IN MEMORIAM:
PEDRO LUIS RUSTAN
El cubano Pete Rustan ideó la manera de
evitar que los aviones de la Fuerza Aérea fueran dañados por rayos. Dirigió
un proyecto para construir una nave espacial que realizó importantes
experimentos científicos en la Luna. Obtuvo
un doctorado mientras se desempeñaba como oficial de inteligencia de la Fuerza
Aérea.
Se
convirtió en un diseñador de satélites espías…
Todos
estos logros se produjeron después de realizar una audaz fuga de Cuba hasta
llegar a los Estados Unidos. El Dr. Peter Rustan, coronel retirado de la
Fuerza Aérea en 1997, volvió a su trabajo después de los ataques terroristas
del 11 de septiembre de 2001, en una Agencia Federal tan secreta que su
presupuesto, proyectos y logros son información clasificada. Su
trabajo consistía en dirigir los esfuerzos de investigación para el Ejército y
la CIA, sobre reconocimientos vía satélite.
Podrá
haber sido desconocido por el público en general, pero Pedro L.
-"Pete"- Rustan es una especie de leyenda en ese mundo de labios
apretados de la inteligencia aérea y de la ingeniería. Ninguno
de los que trabajaron con él está en libertad de decir exactamente lo que hizo.
Sin
embargo, una cosa es cierta: El pasado mes de agosto le fue entregada una bandera norteamericana que ondeó en la base de
operaciones de la unidad SEAL de la Marina, en Afganistan, unidad responsable
de la muerte de Osama bin Laden
Pedro Luis Rustan
ha fallecido recientemente, el 28 de junio, a los 65 años, en su hogar en
Woodbridge, Virginia. Cualquier elemento de su vida -fugitivo
político, científico, militar, diseñador de satélites-, parece ser
materia de ficción, pero él los
encarnó todos.
«Este
hombre era intenso», dijo Daniel S. Goldin, un ex administrador de la NASA que
conoció el coronel Rustan durante 20 años.
Cuando
Goldin se hizo cargo de la NASA en 1992, una de sus metas fue la de construir
naves espaciales que pudieran desplegarse rápidamente y producir importantes
resultados científicos a un costo relativamente bajo. Su lema era "Más rápido,
mejor, y más barato." Rustan se le unió para ayudarle a cumplir su
objetivo.
«Conocí a este joven de la
Fuerza Aérea haciendo promesas mas allá de lo creíble», dijo Goldin en una
entrevista. «Yo
no sabía si creerle o no. Efectivamente,
lo cumplió.»
Pedro Rustan
dirigió un proyecto conjunto de la NASA
y el Departamento de Defensa en la
construcción de una nave espacial experimental de 1.000 libras para ir a la Luna.
El
proyecto, conocido como Clementine, demoró sólo 22 meses para llegar a la plataforma de
lanzamiento.
Clementine fue al espacio el
25 de enero 1994, y envió a la tierra 1,8 millones de imágenes de la Luna. Se
midió la luz reflejada y la radiación, se creó un mapa topológico de la
superficie lunar y se descubrió evidencia de agua congelada en cráteres en el
polo sur de la Luna.
Después de Clementine, Pedro Rustan se puso a trabajar en la Oficina Nacional de Reconocimiento, creada en 1961. Su
existencia no se hizo oficialmente pública hasta 30 años más tarde. Todo lo que
sabemos del trabajo de Rustan en la NRO
es que ayudó a diseñar y gestionar los satélites
espías.
"Esto
es ciencia de cohetes," dijo Charlie Allen, un veterano de 47 años de la
CIA y ex subdirector de la agencia, la semana pasada. «Ha
ayudado a dar a los Estados Unidos una ventaja decisiva en la Guerra Fría y en
los conflictos posteriores a la Guerra Fría."
Después, Rustan, ya retirado de la Fuerza Aérea, se involucró en aventuras
espaciales comerciales e incluso para las agencias de inteligencia federales. Perteneció
a una junta asesora que recomendó
cambios en la Agencia de Seguridad Nacional, una de las agencias de
inteligencia más grandes del país.
«Era
sobradamente el miembro más valioso del consejo», dijo en una entrevista Michael
V. Hayden, ex director de la NASA y la CIA. «Era creativo. Estaba lleno de energía. Fue sincero sin
ser cáustico o cruel.»
En la década de 1980, la
Fuerza Aérea adoptó las ideas de Rustan para proteger las aeronaves mediante la instalación de bandas especiales
que desviaban la corriente eléctrica. Desde
entonces, ni un solo avión se ha estrellado después de ser alcanzado por un
rayo.
Después de los ataques del
9/11, Rustan dejó el sector privado lucrativo y volvió a trabajar para la NRO. Condujo la Dirección de Ciencia Avanzada y
Dirección de Apoyo a Misiones.
En
marzo, Rustan recibió el premio “Philip J. Klass Life Achievement Award otorgado
por la revista Aviation Week & Space Technology en reconocimiento
a su labor en el diseño de dos naves espaciales que «habían mejorado significativamente
la capacidad de Estados Unidos en el campo de la vigilancia, inteligencia y
reconocimiento.»
A pesar de que su trabajo era
confidencial, Pete Rustan viajó a menudo a los teatros de la guerra
y era conocido por las tropas en el frente, entre ellos los miembros del SEAL
Team 6, la unidad de comando de elite que mató a Bin Laden el 2 de mayo de 2011.
«He hablado de los grandes
americanos que saben del estrépito de las armas», dijo Hayden, un general jubilado
de la Fuerza Aérea. «Pete lo hizo. Este
es el tipo de persona del que el público nunca oye hablar, pero que es
igualmente responsable de mantener seguros a los estadounidenses».
Escapar
de Cuba
Pedro
–Pete- Luis Rustan nació 29 de diciembre 1946 en Guantánamo, Cuba, una pequeña
ciudad a unos 40 kilómetros de la base naval de EE.UU. en la Bahía de
Guantánamo. Su
padre, un líder sindical, fue encarcelado como preso político en 1961 por el
régimen de Fidel Castro.
En
agosto de 1967, cuando Pedro Luis tenía 20 años y era estudiante de la
Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, una noche, mientras leía en la
biblioteca de la Universidad, levantó la vista y vio a su padre de pie delante
de él.
«Esta
noche nos vamos», dijo su padre, que había escapado de la cárcel a través de un
ardid. Pedro
Luis dejó su libro de texto abierto
sobre la mesa y huyó. Con
su padre, dos hermanas y un medio hermano, se metió adentro de un vagón de
ferrocarril cargado de caña de azúcar.
Saltaron
desde el tren en marcha cuando este se aproximaba a la base naval de EE.UU. en
Guantánamo y se metieron hasta la cintura a través de un pantano infestado de culebras antes de llegar a una valla de seguridad coronada con alambre de púas.
Pedro Luis llevaba a su hermana menor en la espalda y
lograron cruzar la valla; luego escaló una segunda valla en el perímetro de la
base naval. Después
de que fueran recogidos por las fuerzas de EE.UU., los Rustan pidieron asilo
político.
El
jefe de operaciones navales de EE.UU. estaba de visita en la base, y se llevó la familia a
los Estados Unidos en su avión. (La
madre de Pedro Luis Rustan se quedó en Cuba con una de sus hijas. Con el tiempo
logró llegar también a los Estados Unidos.)
La
familia se estableció en Chicago, pero Pedro Luis pasó un año en Rockville, MD., donde ponía a
prueba paneles de control de circuitos
eléctricos. Más
tarde estudió en el Instituto de Tecnología de Illinois, en el que recibió su
licenciatura en 1970 y una maestría en 1971, ambas en ingeniería eléctrica.
Después
de que fuera reclutado por la Fuerza Aérea en 1971, Pedro Rustan pasó a
ser conocido por muchos como Pete Rustan. Hablaba
con un marcado acento cubano a lo largo de su vida, pero rara vez corregía la
pronunciación de su nombre.
Como
soldado raso, investigó sobre los efectos de la radiación de las
microondas. La
Fuerza Aérea lo envió a la Officer Candidate School y luego a la escuela de
posgrado en la Universidad de Florida, en la que recibió un doctorado en ingeniería eléctrica
en 1979. Publicó
más de 60 trabajos científicos durante su carrera.
Su tesis doctoral se centró
en el efecto de los rayos en los aviones
-un problema recurrente que muchas veces ocasionaba que se estrellaran aviones
de la Fuerza Aérea. Para
recopilar información sobre los campos eléctricos y
magnéticos, Pete Rustan montó en 53 aviones que fueron alcanzados por rayos.
Después
de su carrera militar, Pete Rustan prácticamente adoptó un pueblo en las
montañas de Honduras llamado Concepción
de María, el que visitó muchas veces. Trabajando
con su iglesia, St. Elizabeth Ann Seton Catholic Church en Lake Ridge, él y su
esposa ayudaron a comprar 200 pares de zapatos para los escolares del pueblo. Cuando
no pudieron encontrar a nadie para entregar los zapatos, Alexandra Rustan
recordó, «mi marido me dijo: 'Bueno, voy a ir". Así comenzó la misión". Supervisó los
proyectos para llevar agua potable al pueblo, para mejorar las escuelas y para
ayudar a los mayores a encontrar puestos de trabajo en la industria de la pesca
de tilapia. «En los ojos de Pedro, -dijo Alexandra Rustan-, ese fue su mayor logro».
Además
de su esposa por 33 años, de Woodbridge, sus sobrevivientes incluyen dos hijos,
Pedro Rustan, de Bealeton en el Condado de Fauquier, y Amy Rustan de
Washington, además de tres hermanas.
«Como
refugiado que escapó de Cuba, a Pete lo
impulsaba un deseo de ayudar al
país”, dijo Goldin, quien dejó la NASA en 2001, pero siguió colaborando en
proyectos de alto secreto con Rustan hasta poco antes de la muerte
de este.
«No
puedo decirte lo que es», Goldin agregó, «pero te puedo decir que fue un
trabajo espléndido».
Descanse en la paz de Dios
este compatriota, Coronel de la Fuerza Aérea de los EE.UU., que puso su inteligencia al servicio de la Nación que lo
acogió. Hombre de fe cristiana, tampoco escatimó esfuerzos para ayudar a los humildes
de un recóndito pueblo hondureño.
Traducido del Washington Post.
Enviado por Olavo García