12 de abril de 2012

AGUSTÍN ROMÁN, UNA VIDA DE FE DEDICADA A CUBA Y EL EXILIO



Agustín Román: 
una vida de fe 
dedicada a Cuba y el exilio

Daniel Shoer Roth
El nuevo Herald

Monseñor Agustín Román, el padre espiritual que podía unir al exilio cubano más allá de las diferencias políticas y generacionales, murió anoche, miércoles 11 de abril, de un paro cardiaco en Miami. Tenía 83 años.

“Se ha muerto quizás el cubano más grande de nuestros tiempos, un hombre que entregó su vida al ejercicio de su ministerio”, expresó el abogado Rafael Peñalver, quien acompañó a Román en algunas de sus hazañas más conocidas. “Lo más importante fue que entregó su vida a predicar y con su ejemplo llevó la palabra y la esperanza de Cristo a los más necesitados, a los enfermos, a los presos, a los exiliados, a los desamparados y los desesperados”.

Román, quien se alzó de un origen muy humilde hasta una posición de indiscutido liderazgo entre los cubanos dentro y fuera de la isla, fundó la Ermita de la Caridad del Cobre y la transformó en un centro de peregrinación y oración al que acuden miles y miles de cubanos de todas partes del mundo.

Una mañana de enero de 1979, Román recibió una llamada del entonces arzobispo Edward McCarthy con una inesperada noticia: el papa Juan Pablo II lo había nombrado hacía unas horas obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Miami. Ese día también se convirtió en el primer obispo cubano de la Iglesia Católica en Estados Unidos y uno de los 10 primeros hispanos.

“Para mí fue una gran sorpresa porque nunca en la vida me esperaba eso”, recordó Román en una entrevista con El Nuevo Herald el año pasado. “¿Qué me importaba a mí ser obispo? Mi ideal era trabajar en Cuba en mi Diócesis de Matanzas”.

Expulsado de Cuba por el régimen de Fidel Castro en 1961, Román escogió seguir el camino del padre Félix Varela, negándose a regresar a Cuba hasta que su patria fuera libre.

Román salió el miércoles de la casa pastoral, donde vivía en un pequeño cuarto solamente con una pequeña cama, escritorio y sillón, para ir a predicar el Evangelio en una clase de catecismo en el santuario que él mismo construyó con la ayuda de miles de cubanos que contribuyeron con centavos.

Al ver que no llegaba, fueron a buscarlo y lo encontraron desmayado dentro de su automóvil. Inmediatamente fue transportado al Hospital Mercy donde fue pronunciado muerto a las 9:45 p.m.

“Murió con las botas puestas, como él le hubiera gustado haber muerto, trabajando por el reino hasta el último momento”, afimó el padre José Luis Menéndez, de la Iglesia Corpus Christi en Allapattah. “Como tantos no logró ver a una Cuba libre pero siempre vivió con Cuba en su corazón y luchó por hacerla libre hasta el final”.

Por muchos años, Román sufrió de problemas cardiacos y fue sometido a varias operaciones de corazón abierto. Pero cada una de esas recaídas eran un reto para él en su deseo de ver los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre en la Bahía de Nipe.

No sólo lo vio, sino que incluso presenció al papa Benedicto XVI arrodillado ante ella, y también pudo celebrar el decreto de Félix Varela como venerable en su camino a los altares.

Para los exiliados, Román representó un faro, un líder, un guía, un padre. Para la arquidiócesis, fue un pastor, un evangelizador y un ejemplo.

“La Arquidiócesis de Miami ha perdido a un gran evangelizador que incansablemente predicó el Evangelio a todos”, declaró el arzobispo Thomas Wenski en un comunicado. “El pueblo cubano ha perdido un gran patriota. El obispo Román fue el Félix Varela de nuestros tiempos”.

Román nació el 5 de mayo de 1928 en el poblado de San Antonio de los Baños, al sur de La Habana. Su padre, Rosendo Román, era un campesino de ascendencia española.

Fue ordenado sacerdote en Cuba en 1959. Dos años después fue expulsado a España junto a otros 130 religiosos por el gobierno comunista de Fidel Castro. Trabajó cuatro años en Chile como misionero en la Sociedad de Misiones Extranjeras. De paso por Miami en 1966, exiliados cubanos lo convencieron de que ya era inminente la libertad en Cuba.

“Pensé entonces que era mejor quedarme para regresar desde aquí a la patria”, señaló Román el año pasado.

En septiembre de 1967, el primer arzobispo de Miami, Coleman Carroll, lo nombró rector de la Ermita, un nuevo santuario que sería erigido en un terreno de la arquidiócesis aledaño al Hospital Mercy, en el cual los exiliados venerarían a la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba. También fue designado capellán del hospital, función que desempeñó hasta 1973 para luego dedicarse plenamente a la Ermita.

Días antes de recibir la llamada de McCarthy, Román ofició una misa dominical en la que leyeron el Capítulo 9 de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, que reza: “Ay de mí si no predico el Evangelio”.

Se le quedaron grabadas esas palabras. Cuando McCarthy le indicó que debía escoger el lema de su episcopado, no tuvo que pensarlo dos veces.

“Sentí que Dios quería eso de mí”, acotó Román al describir su obispado.

Resignado a no poder volver a su patria, Román dijo hace algún tiempo: “Sé que cuando esté en el cielo, podré ver a Cuba mucho mejor”.

LOS BUQUENQUES



 
Los buquenques

Augusto César San Martín


 LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org – Durante años fueron perseguidos por la policía hasta que la ¨nueva política económica del gobierno para salvar al socialismo” los legalizó y les cobró el diezmo. “Gestor de Transporte” o “Buquenque” (en el argot popular), es uno de los empleos aprobados para ejercer el cuentapropismo en Cuba. Los gestores de transporte pagan 100 pesos mensuales (4 dólares) al gobierno como tributo por ejercer su “oficio”. Trabajan desde el alba hasta la noche gritando en las piqueras de taxis, procurando pasajeros y anunciando el destino de los boteros.

«¡Playa por 3ra, Habana por Línea, Reparto Eléctrico, Guanabacoa, Matanzas, Camagüey..! Donde exista un punto de salida de taxis particulares, irrumpen los “buquenques”.

 Sin distinción de sexo, el buquenque se caracteriza por su rudeza y determinación. Dominar al público, organizar la cola de choferes y marcar el territorio, espantando de la piquera a los colegas competidores, requiere cierto nivel de fanfarronería.

El buen buquenque se impone sobre el cliente para decidir el auto donde éste va a viajar, casi siempre un engendro surgido de lo que fue un flamante automóvil americano de los años 50. Esos folclóricos armatostes “clásicos”, puestos de moda por la propaganda turística del gobierno, que trasladan hasta ocho pasajeros, hacinados y envueltos en una nube de humo.

Los buquenques cobran una comisión a los taxistas por llenarles el auto de pasajeros en la piquera. Cuando la ruta es en la ciudad, le cobran 5 pesos al chofer antes de despedir el taxi. En las piqueras interprovinciales le cobran al taxista una comisión de 10 a 25 pesos por cada pasajero.

En un turno de 6 horas un buen buquenque puede despachar hasta setenta taxis. Todo depende de la zona donde labore y de su habilidad. Las mejores piqueras para hacer dinero son las del centro de la ciudad, de donde salen taxis hacia los diferentes municipios.

Las plazas de “Gestor de Transporte” en las piqueras están ya copadas y no existen oportunidades para quienes deseen incorporarse a este trabajo. El gobierno suspendió el otorgamiento de nuevas licencias para ejercer la actividad.

Mucha gente considera que, al igual que los “parqueadores” estatales, los buquenques son simplemente truhanes innecesarios que coaccionan al público a someterse a un servicio sin alternativas.
No pocos choferes de taxis han renunciado a las piqueras y buscan sus pasajeros en la calle por sí mismos, para evitar la extorsión de los buquenques.«Son pandilleros que controlan las piqueras. Yo no le entrego mi dinero a ningún holgazán», me comentó un taxista que recogía pasajeros fuera del área controlada por los buquenques.

Otros piensan diferente. Principalmente los choferes cuyos destartalados autos no pueden competir con otros que están en mejor estado, los buquenques son un mal necesario.«Al menos organizan la cola en las piqueras, de lo contrario esto fuera el bayú de Lola», dice un taxista que conduce un destartalado Chevrolet del 52, transformado en automóvil de ocho plazas, que se mueve debido a algún milagro.

Necesarios para algunos y detestables para otros, los buquenques son parte del paisaje. Para el pasajero que quiere elegir el servicio que paga, los buquenques son generalmente un incómodo obstáculo. Para la mayoría de los taxistas son pandilleros que extorsionan con licencia gubernamental.


EL DECORO DE MUCHOS HOMBRES

Guillermo Espinosa, con camisa blanca y bolso negro

El decoro de muchos hombres


Por Aleaga Pesant


LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -La frase es de José Martí: «Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres». Me vino a la mente cuando veía una y otra vez, hasta el cansancio, las imágenes del camillero de la Cruz Roja que agredía con furia animal a un disidente que era arrestado por la policía de civil, por gritar “abajo el comunismo”, durante la misa papal en Santiago de Cuba.

Este acto barbárico, registrado en audio y video por las televisoras extranjeras presentes en la ciudad, le dio la vuelta al mundo y se recordará con vergüenza por los cubanos. Pero el triste e indignante espectáculo sirvió también para despejar dudas y marcar la visita del Papa con la esencia represiva del régimen, que muchos trataban de obviar y encubrir, como una realidad incómoda, entre cánticos religiosos y llamados al “perdón, el amor y la reconciliación”.

Sin embargo hay algo en el infame video que la mayoría de la gente pasó por alto. Se trata del hombre pelado al rape, con pulóver blanco que se abalanza sobre el camillero agresor que, en medio de la euforia, ataca nuevamente al valiente indefenso con la misma camilla de madera y hierro.

El desconocido del pulóver blanco abraza al de la Cruz Roja y lo saca, y sin detenerse, se enfrenta a un esbirro vestido de civil, con pulóver de rayas negras y blancas, que no identifica al recién llegado.

Diez días después de los sucesos, cuando pude finalmente ver el video del incidente, que el mundo vio en tiempo real pero la dictadura mantiene censurado para los cubanos, me llamó la atención el enfrentamiento entre los dos hombres.

Supuse que ambos – el del pulóver blanco y el del de rayas- eran de la policía y que, en medio de la confusión del momento, se había producido una descoordinación entre los agentes. Pero al mirar más detenidamente ese momento identifiqué al hombre que sacó del juego al camillero.

Guillermo Espinosa, un demócrata de amplio historial, en su natal Santiago, y que estuvo en prisión domiciliaria durante tres años pos sus actividades pro democráticas, fue el hombre que se lanzó sobre el de la Cruz Roja. Lo localicé por teléfono, gracias a la cortesía del Roberto de Jesús Guerra, director de Hablemos Press, en La Habana, y el abogado Ernesto Vera, en Santiago de Cuba. Estaba en su casa, a un costado de la carretera vieja del Cobre.

Según narra Guillermo, estaba cerca del lugar y cuando vio lo que ocurría con Carrión trató de auxiliarlo. Sin pensarlo se abalanzó sobre el camillero y lo tiró a un lado. Inmediatamente después fue identificado por la policía política, que lo detuvo durante veinticuatro horas en la estación de policía conocida como Micro 9, bajo los cargos de “desacato a la autoridad”.
Durante la conversación comprendí que Guillermo no sabía hasta ese momento que el incidente se conocía en todo el mundo y él aparecía agarrando al camillero y enfrentándose al policía vestido con el pulóver negro de rayas.

-¿Por qué entraste en la bronca y después no hiciste la denuncia de tu detención?, le pregunté.

-¿Qué denuncia iba a hacer? Defender a ese hombre de los abusadores era lo que tenía que hacer, y lo hice.

-¿Estabas en combinación con Carrión?

-No, yo no sabía lo que él iba a hacer. Entré a defenderlo por solidaridad, nagüe.

Al terminar la conversación, llame al Presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez, y le pregunté si se conocía la participación de Guillermo Espinosa en incidente y su posterior detención.

La respuesta de Elizardo me confirmó que Guillermo era uno de esos héroes anónimos, uno de los que llevan en sí el decoro de otros muchos hombres sin decoro.

FRASE DE SABIDURÍA

Todos los hongos son comestibles... algunos, solamente una vez...
 - Anónimo

11 de abril de 2012

VÍDEO DE LA VISITA A CUBA DE SS EL PAPA BENEDICTO

La visita a Cuba de su Santidad el Papa Benedicto. 
Vídeo realizado por Araceli Cantero, 
de la Arq. de Santiago de Cuba:
Recibido de Rogelio Zelada

UN CAFÉ CUBANO, POR FAVOR

UN CAFÉ CUBANO, POR FAVOR


 Elsa M. Rodríguez

Los miamenses están acostumbrados ya a que cada vez que un político que aspire a una posición, ya sea en el gobierno local, estatal o federal, cuando visita Miami lo primero que hace, porque así se lo sugieren sus jefes de campaña, es visitar a uno u otro restaurante muy conocido por el residente de esta ciudad, y pedir una tacita de "café cubano".

Acto seguido, repite las consabidas consignas de "Viva Cuba Libre" y "Abajo Fidel Castro". Esta rutina la repiten una y otra vez tanto demócratas como republicanos, aunque hay que admitir que son estos últimos quienes más practican esta movida y son duramente criticados por sus oponentes, que los tildan de mentirosos y oportunistas.

Muchos vienen tan bien preparados que además del ya acostumbrado cafecito, comen un "pan con lechón" o se beben un "Cuba Libre", y todo esto lo hacen vistiendo una guayabera, o sea la típica prenda cubana. Claro, la guayabera no es patrimonio exclusivo de los cubanos, también los mexicanos especialmente en Veracruz presumen de la misma, y no solo ellos, también los colombianos, especialmente los que radican en la costa del país Sudamericano, especialmente en Cartagena de Indias.

Ahora, como durante los días 14 y 15 de Abril se celebrará la Cumbre de las Américas en Cartagena, muchos políticos asistentes a esa reunión vestirán la guayabera. De hecho, hasta el presidente Obama y su mujer, la Primera Dama Michelle Obama vestirán una guayabera. Estas guayaberas no serán fabricadas en el negocio del Rey de las Guayaberas de Miami, Ramón Puig, sino por otro fabricante muy conocido, el maestro cartagenero Edgar Gómez.

Es un gesto bonito del presidente el presentarse a los colombianos vestido con su traje típico, pero si queremos ser justos y equitativos, si cuando un republicano viste la guayabera "cubana" recoge todas las críticas de sus oponentes por considerar este un gesto demagógico, sería bueno conocer la opinión de estas personas ahora que el presidente hará lo mismo en Colombia.

Y es que la demagogia no está afiliada a un partido en particular, cada cual la utiliza cuando le es conveniente, y especialmente cuando pueden aprovechar la oportunidad de saborear un riquísimo "café cubano", café que probablemente fue cosechado en Colombia.

Si además de vestir la guayabera en honor a los colombianos, el presidente se decide a aprobar de una vez el Tratado de Libre Comercio con ese país, entonces si valdría la pena que por un par de días, Barack Hussein Obama se disfrazase de colombiano.

Elsa M. Rodríguez
Hialeah, FL