11 de mayo de 2012

Ignacio Agramonte, un Diamante con Alma de Beso




Ignacio Agramonte,
un diamante con alma de beso

Ana Dolores García

El 11 de mayo de 1873 caía en una escaramuza contra el ejército español el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, jefe insurrecto de la región del Camagüey al comienzo de la larga e infructuosa Guerra de los Diez Años. 

Había nacido treinta y dos años antes en la capital de la región, Puerto Príncipe, el 23 de diciembre de 1841, en el seno de una de las familias de más abolengo de aquella ciudad de abolengos.

Cursó estudios de Filosofía y Humanidades en Barcelona, y a su regreso a Cuba obtuvo en la Universidad de La Habana la licenciatura en Derecho Civil y Canónigo. Dos años más tarde el doctorado, siguiendo así la larga tradición de su familia en la abogacía.

Alto, esbelto y de buena cuna, el joven se distinguía en los salones principeños. No podía haber puesto sus ojos en otra mujer que no hubiera sido Amalia Simoni, dotada de gran sensibilidad, esmerada educación y carácter decidido y tenaz. El futuro se encargó de demostrar lo acertado de su elección. Amalia le igualó en coraje y sacrificio, compartió sus ideales y sufrió con entereza persecuciones y el terrible dolor de la muerte de Ignacio.

Se casaron en 1868. Aquel año marcó el comienzo de un matrimonio y una guerra. Una guerra que convirtió al matrimonio en una breve e intensa historia de amor separada por la lucha en la manigua insurrecta y plasmada bellamente en testimonio epistolar. Tuvieron dos hijos, pero Ignacio no llegó a conocer a Herminia, su segunda hija: una descarga enemiga le arrebató la vida en un enfrentamiento habido en el potrero de Jimaguayú.

Hombre de leyes, Agramonte tuvo también el valor y la capacidad necesarios para convertirse en el Jefe Militar de Camagüey. Su figura sobresalió no sólo en las asambleas de los dirigentes que ideaban una Constitución para la futura república, sino que fue capaz de reorganizar las tropas mambisas que dieron tanto jaque a los hombres de Valmaseda.

Se enfrentó lo mismo a quienes preconizaban una reconciliación con la Colonia a cambio de ciertos derechos, o a Carlos Manuel de Céspedes cuando estimó que éste propasaba las atribuciones que se le habían asignado como presidente de la República en Armas. No dudó entonces en renunciar a su puesto de Representante a la Cámara y regresar al mando militar de su región, organizando la caballería "del Mayor" y levantando la moral de las tropas. En los anales de nuestra épica figura el rescate de su brigadier Julio Sanguily, arrebatado a las fuerzas españolas que lo tenían prisionero.

Aquel 11 de mayo, Agramonte se adentró en el potrero de Jimaguayú con pocos ayudantes. No sospechaban que serían víctimas de una emboscada. El Mayor fue alcanzado por una bala española y su cadáver fue llevado a Puerto Príncipe. Se le mantuvo por unas horas en el Convento-Hospital de San Juan de Dios, convertido a la sazón en Hospital Militar, mientras las autoridades decidían qué hacer con él. Al cabo, determinaron quemarlo.

Por la noche hubo festejos, banquete y celebración. La musa popular, dolida a la vez que orgullosa, dejó luego para la posteridad unas sencillas cuartetas que retratan la hidalguía y el valor del «Bayardo» cubano de quien José Martí dijera era «un diamante con alma de beso»:

Cuba tuvo un Agramonte,
un hijo de Camagüey,
que fue a combatir al monte
a los soldados del rey.

Cayó en su puesto de honor
el hijo de Camagüey;
y el muerto causó pavor
a los soldados del rey.

Y su cadáver augusto
quemaron en Camagüey,
porque el muerto daba susto
a los soldados del rey.
 
De nuestros archivos. Publicada originalmente el 11 de mayo de 2012

LAS GRACIAS DERRAMADAS SOBRE LA IGLESIA CUBANA




Las gracias derramadas
sobre la Iglesia cubana


Por Miguel Ángel Fernández González

…No ha sido tan sólo la peregrinación de Nuestra Patrona, el único acontecimiento que ha venido preparando todo este caminar de los católicos cubanos para la celebración de los 400 años de Presencia Mariana en nuestra amada Isla, sino que a esto se han sumado seminarios y catequesis parroquiales sobre la figura de la Virgen María en medio de la Iglesia.

Este año ha traído también consigo la conmemoración de un acontecimiento de especial relevancia para algunas comunidades específicas: la Parroquia de San José de Jatibonico y Arroyo Blanco y la Orden Agustiniana.

Se trata de la celebración del centenario del nacimiento del primer beato originario de Cuba, el diácono y mártir agustino fray José López Piteira, nacido el 2 de febrero de 1912 en Jatibonico, actual provincia de Sancti Spíritus, diócesis de Ciego de Ávila, (hace un siglo provincia y diócesis de Camagüey). Su síntesis biográfica fue publicada por vez primera coincidiendo con el día de su beatificación en Roma, el domingo 28 de octubre de 2007, la cual puede consultarse siguiendo el enlace: www.zenit.org/article-25258?l=spanish.

En el marco de las celebraciones conmemorativas de dicho centenario, el día 2 de febrero pasado, tuvo lugar una Misa de Acción de Gracias en la parroquia madrileña de San Germán de Constantinopla, a petición de parte de quienes en su devoción particular, pretenden honrar la memoria del primer beato cubano precisamente en la capital de España, muy vinculada a su trayectoria religiosa y al último y traumático período de su existencia terrenal, ya que junto a otros cincuenta compañeros agustinos, fue asesinado in odium fidei en la madrugada del 30 de noviembre de 1936, hace poco más de 75 años, en la localidad madrileña de Paracuellos de Jarama.

Reposan sus restos mortales, junto a los de otros miles de víctimas, de entre las cuales 119 ya han sido beatificadas por la Iglesia, en alguna de las siete fosas comunes que componen ahora el Camposanto de Nuestra Señora de los Mártires de Paracuellos, situado entre la ladera de dicha población y las márgenes del río Jarama.

También es recordado en la memoria de la Orden Agustiniana en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, así como por otros miembros de dicha congregación que mantienen por distintos motivos algún tipo de cercanía con Cuba, patria natal del beato, al igual que por otros tantos devotos jatiboniquenses o no, que desde distintos lugares tanto dentro de Cuba, como en las distintas comunidades eclesiales del Exilio Cubano, mantienen viva la llama de su memoria por su personal recuerdo y rogativas de intercesión hacia la figura de nuestro primer beato.

Destacan entre ellos el octogenario padre Eduardo Ángel Aguirre García, también natural de la parroquia de Jatibonico, exiliado en distintos países desde hace más de 50 años, quien ahora vive en una Residencia de sacerdotes en San José de Costa Rica.

Precisamente, hace año y medio que la Orden Agustiniana, por medio de Ediciones Escorialenses, publicó un libro que recoge los principales hechos acaecidos durante sus 24 años de vida, titulado “Beato José López Piteira, Agustino, Primer Beato Cubano”, escrito por el padre Miguel Ángel Keller OSA, durante sus años de estancia misionera en La Habana, del cual se reeditaron 500 ejemplares en la propia Cuba.

Tras haber invitado monseñor Mario Mestril Vega, obispo de la diócesis de Ciego de Ávila, a monseñor Juan García Rodríguez, arzobispo de Camagüey, para presidir el 2 de febrero la celebración del centenario del beato, hubo que aplazar la misma por coincidir con las Fiestas Patronales.

Finalmente, en la tarde del jueves 16 de febrero, tuvo lugar en la parroquia de San José de Jatibonico una solemne Eucaristía de Acción de Gracias, en la cual monseñor Mario cedió su lugar como celebrante principal a monseñor Juan García.

Toda la ceremonia constituyó un auténtico tributo local a la vida del beato nacido allí hace justo un siglo. También resultó muy emotiva la bendición por parte de monseñor Mario de una talla en madera de la imagen de fray José, hecha por el escultor local, Héctor Remedios, catecúmeno que recibió los Sacramentos en la Vigilia Pascual. Este artista atribuye, en gran parte, su camino de conversión a la fe católica, la devoción que ha despertado en él su conocimiento de la vida del mártir y beato.

Otro momento sumamente emotivo de la Celebración Eucarística tuvo lugar durante el ofertorio cuando varios niños de la catequesis presentaron distintos objetos que rememoraban la identidad cristiana y cubana del beato, seguido de una representación del escenario de su muerte y el último instante de su vida, cuando, ante el pelotón de fusilamiento, prorrumpió el grito de “Viva Cristo Rey”.

Todo lo acaecido en el marco de dicha celebración es un reflejo de las vivencias y del peregrinar de una sencilla Comunidad Parroquial en Cuba, que resume lo que los cristianos católicos cubanos han venido haciendo en los últimos meses a modo de preparación de los acontecimientos vividos bajo el lema con que la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba quiso otorgarle a la Visita Apostólica: “Junto a la cruz de Cristo esperamos al Papa”.

Ciertamente es un gran privilegio para todos los cristianos, contar con la ayuda, intercesión y auxilio durante nuestro diario peregrinar terrenal, de todos aquellos que son contados entre los “amigos de Dios”, bien sean santos, beatos o mártires, quienes bien merecen el nombre de “preferidos del Altísimo”.

Para quienes provenimos de la Isla Caribeña, ya vivamos dentro o fuera de ella, poder contar con la intercesión de uno de aquellos que "han pasado por la Gran Tribulación y han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la Sangre del Cordero" (cf. Ap 7,14), es un grandísimo y auténtico privilegio, con toda la Gracia y la Gloria que conlleva el tener semejantes intercesores ante el Trono del Padre en el Cielo, junto al Hijo y en presencia de María, Nuestra Madre Celestial, Reina de los Mártires.

Con estas celebraciones de los 100 años del nacimiento del Beato José López Piteira, tanto los jatiboniquenses, como el resto de los cubanos, queremos dar gracias a Nuestro Buen Dios por las gracias derramadas sobre la Iglesia cubana.
Reproducido de Zenit.org
Colaboración de Sonia Agüero

QUÉ ES UNA MADRE



Qué es una madre

Félix Pagés Romeo

Es un ascua que brilla intensamente,
que irradia destellos de dulzura...
es un astro de luz incandescente
que emana reflejos de ternura.

Dádiva que el cielo nos concede
y que se nos ofrece en sin igual bandeja,
mística ilusión de aquel que puede
tener la dicha de decir... MI VIEJA.

Es hallar en sus brazos el cariño
que otros brazos jamás podrán brindar,
tener quien nos mime como a un niño,
quien nos bese como nadie ha de besar.

Es vendaval de fuerzas increíbles,
mágico ciprés para cobijarnos...
antorcha que brilla inmarcesible,
brújula sin igual para guiarnos.

Madre... es decir amor incomparable,
cópula imposible de romper...
caudal de ternura inagotable
que brota de lo más hondo de su ser.

Es un fluido de fe que se reboza,
es un vaso de amor que se derrama...
es música del cielo dadivosa
escrita en el Iris... como pentagrama.

FRASE DE SABIDURÍA

La envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objeto.

- Jean de la Bruyere

10 de mayo de 2012

CÓMO CAMBIAN LOS TIEMPOS



Cómo cambian los tiempos...

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Eran los tiempos en que nosotros en Cuba 
estábamos en situación de poder ayudar 
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Remitido por Olavo García