14 de abril de 2010

.Cuál debe ser nuestra respuesta
a los terribles escándalos en la Iglesia

P. Roger J. Landry

Muchas personas se han acercado a mí para hablar del asunto. Muchas otras hubieran querido hacerlo, pero creo que por respeto y por no querer sacar a relucir lo que consideran malas noticias, se abstuvieron; pero para mí era obvio que estaba en su mente. Y por eso, hoy, quiero atacar el asunto de frente. Ustedes tienen derecho a ello. No podemos fingir como si no hubiera sucedido. Y yo quisiera discutir cuál debe ser nuestra respuesta como fieles católicos a este terrible escándalo.

Lo primero que necesitamos hacer, es entenderlo a la luz de nuestra fe en el Señor. Antes de elegir a sus primeros discípulos, Jesús subió a la montaña a orar toda la noche. En ese tiempo tenía muchos seguidores. Él habló a Su Padre en oración acerca de a quiénes elegiría para que fueran sus doce apóstoles, los doce que Él formaría íntimamente, los doce a quienes enviaría a predicar la Buena Nueva en Su nombre. Él les dio el poder de expulsar a los demonios. Les dio el poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesús obró incontables milagros. Ellos mismos obraron en Su nombre numerosos milagros.

Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno, que había seguido al Señor, uno, a quien el Señor le lavó los pies, que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de entre los muertos y perdonar a los pecadores, traicionó al Señor. El Evangelio nos dice que él permitió que Satanás entrara en él y luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní, simulando un acto de amor para entregarlo. “¡Judas!” le dijo Jesús en el huerto de Getsemaní, “con un beso entregas al Hijo del hombre” Jesús no eligió a Judas para que lo traicionara. Él lo eligió para que fuera como todos los demás. Pero Judas fue siempre libre y usó su libertad para permitir que Satanás entrara en él y, por su traición, terminó haciendo que Jesús fuera crucificado y ejecutado.

Así que desde los primeros doce que Jesús mismo eligió, uno fue un terrible traidor. A VECES LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Éste es un hecho que debemos asumir. Es un hecho que la primera Iglesia asumió. Si el escándalo causado por Judas hubiera sido lo único en lo que los miembros de la primera Iglesia se hubieran centrado, la Iglesia habría estado acabada antes de comenzar a crecer. En vez de ello, la Iglesia reconoció que no se juzga algo por aquellos que no lo viven, sino por quienes si lo viven.

En vez de centrarse en aquel que traicionó a Jesús, se centraron en los otros once, gracias a cuya labor, predicación, milagros y amor por Cristo, nosotros estamos aquí hoy. Es gracias a los otros once -todos los cuales, excepto San Juan, fueron martirizados por Cristo y por el Evangelio, por el cual estuvieron dispuestos a dar sus vidas para proclamarlo- que nosotros llegamos a escuchar la palabra salvífica de Dios, que recibimos los sacramentos de la vida eterna.

Hoy somos confrontados por esa misma realidad. Podemos centrarnos en aquellos que traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y para servirlos a ustedes por amor. Los medios casi nunca prestan atención a los buenos “once”, aquellos a quienes Jesús escogió y que permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad. Pero nosotros, la Iglesia, debemos ver el terrible escándalo que estamos atestiguando bajo una perspectiva auténtica y completa.

El escándalo desafortunadamente no es algo nuevo para la Iglesia. Hubo muchas épocas en su historia, cuando estuvo peor que ahora. La historia de la Iglesia es como la definición matemática del coseno, es decir, una curva oscilatoria con movimientos de péndulo, con bajas y altas a lo largo de los siglos. En cada una de esas épocas cuando la Iglesia llegó a su punto más bajo, Dios elevó a tremendos santos que llevaran a la Iglesia de regreso a su verdadera misión. Es casi como si en aquellos momentos de oscuridad, la Luz de Cristo brillara más intensamente. Yo quisiera centrarme un poco en un par de santos a quienes Dios hizo surgir en esos tiempos tan difíciles, porque su sabiduría realmente puede guiarnos durante este tiempo difícil.

San Francisco de Sales fue un santo a quien Dios hizo surgir justo después de la Reforma Protestante. La Reforma Protestante no brotó fundamentalmente por aspectos teológicos, por asuntos de fe -aunque las diferencias teológicas aparecieron después- sino por aspectos morales.

Había un sacerdote agustino, Martín Lutero, quien fue a Roma durante el papado más notorio de la historia, el del Papa Alejandro VI. Este Papa jamás enseñó nada contra la fe -el Espíritu Santo lo evitó- pero fue simplemente un hombre malvado. Tuvo nueve hijos de seis diferentes concubinas. Llevo a cabo acciones contra aquellos que consideraba sus enemigos. Martín Lutero visitó Roma durante su papado y se preguntaba cómo Dios podía permitir que un hombre tan malvado fuera la cabeza visible de Su Iglesia. Regresó a Alemania y observó toda clase de problemas morales.

Los sacerdotes vivían abiertamente relaciones con mujeres. Algunos trataban de obtener ganancias vendiendo bienes espirituales. Privaba una inmoralidad terrible entre los laicos católicos. Él se escandalizó, como le hubiera ocurrido a cualquiera que amara a Dios, por esos abusos desenfrenados. Así que fundó su propia iglesia.

Eventualmente Dios hizo surgir a muchos santos que combatieran esta solución equivocada y trajeran de regreso a las personas a la Iglesia fundada por Cristo. San Francisco de Sales fue uno de ellos. Poniendo en riesgo su vida, recorrió Suiza, donde los calvinistas eran muy populares, predicando el Evangelio con verdad y amor. Muchas veces fue golpeado en su camino y dejado por muerto. Un día le preguntaron cuál era su postura con relación al escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Lo que él dijo es tan importante para nosotros hoy como lo fue en aquel entonces para quienes lo escucharon. Él no se anduvo con rodeos.

Dijo:

“Aquellos que cometen ese tipo de escándalos son culpables del equivalente espiritual a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su pésimo ejemplo”. Pero al mismo tiempo advirtió a sus oyentes: “Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los escándalos destruyan su fe- son culpables de suicidio espiritual. Son culpables”, dijo él, "de cortar de tajo su vida con Cristo, abandonando la fuente de vida en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía”.

San Francisco de Sales anduvo entre la gente de Suiza tratando de prevenir que cometieran un suicidio espiritual a causa de los escándalos. Y yo estoy aquí hoy para predicarles lo mismo a ustedes.

¿Cuál debe ser entonces nuestra reacción? Otro gran santo que vivió en tiempos particularmente difíciles también puede ayudarnos. El gran San Francisco de Asís vivió alrededor del año 1200, que fue una época de inmoralidad terrible en Italia central. Los sacerdotes daban ejemplos espantosos. La inmoralidad de los laicos era aun peor. San Francisco mismo, siendo joven, había escandalizado a otros con su manera despreocupada de vivir. Pero eventualmente se convirtió al Señor, fundó a los Franciscanos, ayudó a Dios a reconstruir Su Iglesia y llegó a ser uno de los más grandes santos de todos los tiempos.

Una vez, uno de los hermanos de la Orden de Frailes Menores le hizo una pregunta. Este hermano era muy susceptible a los escándalos. “Hermano Francisco” le dijo, “¿que harías tú si supieras que el sacerdote que esta celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado? Francisco, sin dudar un solo instante, le dijo muy despacio: “Cuando llegara la hora de la Sagrada Comunión, iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del sacerdote.”

¿A dónde quiso llegar Francisco? Él quiso dejar en claro una verdad formidable de la fe y un don extraordinario del Señor. Sin importar cuán pecador pueda ser un sacerdote, siempre y cuando tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia -en Misa, por ejemplo, cambiar el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, o en la confesión, sin importar cuán pecador sea él en lo personal, perdonar los pecados del penitente- Cristo mismo actúa en los sacramentos a través de ese ministro.

Ya sea que el Papa Juan Pablo II celebre la Misa o que un sacerdote condenado a muerte por un crimen celebre la Misa, en ambos casos es Cristo mismo quien actúa y nos da Su cuerpo y Su sangre. Así que lo que Francisco estaba diciendo en respuesta a la pregunta de su hermano religioso al manifestarle que él recibiría el Sagrado Cuerpo de Su Señor de las manos ungidas del sacerdote, es que no iba a permitir que la maldad o inmoralidad del sacerdote lo llevaran a cometer suicidio espiritual.

Cristo puede seguir actuando y de hecho actúa incluso a través del más pecador de los sacerdotes. ¡Y gracias a Dios que lo hace! Y es que si siempre tuviéramos que depender de la santidad personal del sacerdote, estaríamos en graves problemas. Los sacerdotes son elegidos por Dios de entre los hombres y son tentados como cualquier ser humano y caen en pecado como cualquier ser humano. Pero Dios lo sabía desde el principio. Once de los primeros doce apóstoles se dispersaron cuando Cristo fue arrestado, pero regresaron; uno de los doce traicionó al Señor y tristemente nunca regresó. Dios ha hecho los sacramentos esencialmente “a prueba de los sacerdotes”, esto es, en términos de su santidad personal. No importa cuán santos éstos sean o cuán malvados, siempre y cuando tengan la intención de hacer lo que hace la Iglesia, entonces actúa Cristo mismo, tal como actuó a través de Judas cuando Judas expulsó a los demonios y curó a los enfermos.

Así que, de nuevo, les pregunto: ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia a estos actos? Se ha hablado mucho al respecto en los medios. ¿Tiene la Iglesia que trabajar mejor, asegurándose que nadie con predisposición a la pedofilia sea ordenado? Absolutamente. Pero esto no seria suficiente.

¿Tiene la Iglesia que actuar mejor para tratar estos casos cuando sean reportados? La Iglesia ha cambiado su manera de abordar estos casos y hoy la situación es mucho mejor de lo que fue en los años ochentas, pero siempre puede ser perfeccionada. Pero aun esto no seria suficiente. ¿Tenemos que hacer más para apoyar a las victimas de tales abusos? ¡Sí, tenemos que hacerlo, tanto por justicia como por amor! Pero ni siquiera esto es lo adecuado. El Cardenal Law ha hecho que la mayoría de los rectores de las escuelas de medicina en Boston trabajen en el establecimiento de un centro para la prevención del abuso en niños, que es algo que todos nosotros debemos apoyar. Pero ni siquiera esto es una respuesta suficiente.

¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo, la única respuesta auténticamente católica a este escándalo -como San Francisco de Asís reconoció en 1200, como San Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada siglo- es la SANTIDAD! ¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia, toda crisis que el mundo enfrenta, es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro auténtico de la Iglesia.

Siempre hay personas -un sacerdote se encuentra con ellas regularmente, ustedes probablemente conocen a varias de ellas también- que usan excusas para justificar por qué no practican su fe, por qué lentamente están cometiendo suicidio espiritual. Puede ser porque una monja se portó mal con ellos cuando tenían 9 años. O porque no entienden las enseñanzas de la Iglesia sobre algún asunto particular. Indudablemente habrá muchas personas estos días -y ustedes probablemente se encontrarán con ellas – que dirán: “¿Para qué practicar la fe, para qué ir a la Iglesia, si la Iglesia no puede ser verdadera, cuando los así llamados elegidos son capaces de hacer el tipo de cosas que hemos estado leyendo?” Este escándalo es como un perchero enorme donde algunos tratarán de colgar su justificación para no practicar la fe. Por eso es que la santidad es tan importante.

Estas personas necesitan encontrar en todos nosotros una razón para tener fe, una razón para tener esperanza, una razón para responder con amor al amor del Señor. Las bienaventuranzas que leemos en el Evangelio de hoy son una receta para la santidad. Todos necesitamos vivirlas más. ¿Tienen que ser más santos los sacerdotes? Seguro que sí. ¿Tienen que ser más santos los religiosos y religiosas y dar un testimonio aun mayor de Dios y del Cielo? Absolutamente. Pero todas las personas en la Iglesia tienen que hacerlo, ¡incluyendo a los laicos! Todos tenemos la vocación de ser santos y esta crisis es un llamado para que despertemos.

Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en las bienaventuranzas que escuchamos hoy: “Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.”

Yo he experimentado de primera mano esta bienaventuranza, al igual que otros sacerdotes que conozco. A principios de esta semana, cuando terminé de hacer ejercicio en un gimnasio local, salía yo del vestidor con mi traje negro de clérigo. Una madre, apenas me vio, inmediata y apresuradamente apartó a sus hijos del camino y los protegió de mí mientras yo pasaba. Me miró cuando pasé y cuando me había alejado lo suficiente, respiró aliviada y soltó a sus hijos. ¡Como si yo fuera a atacarlos a mitad de la tarde en un club deportivo!

Pero mientras que todos nosotros quizá tengamos que padecer tales insultos y falsedades por causa de Cristo, de hecho debemos regocijarnos. Es un tiempo fantástico para ser cristianos hoy, porque es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para mostrar Su verdadero rostro. En tiempos pasados en Estados Unidos, la Iglesia era respetada. Los sacerdotes eran respetados. La Iglesia tenía reputación de santidad y bondad. Pero ya no es así.

Uno de los más grandes predicadores en la historia estadounidense, el Obispo Fulton J. Sheen, solía decir que él prefería vivir en tiempos en los que la Iglesia sufre en vez de florecer, cuando la Iglesia tiene que luchar, cuando la Iglesia tiene que ir contra la cultura. Esas épocas para que los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres dieran un paso al frente y contaran. “Hasta los cadáveres pueden flotar corriente abajo,” solía decir, señalando que muchas personas salen adelante fácilmente cuando la Iglesia es respetada, “pero se necesita de verdaderos hombres, de verdaderas mujeres, para nadar contra la corriente.”

¡Que cierto es esto! Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para mantenerse a flote y nadar contra la corriente que se mueve en oposición a la Iglesia. Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para reconocer que cuando se nada contra la corriente de las críticas, estamos más seguros que cuando permanecemos adheridos a la Roca sobre la que Cristo fundo su Iglesia. Este es uno de esos tiempos. Es uno de los grandes momentos para ser cristianos.

Algunas personas predicen que en esta región la Iglesia pasará tiempos difíciles y quizá sea así, pero la Iglesia sobrevivirá, porque el Señor se asegurará que sobreviva. Una de las más grandes réplicas en la historia sucedió justamente hace unos 200 años. El emperador francés Napoleón engullía con sus ejércitos a los países de Europa con la intención final de dominar totalmente el mundo. En aquel entonces dijo una vez al Cardenal Consalvi: “Voy a destruir su Iglesia” “Je detruirai votre eglise!” El Cardenal le contesto: “No, no podrá”. Napoleón, con sus 1.50 de altura, dijo otra vez: “Je detruirai votre eglise!” El Cardenal dijo confiado: “No, no podrá. ¡Ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo!”

Si los malos papas, los sacerdotes infieles y miles de pecadores en la Iglesia no han tenido éxito en destruirla desde su interior -le estaba diciendo implícitamente al general-, ¿cómo cree que Ud. va a poder hacerlo? El Cardenal apuntaba a una verdad crucial. Cristo nunca permitirá que Su Iglesia fracase. Él prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre Su Iglesia, que la barca de Pedro, la Iglesia que navega en el tiempo hacia su puerto eterno en el cielo, nunca se volcará, no porque aquellos que van en ella no cometan todos los pecados posibles para hundirla, sino porque Cristo, que también está en la barca, nunca permitirá que esto suceda. Cristo sigue en la barca y Él nunca la abandonará.

La magnitud de este escándalo podría ser tal, que de ahora en adelante ustedes encuentren difícil confiar en los sacerdotes de la misma manera como lo hicieron en el pasado. Esto puede suceder y podría no ser tan malo. ¡Pero nunca pierdan la confianza en el Señor! ¡Es Su Iglesia! Aún cuando algunos de Sus elegidos lo hayan traicionado, Él llamará a otros que serán fieles, que los servirán a ustedes con el amor que merecen ser servidos, tal como ocurrió después de la muerte de Judas, cuando los once apóstoles se pusieron de acuerdo y permitieron que el Señor eligiera a alguien que tomara el lugar de Judas y escogieron al hombre que terminó siendo San Matías, quien proclamó fielmente el Evangelio hasta ser martirizado por él.

¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aún más en la santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuánto necesita nuestra sociedad ver ese rostro hermoso y radiante de la Iglesia! Ustedes son parte de la solución, una parte crucial de la solución. Y cuando caminen al frente hoy para recibir de las manos ungidas de este sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pídanle a Él que los llene de un deseo real de santidad, un deseo real de mostrar Su auténtico rostro.

Una de las razones por las que yo estoy aquí como sacerdote para ustedes hoy es porque siendo joven, me impresionaron negativamente algunos de los sacerdotes que conocí. Los veía celebrar la Misa y casi sin reverencia alguna dejaban caer el Cuerpo del Señor en la patena, como si tuvieran en sus manos algo de poco valor en vez de al Creador y Salvador de todos, en vez de a MI Creador y Salvador. Recuerdo haberle dicho al Señor, reiterando mi deseo de ser sacerdote: “¡Señor, por favor, déjame ser sacerdote para que pueda tratarte como Tú mereces!” Eso me dio un ardiente deseo de servir al Señor.

Quizá este escándalo les permita a ustedes hacer lo mismo. Este escándalo puede ser algo que los conduzca por el camino del suicidio espiritual o algo que los inspire a decir, finalmente, “Quiero ser santo, para que yo y la Iglesia podamos glorificar tu nombre como Tú lo mereces, para que otros puedan encontrarte en el amor y la salvación que yo te he encontrado.” Jesús está con nosotros, como lo prometió, hasta el final de los tiempos. Él sigue en la barca.

Tal como a partir de la traición de Judas, Él alcanzó la más grande victoria en la historia del mundo, nuestra salvación por medio de Su Pasión, muerte y Resurrección, también a través de este episodio Él puede traer y quiere traer un nuevo renacimiento de la santidad, para lanzar unos nuevos Hechos de los Apóstoles en el siglo 21, con cada uno de nosotros -y esto te incluye a TI- jugando un papel estelar. Ahora es el tiempo para que los verdaderos hombres y mujeres de la Iglesia se pongan de pie. Ahora es el tiempo de los santos. ¿Cómo vas a responder tú?

El P. Roger J. Landry fue ordenado sacerdote por la Diócesis de Fall River, MA, por el Obispo Sean O’Malley, OFM Cap., en 1999. Después de obtener la licenciatura de biología por la Universidad de Harvard, el P. Landry hizo sus estudios para el sacerdocio en Maryland, Toronto, y durante varios años en Roma. Después de su ordenación sacerdotal, el Obispo O’Malley lo envió de regreso a Roma para concluir sus estudios de graduación en teología moral y bioética. Actualmente es vicario parroquial en la Parroquia del Espíritu Santo en Fall River, Massachusetts y capellán en la Escuela Secundaria Bishop Connolly.

Fuente: www.churchforum.org
Colaboración: Teté Beyra
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Los Kaczynski serán enterrados
en el Castillo Wawel de Cracovia


Los restos mortales de la esposa del presidente polaco, Maria Kaczynska, llegaron hoy a bordo de un avión militar al aeropuerto de Varsovia, donde tras una breve ceremonia fueron trasladados al palacio presidencial de Varsovia, donde ya está el cuerpo de su marido, Lech Kaczynski.

Al igual que hace dos días con la llegada del féretro del fallecido mandatario polaco, el recibimiento de los restos mortales de su esposa fue muy emotivo, con su hija Marta y su cuñado y hermano gemelo del presidente, Jaroslaw Kaczynski, arrodillados sucesivamente ante su ataúd, que besaron y ante el que hicieron una breve oración.
Tras los honores religiosos y militares el cortejo fúnebre se dirigió al palacio presidencial por el mismo recorrido que ya hizo el pasado domingo el del presidente polaco.

Y al igual que entonces, aunque en menor número por tratarse de un día laborable, los ciudadanos aguardaron en el borde de la carretera y las aceras para homenajear a la primera dama polaca, que gozaba de gran estima entre la población.

Con aplausos y flores, que lanzaban al paso de la comitiva fúnebre, los polacos extendieron su homenaje a lo largo de los diez kilómetros que separan el aeródromo de la capital de su palacio presidencial, donde continúan concentradas miles de personas para despedirse de su presidente.

Se espera que tras la llegada del cuerpo de Maria Kaczynska y la colocación de su féretro junto al de su esposo, se abra la capilla ardiente para dar oportunidad a los ciudadanos que lo deseen de rendir un último homenaje a la pareja presidencial.

"Queremos que todo polaco que desee presentar sus respetos pueda hacerlo ante el féretro", dijo Jacek Sasin, portavoz de la Presidencia polaca.

Ambos féretros se expondrán al público en el palacio durante toda esta noche y hasta el sábado, cuando probablemente se celebrará una ceremonia en memoria de las 96 víctimas del accidente aéreo ocurrido en Smolensk (Rusia).

Sasin puntualizó que, aunque el funeral colectivo está en principio previsto para el sábado, "la fecha definitiva dependerá de cuándo sean repatriados todos los cadáveres".

El funeral colectivo se celebrará junto a la Tumba del Soldado Desconocido, si el tiempo lo permite, y en la Catedral de San Juan.
El domingo enterrarán al matrimonio Kaczynski en Cracovia

El entierro del presidente polaco, Lech Kaczynski, y de su esposa María tendrá lugar el domingo en Cracovia, un día después de la celebración del homenaje oficial a todas las víctimas del accidente aéreo de Smolensk (Rusia), aunque desde la Presidencia se afirma que depende de la celebración del funeral.

Según informa hoy la edición digital del diario 'Gazeta Wyborcza', la familia de la pareja presidencial ya ha decidido que las dos tumbas se ubiquen en el Castillo Wawel, uno de los lugares con más simbolismo en Polonia, antigua residencia de los reyes de este país y mausoleo de otras importantes personalidades polacas.

El portavoz presidencial, Jacek Sasin, puntualizó que la fecha definitiva del entierro dependerá de cuándo se celebre el funeral colectivo, previsto en principio para este sábado, algo que a su vez depende "de cuándo sean repatriados todos los cadáveres".

Mientras, los féretros de Lech Kaczynski y su esposa ya se han reunido en el palacio presidencial, donde hoy la capilla ardiente será abierta al público para que los ciudadanos puedan dar su último adiós.

El cortejo fúnebre que acompañó al ataúd de María Kaczynska fue recibido por miles de varsovianos compungidos, que se arrojaron a las calles con flores y banderas nacionales en un nuevo acto de gran emoción colectiva.

ABC.Madrid
Foto: Google
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De cinismo se trata

Elsa M. Rodríguez

La verdad es que por una vez tenemos que concordar con la prensa amarilla de La Habana, cuando llaman a la secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, una cínica. Esta señora que ha estado metida en todos los entresijos de las relaciones de Estados Unidos con Cuba, viene ahora a decir que los Castro no desean el fin de las sanciones, entre ellas el bendito embargo, ya que ese gobierno se sustenta de las mentiras que inventa para decirle a sus "súbditos" (los cubanos son eso ya que su gobierno y todo el país le pertenece a la dinastía de los Castro), y al resto del mundo que Cuba es víctima de la maldad del gobierno de EEUU.

Es decir que después de 8 años sentada a la diestra del presidente Bill Clinton (su esposo) y de más de un año ejerciendo el cargo que ostenta, ahora es cuando se ha enterado de que los Castro son unos mentirosos, malvados, asesinos y ladrones, no sólo de las propiedades extranjeras, sino de la de sus compatriotas, y ladrones también del futuro y prosperidad de Cuba.


Por otra parte eso de que el embargo se creó en la década de los 60 para presionar un cambio en el sistema político comunista de la isla, no es más que otra falacia. Según tenemos entendido el embargo se produce una vez que Castro nacionaliza todas las empresas y negocios de todo tipo que pertenecían a ciudadanos y gobierno norteamericanos, ya que simplemente se apropiaron de estos negocios sin abonarle a sus verdaderos dueños el valor de los mismos, de ahí surge el embargo para tratar de conseguir que paguen por este robo.

A Estados Unidos está visto que nunca le ha producido el menor dolor de cabeza el saber que el sistema de gobierno establecido en la islita a sólo 90 millas de sus costas, tenía un gobierno comunista, monárquico, fascista, o lo que fuera. De ser así las medidas tomadas contra los Castro hubiesen sido diferentes, tales como las que tomaron en Vietnam y Corea, o en Grenada, según decían para eliminar el comunismo. A Cuba, no fue ningun "marine" a pelear contra los "comunistas" de la isla, es más tampoco permitieron nunca que los cubanos exiliados fueran a hacerlo.


Definitivamente, algunas veces el gobierno cubano tiene razón, porque aunque ellos son unos redomados cínicos, lo cierto es que la señora Clinton y su presidente ya rompieron el "cinicómetro". Ahora bien, la señora Clinton no tiene que preocuparse, ya que es probable que tal como se rumorea por ahí, próximamente será uno de los Jueces que se sienta en la Corte Suprema, y ya una vez ahí, se acabarían para ella las luchas propias de las campañas políticas, pues una vez en su poder esa magistratura, ya nunca más tendría que cambiar de silla.

Elsa M. Rodríguez

Hialeah, FL
lapupasmiami@att.net
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Los peters

Seguramente que usted se recuerda bien de aquellos deliciosos peters de chocolate que degustamos en nuestra niñez.

Pero ahora que ya nadie les llama así, ¿se ha preguntado por qué los llamábamos peters? Cuando a nuestros hijos o nietos les alargamos una barra de chocolate y les decimos: «toma un peter», lo más probable sea que se pregunten en silencio: ¿qué estará diciendo, por qué lo llamará así?

La razón se encuentra en la ilustración que encabeza esta nota.

Ilustración
http://www.pratsfamily.com/jose/peters.html
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Otra vez Katyn

Katyn vuelve a ser noticia triste. No solamente porque en estas fechas se conmemoran 70 años de aquel crimen infame, sino porque esta vez, al parecer accidentalmente, se vuelve a derramar sangre polaca en suelo ruso. adg

La masacre de Katyn, también conocida como la masacre del bosque de Katyn, fue la ejecución en masa de ciudadanos polacos (muchos de ellos oficiales del ejército), hechos prisioneros de guerra por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. En el curso de la masacre, aproximadamente de 15.000 a 22.000 polacos fueron ejecutados en tres lugares de ejecución masiva durante la primavera de 1940.

El descubrimiento de las tumbas masivas por la Wehrmacht (ejército alemán) condujo a la ruptura de las relaciones entre el gobierno polaco en exilio (con sede en Londres) y la Unión Soviética. No fue hasta 1990, bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, cuando se aclaró la responsabilidad de la Unión Soviética. Este hecho influye hasta ahora en las relaciones entre Polonia y Rusia.

En principio la expresión se refiere a la masacre de los oficiales polacos confinados en el campo de prisioneros de guerra en el bosque de Katyn, en la Unión Soviética. Más recientemente la frase se ha venido asociando a la muerte de aproximadamente 22.000 ciudadanos polacos, prisioneros de guerra de los campos de Ostashkov, Kozielsk y Starobielsk y presos de las cárceles del oeste de Bielorrusia y Ucrania, asesinados por orden de Stalin en el bosque de Katyn y las prisiones de Kalinin, Járkov y otras ciudades soviéticas.

Hace apenas cuatro días, el 10 de abril, el avión que transportaba al Presidente de Polonia Lech Kaczyński, su esposa y numerosos militares y miembros del Parlamento que se disponían a acudir a conmemorar la matanza, se estrelló cerca de Smolensk, Rusia, causando la muerte de todos ellos.

Foto: Google
Texto editado: Wikipedia.org
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Madres Cubanas

Ninoska Pérez Castellón

Ser periodista es un privilegio extraordinario. Casi siempre nos sitúa en el centro de la historia, mientras los hechos se desarrollan ante nuestros ojos. No conocí a un líder estudiantil llamado Pedro Luís Boitel, quien murió en una huelga de hambre en prisión en Cuba en 1972 pero pude entrevistar a su madre años después.

Nunca he olvidado el profundo dolor de aquella mujer que dormía en las afueras de la prisión del Castillo del Príncipe, en La Habana, mientras su hijo se encontraba en huelga de hambre y la crueldad del régimen fue de tal extremo que le avisaron de su muerte solo después que lo habían sepultado. De ahí sus palabras: “¿Y tengo que perdonar?”

El llanto y el dolor de las madres cubanas han sido algo constante desde el comienzo de la maldita revolución cubana. ¿A cuántas madres se les partió el corazón con los disparos que cercenaron las vidas de sus hijos ante el paredón de fusilamiento? ¿A cuántas madres se les apagó lentamente el latido de sus corazones con los años que pasaron sus hijas e hijos en las terribles prisiones castristas?

En el año 1993, en el pequeño poblado de Regla, un joven de 23 años, José Luis Quevedo Remolina fue asesinado por intentar huir del país. El crimen fue reportado por el régimen como un “disparo accidental”. A su madre, Esther, le entregaron el ataúd sellado, cuando lo abrió, se desmayó. Estas fueron sus declaraciones cuando la entrevisté: “Era un niño…lo mataron a culatazos, le rompieron la mandíbula, le destrozaron la boca, le dieron culatazos en el estómago…le reventaron los testículos.”

Cuando en marzo de 2003 entrevisté a la madre de Bárbaro Ledón Sevilla, su reclamo no tenía respuesta: “¿Por qué fusilaron a mi hijito?” En un intento por abandonar el país, Bárbaro, junto a otros dos jóvenes, desviaron la lancha de Regla. No hubo muertos, ni heridos, no le hicieron daño a nadie, pero Fidel Castro quería dar una lección ejemplarizante. Fueron arrestados, juzgados, sentenciados y fusilados en 72 horas. ¿Qué consuelo había para esa madre?

Eva Barbas se encontraba en Cuba cuando su hijo, Pablo Morales, fue pulverizado en espacio aéreo internacional por los MiGs castristas mientras realizaba una misión humanitaria de rescate de balseros. Era difícil para ella concebir lo que había sucedido a Pablo y a sus compañeros Carlos Costa, Mario de la Peña y Armando Alejandre. Pero lo que sí fue claro para aquella frágil mujer en aquel momento era que quienes habían disparado contra su hijo eran asesinos. Así lo dijo una y otra vez dentro de Cuba, denunciando sin tregua la crueldad de aquel crimen en el que habían ejecutado en los cielos a quienes viajaban armados de la buena voluntad de salvar vidas en el Estrecho de la Florida.

Recientemente, entrevisté en múltiples ocasiones a Reyna Luisa Tamayo, madre de Orlando Zapata Tamayo. Sentí a través del hilo telefónico la desesperación por tratar de salvar a su hijo de una prolongada huelga de hambre, donde el régimen castrista se ensañó negándole hasta el agua. Sus denuncias telefónicas nos llevaron paso a paso por el calvario de esa madre que llevaba años denunciando las brutales golpizas de las que su hijo era víctima.

Dos meses antes de su muerte, en este mismo espacio, publicamos la foto de Reyna Luisa con una camiseta ensangrentada que vestía su hijo durante una de las salvajes golpizas recibidas y que había sido sacada clandestinamente de prisión. Desafortunadamente, tuvo que morir Orlando Zapata Tamayo para que algunos quisieran escuchar. Después de su muerte, los golpes continuaron con su madre. Mujeres de distintas generaciones y creencias se unen en el infortunio, las une el dolor de perder a sus hijos, de llorar sin consuelo sus inmerecidas muertes.

Desde Miami, Eva Barbas dirigió una carta abierta a Reyna Luisa Tamayo en Cuba. Le dice: “Usted y yo hemos sido bendecidas. Pablito, como Orlando, era una excelente persona, un devoto cristiano y un buen cubano. Sé que usted, dentro de su infinito dolor, tiene el inmenso orgullo de haberle dado a Cuba un hijo íntegro, un hijo bueno. Su amor, su coraje, dignidad y firmeza, que le inculcó a su hijo, son el ejemplo a seguir por todos. Son los símbolos y la esperanza de la verdadera Cuba. ¡Qué Dios la bendiga y la proteja! Cuba la necesita. Zapata vive.”

Para que Reyna conociera de la carta, uní a Eva y a Reyna a través del teléfono en el estudio de Radio Mambí. Sus palabras y sus experiencias resumen el vía crucis de las madres cubanas. Dos heroínas de nuestros tiempos, un diálogo para la historia. Eva le decía a Reyna: “Lo único que te pido es que te mantengas firme, fuerte como me estoy manteniendo yo con mis 85 años que me siento con fuerzas para seguir luchando contra los hermanos Castro porque son unos asesinos. Firme frente al enemigo, no te detengas. “ Reina le respondía: “Así mismo, hermana, sepa que la lucha la continuaremos, buscando la libertad por la que mi hijo se entregó por completo. No abandonaré la iglesia, si quieren que me maten, pero seguiré desde ahí, domingo tras domingo desfilando hasta la tumba de mi hijo repitiendo una y otra vez ‘Zapata vive, Zapata, vive’.”

¡Qué privilegio escuchar a estas dos mujeres! Sus palabras son una condena final para sus verdugos. Una reafirmación de que las víctimas no pueden ser olvidadas. Un recordatorio para los cubanos, que la libertad sin justicia, nunca será una verdadera libertad. Zapata vive y junto a Zapata viven la esperanza y el compromiso que la justicia llegará a Cuba y con ella, finalmente, la libertad.


Ninoska Pérez Castellón
Diario Las Américas
Ilustración: Google
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