3 de mayo de 2011

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Las Leyendas

Una de las principales fuentes de la Literatura  ha sido, desde siempre, la tradición oral. Todo el patrimonio mítico y legendario que los pueblos han ido transmitiendo de generación en generación constituye un acervo cultural tan rico que, por sí sólo, aporta suficientes temas a la Literatura, sin necesidad de que el escritor recurra a su imaginación. No hallará en ella mejores historias que en aquél.

En este sentido, el Romanticismo, con su exaltación del espíritu nacional, fue uno de los momentos en que más se volvió los ojos hacia esta tradición, pues se veía en ella la mejor muestra de la identidad de la nación. Y de este amplio bagaje se extrajeron argumentos para obras de teatro, novelas y para un género nuevo: la leyenda.

No era ésta sino una narración breve –en prosa o en verso-, generalmente basada en antiguas historias populares de contenido real o fantástico y que, en ocasiones, llevaban implícita una moraleja. En la Literatura Castellana vendrían a ser, al periodo romántico, lo que fueron al renacentista los romances y su gran maestro fue Gustavo Adolfo Béquer, aunque casi todos los escritores realizaron incursiones en el género.

Otro gran cultivador fue José Zorrilla (Valladolid, 1817-1893), autor del sin par ‘Don Juan Tenorio’ y poeta laureado. En efecto, el vallisoletano escribió un amplio número de ellas, con la particularidad de que, si las de Béquer suelen presentarse en prosa, las suyas lo hacen en verso.

Casi todas sus leyendas presentan una estructura similar: descripción detallada del lugar donde ocurre el hecho y de los personajes, atmósfera nocturna, que contribuye a crear un clima de misterio, narración del episodio y conclusión –con ayuda sobrenatural- que contiene una enseñanza práctica.

A todos estos rasgos responde A buen juez, mejor testigo, una de las más logradas. Diego Martínez, al partir a las guerras de Flandes, jura a su novia, Inés de Vargas, que a su regreso se casará con ella y pone por testigo al Cristo toledano de la Vega. Pero, al volver, el olvidadizo galán no recuerda su promesa. Entonces, Inés recurre a la Justicia y, como el Cristo presenciara las palabras del soldado, se decide tomar declaración a tan singular testigo. La sorpresa de los presentes es mayúscula cuando el Cristo despliega su mano clavada para recordar el juramento.

Como decíamos, es ésta una de las mejores leyendas de Zorrilla. Con un verso que parece brotar naturalmente de la pluma del escritor, muestra un perfecto manejo del tiempo y una excepcional habilidad en la descripción de la angustia de la mujer.

http://www.librosgratis.org

Texto completo del poema:
http://www.valvanera.com/rinconlit/zorrilla.htm

LOS ALTARES DE CRUZ

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Los Altares de Cruz

Ana Dolores García

Una de las tradiciones más arraigadas en el Puerto Príncipe de los siglos XVIII y XIX fue la de los Altares de Cruz. Como casi todas nuestras costumbres y tradiciones, llegó a nuestra villa y a otras del interior de la Isla a través de los colonizadores españoles, sobre todo los canarios, que también la llevaron a distintos pueblos de Hispanoamérica. En la República de El Salvador, por ejemplo, aún se sigue celebrando con mucha participación popular: bailes, fiesta y derroche de comida, al igual que en muchas ciudades y pueblos de Andalucía. Lo mismo en Venezuela y sobre todo en México, y en general en muchos países de la América hispana, donde al igual que en España los festejos de prolongan durante todo el mes de mayo.

Hoy, más que de “altares de cruz” oímos hablar de “cruces de mayo”. Y más que altares hechos dentro de las casas vemos hermosas cruces de flores levantadas en medio de las avenidas. También en España, en las Islas Canarias, y en la comunidad de Murcia, concretamente en Caravaca de la Cruz, se celebran grandes festividades en los primeros días de mayo, con la particularidad especial de venerar en este último lugar el que según se dice es un fragmento de la “Vera” Cruz. En Cuba se conserva igualmente esta tradición en lugares como Gibara y Holguín con bailes populares y la ausencia de cruces. En Camagüey, es ya sólo cosa del pasado.

Para entender el origen de esta fiesta, tan popular en España y que canarios y andaluces se encargaron de trasplantar a Cuba, hay que remontarse a los tiempos del emperador romano Constantino (siglo IV d.C.). La tradición nos cuenta que el emperador –no cristiano- tuvo una visión en la que aparecía una cruz y sobre ella unas palabras en latín: “In hoc signo vincis”, o sea, “Con este signo vencerás”. Constantino mandó que se hiciera una cruz y puso al ejército bajo su protección, con lo que logró triunfar sobre sus enemigos. Se hizo bautizar en la fe cristiana y envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera cruz de Cristo. Ella encontró tres cruces en donde la tradición situaba el lugar del suplicio de Cristo e hizo colocar cada una de las cruces sobre el cadáver de un joven. Al colocar la tercera de las cruces el joven resucitó y Santa Elena rogó a su hijo que se conmemorara el 3 de mayo como el día en que fue encontrada la cruz de Cristo.

Por otra parte, y a la hora de establecer los orígenes de la celebración popular de la Cruz, hay que referirse necesariamente a las fiestas paganas que se celebraban desde muy antiguo en el mes de mayo. Desde los tiempos del renacimiento se comenzó a relacionarlas, entre otras, con la fiesta romana de las Floralias en honor a la diosa Flora, que representaba el eterno renacer de la primavera y que se celebraba precisamente del 28 de abril al 3 de mayo.

La Iglesia no demoró en eliminar antiguas prácticas paganas, escandalosas y contrarias a su moral. Así, estas fiestas naturalistas de mayo se fueron transformando y agrupando en torno a un nuevo motivo: la Cruz, que pasó a ser el centro de las fiestas y que se colocaba sobre un altar, en la calle o en el interior de una casa, adornada con flores, plantas, pañuelos, colchas, cuadros, candelabros, etc. A su alrededor se practicaban bailes típicos, se realizaban juegos y se entonaban coplas alusivas.

El paso de la celebración pagana a la religiosa, popular en ambos casos, fue favorecido por el culto litúrgico a la Cruz y la leyenda sobre el descubrimiento de la auténtica cruz de Cristo. Así, las fiestas populares fueron teniendo un sentido religioso con la adoración de la Cruz, pero sin abandonar los elementos profanos constituidos por bailes, música y degustación de alimentos.

Los Altares de Cruz que se recuerdan de Camagüey tenían más bien un eminente carácter profano, en los que sobresalían la diversión y la alegría de la juventud, y se bebía y se comían golosinas y platos típicos, como nuestro acreditado pastelón.

Antonio Bachiller y Morales, (1812-1889), notable bibliógrafo cubano y testigo de excepción de ellos, nos ha legado sus impresiones sobre lo que para nuestros antepasados principeños constituían aquellas fiestas del mes de mayo. Dejemos que él nos lo explique:

«Una de las diversiones más populares de Puerto Príncipe son los Altares de Cruz. Al decir Altares de Cruz, creerá usted se que se trata de altares en que brillará el signo de nuestra Redención ante el cual se postran los hijos de Cristo: no señor.

Siguiendo en las suposiciones del primer párrafo, el que llegue a Puerto Príncipe en mayo se dirigirá después del paseo a la primer casa donde oiga música, que allí hay un Altar de Cruz. Redúcese éste a colocar en el lienzo de una pared, ya en agrupadas pirámides, ya en largas y paralelas gradas, cuanta loza y cuanto espejo y cuadro puedan reunir: adornar el todo con multitud de flores, frutos y objetos iluminados con profusión de bugías de cera, resultando así un conjunto que agrada por la brillantez, reflejándose las llamas en los espejos y doraduras. No creo sea necesario anterior conocimiento ni presentación en las casas donde hay altar, habiendo visto uno en la plazuela de Paula que tenía la música en la calle tocando hasta muy entrada la noche.

Por lo regular en pieza próxima al citado aparato se reúnen a bailar los jóvenes; ora se canta a la guitarra; ora se entretiene el concurso con baratijas de preguntas y respuestas. Así pasan alegremente las horas de la noche; así en estos cuadros de animación y ventura brilla sin trabas la amabilidad del cubano nato……Yo pasé el mes de mayo en Puerto Príncipe y participé de las tumultuosas y agitadas noches en que se celebran las reuniones de los Altares de Cruz, y recibí impresiones de gratísimo recuerdo…… Diversión es muy antigua ésta de que hablo: en un artículo de la Sínodo Diocesana, allá por los años 1681 se prohibió poner cruces y santos en altares de esta especie; pero parece se continuaron poniendo en el Príncipe, pues ni hablar de prohibiciones más recientes y aún de los últimos años.

Es para mí incontrovertible que las reuniones de los Altares de Cruz es la diversión más grata que ofrece el país, porque en ella lucen más las personas que las cosas…… Pocos caracteres llevarán ventaja a la sociabilidad camagüeyana. Tan apreciable prenda se percibe y reconoce en los bailes. La afición a bailar es extraordinaria en Puerto Príncipe….»

Por su parte, Don Abel Marrero Companioni, también ya fallecido, en su libro “Tradiciones Camagüeyanas” nos explica a su vez con más detalle cómo fueron aquellos Altares de Cruz:

«Reseñamos los altares de cruz que conocimos en la segunda mitad siglo XIX. Suponemos que en los siglos anteriores serían menos suntuosos debido a la escasa civilización y recursos en que se vivía en Cuba. En nuestro viejo Puerto Príncipe era esperado ese mes con verdadera ansiedad por la juventud, que era sólo un motivo de reunión de los familiares, vecinos y amistades; en fin, una fiesta, más o menos íntima, para divertirse algunas horas cada domingo en la noche. De antemano se hacían las invitaciones, suponemos que por medio de recaditos o alguna nota a guisa de tarjeta, porque debemos recordar que no había teléfonos, no había telégrafos, ni bicicletas, para el envío de un mensajero montado en ella.

El Altar se levantaba casi siempre en la gran sala de la casa debido a que en ese lugar había electricidad, o que las familias que sólo se alumbraban con lámparas de petróleo, tendrían uno de los quinqués en la sala, dando siempre una luz amarilla y mortecina. Esto quiere decir que había en las residencias de personas acomodadas alguna que otra lámpara de cristal comprada en Europa, de rico cristal de Bohemia que habría costado cientos de pesos, pero que también era de petróleo.

Vamos a describir un Altar de la clase media pudiente. Ya dijimos que en la sala amplia y con sus dos enormes ventanas de hierro, se ponía primero una mesa grande, después encima otra más pequeña y para tercer piso una caja grande de madera, así quedaba construida una pirámide de tres pisos que se cubría con una cortina de colores, o a veces con sábanas blancas. Se alumbraba este altar con gran cantidad de cirios, en candelabros más o menos valiosos, según podían recoger en el vecindario o con los familiares, y había siempre el deseo de que la sala estuviese lo más alumbrada posible, todo lo contrario de estos días en los que se baila a media luz.

El adorno de este túmulo consistía principalmente en flores. Flores, muchas flores bellísimas de los patios principeños, que en el mes de mayo son muy abundantes. También frutas del país, cuatro o más salvillas en las que se hacían pirámides de exquisitos marañones, rojos y amarillos, los que con su fragancia llenaban la sala de un cálido y especial perfume; también naranjas, nísperos, mameyes colorados, canisteles, jaguas, y cuanta fruta criolla y escogida servía de adorno.

Igualmente, búcaros, porcelana, estatuillas y cuanto había en la casa y se escogía para llenar todos los espacios. Debemos hacer constar que esto que llamamos altar nunca estaba adornado ni con la cruz cristiana ni con ninguna imagen o estampa religiosa: era una fiesta social sin matiz religioso. Si había piano en la casa, se contrataba un pianista y algún violinista y hasta a un músico con clarinete, a veces una pequeña orquesta, pero nunca más de tres o cuatro músicos. El baile comenzaba exactamente a las ocho de la noche para terminar invariablemente a las doce, hora en que se apagaban las pocas farolas del alumbrado público.

El baile se abría con un vals, se escogía el más reciente, después danzones, alguna polka y si se había ensayado, un minué o rigodón.

No es necesario repetir que sólo eran invitados familiares, vecinos y amigos. Antes de la media noche era servido en el comedor de la casa un obsequio, hoy “buffet”, consistente en sendas bandejas que contenían dulces “finos”, es decir, yemitas de huevo cristalizadas, quesitos de almendra, rosquetes hechos de almidón, pequeñas panetelas…

Como bebida, algún vino dulce a las señoras y damas que no bailaban, pues no se hacía olvido de la vieja. Para los jóvenes mistela o algún anís, y para los feos su poquito de aguardiente. Ya en los últimos años del siglo que reseñamos había alguna cerveza de la “T”, que se guardaba para madres con sueño. Se tenía especial cuidado en la atención de la vieja.

Poco antes de terminar el baile una joven escogida de antemano salía un momento de la sala, y reaparecía seguidamente portando una linda moña de costosa cinta de color morado o rojo, con dos cintas colgantes de medio metro cada una y la pendía sorpresivamente a la solapa de uno de los jóvenes bailadores, el que sorprendido del gesto lo agradecía, pero no podía ocultar su sorpresa por la distinción que le traía consigo la obligación de organizar la próxima fiesta, es decir, buscar la casa, costear la música, alumbrado y todos los gastos; era padrino del nuevo baile, y que como es consiguiente, trataría de superar y mejorar al que se estaba efectuando. Esto daba motivo a grandes aplausos y alegrías. Todo se hacía por sorpresa, estaba prohibido anunciar al nuevo padrino antes de “enmoñarlo”.

Sanas diversiones de nuestros abuelos, recuerdos de un Camagüey que se aleja, que se va, que con nuevas costumbres y nuevas influencias de las modernas civilizaciones nos distancia de aquellos de nuestros días.»

Hermosa crónica de Don Albel Marrero, que ha salvado para nuestras generaciones el conocer cómo era la celebración de los Altares de Cruz en el Camagüey del siglo XIX.

Crónicas sobre los Altares de Cruz camagüeyanos:
Antonio Bachiller y Morales
Abel Marrero Companioni
Introducción: Ana Dolores García
Foto: Google, Altar de Cruz contemporáneo, México.
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CON LA PRIMERA COPA EL HOMBRE BEBE VINO; CON LA SEGUNDA EL VINO BEBE VINO, Y CON LA TERCERA, EL VINO BEBE AL HOMBRE.

- PROVERBIO JAPONÉS





2 de mayo de 2011

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La carga de los mamelucos

"El dos de mayo de 1808 en Madrid", también llamado "La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol" es, junto con “El tres de mayo” uno de los cuadros más célebres de Francisco de Goya y Lucientes, pintor español. El cuadro pintado en 1814 en óleo sobre tela, se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid.

El 24 de febrero de 1814, Goya dirigió una carta a la regenta de España, informando su pretención de “perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas escenas de nuestras gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”.

El 9 de marzo le respondía el gobierno aceptando pagarle el importe de lienzos, aparejos y colores. Como resultado, en el año 1814, seis años después de los hechos, Goya pintó este lienzo y “Los fusilamientos del  de mayo en la montana del Príncipe Pío”, que plasma los acontecimientos del día siguiente al representado en este cuadro.

Hay que resaltar que Goya no asistió a una escena similar: la pintó de acuerdo a los relatos que oyó sobre el acontecimiento. Con estos cuadros quiso rendir homenaje a la resistencia española.

Durante la Guerra Civil este cuadro, junto con otros del Museo del Prado, fue sacado de España y trasladado a Ginebra. En este traslado se deterioraron algunos fragmentos. Se cuenta que el camión que transportaba el lienzo rozó un balcón y dado que la pintura se trasladaba en su bastidor (no enrollada), sufrió el impacto y se desgarró. En 2008 las zonas afectadas fueron restauradas.

El cuadro representa una escena del levantamiento del 2 de mayo contra los franceses, comienzo de la guerra de independencia española contra Napoleón, que había ocupado España en 1808 e iba a poner como rey a su hermano José.

En el cuadro, los insurgentes españoles atacan a los mamelucos, mercenarios egipcios que combaten al lado del ejército francés. Esta revuelta fue aplastada de forma sangrienta por el ejército de ocupación, pero encendió la mecha de la lucha contra los invasores franceses.
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LA FUERZA
QUE DERRIBÓ EL MURO

Por Alfonso Ussía
La Razón. Madrid

«El mundo cambió gracias a él. Fue el Papa Juan Pablo II el que derribó el muro». Quien esto dijo aún vive, y se llama Mihail Gorbachov, el comunista pragmático –hoy pragmático pero no comunista–, que tuvo el coraje de no detener la fuerza de la libertad de un hombre que mantuvo en pie a la Iglesia perseguida en su Polonia pisoteada y terminó siendo el padre, desde la silla de Pedro, de todos los hombres de buena voluntad. 

El Papa profundamente creyente, el Papa viajero, el Papa de la humildad y el perdón, el Papa amigo, el Papa reconciliador, el Papa valiente, el deportista, el abnegado, el doliente que sufrió el atentado, el árbol firme que murió de pie, el de la voz angustiada que llegaba a todos los rincones del mundo, el defensor de los desprotegidos, los desheredados, los enfermos y los jóvenes. El que más avanzó en la Justicia Social, en los derechos humanos, en los caminos que llevan hacia Dios. El enamorado de la Virgen, el conocedor profundo de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, el que se metió en el alma de España por su realidad evangelizadora.

«Fue el Papa Juan Pablo II el que derribó el muro». El que con más integridad denunció la injusticia, las diferencias sociales, la realidad de la miseria, el egoísmo de los poderosos, la impotencia de los necesitados, y el permanente acoso en los países desarrollados al derecho a la vida de los inocentes. El Papa repudiado por el estalinismo, el leninismo, el nazismo y la estúpida Izquierda que no ha sabido ver en él ni en sus ejemplos el rumbo de sus reivindicaciones. El Papa orante, que quebraba sus rodillas horas y horas cada día pidiendo la ayuda de su Mejor Amigo para no decepcionarlo. 

No me tengo por un beatorro. Pero este hombre me llegó al alma y al sentimiento desde el principio de su Papado. Estábamos en el siglo XXI cuando todas las gentes, pocos minutos después de «retornar a la Casa de Su Señor» –tan bien servido y amado–, se unieron en una exigencia que jamás se había oído, con la fuerza de la voz, en la Plaza de San Pedro. «¡Santo súbito!». Se le iba la vida y rogó que no cerraran las ventanas de su aposento, humilde como el de un cartujo, con toda la Iglesia detrás. Oía el canto de un coro de jóvenes. Sonrió de cariño. Los jóvenes lo amaron en los cinco continentes. «Estábamos de rodillas en torno al lecho de Juan Pablo II. El Papa yacía en penumbras». 

El Obispo Dziwisz se levantó y encendió la luz de la habitación. «Vencedor de la muerte, has abierto a los creyentes el Reino de los Cielos». Se durmió rezando, como siempre hizo. «Quiero todo lo que Tú quieres, lo quiero porque Tú lo quieres, lo quiero como y cuando Tú lo quieres». Se apagó su vida, pero no su alma. Este Papa, este hombre, es mucho más que la luz.

A él, y por eso es odiado por los que odian la libertad, se debe la tarea casi imposible de derribar el muro que separaba la libertad de la cárcel. Sin pretenderlo, dejó sin argumentos a los enemigos de la libertad. Murió pobre, rodeado de grandezas, en un lecho estrecho y duro, con una mesilla a su lado, hacia la que miraba para ver a su Cristo Crucificado y a la Madre de sus esperanzas. 

El domingo, el Papa Benedicto XVI, su sucesor en la silla de Pedro, [procedíó] a su beatificación. Millones de personas en todo el mundo [han seguido] la ceremonia. Roma es hoy una reunión de jóvenes agradecidos. Esa fuerza para seguir, esa fuerza para querer, esa fuerza para mantener el inmenso árbol de la libertad; esa fuerza para convencernos de que Dios está a nuestro lado. La fuerza de un hombre, de una mano, que derribó el muro. ¿Lo odiáis? Él os quiere.

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1808 el pueblo español se levanta en armas contra las tropas francesas.*
1925 fallece en la Habana José Miró Argenter, General del ejército Libertador de Cuba.
1957 fallece en La Habana Carlos Enríquez, pintor y novelista cubano


Santos Atanasio, Félix, Flaminia, Saturnino

* El Levantamiento del dos de mayo, es el nombre por el que se conocen los hechos violentos acontecidos en Madrid, España,    aquella jornada, motivados por la protesta popular ante la situación de incertidumbre política generada tras el Motín de Aranjuez  contra la ocupación francesa. Reprimida la protesta por las fuerzas napoleónicas presentes en la ciudad, se extendió por todo el país una ola de proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocarían en la Guerra de Independencia Española.  

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DE FUERA VENDRÁ QUIEN DE CASA TE ECHARÁ.

- REFRÁN

1 de mayo de 2011

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ERNESTO SABATO

- Por Quique Lavilla
El Mundo. Madrid

El escritor del pesimismo ha dicho adiós a la vida después de atravesar un túnel de casi un siglo de distancia. Este sábado, a los 99 años, Ernesto Sabato, ponía fin a su dificultoso recorrido vital. El argentino era un hombre marcado por su carácter introvertido y sus continuas depresiones, pero bajo su imagen de hombre frágil y su aparente inseguridad escondía fuertes convicciones éticas, ideológicas y literarias.

Su primera vocación fue científica. Logró una beca para realizar trabajos de investigación sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie de París, y en 1945 lo abandonó todo por la literatura. La primera novela que publicó, en 1948, fue 'El túnel', una obra por la que tuvo que sufrir "amargas humillaciones" hasta lograr que viera la luz.

Afortunadamente para Sabato, la primera edición de 'El túnel' se agotó de forma inmediata y un año después Albert Camus le escribía para decirle que había recomendado a Gallimard la traducción al francés de su relato. Hasta el mismísimo Thomas Mann quedó impresionado al leer 'El túnel', según dejó anotado en un volumen de sus diarios.

Marcado por la tragedia

Ernesto Sabato fue el décimo de once hijos y su marca de tristeza quedó fijada en él nada más nacer, al recibir el nombre del hermano que le precedía y que murió cuando sólo era una criatura. El propio Sabato cuenta en su libro de memorias, 'Antes del fin', que aquel hecho tal vez fue el motivo de su existencia "tan dificultosa, al haber sido marcado por esa tragedia".

Hijo de Juana María Ferrari y de Francisco Sabato, desde pequeño se sintió más vinculado a su madre que a su padre. "La tierra de mi infancia se hallaba invadida por el terror que sentía hacia él", escribe en su autobiografía. Ernesto tuvo una infancia solitaria y asustada, que dejó "huellas tristes y perdurables en su espíritu".

Su amor por la literatura le llegó en el colegio, cuando conoció al profesor puertorriqueño Pedro Henríquez Ureña. "¿Por qué, don Pedro, pierde tiempo en estas cosas?" le preguntó en una ocasión cuando era alumno de secundaria, a lo que el maestro replicó: "porque entre ellos (sus pupilos) puede haber un futuro escritor".

Sin embargo, el gran pilar del novelista fue Matilde Kusminsky Richter, su mujer, a la que conoció en las reuniones comunistas y anarquistas a las que acudía cuando era un adolescente. Sabato se decidió finalmente por el comunismo y en 1933 fue nombrado secretario de la Juventud del Partido.

Su implicación en el movimiento comunista era intachable, pero Sabato, que siempre fue un pensador, encontraba contradicciones en algunos aspectos de la ideología. Esas dudas a punto estuvieron de llevarle directo a un 'gulag'. Tenía 24 años y de camino a la fría y lejana Rusia comprendió que su vida corría serio peligro. Abandonó el viaje y tomó un tren con destino a París, ciudad donde sufriría tres grandes crisis existenciales.

Las crisis de Sabato

La primera crisis le llevó a abandonar el comunismo, algo por lo que tiempo después algunos escritores del 'boom' latinoamericano le tildarían de 'traidor'. Fueron los que él denominaba 'comunistas de salón' quienes le dieron la espalda. Pero Sabato se defendía parafraseando a Camus "siempre hay una filosofía para la falta de valor".

La segunda crisis también se produjo en París, en 1939, cuatro años después de la primera. Allí se trasladó con Matilde y su hijo recién nacido, Jorge Federico. Entró en contacto con los surrealistas y comenzó a llevar una doble vida. Realizaba sus investigaciones científicas durante el día y por las noches se entregaba a la diversión compartiendo penas, alegrías, confidencias e inquietudes con Wilfredo Lam, Oscar Domínguez, Benjamín Péret, o Tristan Tzara. Fue entonces cuando comenzaron a surgirle dudas en torno a su carrera en el mundo de la ciencia y finalmente abandonó Europa y volvió al continente americano.

De vuelta en Argentina empezó a escribir su primer ensayo 'Uno y el Universo', que se publicaría en 1945. Pero dos años después volvió a París para tomar posesión de un cargo que le habían ofrecido en la UNESCO. A los dos meses de su llegada a la capital francesa se produjo su tercera gran crisis. Había empezado a escribir 'El túnel' y, hundido en una profunda depresión, abrazó seriamente la idea del suicidio. Superado el bache volvió a su país natal, de donde ya no se movería.

La literatura como exigencia vital

Su segunda novela, 'Sobre héroes y tumbas', considerada la mejor novela argentina del siglo XX, no vio la luz hasta 1961. Se decidió a publicarla por la insistencia de Matilde, que le convenció de que la historia merecía librarse de las llamas, ya que era frecuente en Sabato quemar por la tarde lo que había escrito por la mañana. Según dijo "cuentos, ensayos y obras para teatro los he visto consumirse en el fuego".

La tercera y última obra de ficción de Ernesto Sabato fue 'Abbadón el exterminador', quizá la más compleja de sus tres novelas.

Los últimos años de su vida los pasó en su casa de Santos Lugares, en la provincia de Buenos Aires, donde su vista deteriorada le impidió leer y escribir, por lo que se dedicó a la pintura, su otra gran pasión. Como dejó escrito: "el destino siempre nos conduce a lo que teníamos que ser".


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El Papa Benedicto proclama
Beato a Juan Pablo ll

Benedicto XVI proclamó hoy beato en el Vaticano a Juan Pablo II, en la beatificación más multitudinaria de la historia de la Iglesia, en la que dijo que el papa Wojtyla devolvió al cristianismo aquella carga de esperanza que se le dio al marxismo y a la ideología de progreso.

Ante más de un millón de personas, según datos facilitados por el Vaticano y la policía italiana, seis años y un mes después de su muerte, Juan Pablo II (1920-2005) fue elevado a la gloria de los altares por su sucesor, lo que no ocurría desde hacia mil años.

Benedicto XVI, que fue su colaborador durante 23 años, resaltó la figura del primer papa polaco de la historia y manifestó que subió al Solio de Pedro llevando consigo "la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre".

"Su mensaje fue éste: el hombre es el camino de la Iglesia y Cristo es el camino del hombre. Con ese mensaje, que es la gran herencia del Concilio Vaticano II y de su timonel, Pablo VI, Juan Pablo II condujo al Pueblo de Dios al Tercer Milenio", afirmó el papa Ratzinger.

El Pontífice añadió que "aquella carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la ideología del progreso", Juan Pablo II la reivindicó "legítimamente" para el Cristianismo, "restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia con un espíritu de adviento, con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo, plenitud del hombre y cumplimiento de su anhelo de justicia y de paz".

Benedicto XVI recordó la famosa frase de Juan Pablo II: "¡No temáis, abrid de par en par las puertas a Cristo!" y señaló que Wojtyla "abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible".  Y agregó que con su testimonio de fe, de amor, de valor y de gran humanidad "este hijo ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio".

En una palabra, prosiguió el papa, "ayudó a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad" y devolvió a los hombres la fuerza de creer en Cristo.

El Obispo de Roma resaltó el valor que le daba Wojtyla al Concilio Vaticano II y recordó que decía que estaba convencido de que durante mucho tiempo más "las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas que este Concilio del siglo XX nos ha regalado".

Benedicto XVI dijo del nuevo beato que su ejemplo de oración siempre le  impresionó y edificó, así como su testimonio en el sufrimiento. "El Señor lo fue despojando lentamente de todo, sin embargo él permanecía siempre como una roca, como Cristo quería", destacó Ratzinger.

Sobre el proceso de beatificación, uno de los más breves de la historia y que se abrió sin esperar a los cinco años de la muerte, como contempla la normativa vaticana, el papa señaló que ya el día del funeral, el 8 de abril de 2005, "se percibía el perfume de la santidad" de Juan Pablo II y que el Pueblo de Dios  manifestó de muchas maneras su veneración hacia él, el famoso "Santo Súbito".

Juan Pablo II fue proclamado beato en la festividad de la Divina Misericordia, instituida por él para honrar el culto impulsado por santa Faustina Kowalska, una religiosa de la que se consideraba discípulo y que es conocida como la Teresa de Jesús polaca.

A la ceremonia asistieron más de un millón de personas, de ellas unos cien mil fieles procedentes de Polonia, así como miles de españoles, italianos, franceses y  latinoamericanos, que rompieron en un aplauso que duró numerosos minutos cuando a las 10.38 local (08.38 GMT) fue elevado a la gloria de los altares.

En la fachada principal de San Pedro fue descubierto un retrato de tamaño gigante del nuevo beato, en el que se le ve sonriendo con la capa pluvial, copia de una foto de 1995. El papa estipuló que la fiesta litúrgica del flamante beato se celebre el 22 de octubre, aniversario del comienzo de su pontificado (en 1978).

Tras la proclamación, las cámaras de televisión enfocaron el féretro del papa Wojtyla, colocado ante el Altar Mayor de la basílica de San Pedro para su veneración por los fieles.

Sor Tobiana, la monja polaca que le cuidó hasta su muerte, y sor Marie Simon Pierre -cuya curación de manera inexplicable para la ciencia del parkinson que padecía le ha llevado a la beatificación- llevaron hasta el altar mayor un relicario con una pequeña ampolla con sangre de Wojtyla.

Benedicto XVI usó el cáliz que utilizó en los últimos años Juan Pablo II y vistió una casulla y una mitra que también perteneció a su antecesor.
Concelebró con cien cardenales de todo el mundo.

La Razón, Madrid

Un hombre de este pueblo

Paseo por las calles de una infancia en Wadowice, 
que nunca pudo olvidar

Por Ramiro Villapadierna / Wadowize (Polonia)
ABC, Madrid

Oyes hablar de él y lo desarmante —y así parecía serlo para sus adversos— es que era «un hombre muy normal», demasiado normal, como dice Przemyslaw Hauser, un «tipo entero, de una pieza, pero lleno de facetas», recalca quien ha producido para el cine su vida. Hasta su digno deterioro y muerte: «Me enseñó más verlo morir que todo su pontificado», dice la joven Claudia Popinski.

El Papa camino de la santidad era una persona llena de historias, debilidades y pasiones humanas que nunca ocultó, ni de las que tampoco presumió: su habilidad futbolística o teatral, su relación con las chicas o su predilección por los judíos, su pasado resistente y prisión a manos nazis, su persecución en el comunismo y su trabajo en la mina, su sensibilidad sindical y despreocupado coraje, su afición montañera, su debilidad por los pasteles o sus dotes lingüísticas y musicales, enumera Pawel Pitera, el director del filme de su vida, «Testimonio».<MC> Lo cierto es que todo ello sumado compendia todo menos una persona normal, pero sí habla de alguien humano. Si de algo se sorprende aún su viejo secretario, Stanislaw Dziwisz, era «de su bondad natural» y agrega en prueba que «me soportó 38 años…». 

El pequeño Karol nació, en la pequeña casa junto a la iglesia, dos años después de la independencia de Polonia y tres meses antes del «milagro del Vístula», la victoria polaca sobre los soviets. Su vecina entonces, que aún sobrevive en la misma casa color gris, era la señora Sziukowska. Cuando parte a la universidad de Cracovia, Hitler acaba de anexionarse la región Sudete de Checoslovaquia y su «mundo de antes» acabó al año siguiente con la invasión de Polonia y el comienzo de la guerra. Ya de muchacho parecía ser el «buen grandullón» de la clase, recuerda Eugeniusz Mróz, tan dispuesto como el que más a ser un trasto como a proteger al último de la clase o «jugar con los que perdían». Era el vecino «al que sí le comprarías un coche usado». Era tan legal que Mróz, que se sentaba en el pupitre de detrás, asegura a sus 91 años que, aunque «era el primero en terminar los trabajos de clase, no los entregaba hasta que lo hacía el último, para no desmoralizarnos».

El reloj de sol

Junto a la iglesia de la Ofrenda de María permanece en pie la casa en que nació Karol Wojtyla, en dos pequeñas habitaciones que miraban al costado del templo, donde el reloj de sol. El museo de su vida alberga algunos de sus pequeños objetos más personales, explica la hermana Magdalena: en una austera habitación, una cuna campesina de roble, una mesita de pared con un cirio, cinco grabados y fotos familiares ofrecen el modesto escenario vital. Pero están sus esquís y ropa deportiva de montañero de los años 50, su viejo escapulario recibido de los carmelitas del monasterio de Na Górce, la foto de cuando cantó misa, el rosario que empleaba cuando rezaba Urbi et Orbi en Radio Vaticano, así como el que le entregó Lucía de Fátima en el año 2000, su último atuendo de cardenal, del funeral del antecesor y cónclave que lo eligió. 

Sin embargo, aclara esta monja que lleva décadas entregada a consagrar la memoria de su paisano, todo esto no se podrá ver hasta que no se reinaugure la casa museo. Pues esto no sería Polonia si hubiera estado perfectamente previsto el fin de las obras, y las de la propia Plaza Mayor, para fecha tan significada. 

En cambio está toda la plaza levantada y la casa museo en obra mayor. Wojtyla «hizo de todo Wadowice su propia familia», al perder la suya joven, explica la hermana Strzelecka, «por eso le afectaba volver a pisar estas calles, tenía una necesidad vital de sentirse en casa». En Polonia, pero sobre todo en Wadowice, se descubría al hombre tras la púrpura: el vecino, el conversador, el bromista, el interesado en cómo les había ido a sus antiguos compañeros y vecinos.

Aquí aprendió a dar patadas «al balón, a rezar, a esquiar, a escribir y hacer teatro». «No había campo de fútbol y jugábamos en la ribera del Skawa», cuenta su compañero en el instituto Kaszimierz Sawicki: su fama de ecuánime hacía confiarle tanto las disputas como la tesorería común en las pequeñas ventas y trapicheos que hacían: «siempre podías confiar en él». Otros sitios que lo recuerdan es el monasterio y vía crucis campestre de Kalwaria Zebrzydowska, lugar de peregrinaje donde el joven Karol dice haberse encomendado a la Virgen al morir su madre. También la congregación de nazarenas que se ocupaban del hospicio y del parvulario a donde fue de niño. Y el Instituto Marcin Wadowita, donde se graduó como bachiller en 1938, el monasterio de los Carmelitas y naturalmente la basílica de la Ofrenda de María, esquina con esquina con la casa natal del luego Papa. En su costado, el viejo reloj solar marca ahora siempre la hora en que falleció, hace ya seis años. 

Pero en un caso probablemente único, ésta será la casa de un santo que rendirá asimismo homenaje a los judíos: «Este Papa encarnó como ninguno la amistad entre cristianos y hebreos», dice Ron Balamuth, nieto de los caseros de los Wojtyla.<MC1> En Cracovia, Adam Boniecki hace balance del tiempo pasado y «cómo este Papa cambió a Polonia». El director del semanario cultural Tygodniz Powszechny también creyó que «los polacos eran más juanpablistas que cristianos y todo acabaría con su muerte... pero este papado dejó un vínculo profundo con Europa». Los polacos se han sentido más europeos que nunca y Roma se convirtió en un destino de viaje común.


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Los chistes 'malos' del Príncipe Enrique
y el discurso del Príncipe Carlos
 
 Según recoge la publicación inglesa Mail Online, la expectación que se generó en torno a los posibles discursos tanto del hermano como del padre del novio no defraudó. El Príncipe Enrique hizo gala de su humor 'jocoso' y sacó los colores a más de un miembro de su familia. 

Comenzó burlándose de la "cintura" de su padre, y es que los años no pasan en balde, para terminar riéndose hasta de la novia. El 'hermanísimo' se refirió a la recién estrenada Princesa diciendo que había conseguido "enanizar" a su propio abuelo, el Duque de Edimburgo, por los altísimos tacones que lucía. Según los asistentes, la cara de Pippa Middleton después de este comentario no tenía precio, y eso que ella salió 'indemne'. 

También el Príncipe Carlos hizo gala del humor de la casa y sonrojó a más de uno. El principal blanco de su discurso fue su hijo Guillermo, y sobre todo, su incipiente calvicie. 

Pero no todo fueron bromas, el Príncipe Carlos también aprovechó la ocasión para alabar a su nuera. "Es la hija que nunca tuve", "somos muy afortunados por tenerla". Uno de los asistentes a esta fiesta privada, el director del colegio donde estudió Catalina, confesó al salir de la celebración: "Guillermo ha hablado muy bien de ella, pero ha sido Carlos quien realmente le ha dado el lugar que se merecía".

Y segun recoge  EL MUNDO, desde Madrid:

 Fue uno de los momentos más esperados del día y el que casi eclipsó a la llegada de la duquesa Catalina a la Abadía de Westminster: el discurso del príncipe Enrique, padrino de Guillermo en el enlace.

Y parece que el 'hermanísimo' no defraudó. Según publica el diario británico de 'The Daily Mail', Enrique hizo gala de sus chistes malos y usó a la novia como blanco de sus dianas. Algo que no hizo mucha gracia a los invitados. Menos mal que la reina Isabel II y su marido el Duque de Edimburgo optaron por no ir a la cena y así no vieron el espectáculo de su nieto.

Enrique había sugerido en las últimas semanas que tendría que bajar el tono de su discurso si su abuela estaba presente, aunque parece que finalmente no hizo falta ante la ausencia de la monarca.

El menor de los dos hermanos bromeó por ejemplo sobre la altura de la novia que, según Enrique, eclipsó la de su propio abuelo con sus tacones de tres pulgadas. Pero es que Enrique tuvo de quien aprender, ya que previamente Guillermo y el príncipe Carlos también bromearon durante un discurso bis a bis.

El padre del novio bromeó sobre la calvicie de su hijo y, en respuesta, el príncipe Guillermo destacó la cintura de su padre. Su padre dijo que esperaba que Guillermo se ocupara de él cuando llegara a la vejez antes de que el duque de Cambridge decidiera "empujar su silla de ruedas por un acantilado".

Sin embargo, parece que las bromas de Enrique fueron las que menos gracia hicieron. Sobre todo a la hermana de la Pippa, que no puso cara de muy buenos amigos mientras el príncipe pronunciaba su discurso.

Y es que la noche dio para mucho. Los novios e invitados llegaron a la fiesta celebrada en el palacio de Buckingham sobre las 22.00 horas y los últimos en marcharse, entre ellos Enrique, lo hicieron a las 03.00 horas en un autobús privado.

La mayoría de los invitados salieron parapetados en coches y taxis que les recogieron en el interior del palacio. Algunas parejas fueron vistas besándose en el asiento de atrás mientras se iban, mientras que otros se preocupaban más por proteger sus rostros.

Enrique mucho más prudente se marchó en un autobús acompañado por otras 12 personas, aunque a esas horas ya había perdido su corbata.

El cantante Ellie Goulding fue uno de los presentes en el evento también estuvo Joss Stone, la cantante de Devon, encargados de animar la fiesta.

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El Monasterio de Montserrat

Situado aproximadamente a 20 Km. al noroeste de Barcelona, en el centro geográfico de esa parte de España conocida como Cataluña, el monasterio y santuario se encuentran contra una montaña no muy común, llamada Montserrat, palabra catalana que significa "montaña aserrada", o cortada por una sierra, debido a que sus numerosas formaciones de roca lucen desde lejos como los dientes de una sierra. 

 El Santuario está situado en las alturas y sólo lo rebasan los picos altos. Sin embargo, el monasterio sufrió una destrucción casi total durante la invasión Napoleónica. Dicha destrucción la completaron aún más las guerras civiles y los disturbios revolucionarios. Con la profanación del monasterio, los monjes se mudaron hacia otras fundaciones; pero regresaron con vitalidad renovada, y en poco tiempo terminaron la reconstrucción. Las construcciones se salvaron de la Guerra Civil Española, que duró desde 1936 hasta 1939.

Existe evidencia histórica de que en el año 888 fue establecida en Montserrat una capilla dedicada a la Madre de Dios. Doscientos años más tarde, en 1025, unos monjes Benedictinos establecieron un monasterio allí y se hicieron cargo del santuario y de brindar hospitalidad a los miles de visitantes que viajan allá cada mes para honrar la antigua estatua de Ntra. Señora.

La Virgen de Montserrat fue declarada santa patrona de la Diócesis de Cataluña por León XIII. No se conoce el origen de la estatua. Cuenta la leyenda que unos pastores estaban pastando sus ovejas cerca de Montserrat y descubrieron la imagen de madera en una cueva, en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. Por órdenes del obispo de llevarla a la catedral, comenzó la procesión, pero no llegó a su destino, ya que la estatua se empezó a poner increíblemente pesada y difícil de manejar. Entonces fue depositada en una ermita cercana, y permaneció allí hasta que se construyó el actual monasterio.  

Rosa de abril, morena de la sierra...
La virgen es de talla románica de madera. Casi toda la estatua es dorada, excepto la cara y las manos de la Virgen y del Niño. Estas partes tienen un color entre negro y castaño. A diferencia de muchas estatuas antiguas que son negras debido a la naturaleza de la madera o a los efectos de la pintura original, el color oscuro de Ntra. Sra. de Montserrat se le atribuye a las innumerables velas y lámparas que durante siglos se han encendido ante la imagen día y noche. En virtud de esta coloración, la Virgen está catalogada entre las vírgenes negras. Por esto la llaman por cariño La Moreneta. La estatua goza de gran estima como un tesoro religioso y por su valor artístico. 

Los milagros atribuidos a la Virgen de Montserrat fueron cada vez más numerosos y los peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela los divulgaron. Así, por ejemplo, en Italia se han contado más de ciento cincuenta iglesias o capillas dedicadas a la Virgen de Montserrat, bajo cuya advocación se erigieron algunas de las primeras iglesias de México, Chile y Perú, y con el nombre de Montserrat han sido bautizados monasterios, pueblos, montes e islas en América.

Los estimados calculan que el número de visitantes anuales excede a un millón, que es una cifra estupenda si se tiene en cuenta que la montaña no está situada cerca de carreteras que desemboquen en ciudades importantes, sino que está apartada, haciendo de la visita o peregrinación casi un inconveniente premeditado.
Además de los monjes viven en Montserrat los Escolans, el coro de niños cantores más antiguo de Europa.

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El domingo de la paz y de la fe

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - Paz a vosotros… "                                           
                                                                    Juan 20, 19-31

Hazme portavoz de tu paz, Señor,
con alegría y alejándome de la tristeza
sintiéndome llamado y comprometido
empujado y urgido a dar razón de Ti.

Si como Tomás, pido pruebas de tu existencia
muéstrame tu rostro por la fuerza de la Eucaristía,
y, si como Tomás, no creo sino después de ver,
hazme saber que Tú, Señor, caminas a mi lado.

Y si las dificultades asoman en el horizonte,
que Tú, Señor, despejes con tu poder
aquello que entorpece mi labor de mensajero

Porque en Ti confío,
porque en Ti espero,
y, de tu misericordia, agradezco tus desvelos
y, de tu misericordia, añoro tu abrazo
y, de tu misericordia, deseo la paz verdadera,
la paz que Tú sólo das,
la paz que, sin Ti,
no  puede alcanzar el mundo

Javier Leoz, 
www.betania.es
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Día Internacional del Trabajo

1889. Se proclama Día Internacional del Trabajo, en recordación a los mártires de Chicago.

San José obrero, Jeremías, Amador
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OBSERVA TODO LO BLANCO QUE HAY EN TORNO TUYO, PERO RECUERDA TODO LO NEGRO QUE EXISTE.

- LAO-TSÉ,  (570 AC-490 AC) FILÓSOFO CHINO. 






30 de abril de 2011

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Champaña, canapés y tarta

en Buckingham Palace

La reina Isabel de Inglaterra abrió ayer las puertas del palacio de Buckingham para que 650 de los 1.900 invitados a la boda de su nieto, el príncipe Guillermo, y Catalina, la nueva duquesa de Cambridge, celebraran el evento con champaña, canapés y un pedazo de tarta.

Acompañados de la música de la arpista oficial del príncipe Carlos, Claire Jones, los invitados comentaron las incidencias de la ceremonia a la que asistieron minutos antes en la abadía londinense de Westminster y disfrutaron de la comida preparada por 21 chefs.

Circularon 10.000 canapés por gentileza de la reina, lo que quiere decir que los presentes salieron a 15 bocados por cabeza, suponiendo que todo el mundo comiera lo que le correspondía.
 
La oferta fue difícil de resistir, con atractivos canapés de rosa de salmón ahumado escocés sobre blini de remolacha, rollo de queso de cabra con nueces caramelizadas o ensalada de cangrejo de Cornualles con huevos de codorniz sobre blini de limón.

El chef real Mark Flanagan también preparó terrinas de pato con chutney (una conserva agridulce de frutas o verduras), tartaleta de berros y espárragos, chipolatas a la miel, pastel de abadejo (pescado típico de Escocia), briznas de espárragos pochados y pequeños pudding Yorkshire con carne asada de ternera. La "nouvelle cuisine" más vanguardista también tuvo su espacio con un canapé crujiente con forma de burbuja.

La comida estuvo acompañada de botellas de champaña Pol Roger NV Brut Reserve, otras bebidas alcohólicas y refrescos. Para placer de los más golosos, al final hubo postres dulces, también en forma de canapés: tartaleta de ruibarbo caramelizada, praliné de fruta de la pasión y trufa con chocolate negro y nata. Además, hubo paté de naranja sanguina, bizcochitos de frambuesa y praliné de chocolate con leche y nueces. Todos los ingredientes, tanto de los primeros canapés como de los postres, eran de procedencia británica, por deseo de los novios.

A quienes todavía les quedó apetito tras el bufé, se les sirvió porciones de la tarta nupcial y un pastel especial de chocolate y galletas, de una receta de larga tradición en la familia real británica, que pidió de manera especial el príncipe Guillermo. La tarta nupcial, de ocho pisos, fue encargada a la repostera Fiona Cairns, que diseñó un pastel de fruta de varios pisos, decorado con nata y azúcar glas con motivos florales británicos. Según informó la agencia local de noticias PA, los novios cortaron la tarta, como manda la tradición, y se pronunciaron discursos, aunque no se precisó a cargo de quién.
 
En las fechas previas al enlace, los medios locales indicaron que sería el momento del discurso del príncipe Carlos, padre del novio y heredero de la corona británica. La Casa Real británica informó la víspera de que una vez que la recepción terminara la reina Isabel y su marido, el duque de Edimburgo, abandonarían palacio para pasar el fin de semana fuera de Londres, aprovechando que el lunes también es jornada festiva.

La Razón.Madrid.
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María Magdalena 

- Por el Rev. Martín N. Añorga

María Magdalena es una figura rodeada de incógnitas. Lo poco que de ella bíblicamente sabemos nos produce más preguntas que respuestas; pero hay un detalle único y extraordinario en esta mujer que la hace sobresalir como una estrella en las páginas del Nuevo Testamento: ¡fue la primera persona con la que se encontró el Cristo resucitado!

La historia, presentada en los otros tres evangelios, se hace más explícita en el evangelio según San Juan: “¿Por qué lloras?, le preguntaron los ángeles a María Magdalena. –“Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”, les respondió. Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era El. Jesús le dijo, “¿por qué lloras, mujer?. ¿A quién buscas?” …. “¡!María”, mencionó su nombre Jesús. Ella se volvió y exclamó “¡Raboni”, que en arameo significa Maestro”.

El relato es parco en palabras, pero profundo en emoción. María de Magdala fue a ofrecerle respeto y veneración a un muerto, y de pronto descubrió la gran y eterna verdad del Cristo resucitado. Este encuentro ha sido analizado de formas mil por exegetas y predicadores. El hecho de que haya sido una mujer la primera persona en anunciar a otros la resurrección de Cristo es un salto gigantesco al futuro.

¿Quién era verdaderamente María Magdalena? Después de su glorioso encuentro con el Señor vencedor de la muerte, no vuelve a hablarse de ella en La Biblia. En el libro de Los Hechos no aparece, y cuando San Pablo hace la lista de las personas que vieron al Cristo resucitado no la incluye. La historia de esta santificada mujer se expone con relativa amplitud en algunos de los llamados “evangelios apócrifos” y en las tradiciones orales de la iglesia primitiva.

`En siglos recientes se ha redescubierto la importancia de María Magdalena, llegando a ser considerada como la advocación de las mujeres llamadas para proclamar el Evangelio. Algunos aducen que el resurgimiento de María Magdalena se debe a que históricamente ha sido difamada y se ha desvirtuado su carácter y su personalidad y se le debe la justicia de reconocerla como lo que verdaderamente fue, una mujer redimida por Jesús. Ha sido mal identificada como una prostituta arrepentida, afirmándose que era ella la mujer que fue apedreada por practicar el adulterio, una historia que aparece en el evangelio de San Juan y que es de dudosa legitimidad. 

En el evangelio de San Lucas (8:2) hallamos estas palabras: “entre ellas iba María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. El contexto en esta expresión se relaciona con el ministerio de sanidad de parte de Jesús. Se habla en el texto de “algunas mujeres que El había curado de espíritus malignos y enfermedades”, y entre éstas se menciona a María Magdalena, que por alguna razón que nos es desconocida San Lucas la menciona por nombre. Probablemente Lucas se refiere a ella porque al escribir su evangelio ya sabía de su incorporación al grupo de los más fieles seguidores de Jesús. El tema de los “siete demonios” ha sido abusado por muchos intérpretes. Hay quienes creen que se trata de “los siete pecados capitales”, una forma de decir que la Magdalena era una mujer pecadora. 

Entre éstos se hallan San Bede y San Gregorio. Lo cierto es que en tiempos de Jesús muchas enfermedades se asociaban a la idea de la posesión demoníaca. Es razonable suponer que María fue sanada de una severa enfermedad y que tal experiencia la convirtió en discípula fiel de Jesús. Una referencia de San Marcos (16:9-10) confirma esta posibilidad. Dice San Marcos que “después que Jesús había resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena”, lo que ratifica la actitud de respeto que tenían para con ella los autores sagrados.

En el evangelio de San Lucas (7:36-50) se narra la historia de “la mujer pecadora” que en la casa de Simón el fariseo limpió los pies de Jesús con un frasco de perfume y con sus lágrimas, secándolos después con sus cabellos. En el evangelio no se identifica a esta mujer; pero a muchos se les ha ocurrido la idea de que se trataba de María Magdalena. A esta intrépida mujer que se atrevió a interrumpir una cena en casa de un importante fariseo, Jesús le dijo: “Por tu fe has sido salvada; vete tranquila”. Se trataba de “una mujer de mala vida”, a la que Cristo devolvió a la buena vida.

En los escritos de la iglesia primitiva solía identificarse a la Magdalena como “el apóstol de los apóstoles”. En los evangelios llamados apócrifos suelen presentarse como una mujer visionaria, de liderazgo entre todos los demás cristianos. En las iglesias Católica Romana, la Ortodoxa Oriental y la Luterana, María Magdalena es considerada como una santa, cuya celebración es el 22 de julio de cada año.

Hay varias consideraciones que debemos hacer sobre el papel de la mujer en los escritos sagrados. Hasta hoy, en la mayoría de los países orientales, la mujer es considerada un ser inferior, desprovista de los derechos que les son comunes a los hombres. Incluso en los Estados Unidos, por siglos la mujer ha sido discriminada, y todavía se discute su acceso a la igualdad con los hombres en relación con trabajos y salarios. En muchos de nuestros países hispanoamericanos la mujer tiene como asignación las labores domésticas y se le priva de oportunidades de desarrollo profesional. Es evidente, sin embargo, que se están produciendo cambios sustanciales en cuanto a la identidad de la mujer se refiere. 

Las hemos visto ocupar la presidencia de países como Panamá, Nicaragua, Chile, Argentina, ahora en Brasil, y probablemente las tengamos en breve tiempo en Guatemala y República Dominicana. En Estados Unidos hay mujeres en el Congreso y en altas posiciones oficiales, facultativas y profesionales. Pues bien, ese ascenso de la mujer en la sociedad y en la vida pública tiene sus precedentes en La Biblia, veinte siglos atrás. No es de extrañarnos, pues, que María Magdalena sea la santa cuya advocación es símbolo de numerosas instituciones femeninas. Ella sobresalió en un mundo secuestrado por hombres, y hoy, domingo de Resurrección, la recordamos con amorosa admiración.

María Magdalena es el tema central de numerosas obras literarias y cinematográficas seculares. Simplemente citamos, como ejemplo, una novela –casi de matiz pornográfico- escrita por José Manual Vargas Vila, hace casi 90 años, en la que María Magdalena es presentada como una amante secreta, primero de Judas, y después de Jesús y el “El Código da Vince”, de Dan Brown, de reciente producción, donde se la presenta como la esposa secreta de Jesús, con quien tuvo descendencia. No es de extrañarnos que los desconocedores de los textos sagrados todavía adopten la imagen de María Magdalena, como la de una prostituta arrepentida, incluidos algunos documentos religiosos de la antigüedad.

Es de notarse, sin embargo, el hecho de que en 1969 la Iglesia Católica Romana desechó la tesis de que María Magdalena era una pecadora impenitente, basada tal percepción en los textos bíblicos originales. Se afirma que la Iglesia revisó el Misal Romano y el Calendario Romano, y ahora en ninguno de estos documentos se alude a la pecaminosidad de la Magdalena y a su supuesta infame reputación. Hoy día numerosas instituciones caritativas religiosas y educativas llevan con solemne devoción el nombre del primer ser humano que vio al Cristo Resucitado

En las iglesias llamadas protestantes o evangélicas, no existe un concepto unánime sobre María Magdalena; pero las que tienen ascendencia histórica, como la Luterana y la Episcopal, entre las demás, veneran la memoria de María Magdalena. Es famoso el vitral que presenta a María Magdalena frente a la tumba vacía de Cristo que ha sido instalado en la Iglesia Luterana en Charleston, Carolina del Sur. En centenares de otras iglesias hay obras de arte que recuerdan a la privilegiada mujer bíblica que hoy exaltamos.

¿Puede imaginarse alguien qué significa ir a un cementerio a honrar la memoria de un ser amado fallecido y encontrarse con que la tumba está abierta y vacía? Pensaríamos en que se ha cometido una profanación o en que nos hemos equivocado de lugar, o en que manos criminales orquestaron un infame robo. Por la mente de María Magdalena pasaron todas estas ideas horribles. Pensemos ahora, por un momento, en cuáles fueron sus sentimientos al ver frente a ella, resplandeciente y erguido al Señor que días antes había dejado inerte en el oscuro espacio de una cueva sellada con una piedra inmensa. La aclamación profunda y sonora estremeció los cielos e hizo temblar la tierra: “¡Aleluya!. ¡El Señor ha resucitado!”.

Yo quisiera, al igual que María Magdalena, cuando se abran mis ojos después que hayan sido cerrados por la muerte, abrirlos de pronto y ver frente a mí, amoroso y sonriente, al Jesús resucitado. Todos los cristianos anticipamos con esperanza ese glorioso momento..

 Reproducido del Diario Las Américas