28 de junio de 2011

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Bernabé de Varona (Bembeta)

y la expedición del Virginius


- Por Frank de Varona

Uno de los valerosos y legendarios héroes camagüeyanos de la Guerra de los Diez Años de 1868 a 1878 fue Bernabé de Varona Borrero, más conocido por su apodo, Bembeta. Nació este insigne patriota en Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, el 23 de noviembre de 1845 y murió fusilado por los españoles el 4 de noviembre de 1873 en Santiago de Cuba.

Bembeta llegó a ser general del Ejército Libertador y logró mucho en su corta vida. Se destacaba este apuesto camagüeyano por su elevada estatura y porte marcial. Desde muy joven comenzó a conspirar contra el yugo español que oprimía a Cuba.

Bembeta quedó huérfano de padre el 24 de diciembre de 1852 a la edad de siete años. ¡Debió haber sido muy duro perder a su padre el día de Nochebuena!

Un amigo de su padre ofreció educar a Bembeta en los Estados Unidos y partió el joven a Nueva York en mayo de 1853. Estudió hasta septiembre de 1856, unos tres años, y regresó a Puerto Príncipe. De nuevo en los Estados Unidos en abril de 1859 estudió unos meses más. A los 15 años regresó a Camagüey habiendo aprendido inglés. El haber estudiado en los Estados Unidos y haber observado un gobierno democrático hizo que Bembeta escribiera en su autobiografía que fue desde joven un “enemigo acérrimo de España”. Se hizo un hábil mecánico y trabajó en ingenios azucareros ganándose la simpatía de los negros esclavos por su prédica de igualdad y libertad.

Bembeta era alto, bien parecido y corpulento. Por sus ideas separatistas tuvo muchos problemas y altercados con los españoles. Según nos explica Bembeta en su autobiografía, en 1865 cayó preso en Santiago de Cuba por haber provocado un duelo con el administrador de la aduana en esa ciudad. Al año siguiente volvió a ser arrestado en Santiago de Cuba por “haber ocasionado algunas heridas y contusiones a españoles que no respetaban a los criollos”.

En 1867 Bernabé de Varona viajó a Nueva York y contactó al futuro General en Jefe del Ejército Libertador, el camagüeyano Manuel de Quesada. Ambos trabajaron en los preparativos de la lucha armada contra España.

De regreso a Camagüey, Bembeta fue líder del movimiento armado conocido como la “Conspiración de los Caleseros” de la que formaban parte negros libres y esclavos. Fue arrestado el 26 de julio de 1868 en su ciudad natal. Nos cuenta Bembeta “cinco días estuve en capilla sin tener otro mueble que el infamante garrote donde descansar mi cuerpo”. Tenía entonces Bembeta 22 años. Bembeta también participó en la logia Tínima No. 16 fundada en 1866. La logia planeaba un levantamiento armado en unión a Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía. Ignacio Agramonte y Loynaz, Augusto Arango y Agüero, Carlos Loret de Mola de Varona, Eduardo Agramonte, Manuel Ramón Silva y otros camagüeyanos.

El Capitán General y Gobernador de Cuba Francisco de Lersundi ordenó que trasladaran a Bembeta y a los otros prisioneros a La Habana para entrevistarlos. Al ser conducido ante el gobernador español de Cuba, Bembeta le hizo a Lersundi los signos masónicos de auxilio y ayuda. Lersundi, quien era maestro masón, ordenó que se llevaran al resto de los prisioneros y lo dejaran solo con Bembeta. Lersundi le dijo: “Abandone usted a los negros a su propio  destino, no sirven sino para moler caña. Lástima es que un joven con inteligencia y tan buena presencia se mezcle en conspiración con esa raza”. Lersundi trató sin éxito de convencer a Bembeta que dejara de conspirar contra España y ordenó ponerlo en libertad. Bembeta estuvo 56 días preso en esa ocasión.

Bembeta regresó a Nuevitas el 1 de octubre de 1868 a continuar su trabajo de maquinista. Los españoles volvieron a arrestarlo el 3 de octubre y el 10 de octubre escapó con la ayuda de varios amigos y se alzó en la manigua. Ese mismo día Carlos Manuel de Céspedes se alzó en La Demajagua y comenzó la lucha por la independencia de Cuba.

El 4 de noviembre de 1868 Bembeta formó parte del grupo de 76 patriotas camagüeyanos, los cuales secundaron al Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, acudiendo al Paso de las Clavelinas y comenzaron la guerra en Camagüey. Los insurrectos camagüeyanos eran casi todos miembros de la logia Tínima No. 16 (72 de los 76  patriotas).

Las tropas españolas quedaron pronto sitiadas en Puerto Príncipe mientras los mambises camagüeyanos se adueñaron del campo. Los españoles levantaron trincheras en las vías de acceso a Puerto Príncipe. Bembeta se distinguió atacando valientemente una de ellas. Los españoles se rindieron ante el audaz ataque. Bembeta les respetó la vida a los prisioneros y los dejó en libertad pidiéndoles su palabra de no hacer armas contra los insurgentes. Ante este acto de generosidad los españoles gritaron ¡Viva Bembeta! Años más tarde los españoles no respetarían su vida al caer prisionero.

Un día Bembeta, quien ya era un coronel, recibió la noticia que una columna española de unos 300 soldados habían sacado a su novia y a su familia de su hacienda y los llevaban hacia Puerto Príncipe. Varona solo tenía 13 soldados en ese momento y el resto de su tropa estaba fuera buscando comida. Bembeta ordenó a su pequeño grupo “¡A caballo!” y les dijo: “¡Muchachos, si esos pícaros nos llevan la familia, mi honor esta perdido para siempre y prefiero morir! ¿Seríais capaces de acompañarme arrancándosela a la columna?”

Sus trece soldados respondieron: “¡Estamos dispuesto a morir con el coronel!” La caballería mambisa atacó a la tropa española por ambos flancos y Bembeta por la retaguardia mientras su corneta tocaba ¡A degüello! El jefe de la columna creyó que lo atacaba una gran caballería y ordenó tocar la retirada y Bembeta rescató a su novia y a su familia. Este brillante y audaz rescate hizo crecer la fama de Bernabé de Varona.

Bembeta participó en numerosas batallas y fue hecho jefe de la escolta del Cuartel General del Ejército Libertador. Después de la Asamblea de Guáimaro se proclamó la Constitución y se organizó el nuevo gobierno con Carlos Manuel de Céspedes como presidente de la República en Armas. Al enterarse, los españoles mandaron un gran ejército para capturar a Guáimaro y poner fin a la revolución.

Manuel de Quesada, General en Jefe del Ejército Libertador, no teniendo suficiente soldados para defender a Guáimaro, ordenó al Coronel Bernabé de Varona que incendiara la ciudad el 10 de mayo de 1869. Ya los patriotas orientales habían quemado la cuna de la Revolución, la ciudad de Bayamo, unos meses antes. El fuego era preferible a rendir ciudades.

En junio de 1869 participó el Coronel Bembeta en el ataque a Las Tunas y más adelante en el asalto del fuerte San José. Fue ascendido al grado de general de brigada en julio de 1869. En abril de 1871 fue enviado a los Estados Unidos para organizar expediciones de apoyo a la Revolución. En esa nación Bembeta trabajó con el General Manuel de Quesada. Con dinero de la Junta Cubana radicada en Nueva York, Quesada compró un vapor con dos palos llamado Virgen. Este barco fue construído en Escocia para el gobierno de los confederados sureños en 1864 durante la guerra civil entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos.

El Virgen tenía 200 pies y cargaba 491 toneladas. Era de poco calado ideal para desembarcar soldados y pertrechos de guerra en la costa de Cuba y ayudar a los mambises. En la venta de 1870 apareció como dueño el estadounidense John F. Patterson para así ocultar la participación de la Junta Cubana. El vapor fue rebautizado con el nombre de Virginius.

Entre 1870 y 1873 el Virginius llevó hombres, armas y municiones de los Estados Unidos a Cuba. El buque estuvo a punto de ser capturado en Aspinwall (hoy Colón), Panamá, por el barco de guerra español Bazán, pero fue salvado por la intervención del barco de guerra USS Kansas, argumentando que el Virginius era estadounidense.

El general Bernabé de Varona fue nombrado a dirigir una nueva expedición del Virginius y el 23 de octubre de 1873 salió el buque de Kingston, Jamaica. A bordo del Virginius se encontraban 102 mambises y el barco se dirigió primero a la isla de Jeremie en Haití y después a Port-au-Prince, la capital de esa nación, donde Bembeta compró el armamento a llevar a Cuba.  

  El Virginius navegó hacia la provincia de Oriente y estando cerca de Guantánamo fue visto por la corbeta española Tornado, un barco de tres palos más veloz y más poderoso que el barco de los mambises. Comenzó la persecución del Virginius por el Tornado, bajo las órdenes del capitán español Dionisio Costilla.

El capitán del Virginius, el norteamericano Joseph Fry y los cubanos echaron al mar todo el armamento y  equipo para quitar peso al barco y poder escapar. Por ocho horas navegaron hacia Jamaica mientras veían al Tornado que se acercaba más y más y que le disparaba cañonazos. El motor de vapor que iba a toda máquina explotó y el Virginius comenzó a hundirse. Fry dijo: “Siento que tengamos que rendirnos porque nos vamos a hundir”. El Virginius fue capturado a seis millas de la costa de Jamaica en aguas territoriales británicas, ya que Jamaica era una colonia de Gran Bretaña. El 31 de octubre de 1873 los españoles abordaron el Virginius y bajaron la bandera estadounidense al piso y la pisotearon y la escupieron. El Virginius con su tripulación de marineros y soldados, unos 155 hombres en total, fueron llevados a Santiago de Cuba.

A pesar de que el Virginius llevaba bandera de los Estados Unidos, toda la tripulación era estadounidense y británica y su captura fue en agua territoriales de Inglaterra, el comandante de Santiago de Cuba el brigadier Juan Nepomuceno Burriel decidió fusilar a casi toda la tripulación y soldados.

Contó Burriel con el apoyo del Círculo Español el Club San Carlos y los oficiales de los Voluntarios. Una serie de consejos de guerra se celebraron en la fortaleza de Dolores en Santiago de Cuba.

El 4 de noviembre de 1873 fueron fusilados los cuatro altos oficiales del Ejército Libertador: el General Bernabé (Bembeta) de Varona Borrero, el General Pedro de Céspedes de Castillo, hermano del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, el General Jesús del Sol y el General George Washington Ryan

Ese día a las 6:45 de la mañana los cuatro prisioneros fueron sacados de sus celdas mientras un soldado tocaba en el tambor la marcha de la muerte. Ryan le dijo a sus compañeros: “Creo que es la muerte esta vez. Adiós muchachos y buena suerte”. A Bembeta y del Sol los arrodillaron mirando a un muro y los fusilaron por la espalda. Ryan y Céspedes presenciaron el fusilamiento de sus dos compañeros. Cuando les tocó su turno protestaron la forma de su ejecución y los arrodillaron a la fuerza pero le permitieron que miraran de frente al pelotón de fusilamiento. Los cuatro patriotas se portaron muy valientes. Así lo escribió Burriel en su informe.

José Martí escribió de Bembeta: 

“Bernabé Varona, el que de un vuelco de la muñeca derribaba un toro, y de un salto del corazón libertaba a cientos de prisioneros españoles. Luego España deshizo a balazos aquella hermosa cabeza. ¿A qué? Los héroes renacen…”

Reproducido de eichikawa.com

El relato de la conclusión de este desafortunado hecho de nuestras luchas emancipadoras continuará en una próxima edición.  


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Picnic

La palabra “picnic” no aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Sin embargo, a quienes hablamos español en estas tierras de Norteamérica se nos hace muy familiar y la empelamos continuamente sin empacho alguno.

Después de todo  no debemos sentirnos mal, porque quienes hablan inglés -tanto aquí como en Inglaterra-, tampoco pueden reclamarla como propia: la heredaron de otro idioma foráneo. Y no de una lengua sajona, sino de una romance, el francés. 

En efecto, la palabrita proviene de “piquenique”,  que se ha encontrado por primera vez en forma escrita en la edición de 1692 del libro de Tom Willis “Origines de la Langue Française”. Si se considera que “nique” significa  “algo sin importancia”, la interpretación literal de picnic  se parece a   “escoger algo sin importancia".  La palabra había sido usada para referirse   a unas gentes que llevaron su propio vino al restaurante donde comían, y más tarde la expresión comenzó a aplicarse a comidas en las que cada invitado aportaba algún plato para compartir, como  eso que ahora llaman “potluck” por estos lares.

En los Estados Unidos existe también una hipótesis completamente falsa sobre el origen de la palabra, que la hace surgir como apócope de “pick a niger” con una equivocada intención racista. En realidad, la palabra apareció por primera vez en Inglaterra. La había escrito el afrancesado Lord Chesterfield en 1748 en una de sus cartas, refiriéndose a una reunión festiva para comer, beber y jugar naipes. 

La palabra prosiguió su evolución natural en cuanto  a su significado,  que se fue ampliando para referirse a una comida al aire libre. Costumbre que ya había tenido antecedentes desde el medioevo, cuando se hacía un descanso para almorzar  a la escampada durante un día de caza. 

Un picnic es hoy una comida informal al aire libre, preferiblemente en un parque, bosque o ribera de un río, donde degustamos alimentos ligeros, bocadillos, etc. En algunos países se le llama tambien "ir de merienda”.

AnaDolores García
Ilustración: El almuerzo de los remeros, óleo sobre lienzo, Pierre-Auguste Renoir. Phillips collection, Washington DC.
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El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene.
 
- Ralph Waldo Emerson  (1803-1882) Poeta y pensador estadounidense.

27 de junio de 2011

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Los Grimaldi,
o cómo sacarle el máximo provecho
a una roca

Mónaco, el segundo Estado más pequeño del mundo y feudo del príncipe Alberto II, quien se casará a principios de julio, ha conseguido con su familia reinante, los Grimaldi, y en pocas décadas, atraer una atención mundial que sobrepasa su auténtica influencia, aunque la poca que tenga, la aprovecha.

Despejado, mediante una reforma constitucional de hace ocho años, el peligro de que el país vuelva bajo soberanía de Francia si su gobernante no tuviera descendencia masculina, el Principado que se asoma al Mediterráneo desde un territorio rocoso y escarpado tiene bien colocados poder económico e influencia mediática.

La roca del lujo

Otro matrimonio de un Grimaldi, el de la actriz Grace Kelly con Rainiero, padres del actual príncipe, en 1956, asentó los reales monegascos en el mundo del glamour hollywoodiense tan sólidamente como los tienen sus cimientos los edificios de sus escasos dos kilómetros cuadrados de superficie.

Desde entonces se ha asociado a Mónaco con el lujo, la belleza, el placer de vivir de los más ricos, el sueño de una vida despreocupada, la Fórmula 1, el juego y la evasión fiscal, aunque en este último aspecto el Principado ha dado un giro que tiene el visto bueno de los reguladores mundiales de la lucha contra el blanqueo de dinero.

Este Principado de los Grimaldi mantiene su íntima vinculación con el juego y su legendario Casino -el Estado es principal accionista de la sociedad que lo regenta- pero ahora ya es más que paraíso fiscal, plaza financiera con decenas de bancos sometidos a la tutela del Banco de Francia.

Y sigue gozando del privilegio de contar seguramente con algunos de los perfiles más intensamente retratados del mundo, todos con el mismo apellido, Grimaldi, el mismo que el del guerrero disfrazado de monje franciscano que se hizo con "Le Rocher" (La roca) en 1297.

«La vie en rose»

Los representantes actuales de la casa tienen poco que ver con el guerrero y comerciante oriundo de Génova que puso su nombre en los libros de historia y, sobre todo en las últimas seis décadas, han destacado por poblar las páginas de la prensa del corazón, donde los nombres propios Carolina y Estefanía, por ejemplo, no necesitan apellido.

Matrimonios fracasados, muertes trágicas, escándalos familiares e inconvenientes hazañas sexuales aireadas por la prensa a todo color, o reacciones airadas contra paparazzi son algunos detalles de la vida más reciente de algunos Grimaldi o sus familiares temporales que han entusiasmado a medio mundo.

Para la eternidad, o casi, quedan imágenes como la regia estampa de Grace Kelly convertida en princesa más allá del celuloide en la catedral de Mónaco, un Óscar de Hollywood que llegó al Principado de la mano de la revista "Paris-Match" para una sesión de fotos con Raniero que acabaría en boda.

La íntima relación entre lujo y drama produjo en pocas décadas una concentración de eventos noticiosos de una densidad por metro cuadrado posiblemente incomparable, que ha situado en un mapa emocional al país que, en realidad, no tanta gente es capaz de localizar exactamente sobre la costa mediterránea del sureste francés.

Boda de cuento

El Mónaco de Alberto II y la muy discreta exnadadora sudafricana Charlene Wittstock entra en la segunda década del siglo XXI con un perfil mucho menos acusadamente dominado por las pulsiones tan humanas de los últimos años de la centuria anterior en la familia.

Plataforma de inversiones, refugio de fortunas, con la "bendición" internacional a sus más recientes ejercicios de transparencia fiscal, el Principado parece atravesar un período de "normalidad emocional" y de mayor protagonismo en ámbitos internacionales de influencia discreta pero efectiva.

Las intervenciones de Alberto II en foros deportivos -como miembro del Comité Olímpico Internacional- políticos y económicos dan por tanto la impresión de una indisimulada pretensión de ser un país con la voluntad de ser tomado en serio como socio para aventuras quizás más prosaicas, aburridas, pero que garanticen permanencia a los Grimaldi y a sus escasos súbditos.

EFE-París

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Alto riesgo:

ser camello en Australia


Una empresa australiana ha presentado una novedosa propuesta contra las emisiones contaminantes: matar a la población entera de camellos salvajes en el país porque sus flatulencias contribuyen al efecto invernadero.
Cada uno de estos animales emite al año unos 45 kilos de gas metano, que equivale a una tonelada de dióxido de carbono.

 Aunque es considerada como una misión imposible, erradicar a toda la población de alrededor de 1,2 millones de dromedarios que campan a sus anchas por Australia sería igual a sacar de circulación hasta 300.000 coches con un recorrido de 20.000 kilómetros anuales.

Por ello la compañía australiana Northwest Carbon propone matar a los mamíferos desde helicópteros y vehículos todo-terreno, y luego procesar su carne para elaborar alimentos para animales de granja o domésticos.
      
Esta propuesta no es descabellada y de hecho está siendo evaluada por el Gobierno de Camberra como parte de su proyecto nacional para la reducción de gases contaminantes en el sector agrícola, explica el secretario legislativo sobre Cambio Climático, Mark Dreyfus.

 Los camellos salvajes no son sólo uno de los mayores emisores de dióxido de carbono en Australia, sino que además causan destrozos anuales a las cosechas valorados en más de diez millones de dólares (unos 7,5 millones de euros).
      
Sin embargo, esa cifra "no incluye el costo al medio ambiente" y el daño producido por ellos es mayor "en períodos secos cuando se juntan en hordas", señaló a Efe Jan Ferguson, directora de Ninti One, organismo responsable del Proyecto para el Control de Camellos Salvajes en Australia.

Los dromedarios dañan los sistemas de aire acondicionado y las cañerías en su búsqueda de agua para aplacar la sed, y en algunos casos han contaminado las únicas fuentes de agua para los aborígenes al ahogarse dentro de ellas.
      
También han arrasado plantas endémicas y lugares patrimoniales, así como molinos, cercos, tanques y otro tipo de infraestructuras, compiten por el alimento con el ganado y habitualmente provocan accidentes mortales en las carreteras.
   
Los fornidos camellos, cuya población se duplica cada nueve años, tienen un instinto de supervivencia tan desarrollado que pueden beber hasta 200 litros de agua en tres minutos y recorrer setenta kilómetros al día.

Australia recibió su primer camello en 1840, un ejemplar procedente de las Islas Canarias españolas, y luego los colonos británicos empezaron a importarlos de India y Pakistán. Inicialmente fueron utilizados para explorar la vasta región desértica del centro del país, ya que las bestias pueden llevar encima hasta unos 800 kilos de carga. Así fue hasta el siglo XX, cuando su función pasó a trenes y vehículos: miles fueron liberados y desde entonces se reproducen sin control.


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EL DESTINO ES EL QUE BARAJA LAS CARTAS, PERO NOSOTROS SOMOS LOS QUE JUGAMOS.

- WILLIAM SHAKESPEARE (1564-1616) ESCRITOR BRITÁNICO.

26 de junio de 2011

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De Juana María a Reina Luisa

 Ninoska Pérez Castellón
Diario Las Américas


“¿Tú sabes lo que es no entregarle a una madre el cadáver de su hijo? 
Estoy dispuesta a lo que sea, a mi hijo Pedro Luis Boitel me lo asesinaron”-

Clara Abraham de Boitel

A veces pienso que al exilio cubano, con sus características novelescas, hay que ponerle nombre. Aunque en nuestro caso la realidad sobrepasa la ficción. El título radica entre dos madres cubanas: De Juana María GrosOlea hasta Reina Luisa Tamayo. Y ¿qué encierran esos 52 años? Demasiadas lágrimas derramadas por quienes han visto a sus hijos morir asesinados por el régimen de los hermanos Castro.

Conservo una foto de mi padre en Washington en el año 1959. Hasta la capital de los Estados Unidos habían viajado un grupo de cubanos para protestar y decirle al Departamento de Estado que ayudaran a poner fin al comunismo en Cuba. ¿Cuantas lágrimas se hubiesen ahorrado las madres cubanas?. Pero no era sólo en Washington, era en Nueva York, en Miami, donde quiera que hubiera cubanos, estrenando el destierro, había protestas. Los letreros eran siempre los mismos: “Paren los fusilamientos en Cuba”.

Y había que hacerlo aunque fuéramos pocos y los muchos en Cuba apoyaran la infamia vestida de revolución porque una mujer como Juana María Gros de Olea había perdido tres hijos en 48 horas. El 12 de enero de 1959, mientras Santiago de Cuba celebraba el triunfo de la revolución Juana María perdió dos de sus hijos en uno de los primeros crímenes de Raúl Castro: un fusilamiento masivo de 68 personas sin juicio, enterrados en una fosa común en la Loma de San Juan. Dos de las víctimas eran sus hijos, Juan Ignacio y Domingo. Al día siguiente, cuando aun sin haber sido notificada la familia, el tercer hijo de Juana María, Olegario se enteró del crimen estando en una cafetería de la calle Enramada, enloqueció y la emprendió con unos milicianos presentes. Lo mataron en plena calle. Y una madre perdió a sus tres hijos en dos días.

Y como a ella, a miles de madres les fusilaron sus hijos. Otras los vieron morir día a día durante décadas en las cárceles cubanas, y después vinieron las madres de las mujeres cubanas que vieron a sus hijas padecer largas condenas – porque ningún otro país ha tenido tantas mujeres presas cumpliendo largas condenas como Cuba. Después los vieron morir en huelgas de hambre, y brutales golpizas. También asfixiados en la rastra de la muerte por órdenes de Camilo Cienfuegos y las madres cubanas enloquecieron, como la madre de Cari Roque que padeció 16 años con su hija en prisión.

¿Y qué hizo el exilio? Alzar su digna voz, aunque otros callaran y apoyaran al régimen de Fidel Castro. Y el 1ro. de septiembre de 1975, cuando tuvo lugar la infame masacre de la prisión Boniato y las madres cubanas acudieron a la prensa para denunciar lo que había sucedido, les dieron la espalda porque como el film de Néstor Almendros, nadie escuchaba. Como nadie escuchó cuando otra madre lloró a un negro llamado Olegario Charlot Espileta que tras morir en una huelga de hambre, lo sacaron de su celda con palas por la magnitud de descomposición del cadáver.

Y el exilio siguió, porque era imposible callar crímenes, como el de jóvenes pulverizados en el aire por migs castristas, niños hundidos en el remolcador 13 de marzo, jóvenes fusilados en 72 horas sin haber cometido crimen alguno porque Fidel Castro quería dar lecciones ejemplarizantes.

Y este exilio digno, tantas veces satanizado nunca ha dejado de protestar, de denunciar, de ayudar. Tampoco nos hemos cansado. Bastaba con ver las lágrimas en los ojos de otra madre cubana, Blanca González o su valentía testificando ante el Congreso de los Estados Unidos pidiendo la libertad de su hijo Normando Hernández y de todos los presos políticos. Por eso cuando una madre desconocida, llamada Reina Luisa, comenzó a advertir en el año 2009 que su hijo estaba siendo golpeado y abusado en prisión, y tuvo la valentía de retratarse con la camiseta ensangrentada, sacada clandestinamente de la cárcel, le pedí a la directora de las páginas de opiniones del Miami Herald, Myriam Marques que publicara la foto que era no sólo un testimonio urgente, era una advertencia de lo que le esperaba a la familia Zapata Tamayo.

Aun así, no escucharon, porque pedían a gritos, cardenales, presidentes, inescrupulosos inversionistas, y hasta algunos que dentro de Cuba se llaman opositores, que le levantaran las sanciones al régimen de Raúl Castro. El final fue trágico y tuvo que morir Orlando Zapata Tamayo en una prolongada huelga de hambre en la que hasta el agua le negaron y Reina Luisa se convirtió en otra madre cubana a la que le asesinaron a su hijo.

Tampoco nos dimos por vencidos y la maravilla de los tiempos es que la denuncia de la muerte de Zapata recorrió el mundo y su imagen se convirtió en símbolo de resistencia. Hoy Reina Luisa se une a este exilio que es también una carrerea de relieve que lleva ya 5 décadas. Por eso al igual que ese héroe que se llama Antúnez que nos dice a diario desde el centro de Cuba, que ni se va ni se rinde, así decimos nosotros hoy aquí en esta capital del exilio cubano. Ni nos callamos, ni nos rendimos hasta que Cuba sea libre y sobre todas las cosas, hasta que prevalezca la justicia.


Corpus Christi: el Amor de Dios

Gracias, Jesús, por compartir nuestras prisas
y ofrecernos un poco de calma.
Gracias, Jesús, por no ser indiferente a nuestra vida
y colmarnos con tu gracia.
Gracias, Jesús, por contemplar nuestra situación
y regalarnos tantas caricias con serenas respuestas.
Gracias, oh Cristo, porque tu Cuerpo y tu Sangre
nos redime, nos hace fuertes, decididos, valientes,
entusiastas, comprometidos….
y nos hace sentir hoy, más que nunca,
que merece la pena caminar y vivir contigo.

Javier Leoz,
betania.es
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SEIS HONRADOS SERVIDORES ME ENSEÑARON CUANTO SÉ; SUS NOMBRES SON CÓMO, CUÁNDO, DÓNDE, QUÉ, QUIÉN Y POR QUÉ.

- RUDYARD KIPLING (1865-1936) NOVELISTA BRITÁNICO.

25 de junio de 2011

EL TEATRO CAMPOAMOR DE LA HABANA



Lo que queda del teatro
 Campoamor de La Habana


La siguiente crónica titulada Teatro Campoamor,
de Miguel Barnet, fue publicada en el libro Arquitectura cubana.
Metamorfosis, pensamiento y crítica (textos de varios autores).

En mi trono de la adolescencia vi desfilar por el teatro Campoamor a las cupletistas andaluzas engordadas con jamón de Jabugo y panes de ajo, a los tenores desafinados que cantaban Granada o Júrame con sacos de tres botones y pelos envaselinados, a las coloraturas que aullando hasta rajar el tímpano se empinaban para alcanzar el agudo de Soledad de Rodrigo Prats, al viejo Bringuier y Alicia Rico improvisando morcillas salidas del ingenio criollo para salvar aquellos sketches borrosos escritos por chupatintas que quedaron para siempre en el olvido. Al mago Mandrake con sus pantalones anchos y sus dientes de oro coruscantes y fríos. El mago Mandrake que un día desapareció para siempre en una calle de La Habana que hoy llamamos centro. La populosa calle Industria y el café de enfrente del teatro, donde mis tíos paternos se daban cita con las artistas argentinas llegadas en compañías de tango que se despedazaban a causa de repentinos amoríos tropicales.

En el Campoamor vi por primera vez a Rita Montaner cuando le espetaba un insulto irrepetible, acompañado de sendas bofetadas en pleno rostro, a un desconocido. Vi películas como Friné, la cortesana, y Nobleza baturra, de Imperio Argentina. ¡Échale guindas al pavo!, ¡Y oí a Lola Flores taconeando en el escenario, ¡Que viva el Campoamor¡

Pero ya en esos años que vagamente vienen a mi memoria el Campoamor no era ni la sombra de lo que había sido; un teatro tipo vienés, de herradura, para voces pequeñas y gastadas, para zarzuelas y operetas, engalardonado con orla doradas y lámparas de rococó donde lo más granado de La Habana se daba cita y las “chusmas diligentes” se apelotonaban en el gallinero para cazar un gallo, chiflar o tirar un huevo a un cantante a quien esa noche se le habían unido el cielo y la tierra.

El teatro Campoamor abrazó su cenit con las veladas afrocubanas organizadas por Fernando Ortiz y la Hispanocubana de Cultura, donde el antropólogo cubano llevó al escenario por primera vez los tambores batá de Pablo Roche en 1936. Ese mismo año Ortiz auspició por la Hispanocubana el Festival de Poesía que dirigió Juan Ramón Jiménez. Voces jóvenes se escucharon allí: Lezama, Cintio y Fina estuvieron presentes. Juan Ramón, pese a su carácter venático, le insufló mucho aliento a la poesía cubana. “¡Que exquisito bocado esta isla, y qué peligroso!”, exclamó el poeta andaluz en La Habana.

Figuras como Eusebia Cosme y Berta Singermann ilustraron lo más cálido y profundo y también lo más epidérmico y pintoresco de la poesía negra en boga, tantas y tantas cosas… Hoy las cáscaras del Campoamor son lo único que queda de aquel teatro donde con pantalones bombachos celebré mis nueve años de edad. Un lamentable tren de bicicletas y un nido de ratas se exhiben en aquella esquina de glorias remotas.

¡Teatro Campoamor, no dejes que lo que queda de ti caiga estrepitosamente al suelo! ¡Yérguete como lo que fuiste, un coloso de la comedia y el vodevil, de la zarzuela y la opereta, del vernáculo y de las ensaladillas humorísticas! ¡Que como en el pasaje de Elías del Antiguo Testamento surjas de tus huesos hoy secos, y de tus cenizas! Amén.

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Alas 
Enrique José Varona

Alas para cantar, como la alondra,
himno a la inmensidad;
para surcar el piélago celeste,
ebrio de libertad.

Alas para volar lejos, muy lejos,
por espacios sin fin,
como vuelan las nubes transparentes
de ámbar y de carmín.

Alas para mirar desde la altura
los prados verdear,
y el gran espejo en que la luna llena
se ve trémula, el mar.

Alas para mirar cómo en el valle
se angosta ola ciudad
sobre torres y cúpulas flotando
la misma vaguedad.

Alas para sentir cómo el estruendo
del mundo es un rumor,
tenue zumbido de lejano enjambre
sobre campos en flor.

Alas para dejar bajo, muy bajo,
la envidia, la ficción;
alas para cernirme con la mente
do vuela el corazón.

Del libro “Las cien mejores poesías cubanas” de José María Chacón y Calvo

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  Estatua del genovés Francisco Grimaldi, apodado "Malizia",

y vestido como monje. La estatua se encuentra frente

al Palacio del Príncipe de Mónaco.

 

Comienzos de la dinastía Grimaldi,

soberanos de Mónaco

El 8 de enero de 1297, François Grimaldi, descendiente de Otto Canella, cónsul de Génova en 1133, anexionó por la fuerza lla fortaleza de Mónaco. Como no poseía más que un pequeño ejército, utilizó la estratagema de disfrazarse de monje y, una vez dentro, abrió las puertas a sus soldados. Fueron más tarde derrotados y François expulsado de Mónaco por los genoveses en 1301. Su familia Grimaldi se alió entonces con el Rey de Francia.

Un primo de François, Rainiero I Grimaldi, al servicio de Felipe I el Hermoso,  comandando una flota de galeras, venció a los holandeses en la Batalla de Zieriksee en 1304. Por este hecho fue nombrado entonces almirante de Francia. Padre de Carlos I Grimaldi, fundó la dinastía que lleva su nombre, que serviría fielmente a la monarquía francesa durante los siglos siguientes.

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LA VIOLENCIA ES EL MIEDO A LOS IDEALES DE LOS DEMÁS.

- MAHATMA GANDHI (1869-1948) POLÍTICO Y PENSADOR INDIO. 

24 de junio de 2011

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Comandante en  Jefe, amén.

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) – Hace unos días, escuché a una niña de seis años exclamar: -¡Viva Fidel! ¡Viva Raúl! ¡Y viva Cristo Rey!, amén.   

Un hombre ya mayor  comentó: -Eso es sólo una muestra de lo confundidos que están los niños debido al excesivo adoctrinamiento; pero así andamos todos.

Después me enteré que el pastor de la congregación a la que asiste la niña es un ex teniente coronel de las Fuerzas Armadas, que introdujo a una parte de la población del barrio Cayo Hueso, en Centro Habana, en la doctrina cristiana. Algo que no me extrañó, porque en el edificio donde vivo, reside otro teniente coronel jubilado, recién graduado en Teología. Al mismo tiempo, trabaja como parqueador de autos, en el garaje del Miramar Trade Center.

Decidí acudir al lugar de culto de la pequeña para observar lo que allí sucede. El reverendo, como cada semana, habló a los fieles: “Repitan conmigo: debemos respetar y orar por nuestros gobernantes”. Luego los exhortó a asistir al trabajo voluntario y ayudar en la construcción un nuevo local de la congregación.

Muy cerca de esta comunidad cristiana, otro enclave, pero de cultos afrocubanos, trata de captar a los feligreses del barrio a partir de actividades culturales, organizadas por ex dirigentes del Ministerio del Interior (MININT), que a ritmo de tumba y toque de tambor, brindan espectáculos y bebidas en el callejón de Hamel.

En una vecina iglesia católica el panorama se repite. Los miembros del consejo parroquial pertenecieron al gobierno. Algunos ex militares comunistas (al igual que miles de ciudadanos) en la década del noventa, ante la crisis de valores ocasionada por el derrumbe del comunismo, se refugiaron en la religión. Algo que también hicieron sus hijos.

En los años 80, el astuto Fidel Castro decidió eliminar el conflicto fundamental entre el marxismo ateo y las religiones. De un plumazo, entregó, simbólicamente el carné del Partido Comunista a Cristo, Buda, Mahoma, Olofe y el Gran Arquitecto del Universo, con la complicidad, entre otros, del fraile dominico brasileño, Frei Betto.

El gobierno comprendió la inutilidad de seguir persiguiendo a la religión y optó más bien por utilizarla como aliada. La tarea era aglutinar, limar asperezas y controlar, para el régimen totalitario la mejor alternativa era no pelearse con los creyentes y sus representantes, sino captarlos o, al menos, neutralizarlos.

En cuanto a los antiguos oficiales de las FAR, devenidos ahora religiosos, nadie protesta por la conversión, los creyentes los han aceptado. Quizás la gente piense que es más conveniente que los represores jubilados del  MININT se dediquen a orar por la salud del Comandante o a dar clases de guaguancó, que a perseguir disidentes o vendedores de maní sin licencia.

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ROMA, 23 Jun. 11 (ACI) .- El alcalde de San Petersburgo (Rusia) ha autorizado, tras 93 años de ausencia en las calles, la realización de la procesión católica en la fiesta de Corpus Christi por las principales avenidas de esta ciudad.

Según señala Radio Vaticana, la noticia fue confirmada por la Arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú. La procesión se realizará a lo largo de la avenida Prospettiva Nevsky, la principal de esta ciudad rusa.

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Bacardi relanza la gran cerveza de Cuba. La cerveza más famosa de Cuba está volviendo por sus fueros en el sur de la Florida. La nueva versión de Hatuey contiene una fórmula de primera con un parecido asombroso a la legendaria marca cuyas raíces se remontan a Santiago de Cuba en 1927.

La cerveza Hatuey ha estado completamente fuera del mercado por más de un año. La malta Hatuey sigue disponible y no ha sufrido cambios. Justo a tiempo para las fiestas del 4 de Julio, la nueva Hatuey empezará a llegar a los bares, restaurantes y licorerías de los condados Miami-Dade y Monroe. La expansión a los condados Broward y Palm Beach tendrá lugar más tarde este verano, y arribará al resto de la Florida y Estados Unidos según la demanda.
El Nuevo Herald, Miami

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EVOCANDO LAS FIESTAS DEL “SAN JUAN” CAMAGÜEYANO:

(Crónica escrita por Juan B. Castrillón, Don Pancho):

http://lagacetadepuertoprincipe.blogspot.com/2010/06/el-san-juan-camagueyano-evocando-la.html

 

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EL PRIMER PASO DE LA IGNORANCIA ES PRESUMIR DE SABER.

- BALTASAR GRACIÁN (1601-1658) ESCRITOR ESPAÑOL. 

23 de junio de 2011

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LA NOCHE DE SAN JUAN
(23 al 24 de junio)

Los antiguos celtas llamaban Alban Heruin a este festival y su significado primordial era el de celebrar el instante en el que el Sol se hallaba en su máximo esplendor, cuando duraba más tiempo en el cielo y mostraba su máximo poder a los hombres, era el día que alcanzaba su mayor plenitud y, al mismo tiempo, el día en que empezaba a decrecer hacia su casi muerte en el Solsticio de Invierno. 

Se encendían hogueras para conmemorar ese poder del Sol y para compartir su fuerza con él, para alabarlo y al mismo tiempo para atraer su bendición sobre hombres, animales y campos. Resulta muy característica la asociación de este festival a las corrientes de amor y a pequeños rituales destinados a obtener pareja o a conservarla.

Muchos son los rituales propios de la Noche de San Juan, la víspera del 24 de junio, pero todos giran en torno al ensalzamiento del fuego. De hecho, este es el festival del fuego por antonomasia, el rey de los festivales del fuego hasta el extremo de que el culto pagano del fuego y las hogueras, se han conservado más que en otras fiestas, y la costumbre popular ha mantenido su práctica incluso dentro del mismo cristianismo, aunque éste no ha podido dar una explicación religiosa convincente de dicho hábito. Realmente la noche del solsticio es la del 21 de Junio aunque la Iglesia la ha adaptado a la festividad de San Juan.

Igualmente, la presencia del agua nos lleva a uno de los grandes símbolos de las celebraciones de San Juan que parece no tenerse en tanta consideración y que sin embargo, forma una parte esencial de numerosos ritos de esta festividad, el agua, llevándonos nuevamente a la presencia del poder femenino en esta festividad.

Otra de las costumbres, que dio a esta fiesta el apelativo de "verbena", era la costumbre practicada en algunos lugares por las mozas casaderas de ir a recoger verbena a las doce de la noche la víspera de San Juan, creyendo que con ello conseguirían el amor del deseado por su corazón. Igualmente existían numerosos ritos y filtros de amor en torno a dicha planta.

La pareja que saltaba unida la hoguera se decía que se procuraba así felicidad y buena fortuna.

Otra costumbre es aquella en que las mozas arrojan guirnaldas trenzadas por ellas a sus amados a través de las llamas y ellos deben cogerlas antes de que caigan al fuego. Las guirnaldas se guardaban como talismanes de buena fortuna y, ocasionalmente, se quemaba alguna cinta en el hogar para procurar protección de sus habitantes y animales.

Algunos grupos se introducen entre las olas, tras sus ceremonias, comulgando por un corto tiempo con el mar recibiendo de él otro tipo de fuerza que solo podemos reconocer como netamente femenino y vinculado con el símbolo de la Diosa.

http://usuaris.tinet.cat

Más sobre las tradiciones de las hogueras de San Juan en:

http://lagacetadepuertoprincipe.blogspot.com/2010/06/las-hogueras-de-san-juan-la-noche-de.html

 

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Penelope en Cuba

Marlene M. Pérez Mateo

En la torre vigia noreste del Castillo de la Real Fuerza en La Habana, guarda y vigila desde 1634 una mujer. Se trata de “La Giraldilla”. Hoy en día la original está en una sala de museo para su protección y la expuesta en la fortaleza capitalina es una copia.

Valdría preguntarse sobre este símbolo de La Habana, presente en souvenirs, emblemas y etiquetas. A continuación pasearemos por el entretejido de la Historia.

La representada en la pequeña forma escultórica es Inés (para algunos también llamada Isabel) de Bobadilla (?-1543) española de origen judío o sefardí, hija de Pedro Arias Dávila e Isabel de Bobadilla, y esposa hacia 1537 de Hernando de Soto, gobernador de la Isla de Cuba, nombrado por Carlos l, rey de España, en 1539.

Su marido, en busca de nuevas tierras para su dominio y el de la metrópoli española, organizó una expedición a “La Florida”, descubierta años antes (1513) por Ponce de León. Se dice que iba también en busca del “Tesoro de la eterna juventud” o los remanentes de “Atlántida” (Atlantis), continente perdido descrito por Platón. Lo cierto es que se le denominó por tanto a de Soto el “Adelantado de Florida” y allí estuvo entre 1539 a 1543. Sus pasos aun hoy se pueden seguir en lugares tales como Coral Gables, Misisipi, Arkansas y Menfis.

Doña Inés (o Isabel) quedó en Cuba esperando por su retorno. Su espera llegó a ser algo mas que un ver pasar los días. Fue para entonces, y hasta ahora sigue siendo, la primera mujer gobernadora de la Isla y del Nuevo Mundo, por un periodo de cuatro años. Se le han dedicado muchos epítetos: legendaria, heroica y conquistadora.

Como dato curioso adicionaría que en su sepelio se leyeron los rezos en hebreo; religión que según se supone (sin tener pruebas fehacientes de ello) entre bambalinas siguió practicando. Cosa no sorprendente, pues muchos “judíos conversos” hicieron de América su casa durante la conquista ibérica.

El artista habanero Gerónimo Martín Pinzón (1607-1649) esculpió la estatua motivado por la estela legendaria de la antigua gobernadora. Juan Bitrián Viamonte, a cargo de la ciudad capital entre 1630-1634, mandó a fundir la escultura en bronce y colocarla en forma de veleta, bautizándola como ”La Giraldilla” en recordación a “La Giralda” de Sevilla. La figura, de unos 110 centímetros, representa una bella joven vestida a la manera del Renacimiento español. Su mano izquierda sostiene la cruz de la Orden Militar de Calatrava, signo de Ia nobleza, y la derecha recoge la falda hasta la rodilla.

La Giraldilla se trata de una especie de Penélope en espera de su amado, como nos cuenta le leyenda griega, pero “a la criolla”.

"Penélope" en la voz de Juan Manuel Serrat:


Marlene M. Pérez Mateo
Junio 9, 2011
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Nada tengo mientras no tenga patria

Francisco Vicente Aguilera nació el 23 de junio de 1821 en la ciudad e Bayamo.  En Santiago de Cuba recibió instrucción primaria. En la Habana, y en el colegio Carraguao, colegio de que era uno de los profesores el ilustre prócer José Silverio Jorrín, instrucción superior. Viajó por los Estados Unidos, y de regreso en Bayamo, vio morir a su padre, y contrajo matrimonio. 

Dueño de inmensa fortuna, todo parecía sonreírle. Y no era así: en el pecho, el dolor de su patria esclava no lo dejaba dormir tranquilo.  Cuando en 1836 murió su padre, le dejó el cometido de obtener para la familia, utilizando las rentas del ingenio azucarero Pilar de Jucaibama, un título nobiliario de Castilla, aparte de continuar la tradición de poseer los de Regidor Alcalde Mayor y el grado militar de coronel de los Reales Ejércitos y del Batallón de Milicias Blancas Disciplinadas de Infantería de Bayamo y Santiago de Cuba.

El joven Francisco Vicente Aguilera y Tamayo no cumplió esta encomienda. Su aspiración era subvertir la sujeción colonial que ataba a Cuba de España. Y es que en el transcurso de una generación se había operado una transformación en el pensamiento político de la familia Aguilera, como sucedió en casi toda la sociedad bayamesa. De un ideario monárquico y pro español, se evolucionó al republicano independentista.

La toma de conciencia en Aguilera se manifiesta desde su juventud. En 1851, con 30 años, ya era miembro de la conspiración -y su jefe en Bayamo-, liderada por el camagüeyano Joaquín Agüero, quien proyectaba un alzamiento separatista nacional. También participó en un proyecto, en unión de Carlos Manuel de Céspedes, que pretendía iniciar un levantamiento contra el colonialismo español y cuyas primeras acciones serían tomar las ciudades de Bayamo y Manzanillo.

Después de la muerte de su madre, Juana Tamayo, ocurrida en 1863, inició un periplo por diferentes países de Europa y por los Estados Unidos. Este incidió en su formación, pues lo puso en contacto con las ideas políticas y económicas más avanzadas. Desde su arribo a Bayamo comenzó a elevar proyectos al Gobierno de la Isla, para desarrollar económicamente la jurisdicción, en los que se aplicaran los adelantos de la ciencia y la técnica. El más importante era la construcción de un ferrocarril entre Bayamo y Santiago de Cuba.

A partir de este momento es un revolucionario en extensión y profundidad. Su acción se manifiesta en dos aristas definidas: el logro de la independencia de Cuba, y, mientras esto no suceda, la transformación del régimen económico arcaico existente en Bayamo. Este ímpetu capitalista lo llevó a convertirse en el hombre de mayor fortuna en la región oriental de Cuba. En 1868 su caudal activo ascendía a dos millones 168 mil 54 pesos.

 En 1867 fundó el Comité Revolucionario de Bayamo. Su pensamiento revolucionario se radicalizaba. Se discutía la fecha del alzamiento subordinándola a la existencia de pertrechos militares con que enfrentar al Ejército Español. Aguilera era de la opinión que debía posponerse para poder acopiar armas. Y es en este momento cuando se compromete a trasladarse a los Estados Unidos y regresar antes del 24 de diciembre, fecha máxima aceptada por los conspiradores para pronunciarse, con suficiente material de guerra para dar comienzo a la Revolución. Los hechos se precipitaron y el 10 de octubre de 1868, en el ingenio Demajagua, Céspedes protagonizó el alzamiento.

Ya en la guerra, Aguilera ocupó importantes responsabilidades político-militares. Carlos Manuel de Céspedes decidió enviarlo a Estados Unidos para unificar a los emigrados y lograr el envío de expediciones con logística con las cuales abastecer las tropas del Ejército Libertador.  Partió en 1871.

En esta determinación de Céspedes debieron pesar varias causas, entre ellas que Aguilera había sido partidario de esta idea antes del inicio de la Revolución, por los conocimientos que poseía en el manejo de fondos, pues había creado una fortuna millonaria, así como por su pensamiento y forma de actuar, que lo habían convertido en paradigma del pensamiento unitario. Las distintas fracciones políticas, civiles y militares, lo veían como un hombre íntegro, ético y revolucionario.

No tardará Aguilera, para su pesar, en chocar con la cruda realidad. Los cubanos que encontró Aguilera en Estados Unidos estaban divididos, unos alrededor del reformista Miguel Aldana, y otros alrededor de Manuel de Quesada.  Aguilera no aceptaba regresar a Cuba sino era con una gran expedición que llevara muchos armamentos, y en tal sentido agotó todas las posibilidades. Marchó entonces con esa finalidad a Europa.   

Un año después está de nuevo en New York. Al poco tiempo la Cámara deponía al presidente Céspedes. Como Aguilera era el vicepresidente, el presidente de la Cámara, Salvador Cisneros Betancourt,  que desempeñaba interinamente    la Presidencia de la República en Armas, escribió a Francisco Vicente Aguilera: «… grandes ventajas reportará al país que vuelva a él un hombre que no ha escatimado sacrificios por su libertad …  Ud. Está en mejor situación para administrar la República, venga y salvaremos la Revolución».

Aguilera respondió al Presidente de la Cámara que sí, que vendría a Cuba, pero cuando pudiera llevar a Occidente una fuerte expedición. 

Su retorno a Nueva York significó continuar trabajando en el envío de una gran expedición a Cuba. Pero ahora la situación había cambiado. Ya no era el Agente General, sino un emigrado, solo lo diferenciaba el hecho de ser iniciador de la revolución y el prestigio que poseía por su honradez y desinterés por la independencia de Cuba.

En estas circunstancias desarrolló su obra, sin incorporarse a las luchas intestinas que desangraban a la emigración. Y es a partir de este momento cuando quedó plasmado el perfil que hoy poseemos de él. Las dificultades por las que tuvo que atravesar, la miseria en que vivió y murió, las penurias de su familia dejó estupefactos a quienes lo conocieron.

Inició un recorrido por ciudades norteamericanas con el objeto de buscar un vapor que lo trasladase a Cuba, así como para recaudar dinero. Visitó Baltimore, Filadelfia, Nueva Orleans y Cayo Hueso. En esta última se comenzaba a desarrollar un importante concentrado de emigrados cubanos, los que aportaron una cifra considerable de dinero, unos siete mil pesos, entre los meses de febrero-abril de 1874. Este desprendimiento le causó profunda impresión.

Fue tanta la desidia que padeció Aguilera que finalmente, al no poder armar una gran expedición -y carente de recursos-, decidió regresar a Cuba. El 22 de abril de 1876 efectuó su último intento. Llegó a Las Bahamas, donde pretendía abordar el buque Anna, y al no encontrarlo se dirigió a Nassau. El 12 de junio embarcó rumbo a Haití. El viaje resultó imposible. Arribó a Nueva York el 15 de agosto de 1876. Ya se encontraba gravemente enfermo del cáncer que lo aquejaba, pero aún así insistía en volver a la Patria, aunque fuera en un bote.

El 22 de febrero de 1877 falleció Francisco Vicente Aguilera en Nueva York, rodeado de su esposa e hijos, sin haber podido cumplir su mayor anhelo: libertar a su Patria; ni su sueño de regresar a Cuba con una fuerte expedición.

Las aspiraciones de Francisco Vicente Aguilera fueron más ambiciosas que las de sus ancestros y se centró en fundar un pensamiento político que contemplaba la idea de lograr la independencia de Cuba del colonialismo español empuñando las armas.

El engrandecimiento que le reportaría a su familia no sería en el orden de lo que soñó su padre, o sea en la obtención de un título nobiliario, detentar cargos políticos en la estructura de gobierno de la villa o provincia, o en la milicia, sino al convertir, al linaje Aguilera, en uno de los fundadores de la nación cubana.

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