18 de diciembre de 2009


Entre todos podemos

Caricatura de Pong
http://cubahumor.blogspot.com
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Lilith,


Lilith
María C. Dominicis

Lilith tiene diferentes personalidades según la época y la cultura, pero ninguna es buena. Es una figura mitológica que surgió en Sumeria como el demonio del viento y la tormenta con el nombre de Lilitu, unos 3000 años antes de Cristo. Unos 700 años antes de Cristo aparece como demonio nocturno en el folklore judío con el nombre de Lilith. Su presencia en el folklore judío se basa en una leyenda que la identifica en el génesis como la primera mujer de Adán.

Mi primer encuentro con Lilith tuvo lugar hace muchos años en un museo. Fue en "The Cloisters" (Los claustros) de Nueva York. Allí, en una talla medieval de madera, vi la escena del paraíso con Adán, Eva y la serpiente. Sólo que esta serpiente tenía cara y torso de mujer. Debajo, en un cartel, se explicaba que, según la leyenda, la serpiente era Lilith, la primera mujer de Adán, quien por celos y venganza había inducido a Eva a darle a su compañero el fruto prohibido.

Todos sabemos que la Biblia está llena de contradicciones y pasajes confusos, y las primeras contradicciones se encuentran en el Génesis. En 1-27 nos dice: "Así que Dios creó al hombre en su propia imagen, a imagen de Dios lo creó, HOMBRE Y MUJER los creó". Esto parece indicar que Dios creó al hombre y a la mujer simultáneamente. En el capítulo 2 se vuelve a narrar la creación del hombre. Se describe el jardín del Edén, adonde el Señor lleva al hombre que ha creado, haciéndole la prohibición de no comer el fruto del arbol del conocimiento del bien y del mal bajo pena de muerte. En 2-22 se relata la creación de Eva: "Y de la costilla, que el Señor Dios había tomado del hombre, hizo una mujer y se la llevó al hombre".

Lo anterior dio lugar a la creencia de que Eva fue la segunda mujer de Adán, creada de una de sus costillas, pero que hubo una primera mujer creada simultáneamente con Adán. Según la leyenda, esta mujer se llamaba Lilith y fue algo así como la primera feminista, ya que desde el principio tuvo problemas con Adán por querer ser ella la dominante en todo, aun en el sexo. La situación se hizo insostenible y Lilith huyó en medio de la noche, uniéndose a un grupo de demonios. Poco después, Lilith regresó en forma de serpiente para vengarse.

Aunque hoy en día no es tan conocida, Lilith aparece muchas veces en la literatura y el arte de siglos pasados.

La vemos, por ejemplo, junto a Adán y Eva en la fachada occidental de la iglesia de Notre Dame en París y en "La tentación de Adán y Eva" de Miguel Angel.

En el "Fausto" de Goethe es una vampira que mata niños y es símbolo de lujuria:


"Fausto: ¿Quién es ésa que está ahí?
Mefistófeles: Fíjate bien. Lilith.
Fausto: ¿Lilith? ¿Quién es ésa?
Mefistófeles: La esposa de Adán, la primera.
Ten cuidado con ella. La belleza de que
alardea es su peligroso cabello. Cuando
Lilith lo enrosca apretado alrededor de
los hombres jóvenes, no los suelta más".

Las leyendas en torno a Lilith son demasiado numerosas para poder resumirlas aquí, pero quiero resaltar que en la temprana Edad Media Lilith era esposa de Asmodeus, el rey de los demonios, del cual hay muchas leyendas en el Talmud hebreo. La unión de Lilith y Asmodeus era muy fecunda y constantemente procreaban demonios, a los cuales se culpaba en la Edad Media de todos los desastres naturales y de los infortunios personales. Según esta leyenda, los espejos son un pasaje para el bajo mundo y conducen a la cueva donde se refugió Lilith después de abandonar a Adán.

En esta cueva nacen los demonios que después infectan el mundo, y pasan a éste valiéndose de cualquier espejo. Así que ya saben: tengan mucho cuidado con los espejos, porque cualquier demonio, y la misma Lilith, pueden colarse en sus casas a través de ellos.

María C. Dominicis, NY
Ilustración: Google.
Grupo escultórico en la fachada de la Catedral de Notre Dame, París.

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Aquel diciembre cubano

Eladio Secades


En la Cuba que perdimos, diciembre era el mes de los balances y las celebraciones. Era como un mes vestido de fiesta. Constituido por una sucesión de domingos. Era el mes del circo, de los aguinaldos, del arbolito de Navidad. De enterrar al Año Viejo y esperar el Año Nuevo. Con las perspectivas de alegrías y desventuras presagiadas por nuestros astrólogos en los horóscopos de diciembre.

Los astrólogos son sabios con alma de comadritas. En nombre de una ciencia sideral e improbable, juegan a la murmuración como una tía soltera. Y toman la fecha de nacimiento para la sospecha de que cualquier día impar podrá atropellarnos un ómnibus. O fallarnos un negocio. O traicionarnos la mujer.

Lo admirable de los horóscopos no es el genio de quien los hace. Sino la credulidad deliciosa de quienes los leen y han llegado a formar una casta de gente misteriosa que antes de ir al cinematógrafo, se cerciora del influjo de Urano en la primera casa.

Diciembre era también el mes en que la esposa criolla se acordaba de que tenía capa y no tenía frío. Ya nadie podía evitar que le llamara invierno a un norte ridículo o al chubasco de humedecer los jardines. Y sacaba el mink más o menos legítimo. Aunque Juan se empeñara en ir con guayabera.

Nadie pudo saber jamás cómo el empleado modesto podía transcurrir todos los egresos de aquel diciembre cubano sin llegar al llanto o al suicidio, como un rito añadido a la euforia cristiana de la Navidad. La cosa empezaba el Día del Médico que más que cortesía, era sagrada obligación en un país donde persistía la creencia de que la consulta y el teatro no debían de pagarse. Y terminaba en los Reyes Magos. Que para la historia no llegan en diciembre, pero para el empleado sí. Porque todavía no había vuelto a cobrar. El sueldo de diciembre era escurridizo, infinito, heroico. No había bajo la bóveda del cielo bandoneón que se estirara más.

Después de que le habíamos enviado a nuestro médico una corbata en un paquete de regalo decorado con más cintas que una novia de campo, aparecía en la casa la mujer apegada a las tradiciones, que nos decía que ya iba siendo hora de armar el arbolito de Navidad. El árbol de Navidad es caro por lo mismo que está constituido por una serie de adornos baratos. Nos arrancaba un buen pedazo del sueldo. Bolita a bolita. El árbol de Navidad es como un enano insolente que se ha cogido para él solo todos los colores del Arco Iris. En su recargamiento de resplandores, deja de ser árbol de Jauja, para parecer farola de comparsa. Siempre queríamos que nuestro arbolito de Navidad tuviera más esferas y más bombillos que el del vecino. Y esa vanidad, sentida por la esposa y por los hijos, la pagaba el marido volviendo al Ten-Cent y regresaba con más luces, más bolas y más nieve.

Todavía faltaba el nacimiento. Había que comprar un puente para tenderlo sobre un río de papel crepé. Buscar un trineo y un pozo. Y jugar a los soldaditos de plomo con pastores y ovejas, que salpicaban de tristeza un establo improvisado con cajones de bacalao. Y ya estaba el arbolito, colocado siempre en un sitio que pudiera verse desde la calle. Porque en las conmemoraciones de diciembre, la satisfacción íntima no era completa si no se enteraban los demás.

Para el buen padre de familia de Cuba, diciembre tenía algo de frustración si no llevaba a los niños al circo. El complemento del domingo en el circo era el mantecado y el globo. Y el comentario de que el año pasado estaba mejor. A los viejos no hay quien les quite de la cabeza que la ópera y el circo antes eran mejores.

Después de pagar las entradas del circo, llegaba la Nochebuena, con la cena tradicional que representaba el orgullo máximo de la familia. No debía faltar nada, porque cualquier cosa que faltara, el turrón casi español o el membrillo que es el campeón de la idiotez de la repostería, dejaba en el ánimo un complejo de amargura. La castaña es un fruto, pero parece un camafeo. Recuerdo de la abuela.

En Nochebuena había que intoxicarse para quedar bien. La ingenuidad casera hablaba menos de lo comido que de lo que quedaba sin comer. Existía un poco de gloria en que sobrara para el día siguiente. Lo típico era el lechón comprado en el portal. Y ese vino que no era de marca conocida, pero que se colaba solo. Toda la familia se reunía en en festín que no tenía otro paréntesis de silencio que el instante en que el hermano mayor, con un poco de heroísmo, iba a abrir la botella de sidra que apretaba entre los muslos. Había que cerrar los ojos y esperar el estampido.

Eso era el veinticuatro, y el veinticinco ya llegaba Santa Claus. Los muchachos esperaban un juguete. Y el empleado modesto lo compraba, sabiendo que todavía debía reservar dinero para esperar el Año Nuevo y para los Reyes Magos. También para contestar las postales de Navidad. La felicitación de Pascuas es deuda sagrada que debe pagarse. Y el padre de familia la pagaba con otra cartulina donde llegaba el infante con el ombligo a la intemperie, al tiempo que el viejo de la joroba y la guadaña se alejaba por un trillo nevado que conducía a un horizonte con sol de litografía.

Quienes han hablado de otras epopeyas no se detuvieron nunca a pensar en el calvario de un sueldo sencillo en aquel diciembre interminable y cubano. ¿Qué podía quedar de ese sueldo cuando los hijos ponían el zapato y se acostaban a dormir soñando con un tren de cuerda o con un automóvil de hoja de lata? Los padres que no tenían Reyes Magos lo inventaban, lo sacaban de donde hubiera que sacarlo y esa madrugada caminaban en puntillas y llegaban a la vera de la cama de los muchachos, para depositar allí los juguetes que compraron sólo ellos sabían cómo.

Había también los Reyes para las personas mayores. El pañuelo con iniciales que a hurtadillas nos ponía la mujer en la mesa de noche. O el broche de fantasía que nosotros le poníamos a ella, mientras dormía o simulaba dormir. Eran expresiones mutuas de afecto, que dependían también del sueldo espartano de diciembre.

Diciembre es la meta del año. Es el mes que más se acerca a la vejez. Es la época de amarnos entrañablemente. Florecimiento del aguinaldo y edad en que el prójimo se interesa por nuestra salud en cortesía de tarjeta-postal. Los establecimientos se iluminan y se abarrotan. En la patria risueña, cristiana y libre, que perdimos, en medio de ese torrente enloquecedor se iba inmolando, pedazo a pedazo, centavo a centavo, el sueldo de diciembre del empleado pobre, del empleado bueno, que no quería que sus hijos aprendiesen a llorar demasiado pronto…

Eladio Secades, humorista cubano.
"Las Mejores Estampas de Eladio Secades
(Estampas Costumbristas Cubanas de Ayer y de Hoy)".
Ediciones Universal, Miami, FL., 2ª Edición, 1983

Ilustración: Revista Carteles, 1957, www.guije.com
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La política
es el arte de obtener el dinero de los ricos
y el voto de los pobres
con el pretexto de proteger a los unos de los otros.

Anónimo
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17 de diciembre de 2009


Hoy, 17 de diciembre, se cumplen 239 años del bautizo de Ludwig van Beethoven. ¿Qué importancia puede tener el que se señale este acontecimiento? Porque es la fecha que más nos acerca a la de su nacimiento: es la única de ellas dos que se sabe con certeza. Mundialmente se considera la fecha de su nacimiento como el 16 de diciembre, pero ello sólo se basa en las costumbres imperantes en la época de bautizar a un niño al siguiente día de haber nacido. Pero no existe constancia alguna. Lo que sigue nos habla de la familia y el nacimiento de aquel niño que fue Ludwig van Beethoven, el hombre que revolucionaría luego el modo de hacer música. adg

La familia de Ludwig van Beethoven, cuyos miembros contaban con una tradición musical naciente, vivía bajo condiciones modestas. Su abuelo paterno, llamado también Ludwig, era descendiente de una familia de campesinos y granjeros originarios de Brabante en la región de Flandes (Bélgica), quienes que se trasladaron a Bonn en el siglo XVIII.

La partícula van de su nombre, contrario a lo que pudiera creerse, no posee orígenes nobles. El apellido Beethoven probablemente pudo haberse derivado de Betuwe, una localidad de Lieja, aunque otra hipótesis apunta a que proviene de Beeth, que quiere decir remolacha y Hoven, que es el plural de Hof, que significa granja. Por lo que Beethoven, querría decir «granjas de remolachas».

En marzo de 1733, el abuelo Ludwig emigró a Bonn en donde trabajó como director y maestro de capilla de la orquesta del príncipe elector de Colonia. El 17 de septiembre de ese mismo año contrajo matrimonio con Maria Josepha Phall. Su hijo y padre de Beethoven, Johann van Beethoven (1740-1792) era músico y tenor de la corte electoral.

El 12 de noviembre de 1767 Johann se casó en la iglesia de San Remigio en Bonn con Maria Magdalena Keverich (19 de diciembre de 1746-1787), una joven viuda e hija de un cocinero de Tréveris. Por ese motivo, el matrimonio contó con la oposición de Ludwig, su padre, que por aquel entonces ya era el prestigioso maestro de capilla de la corte y consideraba a la joven de una clase social inferior a la de su hijo.

Dos años después, en 1769, nació su primer hijo, bautizado como Ludwig Maria van Beethoven. Sin embargo, apenas 6 días después de su bautizo, el niño falleció.

El 17 de diciembre de 1770, fue bautizado su segundo hijo en la iglesia de San Remigio de Bonn, con el nombre de «Ludovicus van Beethoven», tal como se describe en el acta de bautismo. Su fecha de nacimiento, generalmente aceptada como el 16 de diciembre de 1770, no cuenta con documentación histórica que pueda respaldarla.

María Magdalena tuvo aún cinco hijos más, de los que sólo sobrevivieron dos: Kaspar Anton Karl van Beethoven, bautizado el 8 de abril de 1774, y Nikolaus Johann van Beethoven, bautizado el 2 de octubre de 1776.

Los biógrafos no tienen claras las fechas de nacimiento exactas de ninguno de los hijos de María Magdalena Keverich.

Fuente: Wikipedia.org
Ilustración Google
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El Fruitcake
y el Panettone


Ana Dolores García

Entre los sabores que los cubanos nos trajimos de la Navidad, no pueden faltar los dulces que redondeaban la cena de la Nochebuena criolla. Les hemos seguido siendo fieles, porque apenas llega el mes de diciembre comenzamos a recorrer mercados latinos en busca de los turrones de almendra. Y el propio día de la comida, mientras el pernil se asa en el horno o en la caja china, y se va preparando el congrí o los moros, nos enfrascamos en el laborioso proceso de hacer buñuelos.

Dos dulces más se han agregado a nuestra mesa. Los conoce el mundo entero pero nunca formaron parte de nuestra costumbre. Los anglosajones se decantan por el fruitcake, mientras que para los latinos el «pan dulce» o su original italiano, el «panettone», es toda una tradición navideña.

Muchos aseguran que la confección del fruitcake se inició en el Este de Europa. Otros se refieren a su inicio como romano. En realidad, el origen de este plato tradicional es muy difícil de enmarcar en un lugar determinado porque su creación se debió a la necesidad de obtener un producto duradero y nutritivo, y más o menos en Roma o más al Este de ella la necesidad de un alimento duradero y nutritivo que resistiera el largo invierno, era la misma para todos los pueblos europeos.

En su confección se emplean frutos secos, dátiles, nueces, especias de fuerte sabor como el jengibre y, aunque ello se ha conservado como el ingrediente básico, ha ido sufriendo transformaciones que han mejorado su gusto y su presencia. Pequeñas piezas de estos frutos se confitan, se hacen más dulces y se maceran en licor durante varios días.

No se sabe a ciencia cierta cuando el fruitcake se convirtió en un clásico navideño, pero se habla de que los ingleses comenzaron a repartirlo en el siglo XVII a las mujeres pobres que cantaban villancicos por las calles de Londres. En los Estados Unidos es también el postre tradicional en la mesa de Navidad.

El pan dulce es, para algunos pueblos de Hispanoamérica, el postre más tradicional de la Navidad e igualmente les llegó de Europa, porque este pan dulce es una derivación del Panettone italiano.

Según un censo realizado en Roma durante los buenos tiempos del Imperio de los Césares, la mayoría de las panaderías allí pertenecían a los griegos, lo que nos da idea de la antigüedad de la elaboración del pan. Pero parece ser que el Panettone no se creó en Roma sino en Milán y que fue muchos años después de la caída del imperio romano, en la segunda mitad del siglo XV.

Cuenta una leyenda que el Duque Ludovico Sforza probó una especie de pan dulce en la boda de la hija de un panadero llamado Toni, y que gustó tanto a todos que pronto se hizo muy popular y su consumo de fue extendiendo por toda Europa. Esta leyenda explicaría la etimología de su nombre: panettone: pan de toni.

La elaboración del panettone es más sencilla y no requiere tantos ingredientes como el fruitcake. Se trata de una masa de harina, ligera, esponjosa y trabajada con huevos, mantequilla, levadura y azúcar, a la que únicamente se le agregan pasas y ralladura de naranja.

Ilustración: Google
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Carilda Oliver Labra

Carilda

Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta...

Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.

En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces... ¡qué ganas de llorar!

Carilda Oliver Labra (1922-), poetisa cubana nacida en Matanzas. Es una de las más sobresalientes poetisas de hispanoamérica, ganadora de importantes premios literarios: Premio Nacional de Poesía en 1950, Primer Premio y Flor natural en el Certamen Nacional; ganadora del Certamen Hispanoamericano organizado por el Ateneo Americano de Washington para conmemorar el tricentenario del nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, Premio Nacional de Literatura en 1997 y Premio Internacional José de Vasconcelos en el año 2002.
Entre sus obras se destacan: «Al sur de mi garganta» en 1949, «Memoria de la fiebre» en 1958, «Versos de amor» en 1963, «La ceiba me dijo tú» en 1979, y «Desaparece el polvo» en 1983.
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16 de diciembre de 2009

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La intuición de una mujer
es más precisa
que la certeza de un hombre.

Rudyard Kipling (1865-1936)
Novelista británico
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¿Ves cómo te gusta la ópera?

Un día cualquiera de mercado, la música empieza a sonar entre los puestos de frutas y verduras. Fragmentos de la Traviata de Verdi interpretados en pleno Mercado Central de Valencia.

Los rostros de los compradores, asombrados ante la magia del arte, hacen que recuperemos la confianza en el buen gusto. El gusto por la buena fruta, la verdura, el champán, la música y la vida.

Podemos participar pinchando sobre:

http://www.youtube.com/watch?v=Ds8ryWd5aFw

Recibido de Leonor Agüero, Vigo, España
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De cómo San Nicolás
se convirtió en Santa Claus

San Nicolás, Obispo

La leyenda de Santa Claus deriva directamente de las que desde muy antiguo han adornado la figura de San Nicolás de Bari (280-350), obispo de Myra en Licia, hoy Turquía, y santo que, según la tradición, entregó todos sus bienes a los pobres para hacerse monje y obispo, distinguiéndose siempre por su generosidad hacia los niños.

En la Edad Media, la leyenda de San Nicolás arraigó de forma extraordinaria en Europa, particularmente en Italia, pues a la ciudad italiana de Bari fueron trasladados sus restos en el año 1087 al ser ocupada por los musulmanes la ciudad Myra.


San Nicolás y los holandeses

También en países germánicos como los estados alemanes y holandeses fueron haciéndose muy populares la devoción y la leyenda. En Holanda adquirió notablBarie relieve su figura, al extremo de que se convirtió en patrón de los marineros holandeses y de la ciudad de Amsterdam.

Cuando los holandeses se establcieron en Nueva Amsterdam (la actual isla de Manhattan), erigieron una imagen de San Nicolás, e hicieron todo lo posible para mantener su culto y sus tradiciones en el Nuevo Mundo.

Washington Irving

La devoción de los inmigrantes holandeses por San Nicolás era tan profunda y al mismo tiempo tan pintoresca y llamativa que, en 1809, el escritor norteamericano Washington Irving (1783-1859) trazó un cuadro muy vivo y satírico de ellas (y de otras costumbres holandesas) en un libro titulado Knickerbocker's History of New York (La historia de Nueva York según Knickerbocker).

En el libro de Irving, San Nicolás era despojado de sus atributos obispales y convertido en un hombre mayor, grueso, generoso y sonriente, vestido con sombrero de alas, calzón y pipa holandesa. Tras llegar a Nueva York a bordo de un barco holandés, se dedicaba a arrojar regalos por las chimeneas, que sobrevolaba gracias a un caballo volador que arrastraba un trineo prodigioso.

El hecho de que Washington Irving denominase a este personaje "guardián de Nueva York" hizo que su popularidad se desbordase y contagiase a los norteamericanos de origen inglés, que comenzaron también a celebrar su fiesta cada 6 de diciembre, y que convirtieron el "Sinterklaas" o "Sinter Klaas" holandés en el "Santa Claus" norteamericano.

Un poema de Clement Moore
y un nuevo impulso


Ilustración de 1862


Pocos años después de la publicación del libro de Irving, la figura de Santa Claus había adquirido tal popularidad en la costa Este de los Estados Unidos que, en 1823, un poema anónimo titulado A Visit of St. Nicholas ('Una visita de San Nicolás'), publicado en el periódico Sentinel ('El Centinela') de Nueva York, encontró una acogida sensacional y contribuyó enormemente a la evolución de los rasgos típicos del personaje. Aunque publicado sin nombre de autor, el poema había sido escrito por un oscuro profesor de teología, Clement Moore, que lo dedicó a sus numerosos hijos y nunca previó que un familiar suyo lo enviaría a un periódico.

Hasta el año 1862, ya octogenario, no reconocería Moore su autoría. En el poema, San Nicolás aparecía sobre un trineo tirado por renos y adornado de sonoras campanillas. Su estatura se hizo más baja y gruesa, y adquirió algunos rasgos próximos a la representación tradicional de los gnomos (que precisamente según viejas leyendas germánicas recompensaban o castigaban a los niños). Los zuecos holandeses en que los niños esperaban que depositase sus dones se convirtieron en anchos calcetines.

Finalmente, Moore en su escrito desplazó la llegada del simpático personaje del 6 de diciembre típico de la tradición holandesa, al 25 de ese mes, lo que influyó grandemente en el progresivo traslado de la fiesta de los regalos al día de la Navidad.

Thomas Nast




El otro gran contribuyente a la representación típica de San Nicolás en el siglo XIX fue un inmigrante alemán llamado Thomas Nast. Nacido en Landau (Alemania) en 1840, se estableció con su familia en Nueva York desde que era un niño, y alcanzó gran prestigio como dibujante y periodista. En 1863, Nast publicó en el periódico Harper's Weekly su primer dibujo de Santa Claus, cuya iconografía había variado hasta entonces, fluctuando desde las representaciones de hombrecillo bajito y rechoncho hasta las de anciano alto y corpulento.

El dibujo de Nast lo presentaba con figura parecida a la de un gnomo en el momento de entrar por una chimenea. Sus dibujos de los años siguientes (siguió realizándolos para el mismo periódico hasta el año 1886) fueron transformando sustancialmente la imagen de Santa Claus, que ganó en estatura, adquirió una barriga muy prominente, mandíbula muy ancha, y se rodeó de elementos como el ancho cinturón, el abeto, el muérdago y el acebo.

Aunque fue representado varias veces como viajero desde el Polo Norte, su voluntariosa aceptación de las tareas del hogar y sus simpáticos diálogos con padres y niños le convirtieron en una figura todavía más próxima y entrañable. Cuando las técnicas de reproducción industrial hicieron posible la incorporación de colores a los dibujos publicados en la prensa, Nast pintó su abrigo de un color rojo muy intenso. No se sabe si fue él el primero en hacerlo, o si fue el impresor de Boston Louis Prang, quien ya en 1886 publicaba postales navideñas en que aparecía Santa Claus con su característico vestido rojo.

La posibilidad de hacer grandes tiradas de tarjetas de felicitación popularizó aún más la figura de este personaje, que numerosas tiendas y negocios comenzaron por entonces a usar para fines publicitarios. Llegó incluso a ser habitual que, durante las celebraciones navideñas, los adultos se vistieran como él y saliesen a las calles y tiendas a obsequiar a los niños y hacer propaganda de todo tipo de productos. Entre 1873 y 1940 se publicó la revista infantil St. Nicholas, que alcanzó una enorme difusión.

De Obispo a laico bonachón

La segunda mitad del siglo XIX fue trascendental en el proceso de consolidación y difusión de la figura de Santa Claus. Por un lado, quedaron fijados (aunque todavía no definitivamente) sus rasgos y atributos más típicos. Por otra, se profundizó en el proceso de progresiva laicización del personaje. Efectivamente, Santa Claus dejó de ser una figura típicamente religiosa, asociada a creencias específicas de determinados grupos credenciales, y se convirtió más bien en un emblema cultural, celebrado por personas de credos y costumbres diferentes, que aceptaban como suyos sus abiertos y generales mensajes de paz, solidaridad y prosperidad. Además, dejó de ser un personaje asociado específicamente a la sociedad norteamericana de origen holandés, y se convirtió en patrón de todos los niños norteamericanos, sin distinción de orígenes geográficos y culturales.

Prueba de ello fue que, por aquella época, hizo también su viaje de vuelta a Europa, donde influyó extraordinariamente en la revitalización de las figuras del "Father Christmas" o "Padre Navidad" británico, o del "Père Noël" o "Papá Noel" francés, que adoptaron muchos de sus rasgos y atributos típicos.


La Coca Cola y Santa Claus




El último momento de inflexión importante en la evolución iconográfica de Santa Claus tuvo lugar con la campaña publicitaria de la empresa de bebidas Coca-Cola, en la Navidad de 1930. Como cartel anunciador de su campaña navideña, la empresa publicó una imagen de Santa Claus escuchando peticiones de niños en un centro comercial. Aunque la campaña tuvo éxito, los dirigentes de la empresa pidieron al pintor de Chicago (de origen sueco) Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast.

El artista, que tomó como primer modelo a un vendedor jubilado llamado Lou Prentice, hizo que perdiera su aspecto de gnomo y ganase en realismo. Santa Claus se hizo más alto, grueso, de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables. La ropa roja y blanca coincidía con los colores oficiales de Coca-Cola.

El personaje estrenó su nueva imagen, con gran éxito, en la campaña de Coca-Cola de 1931, y el pintor siguió haciendo retoques en los años siguientes. Muy pronto se incorporó a sí mismo como modelo del personaje, y a sus hijos y nietos como modelos de los niños que aparecían en los cuadros y postales. Los dibujos y cuadros que Sundblom pintó entre 1931 y 1966 fueron reproducidos en todas las campañas navideñas que Coca-Cola realizó en el mundo, y tras la muerte del pintor en 1976, su obra ha seguido difundiéndose constantemente.

A través de las postales, cuentos, tiras cómicas y películas norteamericanas, la regordeta figura de Santa Claus sigue ganando popularidad en todo el mundo, y hoy puede decirse que constituye la advocación más universal y conocida, y también la más laica y comercial, de todas las derivadas del San Nicolás de Bari que desde el siglo IV se ha considerado tradicional protector de los niños.

Thomas Nast's Christmas Drawings for the Human Race (Nueva York, 1890). WEISER, Francis X. Handbook of Christian Feasts and Customs (Nueva York, 1958).
RODRÍGUEZ, Pepe, Mitos y ritos de la Navidad: origen y significado de las celebraciones navideñas. (Barcelona, 1997).

J.M.PEDROSA, ACI, Enciclopedia Católica.
Editado en 2003
Ilustraciones: Google
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Nochebuena

Amado Nervo

Pastores y pastoras,
abierto está el edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.

La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.

El niño está friolento.
¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!

Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.

Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!

¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!...


Amado Nervo, poeta mexicano
(1870-1919)
Fuente: http://www.elalmanaque.com
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Avanzando estos tres pasos,
llegarás más cerca de los dioses:
Primero: Habla con verdad.
Segundo: No te dejes dominar por la cólera.
Tercero: Da,
aunque no tengas más que muy poco que dar.

Buda (563 AC-486 AC)
Fundador del budismo
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15 de diciembre de 2009


El mambí a degüello

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - El mambí está a punto de entrar en combate, y trae la orden de lanzarse a degüello. Por lo menos es lo que comentan muchos ahora mismo en las calles de La Habana. Y hay otros muchos que se cuidan de comentarlo, pero igual lo creen.

Se trata de una nueva bola sobre la posible unificación monetaria. Otra más, la última. Probablemente no menos disparatada que las anteriores. Sólo que en este caso rueda con detalles. Se afirma que el tan cacareado cambio tendrá lugar durante este mes. Y radio bemba está dando por seguro que tanto el cuc como el peso de moneda nacional van a desaparecer, integrándose en una moneda única, que según dicen que dijeron se llamará mambí.

La verdad es que ya comienza a aburrir este asunto de las bolas en torno al laberíntico dilema de la doble moneda. Pero hechos son hechos. Y salta a la vista que en los últimos días han crecido de forma desacostumbrada las colas frente a las casas de cambio. Del mismo modo crecen las preocupaciones de la gente que se ahorró centavo a centavo los menguados cuc para comprar productos de primera necesidad, y que de pronto teme que se los devalúen, bajo el riesgo de quedar sin los cuc y sin alternativas para adquirir tales productos.

El ambiente es de sainete. Por un lado, el régimen, que no encuentra la brújula para encaminarse hacia una mínima recuperación económica, sin la cual resultaría un desacierto de lesa brutalidad disponer la eliminación de la doble moneda. Por el otro lado, el pueblo, siempre desorientado y temeroso, desconfiando por instinto de las decisiones del régimen, cualesquiera que sean.

De nada vale que el propio presidente Raúl Castro haya calculado en público hace muy poco que se necesitan por lo menos cuatro o cinco años más para empezar a deshacer este entuerto provocado por su travieso hermano, como tantos otros.

La gente anhela que aparezca al fin una solución, pero como conoce el palo donde se rasca, aun cuando no domine a fondo las causas del desastre, se angustia a priori, y con razón, esperando que el remedio sea peor que la enfermedad.

Debe lucir paradójico, sobre todo para quienes nos ven mediante la nube de la indolencia, que es como suelen vernos desde arriba y desde lejos. Ocurre que vivimos tensos ante el insoluble problema de la doble moneda. Pero aún más tensos nos ponemos ante la eventualidad de que el régimen resuelva unificarla.

Por supuesto que igual o todavía más tenso que nosotros, por mucho que lo disimule, está el régimen, lo cual no le impide obtener ganancias redondas cada vez que una nueva bola sobre el tema empuja a la gente en maratón hacia las casas de cambio.

El único que continúa pasándosela como Carmelina, sin soponcios, es el padre del engendro. Como esos viejitos maliciosos que son expertos en el dominó, ha trancado el juego y ahora sólo le resta mirar hacia otra parte, como si con él no fuera.

Ilustración:
http://prinardi-usa.com
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La Soledad

Por el Rev. Martín N. Añorga

«Todo el infierno está encerrado en esta palabra: soledad», escribió Víctor Hugo, y con razón.

Estamos acercándonos a las festividades navideñas y ésta es la época del año en que más hiere y duele el sentimiento de la soledad. “Estar solo es acostumbrarse a la muerte”, afirmaba Louis-Ferdinand Celine. En días como éstos hay personas que mueren poco a poco en la angustia de la soledad.

En la reciente celebración del Día de Dar Gracias vimos las escenas televisadas de hileras de personas pobres a quienes se les servía una deliciosa cena. Debieron haber estado –de acuerdo con quienes les alimentaban-, alegres y agradecidos; pero el rostro vacío de expresión contrastaba con la bandeja llena de golosinas. La soledad no se mitiga con una cena de regalo, ni se supera en medio de desconocidos a quienes solo nos hermana la necesidad.

¿Qué es la soledad? Algunos sicólogos la definen como “la desintegración del ser y la frustración por la ausencia de otros”. He leído una interesante definición: “La soledad es la sensación culpable de la pérdida de relaciones necesitadas y añoradas”. Como quiera que la entendamos la soledad es tan dolorosa como una enfermedad incurable. “Nadie llega hasta el fondo de su soledad”, se quejaba Bernanos en su “Diario de un Cura Rural”.

Hay diferentes clases de soledad y diferentes formas de sufrirla. Hace pocos días me confesaba una señora entristecida que para ella, con la muerte de su esposo, se habían enterrado para siempre las navidades. Es la concepción del luto, la ratificación de nuestro amor por el ser que ha partido.

En la experiencia de la muerte, los que viven anidan un inconfesado sentimiento de culpabilidad. “Hubiera preferido morir mil veces yo antes que mi hijo”, exclamaba entre sollozos una desconsolada madre cuyo hijo murió trágicamente en un accidente de tránsito.

En estos casos la soledad tiene raíces profundas de amargura que son muy difíciles de arrancar. Solamente el tiempo puede engendrar el bálsamo de la resignación. Para los que son cristianos la habilidad para manejar la soledad como subproducto de la muerte es diferente. En mi condición de pastor, sin embargo, he descubierto a lo largo de los años que muchos creyentes adoptan la noción equivocada de que llorar por un ser fallecido es una expresión débil de la fe. Mi consejo es que el dolor no debe esconderse ni la soledad debe sufrirse sin protestarla.

Es bueno que entendamos que la soledad no significa necesariamente estar solos. “Podemos vivir solos, siempre que sea esperando a alguien”, decía Gilbert Cesbrón, y tenía razón. En la cárcel los reclusos conviven con otras personas en menos espacio que los demás seres humanos y a veces hasta sufren hacinamientos; pero se sienten irremediablemente solos. “Vivo esperando la visita de los domingos para ver a mi esposa y a mis hijos y es esta esperanza la que hace llevadera la soledad que sufro”, nos confesaba un preso a quien visitábamos. La soledad no consiste específicamente en la ausencia de compañía, sino en la ausencia de la compañía que se quiere.

Desde este punto de vista podemos entender a nuestros ancianos que viven en asilos y que se congregan en comedores populares en los que pierden su identidad. Aparentemente siempre están rodeados de gente; pero el vacío interior que sufren no lo llena la más copiosa de las multitudes.

La pregunta que muchos se hacen es la de cómo superar el dolor de la soledad. Lo primero es que aprendamos a definir nuestra soledad. Hay personas manipuladoras que pretenden usar la idea de la soledad para demandar imposibles atenciones de parte de sus seres queridos. La soledad no promueve exigencias cuando uno sabe manejarla de la manera apropiada.

Conocemos a una señora de avanzada edad que vive desde hace varios años en una instalación para cuidado de ancianos. De ella se quejaba una de sus hijas: “Nos llama constantemente para acusarnos de que la hemos abandonado y quiere que siempre algunos de nosotros esté a su lado”. Demanda imposible de satisfacer por razones de trabajo, espacio hogareño y carencia de medios para atenderla profesionalmente. La joven me aseguró que jamás habían abandonado a su madre y que la continua reacción de ésta llenaba a todos de inquietudes.

¿Qué hacer en estos casos?. Nosotros creemos que los llamados “nursing homes” deben disponer de los servicios de siquiatras o sicólogos, y aún de clérigos, que ayuden a determinadas personas a resolver sus conflictos internos, orientándolas para que entiendan, hasta donde sea posible, las circunstancias en medio de las que tienen que vivir.

En términos generales existen reglas o sugerencias que las personas solas, con la capacidad mental necesaria pueden aplicar a sus vidas. El primer paso es buscar los medios que nos permitan enfrentarnos creativamente a nuestra sensación de soledad.

Hay opciones numerosas: escribir un diario o coleccionar por escrito las grandes memorias de la vida, leer libros interesantes, practicar artes manuales, usar el teléfono para ayudar a otros, mirar televisión con sentido del límite, preparar un inventario de actividades que deben alternarse para evitar la rutina, conversar con vecinos, practicar juegos en grupos, etc.

Una Iglesia que conocemos ha creado un “club de artes manuales”. El proyecto de este año fue el de tejer abrigos y frazadas para niños. En el mismo se involucraron 42 mujeres de avanzada edad que viven solas. El testimonio unánime fue el de reconocer que por el hecho de sentirse útiles dejaron de padecer de la agobiante sensación de soledad que antes las hostigaba.

Las personas activas tienden a sentirse menos solas y las que se involucran en grupos de intereses comunes hasta se olvidan de que tienen que vivir solas. Sabemos que la ausencia de los seres queridos siempre será un aguijón que hiere; pero como decía Santa Teresa de Jesús, “lo que importa ante todo es entrar en nosotros mismos para estar allí a solas con Dios”.

Existe en algunas familias la idea errónea de que llevar a la casa, de vez en cuando, a los viejitos que viven en asilos es un remedio para matarles la soledad. No se deja de estar solos por medio de compañía parcial o intermitente.

Y no es que nos opongamos a esta práctica piadosa, sino que insistamos en el hecho de que la soledad no es sentimiento que se diluye por el placer parcial de una compañía efímera, sino que es una experiencia con la que hay que bregar hora tras hora.

Es mucho mejor enseñar a una persona a vivir felizmente sola que disimular su soledad con atenciones diseminadas.

He descubierto que un gran remedio para convivir victoriosamente con la soledad es la fraternidad que ofrece la iglesia. Conozco a un matrimonio que vive en uno de esos adustos edificios para personas mayores, que considera el domingo como su día de fiesta.

El tiene su traje, un solo traje – el dominguero -, y ella va todos los sábados al salón de belleza. “¡Nuestra gran salida es la del domingo cuando vamos a la iglesia, y siempre vamos elegantes y contentos!, nos decían casi al unísono estos esposos que llevan 62 años de casados. Sus tres hijos, uno vive en Holanda; el otro en Madrid y la tercera en San Francisco, pueden visitarles muy esporádicamente. “¡Los extrañamos, confiesan, pero mientras ellos están lejos, nosotros gozamos de nuestra familia que es la iglesia!

Dios hace habitar en familia a los desamparados”, dice el salmista, y a esta promesa debemos acogernos quienes creemos que la soledad es nuestro destino insuperable.

Se puede vivir a solas, pero no necesariamente en soledad. Apéguese a esta verdad y viva en paz los días de vida que quiera Dios prodigarle.

En esta Navidad goce de la compañía del Niño-Dios… ¡Y seamos todos felices!

Rev. Martin N Añorga
Diario Las Américas
Domingo 13 de diciembre de 2009
Colaboración: María Dominicis, NY
Ilustración Google
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Las luces del Empire State Building

Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net

Es el edificio más alto de Nueva York y esta localizado en el 350 Fifth Avenue, entre las calles 33rd y 34th, elevándose casi medio kilómetro en la atmósfera por encima del corazón de Manhattan. Se dice que su nombre nació debido al apodo del estado de Nueva York, el "Estado-Imperio"; y fue asignado por la American Society of Civil Engineers como una de las siete maravillas del mundo moderno..

Fue inaugurado el 1 de mayo de 1931 cuando el Presidente Herbert Clark Hoover pulsó un botón en Washington, D.C. y encendiendo las luces del edifico quedó inaugurado oficialmente el que se ha considerado un monumento histórico nacional en los EE.UU.

Muchísimas personas desconocen el significado de la iluminación de este edificio, uno de los más impresionantes del mundo, el que mantiene a su vez uno de los más importantes sistemas de alumbrado exterior, realzando la belleza nocturna del edificio; iluminación a menudo admirada por los residentes de localidades vecinas de Manhattan, tal como los estados de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut que están dentro del campo visual.

En estos momentos el edificio esta completamente alumbrado en color blanco hasta el 23 de este mes cuando se tornará con los colores propios de la estación navideña: red/green/green/ manteniéndose así hasta el día 6 de enero: Día de los Reyes Magos.

Esta es una Síntesis de la Historia de las Luces de este Edificio:

En noviembre de 1932: La primera luz que brilló en lo alto del edificio fue un faro proyector que comunicó a ciudadanos residentes a 80 Km que Franklin D. Roosevelt había sido elegido presidente de los Estados Unidos.

En 1956: Se instalaron faros giratorios, las "Luces de la Libertad", cuatro faros de 1,5 metros de diámetro y de una tonelada de peso, que podían ser vistas desde el aire a 500 Km y desde el suelo a 128 Km. y se instalaron a 334 metros por encima de las calles para simbolizar, no sólo una bienvenida a este país, sino también las ilimitadas oportunidades de América y las esperanzas y oraciones de los americanos por la paz.

En abril de1964: Los 30 pisos más altos del edificio se iluminaron con bombillos nuevos, que transformaron el Empire State Building en un monumento nocturno.

En 1976: La iluminación en color fue introducida por primera vez por Douglas Leigh. La Torre se iluminó de color rojo, blanco y azul durante la celebración del Bicentenario americano. Fue espectacular, soberbia e inigualable la vista que ofreció el edificio.

El 12 de octubre de 1977: En una una amplia gama de colores, destellando luces azules y blancas se iluminó el edificio desde el piso 72 hasta la base de la antena de TV para anunciar que los Yankees habían ganado las series mundiales.


1984: Automatización de los aparatos que cambian el color de los fluorescentes de la parte superior la torre de amarre. Diseñados por Douglas Leigh, 880 tubos fluorescentes verticales de 75 W en la torre, y 220 horizontales en la base, pueden cambiarse ahora con sólo pulsar un interruptor. Instalados a cada lado de la torre están cuatro bancos verticales con once paneles de 2,5 metros, situados uno sobre otro. Cada uno de los 176 paneles contiene cinco tubos y cada tubo es de un color diferente: rojo, verde, azul, amarillo y blanco. En la base de la torre hay 44 paneles recién instalados, formados por fluorescentes horizontales, que también contienen 5 tubos cada uno, totalizando 220 tubos. Se instaló un nuevo anillo de 32 luces de vapor de sodio de alta presión, de 70 W cada una, por encima del piso 103, para crear un efecto de "halo" dorado alrededor de la parte alta de la torre, desde el anochecer hasta el alba.

Días de celebración:

Además de la programación normal de la iluminación, se celebraron varias ocasiones especiales, por ejemplo, cuando los Yankees y los Mets ganaron el banderín y/o las series mundiales; y en forma extraordinaria fue la iluminación cuando la vuelta a casa de las tropas en la Operación Tormenta del Desierto.

Se utiliza luz blanca entre las vacaciones y las celebraciones.


Diciembre 2009
ashiningworld@cox.net
María Teresa Villaverde Trujillo, CT
Foto: Google

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