25 de agosto de 2009


La antigua Ermita de la Caridad de Camagüey

José R. Espineta

Allá por el año 1830 había en Puerto Príncipe una Ermita de guano situada más allá del río Hatibonico, al comienzo del camino para Santiago de Cuba, y se instaló allí una imagen de la Virgen de la Caridad. Más tarde los devotos, la mayoría de los habitantes de la villa, construyeron una pequeña y modesta iglesia para el culto.

Como el trayecto de la villa al lugar era camino de piedra y fango y había que atravesar el río, se construyó un puente de madera en el año 1729. Ello facilitó el paso y permitió que creciera la devoción de los religiosos. Con la ventaja del puente se fueron construyendo casas para formar la barriada de la Caridad.

En el año 1774, el matimonio Carlos Bringas y Juana de Varona, religiosos y ricos, sustituyeron la modesta ermita por una capilla de ladrillos y tejas, la que fue inaugurada el 8 de septiembre de ese mismo año. Con ese motivo surgieron las fiestas anuales de la Caridad. Los esposos Bringas dotaron al santuario de todo lo necesario para su mejor lucimiento y función.

Actualmente, en el barrio de la Caridad, que llegó a ser suntuoso y muy extenso, hay una calle llamada Coronel Bringas, lo que permite suponer que ello ha sido como tributo a sus generosos gestos.

El día 30 de noviembre de 1898 hizo su entrada triunfal en Puerto Príncipe el Ejército Libertador después de haber estado acampado en la finca La Mosca, hoy en día un barrio importante de la ciudad. Desde la entrada del Ejército fue denominada esa calle de la Caridad Avenida de la Libertad, nombre que hizo oficial el Ayuntamiento.

José R. Espineta
Revista El Camagüeyano, Miami, 1962
Ilustración: Dibujo de Joseph A. Springer, 1874.


24 de agosto de 2009

LA HABANERA Y LA PALOMA DE IRADIER

Cuando salí de La Habana, válgame Dios...

La Habanera y La Paloma de Yradier

Ana Dolores García

Sobre la habanera en general, el musicólogo Natalio Galán explica que en realidad el nombre surgió en el extranjero como una referencia a su origen, y cuenta que ya en 1945 se interpretaba en Puerto Rico como una danza procedente de La Habana. Así fue que comenzó a llamarse danza cubana o habanera, en contraste con las contradanzas de la época, a las que fueron deplazando en popularidad.

Según Cristóbal Díaz Ayala, en 1842 apareció publicada en Cuba -sin firma de autor-, una canción habanera titulada El amor en el baile. Se afirma por no pocos que fue la primera publicada con partitura. Sin embargo, la habanera La Paloma de Yradier es la primera partitura con firma de autor. El musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán afirma que las primeras habaneras de Cuba llamadas Danzas Habaneras datan de 1825. Y según Otto Mayer Serra en su Panorama de la música mexicana, en el año 1836 aparece la primera habanera impresa en México, titulada La pimienta, contradanza de inspiración cubana en la ribera del Hudson.

Creadores posteriores de hermosísimas habaneras lo fueron, entre otros, los cubanos Eduardo Sánchez de Fuentes, (1892), José White, La Bella Cubana, Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, Marín Varona. etc.

A España llegaron las habaneras en las voces de marineros, soldados e indianos. Allí se enriqueció además el género con innumerables habaneras imperecederas, como lo son La dulce caña, Mi madre fue una mulata, Salió de Jamaica, El abanico... Hoy por hoy, es en España más que en la propia Cuba donde se evoca y se canta este género nuestro. Por la costa mediterránea se efectúan anualmente durante el verano festivales de habaneras en los que compiten grupos polifónicos de todo el mundo. El más renombrado de esos festivales es el de Torrevieja, ciudad marinera de Alicante, de donde salían y a donde regresaban barcos, marineros y habaneras en aquel tráfico de mercancía, sal y canciones entre España y Cuba. De ese trasiego de música cadenciosa nos habla Torrevieja, una de las habaneras más recientes:

Es Torrevieja un espejo
donde Cuba se mira
y al verse suspira
y se siente feliz.

Es donde se habla de amores
entre bellas canciones
que traen de Cuba
su alma y sentir...

La habanera también llegó a Buenos Aires por barco. Iban a buscar y llevaban a Cuba su carga de tasajo. Su ritmo tango se impuso entre los porteños y adquirió características propias. La evolución continuaba: si la habanera fue una contradanza modificada, el tango argentino heredó igualmente sus compases de la habanera cubana.

Las habaneras sedujeron igualmente a grandes compositores. Bizet aprovechó El Arreglito, otra habanera de Yradier, para la famosa habanera de su ópera Carmen. Se dice que Bizet la consideró una melodía genuínamente española, pero el caso es que en realidad se trata de una habanera de Yradier. El Arreglito, transformado por Bizet en L´amour est un oiseau rebelle, se cree que fue algo sugerido al autor por la propia Emperatriz Eugenia de Montijo ante el fracaso de la ópera el día de su estreno, aconsejándole que incluyera alguna melodía española.

También de Yradier fue La Neguita, cuya melodía se puede descubrir en la Sinfonía Española de Eduardo Lalo. Si seguimos con los plagios, podríamos mencionar que hasta se ha llegado a encontar la base de una habanera de Yradier en la popular Boda de Luis Alonso, zarzuela de Gerónimo Giménez.

Maestros como Ravel y Falla compusieron también habaneras, y Stravinsky y Albéniz fueron autores de tangos que realmente eran habaneras. El género traspasó los temas marineros que lo hicieron famoso, y su música comenzó a oirse en conciertos, sinfonías y óperas, a más de las que se hicieron populares en múltiples zarzuelas, como la habanera del soldadito en Luisa Fernanda.

La Paloma se publicó en La Habana en 1855 como Canción americana a dos voces con un poquito de trigueña y caramenlo. Un título tan pegajoso como la propia melodía. También se ha querido relacionar la imagen de la paloma que se posa en la ventana con una historia ocurrida en Grecia quinientos años antes de Cristo. Por entonces las palomas blancas no eran conocidas en Europa y los griegos se asombraron al ver palomas blancas que escapaban de los barcos persas hundidos por una tormenta. Con el tiempo, fue surgiendo la leyenda de que las palomas traían el mensaje de amor de los marineros perdidos en el mar.

La Paloma fue haciéndose cada vez más popular. En México la cantó en el Teatro Imperial en 1866, la soprano cubana Concha Méndez ante la presencia del Emperador Maximiliano y la Emperatriz Carlota. Era una de las canciones favoritas del Emperador. La película Juárez popularizó la leyenda de que Maximiliano pidió que tocaran la canción antes de ser fusilado. Fue, en aquella época imperial de México, la canción más popular.

Esa popularidad alcanzada en México y exportada posteriormente a través de sus filmes y sus cantantes internacionales, favoreció la impresión de que La Paloma era de origen mexicano. Contribuyó también a ello la palabra guachinanga que aparece en su lírica. Guachinango es el nombre de un pez en México, conocido en Cuba como pargo y en Estados Unidos como Red Snapper. Pero guachinanga es un vocablo empleado en el Caribe para calificar a personas astutas, zalameras o de carácter apacible. Es, además, un poblado de la provincia de Pinar del Rio en Cuba.

Traducida a innumerables idiomas, La Paloma es una de las canciones de las que se han hecho más grabaciones. Desde que surgiera, cantantes famosos la han incluido en su repertorio. Desde los operáticos como Luciano Pavarotti o Plácido Domingo hasta los populares como Julio Iglesias o Elvis Presley, por sólo citar unos pocos nombres. Fue cantada en Alemania en 2004 por el coro más grande del mundo, compuesto por 88,600 personas. Esta monumental muestra de popularidad fue consignada en el Libro Guinnes de Records.

Su melodía se puede escuchar en diecisiete filmes, que van desde el primero producido en 1934, The private life of Don Juan, y que incluyen, entre otros, Juárez, La casa de los espíritus, El Padrino parte II, y Hable con ella.

La Paloma, escrita en español y cantada en alemán por una francesa (Mireille Mathieu), se puede escuchar en
http://www.youtube.com/watch?v=0E2E1erGGbU

Ana Dolores García







Poesía

Soy esa fuente que alegre canta.
Soy playa, arena, soy caracol.
Soy el ensueño que se agiganta
cuando la Musa vuelo levanta
en las mañanas llenas de sol.

Soy adulterio, soy el pecado.
Soy el lamento, soy el placer.
Soy el presente, soy el pasado.
Soy aquel beso que fue robado
bajo la luna al anochecer.

Soy esperanza, soy fantasía.
Soy la justicia, soy la razón.
Sonrisa ufana, lágrima impía.
Encarcelada melancolía
en los misterios del corazón.

Soy la nostalgia que a diario vuela
cruzando rauda el inmenso mar.
Soy esa sombra que se desvela
cuando el recuerdo deja su estela
y el alma herida rompe a llorar.

Soy ese viaje hacia el infinito.
Llevo en mis alas la inspiración.
Soy de la Patria el altivo grito.
Soy del amor el sagrado rito.
Soy sólo el eco de la ilusión.

Soy ese rezo que todos oran.
Soy la tristeza, soy la alegría.
Conmigo sueñan, conmigo añoran.
Todos me admiran, todos me adoran.
Soy simplemente: la poesía.

Orestes A. Pérez,
Miércoles 19 de agosto de 2009
Miami, FL.
Reproducido de Libreonline.com
Ilustración: Google


Cleptómanos androides.

José Hugo Fernández.

LA HABANA, Cuba, agosto 2009 (www.cubanet.org).- Como un moscón entre la telaraña, el régimen se enreda, cada vez más, mientras intenta deshilar la madeja del robo y la corrupción económica que en forma masiva, casi institucionalizada, nos desgasta y amenaza con aniquilarnos.

Es una mongolla que gira sobre nudos capciosos. Y no hay por dónde continuar estirándola.

Se inició con la anulación, rudimentaria, a lo bestia, de la propiedad privada. Todo sería para todos, dijeron los jefes, y no nos tomó mucho tiempo para comprender que nada sería para nadie, en tanto todo iba a ser para ellos. Esa es la telaraña, la base del problema. El resto son los manotazos del moscón, más y menos torpes, más y menos determinantes, más y menos desesperados.

Ahora no admiten, ni reconocen, ni pueden comprender el propio engendro, por más que los aplaste con su peso elemental: si nada es de nadie, todos nos consideramos con el derecho de tomar lo que necesitemos donde más a mano nos quede, amparados por la razón que otorga el instinto y con la conciencia tranquila.

No es que nos hayamos convertido en un pueblo de incorregibles ladrones, como sostienen algunos melindrosos de por ahí. Es otra desgracia, tal vez peor pero distinta.

Somos víctimas de un implacable proceso de robotización que nos hizo inocentes al vaciarnos por dentro, lo cual explica (aunque no necesariamente justifique) esa especie de cleptomanía crónica y generalizada que padecemos hoy, no como un vicio sin remedio, sino como resultado de nuestra incapacidad para discurrir al margen del programa, o sea, desde nuestra inocencia de androides.

Ya se verá, tarde o temprano, que cuando al fin quede desintegrada la telaraña, luego de asfixiar al moscón (la esperanza es lo último que se pierde), a casi nadie aquí habrá que amenazarlo, ni hostigarlo para que no tome lo que no le pertenece, siempre que le quede por delante la posibilidad de ganarlo honrada y libremente.

Incluso, es una lástima que ahora mismo no existan estadísticas que nos permitan constatar la distancia, sin duda galáctica, que media entre los indicadores de robos a particulares y los que ocurren en instancias estatales de la Isla.

Y no es que pretendamos excusar esa gangrena del espíritu que representa el robo, aun como inapelable disyuntiva de supervivencia. Menos querríamos validarlo por el hecho de que afecte al régimen, ya que igual nos afecta a nosotros.

De lo que se trata simple y llanamente es de identificar por su nombre el origen de las cosas, a ver si en la hora precisa nos resulta un tanto más fácil enfrentarlas.

Por lo demás, nada revela con suficiente autoridad científica que el nuestro sea mejor ni peor que cualquier otro pueblo del planeta. Son nuestras circunstancias las que nos empujan contra la pared. Y eso también se verá tarde o temprano. Todo tiene un principio y un fin, excepto la salchicha, que tiene dos.


José Hugo Fernández, La Habana
Copiado de Cubanet.org
Ilustración: Google






23 de agosto de 2009


Reflexión

Voy contigo, Señor,
porque en medio del recio viento
eres veleta que orienta para no perderme.
Porque en medio del bravío mar,
eres timón seguro que siempre lleva a buen puerto.
Porque si miro hacia atrás,
sé que el arado que agarra mis manos
no podrá trabajar con la misma fuerza y hondura
que mirándote a los ojos, Señor.
(Javier Leoz)



Sebastian Yradier

Ana Dolores García

Este año se han cumplido doscientos del nacimiento de Sebastián Yradier. Decir su nombre y evocar la más internacional de las habaneras es la misma cosa: una «paloma» que muchos consideran cubana, otros mexicana y, los menos, española. Española porque, en efecto, su autor fue español; mexicana porque tal vez fueron los mexicanos quienes más la popularizaron y por una palabrita, guachinanga, que sospechosamente nos suena a mexicana. Y cubana, porque se creó en Cuba, la inspiró una cubana y la melodía y la cadencia son genuinamente cubanas: la habanera.

Sebastián Iradier y Salaberri nació el 20 de enero de 1809, hijo de Santiago Iradier y María Eusebia Salaberri, y como ya andamos por agosto, es tiempo de que se honre su memoria en este su bicentenario.

Nació en Lanciego, pueblo de la provincia de Álava perteneciente al País Vasco. Se conoce poco de su infancia, pero se sabe que a los once años cantaba en el coro de una iglesia y que a los dieciséis ya figuraba como organista en la importante iglesia de San Miguel Arcángel en Vitoria, capital de la provincia alavense, ciudad donde realizó estudios de piano y órgano.


Ejerció también de organista y sacristán mayor en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Salvatierra, plaza que ganó en un concurso oposición en 1827. El 29 de julio de 1829, contando sólo 20 años, se casó en esa propia iglesia con Brígida de Iturburu Durana, de cuya unión nació un hijo: Pablo de Iradier Iturburu.

Poco a poco dejó de sentirse a gusto en aquel ambiente pueblerino en el que chocaban sus ideas liberales y sus costumbres algo libertinas. Marchó a Madrid contando en su repertorio habitual con algo más que música religiosa, pues era buen aficionado a fiestas y reuniones donde se interpretaban canciones más mundanas y profanas.

En el Conservatorio de Madrid ocupó la cátedra de solfeo durante el decenio de 1840 a 1850. Allí publicó sus primeras canciones bajo el título de Álbum Filarmónico (en el que su apellido aparecía ya como Yradier), colaboró en algunas zarzuelas y ocupó cargos docentes en otros centros de estudios musicales.

Luego viajó a París y allí fue profesor de canto de la Emperatriz Eugenia de Montijo y otras damas de la corte y la alta burguesía. Poco tiempo después comenzó una gira por Estados Unidos, México y Cuba con una compañía operática de la cual formaba parte como pianista.

Su corta estancia en Cuba paradójicamente le propiciaría su fama posterior. Allí captó con singular éxito ritmo y melodía de una danza nueva: la habanera, y compuso varias de ellas con una cadencia lenta que le dio sello propio y definitivo. Entre esas habaneras ifiguraba la luego inmortal La Paloma. Tony Évora, en su libro Orígenes de la Música Cubana, consigna que La Paloma se estrenó en La Habana en 1855, cantada por Marietta Alboni y dirigida por el propio Yradier.

Regresó a Europa, específicamente a París, y allí siguió frecuentando los más exclusivos círculos y relacionándose tanto con compositores de la talla de Bizet y Rossini, como con escritores y poetas. En 1864 publicó en París una nueva recopilación de sus canciones con el título de Fleurs d'Éspagne. Ya era popular y sus canciones eran gustadas por muchos, pero él se sabía enfermo y casi ciego y decidió regresar a la tierra donde nació y de sus primeros años. Murió en Vitoria el 6 de diciembre de 1865, sin sospechar siquiera el alto vuelo que ya había emprendido su paloma.

Esta famosa paloma que ha continuado aleteando incansable durante casi dos siglos por los cielos europeos, asiáticos y americanos, y el género de las habaneras al que Yradier imprimió un sello especial, serán temas de un próximo comentario.

Ana Dolores García
Ilustración: web




22 de agosto de 2009

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(Foto cortesía de NASA)
El ojo del huracán visto desde el espacio.

ORIGEN DE LA PALABRA “HURACÁN”

Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net



Huracán es un viento tropical de gran velocidad y un fenómeno atmosférico que se traslada girando con rapidez. Nada puede compararse con el poder destructivo de los huracanes: intensos aguaceros, olas amenazadoramente altas, vientos de fuerza inenarrable…

Huracán es un término típicamente antillano. Una contribución de la cultura originaria del Caribe y de Cuba, al mundo y a la Meteorología en particular. “Sus habitantes taínos gritaban "huracán" para designar cualquier fenómeno de viento y lluvia”, así lo hizo notar el fraile Bartolomé de Las Casas en su Diario, sin saber que tal palabra llegaría A atemorizar a todas las sucesivas generaciones.

Varias definiciones de la palabra “Huracán”

~ La palabra Huracán es de origen taíno y quiere decir "Centro del Viento"
( Hura=viento, Can=centro)...

~ La palabra Huracán es de origen indígena, nombre que daban los nativos de las islas del Caribe a un dios o fenómeno ...

~ Hurakan, el Hacedor, Corazón del Cielo, en la historia de la creación Maya -- es el origen de la palabra huracán.

~ El Huracán se reconoce como un Creador porque como resultado de su fuerza destructiva se creó la tierra de las aguas desplazadas que no fueron diseñadas y construidas para resistir las fuerzas producidas...

~ La palabra Huracán es de origen aráuco, directamente relacionada con la lengua que utilizaban nuestros primitivos pobladores...

~ Huracán, palabra procedente del Caribe, donde los antiguos indios del grupo lingüístico de los Arawak lo llamaban Hunraken...

~ Juracán era el nombre de una deidad aborigen asociada a las tormentas, que data incluso de antes de la llegada de los europeos al archipiélago...

~ Huracán, que viene de la palabra furacán, y que escuchara Cristóbal Colón de los nativos durante su segundo viaje

Los huracanes ocurren en todas las áreas oceánicas tropicales excepto el Atlántico Sur y el Pacífico Sur. Es un vendaval de enorme fuerza, originado generalmente en la costa de África, desarrollándose en zonas tropicales, el cual según avanza gira en grandes círculos con vientos en forma de espiral. El mismo fenómeno se denomina huracán en el Atlántico Occidental y el Pacífico Oriental, tifón en el Pacífico Occidental y... CICLÓN en el Océano Índico y en el Pacífico Sur.

María Teresa Villaverde Trujillo
Agosto 2009
ashiningworld@cox.net
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Portada Revista Literaria
-La Habana, Marzo 1956-



EL TÉRMINO "CICLÓN" Y NOSOTROS...

Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net



La palabra CICLÓN proviene del griego kyklos, que significa algo así como la cola de la serpiente que se enrosca.

La palabra CICLÓN fue propuesta para su uso oficial, en 1859, por el marino inglés Oficial Henry Piddington, cuando fue presidente de la Corte Marina de Calcuta, en la India, al igual que el termino ciclón tropical, tal como se conocen esas tormentas en Australia y en los países del Océano Índico. Sin embargo, aunque en aquella época no se mencionaron a las islas del Caribe, también en nuestra cultura se ha usado el término “ciclón”.

Sabemos que en documentos oficiales pertenecientes a la Metrópoli española se halla una antigua nota que asegura que hubo una flota que regresaba a la península ibérica y atrapada por el ciclón pierde veinte barcos y mas de quinientos hombres...”
... y cabe recordar lo escrito por el Almirante genovés cuando detalla en su Diario de Abordo: “la tremenda tempestad que se venia encima”... o cuando en 1503 en pleno Mar Caribe dice que “la tormenta era terrible y en aquella noche me desmembró los navíos; a cada uno de ellos llevó por su cabo sin esperanzas salvo de muerte; cada uno de ellos tenia por cierto que los otros eran perdidos”.

Recordemos también que los meteorólogos describen “el ciclón de 1888” diciéndonos que “atravesó Cuba desde el noreste hacia el suroeste.., penetra por el centro-norte de la isla –ente Caibarién y Sagua la Grande- pasa sobre La Habana y abandona el país por el occidente, por un punto entre Mantua y el golfo de Guanahacabibes?..

Para nosotros los cubanos la palabra “ciclón” fue siempre la más apropiada para referirnos a ese cierto movimiento atmosférico, ese que se formaba con un pequeño diámetro y se dejaba sentir con vientos de casi 100 kilómetros por hora. Pero aun aumentando su velocidad y fuerza, fue siempre la palabra CICLÓN la que nos hacia entrar en pánico.

Como sucedió y quedaron en la historia los nombres de “el ciclón del 26” uno de los mas desastrosos; “el ciclón del 44”; y aquel triste “ciclón del 32” que azotó la región de Santa Cruz del Sur, en Camagüey, con un estimado de 3,500 personas fallecidas durante ese desastre; ¡ah! y el “ciclón Flora” que anunció su llegada unos meses antes de nosotros abandonar la ciudad de La Habana hacia el voluntario exilio, aunque el mismo desarrolló toda su ira sobre las provincias orientales con una cifra aproximada de 2000 muertos, catalogándosele la segunda mayor desgracia en la isla...

Fenómenos que azotan las ciudades
quedando a su paso desoladas,
causando destrozos a raudales,
terror, muerte, y vidas agobiadas.
Cuando furiosos sus vientos embisten,
como un toro en el ruedo da cornadas,
con capas de amor las almas resisten
aunque de horror su faz luzcan sitiadas.

Casas destruidas, ciudades inundadas,
gentes sin luz, teléfonos, comida,
mirando al cielo en oscura alborada,
pidiendo a Dios con fe bien definida.
¿Por qué tantas desgracias en el mundo?
Terremotos, diluvios, huracanes,
tsunamis, guerras, pueblos vagabundos,
hambre, miseria y aludes de volcanes.

¿Vendrá otra vez Noé a hacer su barca?
¿Dejarán de emigrar las golondrinas?
¿Veremos salir serpientes de las charcas?
¿El sol se esconderá en horas vespertinas?
Al Dios de las alturas le rogamos
ponga su amor y todos sus afanes,
que se apiade de quienes lo amamos
y no vuelvan a surgir más huracanes.

(POEMA DE RAMÓN NORNIELLA ARÁN)


María Teresa Villaverde Trujillo
Agosto 2009
ashiningworld@cox.net


21 de agosto de 2009

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Francisco Xavier Yanes,
camagüeyano y prócer de Venezuela

Francisco Xavier Yanes, abogado, periodista, político e historiador, prócer de la Independencia de Venezuela, nació en Puerto Príncipe muy cerca del hoy Callejón del Templador, el 12 de mayo de 1776.

Hijo de padre canario, abogado, y madre cubana, quedó huérfano de padre a los 4 años de edad. Ya en la adolescencia pasó a vivir en La Habana con su familia. Un hermano de su madre, Francisco Xavier Socarrás, médico, decidió establecerse en Caracas y llevó con él al joven sobrino. Allí estudió Derecho Civil y obtuvo el título de Licenciado en 1807. En 1810 se casó con una prima suya, Ana María Socarrás.

Ese mismo año tomó parte activa en los sucesos del 19 de abril y la Junta de Caracas lo nombró Comisionado ante el partido capitular de Araure. En el mes de diciembre ese mismo partido lo designó como su representante en el Congreso Constituyente de 1811.

Por este tiempo fue miembro de la Sociedad Patriótica de Caracas. Como Diputado del Congreso suscribió la Declaración de la Independencia y la primera Constitución de Venezuela, llegando a ejercer la presidencia del Congreso. También, y como Presidente de la Legislatura de la provincia de Caracas, le correspondió firmar los documentos de la Declaración de los Derechos y Deberes del Pueblo y la Primera Ley de Imprenta que tuvo Venezuela.

Al mismo tiempo, el Congreso lo designó Censor principal para supervisar El Publicista de Venezuela, vocero del Congreso. Por otra parte, como jurista fue miembro de la comisión designada por este cuerpo para redactar un proyecto de Código Civil y Criminal, a la vez que fue uno de los integrantes de la Sala de Justicia extraordinaria que revisó las sentencias de los que en 1811 se sublevaron en Valencia contra el régimen republicano.

Posteriormente, en marzo de 1812, fue elegido Diputado por la ciudad de Caracas ante la Cámara de Representantes de esa provincia.

Al caer la Primera República en 1812, se embarcó en La Guaira hacia las Antillas. De allí pasó a Nueva Granada, y cuando ésta fue reconquistada por las fuerzas del general español Pablo Morillo en 1816, Yanes tuvo que emigrar hacia los llanos de Casanare y luego de Apure, junto con otros dirigentes civiles de la revolución de independencia. Tras reconstituirse un nuevo gobierno republicano en Guasdualito, con Francisco Serrano como presidente, Yanes fue nombrado Secretario.

Posteriormente, en febrero de 1819 el Congreso reunido en Angostura lo nombró miembro de la Suprema Corte de Justicia de Venezuela, y luego Presidente de la Corte de Almirantazgo, la cual se estableció en la isla de Margarita, donde Yanes estaba ya activo en esas funciones a mediados de 1820. Pocos días después, cuando la Alta Corte de Justicia se instalaba en Caracas, Yanes se desempeñó como uno de los ministros de la misma.

Encontrándose en el desempeño de funciones judiciales, Yanes, junto a Cristóbal de Mendoza, Presidente de la Corte Superior de Justicia, publicaron un periódico doctrinario e histórico, El Observador Caraqueño. En 1826, al ser nombrado Mendoza Intendente del Dpto. de Venezuela, Yanes lo sustituyó a la cabeza de la Corte Superior de Justicia. También y a partir de 1826, Yanes y Mendoza iniciaron los trabajos de la primera recopilación orgánica de documentos bolivarianos hecha en vida del Libertador, titulada Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador de Colombia y del Perú, Simón Bolívar. Para comienzos de 1829, año en que falleció Mendoza, habían aparecido 15 volúmenes, prosiguiendo Yanes hasta completar la edición en 22 tomos.

En 1826, al ser creada en Bogotá la Academia Nacional de Colombia, Yanes fue designado uno de sus miembros. Tiempo después figuraba como uno de los miembros fundadores, en Caracas, de la Sociedad Económica de Amigos del País.

Tras la separación de Venezuela de la Gran Colombia, fue uno de los Diputados al Congreso reunido en 1830 en Valencia, cuya Presidencia ejerció y figuró entre los firmantes de la Constitución sancionada ese año.

Durante la década de 1830 se dedicó a sus actividades jurídicas de carácter público o privado, y a la recopilación de documentos para redactar varios libros de historia. En 1835, luego del fracaso de la Revolución de las Reformas en Caracas, colaboró con el Vicepresidente Andrés Navarte como miembro del Consejo de Gobierno.

En 1839 publicó con el seudónimo Un venezolano su obra Manual político del venezolano, y en 1840, también sin nombre de autor, apareció su Compendio de la Historia de Venezuela desde su descubrimiento hasta que se declaró Estado independiente.

Al morir el 17 de junio de 1842, Yanes dejó un valioso archivo histórico (conservado actualmente en la Academia Nacional de la Historia) y varios libros inéditos que fueron editados un siglo después de su muerte: el Compendio, muy aumentado por su propio autor; la Relación documentada de los principales sucesos ocurridos en Venezuela desde que se declaró Estado independiente hasta 1821; Historia de la provincia de Cumaná, e Historia de Margarita.

Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde 1876.

Condensado de
http://www.venezuelatuya.com.biografías/francisco_javier-yanes.htm
(Sin nombre de autor)
Ilustración: Francisco Xavier Yanes por Francisco Maduro, Google

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20 de agosto de 2009

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Efemérides:
Rita Montaner

Humberto Vinasco Rojas

El 10 de octubre de 1957 Cuba tributó un gigantesto homenaje a una de las artistas más queridas en todos los tiempos. Artistas y personalidades de la farándula que secundaron la iniciativa del compositor Osvaldo Farrés, desfilaron por el escenario de la CMQ-TV en señal de gratitud y cariño por quien había llevado los ritmos cubanos a los más encumbrados escenarios del mundo. Rita Montaner, persona objeto del homenaje no estuvo presente y sólo pudo seguirlo por televisión.

Rita de Cuba, Rita la Única, como la llamó Nicolás Guillén no asistió porque estaba en su lecho de enferma y conmovida sólo pudo escribir un mensaje publicado pòr el diario Avance: Pueblo mío, después del homenaje arrollador e indescriptible, no encuentro palabras para dar las gracias y mi corazón hace mucho tiempo que se los di. ¿Qué más puedo decir? ¡Que Dios los bendiga!

La villa habanera de Guanabacoa fue siempre uno de los puntos fundamentales de la cultura tradicional cubana. Y tal parece que no le fue suficiente dar al mundo a una artista como Rita Montaner (quien nació el 20 de agosto de 1900), porque allí también nacieron Ignacio Villa y Fernández, el inmortal Bola de Nieve, y ese genio musical que fue Ernesto Lecuona.

Según el historiador y folklorista Rogelio Martínez Furé, en el medio en que creció Rita curiosamente afloraban y coincidían diversas tendencias de nuestra cultura. Por un lado la música salonière, tradición musical más clásica, y por otro los toques de los tambores en las fiestas lucumíes o congas, el ritmo y colorido de las comparsas que desfilaban por las calles y el pregonar de los vendedores ambulantes. Hay que anotar que en su sangre llevaba la predisposición musical, por nacer también de la mezcla portentosa de blanco, su padre Domingo Montaner, y mulata criolla, su madre Mercedes Facenda.

Cuando tenía 10 años fue matriculada en el Conservatorio Peyrellade, actividad que combina con caligrafía, bordado y clases de francés, inglés e italiano. Su talento musical sin embargo, opacaba sus demás cualidades y en 1917, recibe una medalla de oro por la interpretación al piano del Concierto op.25 en sol menor de Félix Mendelssohn acompañada de un quinteto de cuerdas.

En 1918 se casa con Alberto Fernández Díaz y por las mismas fechas empieza a estudiar canto con el español Pablo Meroles, para reforzar los conocimientos vocales que ya tenía, sin pensar en hacerlo profesionalmente. Sin embargo, en 1922 realiza tímidas presentaciones teatrales, lo que anima al compositor Eduardo Sánchez de Fuesntes, autor de la famosa habanera a convencer al marido de Rita para que la deje participar más activamente. Un movimineto que secundaban además de Lecuona y otros grandes compositores, Jorge Anckermann y Gonzalo Roig, que intentaban rescatar las obras musicales cubanas para contrarrestar el avance de ritmos extranjeros como el tango argentino y el jazz estadounidense.

Al lado de importantes figuas de la música, entre 1923 y 1925 obtiene éxitos resonantes, lo que hace que su marido, ya por aquel entonces un médico exitoso, viaje con ella a Nueva York queriendo alejarla del ambiente artístico. Las vacaciones sin embargo sólo valieron para que, tras participar en una función benéfica, fuera contratada para una gira por toda la Unión con los Follies Schubert y la revista Una noche en España.

Regresa a Cuba y en septiembre de 1927 realiza su primera presentación profesional en su tierra, con la obra Niña Rita (o La Habana de 1830), de Lecuona, donde maquillada de negro y vestida con calzón y chaqueta de algodón interpreta un calesero llamado José Rosario, que al abrir el telón sale cantando el tango-congo de Eliseo Grenet: ¡Ay Mamá Iné!.. ¡Ay Mamá Iné!.. Todo' loj negro' tomamo' café..

En su libro Ese músico que llevo dentro, Alejo Carpentier escribe: La gran revelación de esos días fue la arrolladora personalidad de Rita Montaner que, en el repertorio recién creado, se afirmó rápidamente como una intérprete difícil de igualar. Había abandonado sus aspiraciones primeras, renunciando al concierto y a la ópera, para poner su auténtico talento al servicio de la música popular de Cuba. Dotada de un sentido rítmico fenomenal, manejándose con garbo y soltura, sabiendo hasta dónde podía valerse de los recursos adquiridos con el estudio del canto, Rita Montaner, capaz de solfear como pocos, tenía un instinto particular para estar dentro y fuera de la música interpretada, añadiendo lo suyo a cualquier melodía -como hacen los músicos de jazz- aunque estando siempre en hora de verdad, en cuanto a la partitura misma se refiriera...

Su marido no es de la misma opinión y le pide el divorcio. Rita contnúa obteniendo éxitos y graba sus primeras canciones: ¡Ay mamá Inés!, Canto Siboney, la criolla-bolero Te odio y el pregón El Manisero, que acababa de componer Moisés Simons, sin imaginarse nadie que sería uno de los temas clásicos de la música cubana de todos los tiempos, y que la versión de Rita significaría su consolidación como cantante denro y fuera de su patria.

Viaja a París haciendo escala en Nueva York, lo que aprovecha para grabar los temas Frutas del Caney, de Félix B. Caignet, ¿Qué es el danzón? de Moisés Simons, Júrame, de la mexicana María Grever y Lupisamba o yuca y ñame, de Sindo Garay.

En 1929 estrena en Cuba seis obras suyas, Estudio para violín y piano, Arrolla (comparsa), En tu boca (tango-canción), Así eres tú (bolero), Ma'Isabel (tango-congo) y Memorias dulces (canción). Viaja nuevamente a EEUU en 1931 y Al Jolson, famoso por El Cantante de Jazz, le integra en la obra The Wonder Bar haciendo célebres los temas El Manisero y Siboney.

En 1933 viaja a M'exico con Ignacio Villa, Bola de Nieve, y comparte créditos con Gloria Marín, Néstor Mesta Chaires, los Trovadores Tamaulipecos y el comediante Don Catalino. Surgen dificultades por una serie de comparaciones periodísticas tendientes a enfrentarla con María Antonia Peregrino, (Toña la Negra), y de inexplicables actitudes hostiles asumidas hacia la artista cubana por el compositor Agustín Lara y el tenor Pedro Vargas. (Ramón Fajardo, Rita Montaner, pag. 19, Ed. Letras Cubanas 1993)

Antes de regresar a Cuba, Rita toma parte en la cinta La noche del pecado, y Bola de Nieve se queda en México como pianista de Pedro Vargas.

Reaparece en La Habana en 1935 presentando los personajes de zarzuelas y sainetes líricos cubanos que se harían inmortales: María Belén Chacón, de Prats; Cecilia Valdés, de Roig y Rosa la China y María la O de Lecuona.

Gilberto S. Valdés, un novel compositor, le da sus composiciones Bembé, Ecó, Tambó, Ogguere, Mango mangüé e ¿Illé-nkó? Ille-nbé, de claros ancestros negros afrocubanos.

Participa en la películas cubanas Sucedió en La Habana y El Romance del Palmar, dirigidas por Ramón Peón. Viaja a Venezuela, visita Nueva York e interpreta por primera vez Amalia Batista.

En 1941 interpreta la novela Cecilia Valdés por CMQ y da a conocer su personaje de La Chismosa, que en 1942 vuelve a encarnar en la RHC-Cadena Azul en el programa Yo no sé nada, y ue es suspendido por el gobierno por sus críticas virulentas. Es por esos días cuando Guillén la bautiza Rita de Cuba, Rita la única... pues sólo ella y nadie más ha hecho del solar habanero, de la calle cubana, una categoría universal...

En Buenos Aires actúa al lado de Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Luis Sandrini y Nini Marshall entre otros, y de regreso a La Habana en 1945 es nombrada Reina Nacional de la Radio en un concurso del diario Mañana. La ceremonia tuvo lugar en el Teatro Nacional, donde estuvieron Luciano Chano Pozo -el más grande percusionista que ha dado Cuba- y el gran sonero Abelardo Barroso.

Desde su posición se permite criticar: Mientras se pagan altos sueldos a artistas extranjeros, Carmelina Delfín, premiada en EEUU por su Himno a la Victoria, no tiene trabajo en Cuba. Lecuona tiene que organizar recitales por cuenta propia para subsistir, y muchos más buenos artistas apenas tienen para comer... Esto no debe ser. Esto debe terminar.

En 1947 participa en María la O en México y trabaja junto a Pedro Infante en Angelitos Negros. En 1950 y en pleno auge del cine asteca, participa en Ritmos del Caribe, Víctimas del pecado (de Emilio el Indio Fernández), Anacleto se divorcia, Pobre corazón, Al son del mambo, Negro es mi color y en 1954, en la secuela de Píntame angelitos blancos.

En ese mismo año se presenta en la Habana con Benny Moré y el Trío Matamoros en la revista La calle, y viaja al año siguiente al Perú, donde actúa al lado de Luho Gatica y Miguelito Valdés. En 1956 interpreta brevemente el personaje de la Lengualisa, estrena la ópera La Medium y la obra Mi querido Charles en la sala Hubert de Blank.

A comienzos del año siguiente es contratada en exclusividad por el programa Jueves de Partagas del canal 6 de televisión, animado por Enrique Santiesteban y dirigido por Amaury Pérez.

En julio de 1957, durante una función de la obra Fiebre de Primavera, de Noel Coward, empieza a bajar el tono de voz inexplicablemente. Durante el descanso pide sal y yodo, que se le aplica junto con radiaciones de una lámpara de rayos infrarrojos, pensando en una inflamación de la garganta. Tras frotarle la espalda y pies con alcohol, salió a cantar de nuevo, saliendo ovacionada del teatro.

Nadie imaginó ni remotamente, que eran los primeros sítomas del cáncer en la laringe que la abatió finalmente, muriendo a la una de la madrugada del 17 de abril de 1958. La oración de Germán Pinelli en su sepelio concluye diciendo: Hoy no sabemos si dar el pésame a sus hijos y nietos o a nosotros mismos. Rita, mira un poco hacia esta tierra. Descansa en paz, Rita montaer.

Humberto Vinasco Rojas
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Ilustración: web



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Como lo ve Pontet

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Emaileros compulsivos

Ana Dolores García


Los emaileros compulsivos son enfermos modernos, actuales. Los ataca un nuevo virus, una gripe: una plaga contemporánea que ha surgido en esta era cibernética. ¡Pero que es una pandemia que se disfruta! Y la disfruta lo mismo el empleado de oficina en su horario de trabajo desde su escritorio, que el jubilado que ya no se preocupa por sacar a pasear al perro.

Bonifacio es todo un emailero compulsivo. Boni (así le llama su mujer), segun ella dice desde que está todo el día en casa lo ve menos que cuando trabajaba en la calle. Y es que se pasa más tiempo sentado frente a la computadora que hablando con ella. Y eso no lo entiende porque Boni siempre había asegurado que no le gustaba escribir. Bueno, en realidad no escribe: sólo copia y pega.

Y en el copia y pega se pasa todo el día enviando correos a los conocidos. Boni se da el lujo de participar personalmente en el fenómeno de la globalización: tiene contactos por todo el mundo. Que ni siquiera conoce, pero que a lo mejor un día le envían un mensaje con el mismo chiste que él les mandó hace dos meses. Porque el recorrido de estos correos es como el de las palomas mensajeras: tarde o temprano regresan a casa.

Con el copia y pega los mensajes se hacen muy largos. Los abres y sólo encuentras fwd... fwd... fwd.. hasta que ya piensas que has llegado al final. Y allí, cuando crees que no queda nada, está el chiste o el mensaje. Nosotros hasta en eso aventajamos a los americanos porque somos bilingües y podemos tener más repertorio. Salimos de los fwds y disfrutamos del chiste corto en español o nos aburrimos con el chiste en inglés, con muchas líneas y poca gracia.

Los chistes son el tema favorito de Boni: de Pepito, de gallegos, de lo que sea. Pero también hace incursiones en tópicos más serios, como cuando reenvía alguna poesía que recuerda de sus tiempos de estudiante y que alguien le ha mandado incompleta y sin autor.

Las que no le gustan a Boni son las cadenas. Pero ése es el fuerte de Cuquita, otra jubilada a quien le encantan las cadenas cibernéticas porque tienen doble ventaja: no hay que incluirles el níquel o el realito, ni necesitan franqueo, que todos los años sube de precio. Antes se pasaba mucho tiempo tecleando en la máquina de escribir para que no reconocieran su letra en aquella carta que siempre iba sin remitente. Ya ahora no existen esas inhibiciones. Te mandan la cadena por email y se ahorran la monedita, el papel, el sobre y el franqueo. ¡Y hasta te demandan acuse de recibo!

Hay otos emaileros compulsivos que se especializan en enviar documentos o fotos con sus mensajes. Te pones a temblar cuando ves junto al título el cuadrito o presilla que indican la presencia de foto o documento. Te decides. Lo primero a lo que te enfrentas es a un mensaje de tu computadora que te advierte que no lo abras si no conoces quién lo envía. No haces caso. Continúas. Otro mensaje: asegúrate que no tiene virus. Sin darte cuenta de que no te escuchan, contestas que estás vacunado (o sea, que te has gastado un congo en anti-virus). Y entonces a esperar que se abran el documento o las fotos. (Es que todavía el DSL y el FIOS no llegan a tu barrio o a tu bolsillo). Lo peor que puede pasarte -y pasa bastante a menudo- es que después de tanto tiempo perdido no puedas ver la foto o el documento. Entonces le echas la culpa a tu vieja computadora que tiene sus neuronas colapsadas. O al faino que te envió el mensaje sin saber bien cómo hacerlo.

Otro dolor de cabeza son los spam o mensajes-basura. Que no los envían emaileros compulsivos, sino gente que se gana la vida jorobando a los demás, como los que te llaman por teléfono para ofrecerte gratis un crucero por el Caribe, o dinero barato para una hipoteca. Los mensajes spam siempre tienen un título muy sugerente. Preguntas atractivas como ¿Necesita dinero..? ¿Se siente solo y aburrido..? Luego van subiendo de tono, ofrecen directamente su mercancía y hasta se vuelven pornos. No importa quién seas, ni te conocen. Da igual, su trabajo es convencer a un posible comprador. Por eso llegan a preguntarte: ¿Quiere aumentar el tamaño de su pene..? ¿Necesita comprar viagra sin receta..? Y te dan ganas de responderles: ¡No, ni mi marido tampoco!

Siempre me pregunto por qué los mensajes spam tienen ese nombre. Recuerdo bien que mucho antes de la carne rusa, Spam era -y sigue siendo- una pasta de carne muy buena que a veces nos daban a los niños en la merienda. Con galletas saltinas, o si no quedaban, con galleta de agua de La Paloma de Castilla. O con las grandotas galletas de campo que también eran muy sabrosas con mantequilla y azúcar.

Aunque dije que los spam no los envían los emaileros compusivos, a algunos de ellos habría que agradecerles muchos de los que nos llegan, por su bendita manía de no borrar las direcciones de los contactos que acompañan a sus fwds. No sé si con ello intentan decirnos que el chiste que nos mandan es muy bueno de acuerdo con la cantidad de nombres que lo han leído, o que están conectados a una red internacional de corresponsales verdaderamente impresionante.

En fin, que entre los emaileros compulsivos y los mensajes basura, a menudo no nos entusiasma abrir el correo. Y cuando lo hacemos, hasta podemos escuchar con escepticismo la voz de la computadora, sí, porque hay servidores que le ponen voz para avisarte lo que ya estás leyendo: que tienes correo nuevo. A mí me hace evocar a aquel perro grande frente al gramófono por donde escuchaba la voz de su amo. Y es que hay cierta similitud. Quienes se sirven de AOL escuchan esa voz entusiasta que trata de motivarles: Welcome you got mail!

Y la pantalla nos ofrece, contados, los mensajes recibidos en las últimas horas y que ella, inteligentemente, nos ha conservado. ¿65? ¿47? ¿30 ó 94? Más o menos. Enseguida comenzamos a hacer cálculos: un 25% deben ser chistes de Boni. De Cuquita otro 25% con más chistes, parte de los cuales serán los de Boni de ayer, porque él también la tiene a ella en su lista. Por tanto no importa si elimino los nuevos: mañana me los enviará Boni, porque él también está en la lista de Cuquita. Los spam serán un 28% y un 15% será de noticias sobre Cuba, muchas de ellas de primera mano, pero otras de días anteriores que algún contacto trasnochado me las envía por si no me había enterado. ¿Qué queda? Solamente siete u ocho mensajes de interés personal.

Los siquiatras, que creen que lo saben todo, dicen que los emaileros compulsivos padecen una adicción. Y que esa adicción no es tan peligrosa como la del tabaco, la del alcohol o las drogas. De todos modos, yo, afortunadamente, no padezco tal adicción. Porque cuando termino de eliminar los chistes reciclados, los correos-basura, los spam, las cadenas de oración, las noticias viejas, y de leer y contestar los mensajes personales, de deleitarme con los pps, y de enviar mis fwds, me doy cuenta que son las 2:30 de la madrugada y tranquilamente me voy a la cama.

Ana Dolores García
Copyright 2004
Ilustración web

Nota muy importante para todos mis contactos:
Cualquier parecido con persona viva o difunta es pura coincidencia


.Antihéroe

Yoani Sánchez

Pudo haberse quedado en un alcohólico tirado en una esquina dormitando la embriaguez -como hay tantos en esta ciudad- pero él quiso también pronunciarse. Saltó frente a una cámara y clamó por comida, que viene a ser la obsesión nacional junto a las ansias de cambios. Su espontaneidad y el énfasis que le dio al pedido de «jama», convirtieron al breve vídeo de Juan Carlos -alias Pánfilo- en un «superhit» en las redes alternativas de información. No recuerdo otro material visual que haya hecho metástasis tan rápido en nuestra sociedad, a no ser el vídeo de Eliecer Ávila versus Ricardo Alarcón el año pasado.

Pánfilo comprendería -pocos días después de difundirse sus imágenes.-que al menifestarse se había delatado. Sus palabras eran como un círculo rojo alrededor de su cabeza, un anuncio lumínico a la entrada de su casa o un dedo señalando sobre su vida. La lupa del poder, esa que pende sobre todos nosotros, reparó en él y comenzó a hurgar en sus debilidades. Salió a flote que no tenía trabajo, había sido procesado por robo, probablemente compraba ron destilado en el mercado negro y otras tantas tropelías que cometemos los cubanos -cada día- para sobrevivir o escapar. Bastó que fuera sincero frente al micrófono y se quitara la máscara, para sentir el bisturí de la represión hurgando en su existencia.

En una sociedad marcada por la penalización contra el que expresa sus opiniones, ya ni los locos ni los niños dicen lo que piensan, apenas los borrachos. De ahí que no me sorprendió la noticia de que le buscaran a Pánfilo una figura delictiva por la que guzgarlo y apareció la acusación de «peligrosidad predelictiva», por la que le exigen dos años de prisión. El proceso judicial debe haberle devuelto la sobriedad más rápido que un cubo de agua fría y que un café expremadamente fuerte. Aunque todavía tiene la posibilidad de apelar esa decisión ante un tribunal, es poco probable que salga sin castigo, pues no se trata de un escarmiento dirigido sólo a él. Si no lo condenan, ¿quién va a impedir que los alcohólicos de esquina, los borrachines de barrio, se paren frente a una cámara y comiencen a gritar por todo aquello que nos falta: ¡Jama!, ¡Futuro!, ¡Libertad!..?

Yoani Sánchez,
GeneraciónY
http://www.desdecuba.com/generaciony
Ilustración: web


19 de agosto de 2009

Se nos ha ido Miami...

Martha Pardiño

Se nos ha ido aquel Miami de los primeros años de exilio cuando los cubanos vivíamos con las puertas de la cocina abiertas y por las noches se quedaban en el jardín las bicicletas y las pelotas de basketball y al otro día las encontrábamos en el mismo lugar donde las habíamos dejado.

Se desapareció aquel Miami de colegiales bien vestidos: los varones con pantalones hasta los tobillos y con los calzoncillos en su lugar, debajo de la ropa, y donde las muchachas vestían bonito sin necesidad de enseñar el ombligo o la retaguardia.

Donde los programas de la tele que ponían al atardecer los podía ver toda la familia sin avergonzarse, sin que los abuelos se ruborizaran de ver y oir tantas vulgaridades.

Se desapareció para siempre ese Miami donde se podían comprar los mandados semanales por cincuenta dólares por familia.

Ese Miami donde nuestros hijos podían montar bicicleta por el barrio sin temor a que los molestara algún depravado.

Donde era seguro salir a la calle sin temor a ser asaltados.

Me acuerdo de aquellos sábados despreocupados y felices de paseo por el downtown, visitando tiendas y almorzando en el Ten Cent.

Recuerdo la desaparecida Biblioteca de Grapeland Park con libros en español, y junto a ella, el terreno de jugar pelota y el parque para los niños.

Hoy está nuestro querido Miami en la lista de las ciudades más peligrosas de la nación: y en la lista de las más miserables. Y, para ponerle la tapa al pomo, estamos ahora en la lista de las ciudades que más le han robado al Medicare.

Tenemos que hacer algo, pero ya, para que nuestra ciudad vuelva a ser lo que fue y para que si atractivo turístico no se vea ensombrecido por nuestra mala fama.

Martha Pardiño,
Miami, FL.
Ilustración: web


Martha Pérez

Ana Dolores García

La radio local de Miami ha trasmitido esta mañana la triste noticia del fallecimiento de la diva cubana Martha Pérez. Nacida en 1924, Martha Pérez figura en los anales de nuestra música como una de las más brillantes voces de nuestra lírica operática. Mezzosoprano innata, se distinguió igualmente como soprano en numerosas zarzuelas. Tenemos que agradecerle, no sólo que paseara el nombre de Cuba por escenarios tan excepcionales como el de Alla Scala, en Milán, templo de la ópera, sino también su incansable esfuerzo por promover el arte lírico en la ciudad de Miami a través de la Sociedad Grateli, de la que fue fundadora y una de sus más entusiastas propulsoras.

Recuerdo haber oído cantar por primera vez a Martha Pérez en «Cabalgata Musical», compañía lírica eminentemente española que alcanzó gran popularidad en Cuba a mediados del pasado siglo. Fue durante una gira por las ciudades de Cuba durante la cual la compañía se presentó en Camagüey.

Había sido alumna del renombrado músico Paul Csonka, radicado en La Habana, y luego prosiguió sus estudios en Italia. Allí, en el mencionado teatro de Milán, cantó como mezzosoprano el papel de la gitana Preciosilla en La Forza del Destino, de Verdi, en el año 1956.

Sus actuaciones en La Habana fueron siempre numerosas bajo la égida de la Sociedad Pro Arte Musical. Es además clásica la grabación que hiciera de la Zarzuela «Cecilia Valdés» contando con la dirección musical de su autor Gonzalo Roig.

Martha Pérez renunció a seguir cosechando éxitos en Cuba y prefirió marchar al exilio en el año 1960. Su labor en Miami podrá se contada más ampliamente por quienes disfrutaron de su arte y de sus esfuerzos por dotar a la ciudad de un espectáculo lírico de verdadera calidad.

Descanse en paz esta gran cubana.

Ana Dolores García
Ilustración: web

Luis Meléndez, Maestro de bodegones

Ana Dolores García

La Galería Nacional de Arte de Washington DC cierra este próximo domingo 23 de agosto una magnífica exposición de cuadros de un pintor español cuyo nombre apenas es conocido: Luis Meléndez. Sin embargo, se le considera como el mejor pintor español de bodegones del siglo XVIII. Bodegones o «naturaleza muerta» o «still life» para decirlo en inglés, bodegones que se refieren en España primordialmente a esos cuadros apetitosos de frutas, quesos, jamones y jarras de agua o vino con los que usualmente se adornan las paredes de un comedor. Son apenas 31 obras pequeñas, pero magistrales.

La exposición llegó directamente desde el Museo del Prado de Madrid en mayo pasado, y luego de permanecer entre nosotros durante cuatro meses seguirá hasta la costa Oeste, especificamente al Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. En enero de próximo año viajará al Museo de Fines Artes de Boston para concluir su recorrido por tierras norteamericanas.

Luis Meléndez fue un pintor sin suerte. Aspiraba a ser pintor de la Corte, a plasmar con maestría retratos de reyes y nobles o a recrear escenas épicas que engalanaran paredes de palacios. Hubo de contentarse con pintar melones, higos y vegetales. Pero ¡de qué manera prodigiosa supo hacerlo!

Había nacido en Nápoles en 1719, donde estaba radicada su familia. En realidad Luis fue criado en Madrid ya que la familia regresó a España cuando el niño tenía apenas un año. Su Padre, Francisco Meléndez, fue también un magnífico pintor de miniaturas e ilustración de libros, arte en el que inició a sus hijos, ayudantes en su taller. Con su padre aprendió el joven pintor a manejar meticulosamente el pincel para mostrar los más mínimos detalles de lo que con él reproducía. Trabajó también como ayudante en el taller de Louis Michel van Loo, acreditado pintor francés radicado entonces en Madrid.

Van Loo y el propio padre de Luis fueron fundadores de la Escuela de Bellas Artes de Madrid, antecesora de la Real Academia de Arte de San Fernando. Mas por desavenencias con la dirección ambos abandonaron la Academia, siendo esto la causal de la posterior expulsión del joven, que marchó a Nápoles y Roma en busca de horizontes más promisorios. A su regreso se le comisionó una serie de ilustraciones para los libros del Coro de la Corte española. Poco a poco fue abandonando la pintura miniaturista y de ilustración de textos, y comenzó a pintar bodegones, en los que emplearía su misma meticuliosidad y detallismo.

Eclipsado por la fama de su contemporáneo Francisco de Goya, infructuosamente aspiró en varias oportunidades a un nombramiento para una posición como pintor de la Corte. Logró por fin ser seleccionado para una serie de 44 bodegones que mostraran los frutos de las cuatro estaciones del año, con destino al gabinete de Historia Natural del Palacio Real. Los cuadros fueron trasladados posteriormente al pequeño palacio de caza que fue la llamada «Casita del Príncipe», y hoy casi todos se encuentran en el Museo del Prado de Madrid.

Aunque pasara a la historia como pintor de bodegones -mejor decir Maestro de bodegones-, su habilidad como pintor de la figura humana ha quedado patente en un extraordinario autorretrato que se conserva en el Museo del Louvre en París, en el que incluso sostiene en una de sus manos el dibujo de un torso desnudo con el que deliberadamente quiso demostrar sus facultades.

La exposición itinerante que se exhibe estos días en Washington DC nos muestra 31 obras de este pintor en los que, según el acertado juicio de Peter Cherry, historiador de arte, ha legado a la posteridad «los frutos de su fracaso, [frutos] que están entre los más brillantes que nadie halla pintado jamás».

Luis Meléndez murió en Madrid en la más completa miseria en 1780. Sus bodegones alcanzan hoy precios astronómicos.

Ana Dolores García
Ilustración: Bodegón con sandías y manzanas, Museo del Prado, Madrid. (web)