1 de mayo de 2012

TERESA CABARRÚS, 6ª Y ÚLTIMA PARTE


Teresa Cabarrús y madame Récamier, una de sus mejores amigas. 

Teresa Cabarrús

Sexta y última parte

Teresa hubiera podido soportar los vacíos y desprecios, pero su marido no. El conde de Caramán no podía vivir tranquilo y cada día le pesaba más su situación. Existe una carta, escrita por Teresa, en la que quedan perfectamente reflejados sus sentimientos ante la crítica implacable a la que están sometidos:

«Quisiera, con todo el corazón, que Dios se apiadara de mis largos sufrimientos y de los tuyos poniendo término a mi vida que ya no es necesaria a nadie. Mas, en verdad, parezco destinada a hacerte merecer el cielo [...] Tus cartas, querido amigo, hieren mi corazón, pues veo demasiado claramente que la malevolencia ha logrado hacer que te arrepientas de lo que hiciste, y veo hasta qué punto soy una carga para ti, y de qué peso tan grande te aliviaría si el Cielo pusiera fin a mi existencia. Créeme que lamento no poder desembarazarte de esa carga sin crimen y sin proporcionar nuevas armas a esa malevolencia que envenena mi vida. Mi corazón, sin embargo, está lejos de guardarte rencor; te compadezco y sufro más por ti que por mí.»

Pero lo cierto fue que, con dificultades y desencuentros, François y Teresa consiguieron salir adelante y mantenerse firmes. Sin duda, los tres hijos habidos en el matrimonio contribuyeron a reforzar la unión de la pareja. Pero la sociedad nunca les iba a dejar tranquilos.

En 1830 se estrenó en París, Robespierre, melodrama histórico que recreaba distintos aspectos de la época revolucionaria. Los personajes más importantes de aquella etapa cobraron vida en el escenario y, lógicamente, uno de ellos era Teresa, madame Tallien. La obra gozó del favor del público y muy pronto se representó en toda Europa. Los príncipes de Chimay, según la biografía de una de sus biznietas, se encontraban entonces en Niza. Teresa estaba muy enferma y su marido había querido acompañarla. Fue en Niza donde se enteraron de la existencia de la obra. El príncipe escribió desesperado a su hijo José:

«Es pues imposible, querido, vivir un momento tranquilo. Me disponía a librarme de la sombra de mis pensamientos cuando al abrir un periódico veo el anuncio del gran éxito de un melodrama titulado Robespierre en el cual, con desprecio de todas las conveniencias, se permite colocar en escena a mi pobre mujer. [...] Desgraciadamente no he podido ocultarle este anuncio que solamente habla del éxito, prometiendo nuevos detalles. [...] Tu madre ha pasado una noche espantosa; la tos convulsiva ha vuelto y el pobre médico ya no sabe qué hacer, cuando la primera condición, la tranquilidad del espíritu, es imposible. Yo no he dormido tampoco. Estoy pagando bien caros algunos años de felicidad; que este ejemplo, hijo mío, te sirva para prever mejor que yo el porvenir».

François de Riquet, conde de Caramán y príncipe de Chimay, se había casado con Teresa Cabarrús por amor y desafiando a todos. Pero no era lo suficientemente fuerte para soportar el pasado de su mujer. Un pasado que conocía desde el primer día y que no le importó asumir, aunque después la dura realidad le hiciese lamentar su decisión. Teresa, conociendo los sentimientos de su marido y no queriendo perjudicarle en su carrera política, seguirá a su lado, casi siempre en la sombra, cuidando de él y de sus hijos. Ella, que había brillado esplendorosamente en el París prerrevolucionario y en la época del Directorio, se instalará ahora en Chimay cumpliendo con dignidad su papel de esposa y madre. Ya no es la jovencita alocada que desea alcanzar la gloria y el poder. Teresa se ha dado cuenta de que ambos son efímeros:

«Yo que aprendí a mi costa a reflexionar, sé que el dinero no basta para ser dichoso, que no se debe nunca causar asombro ni llamar la atención de nadie con actos que no parezcan sencillos. El que sabe ser moderado en todo conoce el secreto de vivir bien y de ser amado y considerado por todo el mundo».
 
Según se puede deducir de este texto escrito por Teresa, su escala de valores había variado sensiblemente. Solo permanecerá inalterable su generosidad. Murió el 15 de enero de 1835 en Chimay.

En la historia de esta localidad medieval belga, se recuerda a Teresa Cabarrús como una verdadera bendición para toda la ciudad. Porque ella fue la más popular y generosa, la más bella princesa de Chimay. Desde el teatro creado en su memoria, la música parece sonar sólo para ella.

Tomado de: http://www.sentadofrentealmundo.com

DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES


Día Internacional de
los Trabajadores

El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial.

Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago.

Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. En la actualidad es una fiesta reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, y se celebra en muchos países.

En los Estados Unidos no se celebra esta conmemoración. En su lugar desde 1882 se celebra el Labor Day (Día del Trabajo), el primer lunes de septiembre.

El presidente Grover Cleveland, auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos.

 Reproducido de nuestros archivos.

FRASE DE SABIDURÍA

La medida del amor es amar sin medida
- San Agustín

30 de abril de 2012

NO ES CASUALIDAD

NO ES CASUALIDAD 

por Roberto Jiménez

Ayer amanecimos en el pueblo con la noticia de un incendio más en un negocio. Pero... el negocio esta vez resulta que es una agencia de viajes a Cuba, que organizó alguna o algunas de las llamadas peregrinaciones con motivo de la reciente visita del Papa a la isla. Lo curioso del caso es que sin apenas haber sido apagadas las llamas --y que, por supuesto, no se haya emitido resultado de alguna investigación oficial--, ya hay medios locales y la dueña de la agencia que sugieren un atentado como origen del siniestro, en represalia por las susodichas peregrinaciones. 

Yo no sé si es cierto o no que algún cabeza caliente el exilio haya sonado par de cocteles molotov a los cristales del negocio, o si se trate de una autoagresion más de las que los agentes de la tiranía se suelen recetar en Miami para inculparnos a todos los pertenecientes a la "mafia" miamense. Pero de lo que sí no tengo la menor duda es de que este flamígero incidente no ocurre casualmente a renglón seguido de las miserables declaraciones del cardenal cubano Jaime Ortega Alamino, en la universidad de Harvard, acusando a nuestro exilio de haber elucubrado la presencia de opositores en templos de la isla para protestar contra la tiranía a propósito de la visita de SS Benedicto XVI. 

El viaje del purpurado y su avanzada de laicos elitistas a EEUU está claramente dirigida a servir de voceros del régimen castrista, continuando con su inveterada obsesión de desligtimizar a este exilio, porque no ha dejado de enfrentársele durante todo el negro período de nuestra tragedia nacional causada por su despiadado totalitarismo.

Si todo un cardenal de la Iglesia se ha prestado a arrojar falso fango ante un público internacional sobre la memoria de un santo pastor como Monseñor Agustín Román, genuino representante de la dignidad de la Iglesia, del exilio y de todo nuestro pueblo, ¿cómo dudar que el fueguito de marras forme parte de la misma campaña castrista que trajo a este país a Jaime y sus super laicos genuflexos ante el regimen ?

Recibido de María del Carmen Expósito

TERESA CABARRÚS 5ª PARTE



Teresa Cabarrús

Quinta parte
El hueco dejado por Tallien en el corazón de Teresa será ocupado por el poderoso Paul Barras. En su castillo de Grosbois, Teresa ocupará el lugar de «señora de la casa». Ella fue una de las más genuinas representantes de las llamadas merveilleuses, aquellas hermosas mujeres que jugaron un papel preponderante en la sociedad francesa de finales del siglo XVIII: marcaban la moda no sólo en el vestir, sino también en las costumbres, gustos y preferencias decorativas.

Teresa vivía con Barras cuando conoció al entonces joven oficial Napoleón Bonaparte. El militar atravesaba por una situación económica difícil y Teresa le ayudó. Además, ella había salvado la vida a la que un día se convertiría en su esposa. Teresa Cabarrús y Josefina de Beauharnais se habían hecho amigas en la prisión de la Force. A pesar de estos lazos de amistad, cuando Napoleón se convirtió en emperador se olvidó de Teresa. La Cabarrús fue la gran ausente de todas las celebraciones oficiales. ¿Por qué Napoleón la rehuye? ¿Le recordaba Teresa unos años que deseaba olvidar? ¿Existían otras razones?

Ha quedado recogido en algunos textos que la Cabarrús había rechazado las insinuaciones de aquel joven oficial que, prendado de su belleza, le propuso relaciones. Es posible que el emperador Napoleón Bonaparte no desease recordar ciertos aspectos de su vida pasada ni de la de su mujer. Quería romper con el pasado y Teresa era un testigo desagradable. Le recordaba demasiado aquella etapa que él deseaba olvidar. A pesar de que ella le había ayudado cuando casi nadie le conocía, o tal vez por ello, Napoleón la marginó socialmente.

Después de Barras, pasó a los brazos del banquero Gabriel Ouvrard, con quien tuvo hijos, y finalmente, volvió a probar fortuna en el matrimonio con el que sería su tercer esposo, François-Joseph de Riquet, conde de Caramán y príncipe de Chimay. Cuando el aristócrata conoció a Teresa Cabarrús, ésta seguía siendo una mujer muy hermosa, pero tenía treinta años, varios hijos y dos divorcios. Aun así, se enamoró de ella y, en contra de la opinión de su familia, que se oponía a aquella relación, se casó por lo civil con Teresa. Años más tarde, al morir el marqués de Fontenay, primer marido de Teresa, formalizarían su unión celebrando el sacramento del matrimonio.

Teresa convirtió Chimay en un lugar acogedor y atractivo. Organizaba extraordinarias veladas musicales para complacer a su marido, apasionado melómano. Pero tampoco la felicidad del matrimonio Caramán-Cabarrús fue muy duradera, no porque el amor entre ellos hubiera desaparecido, sino porque la sociedad nunca le perdonó a Teresa su pasado.

Y François de Riquet sufría con los desplantes que les hacían. Muchas familias dejaron de invitarles y cuando el conde de Caramán fue distinguido con un cargo por el Gobierno holandés, acudió a la corte acompañado de sus hijos. Teresa se quedó sola en Chimay. A ella no la aceptaban.

Tomado de
http://www.sentadofrentealmundo.com
(Continuará mañana)