14 de mayo de 2012

HACE HOY CINCUENTA AÑOS



Hace hoy cincuenta años…

Por Fernando Rayón

Tenían 24 años.
 Ella era una Princesa cuyos padres reinaban en Grecia;
él sabía lo que era el exilio de un padre que nunca reinó.
Su boda fue una compleja operación política 
entre viejas dinastías europeas


El 11 de abril de 1962 estaba prevista la llegada al aeropuerto de la capital griega, vía Ginebra, del Príncipe Juan Carlos de Borbón para preparar su matrimonio. En la pista estaban su prometida, Sofía de Grecia; su madre, la reina Federica; el mariscal de la Corte Levidis; el embajador de España en Atenas Juan Ignacio Luca de Tena y su segundo de la embajada, Gonzalo Fernández de la Mora. Los días precedentes habían sido de inusitada actividad diplomática a causa de las invitaciones a las ceremonias católica y ortodoxa que, finalmente, el Palacio Real tuvo que retirar.

En cuanto el avión entró en el espacio aéreo griego, Doña Sofía quiso saludar a su prometido, pero el capitán, tras hacer las comprobaciones de rigor, informó de que en el avión no viajaba nadie con ese nombre. La Princesa Sofía, que ya conocía a Don Juan Carlos, sugirió que podía figurar como duque de Gerona o con otro de los títulos tradicionales del heredero, pero la respuesta siguió siendo negativa.

Poco después, confirmando el anuncio del capitán, Don Juan Carlos no llegaba a Atenas. Doña Sofía, que no entendía nada, se puso a llorar. La reina Federica, que había esperado silenciosa el desenlace, se despidió del embajador ásperamente: «Ponen tantas pegas...». Luca de Tena dirigió una mirada de complicidad a Fernández de la Mora. Ambos sabían que Don Juan Carlos no viajaba en el avión.

De vuelta a palacio, la reina Federica llama a Lausana. En «Vieille Fontaine», la residencia de Victoria Eugenia, Don Juan Carlos y el jefe de su Casa, duque de Frías, son testigos de la conversación. Las dos reinas hablan en inglés y lo que empieza siendo una charla tranquila alcanza enseguida niveles de gran dureza. La de Grecia apela a su condición de reina y Victoria Eugenia le tiene que recordar que ella también lo es. La consorte de Alfonso XIII tuvo que recordar a Federica la tradición española sobre la religión católica. Sorprende a los presentes la rotundidad de Victoria Eugenia, educada en el anglicanismo, pero bautizada en la fe romana meses antes de su matrimonio. Alguno de los que escucha teme incluso que todo se venga abajo y no haya boda.

Por su parte, Juan Ignacio Luca de Tena telefonea a Madrid para informar de lo sucedido y anuncia una carta que enviará días después a Fernando María Castiella: «Querido ministro: efectivamente, como yo suponía, y así se lo anuncié en mi última carta, S.A.R. el Príncipe Juan Carlos aplazó su venida a Atenas hasta que se hubiera dado plena satisfacción sobre la cuestión de las invitaciones a la ceremonia ortodoxa y a los embajadores acreditados en Atenas para el matrimonio católico. El éxito de su firme postura fue, como también te he comunicado, total. Me consta que S.M. la reina Victoria Eugenia tuvo desde Lausana una conferencia telefónica con S.M. la reina Federica, en la cual nuestra soberana estuvo rotunda y absolutamente intransigente, defendiendo con rigor las posiciones católicas. A su llegada a Atenas el pasado sábado, S.A.R. el Príncipe Juan Carlos fue recibido con honores excepcionales. Toda la Real Familia y altos dignatarios de la Corte le esperaron en el aeropuerto, en donde pasó revista a una compañía de guardia».

Una hija en un trono
 
Efectivamente, Don Juan Carlos llegó por fin a Atenas el 14 de abril, justo un mes antes de su boda. Cuando el duque de Frías saludó entonces a la reina Federica, ésta no pudo reprimirse: «Doy la mano, pero me gustaría dar una bofetada». Atrás quedaban meses de intensas negociaciones. Franco y Don Juan habían jugado sus bazas, la iglesia católica y la ortodoxa, las suyas; el Consejo de Don Juan y los falangistas habían aprovechado el acontecimiento para librar un combate no exento de guerra sucia. Don Juan quería dejar claro que aquel matrimonio era exclusiva competencia de la Familia Real y como Jefe de ella quería asumir todo el protagonismo.

Franco, que preparaba a Don Juan Carlos para que le sucediera en la Jefatura del Estado, sabía de la trascendencia de aquella ceremonia y buscaba que nada fallase en el matrimonio. Los reyes de Grecia intuían que su hija podía sentarse en un trono de Europa, de la Europa mediterránea, que fortaleciese no sólo el papel de Grecia, sino también el de su joven monarquía.

El Vaticano, a pesar de los aires conciliares, quería que la ceremonia fuera lo que mandaban los cánones del Derecho Canónico y desconfiaba de las maniobras de la Iglesia griega que quería asumir el protagonismo que las leyes civiles griegas de entonces les adjudicaban. En fin, que la boda fue un punto de inflexión del régimen de Franco y también en el futuro de los Príncipes.

Sólo un mes después, a las nueve y cuarto del 14 de mayo de 1962, los invitados ya ocupaban todos los asientos de la catedral católica de Atenas, San Dionisio Areopagita. A la derecha de los contrayentes se situaron los reyes de Grecia y, a la izquierda, también bajo un dosel, los Condes de Barcelona. La misa fue en francés, español y latín. A las diez y doce minutos pronunciaba doña Sofía el sí litúrgico en griego («ne thélo») ante la pregunta, también en griego, del arzobispo católico de Atenas Benedicto Printesi. Cuarenta y cinco minutos duró la ceremonia con la Santa Misa y la firma del acta canónica en la sacristía de la catedral.

El telegrama del embajador Luca de Tena, fechado el mismo día de la boda, no deja lugar a dudas: «En Palacio Real inmediatamente después ceremonia nupcial y asistido Fernández de la Mora, con los secretarios encargados asuntos consulares procedido recibir declaración firmada Conde de Barcelona para inscribir matrimonio príncipe Juan Carlos en Registro Civil y he levantado acta suscrita cuatro testigos nupcias, duque de Aosta, príncipe Miguel de Grecia, infante Alfonso de Orleans y don Alfonso de Borbón Dampierre».

Miguel de Grecia y Amadeo de Aosta eran primos de la novia, y el infante Alfonso de Orleans y Alfonso de Borbón Dampierre, tío y primo, respectivamente, de Don Juan Carlos. También firmó el acta el Conde de Barcelona y, por supuesto, el embajador español, como autorizante del documento. Doña Sofía –que figura en ella como «Sofía de Grecia»– tiene como profesión «sus labores» mientras que Don Juan Carlos aparece como «militar». El actual Rey, que entonces tenía 24 años ­–doña Sofía aún no los había cumplido– ya eran marido y mujer. En carroza, volvieron al palacio real griego, mientras un pueblo entregado vitoreaba a los recién casados.

Tras un breve descanso en el Palacio Real, que apenas duró quince minutos, en el que firmaron el acta para el Registro Civil español, los novios volvieron a repetir el cortejo hacia la catedral, esta vez la ortodoxa. Ciento veinte infantes de marina españoles escoltaban el camino hasta la iglesia ortodoxa pues ni para ella ni para el estado griego había sido válido el matrimonio en la catedral católica.

A las doce en punto comenzaba la ceremonia en la catedral metropolitana de la Anunciación de Santa María, la ceremonia que tantos quebraderos de cabeza había dado a los negociadores. Toda la riqueza de la liturgia ortodoxa se vistió de gala para dar mayor brillantez a la ceremonia. A ello contribuyó la mayor  amplitud del edificio, que permitió una más numerosa presencia de invitados. Ofició el anciano –ochenta y cinco años– pero enérgico arzobispo Chrysostomos, primado de Grecia, que esperaba a la novia en el atrio de la iglesia con los Evangelios. La ceremonia resultó un poco larga y muchos invitados recordarán el calor sofocante que hacía y que obligó a Don Juan Carlos a enjugarse el sudor en varios momentos de la celebración. Tras la ceremonia, los Príncipes acudieron de nuevo al Palacio Real.

En él tendrá lugar el banquete pero antes se celebrará la segunda ceremonia civil. En el salón del Trono Juan Carlos y Sofía firmaron su acta matrimonial civil ante el alcalde de Atenas y el Presidente del Consejo de Estado. Actuaron como notarios el primer ministro Constantino Karamanlis, que años después se cargaría la monarquía griega, y el ministro de Justicia, Constantino Papaconstantinou. Esta segunda ceremonia civil, que no existirá para la Prensa española, creaba una duda más que razonable: si la ceremonia ortodoxa era argumentada como necesaria para dar validez civil al matrimonio, ¿qué razón tenía celebrarse esta nueva? Sea como fuere, el hecho es que esta ceremonia tuvo lugar y fue así la cuarta boda de una jornada que ocurrió hace ya cincuenta años.
Reproducido de larazon.es 

DE ATENAS A BOTSUANA


Dos vidas y un destino:
De Atenas a Botsuana

Por Carmen Enríquez
Por los cincuenta años de matrimonio 
de Don Juan Carlos y Doña Sofía
ha transcurrido buena parte
de la historia política de España.
No todo ha sido un paseo de rosas,
pero la monarquía no se acaba
por un accidente de caza.

La primavera empezaba a despuntar en los terrenos del Monte del Pardo cuando los inquilinos recién llegados al Palacete de la Zarzuela iniciaban su vida en común.

Corría el mes de marzo de 1963, diez meses después de la boda de la pareja formada por Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, cuando el matrimonio se podía instalar, al fin, en su propio hogar. En ese tiempo transcurrido desde que se dieron el sí por partida doble en Atenas, en la catedral católica y en la ortodoxa, el matrimonio había disfrutado primero de una larga luna de miel que les llevó a dar la vuelta al mundo.

Pero los últimos meses, el hijo de los Condes de Barcelona y la hija de los Reyes de Grecia –Juanito y Sofía familiarmente– libraron un tenso pulso con los padres de ambos que intentaban que se establecieran o bien en Estoril, cerca de Don Juan y su camarilla monárquica, o bien en Atenas, cerca de los soberanos griegos. La batalla, al final, la ganaron ellos, que rechazaron las propuestas de las dos familias y decidieron vivir en Madrid, donde se involucraron en una tarea prioritaria para ambos y que no era otra que hacer retornar la monarquía a España.


La Zarzuela, un hogar

Aquellos días de marzo, el interior de aquel antiguo pabellón de caza mandado construir en tiempos de los Austrias hervía de frenética actividad. Bajo las órdenes de doña Sofía, un par de ayudantes de Patrimonio y su propio marido organizaron y decoraron aquel inhóspito y austero palacete para transformarlo en un verdadero hogar. Días antes habían llegado varios contenedores desde la capital griega con muebles, vajillas, cristalerías, cortinas, cuadros y tapices y ropa de casa, todos ellos regalos de boda de la Princesa y pertenencias de su familia donadas al matrimonio. Doña Sofía siempre se ha mostrado muy orgullosa de aquel trabajo de decoración de su casa, de la que dice con frecuencia que ella fue la única responsable. Y así es, porque la joven princesa, que se casó por amor y sólo porque estaba enamorada, creó lo que ha sido desde entonces el núcleo de la vida de la Familia Real, el punto de encuentro y centro de referencia en todas las etapas que han transcurrido a lo largo de los últimos cincuenta años.


Porque el Palacio de la Zarzuela no sólo ha sido sólo el escenario de una muy intensa vida familiar. También ha sido el epicentro de la vida política española, sobre todo en los años en los que se urdió un plan para cuando el longevo general Franco muriera y hubiera que transformar un régimen dictatorial y autoritario en un sistema democrático y de plenas libertades públicas.


La familia Franco

La etapa de convivencia de Don Juan Carlos y Doña Sofía con el régimen de Franco fue un tiempo de difíciles y a veces imposibles equilibrios. Los Reyes lo llaman la época en la que «no éramos nadie» porque su papel institucional era nulo, eran una pareja a la espera de algo –la sucesión– que no estaba asegurado, un momento en el que Franco les aconsejó que viajaran por España para que los españoles los conocieran pero sin rango ni representación de ninguna clase. Había que mantener las buenas relaciones con el régimen, pero sin entrar demasiado a fondo en sus entresijos. Puro encaje de bolillos para el representante de una dinastía que era ninguneada e incluso rechazada por los franquistas.

Pronto nacieron los hijos, dos niñas primero, Elena y Cristina, que trajeron una gran alegría a la familia pero que, a efectos sucesorios, dejaban la cuestión abierta y sin resolver. Por ello, la llegada del pequeño Felipe, en enero de 1968, fue recibida con entusiasmo por toda la Familia Real, ya que colmó las exigencias de un heredero varón al posible sucesor de Franco. Su bautizo, con el regreso temporal de la Reina Victoria Eugenia del exilio para asumir junto a su hijo Juan el padrinazgo del pequeño, se convirtió en un acto de reafirmación monárquica.

En julio de 1969, Franco decidió al fin nombrar sucesor a título de Rey a Don Juan Carlos. Un acto en las Cortes, en las que el sucesor tuvo que jurar las leyes del Movimiento, que pareció asegurar el retorno de la monarquía a España el día que el dictador muriera. Sin embargo, la jura de Don Juan Carlos abrió entre él y su padre, el Conde de Barcelona, una brecha que tardó años en cicatrizar si es que alguna vez cerró del todo. Fueron años duros y tensos en los que, a pesar de las apariencias, nada estaba asegurado. Prueba de ello fueron los intentos de desbancar al sucesor, instigados por la familia Franco, para colocar en su puesto a su primo Alfonso de Borbón Dampierre y a su mujer, Carmen Martínez Bordiú, la «nietísima», y fundar así una nueva dinastía de Borbones sin derechos dinásticos y la familia Franco.

Proclamación

Una vez muerto Franco y proclamado rey Don Juan Carlos, comenzó la apasionante aventura de «ser rey de todos los españoles». Una tarea llena de escollos, zancadillas y riesgos que pusieron en peligro los planes de transformar España en un país libre, democrático y miembro de pleno derecho de los organismos internacionales que antes vetaban su presencia. El joven monarca pilotó la transición política española que, todavía hoy, es un modelo a seguir por países de todo el planeta. La Reina fue su más fiel colaboradora.

En 1981, con una nueva Constitución aprobada tres años antes, el sistema sufrió el más duro ataque con el golpe de Estado del 23-F [23 de febrero]. La actuación del Rey paró la intentona golpista y conjuró el riesgo de involución política. Las palabras inequívocas del mensaje real, ordenando a los militares golpistas volver a los cuarteles, catapultó la figura del monarca español a unos niveles de prestigio internacional que le hicieron merecedor de numerosos premios y distinciones. Las universidades más prestigiosas le nombraron doctor honoris causa y galardones como el Carlomagno, el Simón Bolívar, el de la Unesco fueron a parar al monarca español.

El año de España

A pesar de que 1992 no empezó con buen pie para Don Juan Carlos –un accidente de esquí lo tuvo apartado de la vida oficial durante casi cuatro meses–, ese año fue el de la consagración de España como país moderno y avanzado. Los Reyes participaron plenamente en los eventos del 92 –Expo de Sevilla, Juegos Olímpicos de Barcelona, Cumbre Iberoamericana de Madrid– y contribuyeron a proyectar una imagen del país inmejorable. La figura del Príncipe Felipe como abanderado del equipo español y la presencia entusiasta de la Familia Real en todas las pruebas en las que participaban deportistas españoles coincidieron con la obtención masiva de medallas. Alguien atribuyó a los Reyes lo que se denominó el «efecto talismán»: cada vez que Don Juan Carlos estaba entre el público, había medalla para los españoles.

La década de los noventa también fue importante desde el punto de vista familiar. La boda de las Infantas –en Sevilla la de doña Elena y en Barcelona la de doña Cristina– y la llegada de los primeros nietos fueron momentos vividos de forma muy intensa tanto por los Reyes como por los ciudadanos españoles que fueron partícipes de los acontecimientos.

En 2004, la boda del heredero puso fin a las inquietudes surgidas por su prolongada soltería. El Príncipe logró su sueño de casarse por amor, al contraer matrimonio con la periodista Letizia Ortiz, y formar una familia al nacer sus dos hijas, Leonor y Sofía, que han asegurado la sucesión del heredero.


Tiempos difíciles

Los últimos años han estado plagados de episodios difíciles y complicados para los Reyes y sus hijos. La separación y posterior divorcio de la Infanta Elena, los problemas reiterados de salud del Rey que le han llevado cinco veces al quirófano en los dos años recientes, la actuación poco ejemplar de Iñaki Urdangarín en su actividad empresarial y el accidente de Don Juan Carlos en Botsuana que le llevó a pedir disculpas públicamente, han enturbiado la trayectoria de la Corona en España. Pese a todo y frente a los rumores de enfriamiento de la relación de Don Juan Carlos y Doña Sofía, los Reyes siguen al frente de una institución que ha funcionado de forma modélica en España. Su espíritu de servicio a los ciudadanos españoles está por encima de cualquier otra consideración y siguen desempeñando su tarea con la misma fe y dedicación que hace 50 años, cuando decidieron unir sus vidas para siempre tras contraer matrimonio en Atenas.

Reproducido de larazon.es 

CELEBRACIONES


The Miami Buena Vista Biltmore Lions Club
is proud to host for the second year at the
14th edition of Cuba Nostalgia in Miami:

The Cuban Lions' Years 
Its Glories, Triumphs, and Tragedies (1927 - 1965) 
and its extension to the Cuban Exile Community  

The Lions Club International, founded in 1917 by a group of businessmen in Chicago, Illinois and led by Melvin Jones, arrived in Cuba in 1927 and quickly extended itself throughout becoming a highly respected organization. During its peak period in the late 1950's, Cuba had 6,600 members in 121 Clubs divided in six districts each with their own District Governor and their supporting cabinet. These were all responsible, professionals and businessmen that dedicated their lives to better those less fortunate creating and becoming benefactors of notable institutions such as schools, hospitals, and orphanages such as the famous Casa Cuna. These prominent individuals  soon became Lion Leaders at the international level producing many International Council Members and an illustrious International President. 

Cuba also celebrated many National Conventions as well as the first International Convention outside the United States. Unfortunately, the early 60's brought oppression to Lions in Cuba and in 1964 the Castro regime executed three of Cuba's most notable Lion  leaders of the day, bring the demise of the Lions Club in Cuba as early as 1965.

Cubans brought their Lion's heart to New York, New Jersey, and Florida, establishing Clubs that still exist today and are part of the world's largest volunteer service organization with 1.35 million members and growing.

We invite you to share their story through documents, photos, and memorabilia at

Cuba Nostalgia - Miami Fair Expo Center
Coral Way and SW 112 Avenue
Miami, Florida 
                                                
Friday, May 18, 2011 - 11:00am - 11:00pm
Saturday, May 19, 2011 - 11:00am - 11:00pm
Sunday, May 20, 2011 - 11:00am - 10:00pm  

Sunday, May 20 at 2:00pm - Lions' Booth 

Tribute to Fallen Lions- Martyrs of the Castro Regime

Dr. Alberto Fernandez Medrano
Manuel Paradela Gomez
Dr. Marcelino Martinez Tapia

and to our distinguished
 Past International President Dr. Ramiro Collazo

  For more information, please visit:

FRASE SABIDURÍA


La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.

- Enrique Jardiel Poncela (1901-1951) Escritor y humorista español

13 de mayo de 2012

CELEBRACIONES

A las madres
en todos los hogares amigos
llegue en este día tan especial
una cálida felicitación 
de la Gaceta de Puerto Príncipe


¡Felicidades!

SONETO A LA MUJER

Soneto a la Mujer

José Angel Buesa

No, no fue Juana, la marcial doncella,
ni fue Ximena, la prudente esposa;
ni Laura, verso a verso y rosa a rosa,
ni Beatriz, entre mujer y estrella.

No pudo ser Esther, siendo tan bella,
ni Judith, siendo bella y animosa;
no fue Teresa, bíblica en su prosa,
ni fue Isabel, atlántica en su huella.

Altas de afanes, firmes en deberes,
a pesar de su gloria y de su altura,
ninguna es la Mujer de las Mujeres;

sino, como la luz de cada día,
flor de humildad y fuente de ternura,
una mujer que se llamó María.
www.poesialuismario.net

CUANDO LA REINA ES MADRE



Cuando la Reina es madre

Por Fernando Rayón

Cuando hace unos meses Doña Sofía visitó a su hija en Washington en plena crisis del caso Urdangarín, fueron muchos los que aprovecharon la ocasión para señalar lo poco oportuno de aquella visita y criticar que se fotografiara con su yerno en esas circunstancias. Ella, que siempre había estado en su sitio –eso decían–, anteponía sus obligaciones de madre a las de Reina y consorte del Jefe del Estado. ¡Qué poco la conocen!

Antier, la Reina, su hermana, la princesa Irene de Grecia y la Infanta Elena acudieron a Vitoria para dar el pésame a la viuda de Juan María Urangarín, Claire Liebaert, a su hijo Iñaki, y al resto de la familia. También visitaron en el tanatorio los restos mortales del padre del duque de Palma. Ejerciendo de suegra, de madre, pero también de Reina en unas circunstancias que lo exigían.

Y es que Doña Sofía ha vivido así todos estos años: cumpliendo con su papel de consorte incluso cuando su condición de esposa y madre hubieran podido justificar otras actitudes y desplantes. Lo extraordinario es su ausencia –léase su permanencia en Grecia durante la reciente operación de Don Juan Carlos–, pero en esta ocasión se dieron cita otros elementos que no viene a cuento señalar.

Las circunstancias se han conjugado para que mañana lunes, día en que los Reyes celebran sus bodas de oro, la Familia Real coincida en Madrid y pueda mostrar que, a pesar de los últimos acontecimientos, aún pueden dar esa imagen unida que tanto se ha echado en falta. Es otra ocasión para que la Reina ejerza de madre, pues me atrevo a decir que sólo si cumple con ese papel podrá ejercer mejor el de consorte del soberano y Jefe del Estado.

Reproducido de larazon.es

FRASE DE SABIDURÍA

La sonrisa es una curva que endereza muchas cosas
-Anónimo

12 de mayo de 2012

TOKIO



Tokio:
torbellino de luces de neón


Los templos tradicionales, los rascacielos, su gente y la gastronomía japonesa se unen a las calles de Tokio para ofrecer un espectáculo que no deja indiferente a nadie. La magia del lejano oriente resulta hechizante para los ojos atónitos del viajero de occidente. La experiencia es, simplemente, única.

Rascacielos que casi pueden tocar las nubes y grupos de gente moviéndose a toda prisa y en todas direcciones son la espina dorsal y el latido de Tokio, una ciudad con personalidad propia que nos deja atónitos.   

La primera imagen no defrauda. Todo lo que antes de salir de casa habíamos imaginado se magnifica conforme el taxi nos adentra en la urbe. Tras dejar el equipaje en el  Hotel, las calles de Ginza llaman nuestra atención. Almacenes con larga historia y tradición y boutiques de prestigio llegan hasta donde no nos alcanza la vista. 

Desde el Wall Trade Center recibimos un aperitivo visual de la ciudad antes de embarcarnos en el viaje a pie de calle. Y es que este edificio ofrece a los viajeros una vista panorámica de la capital. La urbe desde lo más alto recuerda a un escalextric, ya que trenes, autobuses, coches y personas se cruzan entre los edificios a distintas alturas. Desde cualquier punto de la ciudad se puede ver la nueva Tokio Sky Tree. Esta torre de radiodifusión, restaurante y mirador alcanza los 634 metros de alto.

Akihabara es el lugar de peregrinaje obligatorio de los amantes del manga. Rodeados de japoneses disfrazados de héroes de cómics manga, nos encontramos en un barrio en el que las generaciones de jóvenes avanzan a velocidad de vértigo. Escaleritas de caracol nos sumergen al mundo de los video-juegos. Las últimas novedades en el mercado junto con verdaderas muestras de coleccionista, como la primera Nintendo que salió al mercado, recubren las estanterías de los comercios de la zona.

Del paraíso de la electrónica a un hormiguero gigante. Así es como podríamos calificar la zona de Shibuya. Aquellos pasos de cebra zigzagueantes en los que todo el mundo se cruza en todas direcciones dejaron de ser una cosa de película. Esta zona comercial es conocida por el buen precio de sus productos. Luces centelleantes, vídeos e imágenes recubren las paredes de los edificios del distrito. 

Puente Rainbow que une Tokio con la la isla artificial Odaiba
Cuando Tokio estaba cerrado al comercio internacional construyeron una isla artificial. En ella colocaron los cañones para protegerse de los enemigos que se acercaran a la ciudad, de ahí su nombre: Odaiba. Tras su apertura al comercio exterior, este distrito se convirtió en uno de los más bellos de la metrópoli. Su playa artificial y la zona de entretenimiento que hay en los alrededores lo convierten en el lugar perfecto en el que pasar los fines de semana. El principal acceso a esta isla es el puente de Rainbow, cuya imagen iluminada por las noches es una de las vistas más emblemáticas de Tokio. Además, en Odaiba se puede encontrar una miniatura de la Estatua de la Libertad.

Si buscas el ambiente tradicional de Japón en Tokio acércate al barrio de Asakusa, donde encontrarás algunos de los santuarios más antiguos y más bellos de la ciudad. El templo de Sensoji, budista, conocido también como Asakusa Kannon, fue fundado en el año 645 y es el más antiguo de Tokio. Cada año, unos 20 millones de personas visitan este templo dedicado a la diosa Kannon. 

En esta zona los kimonos acompañan el paisaje. Un farolillo gigante con letras japonesas y dos dioses nos reciben a la entrada del templo. La tradición manda purificarse antes de entrar. Sumergir la cabeza en humo de incienso o lavarse las manos y la boca en una fuente son algunos de los rituales llevados a cabo por los seguidores de Buda. 

Kaminarimon (la Puerta del Trueno) da acceso a la calle Nakamise Dori, un paseo comercial, con unos 90 kioscos y tenderetes, que conduce a Hozomon (la Puerta del Tesoro), la puerta principal del templo. En esta vía comercial podrás comprar desde galletas japonesas, osembe, hasta pañuelos japoneses que se anudan en la frente, hachimaki, kimonos de verano o recuerdos de todo tipo.

Ya en el recinto del templo de Sensoji verás el gran incensario, O-koro. Según la tradición, el humo de este incensario fortalece a los débiles y cura a los enfermos. Si tienes tiempo, acércate también al jardín Demboin, muy cerca del templo, es un oasis de tranquilidad y espiritualidad. 

El Templo de Sensoji está basado en una leyenda según la cual dos pescadores (Takenari y Hamanari) encontraron una estatua de oro de Kannon, la diosa de la merced, cerca del rio Sumida. Ambos la colocaron y siguieron su camino pero la estatua siempre se les aparecía hasta que decidieron llevársea a su pueblo, Hajinomatsuti, donde se guardó cerca de Asakusa.

A partir de ese momento, el pueblo empezó a prosperar y a ser conocido y todo se debió a esa estatua. La estatua no puede verse por ningún turista; se sabe dónde está (o debería estar) pero nadie que no sea del templo (y los de alto grado) la han visto.


Junto con el budismo, el sinoísmo es otra de las religiones japonesas. En el distrito de Harajuku encontramos el santuario sinoista de Meiji. Los paraguas japoneses y los kimonos vuelven a ser los protagonistas en las cercanías del santuario. Tras toparnos con varias bodas, observamos cómo todavía las novias lucen los tapacueros, sombreros tradicionales para esta ceremonia. 

El Santuario de Meiji fue construido hace 100 años en dedicación a las almas  del emperador Meiji y la emperatriz Shoken. Un campo de lirios en una zona de Tokio que el Emperador Meiji y la Emperatiz Shōken tenían la costumbre de visitar fue escogida como emplazamiento final.

La construcción comenzó en 1915, empleándose principalmente madera de ciprés y metal de cobre. Fue consagrado oficialmente en 1920 y finalizado en 1921.  El edifico original fue destruido durante el bombardeo de Tokio en la Segunda Guerra Mundial. La actual representación del santuario fue realizada mediante aportaciones de dinero público y fue completado en octubre de 1958.

 El Santuario Meiji está situado en un bosque que cubre un área de 700.000 m² (unos 175 acres). Esta zona está cubierta por un frondoso bosque que suma 120.000 árboles de 365 diferentes especies, que fueron donados por el pueblo de todo Japón cuando se construyó el santuario. El bosque es muy frecuentado como zona de recreo y tranquilidad en el centro de Tokio.

El sabor indiscutible de Tokio es el sushi y es que las subastas que se realizan cada mañana en el mercado Tsukiji Fish Market ponen a disposición de restaurantes y comercios el mejor pescado fresco de la zona.

QUIERO DECIRTE, MADRE...



Quiero decirte, madre

Quiero decirte, madre, el mas hermoso
poema de mi vida.
Un poema que tenga el misterioso
lenguaje de las almas.
Quiero decirte mi poema santo,
rimado en suavidades de tus besos
y ungido en humedades de tu llanto.

Quiero hacer mi poema
de tal modo que sea
lo mismo que tú eres,
que te contenga en todo,
que encierre tus benditas plenitudes:
Plenitud de cariño, plenitud de blancura;
que tenga la ternura
que tuvieron tus brazos al mecerme,
que tenga la pureza de tus ojos
y el milagro plateado de tus sienes.


Quiero decirte, madre, mi poema,
aquel que tú adivinas sin que yo lo pronuncie,
porque es como una parte de mi vida,
de mi vida tan simple y tan pequeña;
y bien puede decirse sin decirse;
y bien puede escucharse sin oírse;
Tú que sabes de todos los dolores,
dame a beber el agua de tu vida serena,
y mientras, digo quedo... muy quedo,
mi poema,
aquel que tiene incienso de tus rezos,
tómame entre tus brazos nuevamente
y cubre la ignorancia de mi frente
con la ciencia sublime de tus besos.

Ma. Emilia Peña Castellanos

FRASE DE SABIDURÍA

La humildad fingida es una careta transparente.
- Emilio A. Cosío,  (1926-2011) Escritor y constumbrista cubano.