6 de septiembre de 2012

Y A VER...


Y a ver…
Por Alfonso Usía

Me decía mi cada día más añorado Antonio Mingote: «Si dijéramos en público lo que manifestamos en privado, más de uno se llevaría un susto». Cierto como que existen las vacas lecheras. Hemos confundido democracia con silencio y libertad con hipocresía. Sólo se atreven a decir lo que piensan los que carecen de complejos.

El complejo de demócrata es tan nocivo como el complejo de inferioridad. Un demócrata, un ciudadano que respeta la opinión ajena, cumple con sus obligaciones tributarias, vive pacíficamente, supera las dificultades, acude a las urnas a depositar su voto y cree vivir en libertad, tiene todo el derecho del mundo a decir lo que piensa, aunque ello resulte políticamente incorrecto para los acomplejados.

Aunque no me gustan algunas de sus artimañas, me tranquilizó lo que se atrevió a decir Basagoiti días atrás. «Me importan un bledo los enfermos de la ETA». Coincido plenamente en el bledo. Un Estado de Derecho, como lo es el español, no puede sostenerse camuflado en el eterno temor al qué dirán. Me importa un bledo el qué dirán a estas alturas de mi vida. 

Ha fracasado rontundamente el concepto de Estado de las Autonomías. Aquel «café para todos» ha terminado con nuestros recursos. España tiene en los actuales momentos 400.000 políticos que pagamos entre todos. A ellos hay que sumar los asesores personales. España ha vuelto al feudalismo con diecisiete reyezuelos, dos de los cuales reinan y derrochan en sus territorios con un único fin. La escisión, el separatismo y la patada en el culo a quienes no hemos hecho otra cosa que soportar sus continuas impertinencias, y en el caso del nacionalismo vasco, su complicidad romántica con los asesinos. Adelgazar el Estado no significa reducir el número de ministros, de concejales y de asesores. Es más traumático, pero pronto se verían las excelencias de la buena cirugía.

El buenismo de nuestra Sanidad y nuestra Defensa no tiene parangón en ninguna nación civilizada y desarrollada. España es una democracia en la que insultar al Rey, vejar a los jueces y miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado y robar a la luz del día, se han convertido en «asuntos menores». Encarcelamos a los que roban gallinas y soltamos a los criminales terroristas por temor a un alboroto. 

Tenemos un Tribunal Constitucional del que forman parte seis individuos que abren las puertas de las instituciones a los terroristas. Los seis, qué casualidad, designados por el PSOE. 

Tenemos presidentes de comunidades, es decir, representantes del Rey en sus territorios, que se sientan todos los meses con los terroristas para pactar el futuro. 

Tenemos, en Cataluña, un Gobierno de la Generalidad que desobedece y tira a la papelera las sentencias del Tribunal Supremo.

Tenemos unos sindicatos que quieren quemar la calle con el dinero que le damos, no voluntariamente, los chamuscados o incinerados por su brutalidad del siglo XIX.  

Tenemos una Oposición desleal y antidemocrática que no ha sabido perder las elecciones, y un Gobierno pusilánime, acomplejado y a todas luces, ineficaz. 

Tenemos una deuda con las víctimas del terrorismo, que en lugar de solventarla, la estamos aumentando con nuestra cobardía y silencio.

Tenemos una nación maravillosa, España, masacrada por un Estado, su administrador, rotundamente nefasto. Tenemos a una derecha que empieza a esconderse y a una izquierda que vive con ochenta años de retraso. 

Tenemos una clase política –con excepciones–, singularmente lamentable. Y tenemos a nuestros soldados en Afganistán y en el  Líbano, allá donde son enviados, cumpliendo con un espíritu insuperable, cuando en realidad donde nos harían falta es en Guipúzcoa. 

Y eso es lo que quería decir y que nadie se atreve. Ya hemos cumplido con Afganistán. Vamos a cumplir con España, y a ver que tal.

Fuente: La Razón, Madrid.

CASTRO EN LA CONVENCIÓN DEMÓCRATA

Dios los cría y ellos se juntan
(Castro en la Convención Demócrata)

Enviado por Joe Noda

FRASE DE SABIDURÍA

La música es el lenguaje que me permite comunicarme con el más allá.
- Robert Schumann (1810-1856) Compositor alemán

5 de septiembre de 2012

LOS PARGUITOS, CUENTO


LOS PARGUITOS

Por  Elsa M. Rodriguez
Todos los días sale Jorge con su pequeño bote a pescar. Vive de eso, de los peces que roba al mar con su caña o con su red para luego llevarlo a la compañía de distribución, que le paga un precio miserable, pero que luego los vende como si no fuesen producto del mar sino oro sacado de las entrañas de la tierra.

Pero a Jorge eso no le molesta. Sabe que así es como funciona el engranaje de la economía en todas partes y que él es solamente un eslabón de esa cadena. Solo que mientras tanto, Jorge sueña con poder tener un par de botes más y así crear una especie de corporación con sus dos hermanos que también se dedican a la pesca, pero como no tienen bote, lo hacen desde la orilla. -“Algún día tendré una flota de barquitos de pesca”-se dice para sí Jorge mientras acomoda en la neverita portátil que tiene en su botecito, las dos docenas de parguitos que ha podido pescar hoy.

Cuando llegó a la distribuidora de los peces, encontró que las puertas del local estaban cerradas, y ese día ya no podía venderles el producto de sus largas horas bajo el sol pescando sus parguitos. Se marchó con los hombros caídos, abrumado por la preocupación que le causaba este contratiempo. Llegó a su casa, y le dio a su hija –“Luisita, hija, dile a tu madre que hoy no he podido vender mi pesca”- y es que Jorge era algo apocado y no quería enfrentarse a su mujer María, porque sabía que una vez más le recriminaría por el poco dinero que llevaba a casa, y prefería que fuese su pequeña hija quien le diese la mala noticia a su mujer. María había escuchado a Jorge pero siguiendo el mismo juego que su marido, dijo –“Luisita, dile al poca cosa de tu papá que no me venga con cuentos, que busque la manera de resolver porque con palabras no comemos”. Así sucedía casi todos los días y el matrimonio, a pesar de vivir juntos por casi diez años, se comprendía menos que el primer día de casados.

 Como tenía tantos pescados y no podía comérselos todos en su casa decidió acercarse al restaurante que estaba a unas cinco millas de su casa para proponérselos al dueño. La casualidad hizo que ese día el dueño del restaurante no había recibido el suministro de pescado que normalmente le llegaba congelado de una compañía al norte de la ciudad. Esta vez,  Jorge tuvo suerte, porque pudo vender el producto de su trabajo a un precio que duplicaba lo que le pagaba la distribuidora donde siempre los vendía. En vista de esto, Jorge se animó y sacó el pecho y se decidió proponerle al dueño del restaurante traerle todos los días el resultado de su pesca a cambio de que se los pagase tan bien como había hecho hoy. Se pusieron de acuerdo y así comenzó una relación de negocios que sería muy productiva no solo para Jorge sino para José que era el dueño del “Rape a la brasa”, el restaurante que compraba sus pescados a Jorge. Así pasaron los meses y Jorge pudo hacerse de un par de botes más con lo cual sus hermanos también pudieron trabajar y ya no solamente le vendían sus pescados a José, sino que se buscaron otros restaurantes de este tipo donde colocaban su mercancía a buen precio.

Su creciente éxito en el negocio, al parecer animó a Jorge, quien poco a poco fue acercándose más a María, su esposa. Ya apenas discutían, y comenzaron a contarse cosas personales que ninguno sabía del otro, con lo cual su unión se hizo más estable y funcionó mejor.


Una tarde, estaban sentados en portal de su casita cuando María le comentó-“Jorge, ¿te has fijado que desde el día aquel que no pudiste vender tu pesca al dueño de la distribuidora, las cosas te han ido mejor económicamente y nosotros también nos llevamos mejor?”.

Jorge sonrió, abrazó a su esposa y la pequeña Luisita que estaba sentada con ellos en el columpio del portal, y dijo-“Si, María, es que he comprendido que para obtener algo bueno de la vida y ser feliz, no hacen falta intermediarios, yo vendo directamente el producto de mi trabajo y eso me da más ganancias, y ahora, cuando tengo algo que decirte, no tengo que utilizar a mi hija Luisita para que lo haga, he comprendido que mirándote a los ojos y diciéndote la verdad, me comprendes mejor y juntos podemos resolver nuestros problemas”.

Jorge y María siguieron meciéndose en el columpio, mientras Luisita comenzó a corretear por el jardín con su perrito. Ya eran una familia feliz y todo gracias a un par de docenas de parguitos que no pudieron venderse en una distribuidora de pescado.

Elsa M. Rodríguez
Hialeah, 3 de Septiembre de 2012

FRASE DE SABIDURÍA

El peor enemigo es el que está encubierto
 - Lucio Anneo Séneca

4 de septiembre de 2012

ACLARACIÓN


Aclaración 
sobre dos de las curiosidades
 mencionadas ayer de la imagen de 
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

Rogelio Zelada envía desde Miami estas importantes aclaraciones:

En las notas curiosas sobre la Virgen de la Caridad se cita a Figueroa con el dato de que la cabeza de la Virgen es de pasta de maíz. Resulta que cuando se restauró la imagen, al quitarle todas las capas de pintura y de cera que la habían recubierto por siglos, se encontró que la imagen era de barro, que al quebrarse durante el robo del 98 perdió el volumen de su cuerpo.

La técnica con que fue hecha era típica de su época y se hacían estas imágenes en España y en Brasil, donde unos monjes paulistas tenían un taller.

La diferencia estaba en que las españolas, también hechas de barro cocido, estaban recubiertas de una capa final de polvo de arroz mezclado con cola de conejo, lo que les daba una apariencia fina y pulida. Las de Sao Paulo eran idénticas con la diferencia de que el polvo era de maíz.

Hasta el momento no podemos saber de qué material era la cubierta del rostro de la Virgen de la Caridad, pues Mons. Meurice no dio permiso para hacer esta investigación. Así que creo que el detalle del autor de la nota habría que averiguar su procedencia, pues los que  trabajaron  en la restauración que  se hizo  entonces   -me contó uno de ellos- que se habían quedado con las ganas de saber la procedencia de la imagen, si era carioca o gallega.

Actualmente el rostro de la imagen tiene un torso de madera de roble y unas extensiones de acero que la fijan a la base de plata. La acaban de restaurar, con mucho mejor tino, para la visita del Papa Benedicto.

La profanaron dos marineros americanos de los que desembarcaron en la guerra hispanoamericana, con el propósito de robar los exvotos riquísimos que vestía la imagen. Es un milagro que el rostro no lo hubieran destruido al quitarle el gran brillante que tenía incrustado en la frente.