemos aprendido a ser calculadores. Ponderamos demasiado ciertas decisiones que podrían ser más diligentes y valientes si no miráramos tanto su precio en sacrificio o generosidad. En el fondo, además de mezquindad, el ser calculadores supone poca confianza en Dios. Lo prevemos y lo programamos todo para no poner en riesgo nuestra comodidad o conveniencia.
 
También José habrá hecho sus cálculos y previsiones. "Será Hijo del Altísimo", le dijo María. Y Él concluyó en su imaginación: "Nacerá en un palacio, con los mejores médicos. Viviremos con él en Jerusalén, la capital. Nos dará como casa el Templo de Salomón. Y vendrán reyes y reinas de todas partes a visitarnos. Ya no tendré que trabajar de carpintero".

Pero, ¡qué realidad tan distinta! Un inesperado censo en Belén, el nacimiento en una cueva y la huida a Egipto dieron al traste con sus ilusiones. Y después el regreso a Nazaret y una larga estancia ahí, sin pena ni gloria, para terminar muriendo carpintero. La Navidad es una profunda lección sobre la providencia de Dios, que lleva muchas veces nuestra vida muy al margen de nuestros cálculos y previsiones.

Confiar en la providencia es la actitud más realista. Nadie tiene el control total de su destino personal, matrimonial, familiar, profesional, etc. No lo tuvo José; menos lo tendremos nosotros. Y es mejor que así sea. La apertura a la providencia divina nos ubica en nuestra realidad de creaturas de un Dios que ve y actúa más allá de las circunstancias prósperas y adversas, llevando siempre las cosas en el modo que más nos conviene. Fue el caso de José; y puede ser también el nuestro si aprendemos, como él, a confiar en la Providencia.

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FRASE DE SABIDURÍA

Sabes que tus hijos empiezan a crecer cuando dejan de preguntarte de dónde vienen, y se niegan a decirte adónde van.
- Patrick J. O´Rourke, Periodista y escritor estadounidense.

19 de diciembre de 2012

SECRETOS DE LA NAVIDAD



Secretos de la Navidad

La Navidad es inagotable. Después de dos mil años, sigue ilusionando a los niños, inspirando a los artistas, arrobando a los místicos y movilizando al mundo entero. Basta recorrer las principales avenidas y comercios del orbe a partir de noviembre para sentir la fuerza del fenómeno. Y esto en una cultura que es llamada ya por muchos "post-moderna"; es decir, que dejó atrás la modernidad y se ha vuelto "ultramoderna", sobre todo por su dominio técnico y científico, su estructuración geopolítica y social y su configuración global.

En esta nueva edad de la humanidad, contrasta cada vez más la celebración de la Navidad con la tradición de la Navidad. Las tradiciones, en general, están muy devaluadas. Se ha difundido la idea de que son algo que se hace sólo por costumbre, inercia o imposición social o religiosa. Muy al contrario, las tradiciones son como las mejores prácticas de la humanidad, amasadas en forma de costumbre o recurrencia, precisamente para que no se pierdan. Las tradiciones tienen un núcleo interior, un sentido profundo que inspira y da significado a la celebración exterior.

La celebración de la Navidad, sin embargo, está siendo cada vez más superficial y material. Y a medida que se va imponiendo un modelo pagano y comercial de celebrarla, se va perdiendo su riqueza profunda y su encanto. Hacen falta nuevos puentes entre tradición y postmodernidad. Sin duda, hay muchos elementos que depurar en ciertas tradiciones. Pero es preciso redescubrir el valor de las sanas tradiciones, si no queremos perder irresponsablemente riquezas atesoradas por la humanidad a lo largo de siglos y milenios.

La Navidad es la tradición por excelencia. Aunque inmediatamente hay que aclarar que la Navidad es mucho más que una tradición. Es un acontecimiento. Un evento histórico o, mejor, "metahistórico", en el sentido de que rebasa, desborda y envuelve la historia misma, iluminándola y dándole su pleno significado. Por eso, la Navidad jamás será obsoleta. Y por eso también hoy tiene tanto que decirle a nuestra cultura postmoderna.

El secreto del burro y el buey: la calma

La nuestra es una sociedad apresurada. No tenemos tiempo para nada. Parecemos "malabaristas" de la existencia: sentimos la presión de mantener muchos roles y responsabilidades en el aire y la limitación de contar sólo con "dos manos". 

Y se nos nota: la prisa nos apremia; y también nos maltrata. Más allá de los estragos del stress, tan bien documentados, a veces cometemos errores muy básicos por no dedicarle a cada cosa su tiempo. No hace mucho, al bajar del coche, por la prisa, cerré la puerta sin estar "completamente fuera". ¿El resultado? Un dedo "machucado" y algunas estrellas.

El burro y el buey, siempre presentes en los nacimientos, tienen un secreto que ofrecernos: la calma. La tradición de colocar estos dos animales junto al pesebre del Niño Jesús no es ornamental. Tiene fundamento bíblico: "Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo", escribe el profeta Isaías (1, 3).

Recuerdo el gesto sereno y apacible del burro y del buey del nacimiento que poníamos en casa. Dos modelos humanos difícilmente hubieran podido expresar tanta calma. El burro y el buey simplemente "están". No se mueven. No caminan. No se marchan. No tienen ninguna prisa.
 
La calma supone saber estar donde se debe estar en cada momento. Claro, supone también una buena organización personal y claridad de prioridades. Si quieres calma -parecen decirnos estos animales- dale prioridad a Dios. Ellos reconocieron en el Niño Jesús a su "dueño y amo". En otras palabras, no tenían otro lugar mejor donde estar en ese momento. Si Dios fuera siempre nuestra prioridad, y le dedicáramos tiempo a la oración, al trato con Él, seguramente tendríamos más calma.  

«Ustedes tienen el reloj; nosotros tenemos el tiempo», decía un viejo beduino del desierto a un turista. Aprendamos del burro y el buey a no dejarnos presionar tanto por las manecillas. Y menos cuando estemos en oración. Nunca como entonces se puede saborear la serena alegría de estar junto a Dios en plena calma.
 

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