22 de marzo de 2012

LA APUESTA DEL PAPA EN CUBA

The Wall Street Journal:

La apuesta del Papa en Cuba 

 

 Al optar por no reunirse con los cristianos que han sido castigados por su fe, Benedicto XVI corre el riesgo de irritar a los feligreses de la isla.

 

Por Mary Anastasia O'Grady 


Cuando apenas falta una semana para la llegada de Benedicto XVI a Cuba, la segunda visita papal en 14 años, una alegría anticipada debería estar embargando a los cristianos de la isla. Pero en esos valientes soldados de Cristo que se han alzado contra la represión política, el estado de ánimo que prevalece es el de una profunda frustración.

Durante 53 años, el régimen totalitario de Cuba ha convertido en un infierno la vida de la población. Pero Castro no ha escatimado en gastos para poner en marcha una inteligente campaña de propaganda internacional. La supervivencia del régimen ha dependido de la represión al estilo de la Alemania Oriental, cubierta por una cara sonriente para el consumo internacional. La estrategia ha funcionado y los defensores de los derechos humanos cubanos han sufrido sus humillaciones con poco apoyo moral del resto del mundo.

Los disidentes cubanos esperaban que la visita del Papa les ayudara a dejar al descubierto a los retorcidos carceleros que dirigen la prisión en la isla. Entonces, ¿cómo interpretar el hecho de que el Pontífice no se reunirá con ninguno de los defensores cristianos de los derechos humanos en la isla? Estas personas han soportado abominables actos de terror por parte del Estado para ser testigos de la fe. Se han ganado el reconocimiento papal. La palabra decepción ni siquiera empieza a describir sus frustradas esperanzas.

No es que no lo hayan pedido. Lo han rogado. Desde La Habana, el ex preso político cubano Ángel Moya calificó la situación de la siguiente manera: "[La dictadura cubana] tratará de manipular la presencia del sumo pontífice en Cuba", dijo al sitio web "Pedazos de la isla". "Por esa razón estamos haciendo un llamado a la opinión pública internacional y a nuestros hermanos exiliados, para que envíen un mensaje a Benedicto XVI para que se reúna (sic) con los opositores. De tal forma le dejaremos saber lo que realmente ocurre aquí en la isla…", añadió.

Berta Soler, esposa de Moya y portavoz de las Damas de Blanco, quienes desde 2003 han resistido golpizas, arrestos y hostigamientos por parte del régimen por asistir a misa en grupo y protestar por los arrestos políticos, fueron mucho más allá. A través del Nuncio Apostólico en La Habana, Soler hizo llegar una solicitud formal de las Damas de Blanco para ver al Papa, "aunque sea un minuto".

Muchos otros cristianos en la isla han hecho peticiones similares. Desde Estados Unidos, Carlos Eire, profesor de la Universidad de Yale, escribió un poderoso llamado en nombre de las Damas de Blanco para la edición del 5 de marzo de la revista National Review Online. "Como la mujer de Canaán que le gritó a Jesús, 'Señor, ayúdame', o la mujer que tocó el dobladillo de la túnica de Jesús con la esperanza de una cura, ellas intentan atraer la atención, llenas de fe, mendigando contra toda probabilidad. En una isla donde todos se han vuelto mendigos, ellas ruegan por el don más raro y precioso de todos: su presencia". La oficina del cardenal cubano Jaime Ortega dijo a las Damas de Blanco que la agenda del papa es muy apretada.

Algunos disidentes se preguntan de qué lado está el Cardenal. En los últimos años jugó un papel decisivo en ayudar al gobierno a deportar a decenas de presos políticos que se habían convertido en un lastre para la imagen del régimen. A pesar de que recientemente ofreció una misa para el dictador venezolano Hugo Chávez, enfermo de cáncer, los pedidos de Soler para una misa por los disidentes muertos han quedado sin respuesta.

El Cardenal ha señalado que el propósito del viaje es "una nueva evangelización" y que, por supuesto, la difusión del evangelio es la obra del Señor. Pero cuesta ver cómo los conversos serán ganados si el Papa deja de lado a los marginados y se codea con los poderosos.

El jueves 15 de marzo, 13 cristianos que se refugiaron en la iglesia Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en La Habana, para exigir que el Papa escuchara sus quejas contra el régimen, fueron sacados por la policía, según se informó a pedido del cardenal Ortega. Luego, el viernes, el Vaticano anunció que si Fidel Castro desea reunirse, "el papa estará disponible".

En caso de que todo esto no sea suficiente para destruir la confianza cubana en el Papa como un aliado, el diario gubernamental Granma expresó en un editorial de la semana pasada que "estamos seguros de que Su Santidad guardará con cariño el recuerdo de esta isla del Caribe, que valora su visita como una manifestación de confianza y expresión renovada de las excelentes e ininterrumpidas relaciones entre la Santa Sede y Cuba".

Todos los cubanos saben que la "revolución" persiguió a los fieles. Fueron enviados a los pelotones de fusilamiento o a los calabozos, las escuelas e iglesias católicas fueron cerradas y la isla fue declarada un paraíso ateo.

Ahora, sin embargo, Fidel está recordando a los cubanos que las relaciones con Roma nunca se rompieron y afirma que todo el tiempo se ha llevado fabulosamente bien con el Papa. ¿Permitirá el papa Benedicto, que ciertamente no es un simpatizante de Castro, que el régimen se salga con la suya?

A menos que tenga algo bajo la manga, la visita puede llegar a ser un grave error de cálculo. Los cubanos saben que son rehenes en su propio país. Si el Papa es percibido como alguien que está de acuerdo con esta gran mentira, sólo aumentará el sentimiento de traición hacia el cardenal Ortega y no hará nada para fortalecer a la Iglesia en Cuba.
Escriba a O'Grady@wsj.com
      

BUZÓN DEL PAPA


 
Buzón del Papa:


Carta a Benedicto XVI 
de Carlos M. Eire

Muy Santísimo Padre,
Le escribo para agradecerle su próxima visita a Cuba. Alienta mucho saber que usted va a visitar once millones de presos. Al fin y al cabo, la isla entera es una cárcel en la cual todos sus habitantes están presos.

Le escribo no solamente como cubano, pero también como miembro de su rebaño y como catedrático y hombre de letras. El profesorado que ejerzo aquí en la Universidad de Yale - plaza nombrada en honor al primer capellán católico de Yale - es la Cátedra de Estudios Católicos. Por extraño que parezca, muchos en esta universidad sumamente laica creen que yo soy su nuncio y que estoy en contacto continuo con usted sencillamente porque ocupo esta Cátedra Católica.  Así que ahora, por fin, estoy haciendo lo que ellos creen que hago con frecuencia, y le escribo.

Todos los que están presos en Cuba necesitan su visita, desesperadamente.  Su presencia física les elevará el espíritu, y les dará un vistazo al mundo que existe más allá de la muralla de agua salada de esa cárcel, quizás hasta un vislumbre al mismo Reino del Cielo, sobre todo cuando usted haga presente a Cristo entre ellos al celebrar el sagrado sacrificio de la Misa.

Por supuesto que usted tendrá que reunirse con los tiranos, carceleros y verdugos. Eso es inevitable. Poco ha cambiado desde que Nuestro Señor dijo, “Os envío como ovejas en medio de lobos”. Lo más seguro es que los tiranos y sus secuaces vayan a la Misa, tal como asistieron cuando su antecesor el Venerable Juan Pablo II visitó la isla hace ya unos años.

Esos hombres también lo necesitan a Ud., al modo retorcido de ellos. Ellos esperan que su visita les preste un aura de legitimidad, les traiga plata, y que engañe al mundo a creer que al fin y al cabo no son tiranos.

Muchos de sus antecesores han bregado con tales hombres, y bajo peores circunstancias. Nosotros los cubanos sabemos que para usted tales momentos no serán fáciles. Pero nuestras oraciones lo acompañarán a cada paso y a cada apretón de manos. Y tenemos la certeza que el Espíritu Santo le ayudará a portarse con estos lobos como Nuestro Señor Jesucristo nos aconsejó hace casi dos mil años atrás, cuando les dijo a sus discípulos que fueran “prudentes como serpientes y sencillos como palomas.

Solamente tengo una cosa que rogarle: por favor, reúnase con las Damas de Blanco durante su visita a Cuba. Ellas mismas se lo han pedido, a través de su Nuncio Monseñor Bruno Musaro, con el cual se reunieron unas semanas atrás. Bendígalas con su presencia, por favor, muy Santo Padre. Ellas son asombrosamente valientes; pero, sometidas como están al continuo abuso físico y mental, y a la amenaza constante a prisión o muerte, necesitan abrumadoramente su bendición.

Como ya usted bien sabe, con frecuencia las atacan y golpean y se les impide que vayan a la iglesia; a veces hasta las han atacado estando dentro de las iglesias. Están viviendo el evangelio, a gran costo, arriesgando sus vidas por su hermandad. Como la cananea que le gritó a Jesús, “¡Señor, socórreme!”, o como la mujer que tocó el ruedo de Jesús con la esperanza de que El la curase, ellas aspiran, llenas de fe, suplicando contra toda probabilidad. En una isla donde a todos se les ha convertido en pordioseros, ellas suplican por el más raro y valioso don de todos: Su presencia.

Y, oh, ¡qué imagen sería esa para el mundo entero! El Vicario de Cristo y las Damas de Blanco juntos. Qué sacudida para los sentidos: una imagen tan inesperada, que podría restaurarle la vista a los que ciega el odio, tal vez, o que detenga el desangre que ha estado manchando la hermosa isla prisión desde hace demasiado tiempo. Hasta tal vez saldrán en fuga los demonios.

Su poder como Vicario de Cristo es único. Usted impone la atención mundial.  Usted sirve como la conciencia del mundo. Su reconocimiento público de las Damas de Blanco podría cambiar el curso de la historia. Ellas rezan por ello; todos también rezamos con ellas. Yo, un mendigo, expulsado de mi patria cincuenta años atrás, me uno a las osadas Damas de Blanco en su súplica. Suplicamos como el ciego que no paró de llamar a Jesús y gritó más duro cuando le dijeron que se callara.

Así le rogamos en nombre de Jesús, con la esperanza que usted escuche nuestras voces sobre el barullo que hacen los que no quieren que ni se nos vea ni se nos oiga.

Humildemente suyo, en Cristo,

Carlos M. N. Eire
Profesor T. Lawrason Riggs de Historia y Religión
Yale University

Traducción: Fausta Rodríguez Wertz

LA MUERTE DE LA HISTORIA



LA MUERTE DE LA HISTORIA



Por Amelia María Doval
dovalamela@yahoo.com
Fotos: Adrián De la Paz

En Cuba se derrumban las paredes, conjuntamente ha venido abajo la historia, llevándose lo mejor de un pueblo, su cultura. En esta casa aparentemente abandonada, perenne rostro de la pobreza, vive un ser humano que ha heredado la sangre de un gran cubano. Dentro de esta miseria se refugia parte de la gloria de un país. Clara Serpa, la hija de un poeta, escritor, periodista y fotógrafo cubano: Enrique Serpa (1900-1968). Detrás de este lamento arquitectónico, la albacea de los bienes creativos de uno de los clásicos de la literatura cubana, deja escapar su vida en la incertidumbre de no tener respuesta.

La impúdica desnudez de las paredes, desprovistas de toda protección se desmoronan, más por la miseria del pueblo que por el peso de los años, deja paso al impropio deambular de la raíces de un árbol que penetra la conciencia de esta hermosa mansión perdida en el tiempo de lo eterno. Es vergonzoso mostrar imágenes de un país que se ha transformado en ruinas no por la guerra sino por el deseo constante de sus gobernantes de terminar con su propio pueblo. El ego de poder ha destruido con balas de incapacidad lo que el hombre inteligente había construido.

Para quienes no lo recuerdan o no lo conocieron, Enrique Serpa no fue un hombre común, fue un escritor renovador, contaba sus historias escondidas entre las luces y sombras de una sociedad que conocía muy bien, quizás porque desde los 20 años fue secretario en el bufete del antropólogo cubano Fernando Ortiz, o tal vez porque su carne sintió el peso de lo injusto de la vida. Un hombre nacido para el arte que escaló las montañas del éxito con un Premio Nacional de Novela en 1938, Premio Catá en 1942. Sus obras han cruzado fronteras y han sido traducidas a varios idiomas. Supo deslizar el verso sin romper las líneas de la narración y mostró una manera de decir muy diferente: "Tengo una amiga que ha rehusado siempre ser mi amante", una atrevida oración que da pie para comenzar su cuento "Felisa y yo".

"Aletas de tiburón", quizás la más conocida de sus narraciones, comienza describiendo un amanecer de pobreza que irrumpe con una descripción poética: "Felipe tuvo la oscura sensación de que el estrépito del despertador lo perseguía, como un pez vertiginoso, entre las aguas del sueño", estampa de la historia cotidiana que puede trascender y llegar a los momentos actuales. Su pluma criticó con delicadeza literaria ofreciendo un inmenso contraste con la injusticia social. No es justo ahuyentar nuestro patrimonio y dejarlo reducido a un minúsculo espacio, encerrado en su propia riqueza artística. Es degradante apropiarse  de la creatividad personal en detrimento del desarrollo cultural.

Recientemente leía sobre la preocupación de Clara Serpa. que tenía entre sus propiedades una mascarilla en bronce del rostro de Rubén Martínez Villena, obra única realizada especialmente por Sicre en el Instituto Cívico Militar de Ceiba del Agua, como regalo a Serpa, por más que contactara a personalidades e instituciones de la isla, nadie reconocía el valor y la necesidad de conservarla. El bache educativo que araña  las paredes culturales deja sin valor otra pieza histórica que forma parte indiscutible de la historia cubana.

El escultor Juan José Sicre (Matanzas 1898-EUA 1974), fundador de la vanguardia escultórica cubana, creador de la estatua de José Martí en la Plaza Cívica de La Habana, otro apellido conocido dentro de las artes; el receptor, Sepa, un escritor universal. El rostro, Villena, conocido de todos los cubanos. La historia tiene borrones que manchan las líneas y destruyen la secuencia, un pueblo sin historia lineal carece de memoria, de cultura y de raíces que le permitan reclamar sus derechos.

FRASE DE SABIDURÍA

Bienaventurado el que tiene talento y dinero, porque empleará bien este último.

-Menandro de Atenas (342aC-292aC) Dramaturgo griego

21 de marzo de 2012

EDITORIAL DEL WASHINGTON POST SOBRE LA VISITA DEL PAPA A CUBA


Editorial del Washington Post, el 19 de marzo de 2012

¿Puede el Papa llevar esperanza a los cubanos?


¿Cómo está preparándose Cuba  para la visita del Papa Benedicto XVI la semana próxima? Para silenciar a los disidentes, por supuesto.

Al menos cuatro grupos fueron detenidos durante el fin de semana, incluyendo los líderes y la mayoría de las miembros de las Damas de Blanco, grupo que periódicamente marcha en apoyo de los presos políticos. Muchos fueron liberados el lunes, pero pueden esperar acoso regular en los próximos días. La táctica del régimen ahora es llevar a cabo detenciones a corto plazo en lugar de encarcelamientos formales: según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, solamente en febrero hubo más de 600 detenciones. 

Si es que el papa Benedicto o la Jerarquía Católica cubana bajo el cardenal Jaime Ortega están preocupados al respecto, no dan muchas señales de ello.    Hasta ahora, el Pontífice no ha respondido a los llamamientos de las Damas de Blanco y otros grupos disidentes que aspiran a unos minutos de su tiempo durante los tres días que pasará en Cuba. Sin embargo, ha programado dos reuniones con Raúl Castro y dio a conocer que estará "disponible" si Fidel Castro quiere reunirse con él. El cardenal Ortega, por su parte, pidió a la policía que expulsara a 13 disidentes que acamparon en una iglesia de La Habana la semana pasada, en un intento de lograr que el Papa hablara con los Castro acerca de los derechos humanos.


La frialdad de la Iglesia hacia los pacíficos activistas pro-democracia  no es nada sorprendente. Desde 2009, el cardenal Ortega se ha convertido en un socio de facto de Raúl Castro, reuniéndose con él regularmente y alentando sus limitadas reformas. La Iglesia ayudó a negociar la liberación de más de 100 presos políticos y no se opuso cuando la mayoría de ellos fue  presionada a emigrar a España. El Cardenal ha cabildeado en Washington para el relajamiento de las sanciones de U.S. contra Cuba y el mismo Papa pronunció un discurso el viernes pidiendo el levantamiento del embargo comercial de Estados Unidos. La visita del Papa Benedicto, la primera de un Pontífice desde que Juan Pablo II recorriera la isla en 1998, parece encaminada a reforzar lo que la Iglesia ve como un proceso gradual de reforma pacífica encabezada por el régimen.

El problema es que, como Raúl Castro ha dejado claro, la democracia liberal no participa en su estrategia. Por el contrario, espera que Cuba siga la ruta de Vietnam o China, abriendo su economía suficientemente para estabilizar un régimen de partido único. Que podrá funcionar para el cardenal Ortega, pero que no satisface a la oposición de Cuba. Unos 750 activistas enviaron una carta al Papa Benedicto advirtiendo que su visita "sería como enviar un mensaje a los opresores de que pueden seguir haciendo lo que quieran, que la Iglesia lo permitirá".

¿Cómo podría evitar el papa Benedicto el enviar ese mensaje? Podría reunirse con las Damas de Blanco. También podría presionar a los Castro para detener la persecución de los activistas democráticos y liberar a quienes permanecen en prisión. Debería incluir al estadounidense Alan Gross, quien está cumpliendo una pena de prisión de 15 años por entregar computadoras y conexiones a Internet por satélite a la comunidad judía de Cuba, como un contratista de la Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional.

El Vaticano está en su derecho de apoyar un cambio en Cuba, pero se equivoca al suponer que ello pueda ocurrir sin que haya una mayor presión sobre el régimen y sin la cooperación de opositores pacíficos.
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Original
March 19, 2012 Washington Post Editorial
Enviado por José Alonso

BUZÓN DEL PAPA


Buzón del Papa:



CARTA ABIERTA AL PAPA BENEDICTO XVI.       

Por Carlos Cabezas

Santo Padre:

Las palmas arrogantes que se bambolean por el viento y al son del tambor, anuncian junto al cálido sol que ilumina la verde manigua al tiempo que le da transparencia a las aguas, la presencia del archipiélago cubano, donde su forma de caimán refleja múltiples ergástulas en esa tierra bendita que Ud. pisará próximamente, en una visita pastoral como peregrino del amor y la esperanza.

¡Cuba le espera Santo Padre!, y lo hace con alegría y regocijo aunque por dentro sus laceraciones no dan más por una cruel y vieja dictadura que estigmatiza a sus hijos, y dejó en los pelotones de fusilamiento a los más bellos y dignos, que no tuvieron la fortuna de quienes hemos padecido pero seguimos vivos, para pedirle hoy que no nos abandone.

Santo Padre, quizás sus pasos en Cuba chapoteen la sangre de los mártires que, gritando ¡Viva Cristo Rey!, pasaron a formar parte del martirologio cubano, mártires que le recibirán y marcharán a su lado junto a los feligreses que le aman, pero que serán invisibles para quien no quiera verlos. Solo las almas puras podrán detectar el aroma que sus ejemplos irradian. Sé que usted es sensible al dolor de nuestro pueblo, aunque sus más cercanos colaboradores en el Vaticano no opinen así.

La Iglesia que vive y trabaja en Cuba se ha preparado fuertemente para este acontecimiento y el gozo que experimenta se ve opacado por el recrudecimiento de la represión contra mujeres valerosas como las Damas de Blanco, así como contra opositores políticos y activistas por los derechos humanos. Su Santidad, la represión es transparente en el aspecto político, pero existe también en lo social, religioso, económico, racial y generacional, por no mencionar que abarca todo el ámbito cubano, típico de las tiranías.

Su visita es pastoral y no debe ser manipulada por mí ni por nadie. Aprendí cuando estudiaba Filosofía que los valores espirituales son generales y universales, que lo que no es bueno para unos, no es bueno y lo que es bueno para todos, si es bueno. Interpreto el sentimiento de muchos que no queremos que se meta en política, pero sí esperamos que como buen hombre Siervo de los siervos de Dios, se deje interpelar por quien usted representa en la Cátedra de Pedro. Ese Jesús que se le apareció al apóstol Pedro cuando huía de Roma, e hizo que éste cambiara su mentalidad y actitud regresando a enfrentar la muerte por el anuncio del Evangelio hasta las últimas consecuencias. No nos defraude, cumpla con su compromiso de jefe de Estado que visita a un país con quien tiene relaciones diplomáticas, pero ténganos presente.

Mejor dicho Santo Padre, que los cantos de sirena no le hagan olvidar a los presos políticos actualmente en las cárceles o en celdas tapiadas, no olvide a sus feligreses que vivieron una noche oscura durante más de 50 años y que hoy no se libran de ella, no olvide el llanto de los niños que fueron hundidos en el transbordador “13 de marzo” y el grito de sus madres y padres que no pudieron parar la masacre, no olvide a los que desde niños fuimos marcados por la bestia por el crimen de practicar nuestra Fe, no olvide a los Hermanos al Rescate asesinados en el aire, no olvide que es bueno buscar espacios para la Iglesia, pero vaya a la raíz del problema y que el espacio a buscar abarque al pueblo en libertad y democracia.

No soy nadie para darle lecciones, usted supera mi inteligencia y capacidad y sabe muy bien cuál es su deber. Perdone si al recordarle estas cosas lo ofendo, no es mi intención. Amo a la Iglesia y a Ud. como Vicario de Cristo, amo a la Iglesia en Cuba como a sus obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, seminaristas, laicos y catecúmenos, aunque pueda disentir de algunas de sus posiciones.  

Santo Padre, Cuba es bella, pero el cubano lo es más. Hay cubanos en la Patria y otros estamos en el exilio. Se nos habla de reconciliación y es válido, pero las víctimas del régimen totalitario no tenemos con quién reconciliarnos porque nunca hemos dejado de amarnos, y reconciliarse con la dictadura sería como hacerlo con el pecado, con el mal, y eso la Iglesia no lo acepta, porque aunque lleguemos a amar y perdonar al pecador, no lo podemos hacer con el pecado que todavía comete.

Pido a María de la Caridad, cuyo cuarto centenario del hallazgo de su imagen Ud. va a conmemorar, que le haga sitio en su barca, para ser junto a ella amor.

Carlos Cabezas