6 de septiembre de 2011

LLEGADA DESDE CUBA DE LA IMAGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE

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Cincuenta años:
llegada desde Cuba de la imagen
de la Caridad del Cobre

Hace ya 50 años, en 1961,  los cubanos exiliados en Miami  se preparaban para la primera celebración de la Fiesta de la Virgen de la Caridad en el exilio.  No había, sin embargo, una imagen como la que alzaba su trono en el Santuario de El Cobre en la  Cuba que había quedado atrás.  
 
Aquel 8 de septiembre de 1961 más de 30 mil cubanos se encontraban listos en el Estadio de Miami para celebrar la Misa en honor a su patrona, y ninguno imaginaba que esa misma tarde había llegado providencialmente al aeropuerto de esa ciudad una imagen de la Virgen de la Caridad procedente de Cuba, la cual fue recibida en el Estadio  con un júbilo y un calor indescriptibles. La imagen, exiliada también, presidiría la Santa Misa.

Su historia: pertenecía a la Parroquia de Guanabo en la Arquidiócesis de La Habana, y peregrinaba todos los años desde Guabano a Tarará el día 6 de septiembre y  regresaba por mar a Guanabo el día 7 para ir  en procesión a Campo Florido, donde celebraban la fiesta del 8 de septiembre.

El párroco de aquella iglesia, Padre Armando Jiménez Rebollar, dejó escrita la historia de esa bella imagen. Fue esculpida por encargo suyo a semejanza de la que se halla en el Cobre y quedó terminada en 1947. Estando  él ya en Miami y viendo la fe del pueblo, hizo en silencio todo lo posible por traer a Miami su querida imagen, donde sabía que miles de devotos la protegerían.

La imagen había sido escondida en la embajada de Italia, y fue entregada a la Embajadora Elvira Jované de Zayas; ésta le pidió al Sr. Luis Gutiérrez Areces, quien llevaba seis meses asilado en la embajada panameña, que llevara la imagen a Miami. El Sr. Gutiérrez narra que la Embajadora le instruyó para que entregara la imagen a dos monjitas que estarían esperándolo en el aeropuerto de Miami, y que para mayor seguridad le dio el número de teléfono del Sr. Berletta, encargado de recibir la imagen.

«El día 8 de septiembre al subir al avión la Embajadora Elvira Jované de Zayas, me entregó un paquete y un maletín azul donde estaba la virgencita, para traerlos a Miami», narra Gutiérrez. Cuando llegó a Miami no había nadie esperándole.  La Virgen hizo el milagro de permitirle que fuera el único que pudo quedarse con su familia en Miami, pues todos los pasajeros fueron desviados al aeropuerto de Opalocka para ser entrevistados por los oficiales de Aduana. Del aeropuerto salió para la parroquia de Saint Patrick en Miami Beach para bautizar a su hija y desde allí llamó a Barletta, quien fue a recoger la imagen en la puerta de la iglesia. Imagen que reaparecería esa noche esplendorosa ante treinta mil cubanos devotos en la procesión que se celebró en el estadio de Miami. Fue la primera Misa con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, y desde entonces se sigue celebrando. Cada año, Rogelio Zelada y su equipo de bordadoras se ocupan de que pueda lucir un manto nuevo.

La imagen de la Virgen comenzó entonces un recorrido por los campamentos  del programa Pedro Pan para  niños cubanos exiliados que se encontraban solos: habían tenido que abandonar Cuba sin sus padres. La Arquidiócesis de Miami acogió y cuidó de catorce mil niños en aquellos primeros años de exilio, a los que hoy conocemos como los niños de la operación Peter Pan. Luego la imagen permaneció en la iglesia de San Juan Bosco hasta que en 1967 pasó a una capilla porvisional mientras  se construía su Santuario de la Ermita.


El día 8 de septiembre de 1966, el Arzobispo Coleman F. Carrol  solicitó a los fieles cubanos para que levantaran un santuario a la Virgen del Cobre en Miami, «La diócesis de Miami, en el día de hoy, exhorta a todos los cubanos: artistas, arquitectos, escultores, pintores y artesanos a que den sus talentos y tiempo a fin de alcanzar esta meta», dijo el Arzobispo. Los cubanos se organizaron para construir la Ermita a la Virgen en el exilio. La primera piedra de la capilla provisional se colocó el 20 de mayo de 1967 y se celebró la Santa Misa.

El 21 de mayo de 1968 el Arzobispo Carrol ordenó la fundación de la Cofradía de la Virgen de la Caridad para reunir a los devotos a honrar a la Virgen y con ella evangelizar. En el mismo año comenzaron las peregrinaciones de los 126 municipios de Cuba en el Exilio, las que han continuado organizadamente desde entonces.

El 2 de septiembre de 1971, a los diez años de la llegada de la imagen,  se dedicó la Ermita de la Virgen de la Caridad del Cobre, convertida hoy en Santuario Nacional.  El principal celebrante de la liturgia lo fue el cardenal Kroll, arzobispo de Filadelfia, entonces Presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, con la presencia del Arzobispo Carroll de Miami y los obispos Boza Masvidal (expulsado de Cuba) y René H. Gracida, obispo auxiliar de Miami.


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CURIOSIDADES



La mole de la catedral de la Almudena de Madrid, se levanta poderosa, encaramada sobre el promontorio donde hace mil años nació la ciudad. Unos metros más abajo discurre el humilde Manzanares, el aprendiz de río vilipendiado hasta la extenuación. 
Cuentan que, en cierta ocasión, un regidor de la Villa invitó a Lope de Vega a la inauguración de un puente. El dramaturgo se presentó en la ribera y, al ver el contraste entre la magnificencia del puente y la miseria del río, le dijo al regidor que Madrid tenía que elegir entre comprarse un río o vender el puente. 
Hoy, después varias obras hidráulicas que han estabilizado su caudal y le han devuelto la limpieza al agua, la ciudad puede tener las dos cosas: agua (aunque no mucha) y pequeños puentes como el de la reina Victoria, construído en 1908.

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EL ENCUENTRO DEL EXILIO Y LA EMIGRACIÓN

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El encuentro del Exilio y la Emigración

Alfredo Cepero

“Visitar la casa del opresor es sancionar la opresión, mientras un pueblo no tenga conquistados sus derechos, el hijo suyo que pisa en son de fiesta la casa de los que se los conculcan es enemigo de su pueblo”.
José Martí

El último proyecto de ley del Representante Federal, David Rivera, ha puesto al descubierto la muralla gigantesca que divide al exilio cubano de la emigración cubana. Es un fenómeno que tiene poco que ver con la edad de la persona o con su fecha de salida de Cuba. Tiene mucho que ver con su estado mental, con las metas que persigue o con los principios que rigen su vida. Los exiliados renunciamos a nuestro bienestar personal en aras de la libertad. Los emigrados buscaron la libertad como medio de promover su bienestar personal. Para nosotros, la libertad fue un fin que mereció el sacrificio de abandonar bienes materiales y hasta seres queridos. Para ellos, es un medio a través del cual satisfacer sus apetencias materiales. Y punto.

Este es el meollo del argumento que nos ha dividido y nos seguirá dividiendo hasta que Cuba sea libre. Todo lo demás que escuchamos por estos días no son más que cortinas de humo para esconder hipocresías, frivolidades, egoísmos y avaricias según de quién venga la declaración. Este conflicto no es, por otra parte, un asunto nuevo. Lo confrontaron nuestros compatriotas que combatieron a la Metrópolis Española en el Siglo XIX.

Fue tan explosivo y creó tantas divisiones como el que confrontamos en la actualidad. A tal punto de que provocara en aquel espíritu amoroso que fue José Martí la enérgica condena  que encabeza este trabajo. Quienes digan que Martí visitó alguna vez la Cuba Española en función de paz son unos mentirosos y unos miserables que manchan la memoria del más puro de los cubanos. Martí si la visitó pero en función de conspirador, no de cómplice ni de turista.

Volviendo al proyecto de ley de Rivera, el mismo propone retirarles el estatus migratorio de residentes permanentes a los cubanos americanos que regresen a la Isla antes de cumplir cinco años de su salida de la misma. Este proyecto se propone enmendar la llamada Ley de Ajuste Cubano de 1966 que garantiza a los cubanos privilegios que no reciben los inmigrantes procedentes de otros países. El más importante, la residencia permanente a los 366 días de haber arribado a costas norteamericanas.
  
Los visitantes actuales, que abusan de los privilegios otorgados a verdaderos perseguidos políticos, no van a conspirar como el Apóstol sino en viajes de ostentación y placer que llenan las arcas y prolongan la vida de la misma tiranía a la que acusan de haberlos perseguido. Y lo peor, prolongan el martirio de su pueblo bajo un régimen carente de divisas y de créditos que además importa el 80 por ciento de sus alimentos.

Un régimen que sobrevive gracias a la limosna petrolera de Chávez, a la explotación del trabajo esclavo de sus profesionales de la salud, a las remesas enviadas por un exilio que ha decidido sustituir al régimen en la prolongación de la psicología de dependencia a la que se han acostumbrado muchos de nuestros compatriotas dentro de la Isla, y a un turismo atraído con la prostitución de nuestras mujeres, algunas de ellas adolescentes.

Los cubanos en el exterior no tenemos la capacidad de hacer impacto sobre todas estas fuentes de divisas pero si tenemos el poder de negarles nuestros dólares en los renglones de remesas y de turismo, y eso bien podría significar el 25 por ciento de los ingresos del régimen. Podría ser el empujón final para lanzar a la tiranía por el precipicio anunciado recientemente por el histérico tiranuelo sustituto. Esto sería posible si nuestra comunidad estuviera integrada en su mayoría por exiliados comprometidos en derrocar a la tiranía sin el lastre de emigrantes indiferentes ante la causa de nuestra libertad.

No tenemos objeción en reconocer que quienes viajan a Cuba tienen el derecho a hacerlo pero les decimos que no pueden hacerlo y, al mismo tiempo, acogerse al privilegio de la Ley de Ajuste Cubano. Esa ley fue aprobada para proteger a aquellos que sufrimos exilio por defender principios de libertad y de democracia. No para quienes la manipulan para promover sus agendas personales y poner en peligro los derechos ganados a base de privaciones y sacrificios por quienes realmente los merecen.

Quienes viajan pueden reclamar ser buenos hijos, buenos padres y buenos esposos pero no pueden decir que son patriotas ni defensores de la libertad. Los verdaderos patriotas y defensores de la libertad cayeron ante los paredones de fusilamiento, combatieron en las montañas y llanos de Cuba, sufren encarcelamiento y son objeto de golpizas y actos de repudio en nuestras calles y plazas. Quienes con sus dólares les dan oxígeno a los tiranos han decidido ser testigos indiferentes a nuestra tragedia nacional.

Dentro de la Isla se han alzado voces condenando la ley propuesta por Rivera. Primero, Oswaldo Paya, el hombre sin brújula que transita por un camino sin rumbo y utiliza la metáfora de que esta ley es “una cortina de espinas que desgarra a todos” mostrando otra de las múltiples facetas de su personalidad protagónica.  Después, Yoani Sánchez, la mimada de la izquierda internacional que rechaza que la llamen opositora o siquiera disidente pero se aventura con su característico modus operandi de Gatica de María Ramos en una cuestión política diciendo que “quienes viajan a Cuba se convierten en embajadores democráticos y de libertad”. Pamplinas.

Y hasta Guillermo Fariñas, el opositor verdadero que ha avalado su lucha por la libertad con el ejemplo de sus huelgas y de su sacrificio, nos sale con una declaración digna de Cantinflas y nos dice: “Mi opinión es ambivalente”. No señor, aquí no puede haber ambivalencias. Yo le digo que en esta hora de la recta final hay que estar con Dios o con el diablo y, para que lo entendamos todos, hay que peinarse o hacerse papelillos.

Otros llegan a proponer soluciones que incluyan a los victimarios haciendo uso del gastado argumento de “borrón y cuenta nueva”. Son los eternos perdonadores de agravios sufridos por otros. A esos les decimos que perdonen los agravios sufridos en carne propia pero que no tengan la osadía de hablar por las demás víctimas. Me gustaría verlos pedir a Clara Boitel, a Gloria Amaya, a Reina Luisa Tamayo y a tantas y tantas otras madres desgarradas por el dolor que perdonen a los asesinos y torturadores de sus hijos.

En conclusión, opino que los campos están definidos y que, a estas alturas del juego, no hay tiempo ni posibilidades de marcha atrás ni de paños tibios. De un lado, quienes no tienen voluntad o siquiera interés en que reine de nuevo la democracia en nuestra patria. Del otro quienes no descansaremos hasta erradicar para siempre la costra pestilente de opresión y odio que asfixia al pueblo de Cuba.

Quienes reclamamos, exigimos y demandamos justicia porque estamos convencidos de que no se pueden construir naciones sobre el pantano de la compasión hacia los déspotas o el perdón a los criminales. Ese es el espíritu y el mensaje del proyecto de ley del Representante David Rivera. Por eso lo apoyo con todas mis energías de exiliado achacoso que nunca ha sido emigrante y a quién todavía le quedan energías para hacer un aporte, aunque sea pequeño, a la libertad de mi patria.   

 http://www.lanuevanacion.com


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FRASE DE SABIDURÍA


Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría.
Proverbio árabe


5 de septiembre de 2011

LA POBRE VIEJECITA, POEMA DE R. POMBO

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 Érase una viejecita
Sin nadita que comer
Sino carnes, frutas, dulces,
Tortas, huevos, pan y pez
Bebía caldo, chocolate,
Leche, vino, té y café,
Y la pobre no encontraba
Qué comer ni qué beber.
 
Y esta vieja no tenía
Ni un ranchito en que vivir
Fuera de una casa grande
Con su huerta y su jardín
 
Nadie, nadie la cuidaba
Sino Andrés y Juan Gil
Y ocho criados y dos pajes
De librea y corbatín
 
Nunca tuvo en qué sentarse
Sino sillas y sofás
Con banquitos y cojines
Y resorte al espaldar
 
Ni otra cama que una grande
Más dorada que un altar,
Con colchón de blanda pluma,
Mucha seda y mucho olán.
 
Y esta pobre viejecita
Cada año, hasta su fin,
Tuvo un año más de vieja
Y uno menos que vivir
 
Y al mirarse en el espejo
La espantaba siempre allí
Otra vieja de antiparras,
Papalina y peluquín.
 
Y esta pobre viejecita
No tenía que vestir
Sino trajes de mil cortes
Y de telas mil y mil.
 
Y a no ser por sus zapatos,
Chanclas, botas y escarpín,
Descalcita por el suelo
Anduviera la infeliz
 
Apetito nunca tuvo
Acabando de comer,
Ni gozó salud completa
Cuando no se hallaba bien
 
Se murió del mal de arrugas,
Ya encorvada como un tres,
Y jamás volvió a quejarse
Ni de hambre ni de sed.
 
Y esta pobre viejecita
Al morir no dejó más
Que onzas, joyas, tierras, casas,
Ocho gatos y un turpial
 
Duerma en paz, y Dios permita
Que logremos disfrutar
Las pobrezas de esa pobre
Y morir del mismo mal

María Dominicis, en su ameno relato sobre las canciones de su niñez (de nuestra niñez, hemos de decir muchas), que apareciera en la ediición de ayer de esta Gaceta, menciona una cancioncilla muy popular cuya letra fue creación del poeta colombiano Rafael Pombo. 

Nos place reproducirlo como complemento indispensable al rato de buena y evocadora lectura que nos proporcionó María. 

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YO TENÍA UNA LUZ QUE A MÍ ME ALUMBRABA

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Yo tenía una luz que a mí me alumbraba…

José T. Castellanos

La verdad es que me hacía gracia aquel merengue. "Yo tenía una luz que a mí me alumbraba,  y venía una brisa,  fuá,  y me la apagaba". Yo no sé con que malicia estaba pensada esa expresión, ni recuerdo si el cieguito pegó otros merengues. Que yo no soy muy merenguero.

Me ha gustado aquel de Luis Días,"Baile en la calle de noche, baile en la calle de día". y aquel otro de Juan Luis Guerra, "Ojalá que llueva café en el campo". Y, por supuesto, Juangomero y otros de la vieja trova. Y pare usted de contar. Como no sea aquel otro de Enriquillo Sánchez, que tanto me hacía reír, "Yo soy más perro que un burro, yo soy más burro que un perro"

Y recuerdo ahora al Cieguito y la luz que lo alumbraba, porque uno de mis amigos Demócratas me dice que aunque Obama fue derrotado en el Diez, puede reponerse en el Doce, como así lo hizo Clinton, quien también perdió las elecciones de Medio Término y, no obstante, pudo reelegirse.
     
Y recuerdo al Cieguito de Nagua, porque efectivamente, Obama tenia en el Ocho una Luz que,  fuá,  se llevó la brisa en el Diez. Esa luz, provenía en primer lugar de la novedad de su figura, de su origen, de su oratoria. No se parecía a ningún otro candidato a presidente. Y aunque todavía sigue siendo muy buen orador, y sigue subiendo a brinquitos a la tribuna, ya no es la novedad de entonces.

Además de la novedad de su figura había un elemento de ilusión o "esperanza de cambio" como algunos decían. Los hispanos deseaban o esperaban "una ley de inmigración" que legalizara a doce millones de indocumentados. Digo, no los hispanos que votaron por Marco Rubio y la nueva gobernadora de Nuevo Méjico, si no los hispanos de La Raza. Que, en algunos puntos de vista, son muy diferentes a nosotros.

Ciertamente, no sé qué cambio esperaban los afroamericanos que votaron por Obama en más de un 90 por ciento. Vecino del Liberty City Miamense, yo no he sabido de ningún proyecto gubernamental de mejoramiento de esa pobre gente. Y pensar que tantos se rieron del Presidente Bush porque lanzó un plan para financiar imaginativos programas que buscaran que las parejas de negros permanecieran unidas un tiempito mayor. Y así aliviarles la carga a las madres solteras... y a las abuelas. De todos modos, yo creo que éstos se durmieron en el Diez.

Dicen algunos, que parte de la luz vino del voto de los independientes blancos movidos por algo así como un complejo de culpa. Yo no lo creo así. Yo más bien creo que estos electores eran partidarios de la diversidad y de la igualdad de oportunidades para todos. Y que para el Diez consideraron ya cumplido su deseo.

Otros grupos de electores, que no quiero mencionar, muy activos en el Ocho según parece, también se quedaron dormidos en el Diez. Y sólo así se explica el resultado de esas jornadas: 63 Representantes, 6 senadores, 11 Gobernadores, y la mayoría en un montón de congresos estatales.

Ciertamente, vino una brisa, fuá, y apagó la luz.

Pero algunos de mis amigos creen que ésta puede volver a encenderse. Yo no lo creo así. Los sondeos, encuestas y otras averiguaciones de la opinión pública, parecen caminar en dirección contraria.   

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