1 de agosto de 2011

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Monseñor Meurice descansa ya en su Oriente natal

 - Los medios oficiales dieron amplia cobertura a los homenajes al reverendo norteamericano y procastrista Lucius Walker, pero obviaron los dedicados al arzobispo emérito de Santiago de Cuba.

Decenas de personas abarrotaron durante la tarde del sábado la Catedral de Santiago de Cuba para rendir tributo a monseñor Pedro Meurice, informó la independiente Agencia de Prensa Libre Oriental (APLOPress).

Los restos de Meurice, arzobispo emérito de Santiago de Cuba fallecido en Miami el pasado 21 de julio, llegaron a la Isla el sábado por la mañana y fueron trasladados a la Catedral, donde el domingo se ofició una ceremonia religiosa. El sepelio se realizó inmediatamente después.  Hasta Santiago de Cuba  viajaron el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, y familiares de Pedro Meurice residentes en el exterior.

De acuerdo con APLOPress, en una misa realizada en la tarde del sábado, Roberto González Nieves, arzobispo de Puerto Rico, "resaltó los valores de Monseñor Meurice como buen católico y hombre de valores humanos elevados". Luego, "se produjo el desfile respetuoso del público, formado en columnas alrededor del féretro".

La prensa oficial de la Isla ha dado información mínima sobre la muerte de Meurice, una de las figuras de la Iglesia Católica más críticas con el régimen. Los diarios nacionales no informaron del fallecimiento del arzobispo emérito y solo días después publicaron un comunicado del cardenal Jaime Ortega con detalles sobre sus funerales.

APLOPress dijo que el periódico provincial Sierra Maestra, órgano del Partido Comunista, publicó una nota sobre la exposición en la Catedral de los restos de Meurice y su sepelio. Sin embargo, los medios de prensa de la Isla (todos estatales) han dado amplia cobertura a los homenajes al reverendo estadounidense Lucius Walker, aliado durante décadas del Gobierno cubano.

Las cenizas de Walker, quien encabezaba las caravanas que "desafíaban" el embargo estadounidense para llevar "ayuda humanitaria" a la Isla, y que Washington no suele impedir, fueron entregadas por Kenia Serrano, presidenta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), al Centro Memorial Martin Luther King Jr (CMMLK), de La Habana, en una ceremonia efectuada en el Memorial José Martí, de la capital. Al acto asistieron el vicepresidente Esteban Lazo y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón, indicó la Agencia de Información Nacional. Las cenizas de Walker, fallecido el pasado mes de septiembre, descansarán en la Isla, por pedido del propio reverendo.

Meurice fue un duro crítico del Gobierno de los Castro. En enero de 1998, durante la histórica visita de Juan Pablo II a Cuba y ante Raúl Castro, entonces el número dos del régimen, señaló públicamente que los cubanos debían "desmitificar los falsos mesianismos" y presentó al Papa el panorama de un país "desgarrado por el exilio", el "egoísmo" y la "pobreza de libertad".

"Le presento además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología", dijo entonces en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba.

Según APLOPress, la Seguridad del Estado dijo a los opositores y activitas de derechos humanos que no impediría su participación, aunque sí tendría "bajo vigilancia a cada uno (…) responsabilizándolos con cualquier disturbio que pudiese ocurrir durante el sepelio". Agentes de la Seguridad acusaron a los disidentes de estar "convocados desde los Estados Unidos para formar revueltas", algo que estos niegan.

El sábado, el colaborador de DIARIO DE CUBA, Alberto Méndez Castelló, fue detenido en Las Tunas  para evitar que viajara a Santiago de Cuba a cubrir los funerales de Mons. Meurice.

Santiago de Cuba despidió a Mons Meurice bajo un fuerte despliegue policial

'Un mar de pueblo' acompañó los restos mortales del arzobispo emérito hasta el cementerio de Santa Ifigenia, dijo el ex preso político José Daniel Ferrer.

Centenares de personas despidieron este domingo en Santiago de Cuba a monseñor Pedro Meurice Estiú bajo un fuerte despliegue policial, aunque sin incidentes, informó a DIARIO DE CUBA Yusmila Reina Ferrera, directora de la Agencia de Prensa Libre Oriental (APLOPress).

Decenas de activistas de derechos humanos, las Damas de Blanco Laura Pollán y Belkis Cantillo y varias Damas de Apoyo se trasladaron a la capital de Santiago de Cuba para asistir a este domingo a la misa en honor de Meurice, oficiada por el arzobispo Dionisio García Ibáñez. "Las Damas de Blanco no podíamos faltar porque él siempre nos apoyó y fue solidario con nuestra lucha", dijo Pollán, quien viajó desde La Habana, en declaraciones a la emisora Radio Martí.  

La bloguera Yoani Sánchez  dijo a través de su cuenta en Twitter que durante la homilía, García Ibáñez afirmó que las dos despedidas que ha recibido Meurice —en Cuba y en Miami— son "símbolo de la reconciliación que anhelaba para los cubanos".

El ex preso político José Daniel Ferrer, miembro del Grupo de los 75, dijo también en Twitter que tras la misa, "un mar de pueblo" siguió los restos mortales de Meurice por las calles santiagueras hasta el cementerio de Santa Ifigenia. Según Yusmila Ferrera en las calles aledañas a la Catedral y a lo largo del recorrido hacia el cementerio había una fuerte presencia de efectivos de la policía y la Seguridad del Estado.

De acuerdo con Yoani Sánchez, muchos participantes en la procesión levantaron las manos formando la letra L con el índice y el pulgar, un gesto que suelen hacer los activistas de derechos humanos y Damas de Blanco para pedir "Libertad". 

Ferrera dijo a DIARIO DE CUBA que en los días previos al funeral de Meurice varios disidentes recibieron llamadas telefónicas y visitas de agentes de la Seguridad, quienes les advirtieron que les responsabilizarían de cualquier incidente que pudiera producirse.

"Vendrá un día esplendoroso para todos los cubanos"

Meurice, arzobispo emérito de Santiago de Cuba y una de las figuras más críticas de la Iglesia Católica con el régimen de los Castro, murió el pasado 21 de julio en Miami a los 79 años de edad, víctima de una crisis renal.

En enero de 1998, durante la histórica visita de Juan Pablo II a Cuba y ante Raúl Castro, entonces el número dos del régimen, Meurice señaló públicamente que los cubanos debían "desmitificar los falsos mesianismos" y presentó al Papa el panorama de un país "desgarrado por el exilio", el "egoísmo" y la "pobreza de libertad".

Durante su despedida como obispo, en febrero de 2007, Meurice encomendó a los católicos "trabajar y luchar por la reconciliación de todos los cubanos".

"Llegará el día en que tanto dolor y tanto sufrimiento, tanto trabajo, tanto sudor, no serán en vano, darán su fruto y fruto abundante. Y todos podremos gozar de alegría, de paz, de unidad", dijo en su última homilía al frente de la Arquidiócesis. 

"Vendrá un día esplendoroso" para "todos los cubanos, piensen como piensen; crean o no crean en Dios; estén donde estén, dentro de Cuba o fuera de Cuba; todos sufriendo por Cuba y esperando por Cuba", añadió.

Pedro Claro Meurice Estiú nació el 23 de febrero de 1932 en San Luis, en la entonces provincia de Oriente. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de San Basilio Magno, El Cobre. Cursó los dos primeros años de Teología en el Seminario El Buen Pastor, en La Habana, y la terminó en el Seminario Santo Tomás de Aquino, en República Dominicana.

Fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1955. Entre 1956 y 1958, estudió Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Al regresar a Santiago de Cuba, fue nombrado vicecanciller y secretario del arzobispo Enrique Pérez Serantes.

El 1 de julio de 1967 fue elegido obispo titular de Teglata di Numidia y nombrado auxiliar de Santiago de Cuba por el papa Paulo VI. A la muerte del arzobispo Pérez Serantes, el 18 de abril de 1968, fue nombrado vicario capitular y el 25 de junio del mismo año, el papa Paulo VI lo nombró administrador apostólico de Santiago de Cuba.

Fue promovido a la sede metropolitana de Santiago de Cuba el 4 de julio de 1970. El 20 de febrero de 1980, fue nombrado administrador apostólico de La Habana por enfermedad del arzobispo Francisco R. Oves Fernández. Se mantuvo en ese puesto hasta el nombramiento del nuevo arzobispo, Jaime Lucas Ortega Alamino, el 20 de noviembre 1981.

El 10 de febrero de 2007, el papa Benedicto XVI aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba por límite de edad.

Fuente: http://www.ddcuba.com

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Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario.
 
 - Elbert Hubbard  (1856-1915) Ensayista estadounidense.
 

31 de julio de 2011

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 Pastor y profeta

 - Por: María C. Campistrous Pérez  

El que sufre por su patria y vive para Dios,
en éste u otros mundos tiene verdadera gloria.
José Martí


Santiago de Cuba, 27 de julio de 2011 - Estas líneas no quieren ser una crónica de acontecimientos pasados ni recientes, y mucho menos pretenden hacer un anecdotario arzobispal.

 Si escribo hoy es por la imperiosa necesidad de decir lo que siento a impulsos del corazón, sin pensarlo, sin rebuscar hechos, porque estoy convencida de que no se puede silenciar lo que ha sido –que es silenciar la historia–, y también porque lo siento como deber de gratitud y afecto al que gracias al Señor tuvimos como Pastor, al obispo hechura del gigante que le sirvió de modelo.

Ahora, desgranados a como salgan, van mis recuerdos de otros tiempos, amalgamados, queridos, quizá escondidos allá en lo recóndito del alma y hasta salpicados por ese invento de Dios que son las lágrimas y contra las que tanto he batallado, como si no fuera de humanos sentir y conmoverse, por lo grande y por lo sencillo, por lo que nos toca por dentro.
Era aún un joven sacerdote recién ordenado cuando le conocí: “Perucho”, aún a pesar de la época un tanto barroca para títulos y dignidades eclesiásticas. Era el cura sencillo con la misma sencillez que colmó su episcopado, doctorados aparte. ¿Cómo podía ser de otra forma quien se formaba con un Pérez Serantes por maestro, digo más, como padre espiritual cercano y cariñoso a su forma siempre franca. Y dicho sea ya de paso, si algo admiré en él, si por algo le quise, es por ese recuerdo vivo y fundante –lleno también de ternura– que le colmaba hacia quien fue para él obispo, padre, maestro y amigo.

Echo el tiempo a correr, en marcha atrás, y justo lo detengo al filo de comenzar la etapa que marcó mi vida para siempre: mi ingreso en la Acción Católica Cubana que por vueltas de la vida me llevó muy pronto al Consejo Diocesano en una etapa crucial de nuestra historia. En ese entonces conocí de Perucho, primero de oídas y luego al verle en el Arzobispado cuando iba a “tirar” algunos “ditos”; más adelante ya iba a ver al Arzobispo y conocía de su labor como consiliario. Mas, cuando de verdad empecé a sentirlo como alguien cercano fue a través de otro federado con quien le unió una amistad muchas veces, o mejor digo siempre, redentora. Ese federado llegó a ser mi esposo, y en nuestro matrimonio fue puente, amigo, hermano y pastor, también compadre. Eso no lo olvidaré nunca.
Sabemos bien que para aquilatar de verdad el valor de una persona es mejor mirar los tiempos duros, ésos que decimos que prueban el temple de un ser humano, yo agregaría que lo que prueba es la calidad de su seguimiento al Señor de la Historia, su lectura coherente a los signos de los tiempos. Y en estos más de 50 años de sacerdocio vivido según el Evangelio, es obvio que la inmensa mayoría fueron de prueba, miremos si no la historia patria tan imbricada en cada instante –a Dios gracias– con la eclesial; porque ello nos habla de una Iglesia encarnada, nunca ajena al sentir y sufrir de su pueblo. Así empieza a hacerse grande, mírese como se mire y desde cualquier bando que se mire, la figura de este obispo.
De un lado aplaudido, del otro causando ronchas, por todas partes recibiendo “palos porque boga y palos porque no boga”, como buen discípulo de Cristo que no puede ser más que su Maestro, porque sólo hace la voluntad del Padre sin buscar agradar a unos o dejar de molestar a otros, por eso le admiraba. La expresión justa, dicha a tiempo, sin ambages, con fuerza, y ¿por qué no decirlo, si bien me agradaba?, con algún que otro puñetazo bien dado sobre el ambón.
¿Sabe? Padre, creo que ha sido usted “siervo inútil” (así decía a veces) con la misma inutilidad del Profeta, siendo profeta para los suyos en la tierra que le vio nacer, y sacerdote del Altísimo a la usanza Antigua y Nueva dejándose mover sólo por Él.
Sin ordenar recuerdos, pienso ahora en el día de su ordenación episcopal, allí junto a la Madre, en la Casa de todos. Aquél fue en verdad día de fiesta para nuestra Iglesia cubana y no sólo de la arquidiócesis oriental –aún no convertida, con la división que multiplica, en cuatro diócesis–.
Fue también día de reencuentro entre federados, nos volvíamos a ver después de años, a veces pensando “ya ése se fue”. Día hermoso y lleno de emociones. Después fue el ir y venir de cartas que demoraban siglos contando lo ocurrido, lo vivido, lo sentido hasta los tuétanos. De diáspora nada, por aquellos tiempos el que se iba al exilio lo hacía para siempre, no se permitían visitas en ningún sentido, pero ellos, los de allende el mar, estuvieron presentes con sus oraciones y en el recuerdo y el cariño de los que aquí permanecíamos, algunos hasta hoy, otros esperando…
Sempiterna realidad del cubano de las últimas décadas… Bien vivida, reflexionada y sufrida por Mons. Pedro por partida doble: como pastor, y además como hijo, hermano, tío, amigo… Realidad que marcó también su talante episcopal, pues se sabía y sentía pastor de los de aquí y de los de allá. Y eso requiere un corazón grande y sereno.
Pensando en esto, comprendo ahora el camino recto que el Señor traza a su manera. En un principio, me dolía que hubiese muerto junto a otras riberas. Pero el mar se hizo abrazo para unir los sentimientos patrios, porque, como dijo él en su recto, preciso y valiente saludo al Papa en la plaza santiaguera: “Somos un único pueblo que, navegando a trancos sobre todos los mares, seguimos buscando la unidad que no será nunca fruto de la uniformidad sino de un alma común y compartida a partir de la diversidad”. Su funeral en Miami lo leo como un signo de los tiempos, como puerta propicia a la reconciliación que tanto anhelaba y fue un deseo expresado en sus palabras al concluir la última Eucaristía como Arzobispo de Santiago de Cuba. Como verdadero Pastor que ama, cuida y reúne a sus ovejas, su cuerpo ya yerto irradia luz de aurora que ilumina el reencuentro.

Otro día viene presto a mi memoria, el día inolvidable del sepelio de Pérez Serantes, la Catedral repleta, el pueblo manifestando su cariño y agradecimiento al Prelado con mayúscula, la procesión sentida hasta el cementerio, miles de personas que caminaban cantando y rezando…, aún a pesar de los tiempos que corrían y las implicaciones que podría acarrear la manifestación. Son cosas que se guardan para siempre, en intrincados vericuetos que a veces se enderezan para dejarnos ver clara la hondura del recuerdo. Algo me tocó a fondo, el obispo auxiliar de Santiago lloraba, como sólo pueden hacerlo los hombres que saben serlo siendo fieles.
Y tal vez por eso ahora sólo recuerde las cosas que me impactaron por dentro. Pasan los años, y me veo en el Santuario de El Cobre, lleno de coloridos humanos, de alegría, el Cardenal Gantin haría la consagración como Basílica Menor. Cantamos el Himno de Bayamo, la emoción subía de tono, y el entonces Arzobispo de la diócesis primada lloraba, la gente, entre otras cosas, aplaudía a reventar, cámara en mano, en el presbiterio, yo hacía lo mismo que los demás, un codazo a tiempo me saca del ensueño y me recuerda, “estás aquí para retratar”, aún era tiempo de inmortalizar el instante.
Sigo sin orden, obedezco al sentimiento que es mucho más poderoso que la razón. Revivo la visita de Juan Pablo II. La Plaza santiaguera desbordada, el pueblo había dado riendas sueltas a su amor por la Virgen... Saludos al Papa... Y entonces ocurre lo que nadie esperaba.
El obispo primado da la bienvenida al vicario de Cristo, como es de rigor, y sus palabras son la expresión valiente del sentimiento de su pueblo, la voz del que no puede alzarla. Coincido con él en que nació para ese día; pero he de agregar que no sólo para “ése”, fue el momento, la presencia de los medios de comunicación que llevaron sus palabras al mundo entero, lo que permitió que sus palabras recorrieran el orbe. Los que le conocíamos, sabíamos que eran las de siempre, las del profeta que vive la realidad de su pueblo. De esto no hay que comentar, mucho se ha hecho, sólo añadir que para el “resto fiel” sí hubo gran alegría, pero no asombro ni extrañeza, estábamos acostumbrados a su decir, a su valor, ¿no era acaso el obispo de Oriente, donde la tierra tiembla pero los hombres no? ¡Qué día para reunir emociones! Cuando le oí pensé en Pérez Serantes, y estoy segura que ese día, desde arriba, gozando de la presencia del Padre que ya los ha reunido, nuestro viejo Pastor se alegraba y nos bendecía.
Como dice mi hija Poppy, su ahijada: Padre de los Santiagueros y de Santiago será el nuevo santo de Cuba, obra le sobra.
“Actuamos, como lo hemos hecho siempre, totalmente libres de extrañas influencias, consagrados al exclusivo servicio de Dios y de la patria”, escribió en una pastoral Mons. Serantes. Pienso que estas palabras resumen bien el actuar de su sucesor.
 Oigo tañer las campanas de la Catedral primada, doblan por su arzobispo emérito. Con ellas me duelo y me regocijo, y doy gracias al Señor de la Historia por el regalo de este Pastor que supo ser profeta y hacer historia.
Termino diciendo: GRACIAS PADRE MEURICE, por su vida ejemplar de entrega sin reservas.
Reproducido de: http://www.iglesiacubana.net (Página oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba) 

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La Gioconda, ¿de vuelta a Italia?

- Por Soraya Melguizo | Milán

- En 2013 se cumplirán cien años desde que La Gioconda se exhibiera por primera vez en la Galería de los Uffizi de la ciudad de Florencia, por ese motivo, un grupo de investigadores italianos han presentado un proyecto para conseguir que la obra de Leonardo sea devuelta desde el Museo del Louvre, a la patria del artista florentino para conmemorar esa fecha.
  
El 'Louvre' cree que es demasiado frágil para moverlo

La idea es que una vez el cuadro se encuentre en Italia, se acelere el proyecto del Museo Leonardo en Florencia, que reunirá la mayor parte de sus obras pictóricas, probablemente en el Monasterio de Santa Orsola, propiedad de la Provincia, y donde se está llevando a cabo la búsqueda de los huesos de Lisa Gherardini, la Gioconda.  

Sin embargo no lo tienen fácil ya que el pasado mes de junio, cuando se lanzó de forma oficial el proyecto, el Museo del Louvre hizo saber que el cuadro no se moverá de Paris por su “extrema fragilidad” ya que el viaje podría causarle “daños irreparables".  

La obra fue robada del museo parisino el 21 de agosto de 1911. El primer sospechoso fue el poeta francés, Guillaume Apollinaire, que había declarado querer destruir todas las obras maestras de los museos para dejar espacio a nuevos artistas. También Pablo Picasso fue interrogado por la policía. Poco después se descubrió que el responsable del robo era Vincenzo Peruggia,   un italiano empleado en el museo, que estaba convencido que el cuadro debía permanecer en Italia. En 1913 fue hallado en Florencia y expuesto por primera durante varias semanas en la ciudad natal del genio renacentista.

www.el mundo.es
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El domingo del pan que sacia el hambre

- Yo, Señor,  quiero multiplicarme
y siento que mis fuerzas se debilitan.
Quiero llegar lejos,
y me quedo agotado al volver la esquina.
Quiero, en tu nombre,
dar mucho de lo que presumo,
y miro, con egoísmo, las migajas
que de mi mesa caen al suelo.

Yo, Señor, ¿cómo lo hago?
¿Cómo hago para dar sin recibir nada a cambio?
¿Cómo hago para no volver mi espalda
ante tanto desgarro?
¡Dime, Señor! ¿Cómo lo hago?
Porque, Tú bien sabes, Señor,
que yo soy el primer necesitado:
necesitado de tu pan y de tu abrazo
necesitado de tu pan y de tu Palabra
necesitado de tu pan y de tu presencia
necesitado de tu pan y de tu aliento.

Señor, ¿cómo lo hago?
Cómo multiplicarme sin riesgo
de quedar arruinado por el intento.
Cómo compartir y repartir
lo que, en mí, sobra y no es necesario.

¡Ya lo sé, Señor!
Sólo mirándote a Ti,
sólo siguiéndote a Ti,
sólo escuchándote a Ti,
encontraré la respuesta en mi camino:
donde hay fe,
donde está Dios,
donde vive Cristo,
donde habla el Espíritu,
todo se multiplica por cien o por mil.

Javier  Leoz,
www.betania.es
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Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.
 - Jorge Santayana  (1863-1952) Filósofo y escritor español.
 

30 de julio de 2011

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Confesión de una mujer desnuda


LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – Se me está acabando la ropa y estoy preocupada.  Mi preocupación aumenta y no sé qué ropa me pondré en el futuro, porque la ropa de uso que vendían en las tiendas ya ha desaparecido.

Ahora en las tiendas solo venden ropa china nueva, que aunque de bonitos colores y a la moda, no me sirve. Parece que la ropa que el gobierno importa de China no es confeccionada para exportación, de acuerdo a las tallas de los occidentales, sino la misma que los chinos fabrican para su consumo, y las tallas no tienen nada que ver con las de los cubanos. Ese es nuestro nuevo problema: encontrar ropa que nos sirva.

Confieso que cuando voy a vestirme lamento mucho que el reverendo Lucius Walker haya muerto el año pasado. Y es que era el hombre que nos traía, de regalo, la ropa vieja que tanto resolvía. Con su muerte parece que han dejado de entrar a Cuba sus famosas “caravanas” que organizaba para traer como “donaciones” guaguas viejas, computadoras obsoletas y todo tipo de cachivaches usados y, lo más importante para mí, la ropa vieja que los religiosos donaban para los pobres cubanos y que el gobierno cubano nos vendía a altos precios, no sólo en moneda nacional, sino también en dólares.

Y no es que no haya ropa en Cuba. Hay ropa extranjera de buena calidad y de tallas que nos sirven en las boutiques de los hoteles de turismo, pero a precios inaccesibles para la gran mayoría de los cubanos.

Como último regalo de Lucius Walter nos llegarán sus cenizas el próximo 30 de julio para ser esparcidas en Cuba, en cumplimiento de su última voluntad. Sólo espero que el gobierno no nos las quiera vender.

Supongo que aquí le harán un gran homenaje y hablarán por un buen rato sobre las virtudes del anciano comunista religioso. Seguramente no mencionarán que en 1994, cuando el Partido Comunista de Estados Unidos separó de sus filas a sus miembros que habían apoyado la política de Gorbachov, entre ellos a Angela Davis, Walker -estalinista donde los hubiera- se cruzó de brazos. Se ve que le gustaban los dictadores al folclórico religioso.

Todos sabemos que lo más importante para Walker, y también para nuestros dictadores, nunca fueron los cuatro tarecos que traía, sino los supuestos  escándalos que provocaba “desafiando el bloqueo”, que aquí la prensa sobre dimensionaba al máximo.  Y es que a los comunistas les encanta eso de provocar problemas y escándalos, y reclamar libertades cuando viven en países democráticos.

No lo puedo negar: aunque no extrañaré a Lucius Walker, ya estoy extrañando la ropa vieja regalada que nos vendían gracias a él. De todas formas, que Dios lo tenga en la gloria, o donde deba estar tan siniestro personaje.


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SARAH´S  KEY



Francia, 2010
TÍTULO ORIGINAL Elle s'appelait Sarah  
DIRECTOR: Gillers Paquet-Brenner  
REPARTO: Kristin Scott Thomas, Mélusine mayance, Niels Arestrup…    
GÉNERO: Drama, nazismo.   

SINOPSIS:
En mayo de 2002, a Julia Jarmond, una periodista americana afincada en París desde hace veinte años, le encargan un artículo con motivo del sexagésimo aniversario de la redada contra los judíos. Julia, casada con Bertrand Tézac, con el que tiene una hija de once años, irá conociendo poco a poco los acontecimientos del fatídico año 1942, entre ellos la historia de Sarah, una joven que, curiosamente, está relacionada con su familia política, los Tézac. Tras este descubrimiento, no descansará hasta conocer cuál fue el destino de Sarah y cuál su relación con la familia de su marido.

En 1942, cuando fueron recogidos los judíos en Francia para ser enviados a campos de exterminio en Alemania,  Sarah, una niña judía de diez años, trató de salvar a su hermanito. Lo escondió  encerrándolo en el armario y guardando la llave.

Este argumento es una adaptación de una novela best-seller de Tatiana de Rosnay. 

CRÍTICAS  
"'Sarah's Key' es, en su mayor parte, un ejercicio de contención. Nunca vemos a Hitler, nunca entramos en batalla. Paquet-Brenner narra su historia del Holocausto tal y como se vive ahora: a través de sus supervivientes y descendientes… Puntuación: *** (sobre 4)" (Scott Bowles: USA Today)

 "Paquet-Brenner ha realizado un elegante trabajo al reducir una obra compleja con muchos componentes en una narración apasionante que te agarra por las solapas y no te suelta" (Rex Reed: The New York Observer)

 "Un drama conmovedor, maravillosamente interpretado y soberbiamente escenificado" (Kirk Honeycutt: The Hollywood Reporter)   

"Aunque a veces se le vean en exceso las costuras, acaba resultando una película tan sencilla como conmovedora... convincente en la voluntad de mantener al espectador en vilo con un impecable crescendo emocional" (Ricardo Aldarondo: Fotogramas

"La película acaba consiguiendo una notable intensidad narrativa y sentimental que permite sumergirse en ella olvidando algún meandro forzado" (Antonio Weinrichter: Diario ABC) 

“Sarah’s Key es uno de los mejores estrenos del año, pero cuando concluye no termina de veras. Da paso a una ola de perturbadores recuerdos en que los parisinos comparten responsabilidad por crímenes que tan sólo la culpabilidad castiga. Horas y días después de verla, no se te quita de la mente…” René Jordán, El Nuevo Herald, Miami. 

www.FILMAFFINITY.com
 
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El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
 
- Eleanor Roosevelt   (1884-1962) 
 
 

29 de julio de 2011

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Rima IV
Gustavo Adolfo Bécquer

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

Ilustración: Monumento a Bécquer, Parque de María Luisa en Sevilla
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Teotihuacan:
La Pompeya de América

Susana Gaviña

Teotihuacan es uno de los lugares más visitados por los turistas que acuden a México. Su cercanía a la capital, está situada a 45 kilómetros, lo hace posible y muy recomendable. Sin embargo, son muchas las incógnitas que perviven en este grandioso complejo arquitectónico y arqueológico que en sus días de esplendor, allá por el siglo IV d. C., llegó a tener una extensión de 22 kilómetros cuadrados —divididos por la Calzada de Los Muertos, y donde se levantan la Pirámide del Sol y de la Luna—, y congregó a más de cien mil habitantes. 

Sin embargo, poco se sabe de cómo fueron sus orígenes, en el siglo I a. C., y escasa es la información que desvele por qué esta gran metrópoli multiétnica, una de las mayores ciudades de Mesoamérica y punto de encuentro de comerciantes y artesanos, desapareció siete siglos después. Las cenizas posadas sobre algunos de sus palacios revelan la existencia de un gran incendio. También se sabe que fueron sus propios guerreros los que intentaron borrar cualquier huella de su historia destruyendo los monumentos.

«Es como nuestra Pompeya», explicó ayer el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, Alfonso de María, durante la presentación de la exposición «Teotihuacan, Ciudad de los dioses». Organizada en colaboración con la Obra Social de "la Caixa", la muestra, que reúne más de 400 piezas —entre cerámicas, armas, instrumentos musicales, máscaras y murales...—, algunas de reciente descubrimiento, ha pasado ya por París, Berlín, Roma y Barcelona, y la han visitado medio millón de personas. En Madrid se podrá ver hasta el 13 de noviembre.

De María indica que la primera restauración e investigaciones del complejo arqueológico comenzaron en 1910, «cuando se celebró el primer centenario de nuestra independencia y se organizó un congreso de americanistas». Desde entonces numerosos objetos ha salido a luz para explicar la estructura económica y social de esta ciudad-estado, «sofisticada y muy bien organizada».

La muestra se ha organizado en seis ámbitos que recorren diferentes aspectos, como la construcción de la ciudad, a través de los utensilios que se utilizaron; la política, la jerarquía y el comercio, el culto religioso —sus dioses principales fueron Tláloc, de la lluvia y la fertilidad, y la serpiente emplumada. La exposición también se detiene en la vida en los palacios, en el importante papel de los artesanos —actividad a la que se dedicaba el 20% de la población—, su relación con otras culturas y su desaparición o «colapso».

www.abc.es
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PEDRO CLARO MEURICE:

CUBANO, PASTOR Y AMIGO FIEL


Por Dagoberto Valdés

La muerte es paso y viaje a la esencia de la vida. Mons. Pedro Claro Meurice Estiú, arzobispo emérito de Santiago de Cuba ha terminado su peregrinar fructífero y sufriente por la época que le tocó vivir. Cuba ha perdido a uno de sus más grandes pastores de todos los tiempos y ha ganado uno de los santos intercesores que más ha conocido su profunda realidad.

Meurice, sin lugar a dudas, ocupa un lugar junto a obispos como aquel otro Pedro, Morell de Santacruz, o junto a Espada, el más cubano de los obispos españoles como le llamara Martí, o a su propio amigo y padre, Mons. Enrique Pérez Serantes, de quien fuera también secretario personal.

Me honro de haber sido su discípulo y amigo. Lo conocí siendo yo un joven de escasos 25 años y él el arzobispo presidente de la Comisión nacional de Laicos. Fue para mí un paradigma, un acicate y un consejero. Duro como una roca, paterno como un abuelo, tierno como un niño.

Pero sobre todo lo recuerdo en los dos acontecimientos mayores de la Iglesia en Cuba en la última mitad de siglo: el encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC, 1986) y en la inolvidable visita de Juan Pablo II a Cuba en 1998. En el primer evento no puedo olvidar su vehemente devoción al Padre de la cultura cubana, Félix Varela, al leer el decreto para comenzar su causa de canonización aún pendiente y ralentizada. La visita del Papa no se podría recordar sin escuchar, en el hondón del alma cubana, aquella cristalina y valiente presentación de su pueblo ante la bendita imagen de la virgen de la Caridad y el Supremo Pastor de su Iglesia. Nunca la realidad, la transparencia y la esperanza estuvieron más cerca del corazón del pueblo y de su Reina y Madre. Cuba sigue siendo como la describiera en una cuartilla Monseñor Meurice. Nadie ha narrado un diagnóstico tan entrañable, respetuoso y veraz de su Patria. Este texto debería ser publicado y estudiado nuevamente. Soy testigo con cuanto amor lo hizo y de cuanto le costó esta presentación, tan vigente y urgente 13 años después.

El tiempo que sosiega y equilibra, plasma y funde, en la memoria histórica de los pueblos la vida, el servicio y el ejemplo de sus protagonistas, permitirá un día hacer la biografía que intenté un día comenzar con más de cien preguntas, por supuesto incompletas y dejadas a un lado por el humilde sanluiseño. Sé que otros buenos cubanos intentaron guardar su imagen y lo lograron junto a un insuperable trabajo audiovisual sobre su antecesor.

Mientras esa hora llegue, quisiera dejar mi sencillo testimonio frente a sus restos gloriosos y ya no jadeantes, serenos para siempre, estas tres palabras y un adjetivo con que la premura del instante me obligan a tributarle mi homenaje:
Meurice ha sido y es: un cubano, un pastor y un amigo fiel.

Cubano: ante todo un hombre de una sola pieza y de una eticidad coherente y contagiante, fiel a su Patria, a su historia, al alma de la nación y a San Luis y Santiago de sus ilusiones y tribulaciones. Todo lo que hizo fue por ser fiel a ese amor sin fisura y sin doblez. Cuba debe honrarlo como uno de sus mejores hijos. El tiempo lo hará.

Pastor: fiel a Cristo, su único y entrañable Señor. Al Evangelio y sus bienaventuranzas, que fueron su brújula y su camino. Fiel a la Iglesia a la que sirvió sin pausa y sin medida, diciendo unas veces Sí y otras No, según su conciencia le dictaba en plena comunión con su fe y sus hermanos. La Iglesia en Cuba debe honrarlo y venerarlo como uno de sus pastores más fieles y santos. El tiempo lo hará.

Amigo: fiel a los cercanos y a los lejanos en la geografía, pero siempre fiel a la amistad lúcida, crítica y transparente. Aprendí con él que se puede ser, al mismo tiempo, uno mismo y amigo de los que no piensan o creen como uno. Aprendí, también con Meurice, que se puede ser cubano, pastor y amigo sin conflicto de deberes y parcelaciones. El tiempo hará que esa amistad sembrada, cultivada, conservada y compartida, sea el mejor altar para el patriarca arzobispo primado de Cuba.

Como logró, como el P. Varela, unir en un solo corazón el amor a Cuba, a Cristo y a su Iglesia, deposito admirado y reverente ante el altar de la Patria y de la Iglesia, la hostia viva que fue Pedro Claro Meurice Estiú, quien haciendo honor a sus dos nombres, supo conjugar la firmeza de la piedra y la claridad de la luz en la misma ternura jadeante de su invencible esperanza.

Mons. Meurice: ¡ruega por Cuba, por su Iglesia y por cada uno de nosotros! Amén.

www.convivenciacuba.es
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Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
- Ingmar Bergman (1918-2007) Cineasta sueco.

28 de julio de 2011

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Nuevo diccionario cubano

Por Augusto César San Martín,

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – En Cuba, el eufemismo  popular acomoda nuevos significados a las palabras. Por desgracia, los neologismos derivados de la crisis de valores sociales no representan aportes positivos al lenguaje. Describen  medio siglo de degradación de un pueblo sumido en la miseria. Veamos algunos ejemplos.

Resolver. Indica desde robar  hasta prostituirse. Ganar por encima del salario. Cobrar favores sexuales a un extranjero, aunque uno no se dedique profesionalmente a la prostitución. Sustituye  la palabra cohecho, soborno, malversación.

Búsqueda. Posibilidad de “resolver”: El salario es malo pero hay buena búsqueda.

Caliente. Referido a la calle, operativo policial.

Obstinado. Sinónimo de hastiado. El fastidio que causa la escasez  y la falta de opciones provoca el cambio de significado.

Luchar. Batallar por la subsistencia. Robar, prostituirse, vender en el mercado negro, malversar en el  trabajo. Indica que la persona tiene destreza para traer el dinero a la casa a cualquier costo. Ejemplo: Tienes suerte de tener un esposo luchador.

Hacer el pan. Ganar la lotería, timar o robar a un turista, hacer el negocio del mes con el bobo del día. Vender por encima del valor. Con este gil (turista) hago el pan del año.

Maceta. El que amasa fortuna sin  formar parte de la nomenclatura.

Marcado. Alguien de interés para la policía, vigilado, fichado. Estar marcado causa espanto entre amigos y familiares. No vayas a casa de Pepe, está marcado.  No voy  a hoteles en divisa, no quiero marcarme.

Multa. Sobreprecio que imponen los dependientes de las tiendas en divisa a los productos  estatales. Es una forma de luchar la búsqueda. Este refresco esta multado.

Inventar. Hacer lo que sea para “resolver”. Indica, además crear un  plan de lucha, idear la forma de “hacer el pan y salir ileso del fuego.”

Nabuco

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Llega el día, la hora de la salvación…

Por Marlene María Pérez Mateo

Es el coro de los esclavos hebreos, uno de los fragmentos de las obras más conocidas  de Giuseppe Verdi: Nabucco

Guiseppe Fortunate Francesco Verdi (La Roncol 1813 - Milan 1901) fue un renovador en el mundo del romanticismo musical del siglo XIX. Como compositor tuvo obras de gran éxito como “Rigoletto “(1851),”La Traviata “(1853) y “Aída“(1870) y otras sin alguno: “Ungiorno di regno”.

Basado en el hecho bíblico e histórico del éxodo: El pueblo hebreo al territorio de Babilonia bajo el dominio de Nabucodonosor II. Después de años de dominio, hacia 597 a.d.c. los israelitas regresaron a su país de origen. En los salmos bíblicos  se relata la añoranza por lo perdido y la lucha por mantener la identidad cultural y religiosa.

 Verdi, luego de una intensa y profunda tragedia familiar, la muerte de su esposa e hijos, compone Nabucco, basado en el libreto de Temistocle Solera y en la obra de igual titulo de Francis Cornue y Anicete Bourgeois. Todo se conjugó  en las manos de Verdi y la opera de estrena en 1842 en el Teatro La Scala de Milán.

 ¿Qué llevo esta pieza musical  al éxito, más allá de su valor artístico? Italia y los italianos vivían una situación homónima a la del pueblo israelita luego de la derrota napoleónica y todo lo que ello representó para Europa desvastada. 

Italia estaba dividida en varias regiones bajo distintos dominios y monarquías como la de Habsburgo, los Borbones y el Papado. Ello llevó a la identificación inmediata  con el público local y en general con toda la población. Varias interpretaciones terminaban con los gritos de ¡Viva Italia!, llegando a ser las interpretaciones seguidas hasta de pie como si se tratara de un himno, en señal de respeto.

 El acrónimo de VERDI se trastocaba como: ¡Viva Vitorio Emanuele Re D’Italia!  Fue algo así como la conexión de un pueblo llegó a su objetivo; una especie de “Fuente Ovejuna cantada”. Con esta obra Verdi logró su consagración y llegó a ser un símbolo de unidad y esperanza.

Marlene Maria Perez Mateo
Junio 17, 2011

Coro de los esclavos hebreos (Va pensiero) por el Coro de la Universidad de Concepción, Chile,  en youtube:
http://www.youtube.com/watch?v=776StGZxDnU&feature=related

 
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En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.
 
- Víctor Hugo  (1802-1885) Novelista francés.

27 de julio de 2011

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La Iglesia cubana vive, sufre, espera y trabaja


Traemos a la actualidad y reproducimos a continuación las reflexiones sobre la presencia, labor y vicisitudes de la Iglesia Cubana desde el inicio de la revolución marxista implantada en Cuba en 1959, que fueran expresadas en 2008 por el valiente sacerdote cubano José Conrado Rodríguez y que siguen teniendo verdadera vigencia.   


José Conrado Rodriguez Alegre, pbro.
Especial para El Nuevo Herald

Una mirada retrospectiva de los últimos 50 años nos mostraría la presencia, o más bien omnipresencia, de una figura fatal y emblemática en el escenario nacional: vituperado por unos y ensalzado por otros, aceptado y rechazado, amado y temido, dentro y fuera de la isla, Fidel Castro, y el proceso histórico que ha encabezado, han tenido una profunda repercusión en la vida de todos los cubanos, y también en la vida de la Iglesia Católica en Cuba, de sus pastores y de sus fieles.

La línea de continuidad entre la Iglesia cubana de 1959 y la Iglesia que hoy vive, sufre, espera y trabaja en Cuba, es indiscutible. Como indiscutible es la diferencia entre lo que fuimos y lo que somos. Además de las dinámicas internas en la vida de la misma Iglesia (citemos a nivel universal, el acontecimiento del Concilio Ecuménico Vaticano II; y al regional, las Conferencias del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Puebla y Santo Domingo; y recordemos, a nivel nacional, al menos, el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) y la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba), está lo que pudiéramos llamar el "avatar revolucionario'' y los profundos cambios que ha generado en nuestra patria.

El triunfo revolucionario de 1959 fue recibido con efusivas muestras de apoyo por parte de la jerarquía eclesiástica y de los fieles. La participación de numerosos laicos, incluso religiosos y sacerdotes en la lucha contra la dictadura de Batista, generó en la Iglesia, lo mismo que en las masas populares, un apoyo entusiasta y un profundo sentimiento de pertenencia a la revolución. La carta del Arzobispo de Santiago, Mons. Enrique Pérez Serantes, Vida Nueva, es un ejemplo de esto. Se esperaba una restauración de la democracia y la instauración de la justicia social, a través de un gobierno justo, finalmente al servicio de la causa de los pobres. Las cartas y documentos publicados por Evelio Díaz, administrador apostólico y luego Arzobispo de La Habana y por Mons. Alberto Martín Villaverde, obispo de Matanzas y por todo el episcopado a lo largo de 1959, incluso el apoyo a la ley de Reforma Agraria, nos muestran esa adhesión de la Iglesia al proceso popular revolucionario.

Pero ya el 7 de agosto de 1960, en su Circular Colectiva del Episcopado los obispos señalan de modo explícito, "el creciente avance del comunismo en nuestra patria''. La condenación del comunismo es por su ateísmo, por la persecución contra la Iglesia, y por las graves violaciones contra los derechos humanos, y además, porque impone un régimen dictatorial de terror policial, a través del sometimiento de la economía a la política, con sacrificio de los intereses del pueblo, y convirtiendo a los ciudadanos despojados del derecho a la propiedad, "más que en empleados, en verdaderos esclavos del Estado''. Al hacerse dueño de los medios de comunicación el Estado niega al ciudadano el derecho a la verdad y le impone sus propias opiniones.

Después de éste y otros documentos críticos, vino el silencio. Cada declaración de los pastores era seguida por el encarcelamiento y la represión de los laicos, amenazas y campañas de terrorismo antirreligioso, expulsión de agentes pastorales… Y culminó con la expulsión de un obispo y 131 sacerdotes en septiembre de 1961, en el barco Covadonga.
"El hombre que parecía que iba a abrir todos los caminos es el que ha cerrado todas las puertas'' la frase, referida a Fidel y atribuida a Lezama, expresa un sentimiento y una constatación. En abril de 1961, Fidel mismo declaró el carácter socialista de la Revolución. El gran delito cometido por los obispos fue decirlo con unos meses de anticipación, y lo pagaron caro. En año y medio, el desmantelamiento de la institución no pudo ser mayor: intervención de los colegios católicos, desaparición de la casi totalidad de asilos, clínicas y hospitales regentados por las órdenes religiosas, las publicaciones e imprentas y el acceso a los medios masivos de comunicación.

Esta Iglesia, reducida a su mínima expresión comenzaría un largo peregrinar en circunstancias adversas. Los primeros años de confrontación supusieron el abandono de la Iglesia por parte de los que optaron por la revolución, por las razones que fueran: por convicción, por arribismo o por temor. Y el éxodo al exterior, que ha significado una constante sangría para la Iglesia. El ''fervor revolucionario'', y el carácter mesiánico del marxismo, unido al carisma personal del ''líder máximo'' como movilizador y manipulador de masas, más el control casi absoluto de la información y de los medios de comunicación, le dieron al proceso ese carácter cuasi religioso, que se pudo observar sobre todo en los años 60 y que aún perdura en las regiones más aisladas y empobrecidas del país. Cuando se habla del carácter "confesionalmente ateo'' del Estado hasta los años 90, de lo que se habla es de esta dimensión de "Iglesia militantemente atea'', y por eso, opuesta a toda otra Iglesia, desde el poder del Estado y con el control absoluto de sus instituciones jurídicas, legales, económicas y políticas.

Este carácter "religioso'' del sistema, se apoyó además, en la "bondad'' y "elevada moralidad'' del proceso y de sus líderes, dioses a un tiempo cercanos y lejanos: envueltos en el aura de su fama pública y su vida personal y familiar, privada, celosamente oculta. Los ideales internacionalistas, los logros en los servicios sociales (educación, salud, deportes, atención a los minusválidos) dentro y fuera de las fronteras nacionales, van acompañados por la imposibilidad de cuestionamientos o críticas. Por otra parte, se vive el contraste de un paraíso del que los beneficiarios quieren huir. El resultado final es una población empobrecida y sumida en la desesperanza, a pesar de sus ansias de vida mejor en todos los sentidos.

Definir como "persecución religiosa'' lo ocurrido en los primeros años y pensar que esto terminó en el 61, significaría no comprender bien la política del Estado cubano con relación a la iglesia y los cristianos. Se dice que Fidel Castro   afirmó "que no haría mártires'', como ocurrió en otros países comunistas. Lo que significó que habría grandes restricciones a la actividad de las iglesias, pero sería una represión de baja intensidad. Cuando se crea la UMAP, (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), en realidad campos de trabajos forzados, sacerdotes, seminaristas y jóvenes cristianos fueron encerrados en estos campos, con personas consideradas enemigas de la sociedad (homosexuales, desafectos de la revolución, alcohólicos).

La revolución se impuso: las nuevas leyes sociales, la promoción de las clases más pobres y humildes, como la escuela obligatoria y el acceso a los estudios superiores para miles de jóvenes, incluidos los hijos de los campesinos, el trabajo para todos (llegó a ser obligatorio y el no trabajar, hasta causa posible de encarcelamiento) formaron parte de este complejo proceso de 50 años de socialismo fidelista en Cuba. Una amplia (y agresiva) política internacional, hizo a Cuba estar militarmente presente en muchos países. Con el final de la Guerra Fría, esa presencia se ha ido reorientando a campos como la medicina y la educación y, por supuesto, el lobby político.

La estrategia del miedo

En Cuba no se "cerraron las iglesias'', sencillamente, la gente tenía tanto miedo a las represalias sociales que entrañaba identificarse como "religioso'', que dejó de asistir a ellas. Las iglesias se vieron reducidas a su mínima expresión. Pero sobrevivieron. El largo camino de la restauración, se hizo posible por el testimonio de esas pequeñas comunidades, y la labor de los obispos y los pocos sacerdotes, religiosos y religiosas y por supuesto, por el trabajo de los fieles. La organización laical más importante, la Acción Católica, fue finalmente disuelta, a mediados de los años 60. Pero los laicos se hicieron cargo de la labor catequética, litúrgica, y asistencial, en especial de ancianos y enfermos, en el seno de la comunidad cristiana. En el año 67, con su lúcida mirada de profeta, Mons. Enrique Pérez Serantes, volvería a dar en el clavo, cuando dijo a un visitante extranjero: "llegamos a confiar demasiado en nuestros colegios y en nuestras instituciones, al final nos hemos dado cuenta de que sólo Dios basta''.

El pronóstico de una posible desaparición de la Iglesia en el término de 20 años, augurada por un alto dirigente del Partido Comunista, y curiosamente, por un alto dignatario vaticano, sería ampliamente desmentida por los hechos. A finales de los años 70, la diezmada iglesia cubana, comenzaría un serio proceso de reflexión y renovación eclesial, (la REC, Reflexión Eclesial Cubana), que culminaría en 1986, con el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC). La Iglesia, después de un proceso de concienciación que alcanzó a todos los miembros de la misma, hasta en las más pequeñas comunidades, se lanza a definir su misión y los retos que la realidad le plantea. Una reflexión sobre la realidad nacional, sus dificultades y posibilidades, y la toma de conciencia de lo que suponía ser cristianos en Cuba, tuvo como resultado un nuevo esfuerzo evangelizador, que encontró su cauce en la "Misión de la Cruz''.

Con motivo de los 500 años del comienzo de la Evangelización del Nuevo Mundo, el Papa había propuesto a los obispos latinoamericanos lanzar una misión por todo el continente, y para ello entregó a cada país, una réplica de la cruz que Colón trajo a América. Esa cruz, entregada a los obispos cubanos, caminó por toda la Isla desde el 85 al 92, y dio lugar a un profundo reencuentro de la iglesia con el pueblo. Las Iglesias católicas se volvieron a colmar de fieles, y las comunidades se multiplicaron. Miles de jóvenes y niños, oyeron hablar por primera vez de Jesucristo. Y muchos de los que abandonaron la iglesia en tiempos más difíciles, retornaron a ella.
La carta de los obispos “El amor todo lo espera” de 1993 significó un aldabonazo, un llamado a la conciencia nacional para arreglar "entre cubanos'' la grave situación que atravesaba el país. Un urgido llamado al diálogo y a la reconciliación nacional, que provocó una airada respuesta gubernamental a través de sus voceros oficiosos. El impacto popular fue enorme, pero la valiente y sabia propuesta de los obispos aún sigue siendo desoída por las autoridades gubernamentales. En 1994 el Papa nombraría un nuevo cardenal para Cuba, en la persona del Arzobispo de la Habana, Jaime Ortega y Alamino. Ese año, en la visita al Ad Límina de los obispos cubanos, Mons. Jaime había definido ante el Papa lo ocurrido en Cuba, y en el mundo comunista, como "el triste despertar de un sueño arruinado''. Para luego añadir: "salvar ese sueño sería una quimera, pero sí [se debe] mantener y potenciar los frutos positivos de esta etapa histórica difícil''.

En 1995 fueron erigidas tres nuevas diócesis, (Santa Clara, Ciego de Avila, y Bayamo-Manzanillo) que se añadían a la de Holguín (1979). En 1998 le tocó el turno a Guantánamo-Baracoa. Al ser elevada a Arquidiócesis la de Camagüey en 1999, se completaría el actual estado de la Iglesia en Cuba: tres sedes arzobispales y 8 sedes episcopales.

En la comunidad católica fue creciendo en todos esos años el deseo de ser visitados por el Papa Juan Pablo II. Después de arduas negociaciones, al fin esa visita se pudo efectuar en enero de 1998. El trabajo realizado por las comunidades superó, incluso, a la misión de la Cruz. La movilización popular, el sentimiento de libertad, fraternidad y paz que se respiró en esos días, y en la previa preparación, han hecho de los "días del Papa'' (21 al 25 de enero) el mayor y mejor recuerdo en muchos años para muchos cubanos. Las palabras del Arzobispo Primado, Mons. Pedro Meurice en Santiago, 13 veces ovacionadas por el pueblo reunido en la Plaza Antonio Maceo, descubrió al Papa la realidad difícil de la vida del pueblo, sus sufrimientos y esperanzas. El arzobispo hizo una profunda y valiente radiografía de la realidad eclesial y social, tocando los problemas más acuciantes, sus causas y remedios posibles. Nunca sonó más alta ni más clara, ni más universalmente, la voz de la Iglesia en Cuba.

Retos de un futuro complejo

La iglesia en Cuba enfrenta retos que comprometen su presente y su futuro. A ese futuro lo llamo complejo y no "incierto'' o "difícil'', que fueron las primeras palabras que me saltaron a la mente. La Iglesia tiene cinco de esos retos en:

* La situación de descristianización del pueblo, fruto del ateísmo estatalmente inducido desde el poder. Esto incluye la pérdida de valores morales y de motivaciones espirituales, la falta de fe y la presencia de la desesperanza en buena parte de la población, unido a la ignorancia religiosa.

* El diálogo y la colaboración con las otras iglesias cristianas, con las que la iglesia comparte y convide el servicio espiritual del pueblo cubano, en especial el servicio de la Palabra Evangelizadora.
* La atención respetuosa y el trabajo constructivo con esa parte del pueblo que ha accedido a la fe religiosa a través de la "piedad popular'', de carácter sincrético, y cuya referencia institucional pasa por la Iglesia católica.

* La apertura e integración en la realidad cubana de la isla de los cubanos del exilio, en parte considerable de origen católico.

* La articulación e implementación de canales de participación de todos los cubanos, creyentes o no, en un diálogo verdaderamente nacional, de carácter metapolítico, y que pueda iniciarse desde ahora e incrementarse en el futuro, como un camino de reconciliación religiosa y social, que incluya también a los no creyentes. Esto supondría una relectura creativa de nuestra historia y una propuesta de acción y reflexión que nos permita superar divisiones, exclusiones y demonizaciones, que han hecho de nuestra patria "una tierra triste, como tierra tiranizada y de señorío''.

Una iglesia que se atreviera a transitar por este camino, con humildad y valentía, permitiría revertir el presente difícil e incierto, en un futuro luminoso y posible, basado en el respeto y aceptación de las diferencias, y de los diferentes, neutralizando todo intento de hegemonización opresivo y excluyente. Un diálogo así sería la mejor plataforma para una democracia pluriforme y abierta.


Posted in Cubaverdad, diciembre 26,2008