8 de septiembre de 2011

LA ORACIÓN DEL CUARTO CENTENARIO



Oración
del Cuarto Centenario

Virgen de la Caridad del Cobre,
hija amada del Padre, Madre del Señor Jesús,
templo del Espíritu Santo y Madre de todos los cubanos.

Al prepararnos a celebrar con alegría el cuarto centenario
de la presencia de tu bendita imagen
en nuestra tierra cubana,
 te alabamos y te damos gracias
por ser regalo de Dios para nuestro pueblo,
por peregrinar con nosotros
mostrándonos a Jesús,
por animar siempre a la Iglesia
que, guiada por el Espíritu Santo,
quiere servir a su pueblo.

María de la Caridad,
mujer creyente, fortalécenos en la fe;

Maestra de esperanza,
enséñanos a vivir esperanzados;

Reina y señora de la caridad,
muéstranos el sendero del amor,
del perdón y la reconciliación
entre todos los cubanos.

Acompáñanos en la oración,
enséñanos el camino de la conversión,
ayúdanos en el compromiso
y en el servicio a los hermanos,
especialmente a los que más sufren.

Madre de la Caridad,
que eres signo y vínculo de unidad,
te suplicamos por todos tus hijos
que, desde dentro y fuera de la patria,
desean lo mejor para Cuba,
te miran como símbolo de cubanía,
y sienten que la Caridad nos une.

Cuídanos y protégenos, líbranos de todo mal.
Contigo, primera discípula y misionera,
queremos seguir anunciando a Cristo
como el Camino, la Verdad y la Vida
para que nuestro pueblo, en Él,
tenga vida abundante, verdadera y eterna.

Santa María, Virgen de la Caridad del Cobre,
ruega por nosotros a Dios.
Amén.

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A LOS 400 AÑOS



A los 400 años


Marlene María Pérez Mateo

Ernest Miller Hemingway pisó suelo cubano por primera vez en 1928 y luego en dos ocasiones más en 1932. Casi fortuitamente llegó a San Francisco de Paula, Provincia Habana, y estableció allí su casa, nombrandola “La Vigia”.

 Su apego al cristianismo y muy en particular al catolicismo no es el aspecto más nombrado en sus semblanzas y biografías. Superan en mucho las referencias a su vida bohemia, aventurera y errante. Aunque no hay dudas que su hacer literario con justicia ostenta la mayor de las reflexiones en cuanto a su persona.
          
Hacer alusión a dos hechos que trazan líneas comunes entre la vida del escritor y Cuba, es el tema que con gusto elijo en esta secuencia de lo tanto y tan bueno hecho en este año que recién se inaugura en homenaje al 400 aniversario de tener a “Cachita” en  nuestra bella y buena patria. Sirvan estas reseñas de grato tributo en esta Fiesta Mariana, donde prefiero tocar con suave pincel y acotar temas, quizás no de los mas traídos y llevados. Bienhallados estén los gustosos de acercarse a estas líneas.

Hemingway había pasado por Zaragoza, España, en uno de sus tantos periplos y allí llegó al Pilar, reconocido sitio de adoración a María y primero de su tipo en el mundo. Tiempo después en Cuba bautizó a su yate con el nombre Pilar en correspondencia con su recuerdo, y seleccionó de patrón al pescador Gregorio Fuentes, recientemente fallecido a la edad de 104 años. De sus incursiones marinas nace “El Viejo y el Mar”. Aunque gran parte de sus libros nacieron en Cuba total o parcialmente.

 En 1954 se le otorgó al escritor el Premio Nobel de las Letras. Él mismo calificó “inmensa deuda con el pueblo cubano” el haber recibido tan alto honor,  y llevó hasta el Santuario del Cobre la medalla acreditativa de dicho reconocimiento. Él confesó no haber encontrado mejor lugar que a los pies de la Virgen de la Caridad para hacer tangible su gratitud.

 Mucho tiempo después vi en dicho Santuario,  en el área de las reliquias y milagros ,el preciado galardón. Conocí a la religiosa que recibió a Hemingway  el día de su visita al lugar y cuando hizo la entrega de su premio. Para entonces era ya muy anciana. En una ocasión la medalla fue robada pero se recuperó rápidamente.
         
La virgen morena fue depositaria del fruto en la larga carrera del más amado norteamericano en Cuba.

Marlene Maria Perez Mateo
Septiembre  5, 2011
Reseña Nº 1
Lugar:Elizabeth , New Jersey  

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ASUNTOS INTERNOS

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ASUNTOS INTERNOS

Elsa M. Rodríguez

Los departamentos de policía, tanto de las ciudades como de los condados, tienen un departamento que se llama "Internal Affairs" o sea Asuntos Internos, donde se ventilan situaciones delicadas que pueden presentarse con respecto a un oficial o varios oficiales de ese cuerpo de cuidadores del orden. Muchas veces, el oficial o los oficiales en cuestión pueden ser suspendidos de su puesto mientras dure la investigación, y algunas veces también se les suspende su sueldo. 

En la ciudad de Miami, desde hace ya varios meses existe una situación de tirantez entre el Alcalde Sr. Tomás Regalado y el actual Jefe del Departamento de Policía Miguel Expósito. La realidad es que nadie sabe a ciencia cierta el porque de este estira y encoge entre el alcalde y el jefe de la policía. Si se sabe que desde hace unos meses después de unos tiroteos entre delincuentes y la policía, murieron 7 Afro-americanos. En ese entonces el alcalde descalificó a su jefe, porque al parecer tenía mucha presión por parte de líderes de la comunidad Afro-americana que le pedían la renuncia del jefe. También el alcalde y el jefe han tenido mucha controversia por el asunto de las maquinitas de juegos de azar instaladas en comercios privados. Hoy sin embargo se dice que al suspender al jefe, lo hacen porque según el Administrador de la ciudad Johnny Martínez, éste "incumplió instrucciones cuando no consultó para retirar de sus funciones a tres oficiales, y porque tampoco cumplió órdenes en cuanto a no reducir gastos en pagos por horas extra".

El jefe Expósito no habla porque según parece el asunto está bajo investigación, y también porque según informan que por una regla impuesta por el administrador Martínez, ningún funcionario de la ciudad puede ofrecer cualquier tipo de declaraciones.

El caso es que al remover al jefe Expósito de su cargo y nombrar como interino al mayor Manny Arosa, y estando todos ellos privados de la libertad de hablar de los problemas internos del Departamento de Policía, la investigación del departamento de Asuntos Internos está afectando el buen funcionamiento de la ciudad, se le está desmoralizando tanto al jefe de policía como al propio alcalde al no aclarar una situación que afecta no solamente a los implicados sino a todos los ciudadanos votantes de Miami. Esperamos que cuando los Concejales tengan que emitir su voto para tomar una decisión en este caso lo hagan sopesando las verdaderas causas que lo han motivado y se alejen por un instante de sus conveniencias personales dentro del distrito que cada cual representa, para que puedan actuar con verdadera justicia y liderazgo, a pesar de que ya hace algunos años uno de los comisionados, la Sra.Michelle Spence Jones hizo una declaración que nos preocupa, cuando dijo que "el liderazgo en algunos lugares no sirve para mi distrito", y es que cuando se habla de liderazgo debe ser el de tener una actuación igualitaria sin distinción del área donde se aplica.

Elsa M. Rodríguez
Hialeah, FL


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ANTONIN DVORÁK


 Antonin o Anton Dvorák fue uno de los más grandes compositores de la segunda mitad del siglo XIX. Dvorák y Smetana son los dos más notables compositores checos.   

Musicalmente fue un posromántico y nacionalista, que a más saber aprovechar los recursos eslavos de la música de su tierra, pudo  también hacerse conocido y triunfador en el ámbito musical internacional.  Son de gran mérito y muy populares sus Danzas Eslavas, su Humoresque Nº 7, la obertura Carnaval,  el Concierto para Violín y Orquesta,  la sinfonía número 8 y, sobre todo, el Cuarteto para Cuerdas “Americano” y la sinfonía Nº 9, “Del Nuevo Mundo”, compuestos durante su estancia de tres años en Nueva York. Había nacido en Nelahozeves, a 25 km de Praga, el 8 de septiembre de 1841, fecha de la que se cumplen hoy 170 años, y falleció en Praga el 1 de mayo de 1904.

Pulse sobre este enlace de Youtube para escuchar el 3er. mov. (allegretto) de la Sinfonía Nº 8 de Dvorak:
http://www.youtube.com/watch?v=zfu14Au1EPA&feature=related



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FRASE DE SABIDURÍA

Para un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona.
 - Mignon McLaughlin  (1913-1983) Periodista estadounidense.
 

7 de septiembre de 2011

LUGARES: ORCHHA, INDIA



 Orchha
Orchhā  es una ciudad muy antigua que fuera capital de un prominente principado y  que se encuentra situada  en la región central de la India.Fue fundada en el primer año del siglo XVI por un príncipe o rajá que junto a la ciudad y su monumental fortaleza inauguró también dinastía, cosas ellas de las que no pudo disfrutar por mucho tiempo al morir cuando trataba de salvar una vaca de los ataques de un león. Sus sucesores continuaron enriqueciendo la ciudad con fastuosos edificios y templos y, como eran vecinos de los mongoles -mucho más poderosos que ellos y aficionados a bacanales-, se dedicaron a ser espléndidos anfitriones y a simular opulencia con la fastuosidad de sus palacios y convites.
Un ejemplo de ello, aún en pie, es la enorme fortaleza -en realidad servía como residencia palaciega y estaba constituida por varios edificios-, que se encuentra junto al río Betwa. No menos impresionantes son la muralla que la rodea y los numerosos templos y monumentos funerarios llamados chhartris que se encuentran en sus inmediaciones, muchos de ellos convertidos ya en ruinas. En realidad estos chhartris no son tumbas, porque los indúes acostumbran a cremar a sus muertos.


Hoy en día,  Orchha  no disfruta de la magnificencia por la que se destacó en sus primeros siglos, pero aunque disminuida su población y deteriorados sus palacios por el paso del tiempo, sigue centrando su vida en torno a ellos.  Ahora son reliquias de un pasado esplendente que exhibe con orgullo a los muchos turistas que la visitan y que  constituyen su mayor fuente de riqueza.  

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LA VIRGEN DE LA CARIDAD

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La Virgen de la Caridad

Carlos Cabeza

Tres embarcaciones condujeron a los conquistadores españoles hasta el Nuevo Mundo. Una de ellas –la nao capitana llamada Santa María- jamás regresó al Viejo Continente, quedando destruida en la isla La Española. Tal parece con ello, que la Santísima Virgen nos simbolizó su deseo de permanecer para siempre entre nuestros pueblos, marianos por excelencia.

Como todas las naciones de América también Cuba tiene una devoción especial por la Madre del Redentor. Todo comenzó en los albores del siglo XVII, cuando tres hombres bregaban después de una tormenta por la Bahía de Nipe en busca de sal. Un resplandor blanco que les pareció un ave, yacía sobre las aguas. Al acercarse hallaron una pequeña imagen de Nuestra Señora flotando sobre una tabla, con un letrero que decía: “YO SOY LA VIRGEN DE LA CARIDAD”.

El hecho milagroso no fue el hallazgo de una imagen seca después que amainó la tempestad, la cual pudo ser lanzada al mar -como era costumbre en esa época- implorando protección ante el mal tiempo. El milagro consistió en que María decidió unirse para siempre con el pueblo cubano bajo el título de la Virgen del Amor, porque Caridad es Amor.

Pronto su culto se propagó y fue venerada, estando presente en todo el quehacer cubano. La devoción pasó a formar parte de los valores del pueblo, siendo el estandarte de las ansias espirituales de un país que daba los primeros pasos para convertirse en nación, buscando su independencia económica y su libertad político-social.

María de la Caridad se fue a la manigua combatiendo junto a sus hijos al colonialismo español. Padeció con su pueblo –junto a los esclavos, prisioneros y la impedimenta mambisa- y murió con cada uno que ofrendaba la vida en aras del ideal patrio. Pero también resucito imbricada a la nueva república que, esperanzada y llena de ilusiones a pesar de sus sombras, hizo presente que el sacrificio no fue en vano.

Miembros del Ejército Libertador encabezados por el general Jesús Rabí, pidieron a la Santa Sede que declarara a esta Virgen Mambisa, Patrona de Cuba. Así surgió una nueva era en la pequeña nación de gran corazón. Pero la Virgen –cuyo palpitar late al unísono de sus hijos- vio venir días grises y difíciles, que desembocaron en una más que prolongada noche oscura.

El odio, antítesis del amor que ella predica, se apoderó del poder y luego de los hombres, para controlar sus mentes y acciones. Se entabló una batalla férrea entre las fuerzas del bien y del mal, muy bien definidas desde siempre, aunque agoreros modernos quieran negarlo.

Por momentos interminables, luego por años, los paredones de fusilamiento no pudieron ocultar el grito agónico y viril de sus hijos e hijas asesinados, dando vivas a Cristo Rey. Las cárceles crecieron tanto, que el archipiélago se convirtió en una gran prisión. El cubano ha sido perseguido, reprimido, golpeado y vejado, pero el manto de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, no deja de abarcar a uno solo, dándonos a todos sitio en su barca.

Desde su Basílica en El Cobre, nos mira para ser bañados del amor que irradia, pero ella no permanece estática, se traslada a donde quiera que estemos, ya bien sea entre los héroes que murieron por la Patria, en la cárcel con los opositores y prisioneros de conciencia, en las calles o templos con las Damas de Blanco reprimidas y golpeadas, junto a los disidentes y contestatarios que han sido hasta macheteados, al balsero que llega y a los muchos que son presas de la mar endemoniada, o como el otro yo de los combatientes que se aferraron al fusil y todavía aspiran al mismo como vía redentora.

¡Madre, mira a tus hijos que sufren de una tiranía cruel!, danos sitio en tu barca protegiéndonos bajo tu manto para ser junto a tí amor, y ayúdanos a forjar esperanzados "con el concurso de todos y para el bien de todos”, una Patria digna, soberana y democrática, basada en la verdad, justicia, amor y libertad.



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UNA FERIA DE LA CARIDAD DE 183...



Una feria  de la Caridad de 183…

Ana Dolores García

Estos días del comienzo de septiembre a los camagüeyanos nos traen recuerdos imborrables. Son los de la “feria” que anualmente se instalaba en la plaza alrededor de la iglesia de la Caridad, cuando Waldo de la Fe y su troupe armaban sus carpas y conectaban sus estridentes altavoces para deleite de paseadores  y tormento de vecinos. 

Los clásicos caballitos, los carros locos, la estrella y otros aparatos mecánicos más, compartían la plaza con quioscos de juego en los que sus encargados no perdían la voz gritando: “¡vaya, 2 pelotas por una peseta!” y te animaban a probar suerte y puntería. Si lograbas que tu tiro tumbara  al muñeco o mono que colgaba enfrente, o tu pelota atravesara un aro bastante estrecho…. ¡Zas! podías escoger una hermosa muñequita o un león de peluche para tus hijos. Otros quioscos vendían refrescos y cerveza, dulces… 

No faltaba tampoco el heladero o el hombre que enrollaba el algodón de azúcar. Los fiñes se daban un gran gusto comiendo esas chucherías y montando en los aparatos mecánicos para los que papi o mami daban permiso.  Para ellos era un gran final del verano que se iba y el colegio que volvía. Pepillos y pepillas también disfrutaban la feria, en la que algún encuentro podía resultar en noviazgo y con suerte hasta en boda.  
   
Pero nuestra “Feria de la Caridad”  no siempre fue así, porque cuando comenzó a celebrarse, allá por el año 1734, ni siquiera existían los aparatos mecánicos.  Eso sí, parece que siempre fue importante y acreedora de alguna fama, ya que se cuenta que en 1821 el propio gobernador de la Isla, el General Concha, se paseó con su familia por la feria de aquel año.

Más o menos de entonces, -sólo una década posterior-, nos ha quedado un relato muy fiel de aquellas ferias que disfrutaban los principeños del siglo XIX. Se encuentra en una pequeña novela o cuento camagüeyano, (como prefirió llamarlo su autor), cuya trama se desarrolla durante una de estas ferias. El libro en cuestión es un clásico de nuestra literatura vernácula, excelente ejemplo de un costumbrismo lleno de detalles sobre usos y costumbres de los habitantes del Príncipe.  

Su autor lo fue José Ramón de Betancourt, nacido en Camagüey, quien quiso darle precisamente el título de “Una Feria de la Caridad de 183…” Así, indefinido, sin especificar la fecha. La novela, o cuento camagüeyano, fue publicada por primera vez en el “El Fanal de Camagüey”, periódico literario que entonces circulaba en Puerto Príncipe. De ella se hicieron posteriormente varias ediciones y hoy incluso se puede leer íntegra en Internet. 

José Ramón de Betancourt fue escritor asiduo de la original Gaceta de Puerto Príncipe. Además ocupó la dirección del Liceo Artístico y Literario de La Habana  y llegó a ser Diputado a Cortes en el año 1870.  

 En esta modesta Gaceta de Puerto Príncipe no tenemos espacio suficiente para publicar su novela, pero no nos privaremos de reproducir los segmentos de ella que se refieren a aquella Feria de la Caridad de 183…  Al fin y al cabo, en estos días de la festividad de Nuestra Patrona, muy probablemente estuviéramos dándole vueltas a la iglesia y hasta disfrutando de un buen algodón de azúcar. Como no nos es posible, conformémonos con el recuerdo y  la esperanza.
 

Estos son dos fragmentos de la novela de José Ramón de Betancourt: 
  
“Era una tarde de agosto: el sol declinaba al occidente deslizándose por un cielo azul y sin nubes: sus últimos rayos lucían en los ángulos de las torres de una ciudad alzada en su llanura, y venían a perderse reflejadas en las aguas de dos ríos, que la ceñían cariñosamente.

El Tínima parecía, en la tarde a que nos referimos, arrastrar con languidez sus raudales, sombreados por altos bambúes, entre cuyas cañas se deslizaba apenas la luz del crepúsculo, para brillar un instante en la blanca clavellina abierta en sus márgenes.


El Tínima es el rio bello por excelencia para los camagüeyanos, es el de sus inspiraciones, el que describen e invocan siempre en sus sencillas trovas. Para nosotros tiene también encantos; pero bañados de cierto tinte melancólico que muchas veces nos obligó a dejar sus orillas, vivamente afectados. Sus turbias aguas parecen traer de manantiales desconocidos, recuerdos y memorias de otros tiempos; pero recuerdos vagos, memorias impregnadas de cierta tristeza indefinible, que nos inspira a retazos la historia ignorada, acaso fantástica, de otros hombres y de otras sociedades que alzaron sus caneyes en aquellas márgenes, y cuyas últimas huellas se encuentran tal vez en lo profundo de sus arenas.

Cuando queremos evocar una creación indiana, volvemos la espalda á la hermosísima sabana que se extiende a la orilla del Tínima, desviamos nuestros ojos de la modesta cúpula de San Lázaro, de esa ermita tan poética como santa, tan sencilla, como pura es para nosotros la memoria del hombre, cuyos restos encierra: procuramos oír el sencillo cantar del campesino que se aleja de la ciudad, y reclinados en los muros del puente, damos rienda suelta a nuestra imaginación en medio del vapor que forman las aguas. Entonces sentimos, y al volver en nosotros, notamos que una lágrima espontánea se resbala por nuestra mejilla. 

¿Qué emoción la crea? ¿Qué memoria la arranca de nuestra alma? No lo sabemos, pero así sucede, y he aquí porqué vamos a alejarnos con presteza del puente del Tínima para conducir a nuestros lectores al de la Caridad, en una tarde de agosto de 183…

El Hatibonico es más alegre, más cristalino, más risueño, y aunque en realidad parece dividir en dos a un pueblo, el hermoso puente que cubre sus aguas los estrecha de nuevo, y la ciudad y el barrio se comunican constantemente.

Retumbaban los arcos de ese puente bajo las ruedas de un lucido cordón de carruajes, que desde el interior de la ciudad se dirigía al pueblecillo de la Caridad, donde en esa tarde parecía haberse reconcentrado todo el movimiento y vida del Camagüey.

—Magnifica feria vamos a tener este año, padre mío, dijo un caballero, acercándose a un anciano que estaba tranquilamente sentado en los pretiles del puente.

—Me alegraré, contestó éste, porque con ansia deseo volver a gozar del espectáculo que presentaba el barrio de la Caridad en esta época y en mi juventud. ¡Ay aquellos eran otros tiempos! exclamó reclinando su barba en el puño de un largo bastón de Castilla.

—Y yo presumo, replicó el caballero, que entonces valdría poco la feria, porque en lugar de esta hermosa calle, sólo habría maniguas, alguna ermita escondida en el monte, poca gente, mucho fanatismo y pare usted de contar.

—Presumís mal, dijo el anciano, y aunque veáis mi frente calva y mis pobres cabellos canos, no creáis que alcancé malezas donde hoy veis casas. Cuando yo nací, hallé la calle como ahora, mejor aún, parecíame entonces más ancha, más regular y bella. Os diré. Mis padres fueron de los primeros habitantes de este barrio y en realidad encontraron las malezas, la ermita y un mal puente de madera sobre este rio, mas apenas se erigió la iglesia a Nuestra Señora, (que si no estoy trascordado, hubo de ser por los años de 1734,) se fabricó a su  costado una casa redonda, (dicen que bajo el mismo plan que ocupaba otra de guano, alzada por los indios); junto a ésta se hicieron otras, y así apareció como por encanto esa ancha plaza de portales corridos, en cuyo centro veis descollar el templo, adornado hoy con nuevas galerías.


Las personas devotas de Puerto Príncipe venían de romería todos los años en agosto y setiembre al pueblecillo de la Caridad, reducido entonces a la plaza. Allí pasaban el novenario y la octava, haciendo ejercicios piadosos, dando limosnas, cumpliendo promesas y celebrando en fin el nacimiento de la Santísima Virgen. Tal era la devoción que esta Señora inspiraba, que se hubiera reputado como un crimen entregarse al juego y a diversiones puramente mundanales en esos días, y tal el entusiasmo de los camagüeyanos por la feria de la Caridad, que no bastaron las casas de la plaza a contener el gentío, y se fabricaron otras que en breve han formado esta calle. 

Había entonces tal espíritu de unión entre nosotros y tanta fe, que cada vecino al construir su casa no pensó sólo en su familia, sino en las de aquellas personas a quienes debía dar hospedaje durante el novenario y la octava; por esto casi todas son espaciosas y algunas tienen dos departamentos. Formábanles anchos portales, para que el vecindario pudiese venir a la Caridad sin hollar el lodo ni sufrir el sol (entonces no había carruajes) y por último sembraron árboles alineados a lo largo de las aceras para hacer aquellos más hermosos y frescos, y he aquí porqué conserva aún el nombre de alameda. Figuraos si sería linda esta calle, improvisada en pocos años, adornada por este tiempo con arcos, banderas y flores, con sus casas enlazadas y erigidas casi bajo un propio plan, aunque no por desgracia con la rectitud debida….

En otro capítulo, José Ramón de Betancourt retoma el relato de la feria:

“La noche era hermosa, salía la luna en todo su esplendor de un grupo de nubes, sobre cuyos bordes resplandecían sus plateados rayos. Para gozar del espectáculo de la feria, muchas familias habían dejado sus carruajes en el puente de la Caridad y dirigíanse a pié á la iglesia.

A uno y otro lado de la acera innumerables mesas iluminadas con faroles de papel de distintos colores, veíanse cubiertas de sabrosos dulces, tostadas panetelas e hirviente ponche: en otras la perinola, la roleta y el boliche formaban grupos de muchachos y negros. Destacábanse dos de estos de los ángulos de esas mesas para vigilar, mientras que otro tiraba con indecible maestría un par de dados. Aquí el pregón de la lotería confundíase con el de la trova cubana, acompañada de un arpa o de un bien punteado tiple; allá el disparo de los cohetes y el repique de las alegres campanas del templo vecino, ahogaban el rezo de los devotos, las imprecaciones de los jugadores y los chillidos de los pilluelos, mientras que un gentío inmenso transitando por la calle daba a este cuadro una variedad y animación que no acertamos a bosquejar.

Al resplandor de innumerables bujías reflejadas en altas gradas de plata, veíase desde la plaza la pequeña Virgen de la Caridad, radiante de oro y de preciosas piedras….”

“Una Feria de la Caridad de 183…” puede leerse íntegramente en:




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FRASE DE SABIDURÍA

Ser escritor es robarle vida a la muerte.
 - Alfredo Conde  (1945-   ) Escritor español.
 

6 de septiembre de 2011

LLEGADA DESDE CUBA DE LA IMAGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE

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Cincuenta años:
llegada desde Cuba de la imagen
de la Caridad del Cobre

Hace ya 50 años, en 1961,  los cubanos exiliados en Miami  se preparaban para la primera celebración de la Fiesta de la Virgen de la Caridad en el exilio.  No había, sin embargo, una imagen como la que alzaba su trono en el Santuario de El Cobre en la  Cuba que había quedado atrás.  
 
Aquel 8 de septiembre de 1961 más de 30 mil cubanos se encontraban listos en el Estadio de Miami para celebrar la Misa en honor a su patrona, y ninguno imaginaba que esa misma tarde había llegado providencialmente al aeropuerto de esa ciudad una imagen de la Virgen de la Caridad procedente de Cuba, la cual fue recibida en el Estadio  con un júbilo y un calor indescriptibles. La imagen, exiliada también, presidiría la Santa Misa.

Su historia: pertenecía a la Parroquia de Guanabo en la Arquidiócesis de La Habana, y peregrinaba todos los años desde Guabano a Tarará el día 6 de septiembre y  regresaba por mar a Guanabo el día 7 para ir  en procesión a Campo Florido, donde celebraban la fiesta del 8 de septiembre.

El párroco de aquella iglesia, Padre Armando Jiménez Rebollar, dejó escrita la historia de esa bella imagen. Fue esculpida por encargo suyo a semejanza de la que se halla en el Cobre y quedó terminada en 1947. Estando  él ya en Miami y viendo la fe del pueblo, hizo en silencio todo lo posible por traer a Miami su querida imagen, donde sabía que miles de devotos la protegerían.

La imagen había sido escondida en la embajada de Italia, y fue entregada a la Embajadora Elvira Jované de Zayas; ésta le pidió al Sr. Luis Gutiérrez Areces, quien llevaba seis meses asilado en la embajada panameña, que llevara la imagen a Miami. El Sr. Gutiérrez narra que la Embajadora le instruyó para que entregara la imagen a dos monjitas que estarían esperándolo en el aeropuerto de Miami, y que para mayor seguridad le dio el número de teléfono del Sr. Berletta, encargado de recibir la imagen.

«El día 8 de septiembre al subir al avión la Embajadora Elvira Jované de Zayas, me entregó un paquete y un maletín azul donde estaba la virgencita, para traerlos a Miami», narra Gutiérrez. Cuando llegó a Miami no había nadie esperándole.  La Virgen hizo el milagro de permitirle que fuera el único que pudo quedarse con su familia en Miami, pues todos los pasajeros fueron desviados al aeropuerto de Opalocka para ser entrevistados por los oficiales de Aduana. Del aeropuerto salió para la parroquia de Saint Patrick en Miami Beach para bautizar a su hija y desde allí llamó a Barletta, quien fue a recoger la imagen en la puerta de la iglesia. Imagen que reaparecería esa noche esplendorosa ante treinta mil cubanos devotos en la procesión que se celebró en el estadio de Miami. Fue la primera Misa con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, y desde entonces se sigue celebrando. Cada año, Rogelio Zelada y su equipo de bordadoras se ocupan de que pueda lucir un manto nuevo.

La imagen de la Virgen comenzó entonces un recorrido por los campamentos  del programa Pedro Pan para  niños cubanos exiliados que se encontraban solos: habían tenido que abandonar Cuba sin sus padres. La Arquidiócesis de Miami acogió y cuidó de catorce mil niños en aquellos primeros años de exilio, a los que hoy conocemos como los niños de la operación Peter Pan. Luego la imagen permaneció en la iglesia de San Juan Bosco hasta que en 1967 pasó a una capilla porvisional mientras  se construía su Santuario de la Ermita.


El día 8 de septiembre de 1966, el Arzobispo Coleman F. Carrol  solicitó a los fieles cubanos para que levantaran un santuario a la Virgen del Cobre en Miami, «La diócesis de Miami, en el día de hoy, exhorta a todos los cubanos: artistas, arquitectos, escultores, pintores y artesanos a que den sus talentos y tiempo a fin de alcanzar esta meta», dijo el Arzobispo. Los cubanos se organizaron para construir la Ermita a la Virgen en el exilio. La primera piedra de la capilla provisional se colocó el 20 de mayo de 1967 y se celebró la Santa Misa.

El 21 de mayo de 1968 el Arzobispo Carrol ordenó la fundación de la Cofradía de la Virgen de la Caridad para reunir a los devotos a honrar a la Virgen y con ella evangelizar. En el mismo año comenzaron las peregrinaciones de los 126 municipios de Cuba en el Exilio, las que han continuado organizadamente desde entonces.

El 2 de septiembre de 1971, a los diez años de la llegada de la imagen,  se dedicó la Ermita de la Virgen de la Caridad del Cobre, convertida hoy en Santuario Nacional.  El principal celebrante de la liturgia lo fue el cardenal Kroll, arzobispo de Filadelfia, entonces Presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, con la presencia del Arzobispo Carroll de Miami y los obispos Boza Masvidal (expulsado de Cuba) y René H. Gracida, obispo auxiliar de Miami.


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CURIOSIDADES



La mole de la catedral de la Almudena de Madrid, se levanta poderosa, encaramada sobre el promontorio donde hace mil años nació la ciudad. Unos metros más abajo discurre el humilde Manzanares, el aprendiz de río vilipendiado hasta la extenuación. 
Cuentan que, en cierta ocasión, un regidor de la Villa invitó a Lope de Vega a la inauguración de un puente. El dramaturgo se presentó en la ribera y, al ver el contraste entre la magnificencia del puente y la miseria del río, le dijo al regidor que Madrid tenía que elegir entre comprarse un río o vender el puente. 
Hoy, después varias obras hidráulicas que han estabilizado su caudal y le han devuelto la limpieza al agua, la ciudad puede tener las dos cosas: agua (aunque no mucha) y pequeños puentes como el de la reina Victoria, construído en 1908.

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EL ENCUENTRO DEL EXILIO Y LA EMIGRACIÓN

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El encuentro del Exilio y la Emigración

Alfredo Cepero

“Visitar la casa del opresor es sancionar la opresión, mientras un pueblo no tenga conquistados sus derechos, el hijo suyo que pisa en son de fiesta la casa de los que se los conculcan es enemigo de su pueblo”.
José Martí

El último proyecto de ley del Representante Federal, David Rivera, ha puesto al descubierto la muralla gigantesca que divide al exilio cubano de la emigración cubana. Es un fenómeno que tiene poco que ver con la edad de la persona o con su fecha de salida de Cuba. Tiene mucho que ver con su estado mental, con las metas que persigue o con los principios que rigen su vida. Los exiliados renunciamos a nuestro bienestar personal en aras de la libertad. Los emigrados buscaron la libertad como medio de promover su bienestar personal. Para nosotros, la libertad fue un fin que mereció el sacrificio de abandonar bienes materiales y hasta seres queridos. Para ellos, es un medio a través del cual satisfacer sus apetencias materiales. Y punto.

Este es el meollo del argumento que nos ha dividido y nos seguirá dividiendo hasta que Cuba sea libre. Todo lo demás que escuchamos por estos días no son más que cortinas de humo para esconder hipocresías, frivolidades, egoísmos y avaricias según de quién venga la declaración. Este conflicto no es, por otra parte, un asunto nuevo. Lo confrontaron nuestros compatriotas que combatieron a la Metrópolis Española en el Siglo XIX.

Fue tan explosivo y creó tantas divisiones como el que confrontamos en la actualidad. A tal punto de que provocara en aquel espíritu amoroso que fue José Martí la enérgica condena  que encabeza este trabajo. Quienes digan que Martí visitó alguna vez la Cuba Española en función de paz son unos mentirosos y unos miserables que manchan la memoria del más puro de los cubanos. Martí si la visitó pero en función de conspirador, no de cómplice ni de turista.

Volviendo al proyecto de ley de Rivera, el mismo propone retirarles el estatus migratorio de residentes permanentes a los cubanos americanos que regresen a la Isla antes de cumplir cinco años de su salida de la misma. Este proyecto se propone enmendar la llamada Ley de Ajuste Cubano de 1966 que garantiza a los cubanos privilegios que no reciben los inmigrantes procedentes de otros países. El más importante, la residencia permanente a los 366 días de haber arribado a costas norteamericanas.
  
Los visitantes actuales, que abusan de los privilegios otorgados a verdaderos perseguidos políticos, no van a conspirar como el Apóstol sino en viajes de ostentación y placer que llenan las arcas y prolongan la vida de la misma tiranía a la que acusan de haberlos perseguido. Y lo peor, prolongan el martirio de su pueblo bajo un régimen carente de divisas y de créditos que además importa el 80 por ciento de sus alimentos.

Un régimen que sobrevive gracias a la limosna petrolera de Chávez, a la explotación del trabajo esclavo de sus profesionales de la salud, a las remesas enviadas por un exilio que ha decidido sustituir al régimen en la prolongación de la psicología de dependencia a la que se han acostumbrado muchos de nuestros compatriotas dentro de la Isla, y a un turismo atraído con la prostitución de nuestras mujeres, algunas de ellas adolescentes.

Los cubanos en el exterior no tenemos la capacidad de hacer impacto sobre todas estas fuentes de divisas pero si tenemos el poder de negarles nuestros dólares en los renglones de remesas y de turismo, y eso bien podría significar el 25 por ciento de los ingresos del régimen. Podría ser el empujón final para lanzar a la tiranía por el precipicio anunciado recientemente por el histérico tiranuelo sustituto. Esto sería posible si nuestra comunidad estuviera integrada en su mayoría por exiliados comprometidos en derrocar a la tiranía sin el lastre de emigrantes indiferentes ante la causa de nuestra libertad.

No tenemos objeción en reconocer que quienes viajan a Cuba tienen el derecho a hacerlo pero les decimos que no pueden hacerlo y, al mismo tiempo, acogerse al privilegio de la Ley de Ajuste Cubano. Esa ley fue aprobada para proteger a aquellos que sufrimos exilio por defender principios de libertad y de democracia. No para quienes la manipulan para promover sus agendas personales y poner en peligro los derechos ganados a base de privaciones y sacrificios por quienes realmente los merecen.

Quienes viajan pueden reclamar ser buenos hijos, buenos padres y buenos esposos pero no pueden decir que son patriotas ni defensores de la libertad. Los verdaderos patriotas y defensores de la libertad cayeron ante los paredones de fusilamiento, combatieron en las montañas y llanos de Cuba, sufren encarcelamiento y son objeto de golpizas y actos de repudio en nuestras calles y plazas. Quienes con sus dólares les dan oxígeno a los tiranos han decidido ser testigos indiferentes a nuestra tragedia nacional.

Dentro de la Isla se han alzado voces condenando la ley propuesta por Rivera. Primero, Oswaldo Paya, el hombre sin brújula que transita por un camino sin rumbo y utiliza la metáfora de que esta ley es “una cortina de espinas que desgarra a todos” mostrando otra de las múltiples facetas de su personalidad protagónica.  Después, Yoani Sánchez, la mimada de la izquierda internacional que rechaza que la llamen opositora o siquiera disidente pero se aventura con su característico modus operandi de Gatica de María Ramos en una cuestión política diciendo que “quienes viajan a Cuba se convierten en embajadores democráticos y de libertad”. Pamplinas.

Y hasta Guillermo Fariñas, el opositor verdadero que ha avalado su lucha por la libertad con el ejemplo de sus huelgas y de su sacrificio, nos sale con una declaración digna de Cantinflas y nos dice: “Mi opinión es ambivalente”. No señor, aquí no puede haber ambivalencias. Yo le digo que en esta hora de la recta final hay que estar con Dios o con el diablo y, para que lo entendamos todos, hay que peinarse o hacerse papelillos.

Otros llegan a proponer soluciones que incluyan a los victimarios haciendo uso del gastado argumento de “borrón y cuenta nueva”. Son los eternos perdonadores de agravios sufridos por otros. A esos les decimos que perdonen los agravios sufridos en carne propia pero que no tengan la osadía de hablar por las demás víctimas. Me gustaría verlos pedir a Clara Boitel, a Gloria Amaya, a Reina Luisa Tamayo y a tantas y tantas otras madres desgarradas por el dolor que perdonen a los asesinos y torturadores de sus hijos.

En conclusión, opino que los campos están definidos y que, a estas alturas del juego, no hay tiempo ni posibilidades de marcha atrás ni de paños tibios. De un lado, quienes no tienen voluntad o siquiera interés en que reine de nuevo la democracia en nuestra patria. Del otro quienes no descansaremos hasta erradicar para siempre la costra pestilente de opresión y odio que asfixia al pueblo de Cuba.

Quienes reclamamos, exigimos y demandamos justicia porque estamos convencidos de que no se pueden construir naciones sobre el pantano de la compasión hacia los déspotas o el perdón a los criminales. Ese es el espíritu y el mensaje del proyecto de ley del Representante David Rivera. Por eso lo apoyo con todas mis energías de exiliado achacoso que nunca ha sido emigrante y a quién todavía le quedan energías para hacer un aporte, aunque sea pequeño, a la libertad de mi patria.   

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