30 de marzo de 2012

FRASE DE SABIDURÍA

Reconciliación significa que cada cubano hable con su propia voz para que el diálogo nacional sea posible. 

-Oswaldo Payá Sardiñas (1952- ) dirigente del Movimiento Cristiano de Liberación

Y TAMBIÉN LA LLUVIA...



Y también la lluvia…

Jesús de las Eras


Y también la lluvia, sí. También la lluvia, sí, despidió hace catorce años y dos meses a Juan Pablo II de la preciosa isla de Cuba. Era el atardecer del domingo 25 de enero de 1998. Durante cinco días el Papa Wojtyla había recorrido de occidente a oriente, de costa a costa la isla de Cubanacán
 
En su periplo, había ido iba sembrando, en la besana abierta de una tierra rica, fértil y agradecida, la semilla del evangelio de Jesucristo traducida a sus dimensiones antropológicas, transcendentes, morales y sociopolíticas. Entonces no era un vendaval ni un huracán el que se cernía y envolvía el corazón del Caribe y del Mar de las Antillas. 


Era un viento fresco y suave, aunque tan puro y tonificador; era una lluvia mansa y cuajada de promesa. En la tierra donde se ha hecho de una revolución un mito y una meta, Juan Pablo II habló sin prisa pero sin pausa de la revolución por excelencia de todos los tiempos: la de Jesucristo el Señor del tiempo y de la historia, la Verdad y la Esperanza.


Aquel domingo 25 de enero de 1998 la tarde estaba cayendo sobre La Habana y sobre toda Cuba. Era la hora del crepúsculo, incluso de la nostalgia. Era el turno de su discurso oficial de despedida, en el que repetiría y sintetizaría las líneas maestras de su magisterio de estos días. Acabada la lectura del texto previsto, volvió a improvisar - el mejor de los síntomas para calibrar su estado de ánimo -: "cuando venía el aeropuerto -dijo- ha empezado a llover. Pensé que los cielos lloraban la marcha del Papa de Cuba. Pero pronto entendí que esta era una interpretación muy superficial y recordé aquel himno litúrgico del adviento que implora que se abran los cielos y descienda el Salvador...".


En efecto, aquella lluvia, como el mismo Papa polaco, ya beato, dijo a renglón seguido, era otro símbolo, hermoso y fehaciente, de que Cuba y su Iglesia Católica se hallan en un nuevo adviento, que el Papa ha venido a consolidar, impulsar y fortalecer. 


En el atardecer del miércoles 28 de marzo de 2012 también llovió sobre La Habana, después de un día tórrido e intenso. También la lluvia quiso, ha querido ayer mismo, despedir al actual pastor supremo de la Iglesia, a Benedicto XVI, quien, con 85 años en sus espaldas, acaba de volver a dar lo mejor de sí mismo por los caminos hermosos, fatigosos y fatigados del oriente al occidente de la perla del Caribe. Benedicto XVI no es persona de huracanes ni de vendavales. Es persona de lluvia fina. Y la lluvia fina de Jesucristo, de su Iglesia, de la verdad, de la caridad, de la reconciliación, de la esperanza y de la concordia había sido, ha sido su siembra generosa y abundante, esparcida con paciencia, con amor y con perseverancia,  durante tres agotadoras jornadas en la histórica isla de Cubanacán que tanto deslumbró a Colón y a sus primeros descubridores occidentales.


Hoy, un día después, habrá todavía quien piense si el Papa se quedó cortó o si se pasó. Habrá quien siga preocupado en saber lo que habló o lo que dejó de hablar con el actual presidente Raúl Castro o, más aún, con su hermano, hermanísimo, el comandante Fidel, ya en evidente atardecida y retirada. Habrá quien siga diciendo que debía haber hablado con los disidentes. O no. Y toda su valoración del viaje papal se quede en esto.

Pero yo digo y escribo lo que siento: me ha bastado, me ha emocionado la lluvia fina. Y me ha sobrecogido que al irse el Papa de La Habana haya vuelto a llover. Y es que, a pesar de los pesares y son muchos, quienes hace catorce años y quienes ahora hemos sido testigos, de un modo u otro, de aquella y de esta lluvia, de aquella  y de esta siembra, de aquella y de esta brisa y de aquel y de este viento damos testimonio, humilde y gozoso, de que la Iglesia de Cuba vive en adviento, vive en esperanza preñada de anhelos y expectativas mejores
http://revistaeccesia.com


LA CRUZ ROJA REACCIONA SOBRE LA AGRESIÓN A JOVEN CUBANO DURANTE MISA PAPAL EN STGO DE CUBA

LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL REACCIONA FUERTEMENTE SOBRE EL INCIDENTE DEL JOVEN CUBANO GOLPEADO POR UN INDIVIDUO QUE USABA EL LOGOTIPO DE LA INSTITUCIÓN

VÍDEO COMPLETO DE  LA DETENCIÓN Y AGRESIÓN  AL JOVEN CUBANO QUE GRITÓ "ABAJO EL COMUNISMO":

http://www.youtube.com/watch?v=WskVwi6SUyw&feature=youtu.be

EL P. EMILIO BIOSCA



El P.Emilio Biosca, sacerdote camagüeyano que desempeña su ministerio misionero en la diócesis oriental de  Bayamo-Manzanillo, ayuda en la distribución de la sagrada Eucaristía en la Misa celebrada el pasado lunes 26 por SS Benedicto XVI en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba.

El P. Emilio es hijo del Dr. Emilio Biosca y su esposa María del Carmen Agüero, residentes en Virginia, y nieto de dos profesionales ya fallecidos pero bien recordados por los camagüeyanos, el Dr. Emilio Biosca, por largo tiempo Profesor del  Instituto de Segunda Enseñanza, y el Dr. Elpidio Agüero, conocido dentista de nuestra ciudad.

Foto cortesía de Vale y Elvira García

LA BURLA DE RAÚL CASTRO A BENEDICTO XVI

Constancia gráfica de la burla que hace  Raúl Castro 
de SS Benedicto XVI.
 


Igualmente, el vídeo sobre la visita del Sumo Pontífice al palacio de la revolución para un encuentro más con el sátrapa cubano, se corta abruptamente cuando ya finalizada la visita y  una vez el Papa dentro el automovil, se oye la inconfundible voz de Raúl que dice... "Bueno, muchachos..." ¿Cuál sería el final de esta frase que  tuvieron que dejar trunca..?

Ante tanto cinismo ¿qué podemos esperar?
Reproducido de www.ellugareno.com
Foto: Getty images

29 de marzo de 2012

TRIBUTO A MARÍA DE LOS ÁNGELES SANTANA


 
Tributo a María de 
los Ángeles Santana

Marlene María Pérez Mateo


-Agamenon- -AgameNON- -AGAMENON-

No sé ni cuantas veces imitábamos mis amigas de infancia y yo este trío de palabras que iban de lo operático hasta el grito y luego casi el gruñido. La idea partía de la caracterización que Doña María de los Ángeles Santana Soravilla hacia semanalmente en televisión cubana de la Señora Alcaldesa Remigia Pérez Topete, esposa de Plutarco Tuero (Enrique Almirante) y enemiga jurada de Chiquitica Rubalcaba. Era para entonces “San Nicolas del Peladero”, programa televisado en vivo por el Canal 6, uno de esos pocos que pertenecían al Olimpo informal de los llamados “programas que se pueden ver”. Su elenco  y presentación eran de sobrada calidad y para salir de la rutina, humorístico de esos que ya no hay. 


     Mucho pudiera decir de dicho arte que ha quedado en mi memoria de mis años de infancia, quizás en otra ocasión. Dirijo ahora estas líneas a un gozoso homenaje a una de las damas del arte dramático cubano, esas que nunca se van: Doña María de los Ángeles. Supe hace unos días de su desaparición física en febrero del 2011. Sabia de ella lo que mis ojos podían captar a mis cortos años en que disfruté de sus interpretaciones.

    Paulatinamente he ido creciendo y también he aprendido a apreciar poco a poco sobre  su significado en la escena y el canto cubano. Pocas se le igualan, ese paraninfo le pertenece a otras, tales  como Margarita Balboa (nuestra dama de las Camelias), Maritza Rosales, Gina Cabrera, Eloísa Álvarez Guedes, Raquel Revuelta, Odalys Fuentes, Candita Quintana, Aurora Basnuevo,  Aurora Pita, Marta del Rio, Marta Jiménez Oropesa, Rosita Fornés, Natalia Herrera, Ada Vinaz, Ana Nora Calaza, Parmenia Silva, Velia Martínez, Ana Margarita Menéndez;  perdón si dejo a alguien en el tintero.

      María fue  una mujer bellísima de esas que se llevan con elegancia y decoro (no abundan). Se dice fue una de las intérpretes conocidas de Lecuona. Llevó una carrera difícil, en un medio controversial y en un momento crucial, en fin todo un reto. Lo hizo con mucha dignidad. No recuerdo que llegara a la escena catapultada por nada que no fuera su arte (claro que le sobraba) ni con mayor valor que dicha cualidad, don divino de los dioses otorgado a los excepcionales. Lo hizo así; pero pudo no hacerlo. Es asumible que el camino fácil, es decir la vereda, le fuera ofrecida total o implícitamente,  mas se mantuvo en su línea y eso cuesta; conclusión no cambió. Pudo haber hecho mas y con menos con tan detestables medios. Allí se cuenta la adulación (en todas sus formas), la venta al mejor postor (en todas sus maneras también) mas fue de las que se mantuvo. No recuerdo de ella la grosería,  la altanería,  la jactancia; ella era de esas que sabían estar.

     Escuché algunas de sus entrevistas, desafortunadamente no muchas. Fue extremadamente valiente e inteligente. Mencionó y  valoró a Goar Mestre, ex dueño y fundador de televisión  cubana, impensable. Habló con mucho respeto de la institución del matrimonio empezando por el suyo propio. De su compañero de vida, Julio de la Vega, y la capacidad que ambos decían tener para reinventar la felicidad. Del compromiso asumido por ella con sus padres por los valores que ellos le habían enseñado. 
   
  Para mi generación fue algo así como una abuela de la escena, una Diva de a de veras.          

LA COMMEDIA È FINITA, LA TRAGEDIA SIGUE


La commedia è finita,
la tragedia sigue

Ana Dolores García

La puesta en escena duró tres días e incluyó mucha fanfarria, recibimiento militar, exhibiciones de ballet, apretones de manos hipócritas,  intercambio de regalos y entrevistas no programadas o tal vez no deseadas para las que hubo que fabricar tiempo en atención a los dos moribundos, mientras que no quedaba tiempo para otras cosas que pudieran ocasionar disgusto.

La puesta en escena, muy bien planeada. Todo bien atado y medido. Un orden perfecto porque nuestro pueblo está bien entrenado para obedecer, aparte de que muchos de los extras que aparecían en las escenas de las plazas sabían muy bien su libreto: vigilar el silencio. El silencio de los obedientes, que habían sido advertidos de portarse bien y   de que oyeran el mensaje que el Papa les traía. Silencio que se unía al de los  que   estaban allí exclusivamente por mandato.  

Una muestra magistral de poderío e intimidación, para cuyo preparativo se emplearon días y días de amenazas y encierros. Todo  salió a pedir de boca de quienes montaron la puesta en escena. Lástima que lo echara a perder un asalariado del imperio que se atrevió a gritar contra el comunismo en la plaza Antonio Maceo de Santiago antes de que el Papa comenzara la Misa, y antes de que le entraran a golpes los agentes de seguridad, uno de ellos disfrazado de miembro de la Cruz Roja. O el grupito que llegó a corear “Libertad” en la Plaza Cívica de La Habana cuando ya el Papa marchaba al concluir la liturgia.

La palabra del Papa Benedicto se repetirá (y se rumiará, como un sacerdote comentarista de la televisión aconsejara), en los círculos semicerrados de los templos y las casas de misión. "Semi" cerrados, porque ninguno de ellos deja de estar infiltrado. Para los extras de las plazas, los que fueron movidos por la curiosidad, o por las órdenes que recibieron, poco quedará de la palabra del Papa.  

Los mensajes que ha dejado Benedicto, cautelosos y crípticos, son para leerse en sus entrelíneas.  A su libreto, aunque de factura independiente de los directores de la comedia, no le quedó más remedio que avenirse a la generalidad para no herir susceptibilidades, como cuando recordó a los presos y a quienes no podían estar presentes en la Misa. Así y todo fueron mensajes de esperanza y, a pesar de sus años y el cansancio de su voz, habló fuerte de la única Verdad que es la de Cristo: la única que puede conducirnos a la plena libertad. Libertad, una palabra que mencionó más de catorce veces en su homilía en La Habana. Pero de contra, ya se sabe que por un fallo técnico la homilía se oyó defectuosamente en la plaza. ¿Cómo pudo haber habido un fallo técnico en la difusión del mensaje papal, cuando todos los detalles habían sido preparados tan minuciosamente?     

No le quedó más remedio al anciano Pontífice que actuar el papel que le habían señalado. Desempeñándolo, es casi seguro que concedan a la Iglesia de Cuba un poco más de espacio y declaren el Viernes Santo día de asueto. Tal vez no sea  este año, pues las empresas del gobierno (todas son del gobierno) acaban de regalar dos días a sus empleados para que acudieran en masa a las Misas y la tele mundial pudiera enseñar la libertad religiosa que nos gastamos. ¿Instrucción religiosa en las escuelas, o implementación de escuelas privadas? Para esos cambios habrá que ir más despacio, tal como el mismo Papa recomienda para los cambios que se dice han de venir. 

El avión de Ali Italia ya va cruzando el mar. En Cuba, las Damas de Blanco volverán a ser hostigadas en su dominical asistencia a las iglesias y los disidentes seguirán siendo calumniados y asediados. La reconciliación permanecerá como un tema de propaganda mientras nadie se atreva a hablar mal del gobierno donde lo oigan.

Y ya nos cuidaremos de que no nos roben la sonrisa. 

La commedia è finita, la tragedia sigue.

LA VERDAD HERMANA DE LA RAZÓN


LA VERDAD HERMANA DE LA RAZÓN

Por Amelia María Doval

La comunidad se vuelca a la calle, los derechos civiles están sobre el buró. La investigación no se detiene, aunque se cuestiona. Estudiantes salen a protestar de manera desordenada y provocan estragos en algunos lugares. Una ley es analizada con múltiples criterios. La verdad aún no es sentencia clara. El acusado está libre, un joven americano ha fallecido.

Dos minorías se encuentran. Este es el resumen de los acontecimientos después de la muerte de Trayvon Martín a raíz de un disparo, el vigilante George Zimmerman en el ojo de la crítica. Defensa personal, corte racial. La conclusión está en espera. La internet acumula escritos y debates, el presidente toma partido.

Un joven blanco de Miami Garden muere de un disparo, mientras su novia fallece de camino al hospital. Dos inocentes confiaron su fe a la voluntad de “no hacer daño” del ser humano. Julián Soler y Kenia Duran ambos de 23 y 24 años no tuvieron más derecho que morir, sin replicar. Tres jóvenes “afroamericanos”  justificaron su crimen con una frase  “no expresaron miedo”.

No hubo cobertura informativa más allá de la normal, ni protestas raciales, sociales o religiosas, no intervino el gobierno. Dos víctimas, dos familias. ¿qué marca la diferencia entre una muerte y otra? Quizás que el primer caso no sea lo cotidiano y el segundo estemos más acostumbrados.

Los problemas sociales, de conducta, de responsabilidad como humanos, se traducen en diferencias raciales irreconciliables cuando un joven “afroamericano” es víctima. La misma juventud tenía Trayvon que Erick Ellington y sus compinches. Uno murió, los otros tres fueron criminales. Las sociedades no se construyen con justificaciones u omisiones de malas conductas. Si algo engrandece la ley de EUA, es la inocencia hasta que la culpabilidad no sea evidente, estamos juzgando sin pruebas contundentes y exaltando las malas acciones y los conflictos raciales.

Es justo protestar contra los abusos de poder, abusos raciales, abusos  en todas sus manifestaciones, pero no hacer cruzadas que provoquen un debilitamiento de la sociedad justificando la ira. Un asesinato es un acto violento penado por la ley y la comunidad, mucho más si implica a jóvenes inocentes. No es correcto hacernos eco de situaciones que acrecientan  malas actitudes y expresiones raciales, hay que comprender que la adolescencia y los jóvenes captan las ideas en conjunto generalizando el comportamiento.

Los adultos tenemos la obligación de pensar y formular criterios que ayuden y contribuyan a desarrollar conductas positivas. La ley no es más justa porque las escuelas se sumen a protestas que expresan odios, ni porque impulsemos una defensa a ultranza justificada por supuestos conflictos raciales, exigir es un derecho, sólo hay que saber cómo y qué. Nuestras calles deben ser sitios seguros para trasladarse, no junglas donde reine la fuerza y el poder criminal. Debemos velar como sociedad por crear un sistema que reduzca la criminalidad, atacar las causas, no justificar las consecuencias.

FRASES DE SABIDURÍA

Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad.

-Benedicto XVI (1927- ) Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.

28 de marzo de 2012

HOMILÍA DEL PAPA HOY EN LA HABANA


HOMILÍA DE SS BENEDICTO XVI
DURANTE LA EUCARISTÍA CELEBRADA HOY 
EN LA PLAZA CÍVICA DE LA HABANA



«Bendito eres, Señor Dios…, bendito tu nombre santo y glorioso» (Dn 3,52). Este himno de bendición del libro de Daniel resuena hoy en nuestra liturgia invitándonos reiteradamente a bendecir y alabar a Dios. Somos parte de la multitud de ese coro que celebra al Señor sin cesar.
Nos unimos a este concierto de acción de gracias, y ofrecemos nuestra voz alegre y confiada, que busca cimentar en el amor y la verdad el camino de la fe.

«Bendito sea Dios» que nos reúne en esta emblemática plaza, para que ahondemos más profundamente en su vida. Siento una gran alegría de encontrarme hoy entre ustedes y presidir esta Santa Misa en el corazón de este Año jubilar dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre.

Saludo cordialmente al Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, y le agradezco las corteses palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Extiendo mi saludo a los Señores Cardenales, a mis hermanos Obispos de Cuba y de otros países, que han querido participar en esta solemne celebración. Saludo también a los sacerdotes, seminaristas, religiosos y a todos los fieles aquí congregados, así como a las Autoridades que nos acompañan.

En la primera lectura proclamada, los tres jóvenes, perseguidos por el soberano babilonio, prefieren afrontar la muerte abrasados por el fuego antes que traicionar su conciencia y su fe.
Ellos encontraron la fuerza de «alabar, glorificar y bendecir a Dios» en la convicción de que el Señor del cosmos y la historia no los abandonaría a la muerte y a la nada. En efecto, Dios nunca abandona a sus hijos, nunca los olvida. Él está por encima de nosotros y es capaz de salvarnos con su poder. Al mismo tiempo, es cercano a su pueblo y, por su Hijo Jesucristo, ha deseado poner su morada entre nosotros.

«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8,31). En este texto del Evangelio que se ha proclamado, Jesús se revela como el Hijo de Dios Padre, el Salvador, el único que puede mostrar la verdad y dar la genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud entre sus interlocutores, y Él los acusa de buscar su muerte, aludiendo al supremo sacrificio en la cruz, ya cercano. Aun así, los conmina a creer, a mantener la Palabra, para conocer la verdad que redime y dignifica.

En efecto, la verdad es un anhelo del ser humano, y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea.

Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad (cf. Jn 18, 38), proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás y encerrados en sí mismos.

Personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse.

Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando imponerla a los demás.

Son como aquellos legalistas obcecados que, al ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: «¡Crucifícalo!» (cf. Jn 19, 6). Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede llegar a ser discípulo de Jesús. Fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad. Dios creó al hombre con una innata vocación a la verdad y para esto lo dotó de razón.

No es ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad, lo que promueve la fe cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios.

Además, la verdad sobre el hombre es un presupuesto ineludible para alcanzar la libertad, pues en ella descubrimos los fundamentos de una ética con la que todos pueden confrontarse, y que contiene formulaciones claras y precisas sobre la vida y la muerte, los deberes y los derechos, el matrimonio, la familia y la sociedad, en definitiva, sobre la dignidad inviolable del ser humano. Este patrimonio ético es lo que puede acercar a todas las culturas, pueblos y religiones, las autoridades y los ciudadanos, y a los ciudadanos entre sí, a los creyentes en Cristo con quienes no creen en él.

El cristianismo, al resaltar los valores que sustentan la ética, no impone, sino que propone la invitación de Cristo a conocer la verdad que hace libres. El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.

Queridos amigos, no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad (cf. Jn 8,34). Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.

Convencido de que Cristo es la verdadera medida del hombre, y sabiendo que en él se encuentra la fuerza necesaria para afrontar toda prueba, deseo anunciarles abiertamente al Señor Jesús como Camino, Verdad y Vida. En él todos hallarán la plena libertad, la luz para entender con hondura la realidad y transformarla con el poder renovador del amor.

La Iglesia vive para hacer partícipes a los demás de lo único que ella tiene, y que no es sino Cristo, esperanza de la gloria (cf. Col 1,27). Para poder ejercer esta tarea, ha de contar con la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente, llevando el mensaje de amor, reconciliación y paz que Jesús trajo al mundo. Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana.

El derecho a la libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria, manifiesta la unidad de la persona humana, que es ciudadano y creyente a la vez. Legitima también que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras.

Cuando la Iglesia pone de relieve este derecho, no está reclamando privilegio alguno.

Pretende sólo ser fiel al mandato de su divino fundador, consciente de que donde Cristo se hace presente, el hombre crece en humanidad y encuentra su consistencia. Por eso, ella busca dar este testimonio en su predicación y enseñanza, tanto en la catequesis como en ámbitos escolares y universitarios. Es de esperar que pronto llegue aquí también el momento de que la Iglesia pueda llevar a los campos del saber los beneficios de la misión que su Señor le encomendó y que nunca puede descuidar.

Ejemplo preclaro de esta labor fue el insigne sacerdote Félix Varela, educador y maestro, hijo ilustre de esta ciudad de La Habana, que ha pasado a la historia de Cuba como el primero que enseñó a pensar a su pueblo. El Padre Varela nos presenta el camino para una verdadera transformación social: formar hombres virtuosos para forjar una nación digna y libre, ya que esta trasformación dependerá de la vida espiritual del hombre, pues «no hay patria sin virtud» (Cartas a Elpidio, carta sesta, Madrid 1836, 220). Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad.

Invocando la materna protección de María Santísima, pidamos que cada vez que participemos en la Eucaristía nos hagamos también testigos de la caridad, que responde al mal con el bien (cf. Rm 12,21), ofreciéndonos como hostia viva a quien amorosamente se entregó por nosotros. Caminemos a la luz de Cristo, que es el que puede destruir la tiniebla del error.

Supliquémosle que, con el valor y la reciedumbre de los santos, lleguemos a dar una respuesta libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores.
Amén.

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